I. La consolidación del reino vándalo (439-455)
El imperio romano occidental había estado sometido a severas invasiones bárbaras desde el comienzo del siglo V. Cada provincia devastada y cada pérdida de territorio -incluso temporalmente- reducía los ingresos del imperio, que necesitaba mantener sus ejércitos. La Galia había sido saqueada repetidamente desde 406 y producía pocas rentas. La invasión de la rica y no saqueada Hispania en 409 fue un duro golpe del que no se había recobrado. Ahora las partes más importantes del norte de África, que era la más grande fuente de ingresos para el imperio occidental, se había perdido también. El imperio occidental se estaba enfrentado a una aguda crisis financiera. Los gastos eran elevados y la base de ingresos decreciente. Incluso las élites terratenientes, se enfrentaban a una nueva realidad. Sus rentas principales estaban basadas en sus tenencias de tierra, difundidas por todo el imperio, y quedaba claro ahora que sus intereses estaban mejor servidos al acomodarse a los federados germánicos establecidos en las provincias.
El desastre financiero para el imperio y la importancia de la pérdida de ingresos puede ser trazada en las leyes de los años siguientes. En 440-441, el imperio buscó maximizar el resto de los ingresos existentes. Una ley fechada el 24 de junio de 440, retiraba todas las concesiones imperiales especiales existentes de exención o reducción de impuestos. Una ley del 4 de junio de 440 del mismo año tenía por objetivo reducir la práctica de funcionarios imperiales que tomaban un porcentaje extra para sí mismos cuando recaudaban los impuestos.
Valentiniano III y Aecio, el cual gobernaba realmente el imperio occidental, fueron obligados a dar una serie de pasos desesperados para financiar el imperio y su defensa. Con los hunos y los visigodos presionando principalmente las provincias que quedaban, el oeste necesitaba un gran ejército. El importante comercio en el Mediterráneo fue afectado por la pérdida de Cartago y las incursiones de los piratas vándalos. Además, la pérdida del norte de África cortó el suministro de grano esencial para Roma y dejó solamente Sicilia y Cerdeña para alimentar la población de Roma.
En qué grado Roma e Italia dependían del grano de África se demuestra por las guerras entre Vespasiano y Vitelio en 69, y Septimio Severo y Pescenio Níger en 193-194. Vespasiano planeó tomar Italia solo después de tomar el norte de África y Egipto, los dos principales abastecedores de grano. Septimio Severo envió un ejército al norte de África para evitar su ocupación por Pescenio Níger. En 395, el gobernador rebelde Gildo cerró los puertos africanos para el comercio de grano con Italia, y lo mismo se hizo durante la rebelión de Heracliano en 412-413.
A pesar de la despoblación de Roma después del saqueo de 410, todavía era la ciudad más grande de Europa, con más de 500.000 habitantes. Pero con el abastecimiento de grano interrumpido, la población sin duda disminuyó más y más. Alimentar a esta población era difícil, pues un gran número todavía cumplían los requisitos para recibir raciones diarias gratis de pan, aceite de oliva y vino. Los enormes puertos de Roma -como Ostia, Portus y Tíbur- muestra el nivel de importación que se necesitaba.
1. El primer golpe de los vándalos
Debido a la presión de los hunos y visigodos, los romanos occidentales no pudieron hacer nada inmediatamente, pero en lugar de eso pidieron a los romanos orientales ayuda para reconquistar el norte de África y restaurar la fortuna del imperio. El matrimonio de Valentiano III y Licinia Eudoxia en 437 trabajó en ventaja del oeste, y la ayuda fue prometida. Pero el reclutamiento de un ejército llevaría tiempo.
Mientras los romanos occidentales estaban considerando sus opciones, Geiserich golpeó. Sabía que no aceptarían la pérdida de su fuente principal de ingresos y comida para Roma, de modo que se preparó para un contraataque al golpear primero. De nuevo Geiserich demostró su perspicacia y habilidad estratégica. Para proteger a su pueblo contra los romanos de la mejor manera, necesitaba una flota. A pesar de su falta de conocimientos marítimos, los vándalos se convirtieron en la primera tribu germánica en mantener una flota y pronto poseyó la armada más formidable en el Mediterráneo occidental. La base para la flota era probablemente barcos de carga y de guerra capturados en el ataque sorpresa a Cartago, suplementados por los barcos traídos de la migración desde Hispania y las otras partes de África, así como nuevos barcos construidos en los grandes astilleros de Cartago. Las tripulaciones las componían nativos romanos, pero los oficiales pueden haber sido vándalos. Quizás Geiserich estuvo inspirado por las expediciones emprendidas a las Islas baleares y la invasión del norte de África, ambas conducidas en barcos confiscados. Su rápida acción también demuestra que debe haber habido un número de barcos disponibles de inmediato.
Al golpear en Cerdeña y Sicilia, y además controlar el suministro de grano para el imperio occidental, Geiserich pudo asegurar la existencia del reino vándalo. Como el rey vándalo reclutó su gran flota en el puerto de Cartago, Valentiniano III concedió una licencia especial a los comerciantes orientales el 3 de marzo de 440 para garantizar suministros de comida para la ciudad de Roma. También ese mes, el emperador ordenÓ la reparación de los muros y torres de Roma, y el magister militum Sigisvultus comenzó a hacer preparativos para defender la costa. Han sido encontradas inscripciones que registran la reparación de las fortificaciones de Neápolis (Nápoles) y los muros de Terracina desde la cuarta década del siglo V- sin duda, todo parte de los esfuerzos de Sigisvultus.
Una crisis era inminente, y el 20 de marzo, el emperador emitió otra ley pidiendo reclutas para el ejército y amenazando a cualquiera que diera refugio a los desertores con un castigo severo. Los romanos occidentales no sabían donde desembarcaría la flota vándala, y el 24 de junio de 440, fue enviado un edicto imperial autorizando a los habitantes a través del imperio para llevar armas una vez más y estar listos para defenderse por sí mismos. Además, apoyarían al ejército de Aecio movilizándose para la defensa del oeste. Los habitantes del imperio se habían mantenido desarmados durante siglos para evitar tumultos, de modo que era, de hecho, una medida desesperada. La ley explicaba que portar armas era necesario "porque no se sabía con seguridad, bajo las oportunidades de la época veraniega para la navegación, a qué costa podían llegar los barcos del enemigo".
Sicilia era el objetivo de los vándalos. Desembarcaron, posiblemente en Lilibeo (Marsala), el punto más cercano a Cartago, sin encontrar ninguna resistencia significativa. Después de capturar la ciudad, se marcharon, saqueando a través de la isla, y asediaron Panormus (Palermo) que opuso una fuerte resistencia. De acuerdo con Hidacio, los católicos locales fueron perseguidos. Las bandas guerreras incluso penetraron en la región de Bruttium en el sur de Italia, donde fueron detenidos por una defensa organizada por los magnates locales.
Probablemente el plan de Geiserich era incorporar Sicilia a su reino. La isla no sufrió ningún daño permanente, en particular la campiña, y hacia los años en torno a 490 estaba abasteciendo de nuevo a Italia y Roma. No obstante, en 441, el emperador fue obligado a remitir seis séptimos de las rentas sicilianas a causa de las devastaciones vándalas, aumentando los problemas del imperio.
2. Incursiones vándalas
Desde esta época hasta la muerte de Geiserich en 477, los vándalos hicieron inseguras las costas de Italia, Sicilia, Ilírico, el Peloponeso y las islas del Egeo con sus ataques piráticos. Incluso Gallaecia en Hispania fue atacada. Procopio cuenta la historia de que una vez, cuando la flota estaba lista en el puerto de Cartago, Geiserich vino cojeando desde su palacio. Cuando entró en su barco, el piloto preguntó las órdenes a dónde ir. Replicó "Sencillamente contra aquellos con los que Dios está enfadado", y decidió que el objetivo fuera decidido por los vientos y las corrientes.
Como hemos visto, los vándalos no aparecieron súbitamente de la noche a la mañana como una nación marinera. Los marinos eran romanos. Las incursiones eran molestas para el imperio, ya que las defensas fronterizas romanas podían ser evitadas ahora. Los romanos también eran conscientes de los bárbaros transportados por mar, y una ley en el código Teodosiano prometía quemar vivo a cualquiera que enseñara a los bárbaros el arte de la construcción de barcos. La mayoría de las hazañas vándalas registradas eran incursiones al estilo vikingo: rápidos ataques de golpear y huir, con fuerzas dejadas en la orilla para atacar un área antes de que pudieran ser reclutadas fuerzas contra ellos. Geiserich insistió en atacar lugares que no tenían guarniciones. En la época de la gran expedición romana contra el norte de África en 468, los vándalos tenían más de 40 años de experiencia en operaciones navales.
En un poema recitado en el Día de Año Nuevo de 456, Sidonio Apolinar describe las incursiones costeras de los vándalos como una cuarta Guerra Púnica, al venir desde Cartago. Inicialmente en los años después de tomar Cartago, Geiserich se dedicó a saquear Sicilia, probablemente debido a que estaba más cerca al puerto de Cartago y le permitía dañar el suministro de grano romano.
3. El asunto de Sebastián
En Sicilia alcanzaron a Geiserich noticias de la llegada de Sabastian, el yerno de Bonifacio, a Cartago. Después de que Bonifacio muriera en 432, Sebastián asumió su posición como magister milittum praesentalis pero pronto fue obligado a huir a Constantinopla por Aecio. Después de un exilio en Constantinopla, Sebastian viajó hasta el rey visigodo Theoderich I (418-451) en Toulouse, donde intentó obtener alguna posición en la corte, sin éxito. Cuando se presentó, Sebastián no llegó a Cartago como un enemigo, sino como un fugitivo. Desembarcó en el norte de África para ofrecer sus servicios a Geiserich. Sin duda, su historia previa provocó que Geiserich desconfiara de él y le considerara un peligro para su reino. Por el consejo de uno de sus obispos arrianos, Geiserich, que había regresado de Sicilia, pidió a Sebastián que se convirtiera al arrianismo para demostrar su fe. Cuando se negó, Geiserich más tarde le ejecutó con un pretexto.
4. El contraataque romano
La esperada flota romana oriental llegó a Sicilia en 441. Constaba de 1100 barcos llevando un gran ejército de quizás 25.000 soldados. Pentadio, un oficial romano a cargo de la logística de la expedición, fue promovido más tarde por tratar con la enorme tarea administrativa de enviar esta expedición. Su objetivo era volver a tomar norte de África, o al menos frenar los ataques piráticos vándalos. El imperio occidental parecía haberse salvado del borde del desastre. Pero el ejército estaba comandado por cinco generales -Aeobindo, Ansila, Inobindo, Arintheo y Germano- que pasaron su tiempo peleando descuidadamente sobre la dirección de la campaña y no consiguieron nada durante el año. En 442, los persas y especialmente los terroríficos hunos bajo el mando de Atila y Bleda estaban amenazando las fronteras del imperio romano oriental, y el ejército fue llamado de vuelta sin haber hecho nada en Sicilia. La invasión huna requirió la atención de Aecio durante un largo periodo. Aspar, que había cruzado espadas con los vándalos en la década de 430 comandaba las tropas orientales que se enfrentó a la invasión huna de 442-443. El Ilírico nororiental fue devastado, y posiblemente también partes de Tracia. A causa de la amenaza vándala, que tenía la prioridad más alta para el imperio oriental, Teodosio II fue obligado a conducir una política débil hacia los hunos. Por la falta de éxito contra los hunos, el mismo Aspar perdió temporalmente el favor con el emperador, que le mantuvo lejos de cualquier mando militar importante hasta el fin de su reinado.
5. La paz de 442
Sin ningún apoyo de Constantinopla y nuevos y más urgentes problemas bárbaros, el emperador occidental Valentiniano III fue obligado a hacer la paz con Geiserich en 442. A los vándalos se les entregaba la Proconsular, Bizacena, y parte de Numidia y Tripolitania; la gran ciudad de Hippo Regius; y Gaetulia (probablemente un nombre para las zonas meridionales de Bizacena). A cambio, Geiserich acordó continuar suministrando el grano norteafricano a Italia desde las provincias ahora controladas por los vándalos. La paz con Valentiniano III probablemente no alejó a Geiserich de hacer incursiones a otras partes de las costas mediterráneas.
A partir de los edictos imperiales y Victor de Vita estamos informados de que las devastadas provincias de Mauritania Cesariense y Sitifense, partes de Numidia, alrededor de Cirta, así como Tripolitania seguían siendo romanas. Los indicios legales confirman que el imperio estaba administrando en consecuencia las tres Mauritanias -Tingitana, Cesariense y Sitifense- y la parte más oriental de Numidia. Aunque nuestra fuente principal para esta paz, Victor de Vita, no la menciona, los vándalos probablemente también tomaron el control de la franja costera de Tripolitania occidental. En 435, las tierras vándalas habían estado rodeadas por tierras romanas, pero hacia 442, este ya no era el caso.
Al reconocer el derecho de los vándalos a las provincias, el emperador occidental reconocía la independencia del reino vándalo. Desde un "enemigo de nuestro imperio", en una ley romana del 24 de junio de 440, después de 442, Geiserich se había convertido en un rey cliente del imperio formalmente reconocido, con el título Rex Socius et Amicus: Rey Aliado y Amigo. Pero después de la paz de 442 y hasta la muerte de Valentiniano III en 455, los romanos occidentales todavía hablaban mal de los vándalos y sus devastaciones. Incluso mencionan en las leyes que las tierras norteafricanas deben ser recuperadas lo antes posible.
Este fue el primer reino germánico plenamente independiente establecido en suelo anteriormente romano. A cambio, Geiserich dio a su hijo, Hunerich, como rehén a los romanos para sellar la paz. Se ha sugerido que Hunerich ya había sido entregado como rehén en conexión con la paz de 435, pero la mayoría de los historiadores creen ahora que ocurrió en 442. En 442-443, Hunerich estuvo prometido a Eudocia, una hija de Valentiniano III -un compromiso claramente político, y a que Eudocia solo tenía cinco años cuando se firmó el tratado. En 445 o 446, Hunerich fue devuelto. El compromiso representó una ruptura masiva con la tradición, ya que fue el primer matrimonio legítimo contemplado entre la realeza bárbara y la familia imperial. También demuestra cuán importante era el grano de África para el descompuesto imperio occidental.
6. Organización del Reino vándalo
a) Los asentamientos
a) Los asentamientos
Geiserich asentó ahora a sus vándalos y alanos en Proconsular y Cartago, probablemente para ocupar esta provincia riquísima y mantener al ejército vándalo junto y preparado para la guerra y las expediciones. Pocos vándalos se asentaron en otros lugares en el reino.
Aunque la provincia proconsular era la más pequeña de las provincias africanas, era sin duda la más rica. Una provincia llamada Abaritana es desconocida, pero probablemente era un pequeño distrito en la provincia proconsular. Lo que Procopio y Victor de Vita describen en sus obras es el gran dominio personal del rey. Este consistía en la totalidad de Numidia y Bizacena, así como parte de la Proconsular. Estas tierras eran cultivadas por esclavos y sus anteriores dueños, los grandes terratenientes romanos. Así, la rica aristocracia fue reducida a la servidumbre, probablemente no como peón agrícola sin como supervisores o administradores. Estas tierras probablemente eran parte principalmente del fisco imperial -las tierras del emperador romano. Los esclavos y arrendatarios simplemente cambiaban de dueño, y seguramente no notarían ninguna diferencia. Incluso puede especularse que los esclavos y alguno de los coloni no vieran la invasión vándala como una amenaza a su sustento, sino como un camino mejorar sus condiciones. Las enormes tierras reales crearon la base financiera y social para la familia real Asdinga y cementó su poder sobre los nobles. El papel y posición del rey en la sociedad vándala había cambiado radicalmente.
La segunda clase de tierras eran las llamadas parcelas vándalas, que eran divididas, junto con el ganado, esclavos y coloni, entre los guerreros vándalos. Las fincas eran hereditarias, como sabemos por Victor de Vita, pero probablemente llevaban con ellas las obligaciones de servir en el ejército real. Estaban exentos de impuestos. Para los coloni, solamente había la diferencia de que la renta que era ahora pagada a sus nuevos propietarios. Vemos en este sistema el nacimiento del sistema feudal de la Edad Media, con una clase baja con cargas y una aristocracia guerrera sobre ella que recibía tierras a cambio del servicio militar. Esto dejaba a los vándalos los enormes costes de pagar un ejército, pero también hacía al ejército más territorial porque era más difícil estacionar tropas lejos de sus tierras durante mucho tiempo.
Las parcelas vándalas principalmente se encontraban alrededor de Cartago, el centro del poder vándalo. Los vándalos era demasiado pocos para dominar la totalidad del reino con la vasta población romana estimada entre uno y tres millones, sobrepasando a los invasores por casi 40 a 1. Así, para crear estabilidad, Geiserich tuvo que asentar a la parte más grande de sus seguidores en un pequeña, pero rica, parte del reino y dejar el resto a los provinciales romanos. Esto era como el reino ostrogodo, donde estos estaban concentrados en el norte de Italia, Ravenna, Roma y Neapolis. No cabe duda de que a la Iglesia Arriana le fueron entregadas las tierras de la Iglesia Católica, y quizás también confiscaron tierras de la nobleza romana.
Las tierras más pobres se dejaban en manos de los provinciales romanos fuertemente gravados, de acuerdo con Procopio. Ya que las tierras más pobres estaban más cerca de las fronteras, probablemente ellos también estaban más abiertos a los ataques procedentes de las tribus del desierto, ahora que la frontera fortificada romana ya no estaba protegida. Los mismos vándalos inicialmente no cuidaron mucho de sus fronteras hacia el sur.
El establecimiento de tierras se hizo seguramente poco después de la paz de 442. Los vándalos se hicieron cargo del resto de las ciudades romanas en las Mauritanias y Tripolitania, no más tarde de la muerte de Valentiniano III en 455. Hacia esta fecha, las Islas Baleares, Cerdeña y Córcega también habían sido asumidas por el nuevo poder naval, que entonces poseería todas las áreas importantes de producción de grano del Mediterráneo occidental: Norte de África, Sicilia y Cerdeña.
b) La administración del reino
La administración del reino era, como en la mayoría de los otros reinos vándalos, dejada en manos de funcionarios romanos. Sin duda, los vándalos podían hacer más o menos lo que ellos querían, pero la ley romana todavía existía. Indudablemente, los vándalos vieron el valor del algún tipo de administración para cobrar impuestos al pueblo, al comercio regular y las industrias, así como administrar la ley para la población romana. De nuevo, no sabemos el sistema exacto de la burocracia residual, pero tenemos noticia de un procónsul de Cartago y un praepositus regni, una especie de primer ministro, en Victor de Vita, y un primarius provinciae (posiblemente una especie de gobernador provincial) en la Vida de San Fulgencio.
A pesar de la violencia y la opresión de la población dominada romana que describen las fuentes, la situación probablemente no era tan opresiva financieramente como había sido bajo el gobierno imperial. Procopio nos informa de que cuando el emperador Justiniano destruyó el reino vándalo en 533, ya no fue posible encontrar registros de impuestos en los archivos públicos porque Geiserich, a comienzos del su reinado, los había destruido, sin la cual la población no podía ser gravada de manera efectiva. Ya que el mismo autor nos cuenta que las clases terratenientes eran gravadas por los impuestos, podemos asumir con seguridad que está hablando de las haciendas de los grandes terratenientes y no las granjas del pueblo común. Posiblemente solo las parcelas vándalas eran significativas. No obstante, sabemos que el obispo Fulgencio (467-533), era un hombre joven que había servido como procurador, o recaudador de impuestos, para el gobierno vándalo hasta que lo dejó por repugnancia ante los brutales métodos que le ale había sido ordenado emplear.
c) Los vándalos y el vandalismo
En las fuentes contemporáneas, sobre todo las basadas en escritores católicos, los vándalos son descritos como asesinos bárbaros y destructores de cultura. Esta tradición histórica fue seguida en la Edad Media. Los cristianos en Europa estudiaban la historia de Victor de Vita, la Vida de San Fulgencio, y similares fuentes católicas anti-vándalas, y vieron a los vándalos como paganos o saqueadores heréticos. En el siglo XI cuando Gregorio de Catino escribió una historia de su monasterio en Farfa, Italia, dedujo que los longobardos, benefactores posteriores de su monasterio no podían haber destruido Farfa en el siglo VI, y por tanto, los vándalos debían haber sido los responsables. Numerosas iglesias francesas inventaron historias de la invasión vándala en la Galia y su destrucción o milagrosos salvamentos. En 1517, el famoso pintor Rafael escribió una carta al Papa León X, condenando a los constructores de la Roma moderna, que saquearon las antiguas ruinas para encontrar estatuas y otros objetos para embellecer sus casas, describiéndoles como "Godos y Vándalos" -refiriéndose claramente a los saqueos de Roma por aquellas dos tribus.
Pero la conexión negativa con el nombre vándalo en gran parte viene de la Edad de las Luces. El obispo Heri-Baptiste Gregoire de Blois, en 1794 usó la palabra "vandalismo" para criticar a los miembros de la Revolución Francesa por su destrucción de iglesias y sus obras de arte, pensando posiblemente en el saqueo de la Galia, el saqueo de Roma, o acciones contra la iglesia católica en el norte de África. A partir de entonces, el término entro en el uso común, y hacia 1798, era listado en el Dictionnaire de l'Academie Française. Desde entonces el significado negativo ha existido en muchos idiomas, incluidos el inglés, alemán, español, italiano, danés y portugués.
Pero de hecho, los vándalos no eran peores o más bárbaros que las otras tribus emigrantes, tales como los francos y alammani, cuyos nombres no recibieron tal tratamiento. Solamente los términos "huno" y "godo" son, en algunos lenguajes, usados en un sentido peyorativo. Muchas de las duras palabras que apuntan a los vándalos están basadas en el conflicto entre los arrianos y los católicos. Para los católicos, no había nada peor que perseguidores y heréticos. Sin duda la iglesia y la nobleza romana habían hecho a los vándalos peores de lo que eran, de modo que el pueblo común no fuera persuadido para convertirse al arrianismo y los esclavos a huir a unirse a los invasores.
Los vándalos saquearon la campiña y las ciudades, mataron o esclavizaron al pueblo, y quemaron ciudades. Incluso tenemos noticias de árboles frutales siendo arrancados de raíz, pero esto probablemente fue hecho para impedir al enemigo las provisiones o para prevenir que los habitantes locales vivieran de la tierra y dirigiera una guerra de guerrillas contra los invasores. Pero estas terribles actos eran comunes para todos los pueblos bárbaros de la época y, podemos añadir, para el ejército romano cuando estaba en guerra. Solo en las persecuciones vándalas de los católicos vemos un aspecto que no es familiar para nosotros. Las iglesias fueron quemadas y desacralizadas, los obispos y sacerdotes fueron torturados o enviados al exilio, y el pueblo se convirtió forzosamente al arrianismo. Sin duda nuestro entendimiento de la historia vándala sería diferente si las fuentes arrianas o vándalos hubieran sobrevivido -fuentes que pueden haber descrito a los católicos y sus acciones en términos similares.
d) Los problemas religiosos en el reino vándalo
Los vándalos eran, como casi todas las naciones germánicas, arrianos, a la manera del gran obispo Ulfilas. Siendo considerados herejes por los romanos, se oponían naturalmente a los católicos ortodoxos. No tenemos muchas noticias del fervor religioso con el que llevaban la bandera del arrianismo hasta que llegaron a las provincias norteafricanas. Pero era inevitable que surgiera el conflicto, ya que el norte de África era conocido por su fuerte -quizás incluso fanáticas- creencias religiosas .Incluso los nombres de los católicos eran de naturaleza altamente religiosa: Quod-vult-Deos, Deo-gratias, A-deo-datus (Lo que Dios quiera, Gracias a Dios, Dado por Dios).
Otro ejemplo de las fanáticas creencias religiosas en el norte de África es el de las grandes polémicas donatistas, que había surgido durante la persecución de Diocleciano y sus sucesores. La mayoría de las leyes contra los donatistas eran del reinado de Honorio (395-423) y los primeros veinte años del siglo V, y claramente muestran el odio religioso del norte de África en la época de la invasión vándala. Por ejemplo, a los donatistas no se les permitía comprar, vender o dar propiedades. Se les despojaría de sus iglesias y serían dadas a los católicos. Tal tratamiento del pueblo que adoraba al mismo dios, pero de diferentes modos, creó un tenso ambiente religioso, al cual se enfrentaron los vándalos cuando entraron en el norte de África.
Victor de Vita nos cuenta la persecución religiosa de Geiserich: una delegación de obispos católicos pidió al rey que les diera iglesias en las que celebrar el culto. Fueron obligados a marcharse y tuvieron que hacerlo en los edificios que pudieran encontrar. Parece que durante unos años fue permitida esta discreta adoración de los católicos, aunque no sancionada de manera expresa. Entonces llegaron las denuncias y las calumnias, especialmente contra aquellos sacerdotes que oficiaban "en las regiones que pagaban tributo al Palacio" (desafortunadamente no conocemos la identidad de esas regiones). Si uno de esos sacerdotes, en sus sermones, mencionaba el nombre de Faraón, Holofernes, o Nabuconodosor, o cualquier tirano bíblico similar, era acusado de hablar contra el rey e inmediatamente sentenciado al exilio. Lo más probable es que la iglesia católica estuviera intentando levantar al pueblo contra el rey durante los sermones. Por esta razón, todo un grupo de obispos fue desterrado y sus sedes se dejaron vacías.
Apoyado por la iglesia arriana, Geiserich ordenó que varias personas de alto rango, sobre todo en la corte vándala, se convirtieran al arrianismo. Si rechazaban esta prueba de lealtad, eran exiliados, torturados o asesinados. Al final, el rey ordenó que la corte y los seguidores de sus hijos tenían que ser todos arrianos. La orden es entendible, ya que el gobierno vándalo todavía no estaba asegurado y este era un medio de conseguir la obediencia de los consejeros suyos y de su familia. Así que no eran las razones religiosas tras el arrianismo las que eran importantes, sino el hecho de que ser arriano significaba ser vándalo, o al menos no ser católico romano. Las conclusiones que pueden extraerse de la política de persecución a los católicos bajo Geiserich: a) la iglesias generalmente fueron entregadas a los arrianos o destruidas; b) los obispos fueron, por lo general, exiliados, y se prohibió volver a elegir sucesores.
Concretamente por la urgente súplica del emperador Valentiniano III, y probablemente a causa de que Geiserich quería seguir el posible matrimonio entre Hunerich y Eudocia, permitió a la Iglesia Ortodoxa de Cartago ordenar para sí un obispo en octubre de 454, el gentil y comprensivo Deogratias, quien durante tres años gobernó la sede con la aprobación general. A la muerte de Deogratias, la sede estuvo de nuevo vacante, hasta 475, en los años finales del reinado de Geiserich, cuando, por la intercesión del emperador Zenón (474-491), a los obispos supervivientes se les permitió regresar de sus exilios.
Parece que al menos inicialmente, Geiserich tuvo por objetivo la Iglesia Católica norteafricana a causa de su riqueza y oposición a su gobierno, y no debido a cualquier fervor religioso particular. La amenaza de persecución de los católicos también fue más tarde usado como instrumento contra los romanos en política exterior
7. La conspiración contra Geiserich
Hubo un conflicto tradicional por el poder entre la nobleza y el monarca en los reinos germánicos, y el de los vándalos no era una excepción. con la fundación del reino de Geiserich en el norte de África, su poder y prestigio alcanzó alturas asombrosas. Pero la envidia y la consecuente pérdida de poder entre la nobleza causó resentimiento e incluso traición. El ventajoso tratado de paz con los romanos en 442, y las extensas tierras que se reservó para sí, provocó que varios nobles formaran una conspiración contra él en 442. A sus ojos, había llegado a ser demasiado arrogante y poderoso. Pero la conspiración fue revelada antes de que sus planes estuvieran listos, y fue reprimida sangrientamente. Próspero de Aquitania escribió que causó a los vándalos más muertes que una guerra perdida. Las sospechas y la envidia causadas por esta conspiración fue un duro golpe al reino vándalo, y la nobleza nunca alcanzó de nuevo la posición que habían tenido antes y durante las migraciones. De hecho, la posición del rey se reforzó enormemente a sus expensas. Para apoyarse contra los rebeldes nobles hereditarios, Geiserich nombró ahora nuevos nobles para la administración real. Estos nobles debían su posición al rey y tuvieron que hacer un juramento de alianza a él.
8. La destrucción de los muros de las ciudades
Para asegurar aún más su poder, Geiserich hizo que todas las murallas de las ciudades en el reino fueran destruidas, aparte las de Septem, Cesarea, Hippo Regius y Cartago. Esto evitaría que los rebeldes tomaran una ciudad y la mantuvieran contra los vándalos, y les obligaría a enfrentarse al ejército vándalo en batalla abierta, donde estos estarían en la posición más fuerte. No obstante, este insólito esquema dejaría a las provincias total abiertas de par en par a los moros y obligaría a los provinciales a construir defensas más primitivas, ya que el ejército vándalo no podía en todas partes para defenderles. Geiserich fue alabado por este esquema en vida pero ridiculizado más tarde por ello, ya que hacía mucho más fácil cualquier invasión del reino. También, sin duda, los moros percibieron que las ciudades y sus ciudades eran más fáciles de saquear sin sus fortificaciones. Pero dada la situación, sopesando los pros y los contras, probablemente fue una sabia decisión y puede argumentarse que parece que los vándalos no se enfrentaron a rebeliones hasta el final del reino. Las huellas de las murallas demolidas todavía pueden verse en lugares tales como Tipasa.
9. Las relaciones exteriores del reino vándalo
Que el reino vándalo fue reconocido como una nueva potencia en el oeste también se ve en el hecho de que el rey visigodo Theodorich les buscara como aliados y ofreciera su hija a Hunerich, el hijo de Geiserich, en algún momento entre 440 y 444. La conexión no duró mucho tiempo. Cuando Geiserich sospechó que su nuera planeaba envenenarle, la envió de vuelta a su padre, probablemente en 444 -después de cortarle su nariz y orejas, de acuerdo con el historiador godo Jordanes.
Pero la separación ente Hunerich y la princesa visigoda parece haber sido causada más por las esperanzaras de éste de casarse con Eudocia, la hija de Valentiniano III, lo cual estaba siendo negociado. La historia del envenenamiento pudo ser simplemente una excusa para terminar la relación. Sin duda, los romanos temían una alianza entre visigodos y vándalos, lo cual amenazaría al imperio, y harían todo lo posible para mantenerles apartados diplomáticamente. Por su parte, Geiserich probablemente se dio cuenta de que la seguridad de su imperio descansaba más en sus conexiones con el imperio occidental que con cualquier otro reino germánico. Después del cruel tratamiento de la princesa visigoda, y el fracaso de la alianza entre visigodos y vándalos, los visigodos buscaron la alianza del rey suevo Rechiar (Requiario) después de 446. Solo el peligro mutuo de la invasión huna en 451 hizo que los romanos y los visigodos trabajaran juntos otra vez.
Hidacio registra que los barcos vándalos saquearon Turonium en la costa de Gallaecia y capturaron muchos esclavos alrededor de 445. No sabemos por qué se llevó a cabo esta incursión tan lejana en el reino suevo, pero pudo hacerse para asegurar el retorno de Hunerich que su estancia como rehén en Roma, ya que estaba de vuelta en Cartago en algún momento en 445 o 446. El Libro de Heráclides, del arzobispo Nestorio, escrito en 451, menciona ataques vándalos sobre Italia y Rodas. No obstante, el texto no puede ser considerado totalmente digno de confianza, ya que también afirma que los vándalos atacaron el área del Ganges en la India. Igualmente, la anónima Vida de Daniel el Estilita menciona que los habitantes de Alejandría temían un ataque vándalo, aunque nunca hubo ningún ataque sobre Egipto. En esta época en que el poder naval romano en el Mediterráneo se estaba cayendo a pedazos, los provinciales se volverían hacia la piratería. Es posible que algún ataque pirático se considerara "vándalo", sin importar que pueblo estuviera tras él.
Después de la incursión de 445, y hasta la muerte de Valentiniano III en 455, no tenemos noticia de ningún otro ataque vándalo sobre el imperio occidental. Por tanto, se cree que durante esos años, Geiserich intentó apaciguar al imperio occidental para casar a su hijo con la hija de Valentiniano III. Un panegírico del poeta del siglo V Merobaudes en el tercer consulado de Aecio (446) menciona que el invasor de África se había atrevido a entrar en estrechas relaciones con Roma, de modo que se cree que Hunerich y Eudocia ya estaban conectados hacia 446. Para Geiserich, era un objetivo principal llegar a estar ligado a la casa imperial y al imperio romano occidental, ya que daba más legitimidad al reino vándalo. Para complacer aún más a los romanos, Geiserich dio permiso para instalar un nuevo obispo para Hadrumentum, y más tarde el 24 o 25 de octubre, la sede vacante de Cartago fue ocupada por Deogratias a requerimiento del emperador. Al mismo tiempo, varios obispos exiliados regresaron a sus sedes.
Geiserich consiguió llegar, desde el difícil periodo de invasión y asentamiento, a hacer un reino más estable, que era respetado como una potencia importante en el Mediterráneo occidental. Con los ingobernables nobles sometidos el reino se estabilizó, y los conflictos internos en el imperio floreciendo de nuevo, Geiserich estaba listo para jugar su papel más grande en la historia romana.
II. Los últimos años del Imperio Romano de Occidente (455-476)
La amenaza de los hunos, que había jugado un papel tan grande en las migraciones masivas de los siglos IV y V, se frenó en 451. Atila había invadido la Galia con su ejército y destruido un gran número de ciudades, pero finalmente fue llevado a la batalla por Aecio alrededor del 20 de junio de 451, en los Campos Cataláunicos, cerca de Chalons-en-Champagne, en la actual Francia. Después de una dura y difícil lucha Atila fue obligado a retirarse del imperio. No tenemos noticias de los vándalos en la lista de sus tribus germánicas aliadas. Para Aecio, el éxito significaba que su fama estaba en el punto más alto de su carrera. Aunque Atila atacaría Italia más tarde, la fuerza de los hunos estaba gastada, y cuando Atila murió en 454, su imperio se fragmentó. Esta fue una oportunidad para las tribus germánicas sometidas, y se levantaron y derrotaron a los hunos en la batalla de Nedao en 454. Los vándalos no son citados en la breve descripción de la batalla por Jordanes, aunque los suevos y alanos si son citados. Cualquier resto de vándalos en las regiones del Danubio y Silesia también habrían ganado su libertad, pero probablemente estaban sometidos a otras tribus más fuertes como los gépidos.
1. El saqueo de Roma y sus consecuencias
Aecio no iba a disfrutar mucho tiempo de su triunfo sobre Atila. En 454, Valentiniano III planeó asesinarle mientras estaba en el palacio examinando propuestas para traer más dinero para el imperio en bancarrota. Mientras Aecio estaba calculando el total recaudado de los impuestos, Valentiniano le culpó con planear hacerse cargo del imperio occidental y lo apuñaló hasta la muerte con una espada. Este fue el ignominioso fin del conocido como "el último de los romanos".
El 16 de marzo de 455, algunos seguidores de Aecio mataron al emperador Valentiniano III para vengar el asesinato de su señor. Valentiniano solamente tenía 37 años, pero había sido emperador durante 30. Al día siguiente, el patricio Petronio Máximo, que de acuerdo con algunas fuentes pudo haber tenido parte en el asesinato de Aecio, fue proclamado emperador, sin la aceptación del emperador oriental. Para consolidar su posición obligó a la viuda de Valentiniano, la emperatriz Eudoxia a casarse con él. Su hija Eudocia, que estaba prometida Hunerich, fue obligada en lugar de eso a casarse con el hijo de Petronio Máximio, Paladio, que fue nombrado César por detrás de su padre.
Desesperada, la emperatriz Eudoxia pidió a Geiserich que la ayudara en su necesidad y enviara tropas a Roma para vengar el asesinato de su marido por el usurpador Petronio Máximo. Geiserich, que vio que su plan de casar a Hunerich en la familia imperial se desmoronaba, no necesitó demasiado para convencerse. Además, la oportunidad de saquear era demasiado buena para rechazarla. Oficialmente declaró nulo el tratado de 442 con el imperio romano occidental a la muerte de Valentiniano III. La mayoría de los estudiosos creen que la historia de la petición de ayuda por parte de Eudocia al rey vándalo es un relato imaginario, pues ninguna fuente contemporánea menciona esto como nada más que un rumor. En cualquier caso, el rey vándalo reclutó sus tropas rápidamente y, menos de dos meses y medio después de la muerte del emperador, a finales de mayo de 455, Geiserich zarpó hacia Roma con un ejército de vándalos y moros, Esta es la primera vez que los moros aparecen como auxiliares de los vándalos. Bien Geiserich, bien otro líder vándalo capturó Cerdeña en esta época. Victor de Vita nos cuenta que Sicilia, Córcega y las Islas Baleares fueron también capturadas alrededor de esta época. Excepto durante cortos periodos, Sicilia siguió siendo vándala hasta el fin del imperio occidental, y solo alrededor de 477 fue cedida a Odoacro, el soberano bárbaro de Italia, con la condición de que pagaría un tributo anual a Cartago.
La flota alcanzó Portus, el puerto de Roma, en los primeros días de junio de 455. muchos romanos, sobre todo, la nobleza huyó ante las noticias de la aproximación de los vándalos. Cuando Petronio Máximo intentó también huir en lugar de preparar las defensas de Roma, fue asesinado el 31 de mayo de 455, por Urso, un soldado burgundio de su guardia, a causa de su cobardía. El cuerpo del impopular usurpador fue entonces destrozado por la multitud y lanzado al río Tíber. No se hizo ningún intento por organizar una defensa de la ciudad o para comprar la retirada de los vándalos. El 3 de junio, tres días después de que Petronio Máximo fuera asesinado, Geiserich llegó a Roma, y fue recibido en la entrada de la Porta Portuensis por el Papa León, que le rogó por la vida de los habitantes de la ciudad a cambio de entregar toda la plata de la Iglesia de Roma.
Quizás los vándalos estuvieran intimidados por los muros de la ciudad y recibieron bien una oportunidad de tomarla sin lucha. Geiserich sabía bien que su ejército no era bastante grande para mantener la ciudad y que África quedaría abierta de par en par a los ataques si se quedaba demasiado tiempo. Quizá tampoco deseara enfrentarse a demasiada resistencia por parte de la población, la cual aún ascendía a 500.000 personas -probablemente alrededor de cincuenta veces el tamaño del ejército vándalo. De modo que el rey vándalo concedió al Papa León que no hubiera muertes, ni incendios de edificios ni públicos ni privados, y ninguna tortura para forzar a abandonar sus tesoros ocultos. Con este acuerdo en su lugar, los guerreros vándalos entraron en la ciudad. la historia de la intercesión del Papa León puede ser apócrifa, porque el sermón que dio el 6 de julio celebrando la retirada de los vándalos no menciona nada del hecho, y solo atribuye la salvación de la ciudad a la gracia de dios.
Durante 14 días los vándalos lenta y pausadamente saquearon la ciudad de sus riquezas. Se cogió todo del Palacio imperial en la colina del Palatino, y las iglesias fueron vaciadas de sus tesoros recolectados. Incluso el templo de Jupiter Capitolino, el templo más grande en el mundo romano, se vació de sus tesoros, y la mitad del techo, que estaba hecho de cobre cubierto de oro, fue despojado. El emperador Domiciano (81-96) había gastado 12.000 talentos de oro (más de 387 toneladas) en el dorado, y probablemente fue la creencia errónea de que el techo era de oro sólido lo que llevó a los vándalos a arrancarlo. Lo más probable es que descubrieran pronto que no era oro real y dejaran la otra mitad. También, el tesoro capturado por el emperador Tito (79-81) en 71 procedente del saqueo de Jerusalén y el templo judío fue entonces transportado al norte de África. Muchas estatuas principescas de la gran ciudad también fueron tomadas para los barcos vándalos. De toda la flota vándala del tesoro, solo el barco que llevaba las estatuas de los templos y palacios romanos naufragó en el viaje; todavía se espera descubrir en el fondo del Mediterráneo. A pesar de la gran indignidad del saqueo de Roma, parece que Geiserich no faltó a su palabra y no destruyó los edificios. A pesar de la connotación negativa que lleva ahora su nombre, los vándalos se condujeron mucho mejor durante el saqueo de Roma que muchos otros bárbaros invasores.
Cuando los vándalos se fueron alrededor del 16 de junio, tomaron a gran cantidad de ciudadanos romanos como esclavos. Los vándalos fueron particulares para elegir a los más habilidosos artesanos, administradores y trabajadores. Pero también se llevaron otros cautivos: varios senadores; la emperatriz Eudoxia y sus dos hijas, Eudocia y Placidia; y Gaudencio, el hijo de Aecio. Para Eudoxia debe haber sido una vergüenza de la mayor magnitud, pero probablemente también la salvo de la venganza de los habitantes de Roma, que eran los verdaderos perdedores en su lucha de poder con Petronio Máximio. Eudoxia era una persona muy importante, ya que era hija de un emperador. Para Geiserich, los nobles cautivos, si podemos llamarlos así, eran un enorme éxito político. La princesa mayor, Eudocia, fue entregada en matrimonio a Hunerich. Eudoxia y la hija menor fueron tratadas del mejor modo en Cartago, pero se mantuvieron como rehenes y solo devueltas después de siete años, por el fuerte y repetido requerimiento del emperador León. Hasta entonces, fueron potenciales herramientas de intercambio. No tenemos más noticias de Gaudencio. Cuando los vándalos regresaron a Cartago, algunos de los cautivos fueron entregados a los moros y otros mantenidos por los vándalos. Una serie de cautivos fueron rescatados por Deogratias, el obispo católico de Cartago, a cambio de la plata eclesial de la ciudad.
2. El emperador Avito
Durante dos meses, el imperio romano occidental estuvo en tal caos que no puedo ser elegido un nuevo emperador. Finalmente, el 14 de agosto de 455, llegó la noticia de que el 9 de julio en Arelate (hoy día Arles, en Francia) los galos habían confirmado a Avito, un noble de Auvegne como emperador. Entró en Roma el 21 de septiembre y el 1 de junio de 456, el poeta Sidonio Apolinar dio un panegírico en su honor pronosticando la reconquista del norte de África. Claramente los romanos querían venganza.
Avito, que tenía en torno a 60 años de edad, venía de una noble familia en la Galia. Cuando era más joven, había servido bajo Aecio en sus campañas en Galia, Norico y el bajo Rhin y el Danubio. Después de varios mandos en el ejército, fue creado prefecto del pretorio de la Galia y mantuvo su cargo desde 439 a 445, antes de retirarse a sus haciendas. Ya estaba en buenos términos con el rey Theodorich y actuó como el embajador principal entre el imperio occidental y el reino visigodo. La alianza había parado al poderoso Atila en 451 en la batalla de los Campos Cataláunicos. Parece que la alianza se disolvió cuando los hunos se retiraron. Pero el asesinato de Valentiniano III revivió probablemente la idea de una alianza entre visigodos y romanos. El usurpador Petronio Máximo había sacado a Avito del retiro y le había hecho general de todas la tropas en la Galia. En los tres meses del reinado de Petronio Máximo, Avito consiguió rechazar algunas incursiones bárbaras sobre el bajo Rhin. Dado todo esto y la popularidad con el ejército, era una elección obvia para convertirse en emperador cuando llegaron las noticias de que Petronio Máximio había sido asesinado y los vándalos habían saqueado Roma.
Aparte del imperio romano occidental en disolución, había cuatro poderes en el Mediterráneo occidental: los vándalos, los visigodos, los burgundios y los suevos. Los vándalos gobernaban el norte de África; los visigodos la Galia suroccidental, con su capital en Tolosa; los burgundios ocuparon el valle del Ródano, con su capital en Lugdunum (Lyon, en Francia); y los suevos ocupaban grandes partes de Hispania meridional y occidental, que gobernaban desde Asturica Augusta (Astorga). Los vándalos y los visigodos habían sido enemigos desde su época en Hispania, rota solo por el breve matrimonio de una princesa visigoda con Hunerich. Naturalmente las relaciones no mejoraron con el tratamiento de Geiserich. Los visigodos y los burgundios desconfiaban los unos de los otros y a menudo hacían incursiones en los territorios de unos y otros. Los suevos, en cierto modo, se mantenían al margen. Después de que los vándalos dejaran Hispania, ocasionalmente intentaron tomar partes de la Hispania romana, pero estuvieron en paz con sus vecinos visigodos, en parte por que el rey Rechiar se había casado con una hermana del rey visigodo.
De modo que Avito y los visigodos decidieron formar una alianza. Avito sería hecho emperador con el respaldo de los ejércitos visigodos y a cambio el nuevo emperador aprobaría el ataque a los suevos, oficialmente en nombre de los romanos. Los burgundios recibirían más tierras en el valle del Ródano si apoyaban a las tropas visigodas al atacar Hispania. El modo en que ocurrió esto no fue tan simple.
Los visigodos amenazaron con invadir la Galia romana. Avito reunió todas sus fuerzas para defenderse contra la invasión, pero primero intentó negociar con los visigodos. Cuando se encontraron en Tolosa para las negociaciones, fueron informados de que Petronio Máximo estaba muerto y Roma capturada, lo que se adecuaba a sus planes. Oficialmente, el rey visigodo Theodorich aceptó mantener la paz, pero solo si Avito era hecho emperador. Fingiendo reticencia, Avito aceptó las condiciones y fue nombrado emperador por sus tropas en la Galia. Entonces, los visigodos atacaron a los suevos con sus recién encontrados aliados burgundios y les derrotaron sonoramente en el río Úrbico el 5 de octubre de 455, capturando a su rey, Rechiar, al que mataron un poco más tarde. El reino suevo fue así debilitado fuertemente durante muchos años.
Parece que la estrategia de Geiserich era mantener sujeto al imperio occidental por medio de incursiones y perturbaciones, así como controlando el comercio de grano. Por tanto, una de las primeras tareas de Avito fue enviar una delegación a Constantinopla para recabar la ayuda del emperador Marciano. Sin los barcos del imperio oriental, no podía transportar a los visigodos y a su propio ejército al norte de África. Pero Marciano hizo poco. Pidió el retorno de los cautivos imperiales -la emperatriz Eudoxia y sus dos hijas- y el fin de las incursiones vándalas pero no ofreció barcos, condenando de este modo, la respuesta romana. Posiblemente esta débil contestación era el plan del poderoso patricio arriano Aspar, que todavía gobernaba tras el trono romano oriental.
La inactividad de Marciano fue más tarde la base de una historia, contada por Procopio, según la cual, siendo un hombre joven antes de convertirse en emperador, Marciano participó en la campaña con Aspar contra Geiserich en el norte de África y fue capturado en la derrota romana de 431. Cuando Geiserich estaba revisando a los prisioneros, notó un águila manteniéndose encima de Marciano y protegiéndolo del calor del sol de mediodía. Creyendo que esto era una profecía de que un día este joven oficial se convertiría en emperador, Geiserich le liberó con el juramento de que jamás combatiría de nuevo contra los vándalos. También se rumoreaba de Aspar que se había vuelto amistoso hacia los vándalos tras su campaña en el norte de África en la primera mitad de la tercera década del siglo V, y estaba poco dispuesto a luchar para los romanos orientales y destruirles.
No viniendo ninguna ayuda desde el este para Avito, Geiserich se tomó su tiempo en ocupar las provincias romanas que quedaban en África, y en someter a las tribus moras en estas regiones. En 463, una inscripción que empleaba un sistema de datación típicamente vándalo fue levantado en Cuicul, en el límite provincial entre Numidia y Mauritania Sitifense. Esto indica que la región, la cual se situaba bien en la zona imperial en 442, había sido tomada por los vándalos 21 años más tarde.
3. Ricimer
Mientras tanto, otras fuerzas dentro del imperio se asegurarían la caída de Avito. A pesar del hecho de que los romanos se centraron más en una expedición a Panonia, el general romano Ricimer obtuvo una victoria sobre los vándalos en Sicilia. En 456, Geiserich había enviado una flota para hacer incursiones sobre Sicilia y el sur de Italia. El conde Ricimer se desplazó rápidamente contra el desembarco y derrotó a los vándalos en Agrigento, en Sicilia. Logró una segunda victoria importante el mismo año contra otra flota vándala en Córcega. Sesenta barcos vándalos habían zarpado desde Cartago hacia Córcega, probablemente para saquear Italia y Galia. El capaz Ricimer los siguió allí, fue más hábil que ellos y obtuvo una gran victoria. Pero esta victoria provocó más problemas para el imperio occidental que los que solucionó. Después de sus victorias, Ricimer se volvió popular en el ejército y uno de los hombres más poderosos en el imperio occidental y no tuvo ninguna consideración por la alianza entre los visigodos y Avito. Ricimer era hijo de un padre suevo y madre visigoda, de modo que puede haber objetado a la destrucción de los suevos. Su ascenso al poder no podía rechazarse y Ricimer sería el hacedor de reyes en Roma durante los siguientes 16 años.
4. La deposición de Avito
Avito no duraría mucho sobre el trono. Comenzó una revuelta en Roma, causada por el hambre -sin duda debido a que la estrategia vándala de cortar el suministro de comida desde el norte de África era efectiva- dio a Ricimer el pretexto que necesitaba, y se declaró en rebelión. Cuando Avito huyó a la Galia, Ricimer le depuso, diciendo que no era apto para gobernar el imperio en esos tiempos problemáticos. Avito no alcanzó su hogar, sino que fue capturado en Placentia (Piacenza, Italia) por Ricimer, que ahora era magister militum. En un sorpendente y extraño acto de caridad, Ricimer hizo a Avito obispo de Placentia -aunque mató a sus seguidores. Ricimer entonces hizo al general Mayoriano su emperador títere el 1 de abril de 457, con las bendiciones del nuevo emperador oriental, León I (457-474), que había sido colocado en el trono por Aspar el 7 de febrero. Hasta los años finales del imperio occidental, Geiserich siguió siendo su enemigo.
5. El gobierno de Mayoriano
Cuando Mayoriano se convirtió en emperador occidental tenía dos tareas principales. La primera era restablecer la autoridad del imperio en la Galia, ya que los visigodos y los burgundios se habían rebelado cuando Avito, su candidato para el trono, fue destituido. La segunda tarea era derrotar a los amenazantes vándalos, que disponían de una fortaleza en el suministro de grano de Roma.
Mayoriano pronto consiguió el primer éxito de su reinado al derrotar a una banda guerrera de alamanes en Retia. Tenemos noticia por el poeta Sidonio Apolinar que luego fue a Campania en el sur de Italia en 457 después de recibir noticias de que Geiserich estaba saqueando la región de nuevo. Sidonio relata que la flota enemiga estaba en la desembocadura de un río, lo más probable es que fuera el Liri o el Volturno. Mayoriano llegó mientras las tropas vándalas estaban entretenidas saqueando el área. Tuvo lugar una escaramuza en la que los vándalos fueron derrotados, y se retiraron a sus barcos. Con los caballos y hombres intentando alcanzar los barcos mientras eran perseguidos por el enemigo, todo estaba envuelto en la confusión. Ente los muertos estaba el cuñado de Geiserich. Los vándalos fueron obligados a abandonar al expedición y volver al norte de África. La derrota parece no haber tenido una importancia real, y por tanto puede haber implicado solo unos pocos cientos de guerreros. Pero la presencia del cuñado de Geiserich puede indicar una fuerza mayor de quizás mil guerreros.
En 457, Mayoriano de nuevo levantó la prohibición contra los civiles de portar armas, un signo quizás de la dificultad de defender la larga línea de costa de los vándalos. Pero el emperador, ahora apoyado por los burgundios, también tuvo que batallar contra los visigodos. Pasó los años 458 y 459 en guerra contra ellos, y les derrotó. Cuando su vuelta estuvo segura, Mayoriano pudo volver sus ojos al sur, para vengar el saqueo de Roma y restaurar el suministro de grano a la ciudad.
De acuerdo con su panegirista, Sidonio Apolinar, Mayoriano "taló los bosques del Apenino y llenó los puertos con trirremes romanos". El elocuente Sidonio comparó los preparativos con los que hicieron el rey persa Jerjes contra los griegos en 480 a.C. Extrañamente, Mayoriano no hizo una invasión directa al corazón del norte de África o vía Sicilia sino que en su lugar eligió ir por vía Hispania, posiblemente debido a que fue informado de la desafección entre las tribus en Mauritania y Numidia, que estaban aliados con los vándalos. Otra posibilidad es que quisiera evitar luchar con la formidable flota vándala, lo cual podía hacer al acercarse al norte de África desde el lejano oeste. Hizo de Cartago Espataria su base principal y reunió allí su flota de 300 barcos en la primavera de 460. Su ejército llegó a Hispania en mayo. No parece que se enviara ninguna ayuda desde el imperio oriental. Probablemente, perturbado por esta gran reunión de fuerzas, Geiserich envió embajadores para tratar la paz en 460, pero sin éxito.
Geiserich era bien consciente del peligro y no confió solo en la diplomacia. Llevó su flota a lo largo de la cosa de las Mauritanias, saqueando y devastando a sus propias provincias a lo largo de la posible línea de marcha de Mayoriano. También envenenó los pozos. Después de todo, él mismo había tomado esta ruta y sabía de sus dificultades. Luego, por alguna estratagema desconocida, destruyó o capturó los 300 barcos de Mayoriano, ayudado de algún modo por traidores. Desafortunadamente, las fuentes de este turbulento periodo son tan escasas y difíciles de usar que no tenemos idea de como consiguió eliminar a la fuerte flota romana. Se perdieron tres años de preparativos, y la invasión del reino vándalo se canceló en mayo de 460. Se hizo una innoble paz para los romanos en la que los vándalos se abstendrían de saquear, y los romanos de invadir África. También, Mayoriano fue obligado a abandonar su alianza con el general Marcelino, el gobernante semi-independiente de Dalmacia e Iliria, que era hostil a los vándalos.
Para Mayoriano, este fue el fin. Se había demostrado que era demasiado activo para Ricimer, que le depuso el 2 de agosto de 461, cerca de Tortona. Cinco días más tarde, Mayoriano fue asesinado. Al conocer estas noticias, Geiseich consideró sin validez la paz con los romanos occidentales y comenzó de nuevo a hacer incursiones en las costa del imperio. Sabemos que los vándalos atacaron Sicilia en 462, 463 y 465, pero fueron derrotados por el general Marcelino, que más tarde jugó un gran papel en las guerras contra los vándalos. El 19 de noviembre de 461, Ricimer hizo emperador al anciano senador Libio Severo. Murió el 15 de agosto de 465, y no sabemos casi nada de su reinado. Parece que Ricimer había encontrado el tipo de emperador que quería.
6. Geiserich como hacedor de reyes
El emperador del imperio oriental, León, no estaba satisfecho con el asesinato de Mayoriano y la elevación de otro de los emperadores títere de Ricimer. Cuando el imperio occidental pidió barcos para reemplazar la flota destruida en Cartago Espataria de modo que pudieran defenderse contra las incursiones vándalas, se les dijo fríamente que los tratados existentes con los vándalos no permitirían tal cosa. El Este envió una o dos embajadas a Geiseich, pidiéndole que cesaran los ataques sobre Sicilia e Italia. Por supuesto, los vándalos ignoraron las súplicas y continuaron sus beneficiosos negocios.
Los vándalos tampoco estaban contentos sobre el poder de Ricimer en el oeste, ya que Geiserich tenía ahora un candidato para emperador. Desde el saqueo de Roma en 455, el imperio oriental había pedido el regreso de la emperatriz Eudoxia y sus dos hijas, que habían sido llevadas de vuelta a Cartago. Finalmente, después de siete años, Geiserich envió a la emperatriz y su hija menor, Placidia, a Constantinopla en 462. La princesa Eudocia, la esposa de Hunerich, iba que quedarse. Su madre y hermana fueron usadas como monedas de cambio para obtener un tratado con el este. En Constantinopla, Placidia se casó con el senador Anicio Olibrio, haciéndole cuñado del hijo de Geiserich, Hunerich. Era a Olibrio al que Geiserich quería poner en el trono del imperio occidental. Debido al matrimonio de Eudocia con Hunerich, Geiserich también reclamó la propiedad de su padre, el asesinado emperador Valentiniano III, y de Aecio. No está claro porque reclamaba las propiedades de Aecio, pero no cabe duda que estaba conectada con haber llevado del hijo de Aecio como prisionero a Cartago después del saqueo de Roma. Envió muchas embajadas a Ricimer, quien por supuesto rechazó la absurda petición. En consecuencia, los vándalos saquearon principalmente las costas meridionales de Italia cada año para pillaje y esclavos.
Ricimer también fue amenazado durante poco tiempo por una alianza entre los vándalos y el magister militum en la Galia, Egidio, quien había sido un estrecho amigo de Mayoriano. Para vengar su asesinato, Egidio envió embajadores a la corte vándala para buscar una alianza, pero cayó en batalla con los visigodos en 464, antes de que llegara nada de su parte.
Ricimer tenía otros enemigos, incluyendo Marcelino, el gobernante de Dalmacia e Iliria, quien era el antiguo consejero de Mayoriano. Había combatido a los vándalos en Sicilia como general de los romanos. Cuando descubrió que Ricimer estaba sobornando a sus tropas, y con poco dinero para enfrentarse a esto, se retiró a Dalmacia y estableció su propio pequeño principado. En 465, no obstante, el emperador romano oriental le pidió que parara de hacer la guerra contra Italia y que uniera fuerzas con él contra los vándalos.
7. El reinado de Antemio
Libio Severo murió el 15 de agosto de 465, y durante un año y ocho meses, Ricimer no sintió necesidad de designar un nuevo emperador. Había dos candidatos -Antemio, que era apoyado por el imperio oriental, y Olibrio, apoyado por los vándalos. Ricimer finalmente eligió a Antemio, yerno del posterior emperador de Oriente, Marciano. Geiserich estaba furioso con la elección, pero Ricimer tomó su decisión con la condición de que el imperio oriental le daría apoyo masivo para la destrucción del reino vándalo. Además, para reforzar su conexión, la hija de Antemio, Alypia, se casaría con Ricimer cuando Antemio llegara a Italia. En la primavera de 467, Antemio desembarcó con un gran ejército en Italia; fue hecho emperador el 12 de abril cerca de Roma. La flota que le trajo estaba comandada por Marcelino, que en 466 había atacado y reclamado la Cerdeña vándala. El matrimonio se celebró como se planeó. En 467, Marcelino continuó sus esfuerzos para estabilizar el imperio occidental y volvió a capturar Sicilia, la cual los vándalos parecían haber capturado algún tiempo antes de la muerte de Mayoriano.
El emperador León, Ricimer y Marcelino unieron sus fuerzas en 468 para hacer la campaña para poner fin a los problemáticos vándalos de una vez por todas. Si el norte de África podía recuperarse, el imperio occidental todavía tenía una oportunidad de recobrarse y sobrevivir. Después de la elevación de Antemio, Geiserich dirigió sus ataques piráticos contra el imperio oriental. Grecia, ilírico y las islas griegas sintieron la mano dura de la flota vándala. Mientras Geiserich estaba ocupado saqueando Grecia, Marcelino intentó desembarcar en el norte de África pero fue devuelto por los vientos contrarios. No obstante, la aparición de la flota romana hizo que los mensajeros de los visigodos y suevos, enviados a Geiserich para negociar una alianza contra los romanos occidentales, abandonaran su misión y volvieran. Geiserich también negoció con las tropas ostrogodas en los Balcanes al mando de Theodorich Estrabón para atacar Constantinopla, pero las negociaciones no dieron fruto.
El hacedor de reyes y hombre tras el trono en el imperio romano de Oriente era Aspar, que había cruzado espadas con los vándalos a principios de la década de 430. Era un antiguo cónsul y con facilidad el hombre más poderoso en el imperio oriental. Las fuentes dicen incluso que él mismo habría sido emperador si no hubiera sido arriano y un bárbaro. Había colocado antes sobre el trono a su guardaespaldas (domesticus) Marciano en 450. En 457, cuando Marciano murió, se esperaba que Antemio le sucedería, pero en lugar de eso, Aspar y su hijo Ardaburio eligieron a su curator (administrador de su patrimonio), León. Durante los siguientes 13 años, León lentamente se distanció de Aspar. Aún así, la posición de Aspar era tan fuerte que uno de sus tres hijos pudo haber sucedido a León, que no tenía hijos propios.
León reforzó su posición al hacerse amigo del pueblo montañés Isaurio de las tierras altas de Asia Menor que estaban en Constantinopla. Dio a su hija Ariadne en matrimonio a uno de ellos, Tarasicodissa, que más tarde cambió su nombre a Zenón. Ahora Zenon estaba en la posición de obtener el trono imperial, y así se convirtió en el mayor apoyo contra Aspar y su partido. Otro contendiente por el trono era Basilisco, el hermano de la esposa del emperador, Verina, que también estaba conectada a Aspar. Debido al clima político en Constantinopla, la situación estaba esperando que ocurriera un desastre.
En 468 se terminaron los preparativos para el golpe sobre los vándalos, y un ejército romano oriental estaba listo. Marcelino llegó desde Dalmacia, y el imperio occidental suministró tropas y oro para la expedición. Otro ejército marcharía desde Alejandría y atacaría Tripolitania.
El capaz León no escatimó nada para hacer de la guerra un éxito. Las fuentes dicen que había 1.000 barcos, manejados por 700 marineros, y 100.000 combatientes. El número de marineros parece bajo, pero eso puede indicar que realmente había menos barcos, y a pesar de que el número de combatientes es imposiblemente alto, significa una fuerza bastante fuera de los ordinario, de modo que podemos estimarla cautamente en unos 30.000 efectivos. León también recaudó 64.000 libras de oro y 700.000 de plata. El coste de tal expedición igualaba o incluso superaba a los ingresos imperiales de un año.
Pero la elección del general en jefe, Basilisco, cuñado de León, iba a ser la destrucción de todo. Basilisco demostró toda la extensión de su ineptitud, de modo que algunos historiadores creen que fue sobornado por los vándalos o por Aspar para que fracasara de la manera tan estrepitosa como lo hizo.
Inicialmente, la campaña de tres frentes fue bien. Marcelino había llevado sus tropas a Cerdeña y Sicilia y derrotó a los vándalos allí. Una fuerza al mando de sus generales Heraclio de Edesa y Marso el Isaurio avanzaron desde Egipto por el camino de la costa, derrotaron a las pocas tropas vándalas en Tripolitania, y desde se desplazaron hacia Cartago. El ataque principal fue dirigido por Basilisco y se movió directo hacia el corazón vándalo. Después de derrotar a parte de la flota vándala, desembarcó en Mercurion, una ciudad a unos 56 kilómetros de Cartago, sobre el Promontorium Mercurii (el cabo Bon en la actual Tunez). El historiador Procopio dice que se cree que si se hubiera desplazado inmediatamente contra Cartago, la habría tomado enseguida, ya que Geiserich estaba aterrorizado ante la enorme fuerza llevada contra él. Pero Basilisco no se movió de Mercurion, y más tarde se pensó que pudo hacer sido por cobardía o traición. Lo más probable es que simplemente fuera un mal general.
Mientras, Geiserich, reaccionó inmediatamente, armando tantas tropas como pudo y colocándolas en barcos. Otros barcos rápidos estaban preparados para ser usados como barcos bomba. Luego pidió a Basilisco una tregua de cinco días, pretendiendo que estaba a punto de rendirse. Basilisco accedió. Geiserich necesitaba los cinco días para que el viento fuera favorable para su plan. Tan pronto como cambió el viento, los vándalos zarparon contra la flota romana, remolcando a los barcos bomba. Cuando llegaron cerca de los barcos romanos, incendiaron los barcos bomba y los enviaron contra la apretujada flota romana. Los primeros barcos romanos prendieron y, ayudado por el viento, el fuego se extendió rápidamente a los otros. En medio de la confusión, el resto de la flota vándala atacó, embistiendo barcos y arrojando jabalinas en los barcos romanos.
Los romanos no pudieron contraatacar de manera efectiva, y a pesar de la valerosa defensa del segundo al mando romano, Ioannes, la flota perdió gran número de barcos. Solo la mitad de esta logró alcanzar Sicilia. Con los vándalos dominando el mar, no hubo posibilidad de abastecer al gran ejército en el norte de África. Heraclio y Marso se retiraron a la Tripolitania, la cual permaneció en manos romanas hasta 470, cuando las tropas fueron necesitadas en la frontera balcánica y por las luchas políticas intestinas en la corte. Basilisco se liberó y regresó a Constantinopla, donde solo escapó a la ejecución debido a las súplicas de su hermana Verina. El fracaso de la expedición de 468 y la gran pérdida de dinero lanzaron a Constantinopla a la confusión. Aspar, cuyo poder había disminuido aproximadamente desde 466, recuperó su influencia en la corte y la utilizó para obligar a León a cumplir su compromiso para nombrar al hijo de Aspar, Patricio, Cesar y sucesor de León.
Marcelino fue asesinado en Sicilia al final de la campaña, en algún momento de 468, posiblemente en una batalla o mediante traición por Ricimer, pero las fuentes no son claras sobre esto. Al tener noticias de la muerte de Marcelino, se supone que Geiserich había dicho que los romanos habían cortado su mano derecha con su izquierda, por tanto dando a entender que Ricimer le había asesinado. Con las tropas de Marcelino sin liderato, los vándalos pronto recuperaron las islas perdidas de Sicilia y Cerdeña.
A pesar de este revés, León intentó conquistar a los vándalos mediante otra expedición naval en 470, bajo el mando de Heraclio y Marso, empleando tropas de Egipto y las áreas desérticas cercanas. La expedición desembarcó y capturó una serie de ciudades en Tripolitania antes de que León mandara llamar las tropas por el miedo a Aspar. Una fuente dice que en la invasión de León de 470, las tropas desembarcaron en África y atacaron Cartago, obligando a Geiserich a negociar, pero que León fue obligado a retirarse debido a problemas políticos en Constantinopla. no sabemos si hubo, de hecho, dos operaciones separadas en 468-470 o una operación unida, mezcladas por las fuentes. Pero el resurgimiento de Aspar fue solo temporal. Él y su hijo pronto cayeron del poder, y fueron ejecutados en 471, alguno dice a causa de su supuesto apoyo a los vándalos. Las posibilidades de que Basilisco llegara a convertirse alguna vez en emperador aumentaron un poco de hecho. Probablemente los vándalos firmaron una paz formal con el imperio occidental en 470, pero parece que la paz con el este no se hizo hasta 472. No sabemos los términos exactos de los acuerdos de paz, pero parece que pueden haber sido volver al estatus quo de antes de la guerra.
Con la derrota de la expedición de Basilisco, el imperio occidental se perdió. No tenía dinero, y los romanos orientales no podían financiar otra expedición a tal escala. El oeste se había fragmentado y no tenía fuentes de ingresos para el ejército, el cual tenía que defender el imperio contra vándalos, burgundios, visigodos, suevos y otras tribus bárbaras. En 470, la dura reacción de Antemio a una posible conspiración aisló a Ricimer. En primavera de 471, apareció una grieta entre ellos, y Ricimer llamó a 6.000 veteranos germanos que habían servido en la Guerra Vándala para que se le unieran en Mediolanum (Milán). Ricimer proclamó al anterior candidato vándalo Olibrio emperador en abril de 471. Este pudo neutralizar el apoyo romano oriental para Antemio, porque Olibrio estaba aliado con la familia imperial.
Ahora estaba claro que los vándalos eran el poder dominante en el Mediterráneo occidental. Después de un intento en las negociaciones entre Ricimer y Antemio, la guerra civil estalló en Roma a finales de 471 o 472. durante cinco meses Ricimer asedió a Antemio en Roma, y el hambre se extendió sobre los habitantes. Finalmente, el 11 de julio de 472, Ricimer tomó la ciudad -algunos dicen que ayudado por la traición dentro de las murallas- y Antemio fue decapitado por Ricimer o Gundobad, que era sobrino de Ricimer y príncipe burgundio. Ricimer murió, al parecer, de alguna enfermedad, solo cinco semanas después, el 15 de agosto, después de haber sido el gobernante de facto del imperio occidental durante 16 años. Gundobad se hizo cargo de su posición.
8. Los últimos emperadores (472-476)
Anicio Olibrio tenía todos los ingredientes para ser un emperador de éxito. Era marido dela bisnieta del emperador Teodosio, en buenas relaciones con el emperador romano oriental, y apoyado por los poderosos vándalos debido a sus relaciones con Geiserich y Hunerich. Finalmente, aquel había conseguido su objetivo de poner a un emperador con respaldo vándalo en el trono occidental.
Pero solo tres meses de la muerte de Antemio, Olibrio murió, el 22 de octubre o el 2 de noviembre de 472. Durante su corto reinado, Olibrio había ganado el apoyo de Gundobad, que estaba respaldado por las tropas germánicas después de la muerte de Ricimer. Gundobad que estaba ahora en el poder, dejó el trono vacante durante cinco meses, antes de hacer emperador a Glicerio, un antiguo Comes Domesticorum, el 3 de marzo de 473. Gundobad no permanecería en Italia mucho tiempo, pues en 473, heredó el trono del reino burgundio después de que su padre, Gunderich (o = Gundioc) muriera. El emperador oriental León no reconoció a Glicerio y en su lugar eligió a Julio Nepote, antiguo general en Dalmacia, como emperador occidental. Nepote depuso a Glicerio, quien fue nobmrado obispo de Salona (Soli, en Croacia). Nepote fue proclamado emperador del Oeste en Portus, el puerto de Roma el 24 o 29 de junio de 474.
León I murió el 18 de enero de 474, y Zenón le sucedió. Los vándalos germanos creían que los tratados funcionaban como acuerdos individuales y no cerraban contratos entre estados, y así estallaron, una vez más en incursiones contra los romanos orientales. Debido a que Zenón se enfrentaba a serios problemas internos en su imperio, fue obligado a llegar un acuerdo con los vándalos. En 474, envió al patricio Severo al norte de África para negociar una paz. Para forzar un acuerdo ventajoso, Geiserich atacó la ciudad griega de Nicópolis, así como la isla de Zakyntos, y posiblemente también Rodas. Procopio dice que cuando los vándalos intentaban desembarcar en Taenarum, en el Peloponeso, fueron rechazados por los romanos. En respuesta, Geiserich desembarcó en Zakynthos, la saqueó, y tomó prisioneros a 500 habitantes. Se dice que estos fueron llevados al mar, hechos pedazos, y lanzados al océano.
A pesar de los ataques, la paz se celebró con el imperio oriental en verano de 474. La paz de 474 fue una llamada paz eterna, no conectada a los emperadores reinantes, como era habitual, e iba a durar más de dos generaciones. Los vándalos pararon sus incursiones. Muchos esclavos romanos fueron devueltos y otros rescatados. Geiserich prometió que el clero católico exiliado podía regresar y que los católicos en Cartago no serían perseguidos por sus creencias. Pero no se permitió el nombramiento de un nuevo obispo.
Con la paz, la independencia y el reconocimiento del reino vándalo de África quedaron asegurados. Fue la cima del reinado de Geiserich, que había tenido éxito en casi todos sus objetivos principales. Y la muy necesitada paz permitió al emperador Zenón dedicar su atención sobre problemas mucho más cercanos a casa.
Los años 475 y 476 trajeron el climax de la lucha entre el desgraciado general Basilisco y Zenón en el Este. con la ayuda de su hermana Verina, Basilisco empujó a Zenón fuera de Constantinopla y obtuvo el trono para sí. En enero de 475, Zenón huyó a su provincia natal de Isauria. En agosto de 476 regresó a constantinopla y recuperó el trono con la ayuda de Armacio, un oficial traidor en el ejército de Basilisco. Éste y toda su familia fueron enviado a morir a Capadocia.
El 28 de agosto de 475, el emperador occidental, Julio Nepote, hizo a un noble romano, Flavio Orestes, anterior secretario de Atila, magister militum. Esta fue una designación desafortunada, ya que Orestes pronto depuso a Nepote, quien huyó a Dalmacia. Entonces Orestes colocó a su hijo, Flavio Rómulo (apodado Augústulo, o pequeño Augusto, debido a que era demasiado joven) sobre el trono con la ayuda de los mercenarios germanos de Italia y su poderoso comandante, Odoacro. Rómulo Augústulo era el noveno emperador nombrado en Italia entre 455 y 475, aunque solo cuatro de ellos fueron oficialmente reconocidos en Constantinopla. En 475 o 476, con ambos imperios envueltos en la tormenta política, Orestes hizo la paz con Geiserich, probablemente con carácter permanente, cediendo Cerdeña y Sicilia a los vándalos a cambio de su apoyo contra los romanos orientales.
Debido a que el tesoro imperial estaba ahora en bancarrota, los soldados occidentales, que eran permanentemente mercenarios germanos, pidieron tierra en Italia a cambio de sus servicios. Cuando Orestes lo rechazó, su comandante, Odoacro, le mató el 28 de agosto de 476. El hijo de Orestes, Rómulo Augústulo fue cesado pero se le permitió vivir en el sur de Italia como ciudadano privado y se le dio una asignación anual de 6.000 solidi.
Con Odoacro ahora en el poder, un tercio de Italia fue entregado a sus bárbaros, y el senado envió mensajeros al emperador Zenón pidiendo para Odoacro el nombramiento como patricio y se le encomendara la administración de Italia. los mensajeros llevaron las insignias imperiales y declararon que no había necesidad de un emperador aparte para occidente, ya que se consideraba que el gobierno de Zenón se consideraba suficiente para ambas partes del imperio. En realidad, Italia sería gobernada independientemente por Odoacro. En 476, los vándalos entregaron Sicilia a Odoacro a cambio de un tributo anual, pero conservaron una parte de la isla -probablemente el importante puerto de Lilibeo, que también podía funcionar como cabeza de puente para recuperar la isla, si fuera necesario. No sabemos por qué Geiserich entregó Sicilia. Probablemente no tenía la fuerza para mantener la isla contra un agresivo Odoacro, o quizás buscaba el prestigio de recibir tributo del gobernante de Italia.
9. La muerte de Geiserich
El 25 de enero de 477 Geiserich murió. Durante casi 50 años había gobernado a los vándalos, y los había convertido de ser una tribu errante de poca importancia a los amos de un gran reino en las ricas provincias del norte del África romana. Incluso en sus años finales, parece haber tenido la misma energía e inquietudes de su vida joven. Geiserich había sido el ejemplo para dos generaciones de la nación vándala, y poco después de su muerte, la energía y actividad que había empujado a lso vándalos comenzó a menguar. El éxito de Geiserich le hizo uno de los más grandes reyes de la edad de las migraciones germánicas; también fue reconocido como uno de los más inteligentes de todos los reyes germanos de este periodo. Su habilidad para establecer una flota y usar el suministro de grano y de aceite de oliva como arma estratégica contra el imperio romano occidental fueron golpes de un genio. Sus habilidades militares son indiscutidas, aunque, por desgracia, las fuentes nos dan pocas o ninguna descripción de sus estrategias o el curso de las batallas en las que estuvo envuelto.
A pesar del éxito aparente de Geiserich en los asuntos extranjeros, el reino vándalo no tenía aliados cuando murió. Por su agresiva política exterior los vándalos fueron obligados a estar solos en el mundo mediterráneo. Sus ambiciones fueron inicialmente expansionistas, y luego, cuando se alcanzaron sus límites, eligió presentar una defensa ofensiva. Geiserich había intentado ejercer un poder militar más allá de las provincias norteafricanas al expandirse a Sicilia y otras islas mediterráneas, pero el reino simplemente no tenía el poder para controlar un área y una población tan grande. Prudentemente se retiró de la mayoría de Sicilia, mientras mantenía todavía un punto de apoyo -lo más probable es que tuviera una base desde la que retomarla cuando tuviera la fuerza para ello- pero mantuvo el resto de las islas. Más tarde, sin embargo, los vándalos se encontrarían ellos mismo fuertemente presionados incluso para defender sus tierras africanas.
Los éxitos de Geiserich en política interior fueron más duraderos y, quizás, más importantes. Reprimió las ambiciones de la nobleza y creó una nueva que debía su posición al rey. A los ojos modernos esto puede no parecer importante, pero en la época era una nueva manera de difinir el papel de un rey en una sociedad germánica. También consiguió la transición desde la difícil fase de asentamiento inicial a un reino más estable, estableciendo a sus vándalos en las ricas tierras alrededor de Cartago y anunciando una forma de feudalismo. Pudo haber sido el arquitecto de la organización de los vándalos en millares, que no fueron solo unidades militares sino también grupos administrativos. Y aseguró mediante sus leyes que el linaje Asdingo gobernaría el reino hasta su fin.
Los dos enemigos internos principales para el reino eran la iglesia católica y la nobleza romana. Mediante su violento tratamiento de ambos grupos, Geiserich fue capaz de reprimir cualquier levantamiento y amenazas para el nuevo reino. Algunos modernos estudiosos han visto la destrucción de los registros de impuestos un intento de revolución social para obtener el apoyo de los coloni, pero esto parece ser una sobreinterpretación de la afirmación de Procopio de que Geiserich había destruido los registros.
La tercera amenaza importante para el reino en el norte de África era los moros (mauri). Las relaciones con ellos fueron buenas durante el reinado de Geiserich. Los moros eran llevados en sus incursiones y se les daba botín, y pueden haber sido mantenidos bajo control principalmente por la reputación de Geiserich como soberbio general más que por la fuerza militar. Al usarlos como aliados, también fue capaz de proyectar más fuerza fuera de las límites del reino ya que no necesitaba proteger sus fronteras tan cuidadosamente.
El logro más grande de Geiserich fue ser el primer rey germánico en forjar su propio reino estable en el anterior solar romano y hacer una paz duradera con el imperio romano, creando, por tanto, un estado soberano. Pero fracasó al crear una conexión entre romanos y vándalos, tal como Theoderich (Teodorico) el Grande intentó tan ansiosamente hacer más tarde en su reino ostrogodo en Italia. Hasta el final del reino, los vándalos siguieron siendo una pequeña nobleza militar -una especie de aristocracia guerrera que evoca a la sociedad feudal de la Edad media. El reino vándalo comprendía a vándalos, alanos, moros, godos, romanos y muchos otros elementos étnicos en la confederación tribal. Pero no había una base étnica para el reino, y debido a que Geiserich no forjó un lazo entre la población romana y su pueblo, el reino finalmente caería.
En su testamento, Geiserich dijo que el poder real entre los vándalos siempre debería recaer en su descendiente masculino de más edad, un sistema sucesorio conocido como seniorato agnático. Así, como el más viejo de los hijos de Geiserich, Hunerich sucedió a su padre en el trono vándalo. Pero bajo el sistema de Geiserich, los hermanos de Hunerich, Theoderich y Genzo, eran los siguientes en la línea, antes que el hijo de Hunerich, Hilderich. Es sorprendente que Geiserich no creara una dinastía como habían hecho los otros reyes germánicos, y a sabiendas impidió que Hilderich sucediera a Hunerich. Geiserich pudo haber querido asegurar que hubiera siempre una adulto experimentado gobernando el reino.
La enorme -y casi religiosa- importancia de Geiserich para los vándalos se ve en arenga del último rey vándalo, Gelimer, antes de la batalla de Tricamarum en 533, en la que pide a los vándalos que luchen ferozmente y no deshonren la memoria de Geiserich. Mientras que las palabras pueden ser inventadas por Procopio, creemos que éste sentía que estas pudieron haber sido las palabras pronunciadas.
Incluso la lucha final por el reino vándalo estaba entrelazada con el testamento de Geiserich. En una carta al emperador Justiniano, el rey Gelimer contesta que había depuesto al rey gobernante Hilderich porque tenía que impedirle hacer una revolución contra el espíritu de Geiserich. los romanos usaron esta usurpación como pretexto para invadir el reino, llevando a su destrucción en 533.
III. El Reino Tardío (477-530)
1. El reinado de Hunerich (477-484)
Hunerich tenía más de 50 años cuando sucedió a su padre en 477. Estaba casado con la hija de Valentiniano III, Eudocia, pero ella ya le había abandonado hacia 472. no se sabe nada de su época como rehén en la corte imperial, pero no parece haber cambiado su carácter de manera notable. Podemos rastrear algunas influencias de su estancia en el imperio romano en el hecho de que, por ejemplo, renombró a Hadrumentum como Huniricopolis, según la moda imperial en boga.
Aparte de algunas pequeñas escaramuzas con los barcos mercantes romanos desde 477-478, ya no tenemos noticias de las incursiones piráticas vándalas contra nadie después de la paz con los romanos orientales en 474 y la muerte de Geiserich. Puede ser que los problemas con los adversarios dentro y cerca de su reino mantuvieran a Hunerich, por lo demás, ocupado, y la atención de su reinado se alejara de la política exterior de su padre y se volviera hacia los retos domésticos. Los anteriores aliados de los vándalos, los moros les habían apoyado por temor a Geiserich, pero ahora comenzaron un largo conflicto para las partes exteriores del reino.
Los vándalos habían sido, de algún modo, demasiado afortunados, conquistando más territorio del que podían controlar con su limitado número. simplemente no tenían las fuerzas necesarias para ejercer el control más allá de las partes centrales del reino. Cuando las partes exteriores del reino vándalo comenzaron a disolverse, los moros se desplazaron hacia el vacío creado. Ya por 484, los moros que vivían en la montañosa región de Aures -que dista unos trece días de viaje desde Cartago en Numidia, en el este de la moderna Argelia- se habían rebelado. Debido a la dificultad de combatir con caballería en las empinadas cuestas rocosas, esta región nunca volvió a quedar bajo control vándalo. Durante casi todo su reinado, Hunerich combatió a los moros en la región de Aures sin ningún resultado decisivo. Durante la última parte del siglo V, las inscripciones muestran una adaptación de la retórica imperial de poder por parte de las tribus del las montañas Aures. Una inscripción en la Pequeña Kabylia festeja al autoproclamado Rex gentis Ucutamani (Rey del pueblo Ucutamani). En otra, el rey moro Masties reclama los títulos sucesivos de dux (o duque, comandante militar de tropas estacionadas en una provincia fronteriza) e imperator (emperador). Más al oeste, la tercera y más famosa inscripción proviene de Altava en 508. Demuestra que la región alrededor de las ciudades de Safar, Altava y Castra Severiana en la Mauritania Cesariense estaba bajo el control del rey moro Masuna, que se titulaba Rex Maurorum et Romanorum -Rey de los Moros y Romanos. En 484, este área aún era posesión vándala, pero evidentemente no lo era 24 años más tarde.
La pérdida del prestigio vándalo bajo Hunerich afectó las relaciones con el imperio oriental. Hunerich había pedido que se le entregaran las propiedades de Eudocia y de su padre, Valentiniano III. Habían estallado también hostilidades menores, y parece que los vándalos habían capturado algunos barcos mercantes. En respuesta, el emperador Zenón envió a Alejandro, el mayordomo de la casa de la cuñada de Hunerich, Placidia, para negociar. Hunerich aceptó la debilitada posición del reino vándalo y retiró sus demandas en 478, compensó a los mercaderes romanos, y declaró que los vándalos vivirían en amistad con el emperador romano. Como razón dio el honorable trato de su cuñada, la esposa de Olibrio en la corte imperial. De acuerdo con el retórico romano Malco, la respuesta de Hunerich era debida a que los vándalos se habían adaptado a la estilo de vida de los ricos romanos y se habían vuelto suaves por el lujo. Hunerich también acordó permitir la ocupación de la sede del obispado de Cartago, que había estado vacante desde la muerte de Deogratias en 457, y dio a los católicos del norte de África más libertad. Probablemente alrededor de finales de 480, Eugenio fue elegido obispo de Cartago.
A cambio de todo esto, Hunerich pidió que a los arrianos del imperio oriental se les permitiera gestionar sus servicios libremente. El difícil clero católico en el reino rechazó reconocer las peticiones de Hunerich y causaron muchos problemas, hasta que fueron persuadidos por el enviado romano Alejandro y la población para aceptar las condiciones. La razón para el trato más benigno de los católicos fue probablemente la preocupación de Hunerich sobre el poderoso imperio oriental y no alguna intención de llegar a los católicos, como vemos de sus persecuciones posteriores. En lugar de eso, se volvió con terrible fuerza sobre los maniqueos, cuya exitosa propaganda entre el clero arriano le proporcionó un motivo para la venganza.
Hunerich necesitaba paz con los romanos, no solo para tratar con los moros sino también con la familia real asdinga, para asegurar la sucesión de su hijo, Hilderich. En su intento por crear una dinastía volvió su ira sobre las familias de sus hermanos, Theoderich y Genzo, que estaban más cerca en la línea por el trono. Este intento por asegurar una línea directa de sucesión en lugar de seguir la voluntad de Geiserich se encontró con una gran desaprobación por parte de los nobles. Algunos de ellos fueron castigados severamente, y Heldica, su primer ministro, fue ejecutado, así como su esposa. Hunerich entonces dirigió su atención sobe su hermano Theoderich, quien, de acuerdo con la ley de Geiserich, era el siguiente en la línea de sucesión para el trono. También pudo haber estado en el centro de la oposición contra Hunerich, voluntariamente o no. La esposa de Theoderich fue ejecutada con una cargo falso, y su hijo mayor pronto siguió a su madre a la tumba. Theoderich y el hijo mayor de Genzo, Godagis, fueron exiliados entonces, donde más tarde murieron. El hijo menor de Theoderich y sus dos hijas fueron castigados con ser montados en una mula y paseados por todo Cartago y después fueron exiliados.
Otros seguidores de sus hermanos, así como muchos otros nobles fueron muertos, y el patriarca arriano, Iucundus, que era el guía espiritual de Theoderich fue muerto quemado vivo en Cartago porque puso objecciones a los deseos de sucesión de Hunerich. Otros clérigos fueron lanzados a los animales salvajes o ejecutados. Hacia 481 o 482, la mayoría de la oposición estaba muerta. Pero cuando Hunerich murió inesperadamente de una enfermedad en 484, su sobrino, antes que su hijo, le sucedió, frustrando sus planes.
Cuando Hunerich se dio cuenta alrededor de 481-482 de que el imperio romano estaba amenazado o debilitado por problemas dentro y fuera y de este modo había poca amenaza para el reino vándalo, comenzó a reafirmar la presión sobre los católicos. Estaba fuertemente apoyado en sus acciones por el clero arriano, incluyendo al fanático patriarca Cyrila, que había reemplazado a Iucundus como cabeza de la iglesia arriana. Aunque solo tenemos fuentes procatólicas, la mejor de las cuales es Victor de Vita, que tenía muchas razones para presentar las persecuciones tan malas como fuera posible, no cabe duda de que Hunerich se movió contra los católicos con gran odio. Mientras que las fuentes católicas ven las persecuciones con motivaciones religiosas, es posible que Hunerich también -o quizá principalmente- como su padre las viera como medidas políticamente motivadas para golpear a los grupos anti-vándalos más fuertes en el reino. Un edicto establecía que todo la gente que tuviera un cargo público tenía que convertirse al arrianismo. Si lo rechazaban, sus propiedades eran confiscadas y ellos exiliados. No obstante, se canceló un plan para confiscar las propiedades de los obispos que murieran y pedir 500 solidi para reemplazar al obispo por otro nuevo, por recomendación de sus consejeros. A comienzos de 483, comenzó la persecución de los católicos en serio y golpeó fuertemente al corazón del catolicismo en el norte de África. En torno a 5.000 obispos, sacerdotes, y otros fueron reunidos en las ciudades de Lares y Sicca Veneria en la Proconsular. Desde allí, marcharon a través de Bizacena al desierto moro, donde vivirían en el exilio. Los sufrimientos de este suceso se ven en una inscripción procedente del sur de Sicca Veneria, que enumera nombres de mártires y santos.
Muchos murieron durante la marcha al sur. Esta brutal acción hizo que el emperador Zenón enviara un embajador a Cartago para pedir un tratamiento más suave para los católicos, pero no sirvió de nada. Hunerich demostró su desprecio por Zenón en 483 cuando anunció medidas más duras mientras el enviado, Regino, estaba en Cartago. Parece que el requerimiento del emperador pudo haber estimulado al rey en posteriores persecuciones. El 19 de mayo de 483, se leyó un edicto real en voz alta y enviado por mensajeros por todo el reino, estableciendo que todos los obispos ortodoxos se reunirían en Cartago el 1 de febrero de 484, para debatir la verdad de su doctrina con el clero arriano. 466 obispos fueron a Cartago desde todo el reino, incluyendo obispos de las islas Baleares y Córcega. Sin duda sospechaban otro motivo tras el edicto y la conveniencia de reunir a todos los obispos católicos del reino en un lugar. El rey rechazó una solicitud de que los obispos de fuera del reino participaran. Probablemente temía que no serían intimidados tan fácilmente. Para promover su plan, los más brillantes y más capaces de los obispos católicos fueron exiliados de antemano o maltratados. los obispos arrianos no aparecieron, y por tanto, se canceló el debate, pero los obispos católicos hicieron una declaración de sus creencias, el llamado Libro de la Fe Católica (Liber fidei Catholicae) en la que intentaron probar a través de ejemplos bíblicos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran de una sustancia y esencia.
Con la excusa de que el debate fue cancelado debido a los problemáticos católicos Hunerich cerró todas las iglesias católicas en el norte de África el 7 de febrero de 484 y ordenó que permanecieran cerradas hasta que el debate comenzara de nuevo. El 25 de febrero Hunerich emitió otro edicto, denunciando a todos los católicos como heréticos si no se convertían al arrianismo antes del 1 de junio. Refiriéndose a la gran persecución de la creencia nicena dirigida por los Tetrarcas a principios del siglo IV, citó como autoridad adicional para el derecho del arrianismo los dos concilios mantenidos en 359 en Ariminun y Seleucia-en-Isauria (Silifke en la moderna Turquía), en los que el emperador Constancio II había asegurado una victoria para la fe arriana. Las ceremonias religiosas fueron prohibidas, las iglesias se mantuvieron cerradas, y al clero católico no se le permitió estar dentro de las fronteras del reino. Todos los libros y textos ortodoxos serían quemados. Todas las propiedades de la iglesia católica serían entregados a los arrianos. De hecho, las iglesias católicas permanecieron cerradas hasta el 10 de agosto de 494, y solo entonces pudo el clero regresar del exilio.
Los obispos reunidos en Cartago fueron arrojados fuera de la ciudad, y se reunieron ante los uros. Cuando al rey, durante un paseo por la mañana, se le preguntó por qué estaba tratándoles como lo hacía, en lugar de responder, les ordenó que los echaran abajo. Pronto, no obstante, abrió la posibilidad de que los obispos volvieran a entrar en sus sedes si hacían el juramento de reconocer la futura elevación de su hijo, Hilderich, al trono y acordar no conspirar con otros países contra los vándalos. Aquí, quizás, vemos las razones reales tras la severa persecución. Solo 25 de los 46 rehusaron y el resto prestó juramento. Los que rehusaron fueron exiliados a Córcega, para cortar madera para la flota del rey. A los que hicieron el juramento se les permitió trabajar como granjeros cerca de sus sedes.
Solamente después del 1 de junio de 484, comenzó una persecución general de los católicos. Aunque Hunerich intentó evitar mártires, también fue presionado por el clero arriano, que vio la oportunidad de librarse de sus oponentes más duros. Importantes figuras, tales como el obispo Laeto y el procónsul de Cartago, Victoriano fueron martirizados durante las persecuciones. Otros miles fueron golpeados y maltratados de diversos modos crueles, como cortar las lenguas de los confesores. Una razón para la violenta persecución probablemente fue que los católicos constantemente estaban provocando a los arrianos al hacer proselitismo en sus regiones. Otra embajada enviada por los romanos orientales en 484 no tuvo éxito en calmar la sed de sangre del rey, y Hunerich, incluso, obligó al enviado, Uranio a ser testigo de las atrocidades.
Aunque Geiserich también había dirigido persecuciones, principalmente tenían por objetivo a individuos influyentes y amenazas al poder. En 484, Hunerich parece haber extendido las persecuciones para incluir a más gente ordinaria. Las persecuciones bajo Hunerich se produjeron a causa de motivos políticos, fanatismo religioso y quizás desesperación. En muchos casos el clero parece haber conspirado y activamente desafiado las órdenes del rey, que podía haber sido el caso de Victoriano, el procónsul de Cartago. Con su poder menos seguro que el de Geiserich, es posible que Hunerich sintiera la necesidad de demostrar su poder a la población romana, que sobrepasaba a sus vándalos enormemente. Incluso la más leve muestra de debilidad podía precipitar las revueltas.
Sin duda, las persecuciones también incrementaron de número de conversos al arrianismo. Mientras que las fuentes católicas llaman la atención sobre cuán pocos arrianos había, los indicios son mucho más diferentes. El objetivo del Sínodo Laterano el 13 de marzo de 483, en el que 39 obispos italianos y 4 norteafricanos tomaron parte, era encontrar una solución a lo que debería ocurrir a los obispos y al clero nicenos que se habían convertido al arrianismo, y como devolverles al catolicismo. Sin duda muchos no vieron los argumentos religiosos lo bastante importantes para arriesgar sus vidas. El catolicismo en el norte de África quizás fue sacudido, pero la muerte de Hunerich el 23 de diciembre de 484, salvó la situación de volverse peor.
2. El reinado de Gunthamund (484-496)
Siguiendo la ley de sucesión de Geiserich, a la muerte de Hunerich, Gunthamund, un hijo de Genzo (o Gento), fue el siguiente en la línea de sucesión del trono vándalo. Huyendo de la ira de Hunerich había salvado la vida y ahora fue hecho rey. Su hermano mayor, Godagis, ya había muerto en el exilio. Las persecuciones de los católicos fueron continuadas durante un tiempo, pero esto pronto cambió. Hacia 487, el obispo Eugenio de Cartago fue traído de vuelta del exilio, y parece que se les permitió a las iglesias católicas reabrir y cuatro obispos pudieron participar en el Sínodo Laterano de 487. La iglesia del mártir Agileo en Cartago fue devuelta, incluso, a los católicos en 487. Hay indicaciones, no obstante, de que el clero arriano en las suyas continuó las persecuciones esporádicas de los ortodoxos, y en 496, incluso hay evidencias de que los católicos aún estaban bajo presión.
No está claro por qué el nuevo rey cambió la política religiosa de Hunerich. No había una presión real del imperio romano de oriente, pero quizá la persecución de Hunerich a su propia familia provocó que Gunthamund cambiara su política. Pudo haber pensado que la dureza de Hunerich hacia la población romano no era prudente, y quiso ganar más apoyo entre la población común. Pero Gunthamund también se enfrentó a sus enemigos en sus fronteras, lo que pudo haberle llevado a concentrarse en otros lugares. Los moros estaban causando cada vez más problemas en las fronteras y dentro del reino.
Durante su reinado, Gunthamund se concentró en la guerra con los moros y los combatió en numerosas batallas. Los moros asentados en las fronteras de Bizacena hicieron incursiones en la provincia y atacaron a los habitantes. Su apuro era grande, ya que no tenían muros tras los cuales defenderse, y fueron obligados a huir o convertir sus casas en pequeñas fortalezas. Mientras que Gunthamund parece haber tenid éxito en alguna de sus batallas, los moros no fueron completamente derrotados, como demuestra una inscripción de 495 encontrada en Tipasa. Se refiere a un exiliado católico enterrado en la ciudad que fue muerto en una "guerra mora".
Mientras, Italia había sido conducida a una gran guerra cuando los ostrogodos de Theoderich el Grande entraron en las todavía ricas y fértiles tierras en 489 e hicieron la guerra a Odoacro y sus tropas germanas. Fue una gran oportunidad para los vándalos de volver a tomar Sicilia de manos de Odoacro, pero Gunthamund fracasó en esto completamente. Una expedición vándala a Sicilia fue derrotada -posiblemente después de algunos éxitos iniciales- por los ostrogodos, y Gunthamund fue obligado en 491 a pedir la paz con estos. El tributo desde Italia hacia los vándalos se detuvo, y perdieron su cabeza de puente en la isla. Es posible que los vándalos no fueran suficientemente fuertes para mantener un ejército en el norte de África y Sicilia al mismo tiempo. A pesar de los importante acontecimientos que tuvieron lugar durante el reinado de Gunthamund, sabemos muy poco sobre ellos porque casi no hay fuentes para este periodo.
3. El reinado de Thrasamund (496-523)
El desafortunado Gunthamund murió alrededor del 3 de septiembre de 496, y fue seguido por su hermano Thrasamund, que era muy respetado por sus habilidades y buena educación. El nuevo rey rápidamente demostró que no aceptaría la política religiosa de su hermano. Al contrario que sus predecesores, Thrasamund estaba interesado en las cuestiones religiosas y el debate teológico. Su asalto sobre la iglesia ortodoxa se basaba en la creencia profundamente mantenida de que era su deber borrar el credo niceno del norte de África, mientras, al mismo tiempo, mantener la estabilidad del reino vándalo. Así, Thrasamund fortaleció la campaña para extender la fe arriana, pero no trató la Ortodoxia tan duramente como sus predecesores. A los convertidos se les daban regalos, honores y trabajos en la administración o en la corte. Los criminales que se convertían eran perdonados. Parece que esta estrategia creó muchos más conversos.
Los problemáticos obispos católicos eran desposeídos de sus sedes y exiliados. En 508-509, sesenta obispos católicos ignoraron un edicto real previo que prohibía la consagración de nuevos obispos, y fueron exiliados a Cerdeña. Entre estos estaba el renombrado obispo de Ruspe, Fulgencio. Thrasamund se involucró profundamente en la teología y alrededor de 516-517, trajo a Fulgencio a Cartago desde su exilio para debatir cuestiones religiosas. Cerdeña se había convertido en el centro espiritual de la iglesia norteafricana en el exilio. Cerdeña incluso dio dos papas durante el periodo vándalo: Hilario, que fue obispo de Roma desde 461-468, sucedió a pesar de las guerras y la presencia vándala, pero el otro Símaco (496-514) sin duda fue ayudado por la súbita oleada en la vida cristiana en Cerdeña. Varios monasterios fueron fundados por los exiliados en Cerdeña, y Fulgencio parece haber sido un líder entre los obispos católicos en la isla. Mientras Fulgencio estaba en Cartago se hicieron extensos esfuerzos por convertir a las congregaciones católicas en Cerdeña al arrianismo. Cuando Fulgencio logró convertir a algunos arrianos en Cartago de vuelta a la ortodoxia, fue exiliado de nuevo en 518-519, después de dos años de libertad. Él y sus amigos exilados tuvieron que quedarse en Cerdeña hasta la época del rey Hilderich (523-530).
La Vida de San Fulgencio, escrita probablemente por su discípulo Ferrando poco después de la muerte de su maestro, es la fuente más importante de la vida religiosa del norte de África vándala después de la Historia de la Persecución Vándala de Victor de Vita, que finaliza alrededor de 484. Ferrando describe a Thrasamund como un perseguidor, pero preocupado bastante inusualmente con los fundamentos intelectuales para sus acciones y que parece ansioso debatir detalles teológicos con Fulgencio. Pero Thrasamund podía también ser duro contra los católicos cuando sentía que era necesario. Entre otras acciones, emitió un edicto estableciendo que las sedes vacantes no serían vueltas a ocupar, y más de 60 obispos fueron exiliados a otros países, incluyendo a Eugenio, el obispo de Cartago.
No obstante, los exiliados dentro del reino eran tratados bastante bien y se les permitía comunicarse con el resto de la población. También, al papa Símaco se le permitió enviar oro y ropa a los exiliados. Sorprendentemente, Thrasamund no se volvió hacia los monasterios católicos y Fulgencio fundó, incluso, dos monasterios en el norte de África, colocados en la tierra dada a ellos por romanos adinerados. De hecho, después de la expulsión de los obispos bajo Thrasamund, los monasterios parecen haberse convertido en centros de la fe más que antes. Crecieron en número y estaban concentrados en la costa oriental de Bizacena.Mientras que el argumento entre los arrianos y los nicenos parece ser de una naturaleza teológica en cierto modo difícil, una fuente nos cuenta que la naturaleza de la Trinidad era ahora un tópico popular en las veladas entre los nobles del reino. Esto demuestra cuan romanizada se había vuelto la elite vándala -casi todos los cuales habían nacido después de los años de la migración.
Hacia 493, Theoderich el Grande había asegurado su dominio sobre Italia y creado un reino ostrogodo independiente. Los ostrogodos también eran arrianos, y Theoderich se esfozó por hacer tratados con los otros reinos germánicos. Se aproximó a los vándalos, cuya flota iba a ser un gran recurso para él, ya que necesitaba el grano del norte de África y Cerdeña para abastecer a la población de Roma. Los vándalos ganaron una mayor seguridad a partir de la alianza e ingresos del comercio con Italia. Para cimentar la alianza, alrededor de 500, Thrasamund, cuya esposa había muerto sin hijos, desposó a Amalafrida, que era la hermana de Theoderich el Grande y viuda. El matrimonio reforzó los lazos entre los dos reinos. La boda se hizo a gran escala y mil nobles godos y 5.000 guerreros montados fueron con ella a Cartago como escolta. Theoderich incluso entregó la ciudad de Lilibeo a Thrasamund como parte de su dote. Podemos ver en esto una vuelta a la situación en Sicilia antes de la guerra con los ostrogodos en 491. No obstante, el gran número de ostrogodos armados que siguieron a Amalafrida a África deben haber levantado algunas cejas y causado alguna preocupación en la nación vándala, incluso si ellos, como creen algunos historiadores modernos, eran una especie de ayuda militar para el reino vándalo. Una piedra de frontera en sicilia, que ahora está perdida, atestigua la división de la isla en el matrimonio de Thrasamund, llevando la inscripción "Fines inter Vandalos et Gothos" (frontera entre vándalos y godos).
En la Italia ostrogoda, parece que el matrimonio se usó políticamente para legitimizar el gobierno de Theoderich. En un panegírico fechado en 507, el poeta y obispo Ennodio habla de la "obediencia" de los vándalos al gobierno de Theoderich. Casiodoro, el primer ministro del reino ostrogodo insinuaba que el enemigo de Italia había sido contenido por la diplomacia goda. No obstante, no vemos ningún indicio de quela flota vándala estuviera subordinada a los ostrogodos. Bastante al contrario, la flota vándala y la amenza de una interrupción del suministro de grano pone a los ostrogodos en desventaja, ya que no tenía modo alguno de tomar represalias sin una flota.
Las batallas continuas contra los moros no fueron bien. Cabaon, un experimentado señor de la guerra, gobernaba a los moros en Tripolitania. Tuvo noticias de que el ejército vándalo estaba avanzando hacia él y se preparó en consecuencia. Sabemos de esta campaña contra Cabaon a través de Procopio, que la describe en detalle. Cuando los vándalos acamparon el primer día de la campaña, usaron las iglesias católicas como establos para sus caballos y otros animales. Golpearon y maltrataron a los sacerdotes católicos con los que se toparon y les obligaron a hacer tareas domésticas para los guerreros vándalos. Cabaón, más tarde instruyó a sus tropas y espías para que hicieran lo opuesto cuando se marcharan. Ellos limpiarían las iglesias católicas y ayudarían a los sacerdotes, y así ganarían el apoyo de la población local.
Cuando informados por sus espías de que los vándalos estaban cerca, Cabaon preparó a su ejército para la batalla. Hizo un círculo en la llanura donde querían hacer su empalizada y colocó camellos alrededor de la empalizada, mientras que ponía a las mujeres y los niños y sus posesiones en el medio. Los guerreros moros se quedarían entre los camellos y se cubrirían con escudos.
Cuando los vándalos llegaron al campamento de los moros, estaban perplejos. Todos eran jinetes y no sabían como entrar en batalla a pie, pero ni eran buenos con las javalinas ni con los arcos, prefiriendo luchar cerca unos de otros con lanzas y espadas. Los caballos tenían miedo del hedor de los camellos, y así no quisieron cargar contra el campamento, y los vándalos no pudieron hacer nada a distancia. Los moros, por otra parte, arrojaban jabalinas contra el enemigo desde su segura posición defensiva hasta que las pérdidas vándalas les obligaron a retirarse. Cuando las tropas vándalas comenzaron a huir, los moros salieron contra ellos y mataron y capturaron a muchos. De acuerdo con Procopio, solo un resto del ejército regresó a Cartago, y se consideró la más grande derrota que los vándalos habían sufrido contra los moros. Las otras tribus moras se inspiraron en esta derrota, y así, se rebelaron, y Thrasamund fue obligado a avacuar a los granjeros de la parte sur de Bizacena. Los moros podían reemplazar fácilmente sus pérdidas en estas batallas, pero para los vándalos, cuyo ejército, casi literalmente, era su reino, causó una gran preocupación. También podían haberse alarmado por el hecho de que Cabaon podía ser apoyado por los romanos católicos, a los que continuamente trataba amablemente durante sus campañas. Puede haber sido esta desastrosa campaña la que provocó que Thrasamund pidiera ayuda militar goda mientras estaba recuperando su fuerza.. Pero esto es una especulación, y es difícil establecer una cronología de los acontecimientos.
Thrasamund continuó concentrándose en guardarse las espaldas de los moros, mientras recibía la amistad de las poderosas naciones alrededor del Mediterráneo: los romanos, los ostrogodos y los visigodos. Él era como Gunthamund -un monarca tranquilo que se concentró en los asuntos internos del reino. Mantuvo una pacífica política exterior y no atacó a las otras naciones alrededor del Mediterráneo. Las relaciones entre los vándalos y Theoderich el Grande y el reino ostrogodo de Italia eran bastante amistosas hasta los años finales de su reinado, pero se tensaron, en cierto modo, en los años 508-511. En la batalla en Campus Vogladensis (Vouillé, en la actual Provenza), en 507, los visigodos habían sido seriamente gravemente derrotados por los francos. Su rey, Alarich II (484-507) fue muerto, y fueron obligados a salir de la Galia por el rey franco Chlodwig I (Clovis o Clodoveo I). Los ostrogodos se desplazaron a la Galia al año siguiente para recuperar Provenza y dar apoyo a sus parientes. Con el ejército ostrogodo combatiendo a los francos, apareció una flota romana cerca de la costa del sur de Italia, y atacó Calabria y Apulia. Theoderich el Grande envió una embajada a los vándalos para pedirle su apoyo como prometieron en su tratado tras el matrimonio de Amalafrida, pero Thrasamund no hizo nada. Más aún, se sabe que él cortejó la amistad del emperador Anastasio en la misma época, y parece que los vándalos podían haber tenido alguna especie de acuerdo secreto con los romanos. No obstante, los ostrogodos tuvieron éxito en Provenza, y no se hizo ninguno otro perjuicio por parte de los romanos, quienes no tenían la fuerza para invadir Italia.
En la Hispania visigoda, el usurpador Gesalech (Gesaleico) (507-511) causó muchos problemas. Aunque pronto fue destronado y tuvo que huir de su capital en Barcino, todavía iba a dar más problemas para los visigodos y los ostrogodos. Desde Barcino navegó hacia Thrasamund en el norte de África, donde fue recibido amistosamente en 510 y dotado con grandes sumas de dinero de modo que pudo regresar para probar su suerte en el trono visigodo de nuevo. Cuando Theoderich fue informado de este sorprendente apoyo vándalo al usurpador, escribió una carta redactada con firmeza en 511 para Thrasamund en la que también le decía que posiblemente no podía haber pedido el consejo de su esposa Amalafrida, la cual, sin duda, le habría mantenido lejos de tal acción hostil hacia los godos. Thrasamund aceptó la carta y la reprimenda, y envió embajadores con grandes regalos a la corte ostrogoda en Rávena. Theoderich aceptó la disculpa por sus acciones, pero no aceptó los presentes. El mismo Gesalech pronto fue derrotado y muerto, pero había aparecido una fractura en las relaciones entre los dos reinos. Después de estos sucesos, parece que los dos reinos habían vuelto, durante un tiempo, a relaciones más amistosas, y en 519, Thrasamund envió bestias salvajes a los juegos circenses en Roma cuando se celebró la entrada en el consulado el noble Eutarich, yerno del rey Theoderich.
El reinado de Thrasamund se caracterizó por un movimiento hacia la cultura romana, y estuvo en buenas relaciones con los emperadores Anastasio y Justino (518-527). A la muerte de Atanasio en 518, había muchas dudas sobre quien le sucedería. Después de largos debates y deliberaciones, el Senado eligió a Justino, contra los deseos de la Guardia Imperial y otros en la corte. Justino fue una elección sorprendente. Era un campesino ilirio que había surgido de las filas del ejército y era ahora, a la edad de 65 años, jefe de los guardias de palacio (comes excubitorium). No tenia experiencia administrativa o educación cultural, y sus principales habilidades descansaban en su respetable, si no distinguida, carrera militar. Algunas fuentes incluso le describen siendo iletrado. Justino pronto dio los pasos para mejorar las condiciones de los católicos en el norte de África a través del envío de embajadas a los vándalos y la continuación de las buenas relaciones comenzadas por Anastasio.
4. La ascensión al trono de Hilderich y su caída (523-530)
El 6 de mayo de 523, Thrasamund murió; fue sucedido el 7 de mayo por su anciano primo Hilderich, hijo de Hunerich y Eudocia. Debido a la ley de sucesión de Geiserich, el trono había pasado a sus sobrinos a la muerte de Hunerich, e Hilderich había esperado casi cuarenta años para acceder al trono de su padre. Había nacido aproximadamente entre 456 y 472, y por tanto contaba en ese momento alrededor de 50 o 60 años, y era un ejemplo de un desafortunado aspecto de la ley de sucesión de Geiserich -que el rey siempre sería demasiado viejo. Se creía que estaba influenciado por su madre católica, y Procopio relata que Thrasamund, en su lecho de muerte, le había ordenado jurar que jamás usaría su poder real pra restaurar las iglesias a los católicos. Juró, pero claramente intentó escapar al juramento. Así, después de que Thrasamund muriera, pero antes de que Hilderich fuera coronado, emitió órdenes para el regreso de todos los obispos exiliados y abrió las iglesias católicas cerradas, e hizo a Bonifacio obispo de Cartago. De este modo no utilizó su poder real para ayudar a los católicos. Estas fueron los primeros signos de un cambio político radical hacia el imperio romano.
Hilderich permitió la celebración de dos concilios provinciales en 523, en el que Fulgencio también participó. El 5 de febrero de 525, el gran Concilio de Cartago se celebró para el reino entero, pero los obispos de Bizacena lo boicotearon debido a que no reconocían la primacía del obispo de Cartago, el recién nombrado Bonifacio. Solo participaron 61 obispos, comparados con los 466 en la discusión religiosa de 484. El más pequeño número probablemente se debió al boicot bizaceno y las guerras con los moros, las cuales hicieron inseguros los camino. Por ejemplo, aparte del obispo de Emina, ninguno de los obispos de la Mauritania Cesariense fue capaz de asistir, a causa de las invasiones moras. La rápida celebración de los concilios católicos son una clara evidencia de que Hilderich había contemplado su cambio de política hacia la iglesia católica antes de convertirse en rey. Nuevas iglesias católicas también estaban siendo consagradas en la Proconsular, incluyendo una nueva basílica en la ciudad de Furnos Maius en 528.
En política exterior, Hilderich se alejó del reino ostrogodo y se volvió hacia el imperio romano. Hilderich estuvo en buenas relaciones con los emperadores Justino y Justiniano (527-565), que estaba gobernando el imperio con su tío, que era viejo e inexperto en los asuntos de estado. Este cambio radical también se ve en la acuñación de monedas vándalas de plata con la imagen de Justino. Podemos especular lo que habría ocurrido si Hunerich hubiera conseguido poner en el trono a Hilderich tantos años antes.
Pero la arriana Amalafrida, que había sido reina de los vándalos duratne unos 20 años, no iba a aceptar este cambio en las relaciones exteriores y la nueva política religiosa del reino, y comenzó una rebelión en 525. Pudo ser estimulada por los ostrogodos, que temían una alianza entre los romanos y los vándalos. No cabe duda de que esta completa inversión de la política religiosa y de las relaciones exteriores del reino vándalo también le dio mucho apoyo. Los rebeldes recabaron ayuda de los moros, quienes con entusiasmo vinieron con un ejército. En la ciudad de Capsa, a unos 480 kilómetros al sur de Cartago, en el límite del desierto, se libró una gran batalla entre los rebeldes y los vándalos. Hilderico resultó vencedor, y Amalafrida fue capturada y llevada a Cartago. Los restos de su guardia personal de 6.000 efectivos fueron ejecutados por apoyar la rebelión. El rey ostrogodo, Theoderich el Grande, no aceptaría este grave insulto y dio la orden de construir 1.000 navíos y reunir una tripulación para crear una flota ostrogoda. El punto de reunión iba a haber sido Rávena el 13 de junio de 526. Su muerte el 30 de agosto de ese año, puso fin a este plan, pero las perspectivas de la expedición habrían sido desalentadoras, ya que la veterana armada vándala probablemente habría puesto en fuga a la inexperta flota ostrogoda. Estos también estaban faltos de conocimientos de logística, lo que habría causado grandes problemas para una invasión. Además, los romanos no habrían aceptado un asalto sobre un rey amigo.
Hasta la muerte de Theoderich en 526 Amalafrida fue mantenida prisionera en Cartago. Tras la muerte de su hermano, Hilderich la ejecutó por su rebelión. La reina ostrogoda Amalasuntha, hija de Theoderich el Grande, que gobernaba en nombre de su joven hijo Athalarich, estaba muy indignada por el asesinato de un miembro de la familia real ostrogoda. Las ya pésimas relaciones entre los dos reinos se volvíeron ahora incluso peores. Pero se había llegado a un punto muerto, ya que ninguno de los dos pueblos era capaz de un ataque serio sobre el otro. El estadista romano Casiodoro, primer ministro del reino ostrogodo, escribió una airada carta de queja a Hilderich en nombre de la reina. Los embajadores llevaron la carta al norte de África pidiendo una explicación. Hilderich pretendía que Amalafrida había muerto de muerte natural por cuenta de su avanzada edad, pero parece que esto no fue creido. No está claro lo que ocurrió a continuación. Probalemente los ostrogodos amenazaran con la guerra, y los vándalos indudablemente respondieron con amenazas de incursiones a través de su poderosa flota, pero nada ocurrió. Los ostrogodos se tomarían un largo periodo pa a preparar una expedición y sin una flota, no podían dañar seriamente a los vándalos. Pero la reina Amalasuntha pronto encontraría un camino para castigar a los vándalos.
Hilderich era un gobernante fuertemente pro-romano y pro-católico, pero a sus súbditos vándalos no les gustaban sus políticas y le consideraban un rey débil, por cuanto no tenía las habilidades militares de sus predecesores. Aunque doblegó la rebelión de Amalafrida, su posición continuó debilitándose. Durante varios años, los súbditos de Hilderich, que valoraban la destreza militar, vieron su reino con una impaciencia incluso más grande. Debido a la edad de Hilderich, una vez eliminado su primo hermano, se esperaba que Gelimer (Geilamir) se convirtiera en rey pronto. Gelimer era el hijo de Gelaris (Geilarith), el cual era hijo de Gento (Genzo), que era hijo de Geiserich. Pero Gelimer no podía esperar, y se hizo cargo cada vez más de las tareas del rey, las cuales le dio Hilderich, en un espíritu de cordialidad -y probablemente para apaciguar al "partido" nacionalista. Pero parece, a partir de una carta que Gelimer envió al emperador Justiniano, que Hilderich podía haber pensado cambiar las reglas de sucesión de Geiserich para poner a uno de sus populares sobrinos, Hoamer u Hoageis, sobre el trono. No parece descabellado que el hijo de Hunerich intentara de nuevo cambiar la sucesión -después de todo, Hilderich había esperado más de media vida para alcanzar el trono de su padre.
Hilderich era un gobernante bien educado, pero no podía soportar la guerra, y de acuerdo con Procopio incluso no le gustaba tener noticias de ella. En consecuencia, su sobrino Hoamer dirigía sus ejércitos contra los moros. Los más probable es que el anciano rey tampoco fuera físicamente apto para la guerra.
Aparte de la capital, la Mauritania Cesariense estaba ahora totalmente en manos de los moros. La Mauritania Tingitana ya se perdió hacía tiempo, excepto posiblemente Tingis y Septem, y hacia 525, la Numidia meridional y la Mauritania Sitifense también se habían perdido. El ascenso del rey moro Antalas en las zonas meridionales de Bizacena causó problemas particulares. Durante una incursión en 528 o 529, los moros de Antalas fueron empujados a las montañas, donde se fortificaron. Mientras, los guerreros vándalos dirigidos por Hoamer -o Hilderich, de acuerdo con el panegirista Flavio Cresconio Coripo (lo cual parece improbable debido a su edad y la falta de interés en la guerra) estaban sufriendo de sed y dejaron sus posiciones para tomar agua de un río cercano. Los moros atacaron a los vándalos mientras su ejército estaba en desorden y pronto les derrotaron. En un terreno difícil se perdieron muchos guerreros vándalos. Para los vándalos fue un desastre. Mantenían su reino a través del ejército, y una derrota solo podía inspirar revueltas entre su población romana y más incursiones por los moros. Después de la derrota, la costa oriental de Bizacena, con Ruspe, Hadrumentum y Thapso estaba sometida a severas expediciones de saqueo.
La derrota fue la oportunidad que Gelimer había estado esperando. A un rey germánico no se le permitía la derrota en batalla. Se aceptaba más o menos que un rey sin éxitos militares podía ser cesado. Hilderich había perdido una gran batalla contra los moros y estaba, de acuerdo con Gelimer, conspirando para dar el reino a los romanos. Sin duda,las políticas religiosa y pro-romana de Hilderich también estaban exasperando a los nobles del reino, que vieron una oportunidad para recuperar su poder sobre el reino, el cual habían perdido durante el levantamiento de 442 y la constante decadencia desde entonces.
En consecuencia, Gelimer, respaldado por los nobles vándalos, despuso a Hilderich el 15 de junio de 530, y le arrojó a una prisión con sus seguidores y familia. Entre los anteriores estaban varios que venían de la nobleza romana y naturalmente se inclinaban hacia el rey pro-romano; entre los últimos estaban los sobrinos de Hilderich, Hoamer y Hoageis. Gelimer, guerrero y general capaz, fue hecho rey entonces. Gelimer sabía lo que habría sido de él si Hilderich hubiera cambiado las normas de sucesión. Puesto que Gelimer era el heredero legítimo sigueinte en la línea de sucesión después de Hilderich, Hoamer u Hoageis, sin duda le habrían asesinado si uno de ellos hubiera llegado al poder. Mientras que las fuentes romanas describen la elevación de Gelimer como una usurpación, cabe pocas dudas de que la mayoría de los vándalos se oponían a las maneras romanizadas y pacíficas de Hilderich, y su mejor tratamiento de los católicos. Además, la presión de los moros hacía natural elegir un rey que fuera más capaz en la guerra que Hilderich. No hay indicios de que ningún vándalo apoyara a Hilderich, a pesar de los intentos romanos durante la posterior guerra con los vándalos de hacer propaganda contra Gelimer. Si existió cualquier oposición a Gelimer, seguramente habría sido mencionada por nuestras fuentes anti-vándalas. Ni tampoco de que la resistencia vándala fuera menos acérrima a la posterior invasión romana. No obstante, la deposición de Hilderich y la elevación de Gelimer tendría consecuencias a largo plazo, y ellas señalarían el comienzo del fin del reino de los vándalos.
IV. La invasión romana
En el imperio romano, el cual consistía ahora en las tierras del anterior Imperio de Oriente gobernado desde Constantinopla, un nuevo emperador había llegado al poder que cambiaría el destino del reino vándalo. El sobrino favorito del emperador Justino era Flavio Pedro Sabbatio, al que adoptó y dio el nombre de Justiniano. La elección de su sobrino no fue sorprendente, ya que había sido seleccionado varias veces para diversas misiones importantes y había promovido ininterrumpidamente dentro de la administración imperial. Cuando Justino se volvió demasiado débil para gobernar, delegó el trabajo diario del imperio sobre Justiniano. Ambos estaban en amistosos términos con el rey Hilderich. En la primavera de 527, Justino llegó a estar peligrosamente enfermo, y el Senado le pidió nombrar a Justiniano como su colega y sucesor. La ceremonia se realizó el 4 de abril ; el 1 de agosto, Justino murió, dejando a Justiniano como emperador bizantino.
Justiniano era altamente religioso, enérgico, y a menudo trabajaba hasta tarde durante la noche. Era capaz de elegir a generales y ministros de talento, a alguno de los cuales había promovido desde una posición baja. Venía de unos pobres antecedentes, desde los campesinos de Iliria y Tracia. Su esposa, Teodora, que jugó un papel importante en su gobierno era una ex-bailarina proveniente de una familia pobre.
Por encima de todo, Justiniano era romano en espíritu, y se vanagloriaba de que el latín era su lengua nativa -incluso no hablaba griego por encima de los estandares de la corte imperial. Estaba bien familiarizado con la historia romana y revivió muchas antiguas costumbres mientras que también probaba nuevos pensamientos e ideas. Su principal objetivo parece haber sido restaurar el imperio romnao a su antigua gloria a través de la recuperación de las provincias del imperio occidental, en particular Roma, el centro del antiguo imperio. Para el imperio romano sería la última oportundiad de recuperar las provincias perdidas; el tiempo estaba pasando, y cada vez menos de los ciudadanos del anterior Imperio Occidental recordaba los días antiguos del imperio antes de que los reinos germánicos se establecieran en el siglo V. En el caso del norte de África, pocos -si acaso- habrían experimentado la época antes del gobierno vándalo, y así la población podía ser menos entusiasta a la hora de apoyar el retorno de las legiones. Después de todo, ellos habían vivido en el reino vándalo todas sus vidas. Así que, para Justiniano, era tiempo de actuar.
1. Los preparativos para la invasión del norte de África
En las fronteras orientales del imperio, Justiniano lucharía contra los persas para mantener un status quo, pero no tenía ambiciones para conquistar allí. Su objetivo general parece haber sido utilizar solamente el dinero y los soldados necesarios para apartar a los persas de cualquier invasion importante, dejándole libre así para conquistar las provincias del oeste. Cuando se convirtió en emperador, actuó de acuerdo a estos pricnipios, continuando la guerra activamente contra los persas meintras que continuaba las negociaciones para un acuerdo.
En 528, comenzó a poner en marcha su gran plan. Se hicieron una serie de cambios para mejorar la eficiencia de los mandos militares orientales, y poco después toda la línea de defensas fronterizas fue adelantada. Se construyeron nuevas fortalezas cerca de la frontera persa para reforzar la presencia militar romana y sus fortificaciones.
Entonces reforzó el ejército romano del Este, llevándolo hasta los 25.000 hombres, y nombrando a dos nuevos generales, Sittas y el joven pero capaz Belisario, que más tarde jugaría un gran papel en la caída del reino vándalo. Con estos cambios, la guerra, que había ido tan mal para los romanos, tomó un giro más favorable. En 530, Sittas derrotó a un ejército persa en Teodosiópolis (Erzurum, en la actual Turquía) y en Satala (Sadak), ambas en Armenia, y Belisario obtuvo una gran victoria en la difícil ciudad fortificada de Daras (Oguz, en Turquía), en la frontera persa. El año siguiente, no obstante, los persas invadieron el territorio romano en los alrededores de la ciudad de Callinicum sobre el Éufrates (ar-Raqqah en la Siria actual), con el objetivo de atacar Siria y la ciudad principal del este Antioquía. Los ejércitos chocaron en Callinicum, y la batalla fue un callejón sin salida, con grandes perdidas en ambos bandos. Sin embargo, los persas fueron obligados a retirarse sin haber tomado ninguna ciudad o fortaleza romana.
El rey persa Kawād I (499-531) murió en otoño de 531. Su hijo Xusraw I (Khosroēs Anūšīrwān), que deseaba concentrarse en un posible tumulto en casa, acordó en la primavera de 532 firmar un Tratado de Paz Eterna. Fue restaurado el status quo territorial anterior a la guerra. Además, Justiniano acordó pagar a Xusraw 11.000 libras de oro por abandonar este último toda pretensión a un viejo subsidio hacia la defensa del paso estratégico llamado las Puertas Caspianas. El paso de las Puertas Caspianas era la ruta de invasión tradicional de las tribus bárbaras del norte, y ambas naciones iban a contribuir a su defensa. La muerte de Cabades y la paz (durante al menos algunos años) sobre la frontera oriental encajaron bien en los planes de Justiniano. Ahora el emperador estaba libre para comenzar la primera etapa de la reconquista del Oeste.
Cuando Justiniano fue informado de la deposición de Hilderich en 530, se enviaron embajadores a Gelimer. Llevaron una carta declarando que Gelimer había hecho mal en deponer al rey legítimo, de acuerdo con el deseo de Geiserich, sobe todo cuando Gelimer pronto obtendría el trono de todos modos. Justiniano continuó recomendando que Gelimer mantuviera a Hilderich como rey de nombre al menos, mientras que él cuidaba de los asuntos del reino, hasta la muerte natural de Hilderich, cuando Gelimer se convertiría en rey. Si hacía esto mantendría relaciones amistosas con los romanos.
Pero Gelimer ignoró fríamente la carta y despidió a los embajadores. Entonces cegó a Hoamer, y el anciano Hilderich y Hoageis fueron mantenidos en confinamiento más estrecho, ya que Gelimer les culpó con planear huir a Constantinopla. El cegamiento era una costumbre usada a veces para impedir que una persona se convirtiera en rey o emperador, y se ha interpretado por algunos como una indicación de que Hilderich había estado planeando poner a Hoamer en el trono en lugar de Gelimer.
Cuando Justiniano tuvo noticia del maltrato del rey depuesto, con el que estaba en buenas relaciones, envió otra embajada con una carta para Gelimer, ya que tenía menos opciones de reaccionar. En la carta solicitaba que Hilderich, Hoamer y Hoageis fueran liberados y enviados a Constantinopla. No cabe duda de que Justiniano creía que si Hilderich podía mantenerse seguro, se podía hacer una guerra con Gelimer con el pretexto de restaurar al rey legítimo y crear un punto de concentración para todo el que se opusiera a Gelimer. Finalizaba la carta amenazando con que él no dejaría que el asunto se olvidara, y que el tratado con Geiserich, hecho en 474 no le excusaría en esto. Con un maravilloso giro de palabras, el emperador decía que los romanos llegarían, no a hacer la guerra sobre la persona que había sucedido en el trono de Geiserich, sino para hacer cumplir la ley de Geiserich.
A esto Gelimer replicó que no había usurpado el reino, sino impedido que Hilderich hiciera una revolución contra el espíritu de Geiserich. Hilderich fue destronado por el pueblo vándalo, no por él. Con Hilderich depuesto, Gelimer era el siguiente en la línea de sucesión de acuerdo con el deseo de Geiserich, y él simplemente había tomado su legítimo lugar como rey. Entonces continuó diciendo a Justiniano que no se entrometiera en los asuntos del reino vándalo y no rompiera el tratado hecho entre el emperador Zenón y Geiserich en 474. Si los romanos iban a venir, los vándalos se les opondrían con todo su poder. La frase de apertura de la carta estaba escrita como de un rey a otro, probablemente para irritar a Justiniano, ya que Gelimer se colocaba al mismo nivel que el emperador.
Justiniano estaba muy enfadado por la insolencia del rey vándalo y así estaba ansioso por castigarle y adelantar su plan para retomar el Oeste. En consecuencia, cuando la guerra con Persia se terminó, comenzó a prepararse para invadir el norte de África. Mientras que su principal objetivo estratégico era tomar Roma e Italia, sabía que esto no podía hacerse sin poseer el norte de África. La armada vándala sería capaz de interrumpir los suministros para los ejércitos romanos en Italia, y la población de Roma pronto moriría de hambre. El grano y el aceite de oliva del norte de África y Cerdeña se necesitaban para mantener cualquier conquista en Italia.
El general del este, Belisario, fue convocado a Constantinopla con el pretexto de que estaba siendo cesado del cargo de modo que ningún rumor de preparación llegara a los vándalos. Cuando Justiniano presentó a sus consejeros sus pensamientos sobre reunir un ejército para atacar a Gelimer y conquistar el reino vándalo, inmediatamente se opusieron, recordándole los desastrosos resultados de todos los ataques previos sobre el norte de África, tales como la gran expedición del general Basilisco en 468.
El principal opositor era el prefecto del pretorio, Juan el Capadocio, que era responsable de la recaudación de impuestos. La expedición necesitaría fondos masivos, que solo podían ser provistos mediante un aumento de impuestos. Tales medidas harían a Juan muy impopular con la población, y el fracaso en traer las cuantías requeridas significaría un severo castigo por parte del emperador. Juan se opuso al emperador, citando los problemas de coordinar la expedición a una distancia tan larga mientras que los ostrogodos tenían Sicilia e Italia. Si el ejército o la flota fueran derrotados, no habría lugar para retirarse. Además, también era difícil abastecer la expedición una vez que alcanzara el norte de África, sobre todo cuando la flota vándala patrullaba el mar. Si la expedición fracasaba, el viejo tratado con los vándalos se habría roto, y ellos volverían a reanudar las incursiones piráticas e interrumpirían el comercio en el Mediterráneo.
Algunos de los generales también estaban en contra de la expedición, debido a que eran reacios a intentar una invasión marítima, y luchar teniendo solamente sus barcos como base. Ellos estaban apoyados por las tropas, que acababan de volver de la Guerra Persa y no habían tenido tiempo para descansar, y así no favorecía la idea de ir ahora al lejano oeste. Los soldados comunes también temían una batalla en el mar, ya que no estaban acostumbrados a tal combate. Esta reticencia en el ejército romano contra las batallas navales está confirmado por Malco el Retórico, que informa que hacia el reinado del emperdor Zenón a finales del siglo V, las unidades federadas germánicas estaban de acuerdo con servir solo con la condición de que no serían enviados al norte de África contra los vándalos. El resto, como cuenta Procopio, prefería principalmente ser espectadores de nuevas aventuras, mientras otros se enfrentaban a los peligros.
Las palabras del prefecto del pretorio y los consejeros imperiales hizo cambiar al emperador, pero la iglesia católica apoyaba la invasión, la cual podía traer de vuelta a una de las poblaciones más ortodoxas de Europa -los católicos que habían sido duramente perseguidos por sus señores arrianos- al imperio. De acuerdo con Procopio, un obispo se acerco al emperador y le contó sobre un sueño en el que Dios le había visitado y le dijo que fuera al emperador y le reprochara no ir a ayudar a los católicos en el norte de África, que estaban siendo perseguidos por los vándalos arrianos. El obispo, además, relató que Dios le había dicho que Él se uniría a la guerra y haría a Justiniano señor de África.
Mientras que los motivos religiosos eran alguna de las razones para la campaña, había razones más prácticas. El cronista sirio Zacarías el Rétor, contemporáneo de Justiniano, recordaba el importante papel que los nobles romanos exiliados del norte de África jugaron en la decisión del emperador para enviar una fuerza expedicionaria.
Por supuesto, el emperador era consciente de las dificultades de la expedición, pero la situación era todavía favorable para sus planes. Uno de los factores principales era que desde la rebelión de Amalafrida, viuda de Thrasamund, y su posterior ejecución, las relaciones entre los ostrogodos y los vándalos habían sido gélidas. Amalasuntha, la hija de Theuderich el Grande, madre del rey niño, Athalarich, y gobernadora de facto del reino ostrogodo de Italia, también se había negado a reconocer el gobierno de Gelimer. Justiniano utilizó la animosidad entre los dos reinos y pidió a Amalasuntha si se pudiera preparar un mercado de provisiones y caballos para abastecer al ejércitor romano en la expedición. Amalasuntha estuvo de acuerdo y así obtuvo su venganza por la muerte de la reina Amalafrida.
Sicilia era de gran importancia, pues el norte de África no podía ser atacado sin una base segura desde la que reabastecer el ejército y obtener caballos de refresco para la caballería antes de la invasión, los cuales ambos eran eseciales para el éxito romano. Sicilia también necesitaba funcionar como un punto de reabastecimiento para la flota romana, que podía transportar suministros a través al norte de África. Por otra parte, los suministros tendrían que enviarse desde los otros puertos más cercanos, que estaban en Grecia.
2. Las sublevaciones de Pudencio y Godas
Otros dos acontecimientos vinieron a encajar perfectamente en los planes de Justiniano. Pudencio, noble romano natural de Tripolitania, se rebeló contra el gobierno opresivo de los vándalos y pidió tropas para que los ayudaran. En consecuencia, el general Tattimuth fue enviado con una pequeña tropa por delante de la fuerza de invasión principal. con estas fuerzas, Pudencio consiguió volver a capturar la totalidad de Tripolitania, que no contenía tropas vándalas. Aquí, nuevamente, vemos cuán difícil era para los pocos vándalos asegurar una región tan vasta como el África septentrional romana.
Además, Godas, un godo al servicio vándalo que gobernaba Cerdeña para Gelimer, tuvo noticias del descontento romano con los vándalos y envió una carta a Constantinopla para pedir a Justiniano tropas y luego rebelarse, instalándose como rey de Cerdeña. La misiva agradó a Justiniano y envió a Eulogio como embajador a Cerdeña con una carta prometiéndole alianza, soldados y un general que guardara Cerdeña para él. Eso era más de lo que Godas había negociado, y respondió al emperador que estaba pidiendo tropas y no un comandante, ya que él estaba bien capacitado para esa tarea. Pero el emperador ya había preparado 400 soldados con Cirilo como comandante para asistir a Godas, y navegaron con la gran expedición a Sicilia antes de navegar hacia Cerdeña.
Estas dos rebeliones llegaron en el momento más inoportuno para el reino vándalo. La situación se agravaba aún más debido a que Gelimer no esperaba tan rápidamente uan respuesta romana seria a la deposición de Hilderich. Sopesando los pros y contras, Justiniano finalmente rechazó la oposición de sus consejeros y comenzó a reunir provisiones y tropas. Belisario fue nombrado general de la expedición, y se hicieron preparativos para zarpar en junio de 533. La combinación de circunstancias afortunadas -paz con Persia, ninguna amenaza inmediata de los bárbaros al norte del Danubio, el asunto de la usurpación de Hilderich, las dos revueltas, y la disponibilidad de Sicilia como bases amiga -no se podía esperar que se repitiera.
3. Composición de la expedición romana
Afortunadamente, Procopio describe la composición de la expedición en detalle, dándonos una visión única dentro de los preparativos romanos. Era un ejército moderadamente grande de 15.000 tropas regulares y auxiliares, y mil aliados bárbaros, con el núcleo del ejército compuesto por la veterana guardia personal de Belisario, que probablemente ascendía a unos miles. De los 15.000 tropas regulares y auxiliares, 5.000 eran caballería y el resto infantería.
El contingente fue llevado por una flota de 500 transportes, capaces de llevar pesos desde 74 a 1.040 toneladas, manejada por 30.000 marineros de Egipto, Jonia y Cilicia, y escoltada por 92 naves de guerra pequeñas- las llamadas dromones (nombre griego para "corredores"), barcos rápidos con un banco de remos- cuyo complemento de infantes de marina totalizaban 2.000. Los marines no lucharían en tierra, pero combatirían contra la flota vándala si llegaban a un enfrentamiento en el mar. El eunuco Salomón y Doroteo, general de las tropas en Armenia, comandaban los auxiliares. Rufino, Aigan el Huno, Barbato y Papo dirigían la caballería regular, y Juan era el comandante en jefe de la infantería. El ejército estaba apoyado por una serie de tropas bárbaras. El rey Faras mandaba 400 hérulos con armas ligeras, y Sinion y Balas mandaban 600 arqueros hunos a caballo. El almirante Calónimo dirigía la flota. Para evitar una larga cadena de mando, se le dio a Belisario plenos poderes para conducir la guerra en nombre del emperador.
4. El viaje y el desembarco en África
Alrededor de la primera mitad de junio de 533, la gran flota estaba anclada fuera del palacio del emperador en Constantinopla. Después de las bendiciones acostumbradas por el patriarca de Constantinopla, zarpó. La flota navegó a lo largo de la costa de Grecia pero sufrió de malos suministros, resultando de ello las muertes de 500 soldados. Desde la isla de Zakyntos la flota navegó hasta Sicilia, donde el ejército desembarcó en un lugar desértico cercano al monte Etna. El viaje desde Constantinopla a Sicilia duró unos dos meses.
Desafortunadamente, no tenemos fuentes vándalas en la campaña y por tanto debemos observarla a través de los ojos romanos de Procopio. El largo y problemático trayecto habían desmoralizado al ejército, el cual también temía una batalla naval con la flota vándala. Procopio relata que las tropas decían que si eran dejados en la tierra, lucharían hasta lo mejor de su habilidad, pero se enfrentaban en el mar huirían de los vándalos. Sin duda estos pensamientos se encontraban entre el ejército, mientras que la infantería de marina y la tripulación, siendo más experimentados en los asuntos navales, probablemente no temían tanto a la flota vándala. No obstante, debe recordarse que aparte de escaramuzas con piratas, ninguna flota alrededor del Mediterráneo era tan experimentada en combate real en el mar, ya que no había habido combates navales durante más de dos generaciones.
Mucho del temor del ejército se basaba en la falta de conocimiento de su enemigo. En consecuencia, Belisario necesitaba saber más sobre los vándalos: cuantos soldados tenían, como luchaban, cual era su disposición y cosas por el estilo. Así, Procopio, su consejero, fue enviado a Siracusa (en Sicilia) para obtener información sobre los vándalos. Entretanto, la flota esperaría en un lugar llamado Caucana, mientras que el resto del ejército descansaba después del viaje, Las provisiones y caballos se compraron en mercados locales en Sicilia.
De acuerdo con Procopio, los vándalos incluso no eran conscientes de que la expedición romana hubiera dejado Constantinopla. Procopio también descubrió que Gelimer estaba entretenido por la revuelta de Pudencio en Tripolitania, y la revuelta de Godas en Cerdeña. Gelimer había enviado cinco mil guerreros y 120 barcos de guerra al mando de su hermano Tzazo para someter a Godas. El mismo Gelimer estaba con el ejército real en Hermione, a cuatro días de distancia de la costa, dirigiendo una campaña contra los moros. Parece improbable que Gelimer no tuviera conocimiento de los preparativos romanos para la guerra, ya que Cartago era un gran puerto comercial donde los mercaderes de todo el Mediterráneo compartían información. No obstante, probablemente no esperaban que golpearan tan pronto en la estación cálida, sino más bien, durante la estación posterior más fría.
Parece que los 120 barcos enviados a Cerdeña constituían la totalidad de la flota vándala, y no se tienen noticias de barcos de guerra aparte de estos. Probablemente, la estrategia de Gelimer era que Tzazo sofocara rápidamente la revuelta de Godas mientras que el mismo Gelimer atacaría a los moros que habían estado haciendo correrías sobre las tierras vándalas desde la derrota de Hilderich en 528 o 529. Con estas dos amenazas desaparecidas, Gelimer estaría listo para la guerra principal contra los romanos (la revuelta de Pudencio no era un amenaza inmediata y podía ser manejada más tarde). El plan era brillante, y demuestra la habilidad estratégica de Gelimer, pero los romanos ya estaban en camino.
La flota romana zarpó pronto después de recibir las alentadoras noticias de que la flota vándala estaba ocupada en otro lugar y que los vándalos no estaban preparados para la invasión, y llegó sin oposición a Caput Vada Chebba, en la actual Túnez), a unos 210 kilómetros al sureste de Cartago, alrededor del 31 de agosto de 533. En total habían pasado unos tres meses desde que la flota dejó Constantinopla.
Antes de desembarcar se celebró un consejo de guerra. Arquelao sugirió ir derecho a Cartago con la flota y tomar la ciudad. Por tanto evitarían los problemas del suministro de agua, y tendrían un buen puerto para anclar la flota, pues temían a las tormentas. Además, los vándalos tendrían que enredarse a un asedio para derrotar a los romanos -un tipo de guerra en la que no tenían experiencia. Pero Belisario prefería desembarcar el ejército y ponerlo en marcha hacia Cartago, con la flota siguiendo al ejército como apoyo. El objetivo era tomar Cartago antes de que Gelimer pudiera volver de la campaña contra los moros y evitar tener toda la expedición arruinada por una tormenta en el mar en camino hacia Cartago. Si el ejército romano podía obtener el control de Cartago, tendría una base segura de operaciones desde la que combatir a los vándalos y un excelente puerto para los suministros. Probablemente, Belisario también temía un encuentro naval con la flota vándala, que pudiera arruinar toda la expedición de un golpe, mientras que el ejército podía continuar la guerra si ya hubiera desembarcado. En consecuencia, el ejército rápidamente estableció un campamento fortificado en la costa. Los barcos de guerra se dispusieron en un semicírculo alrededor de los transportes, para proteger contra un ataque sorpresa por la flota vándala.
Belisario revivió la antigua costumbre de hacer un campamento fortificado al final de cada marcha diaria, pues los vándalos eran jinetes con poco conocimiento de armas arrojadizas y no estaban acostumbrados a desmontar y luchar como infantería. Por lo tanto sería mejor combatirles desde una fortificación, a la que fuera posible retirarse si eran atacados. Por otra parte, una derrota daría por resultado un desastre total para los romanos, de los que dos tercios eran infantería.
Se inició inmediatamente una guerra de propaganda: se proclamó que los romanos habían venido para deponer al usurpador Gelimer y restaurar al rey legítimo, Hilderich. Ellos no habían venido para combatir a los libios (como eran llamados los romanos locales) sino a los hombres de Gelimer. A las tropas se le dieron órdenes estrictas de no saquear a los habitantes locales sino de pagar por las cosas que ellos necesitaban. Unos pocos soldados que tomaron fruta de las plantaciones locales fueron severamente castigados. Por este camino los romanos esperaban mantener la confianza y el apoyo de los habitantes locales, lo que haría la campaña mucho más fácil. Fue probablemente la iglesia católica y la nobleza romana quienes dieron la bienvenida al retorno de los romanos, mientras que a las clases más bajas puede que no le haya importado mucho.
4. La captura de Sullectum
Los romanos no estaban del todo convencidos del apoyo de los habitantes locales a las fuerzas imperiales. Vemos un ejemplo de esto al día siguiente, cuando el ejército comenzó a desplazarse a lo largo del camino de la costa hacia Cartago. Aproximadamente a un día de marcha estaba la ciudad de Sullectum. Como en otros lugares, los vándalos había derribado las murallas de la ciudad, pero las constantes incursiones de los moros habían obligado a los habitantes a hacer una barrera alrededor de la ciudad utilizando las paredes de las casas y otros obstáculos. Algunos soldados fueron enviados en secreto a la ciudad, llegaron al anochecer, y pasaron la noche ocultos en un barranco. Por la mañana temprano, entraron en la ciudad con el tráfico matinal y la capturaron sin resistencia. El obispo local y los otros notable de la ciudad fueron convocados y se anunció que Sullectum era ahora una ciudad del imperio. Las tropas romanas recibieron las llaves de las puertas de la ciudad, las cuales fueron enviadas a Belisario.
El mismo día, el supervisor del cargo público del reino desertó hacia los romanos, tomando todos los caballos del puesto. Los romanos capturaron a un mensajero real, al que pagaron para llevar una carta pública de Justiniano a los vándalos en Cartago. La carta afirmaba que los romanos no venían para hacer la guerra a los vándalos o a romper el viejo tratado con Geiserich, sino para deponer al usurpador Gelimer que había destronado al rey legítimo Hilderich. La carta continuaba pidiendo a los vándalos que se sublevaran contra Gelimer. Pero el mensajero tenía tanto miedo de llevar la carta a Cartago que solo la mostró a algunos de sus amigos.
Marchando desde Sullectum, Belisario envió delante una vanguardia de 300 hombres comandados por Juan el Armenio, y se enviaron los aliados hunos para proteger el flanco derecho. La flota navegaba a lo largo de la costa y guardaba el flanco derecho. La fuerza principal se desplazaba lentamente por el camino de la costa, pasando a través de Leptis y Hadrumentum (desde comienzos del reinado de Hunerich, había sido llamada Huniricópolis, y sería brevemente renombrada Justinianópolis después de la guerra con los vándalos). Belisario se quedó con la fuerza principal, ya que esperaba que Gelimer les asaltara durante la marcha. Probablemente a causa del calor, avanzaron unos 16 kilómetros cada día. Si no se quedaban en una ciudad, hacían un campamento de marcha para protegerse contra los ataques sorpresa vándalos.
Después de atravesar Leptis y Hadrumentum, el ejército alcanzó la hacienda real en Grasse (Sidi Khalifa), a unos 150 kilómetros de Caput Vada y 74 de Cartago. Aquí se permitió a las tropas alimentarse de las plantaciones de fruta del rey vándalo.
5. El asesinato de Hilderich
Al tener noticias del desembarco romano, Gelimer envió un mensaje a su hermano Ammatas, que estaba al mando de Cartago con una fuerte guarnición, para que matara a Hilderich, a Hoageis y los romanos encarcelados con ellos, y para tomar prisioneros a los mercaderes romanos, presentes en Cartago y los tuviera bajo custodia. Hoamer ya había muerto en prisión antes de 533.
Que Gelimer tomaba la situación como extremadamente seria se refleja en el hecho de que tenía el tesoro real colocado en un barco rápido con órdenes de navegar a la Hispania visigoda si se perdiera la guerra. Luego intentaría llegar él mismo allí. Y Gelimer no había estado ocioso en Hermione. Poco antes de que el ejército romano desembarcara, envió embajadores a la corte de Theudis, el rey visigodo en Hispania, pidiendo apoyo. De alguna manera podemos preguntarnos por qué esperaba apoyo de los visigodos en este asunto. Los visigodos estaban en estrechas relaciones con los ostrogodos y por otro lado no parece que estuvieran aliados a los vándalos. Probablemente estaba ofreciendo grandes sumas de dinero para ganar su ayuda.
Para derrotar a los romanos, Gelimer había idedo un astuto plan. Se desplazaría rápidamente con el ejército principal y seguiría a Belisario, mientras que Ammatas se desplazaría con sus tropas en Cartago para preparar una emboscada en el suburbio de Ad Decimum Miliare (En la Décima Piedra Miliar), a un poco más de 14 kilñometros y medio fuera de Cartago. Aquí atraparía a Belisario entre sus tropas y un destacamento de 2.000 vándalos al mando del sobrino de Gelimer, Gibamund, que se movía en paralelo con la fuerza romana principal.
El lugar fue cuidadosamente elegido. Aquí, las colinas enmascararían el avance del ejército vándalo, y después de que el ejército romano dejara Grasse, la flota romana no sería capaz de apoyar al ejército, y tendría que rodear una gran pernínsula, el Promontorium Mercurii. Gelimer creía en su plan tanto que se preparaba en Cartago una gran fiesta de victoria en el día de la batalla.
6. La batalla de Ad Decimun
Mientras el ejército romano acampaba en Grasse, tuvo lugar una escaramuza nocturna. Los romanos no sabían cuantos vándalos había o cuán cerca estaban, pero sabían ahora que estaban oscureciendo al ejército romano.
Gelimer tenía un buen plan, y la situación podía haber terminado en desastre para los romanos si el general Belisario no hubiera tomado precauciones. Incluso entonces los romanos podían haber sido derrotados si no fuera por Ammatas, que fue a Decimum, antes de tiempo solamente con una pequeñas parte de sus fuerzas. Al resto del ejército en Cartago se le ordenó venir tan pronto como fuera posible. En consecuencia, alrededor del 13 de septiembre de 533, la pequeña fuerza de Ammatas chocó con la vanguardía de Juan en Decimum. Ammatas luchó bravamente, matando sin ayuda a doce soldados romanos, pero él mismo fue asesinado y sus tropas derrotadas. El resto del ejército de Ammatas estaba viniendo por el camino de Cartago, en pequeñas bandas de 20 y 30 guerreros, y fueron llevados a la derrota. Juan y sus fuerzas persiguieron a los bárbaros que huían y los masacraron en gran número.
Al mismo tiempo, Gibamund, con sus dos mil vándalos, había alcanzado la aldea de Pedion Halon, a unos siete kilómetros de Decinum. La caballería huna de élite cogió sus fuerzas allí y las destruyó todas. La caballería ligera vándala -con poco o ningún blindaje y sin armas arrojadizas, no tenían respuesta a los arqueros a caballo hunos, y así los hunos no sufrieron bajas.
Mientras, Belisario dejó su infantería en un campamento fortificado a unos seis kilómetros y medio de Decimum y mandó su caballería por delante con la intención de tener una primera escaramuza con el ejército vándalo, para averiguar sus fuerzas y luego enfrentarse con todas sus fuerzas. Su vanguardia alcazó Decimum y vio el campo de batalla donde Ammatas estaba muerto. Al mismo tiempo, Gelimer llegó con su ejército y estalló el conflicto. La vanguardia romana fue derrotada y huyó por la vía costera hacia Belisario. En el camino, se encontraron con el guardaespaldas de Belisario, Uliaris, con 800 hombres de su guardia personal pero fueron arrastrados en la huida, que solo paró cuando se encontraron con la fuerza principal de Belisario. Gelimer aún tenía la victoria a su alcance si se hubiera dirigido hacia Belisario o al destacamento de Juan, que habia sido desorganizado por la persecución de las tropas de Ammatas. No obstane, cuando vio a su hermano yaciendo entre los caídos, Gelimer se derrumbó llorando e insistió en tomar a su cuidado los preparativos funerarios en el lugar.
Belisario rápidamente recibió a su vanguardia en fuga y, después de organizarla, avanzó inmediatamente contra el ejército vándalo en Decimum. Desprevenido y en desorden, los vándalos fueron rápidamente puestos en fuga por la caballería de Belisario, y en la tarde del 13 de septiembre, pudo dar descanso a su fatigado pero victorioso ejército. En cuanto a Gelimer y su ejército, estaban huyendo hacia Numidia y la llanura de Boulla. Puede parecer sorprendente que Gelimer no se retirara a Cartago, pero consideró que los muros de la ciudad estaban en tal deterioro que la ciudad no podía ser mantenida. También, la población civil fuertemente favoreció la causa romana, y el ejército vándalo era mejor empleado en áreas abiertas, favoreciendo a su caballería (aunque la presencia de los arqueros a caballo hunos eliminaron ahora algo de esa ventaja). Los otros vándalos en las ciudades se rindieron o huyeron.. Los romanos habían ganado la batalla por suerte o habilidad, pero pudo haber terminado de otra manera fácilmente.
En el día siguiente a la batalla, la infantería romana llegó a Decimum, y desde allí Belisario con precaución avanzó hacia Cartago y acampó fuera de la ciudad. El segundo día, el ejército romano entró en la capital y se encontró con los jubilosos habitantes. Luego descubrieron que Hilderich había sido asesinado por orden de Gelimer. Esto reforzó la legitimidad oficial de la campaña. Ahora los romanos parecerían estar vengando el asesinato del rey vándalo legítimo. No obstante, aún no parecía que había ninguna oposición vándala al gobierno de Gelimer, o, al menos, no tenemos noticias de ello, y debemos suponer que el pro-romano Procopio la habría mencionado si hubiera existido. La flota romana llegó a Cartago el mismo día, y la población quitó la gran cadena que cruzaba la entrada al puerto de Mandracium. Los romanos todavía desconfiaban de la flota vándala, no obstante, y no estaban seguros de si la totalidad de la flota romana podía caber dentro del puerto, de modo que la devolvió a la costa y la ancló en la bahía más segura de Tunes (Túnez). Mientras, los exultantes habitantes liberaron a los comerciantes romanos.
Belisario alojó sus tropas en Cartago como lo haría en cualquier ciudad romana, y Procopio parece en cierto modo sorprendido de que las tropas avanzaran ordenadamente alrededor de la ciudad sin tomar ventaja de la situación para saquear a los habitantes. Belisario hizo de la anterior residencia de los reyes vándalos sobre la Colina de Byrsa su cuartel general, y se sentó en el torno del rey vándalo. Salomón fue enviado a Constantinopla para anunciar la gran victoria al emperador, y Justiniano tomó los nombres de victoria de Africano, Alánico y Vandálico, por primera vez usados el 21 de noviembre de 533. Esta fue la primera y única vez que un emperador romano tomaría el nombre de victoria de Vandálico.
La búsqueda vándala de ayuda de los visigodos en Hispania fua rechazada entonces. Los visigodos se situaron con los ostrogodos en su actitud hacia los vándalos y la rápida y decisiva victoria -noticias de la cual llegaron a Hispania antes que los emisarios vándalos- probablemente también pesó fuertemente en la decisión. También como resultado de la victoria en Ad Decimum, la mayoría de las tribus moras en Mauritania, Numidia y Bizacena ofrecieron su alianza al imperio romano. Mientras el ejército romano estaba ocupado reparando las fortificaciones de Cartago, y se excavó un foso alrededor de la muralla de la ciudad y se levantó una empalizada en las parte más expuestas al peligro. A los vándalos que habían buscado refugio en las iglesias se les dio promesa de salvaguarda.
El reino vándalo estaba disolviéndose alrededor de Gelimer, y no tenía otra elección que desafir al ejército romano en batalla. El rey reunió a sus guerreros restantes y algunos moros que aún eran amistosos hacia él. Las actitudes de las tribus moras oscilaban ya que esperaban el desenlace de la lucha. Oficialmente apoyaban a los romanos, pero no enviaron tropas. Gelimer también ganar los corazones y mentes de la población campesina local al distribuir dinero, y se ganó muchos. Mandó a estos que mataran a cualquier romano que entrara en el país, y a cambio les daría oro por cada persona asesinada. En consecuencia, los campesinos mataron mataron a muchos del ejército romano, pero principalmente esclavos y servidores que estaban buscando botín. Los locales cortaron sus cabezas y recibieron su recompensa de Gelimer, que pensó que todos eran soldados romanos. Esto demuestra que, al menos, las partes más bajas no apoyaron el regreso del emperador romano, y que grupos entre ellos estaban dispuestos a apoyar a los vándalos a cambio de dinero. Belisario también encontró un ciudadano local en Cartago culpable de traición y le empaló en una colina ante la ciudad para desanimar a otros de ayudar a los vándalos.
7. El retorno de Tzazo
Gelimer también recibió otros refuerzos de su hermano Tzazo. Éste había derrotado a Godas y sus rebeldes en Cerdeña, pero recibió noticia desde África de la grave situación allí. Zarpó con su ejército y desembarcó en la costa del norte de África, probablemente en Thabraca en la frontera entre la Proconsular y Numidia. Desde allí avanzó hacia la llanura de Boulla, a unos cuatro días de Cartago, donde Gelimer estaba organizando sus tropas. No tenemos más noticias de la flota vándala, pero probablemente fue a un puerto seguro, y más tarde fue capturada por los romanos, ya que no oimos nada de ella sobre que fuera quemada. La reunión fue desgraciada, y Procopio relata como los dos hermanos se abrazaron el un con el otro y permanecieron entrelazados en un largo y silencioso abrazo, incapaces de hablar ninguno por las lagrimas. Cuando Cirilo, el líder de las tropas enviadas para apoyar a Godas en Cerdeña, tuvo noticias de la muerte de Godas, zarpó hacia Cartago y se unió al ejército romano allí.
Los vándalos esperaban la traición entre los habitantes de Cartago o entre los soldados romanos, muchos de los cuales eran de origen germánico y por tanto arrianos, y también entraron en negociaciones secretas con los aliados hunos de los romanos, y les prometieron grandes sumas de dinero a cambio de su apoyo. Los hunos decidieron apoyar al vencedor de la cercana batalla, fuera vándalo o romano. Mientras, Gelimer se acercó bastante a Cartago para cortar el acueducto y bloquear los caminos. Pero Belisario se enteró de las negociaciones con los hunos por los desertores del ejército vándalo -probablemente provinciales romanos- y, por tanto estaba preparado. En consecuencia, dio a los hunos muchos regalos y les invitó a banquetes, y de este modo les persuadió para contarle lo que Gelimer le había prometido. Los hunos explicaron que ellos temían que si los romanos ganaban la guerra, a los hunos nunca se les permitiría regresar a sus tierras nativas y el botín que ellos hubieran capturado ya les sería quitado. Pero Belisario les prometió que si los vándalos eran derrotado, serían enviado a casa tan pronto como fuese posible, con todo su botín. Así recuperó el apoyo de los hunos.
8. La batalla de Tricamarum (15 de diciembre de 533)
Belisario, confiando en las áreas abiertas donde sus arqueros a caballo serían superiores, envió a su ejército contra el rey vándalo. Su fuerza principal de caballería, excepto 500 soldados al mando de Juan el Armenio fueron enviados como avanzadilla para vigilar al ejército vándalo. El día siguiente, Belisario avanzó con la infantería y 500 jinetes restantes. No cabe duda de que la razón para la disposición de sus fuerzas fue la misma que durante la marcha a Cartago y planeó contar la rápida fuerza de caballería de los vándalos. Si se entablaba el combate, la caballería romana se retiraría hasta la fuerza de infantería principal, y atacaría con todo el ejército.
La caballería romana encontró el campamento vándalo en Tricamarum, a unos 30 kilómetros y medio al oeste de Cartago (el lugar real no se ha identificado), y acamparon sobre la otra parte de un pequeño riachuelo. Después de las habituales arengas, en las que él -de acuerdo con Procopio- pidió a los vándalos que no avergonzaran la memoria de Geiserich, Gelimer dirigió sus tropas a la hora del almuerzo, cuando los romanos no estaban preparados, sino ocupados con su comida. Los vándalos se desplegaron junto a la pequeña corriente, y los romanos se colocaron apresuradamente en el otro lado. Belisario se desplazó al centro con 500 jinetes, dejando a la infantería atrás avanzando al paso. Los hunos estaban situados en la parte de atrás, ya que no les gustaba mezclarse con el resto del ejército romano. Además, esta posición era particularmente favorable a sus planes de ver quien estaba ganando antes de unirse a la lucha. Es una incógnita por qué los vándalos no tomaron la oportunidad de atacar inmediatamente, cuando los romanos estaban en desorden. Quizás, habiendo interrumpido su comida, querían dejar a los romanos cansados por la sed, el hambre y el calor antes de atacar.
Las alas vándalas estaban dirigidas por los quiliarcas -líderes de las unidades de millaje- y el centro estaba comandado por Tzazo, con los aliados moros en reserva. El mismo Gelimer se movió para impulsar a las tropas donde se necesitaba y dio la orden de no usar sus lanzas u otras armas, excepto para cerrar y solamente emplear espadas. sin duda la destrucción del destacamento de Gibamund por los arqueros a caballo hunos le habían hecho entender que los vándalos tenían una oportunidad solo si se acercaban tan pronto como fuera posible y usaban sus habilidades en combate cuerpo a cuerpo. los vándalos parecen haber tenido un ejército en cierta manera más grande que los romanos, posiblemente alrededor de 15.000 guerreros, aunque no hay razones para creer a Procopio cuando afirma que eran diez veces más que los romanos.
Los ejércitos estuvieron esperando un tiempo, tras el cual los romanos atacaron al centro vándalo con la guardia personal de élite de Belisario. Probablemente Belisario sabía que sus tropas solo se debilitarían por la falta de comida y por tanto, tenía que forzar un desenlace antes del ocaso. Los vándalos rechazaron a los romanos en las primeras dos cargas, pero en la tercera, Tzazo resultó muerto, y el centro vándalo comenzó a huir. Con el resto de las fuerzas romanas cruzando ahora la corriente, los guerreros vándalos comenzaron a huir en ambas alas, y los indecisos hunos se unieron al ejército romano en la persecución. Los vándalos huyeron a su campamento, mientras que los romanos desvistieron a los vándalos muertos de sus objetos de valor. Los romamos tuvieron menos de cincuenta muertos, y los vándalos alrededor de 800.
Al final de la tarde del mismo día, cuando llegó la infantería romana, Belisario avanzó para atacar el campamento vándalo. Éste estaba rodeado por una empalizada, tal como los vándalos solían levantar, pero principalemtne se intentaba mantener a salvo a sus caballos dentro y no estaba destinado a ser defendido. Al ver del avance del ejército romano, Gelimer huyó por el camino a Hippo Regius con un pequeño grupo de sus parientes, dejando al resto de los vándalos que se defendieran por sí mismos, Sin liderato, el ejército vándalo se desintegró y huyó. El campamento fue tomado fácilmente, y los romanos estaban asombrados por la cuantía del tesoro en él. Los tesoros del saqueo de Roma en 455 estaban allí, ya que eran el botín de las incursiones vándalas sobre los romanos y los godos. Esto demuestra que el rey vándalo probablemente siempre viajaba con parte del tesoro real. El campamento vándalo fue capturado tres meses después de que el ejército romano hubiera llegado a Cartago, en torno al 15 de diciembre de 533.
Al tomar el campamento y encontrar tal botín y bellas mujeres vándalas, que habían viajado con sus maridos, el ejército romano se volvió completamente desorganizado, y Belisario fue incapaz de controlarlo hasta el amanecer. Procopio afirma que si en este momento el ejército se hubiera reunido y hubiera atacado a los romanos, todos ellos habrían sido destruidos. Por la mañana, Belisario consigiuió reunir unos pocos cientos de sus escolta personal, y envió a Juan el Armenio con 200 de ellos para cabalgar día y noche para coger a Gelimer. Belisario sabía que capturando al rey vándalo terminaría la guerra. Los vándalos capturados en la batalla y en otros lugares fueron reunidos en Cartago de modo que pudieran ser enviados en Constantinopla en la primavera para el enrolamiento en el ejército romano -algo común que se hacía con los bárbaros derrotados en este periodo. Probablemente fue en esta época cuando la flota vándala fue capturada. Como no tenemos noticias de ninguna fuerzas vándalas de consideración que vinieran desde la flota, podemos suponer que estuviera tripulada posiblemente por provinciales romanos.
Después de cinco días y noches, Juan estaba alcanzando a Gelimer, pero por accidente un soldado borracho disparó una flecha a Juan. Los romanos pararon para cuidar del mortalmente herido Juan, y Belisario tuvo que abandonar la persecución, la cual se había demorado muchísimo. Cuando alcanzó Hippo Regius, supo que Gelimer había huido a una fortaleza en el monte Papua (desafortunadametne, el lugar exacto de esta montaña no ha sido localizado) y por tanto ya no podía ser capturado. La montaña solo podía escalarse por un difícil sendero, que era defendido por los moros que vivían allí y los vándalos de Gelimer. Belisario necesitaba volver a Cartago para supervisar la campaña, así que una tropa de hérulos con equipo ligero fue dejada para asediar a Gelimer, ya que era demasiado difícil capturar el lugar. Mientras, Belisario se trajo muchos vándalos desde Hippo Regius, así como una parte de la nobleza vándala, a Cartago.
Cuando las noticias de la gran victoria en Tricamarum llegaron al emperador, emitió dos edictos que exponían la organización civil y militar de las provincias conquistadas. Se estableció una tercera prefectura pretoriana para el norte de África, e incluía Cerdeña, Córcega y las Islas Baleares. Se crearon siete nuevas provincias. Se describía en detalla el establecimiento y salario de cada funcionario, descendiendo hasta el clérigo más bajo. El prefecto pretoriano tendría un personal de 396 empleados y un salario de anual de 100 libras de oro. En los edictos, los cuales fueron emitidos en 534, Justiniano anunció una vez más que Cristo había decidido que África sintiera una vez más su generosidad después de 105 años de cautiverio por los vándalos, que eran "a la vez enemigos de espíritus y cuerpos", aludiendo a sus creencias heréticas.
9. La captura del tesoro real vándalo
Mientras permanecía en Hippo Regius, los romanos tuvieron una suerte extraordinaria. El escriba de Gelimer, Bonifacio, había sido puesto a cargo de parte del tesoro real al comienzo de la guerra. Sus órdenes eran embarcar en un velero rápido en Hippo Regius y dirigirse a la Hispania visigoda con el tesoro si la guerra se perdía. Después de la derrota de Tricamarum Bonifacio hizo lo que se le había ordenado y zarpó para Hispania. Pero el viento iba contra el barco, y fue obligado a volver a Hippo Regius. Cuando tuvo noticia de la llegada del ejército romano, intentó hacer que los marineros navegaran a cualquier parte, pero se había levantado una tormenta, y no quisieron zarpar del puerto. Sin otras opciones, Bonifacio rindió el tesoro a Belisario y a cambio no sufrió daño. De este modo, Belisario se hizo cargo del resto del tesoro de los vándalos. No sabemos el tamaño del tesoro real, pero la reina ostrogoda Amalasuntha era conocida por tener un tesoro de 400 centenaria, o 2.880.000 solidi -alrededor de 13 toneladas de oro- a su disposición. Cuando los romanos capturaron su tesoro, no fue descrito con tales superlativos, así que podemos suponer que el tesoro vándalo era un poco mayor. Todavía existe una pieza del tesoro real vándalo -un bol de plata con la inscripción Geilamir Rex Vandalorum et Alanorum (Gelimer - Rey de Vándalos y Alanos).
Cuando Belisario regresó a Cartago, juntó a los vándalos capturados en el norte de África y los preparó para ser transportados a Constantinopla cuando llegara la primavera. Mientras, se enviaron tropas para ocupar sus dominios periféricos, que incluían Cerdeña, Córcega y las Islas Baleares, Menorca y Mallorca, en incluso ocuparon Septem, enfrente de Gibraltar. Cirilo trajo la cabeza de Tzazo a los habitantes de Cerdeña ya que no querían creer que el reino vándalo había caído. Cesarea, en la Mauritania Cesariense, fue ocupada por una guarnición. También fueron enviadas tropas a Tripolitania, donde Pudencio y Tattimuth estaban muy presionados por los moros. No se intentó ocupar el resto de las provincias mauritanas, la parte meridional de Numidia, o la parte occidental de Bizacena, las cuales, por el momento, siguieron estando en manos de los moros.
Los jefes moros, que habían esperado al desenlace de la contienda, renovaron su alianza con el imperio. Las tropas romanas también fueron enviadas a la ciudad de Lilibeo en Sicilia, que había sido entregada como dote de la princesa ostrogoda Amalafrida cuando ella se casó con el rey Thrasamund. Pero los ostrogodos, que ya habían ocupado la importante ciudad y su fortaleza, no quisieron rendirla a los romanos, reclamando que ahora era su posesión. Los romanos enviaron una airado mensaje a los comandantes godos que mantenían Lilibeo, reclamando que ellos se habían apoderado de una posesión que los romanos habían ganado al derrotar a los vándalos y al usurpador Gelimer. Si la ciudad no era entregada a los romanos, habría guerra. Por supuesto los ostrogodos no iban a dar a los romanos una fortaleza en Sicilia, y se negaron. Pero estaban dispuestos a llevar el asunto ante el emperador para el arbitraje. El emperador Justiniano quería volver a tomar Italia, y por sus acciones, los romanos tenían ahora un casus belli -una justificación para hacer la guerra sobre el reino ostrogodo. La próxima guerra tendría un gran impacto sobre los asuntos en el norte de África.
10. El fin del reino vándalo
Mientras, con el frío de la temporada de invierno, los hérulos se estaban cansando de seguir con el asedio de Gelimer en el monte Papua. Por tanto, intentaron forzar la ascensión, y fueron lanzados de vuelta, con 110 guerreros muertos. No obstante, los vándalos en la montaña estaban presionados por el hambre y no estaban acostumbrados a tales privaciones, mientras que los moros estaban habituados a la vida dura y no estaban tan afectados por el hermético bloqueo romano. Con un asalto directo imposible, Faras, comandante de los hérulos, se volvió a ofrecer a Gelimer condiciones si se rendía. La oferta del emperador era darle el rango de patricio, dinero, y tierras en el imperio romano a las que pudiera retirarse. De acuerdo con Procopio, Gelimer rechazó la oferta y en su lugar pidió tener una hogaza de pan, una esponja, y una lira. Quería el pan porque no había tenido pan horneado desde que llegó a la montaña, la esponja era por su ojo, que se le había infectado, y la lira era para tocarla junto con una oda relativa a su gran desgracia, ya que era un hábil arpista. Podemos elegir creer o no este retrato de la personalidad de Gelimer.
Después de tres meses, el invierno estaba finalizando y así estaban los espíritus de Gelimer. Su familia estaba sufriendo de hambre, y cuando vio a dos niños peleando por un trozo de pan, finalmente abandonó e informó a Faras que se rendiría si las condiciones originales se cumplían. Después de que Faras consultara con Belisario en Cartago, las condiciones fueron confirmadas, y Gelimer, su familia y sus seguidores en el monte Papua se rindieron a finales de marzo o a comienzos de abril de 534.
El reino vándalo llegó a su fin, por tanto. Noventa y cinco años después de la toma de Cartago por Geiserich, el reino vándalo había caído, y Cartago y el norte de África fueron una vez más romanas. Procopio estima que había unos 80.000 hombres vándalos en el norte de África en la época de Belisario y que casi todos fueron muertos en la guerra. Mientras que indudablemente es una exageración, es cierto que la nación vándala fue aplastada y que no habría rebeliones, ya que quedado demasiado pocos para luchar.
Para el imperio romano, la derrota del reino vándalo fue una victoria de importancia estratégica. la campaña fue rápida, y en solo unos pocos meses el norte de África había sido tomado sin ningún daño que decir y pocas pérdidas. El enorme tesoro del reino vándalo iba a ser enviado a Constantinopla para financiar las próximas operaciones contra los ostrogodos. Con el norte de África asegurado, era posible ahora un asalto sobre Sicilia y el reino ostrogodo. La amenaza de la flota vándala se fue, y la campaña en Italia podía ser abastecida desde el norte de África y Cerdeña sin problemas.
La sorprendente victoria también había provocado que los romanos cambiaran sus tácticas y desplegaran un ejército diferente y más eficiente. Todas las batallas importantes se habían obtenido usando la fuerza de 5.000 jinetes, incluso sin estar presente la caballería. La caballería fue reforzada, por tanto, enormemente. Particularmente interesante, desde el punto de vista táctico, fue la batalla entre los arqueros a caballo hunos y el destacamento de 2.000 jinetes de Gibamund, en la que los vándalos fueron destruidos sin pérdidas para los hunos. En consecuencia, la caballería romana fue entrenada más en estas tácticas, así como ser para ser capaz de funcionar tanto como caballería de choque como arqueros a caballo. Para el mundo romano y bárbaro el prestigio de la victoria fue grande. Un general romano y 5.000 jinetes habían derrotado a la feroz nación vándala, en un tiempo el terror de todo el Mediterráneo.
El 13 de abril de 534, Justiniano emitió instrucciones para la organización civil y militar de las provincias reconquistadas. Arquelao fue nombrado prefecto del pretorio, y Salomón fue designado magister militum y fue dejado con algunas tropas. Se dio instrucciones a los generales romanos para que recobraran el territorio que los vándalos habían perdido a manos de los moros, para restablecer la vieja frontera militar, y desarrollar regimientos de limitanei para patrullarla tan pronto como fuera posible para aliviar la tensión sobre el ejército de campo.
Belisario regresó a Constantinopla con el cautivo Gelimer y varios miles de prisioneros vándalos, que fueron enrolados en cinco regimientos para utilizarlos en la frontera oriental. También llevó con él el enorme tesoro real de los vándalos. Al llegar a Constantinopla, a Belisario se le concedió un gran triunfo, un honor especial reservado a generales particularmente exitosos. Este fue el primer triunfo celebrado pro un súbdito romano desde el reinado de Augusto (31 a.C.-14 d.C.), pues solamente a los emperadores y sus parientes cercanos se les permitía tan gran honor. También sería el último triunfo celebrado en la historia del imperio romano. La ocasión fue marcada con mucha pompa, y Belisario fue desde su casa en los suburbios hasta el Hipódromo, donde el victorioso general y el derrotado rey de los vándalos se inclinaron ante el emperador. Cuando el rey vándalo llegó ante la sede del emperador en el Hipódromo, fue despojado de su toga púrpura de realeza y fue obligado a echarse al suelo boca abajo para hacer una reverencia a Justiniano. De acuerdo con Procopio, en la desesperación de caer tan lejos de ser el rey de un reino fuerte a ser un prisionero, no lloró, pero siguió diciendo las palabras de la Biblia, "Vanidad de vanidades, todo es vanidad" (Eclesiastés 1:2). De esta manera finalizó el reino vándalo. Por su victoria, Belisario fue hecho cónsul el 1 de enero de 535.
A Gelimer y su familia le fueron concedidas tierras en Galacia, en Asia Menor, y permitieron que viviera allí hasta que murieran. Pero no le fue otorgado el rango patricio, debido a que se había negado a convertirse desde el arrianismo. Los hijos de Hilderich, que descendían del emperador Valentiano III, recibieron grandes sumas de dinero.
BIBLIOGRAFÍA:
TORSTEN CUMBERLAND JACOBSEN: A History of the Vandals. Westholme Pub, 2012
De modo que Avito y los visigodos decidieron formar una alianza. Avito sería hecho emperador con el respaldo de los ejércitos visigodos y a cambio el nuevo emperador aprobaría el ataque a los suevos, oficialmente en nombre de los romanos. Los burgundios recibirían más tierras en el valle del Ródano si apoyaban a las tropas visigodas al atacar Hispania. El modo en que ocurrió esto no fue tan simple.
Los visigodos amenazaron con invadir la Galia romana. Avito reunió todas sus fuerzas para defenderse contra la invasión, pero primero intentó negociar con los visigodos. Cuando se encontraron en Tolosa para las negociaciones, fueron informados de que Petronio Máximo estaba muerto y Roma capturada, lo que se adecuaba a sus planes. Oficialmente, el rey visigodo Theodorich aceptó mantener la paz, pero solo si Avito era hecho emperador. Fingiendo reticencia, Avito aceptó las condiciones y fue nombrado emperador por sus tropas en la Galia. Entonces, los visigodos atacaron a los suevos con sus recién encontrados aliados burgundios y les derrotaron sonoramente en el río Úrbico el 5 de octubre de 455, capturando a su rey, Rechiar, al que mataron un poco más tarde. El reino suevo fue así debilitado fuertemente durante muchos años.
Parece que la estrategia de Geiserich era mantener sujeto al imperio occidental por medio de incursiones y perturbaciones, así como controlando el comercio de grano. Por tanto, una de las primeras tareas de Avito fue enviar una delegación a Constantinopla para recabar la ayuda del emperador Marciano. Sin los barcos del imperio oriental, no podía transportar a los visigodos y a su propio ejército al norte de África. Pero Marciano hizo poco. Pidió el retorno de los cautivos imperiales -la emperatriz Eudoxia y sus dos hijas- y el fin de las incursiones vándalas pero no ofreció barcos, condenando de este modo, la respuesta romana. Posiblemente esta débil contestación era el plan del poderoso patricio arriano Aspar, que todavía gobernaba tras el trono romano oriental.
La inactividad de Marciano fue más tarde la base de una historia, contada por Procopio, según la cual, siendo un hombre joven antes de convertirse en emperador, Marciano participó en la campaña con Aspar contra Geiserich en el norte de África y fue capturado en la derrota romana de 431. Cuando Geiserich estaba revisando a los prisioneros, notó un águila manteniéndose encima de Marciano y protegiéndolo del calor del sol de mediodía. Creyendo que esto era una profecía de que un día este joven oficial se convertiría en emperador, Geiserich le liberó con el juramento de que jamás combatiría de nuevo contra los vándalos. También se rumoreaba de Aspar que se había vuelto amistoso hacia los vándalos tras su campaña en el norte de África en la primera mitad de la tercera década del siglo V, y estaba poco dispuesto a luchar para los romanos orientales y destruirles.
No viniendo ninguna ayuda desde el este para Avito, Geiserich se tomó su tiempo en ocupar las provincias romanas que quedaban en África, y en someter a las tribus moras en estas regiones. En 463, una inscripción que empleaba un sistema de datación típicamente vándalo fue levantado en Cuicul, en el límite provincial entre Numidia y Mauritania Sitifense. Esto indica que la región, la cual se situaba bien en la zona imperial en 442, había sido tomada por los vándalos 21 años más tarde.
3. Ricimer
Mientras tanto, otras fuerzas dentro del imperio se asegurarían la caída de Avito. A pesar del hecho de que los romanos se centraron más en una expedición a Panonia, el general romano Ricimer obtuvo una victoria sobre los vándalos en Sicilia. En 456, Geiserich había enviado una flota para hacer incursiones sobre Sicilia y el sur de Italia. El conde Ricimer se desplazó rápidamente contra el desembarco y derrotó a los vándalos en Agrigento, en Sicilia. Logró una segunda victoria importante el mismo año contra otra flota vándala en Córcega. Sesenta barcos vándalos habían zarpado desde Cartago hacia Córcega, probablemente para saquear Italia y Galia. El capaz Ricimer los siguió allí, fue más hábil que ellos y obtuvo una gran victoria. Pero esta victoria provocó más problemas para el imperio occidental que los que solucionó. Después de sus victorias, Ricimer se volvió popular en el ejército y uno de los hombres más poderosos en el imperio occidental y no tuvo ninguna consideración por la alianza entre los visigodos y Avito. Ricimer era hijo de un padre suevo y madre visigoda, de modo que puede haber objetado a la destrucción de los suevos. Su ascenso al poder no podía rechazarse y Ricimer sería el hacedor de reyes en Roma durante los siguientes 16 años.
4. La deposición de Avito
Avito no duraría mucho sobre el trono. Comenzó una revuelta en Roma, causada por el hambre -sin duda debido a que la estrategia vándala de cortar el suministro de comida desde el norte de África era efectiva- dio a Ricimer el pretexto que necesitaba, y se declaró en rebelión. Cuando Avito huyó a la Galia, Ricimer le depuso, diciendo que no era apto para gobernar el imperio en esos tiempos problemáticos. Avito no alcanzó su hogar, sino que fue capturado en Placentia (Piacenza, Italia) por Ricimer, que ahora era magister militum. En un sorpendente y extraño acto de caridad, Ricimer hizo a Avito obispo de Placentia -aunque mató a sus seguidores. Ricimer entonces hizo al general Mayoriano su emperador títere el 1 de abril de 457, con las bendiciones del nuevo emperador oriental, León I (457-474), que había sido colocado en el trono por Aspar el 7 de febrero. Hasta los años finales del imperio occidental, Geiserich siguió siendo su enemigo.
5. El gobierno de Mayoriano
Cuando Mayoriano se convirtió en emperador occidental tenía dos tareas principales. La primera era restablecer la autoridad del imperio en la Galia, ya que los visigodos y los burgundios se habían rebelado cuando Avito, su candidato para el trono, fue destituido. La segunda tarea era derrotar a los amenazantes vándalos, que disponían de una fortaleza en el suministro de grano de Roma.
Mayoriano pronto consiguió el primer éxito de su reinado al derrotar a una banda guerrera de alamanes en Retia. Tenemos noticia por el poeta Sidonio Apolinar que luego fue a Campania en el sur de Italia en 457 después de recibir noticias de que Geiserich estaba saqueando la región de nuevo. Sidonio relata que la flota enemiga estaba en la desembocadura de un río, lo más probable es que fuera el Liri o el Volturno. Mayoriano llegó mientras las tropas vándalas estaban entretenidas saqueando el área. Tuvo lugar una escaramuza en la que los vándalos fueron derrotados, y se retiraron a sus barcos. Con los caballos y hombres intentando alcanzar los barcos mientras eran perseguidos por el enemigo, todo estaba envuelto en la confusión. Ente los muertos estaba el cuñado de Geiserich. Los vándalos fueron obligados a abandonar al expedición y volver al norte de África. La derrota parece no haber tenido una importancia real, y por tanto puede haber implicado solo unos pocos cientos de guerreros. Pero la presencia del cuñado de Geiserich puede indicar una fuerza mayor de quizás mil guerreros.
En 457, Mayoriano de nuevo levantó la prohibición contra los civiles de portar armas, un signo quizás de la dificultad de defender la larga línea de costa de los vándalos. Pero el emperador, ahora apoyado por los burgundios, también tuvo que batallar contra los visigodos. Pasó los años 458 y 459 en guerra contra ellos, y les derrotó. Cuando su vuelta estuvo segura, Mayoriano pudo volver sus ojos al sur, para vengar el saqueo de Roma y restaurar el suministro de grano a la ciudad.
De acuerdo con su panegirista, Sidonio Apolinar, Mayoriano "taló los bosques del Apenino y llenó los puertos con trirremes romanos". El elocuente Sidonio comparó los preparativos con los que hicieron el rey persa Jerjes contra los griegos en 480 a.C. Extrañamente, Mayoriano no hizo una invasión directa al corazón del norte de África o vía Sicilia sino que en su lugar eligió ir por vía Hispania, posiblemente debido a que fue informado de la desafección entre las tribus en Mauritania y Numidia, que estaban aliados con los vándalos. Otra posibilidad es que quisiera evitar luchar con la formidable flota vándala, lo cual podía hacer al acercarse al norte de África desde el lejano oeste. Hizo de Cartago Espataria su base principal y reunió allí su flota de 300 barcos en la primavera de 460. Su ejército llegó a Hispania en mayo. No parece que se enviara ninguna ayuda desde el imperio oriental. Probablemente, perturbado por esta gran reunión de fuerzas, Geiserich envió embajadores para tratar la paz en 460, pero sin éxito.
Geiserich era bien consciente del peligro y no confió solo en la diplomacia. Llevó su flota a lo largo de la cosa de las Mauritanias, saqueando y devastando a sus propias provincias a lo largo de la posible línea de marcha de Mayoriano. También envenenó los pozos. Después de todo, él mismo había tomado esta ruta y sabía de sus dificultades. Luego, por alguna estratagema desconocida, destruyó o capturó los 300 barcos de Mayoriano, ayudado de algún modo por traidores. Desafortunadamente, las fuentes de este turbulento periodo son tan escasas y difíciles de usar que no tenemos idea de como consiguió eliminar a la fuerte flota romana. Se perdieron tres años de preparativos, y la invasión del reino vándalo se canceló en mayo de 460. Se hizo una innoble paz para los romanos en la que los vándalos se abstendrían de saquear, y los romanos de invadir África. También, Mayoriano fue obligado a abandonar su alianza con el general Marcelino, el gobernante semi-independiente de Dalmacia e Iliria, que era hostil a los vándalos.
Para Mayoriano, este fue el fin. Se había demostrado que era demasiado activo para Ricimer, que le depuso el 2 de agosto de 461, cerca de Tortona. Cinco días más tarde, Mayoriano fue asesinado. Al conocer estas noticias, Geiseich consideró sin validez la paz con los romanos occidentales y comenzó de nuevo a hacer incursiones en las costa del imperio. Sabemos que los vándalos atacaron Sicilia en 462, 463 y 465, pero fueron derrotados por el general Marcelino, que más tarde jugó un gran papel en las guerras contra los vándalos. El 19 de noviembre de 461, Ricimer hizo emperador al anciano senador Libio Severo. Murió el 15 de agosto de 465, y no sabemos casi nada de su reinado. Parece que Ricimer había encontrado el tipo de emperador que quería.
6. Geiserich como hacedor de reyes
El emperador del imperio oriental, León, no estaba satisfecho con el asesinato de Mayoriano y la elevación de otro de los emperadores títere de Ricimer. Cuando el imperio occidental pidió barcos para reemplazar la flota destruida en Cartago Espataria de modo que pudieran defenderse contra las incursiones vándalas, se les dijo fríamente que los tratados existentes con los vándalos no permitirían tal cosa. El Este envió una o dos embajadas a Geiseich, pidiéndole que cesaran los ataques sobre Sicilia e Italia. Por supuesto, los vándalos ignoraron las súplicas y continuaron sus beneficiosos negocios.
Los vándalos tampoco estaban contentos sobre el poder de Ricimer en el oeste, ya que Geiserich tenía ahora un candidato para emperador. Desde el saqueo de Roma en 455, el imperio oriental había pedido el regreso de la emperatriz Eudoxia y sus dos hijas, que habían sido llevadas de vuelta a Cartago. Finalmente, después de siete años, Geiserich envió a la emperatriz y su hija menor, Placidia, a Constantinopla en 462. La princesa Eudocia, la esposa de Hunerich, iba que quedarse. Su madre y hermana fueron usadas como monedas de cambio para obtener un tratado con el este. En Constantinopla, Placidia se casó con el senador Anicio Olibrio, haciéndole cuñado del hijo de Geiserich, Hunerich. Era a Olibrio al que Geiserich quería poner en el trono del imperio occidental. Debido al matrimonio de Eudocia con Hunerich, Geiserich también reclamó la propiedad de su padre, el asesinado emperador Valentiniano III, y de Aecio. No está claro porque reclamaba las propiedades de Aecio, pero no cabe duda que estaba conectada con haber llevado del hijo de Aecio como prisionero a Cartago después del saqueo de Roma. Envió muchas embajadas a Ricimer, quien por supuesto rechazó la absurda petición. En consecuencia, los vándalos saquearon principalmente las costas meridionales de Italia cada año para pillaje y esclavos.
Ricimer también fue amenazado durante poco tiempo por una alianza entre los vándalos y el magister militum en la Galia, Egidio, quien había sido un estrecho amigo de Mayoriano. Para vengar su asesinato, Egidio envió embajadores a la corte vándala para buscar una alianza, pero cayó en batalla con los visigodos en 464, antes de que llegara nada de su parte.
Ricimer tenía otros enemigos, incluyendo Marcelino, el gobernante de Dalmacia e Iliria, quien era el antiguo consejero de Mayoriano. Había combatido a los vándalos en Sicilia como general de los romanos. Cuando descubrió que Ricimer estaba sobornando a sus tropas, y con poco dinero para enfrentarse a esto, se retiró a Dalmacia y estableció su propio pequeño principado. En 465, no obstante, el emperador romano oriental le pidió que parara de hacer la guerra contra Italia y que uniera fuerzas con él contra los vándalos.
7. El reinado de Antemio
Libio Severo murió el 15 de agosto de 465, y durante un año y ocho meses, Ricimer no sintió necesidad de designar un nuevo emperador. Había dos candidatos -Antemio, que era apoyado por el imperio oriental, y Olibrio, apoyado por los vándalos. Ricimer finalmente eligió a Antemio, yerno del posterior emperador de Oriente, Marciano. Geiserich estaba furioso con la elección, pero Ricimer tomó su decisión con la condición de que el imperio oriental le daría apoyo masivo para la destrucción del reino vándalo. Además, para reforzar su conexión, la hija de Antemio, Alypia, se casaría con Ricimer cuando Antemio llegara a Italia. En la primavera de 467, Antemio desembarcó con un gran ejército en Italia; fue hecho emperador el 12 de abril cerca de Roma. La flota que le trajo estaba comandada por Marcelino, que en 466 había atacado y reclamado la Cerdeña vándala. El matrimonio se celebró como se planeó. En 467, Marcelino continuó sus esfuerzos para estabilizar el imperio occidental y volvió a capturar Sicilia, la cual los vándalos parecían haber capturado algún tiempo antes de la muerte de Mayoriano.
El emperador León, Ricimer y Marcelino unieron sus fuerzas en 468 para hacer la campaña para poner fin a los problemáticos vándalos de una vez por todas. Si el norte de África podía recuperarse, el imperio occidental todavía tenía una oportunidad de recobrarse y sobrevivir. Después de la elevación de Antemio, Geiserich dirigió sus ataques piráticos contra el imperio oriental. Grecia, ilírico y las islas griegas sintieron la mano dura de la flota vándala. Mientras Geiserich estaba ocupado saqueando Grecia, Marcelino intentó desembarcar en el norte de África pero fue devuelto por los vientos contrarios. No obstante, la aparición de la flota romana hizo que los mensajeros de los visigodos y suevos, enviados a Geiserich para negociar una alianza contra los romanos occidentales, abandonaran su misión y volvieran. Geiserich también negoció con las tropas ostrogodas en los Balcanes al mando de Theodorich Estrabón para atacar Constantinopla, pero las negociaciones no dieron fruto.
El hacedor de reyes y hombre tras el trono en el imperio romano de Oriente era Aspar, que había cruzado espadas con los vándalos a principios de la década de 430. Era un antiguo cónsul y con facilidad el hombre más poderoso en el imperio oriental. Las fuentes dicen incluso que él mismo habría sido emperador si no hubiera sido arriano y un bárbaro. Había colocado antes sobre el trono a su guardaespaldas (domesticus) Marciano en 450. En 457, cuando Marciano murió, se esperaba que Antemio le sucedería, pero en lugar de eso, Aspar y su hijo Ardaburio eligieron a su curator (administrador de su patrimonio), León. Durante los siguientes 13 años, León lentamente se distanció de Aspar. Aún así, la posición de Aspar era tan fuerte que uno de sus tres hijos pudo haber sucedido a León, que no tenía hijos propios.
León reforzó su posición al hacerse amigo del pueblo montañés Isaurio de las tierras altas de Asia Menor que estaban en Constantinopla. Dio a su hija Ariadne en matrimonio a uno de ellos, Tarasicodissa, que más tarde cambió su nombre a Zenón. Ahora Zenon estaba en la posición de obtener el trono imperial, y así se convirtió en el mayor apoyo contra Aspar y su partido. Otro contendiente por el trono era Basilisco, el hermano de la esposa del emperador, Verina, que también estaba conectada a Aspar. Debido al clima político en Constantinopla, la situación estaba esperando que ocurriera un desastre.
En 468 se terminaron los preparativos para el golpe sobre los vándalos, y un ejército romano oriental estaba listo. Marcelino llegó desde Dalmacia, y el imperio occidental suministró tropas y oro para la expedición. Otro ejército marcharía desde Alejandría y atacaría Tripolitania.
El capaz León no escatimó nada para hacer de la guerra un éxito. Las fuentes dicen que había 1.000 barcos, manejados por 700 marineros, y 100.000 combatientes. El número de marineros parece bajo, pero eso puede indicar que realmente había menos barcos, y a pesar de que el número de combatientes es imposiblemente alto, significa una fuerza bastante fuera de los ordinario, de modo que podemos estimarla cautamente en unos 30.000 efectivos. León también recaudó 64.000 libras de oro y 700.000 de plata. El coste de tal expedición igualaba o incluso superaba a los ingresos imperiales de un año.
Pero la elección del general en jefe, Basilisco, cuñado de León, iba a ser la destrucción de todo. Basilisco demostró toda la extensión de su ineptitud, de modo que algunos historiadores creen que fue sobornado por los vándalos o por Aspar para que fracasara de la manera tan estrepitosa como lo hizo.
Inicialmente, la campaña de tres frentes fue bien. Marcelino había llevado sus tropas a Cerdeña y Sicilia y derrotó a los vándalos allí. Una fuerza al mando de sus generales Heraclio de Edesa y Marso el Isaurio avanzaron desde Egipto por el camino de la costa, derrotaron a las pocas tropas vándalas en Tripolitania, y desde se desplazaron hacia Cartago. El ataque principal fue dirigido por Basilisco y se movió directo hacia el corazón vándalo. Después de derrotar a parte de la flota vándala, desembarcó en Mercurion, una ciudad a unos 56 kilómetros de Cartago, sobre el Promontorium Mercurii (el cabo Bon en la actual Tunez). El historiador Procopio dice que se cree que si se hubiera desplazado inmediatamente contra Cartago, la habría tomado enseguida, ya que Geiserich estaba aterrorizado ante la enorme fuerza llevada contra él. Pero Basilisco no se movió de Mercurion, y más tarde se pensó que pudo hacer sido por cobardía o traición. Lo más probable es que simplemente fuera un mal general.
Mientras, Geiserich, reaccionó inmediatamente, armando tantas tropas como pudo y colocándolas en barcos. Otros barcos rápidos estaban preparados para ser usados como barcos bomba. Luego pidió a Basilisco una tregua de cinco días, pretendiendo que estaba a punto de rendirse. Basilisco accedió. Geiserich necesitaba los cinco días para que el viento fuera favorable para su plan. Tan pronto como cambió el viento, los vándalos zarparon contra la flota romana, remolcando a los barcos bomba. Cuando llegaron cerca de los barcos romanos, incendiaron los barcos bomba y los enviaron contra la apretujada flota romana. Los primeros barcos romanos prendieron y, ayudado por el viento, el fuego se extendió rápidamente a los otros. En medio de la confusión, el resto de la flota vándala atacó, embistiendo barcos y arrojando jabalinas en los barcos romanos.
El ataque conjunto sobre Geiserich de 468 |
Los romanos no pudieron contraatacar de manera efectiva, y a pesar de la valerosa defensa del segundo al mando romano, Ioannes, la flota perdió gran número de barcos. Solo la mitad de esta logró alcanzar Sicilia. Con los vándalos dominando el mar, no hubo posibilidad de abastecer al gran ejército en el norte de África. Heraclio y Marso se retiraron a la Tripolitania, la cual permaneció en manos romanas hasta 470, cuando las tropas fueron necesitadas en la frontera balcánica y por las luchas políticas intestinas en la corte. Basilisco se liberó y regresó a Constantinopla, donde solo escapó a la ejecución debido a las súplicas de su hermana Verina. El fracaso de la expedición de 468 y la gran pérdida de dinero lanzaron a Constantinopla a la confusión. Aspar, cuyo poder había disminuido aproximadamente desde 466, recuperó su influencia en la corte y la utilizó para obligar a León a cumplir su compromiso para nombrar al hijo de Aspar, Patricio, Cesar y sucesor de León.
Marcelino fue asesinado en Sicilia al final de la campaña, en algún momento de 468, posiblemente en una batalla o mediante traición por Ricimer, pero las fuentes no son claras sobre esto. Al tener noticias de la muerte de Marcelino, se supone que Geiserich había dicho que los romanos habían cortado su mano derecha con su izquierda, por tanto dando a entender que Ricimer le había asesinado. Con las tropas de Marcelino sin liderato, los vándalos pronto recuperaron las islas perdidas de Sicilia y Cerdeña.
A pesar de este revés, León intentó conquistar a los vándalos mediante otra expedición naval en 470, bajo el mando de Heraclio y Marso, empleando tropas de Egipto y las áreas desérticas cercanas. La expedición desembarcó y capturó una serie de ciudades en Tripolitania antes de que León mandara llamar las tropas por el miedo a Aspar. Una fuente dice que en la invasión de León de 470, las tropas desembarcaron en África y atacaron Cartago, obligando a Geiserich a negociar, pero que León fue obligado a retirarse debido a problemas políticos en Constantinopla. no sabemos si hubo, de hecho, dos operaciones separadas en 468-470 o una operación unida, mezcladas por las fuentes. Pero el resurgimiento de Aspar fue solo temporal. Él y su hijo pronto cayeron del poder, y fueron ejecutados en 471, alguno dice a causa de su supuesto apoyo a los vándalos. Las posibilidades de que Basilisco llegara a convertirse alguna vez en emperador aumentaron un poco de hecho. Probablemente los vándalos firmaron una paz formal con el imperio occidental en 470, pero parece que la paz con el este no se hizo hasta 472. No sabemos los términos exactos de los acuerdos de paz, pero parece que pueden haber sido volver al estatus quo de antes de la guerra.
Con la derrota de la expedición de Basilisco, el imperio occidental se perdió. No tenía dinero, y los romanos orientales no podían financiar otra expedición a tal escala. El oeste se había fragmentado y no tenía fuentes de ingresos para el ejército, el cual tenía que defender el imperio contra vándalos, burgundios, visigodos, suevos y otras tribus bárbaras. En 470, la dura reacción de Antemio a una posible conspiración aisló a Ricimer. En primavera de 471, apareció una grieta entre ellos, y Ricimer llamó a 6.000 veteranos germanos que habían servido en la Guerra Vándala para que se le unieran en Mediolanum (Milán). Ricimer proclamó al anterior candidato vándalo Olibrio emperador en abril de 471. Este pudo neutralizar el apoyo romano oriental para Antemio, porque Olibrio estaba aliado con la familia imperial.
Ahora estaba claro que los vándalos eran el poder dominante en el Mediterráneo occidental. Después de un intento en las negociaciones entre Ricimer y Antemio, la guerra civil estalló en Roma a finales de 471 o 472. durante cinco meses Ricimer asedió a Antemio en Roma, y el hambre se extendió sobre los habitantes. Finalmente, el 11 de julio de 472, Ricimer tomó la ciudad -algunos dicen que ayudado por la traición dentro de las murallas- y Antemio fue decapitado por Ricimer o Gundobad, que era sobrino de Ricimer y príncipe burgundio. Ricimer murió, al parecer, de alguna enfermedad, solo cinco semanas después, el 15 de agosto, después de haber sido el gobernante de facto del imperio occidental durante 16 años. Gundobad se hizo cargo de su posición.
8. Los últimos emperadores (472-476)
Anicio Olibrio tenía todos los ingredientes para ser un emperador de éxito. Era marido dela bisnieta del emperador Teodosio, en buenas relaciones con el emperador romano oriental, y apoyado por los poderosos vándalos debido a sus relaciones con Geiserich y Hunerich. Finalmente, aquel había conseguido su objetivo de poner a un emperador con respaldo vándalo en el trono occidental.
Pero solo tres meses de la muerte de Antemio, Olibrio murió, el 22 de octubre o el 2 de noviembre de 472. Durante su corto reinado, Olibrio había ganado el apoyo de Gundobad, que estaba respaldado por las tropas germánicas después de la muerte de Ricimer. Gundobad que estaba ahora en el poder, dejó el trono vacante durante cinco meses, antes de hacer emperador a Glicerio, un antiguo Comes Domesticorum, el 3 de marzo de 473. Gundobad no permanecería en Italia mucho tiempo, pues en 473, heredó el trono del reino burgundio después de que su padre, Gunderich (o = Gundioc) muriera. El emperador oriental León no reconoció a Glicerio y en su lugar eligió a Julio Nepote, antiguo general en Dalmacia, como emperador occidental. Nepote depuso a Glicerio, quien fue nobmrado obispo de Salona (Soli, en Croacia). Nepote fue proclamado emperador del Oeste en Portus, el puerto de Roma el 24 o 29 de junio de 474.
León I murió el 18 de enero de 474, y Zenón le sucedió. Los vándalos germanos creían que los tratados funcionaban como acuerdos individuales y no cerraban contratos entre estados, y así estallaron, una vez más en incursiones contra los romanos orientales. Debido a que Zenón se enfrentaba a serios problemas internos en su imperio, fue obligado a llegar un acuerdo con los vándalos. En 474, envió al patricio Severo al norte de África para negociar una paz. Para forzar un acuerdo ventajoso, Geiserich atacó la ciudad griega de Nicópolis, así como la isla de Zakyntos, y posiblemente también Rodas. Procopio dice que cuando los vándalos intentaban desembarcar en Taenarum, en el Peloponeso, fueron rechazados por los romanos. En respuesta, Geiserich desembarcó en Zakynthos, la saqueó, y tomó prisioneros a 500 habitantes. Se dice que estos fueron llevados al mar, hechos pedazos, y lanzados al océano.
A pesar de los ataques, la paz se celebró con el imperio oriental en verano de 474. La paz de 474 fue una llamada paz eterna, no conectada a los emperadores reinantes, como era habitual, e iba a durar más de dos generaciones. Los vándalos pararon sus incursiones. Muchos esclavos romanos fueron devueltos y otros rescatados. Geiserich prometió que el clero católico exiliado podía regresar y que los católicos en Cartago no serían perseguidos por sus creencias. Pero no se permitió el nombramiento de un nuevo obispo.
Con la paz, la independencia y el reconocimiento del reino vándalo de África quedaron asegurados. Fue la cima del reinado de Geiserich, que había tenido éxito en casi todos sus objetivos principales. Y la muy necesitada paz permitió al emperador Zenón dedicar su atención sobre problemas mucho más cercanos a casa.
Los años 475 y 476 trajeron el climax de la lucha entre el desgraciado general Basilisco y Zenón en el Este. con la ayuda de su hermana Verina, Basilisco empujó a Zenón fuera de Constantinopla y obtuvo el trono para sí. En enero de 475, Zenón huyó a su provincia natal de Isauria. En agosto de 476 regresó a constantinopla y recuperó el trono con la ayuda de Armacio, un oficial traidor en el ejército de Basilisco. Éste y toda su familia fueron enviado a morir a Capadocia.
El 28 de agosto de 475, el emperador occidental, Julio Nepote, hizo a un noble romano, Flavio Orestes, anterior secretario de Atila, magister militum. Esta fue una designación desafortunada, ya que Orestes pronto depuso a Nepote, quien huyó a Dalmacia. Entonces Orestes colocó a su hijo, Flavio Rómulo (apodado Augústulo, o pequeño Augusto, debido a que era demasiado joven) sobre el trono con la ayuda de los mercenarios germanos de Italia y su poderoso comandante, Odoacro. Rómulo Augústulo era el noveno emperador nombrado en Italia entre 455 y 475, aunque solo cuatro de ellos fueron oficialmente reconocidos en Constantinopla. En 475 o 476, con ambos imperios envueltos en la tormenta política, Orestes hizo la paz con Geiserich, probablemente con carácter permanente, cediendo Cerdeña y Sicilia a los vándalos a cambio de su apoyo contra los romanos orientales.
Debido a que el tesoro imperial estaba ahora en bancarrota, los soldados occidentales, que eran permanentemente mercenarios germanos, pidieron tierra en Italia a cambio de sus servicios. Cuando Orestes lo rechazó, su comandante, Odoacro, le mató el 28 de agosto de 476. El hijo de Orestes, Rómulo Augústulo fue cesado pero se le permitió vivir en el sur de Italia como ciudadano privado y se le dio una asignación anual de 6.000 solidi.
Con Odoacro ahora en el poder, un tercio de Italia fue entregado a sus bárbaros, y el senado envió mensajeros al emperador Zenón pidiendo para Odoacro el nombramiento como patricio y se le encomendara la administración de Italia. los mensajeros llevaron las insignias imperiales y declararon que no había necesidad de un emperador aparte para occidente, ya que se consideraba que el gobierno de Zenón se consideraba suficiente para ambas partes del imperio. En realidad, Italia sería gobernada independientemente por Odoacro. En 476, los vándalos entregaron Sicilia a Odoacro a cambio de un tributo anual, pero conservaron una parte de la isla -probablemente el importante puerto de Lilibeo, que también podía funcionar como cabeza de puente para recuperar la isla, si fuera necesario. No sabemos por qué Geiserich entregó Sicilia. Probablemente no tenía la fuerza para mantener la isla contra un agresivo Odoacro, o quizás buscaba el prestigio de recibir tributo del gobernante de Italia.
9. La muerte de Geiserich
El 25 de enero de 477 Geiserich murió. Durante casi 50 años había gobernado a los vándalos, y los había convertido de ser una tribu errante de poca importancia a los amos de un gran reino en las ricas provincias del norte del África romana. Incluso en sus años finales, parece haber tenido la misma energía e inquietudes de su vida joven. Geiserich había sido el ejemplo para dos generaciones de la nación vándala, y poco después de su muerte, la energía y actividad que había empujado a lso vándalos comenzó a menguar. El éxito de Geiserich le hizo uno de los más grandes reyes de la edad de las migraciones germánicas; también fue reconocido como uno de los más inteligentes de todos los reyes germanos de este periodo. Su habilidad para establecer una flota y usar el suministro de grano y de aceite de oliva como arma estratégica contra el imperio romano occidental fueron golpes de un genio. Sus habilidades militares son indiscutidas, aunque, por desgracia, las fuentes nos dan pocas o ninguna descripción de sus estrategias o el curso de las batallas en las que estuvo envuelto.
A pesar del éxito aparente de Geiserich en los asuntos extranjeros, el reino vándalo no tenía aliados cuando murió. Por su agresiva política exterior los vándalos fueron obligados a estar solos en el mundo mediterráneo. Sus ambiciones fueron inicialmente expansionistas, y luego, cuando se alcanzaron sus límites, eligió presentar una defensa ofensiva. Geiserich había intentado ejercer un poder militar más allá de las provincias norteafricanas al expandirse a Sicilia y otras islas mediterráneas, pero el reino simplemente no tenía el poder para controlar un área y una población tan grande. Prudentemente se retiró de la mayoría de Sicilia, mientras mantenía todavía un punto de apoyo -lo más probable es que tuviera una base desde la que retomarla cuando tuviera la fuerza para ello- pero mantuvo el resto de las islas. Más tarde, sin embargo, los vándalos se encontrarían ellos mismo fuertemente presionados incluso para defender sus tierras africanas.
Los éxitos de Geiserich en política interior fueron más duraderos y, quizás, más importantes. Reprimió las ambiciones de la nobleza y creó una nueva que debía su posición al rey. A los ojos modernos esto puede no parecer importante, pero en la época era una nueva manera de difinir el papel de un rey en una sociedad germánica. También consiguió la transición desde la difícil fase de asentamiento inicial a un reino más estable, estableciendo a sus vándalos en las ricas tierras alrededor de Cartago y anunciando una forma de feudalismo. Pudo haber sido el arquitecto de la organización de los vándalos en millares, que no fueron solo unidades militares sino también grupos administrativos. Y aseguró mediante sus leyes que el linaje Asdingo gobernaría el reino hasta su fin.
Los dos enemigos internos principales para el reino eran la iglesia católica y la nobleza romana. Mediante su violento tratamiento de ambos grupos, Geiserich fue capaz de reprimir cualquier levantamiento y amenazas para el nuevo reino. Algunos modernos estudiosos han visto la destrucción de los registros de impuestos un intento de revolución social para obtener el apoyo de los coloni, pero esto parece ser una sobreinterpretación de la afirmación de Procopio de que Geiserich había destruido los registros.
La tercera amenaza importante para el reino en el norte de África era los moros (mauri). Las relaciones con ellos fueron buenas durante el reinado de Geiserich. Los moros eran llevados en sus incursiones y se les daba botín, y pueden haber sido mantenidos bajo control principalmente por la reputación de Geiserich como soberbio general más que por la fuerza militar. Al usarlos como aliados, también fue capaz de proyectar más fuerza fuera de las límites del reino ya que no necesitaba proteger sus fronteras tan cuidadosamente.
El logro más grande de Geiserich fue ser el primer rey germánico en forjar su propio reino estable en el anterior solar romano y hacer una paz duradera con el imperio romano, creando, por tanto, un estado soberano. Pero fracasó al crear una conexión entre romanos y vándalos, tal como Theoderich (Teodorico) el Grande intentó tan ansiosamente hacer más tarde en su reino ostrogodo en Italia. Hasta el final del reino, los vándalos siguieron siendo una pequeña nobleza militar -una especie de aristocracia guerrera que evoca a la sociedad feudal de la Edad media. El reino vándalo comprendía a vándalos, alanos, moros, godos, romanos y muchos otros elementos étnicos en la confederación tribal. Pero no había una base étnica para el reino, y debido a que Geiserich no forjó un lazo entre la población romana y su pueblo, el reino finalmente caería.
En su testamento, Geiserich dijo que el poder real entre los vándalos siempre debería recaer en su descendiente masculino de más edad, un sistema sucesorio conocido como seniorato agnático. Así, como el más viejo de los hijos de Geiserich, Hunerich sucedió a su padre en el trono vándalo. Pero bajo el sistema de Geiserich, los hermanos de Hunerich, Theoderich y Genzo, eran los siguientes en la línea, antes que el hijo de Hunerich, Hilderich. Es sorprendente que Geiserich no creara una dinastía como habían hecho los otros reyes germánicos, y a sabiendas impidió que Hilderich sucediera a Hunerich. Geiserich pudo haber querido asegurar que hubiera siempre una adulto experimentado gobernando el reino.
La enorme -y casi religiosa- importancia de Geiserich para los vándalos se ve en arenga del último rey vándalo, Gelimer, antes de la batalla de Tricamarum en 533, en la que pide a los vándalos que luchen ferozmente y no deshonren la memoria de Geiserich. Mientras que las palabras pueden ser inventadas por Procopio, creemos que éste sentía que estas pudieron haber sido las palabras pronunciadas.
Incluso la lucha final por el reino vándalo estaba entrelazada con el testamento de Geiserich. En una carta al emperador Justiniano, el rey Gelimer contesta que había depuesto al rey gobernante Hilderich porque tenía que impedirle hacer una revolución contra el espíritu de Geiserich. los romanos usaron esta usurpación como pretexto para invadir el reino, llevando a su destrucción en 533.
III. El Reino Tardío (477-530)
1. El reinado de Hunerich (477-484)
Hunerich tenía más de 50 años cuando sucedió a su padre en 477. Estaba casado con la hija de Valentiniano III, Eudocia, pero ella ya le había abandonado hacia 472. no se sabe nada de su época como rehén en la corte imperial, pero no parece haber cambiado su carácter de manera notable. Podemos rastrear algunas influencias de su estancia en el imperio romano en el hecho de que, por ejemplo, renombró a Hadrumentum como Huniricopolis, según la moda imperial en boga.
Aparte de algunas pequeñas escaramuzas con los barcos mercantes romanos desde 477-478, ya no tenemos noticias de las incursiones piráticas vándalas contra nadie después de la paz con los romanos orientales en 474 y la muerte de Geiserich. Puede ser que los problemas con los adversarios dentro y cerca de su reino mantuvieran a Hunerich, por lo demás, ocupado, y la atención de su reinado se alejara de la política exterior de su padre y se volviera hacia los retos domésticos. Los anteriores aliados de los vándalos, los moros les habían apoyado por temor a Geiserich, pero ahora comenzaron un largo conflicto para las partes exteriores del reino.
Los vándalos habían sido, de algún modo, demasiado afortunados, conquistando más territorio del que podían controlar con su limitado número. simplemente no tenían las fuerzas necesarias para ejercer el control más allá de las partes centrales del reino. Cuando las partes exteriores del reino vándalo comenzaron a disolverse, los moros se desplazaron hacia el vacío creado. Ya por 484, los moros que vivían en la montañosa región de Aures -que dista unos trece días de viaje desde Cartago en Numidia, en el este de la moderna Argelia- se habían rebelado. Debido a la dificultad de combatir con caballería en las empinadas cuestas rocosas, esta región nunca volvió a quedar bajo control vándalo. Durante casi todo su reinado, Hunerich combatió a los moros en la región de Aures sin ningún resultado decisivo. Durante la última parte del siglo V, las inscripciones muestran una adaptación de la retórica imperial de poder por parte de las tribus del las montañas Aures. Una inscripción en la Pequeña Kabylia festeja al autoproclamado Rex gentis Ucutamani (Rey del pueblo Ucutamani). En otra, el rey moro Masties reclama los títulos sucesivos de dux (o duque, comandante militar de tropas estacionadas en una provincia fronteriza) e imperator (emperador). Más al oeste, la tercera y más famosa inscripción proviene de Altava en 508. Demuestra que la región alrededor de las ciudades de Safar, Altava y Castra Severiana en la Mauritania Cesariense estaba bajo el control del rey moro Masuna, que se titulaba Rex Maurorum et Romanorum -Rey de los Moros y Romanos. En 484, este área aún era posesión vándala, pero evidentemente no lo era 24 años más tarde.
La pérdida del prestigio vándalo bajo Hunerich afectó las relaciones con el imperio oriental. Hunerich había pedido que se le entregaran las propiedades de Eudocia y de su padre, Valentiniano III. Habían estallado también hostilidades menores, y parece que los vándalos habían capturado algunos barcos mercantes. En respuesta, el emperador Zenón envió a Alejandro, el mayordomo de la casa de la cuñada de Hunerich, Placidia, para negociar. Hunerich aceptó la debilitada posición del reino vándalo y retiró sus demandas en 478, compensó a los mercaderes romanos, y declaró que los vándalos vivirían en amistad con el emperador romano. Como razón dio el honorable trato de su cuñada, la esposa de Olibrio en la corte imperial. De acuerdo con el retórico romano Malco, la respuesta de Hunerich era debida a que los vándalos se habían adaptado a la estilo de vida de los ricos romanos y se habían vuelto suaves por el lujo. Hunerich también acordó permitir la ocupación de la sede del obispado de Cartago, que había estado vacante desde la muerte de Deogratias en 457, y dio a los católicos del norte de África más libertad. Probablemente alrededor de finales de 480, Eugenio fue elegido obispo de Cartago.
A cambio de todo esto, Hunerich pidió que a los arrianos del imperio oriental se les permitiera gestionar sus servicios libremente. El difícil clero católico en el reino rechazó reconocer las peticiones de Hunerich y causaron muchos problemas, hasta que fueron persuadidos por el enviado romano Alejandro y la población para aceptar las condiciones. La razón para el trato más benigno de los católicos fue probablemente la preocupación de Hunerich sobre el poderoso imperio oriental y no alguna intención de llegar a los católicos, como vemos de sus persecuciones posteriores. En lugar de eso, se volvió con terrible fuerza sobre los maniqueos, cuya exitosa propaganda entre el clero arriano le proporcionó un motivo para la venganza.
Hunerich necesitaba paz con los romanos, no solo para tratar con los moros sino también con la familia real asdinga, para asegurar la sucesión de su hijo, Hilderich. En su intento por crear una dinastía volvió su ira sobre las familias de sus hermanos, Theoderich y Genzo, que estaban más cerca en la línea por el trono. Este intento por asegurar una línea directa de sucesión en lugar de seguir la voluntad de Geiserich se encontró con una gran desaprobación por parte de los nobles. Algunos de ellos fueron castigados severamente, y Heldica, su primer ministro, fue ejecutado, así como su esposa. Hunerich entonces dirigió su atención sobe su hermano Theoderich, quien, de acuerdo con la ley de Geiserich, era el siguiente en la línea de sucesión para el trono. También pudo haber estado en el centro de la oposición contra Hunerich, voluntariamente o no. La esposa de Theoderich fue ejecutada con una cargo falso, y su hijo mayor pronto siguió a su madre a la tumba. Theoderich y el hijo mayor de Genzo, Godagis, fueron exiliados entonces, donde más tarde murieron. El hijo menor de Theoderich y sus dos hijas fueron castigados con ser montados en una mula y paseados por todo Cartago y después fueron exiliados.
Otros seguidores de sus hermanos, así como muchos otros nobles fueron muertos, y el patriarca arriano, Iucundus, que era el guía espiritual de Theoderich fue muerto quemado vivo en Cartago porque puso objecciones a los deseos de sucesión de Hunerich. Otros clérigos fueron lanzados a los animales salvajes o ejecutados. Hacia 481 o 482, la mayoría de la oposición estaba muerta. Pero cuando Hunerich murió inesperadamente de una enfermedad en 484, su sobrino, antes que su hijo, le sucedió, frustrando sus planes.
Cuando Hunerich se dio cuenta alrededor de 481-482 de que el imperio romano estaba amenazado o debilitado por problemas dentro y fuera y de este modo había poca amenaza para el reino vándalo, comenzó a reafirmar la presión sobre los católicos. Estaba fuertemente apoyado en sus acciones por el clero arriano, incluyendo al fanático patriarca Cyrila, que había reemplazado a Iucundus como cabeza de la iglesia arriana. Aunque solo tenemos fuentes procatólicas, la mejor de las cuales es Victor de Vita, que tenía muchas razones para presentar las persecuciones tan malas como fuera posible, no cabe duda de que Hunerich se movió contra los católicos con gran odio. Mientras que las fuentes católicas ven las persecuciones con motivaciones religiosas, es posible que Hunerich también -o quizá principalmente- como su padre las viera como medidas políticamente motivadas para golpear a los grupos anti-vándalos más fuertes en el reino. Un edicto establecía que todo la gente que tuviera un cargo público tenía que convertirse al arrianismo. Si lo rechazaban, sus propiedades eran confiscadas y ellos exiliados. No obstante, se canceló un plan para confiscar las propiedades de los obispos que murieran y pedir 500 solidi para reemplazar al obispo por otro nuevo, por recomendación de sus consejeros. A comienzos de 483, comenzó la persecución de los católicos en serio y golpeó fuertemente al corazón del catolicismo en el norte de África. En torno a 5.000 obispos, sacerdotes, y otros fueron reunidos en las ciudades de Lares y Sicca Veneria en la Proconsular. Desde allí, marcharon a través de Bizacena al desierto moro, donde vivirían en el exilio. Los sufrimientos de este suceso se ven en una inscripción procedente del sur de Sicca Veneria, que enumera nombres de mártires y santos.
Muchos murieron durante la marcha al sur. Esta brutal acción hizo que el emperador Zenón enviara un embajador a Cartago para pedir un tratamiento más suave para los católicos, pero no sirvió de nada. Hunerich demostró su desprecio por Zenón en 483 cuando anunció medidas más duras mientras el enviado, Regino, estaba en Cartago. Parece que el requerimiento del emperador pudo haber estimulado al rey en posteriores persecuciones. El 19 de mayo de 483, se leyó un edicto real en voz alta y enviado por mensajeros por todo el reino, estableciendo que todos los obispos ortodoxos se reunirían en Cartago el 1 de febrero de 484, para debatir la verdad de su doctrina con el clero arriano. 466 obispos fueron a Cartago desde todo el reino, incluyendo obispos de las islas Baleares y Córcega. Sin duda sospechaban otro motivo tras el edicto y la conveniencia de reunir a todos los obispos católicos del reino en un lugar. El rey rechazó una solicitud de que los obispos de fuera del reino participaran. Probablemente temía que no serían intimidados tan fácilmente. Para promover su plan, los más brillantes y más capaces de los obispos católicos fueron exiliados de antemano o maltratados. los obispos arrianos no aparecieron, y por tanto, se canceló el debate, pero los obispos católicos hicieron una declaración de sus creencias, el llamado Libro de la Fe Católica (Liber fidei Catholicae) en la que intentaron probar a través de ejemplos bíblicos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran de una sustancia y esencia.
Con la excusa de que el debate fue cancelado debido a los problemáticos católicos Hunerich cerró todas las iglesias católicas en el norte de África el 7 de febrero de 484 y ordenó que permanecieran cerradas hasta que el debate comenzara de nuevo. El 25 de febrero Hunerich emitió otro edicto, denunciando a todos los católicos como heréticos si no se convertían al arrianismo antes del 1 de junio. Refiriéndose a la gran persecución de la creencia nicena dirigida por los Tetrarcas a principios del siglo IV, citó como autoridad adicional para el derecho del arrianismo los dos concilios mantenidos en 359 en Ariminun y Seleucia-en-Isauria (Silifke en la moderna Turquía), en los que el emperador Constancio II había asegurado una victoria para la fe arriana. Las ceremonias religiosas fueron prohibidas, las iglesias se mantuvieron cerradas, y al clero católico no se le permitió estar dentro de las fronteras del reino. Todos los libros y textos ortodoxos serían quemados. Todas las propiedades de la iglesia católica serían entregados a los arrianos. De hecho, las iglesias católicas permanecieron cerradas hasta el 10 de agosto de 494, y solo entonces pudo el clero regresar del exilio.
Los obispos reunidos en Cartago fueron arrojados fuera de la ciudad, y se reunieron ante los uros. Cuando al rey, durante un paseo por la mañana, se le preguntó por qué estaba tratándoles como lo hacía, en lugar de responder, les ordenó que los echaran abajo. Pronto, no obstante, abrió la posibilidad de que los obispos volvieran a entrar en sus sedes si hacían el juramento de reconocer la futura elevación de su hijo, Hilderich, al trono y acordar no conspirar con otros países contra los vándalos. Aquí, quizás, vemos las razones reales tras la severa persecución. Solo 25 de los 46 rehusaron y el resto prestó juramento. Los que rehusaron fueron exiliados a Córcega, para cortar madera para la flota del rey. A los que hicieron el juramento se les permitió trabajar como granjeros cerca de sus sedes.
Solamente después del 1 de junio de 484, comenzó una persecución general de los católicos. Aunque Hunerich intentó evitar mártires, también fue presionado por el clero arriano, que vio la oportunidad de librarse de sus oponentes más duros. Importantes figuras, tales como el obispo Laeto y el procónsul de Cartago, Victoriano fueron martirizados durante las persecuciones. Otros miles fueron golpeados y maltratados de diversos modos crueles, como cortar las lenguas de los confesores. Una razón para la violenta persecución probablemente fue que los católicos constantemente estaban provocando a los arrianos al hacer proselitismo en sus regiones. Otra embajada enviada por los romanos orientales en 484 no tuvo éxito en calmar la sed de sangre del rey, y Hunerich, incluso, obligó al enviado, Uranio a ser testigo de las atrocidades.
Aunque Geiserich también había dirigido persecuciones, principalmente tenían por objetivo a individuos influyentes y amenazas al poder. En 484, Hunerich parece haber extendido las persecuciones para incluir a más gente ordinaria. Las persecuciones bajo Hunerich se produjeron a causa de motivos políticos, fanatismo religioso y quizás desesperación. En muchos casos el clero parece haber conspirado y activamente desafiado las órdenes del rey, que podía haber sido el caso de Victoriano, el procónsul de Cartago. Con su poder menos seguro que el de Geiserich, es posible que Hunerich sintiera la necesidad de demostrar su poder a la población romana, que sobrepasaba a sus vándalos enormemente. Incluso la más leve muestra de debilidad podía precipitar las revueltas.
Sin duda, las persecuciones también incrementaron de número de conversos al arrianismo. Mientras que las fuentes católicas llaman la atención sobre cuán pocos arrianos había, los indicios son mucho más diferentes. El objetivo del Sínodo Laterano el 13 de marzo de 483, en el que 39 obispos italianos y 4 norteafricanos tomaron parte, era encontrar una solución a lo que debería ocurrir a los obispos y al clero nicenos que se habían convertido al arrianismo, y como devolverles al catolicismo. Sin duda muchos no vieron los argumentos religiosos lo bastante importantes para arriesgar sus vidas. El catolicismo en el norte de África quizás fue sacudido, pero la muerte de Hunerich el 23 de diciembre de 484, salvó la situación de volverse peor.
2. El reinado de Gunthamund (484-496)
Siguiendo la ley de sucesión de Geiserich, a la muerte de Hunerich, Gunthamund, un hijo de Genzo (o Gento), fue el siguiente en la línea de sucesión del trono vándalo. Huyendo de la ira de Hunerich había salvado la vida y ahora fue hecho rey. Su hermano mayor, Godagis, ya había muerto en el exilio. Las persecuciones de los católicos fueron continuadas durante un tiempo, pero esto pronto cambió. Hacia 487, el obispo Eugenio de Cartago fue traído de vuelta del exilio, y parece que se les permitió a las iglesias católicas reabrir y cuatro obispos pudieron participar en el Sínodo Laterano de 487. La iglesia del mártir Agileo en Cartago fue devuelta, incluso, a los católicos en 487. Hay indicaciones, no obstante, de que el clero arriano en las suyas continuó las persecuciones esporádicas de los ortodoxos, y en 496, incluso hay evidencias de que los católicos aún estaban bajo presión.
No está claro por qué el nuevo rey cambió la política religiosa de Hunerich. No había una presión real del imperio romano de oriente, pero quizá la persecución de Hunerich a su propia familia provocó que Gunthamund cambiara su política. Pudo haber pensado que la dureza de Hunerich hacia la población romano no era prudente, y quiso ganar más apoyo entre la población común. Pero Gunthamund también se enfrentó a sus enemigos en sus fronteras, lo que pudo haberle llevado a concentrarse en otros lugares. Los moros estaban causando cada vez más problemas en las fronteras y dentro del reino.
Durante su reinado, Gunthamund se concentró en la guerra con los moros y los combatió en numerosas batallas. Los moros asentados en las fronteras de Bizacena hicieron incursiones en la provincia y atacaron a los habitantes. Su apuro era grande, ya que no tenían muros tras los cuales defenderse, y fueron obligados a huir o convertir sus casas en pequeñas fortalezas. Mientras que Gunthamund parece haber tenid éxito en alguna de sus batallas, los moros no fueron completamente derrotados, como demuestra una inscripción de 495 encontrada en Tipasa. Se refiere a un exiliado católico enterrado en la ciudad que fue muerto en una "guerra mora".
Mientras, Italia había sido conducida a una gran guerra cuando los ostrogodos de Theoderich el Grande entraron en las todavía ricas y fértiles tierras en 489 e hicieron la guerra a Odoacro y sus tropas germanas. Fue una gran oportunidad para los vándalos de volver a tomar Sicilia de manos de Odoacro, pero Gunthamund fracasó en esto completamente. Una expedición vándala a Sicilia fue derrotada -posiblemente después de algunos éxitos iniciales- por los ostrogodos, y Gunthamund fue obligado en 491 a pedir la paz con estos. El tributo desde Italia hacia los vándalos se detuvo, y perdieron su cabeza de puente en la isla. Es posible que los vándalos no fueran suficientemente fuertes para mantener un ejército en el norte de África y Sicilia al mismo tiempo. A pesar de los importante acontecimientos que tuvieron lugar durante el reinado de Gunthamund, sabemos muy poco sobre ellos porque casi no hay fuentes para este periodo.
3. El reinado de Thrasamund (496-523)
El desafortunado Gunthamund murió alrededor del 3 de septiembre de 496, y fue seguido por su hermano Thrasamund, que era muy respetado por sus habilidades y buena educación. El nuevo rey rápidamente demostró que no aceptaría la política religiosa de su hermano. Al contrario que sus predecesores, Thrasamund estaba interesado en las cuestiones religiosas y el debate teológico. Su asalto sobre la iglesia ortodoxa se basaba en la creencia profundamente mantenida de que era su deber borrar el credo niceno del norte de África, mientras, al mismo tiempo, mantener la estabilidad del reino vándalo. Así, Thrasamund fortaleció la campaña para extender la fe arriana, pero no trató la Ortodoxia tan duramente como sus predecesores. A los convertidos se les daban regalos, honores y trabajos en la administración o en la corte. Los criminales que se convertían eran perdonados. Parece que esta estrategia creó muchos más conversos.
Los problemáticos obispos católicos eran desposeídos de sus sedes y exiliados. En 508-509, sesenta obispos católicos ignoraron un edicto real previo que prohibía la consagración de nuevos obispos, y fueron exiliados a Cerdeña. Entre estos estaba el renombrado obispo de Ruspe, Fulgencio. Thrasamund se involucró profundamente en la teología y alrededor de 516-517, trajo a Fulgencio a Cartago desde su exilio para debatir cuestiones religiosas. Cerdeña se había convertido en el centro espiritual de la iglesia norteafricana en el exilio. Cerdeña incluso dio dos papas durante el periodo vándalo: Hilario, que fue obispo de Roma desde 461-468, sucedió a pesar de las guerras y la presencia vándala, pero el otro Símaco (496-514) sin duda fue ayudado por la súbita oleada en la vida cristiana en Cerdeña. Varios monasterios fueron fundados por los exiliados en Cerdeña, y Fulgencio parece haber sido un líder entre los obispos católicos en la isla. Mientras Fulgencio estaba en Cartago se hicieron extensos esfuerzos por convertir a las congregaciones católicas en Cerdeña al arrianismo. Cuando Fulgencio logró convertir a algunos arrianos en Cartago de vuelta a la ortodoxia, fue exiliado de nuevo en 518-519, después de dos años de libertad. Él y sus amigos exilados tuvieron que quedarse en Cerdeña hasta la época del rey Hilderich (523-530).
La Vida de San Fulgencio, escrita probablemente por su discípulo Ferrando poco después de la muerte de su maestro, es la fuente más importante de la vida religiosa del norte de África vándala después de la Historia de la Persecución Vándala de Victor de Vita, que finaliza alrededor de 484. Ferrando describe a Thrasamund como un perseguidor, pero preocupado bastante inusualmente con los fundamentos intelectuales para sus acciones y que parece ansioso debatir detalles teológicos con Fulgencio. Pero Thrasamund podía también ser duro contra los católicos cuando sentía que era necesario. Entre otras acciones, emitió un edicto estableciendo que las sedes vacantes no serían vueltas a ocupar, y más de 60 obispos fueron exiliados a otros países, incluyendo a Eugenio, el obispo de Cartago.
No obstante, los exiliados dentro del reino eran tratados bastante bien y se les permitía comunicarse con el resto de la población. También, al papa Símaco se le permitió enviar oro y ropa a los exiliados. Sorprendentemente, Thrasamund no se volvió hacia los monasterios católicos y Fulgencio fundó, incluso, dos monasterios en el norte de África, colocados en la tierra dada a ellos por romanos adinerados. De hecho, después de la expulsión de los obispos bajo Thrasamund, los monasterios parecen haberse convertido en centros de la fe más que antes. Crecieron en número y estaban concentrados en la costa oriental de Bizacena.Mientras que el argumento entre los arrianos y los nicenos parece ser de una naturaleza teológica en cierto modo difícil, una fuente nos cuenta que la naturaleza de la Trinidad era ahora un tópico popular en las veladas entre los nobles del reino. Esto demuestra cuan romanizada se había vuelto la elite vándala -casi todos los cuales habían nacido después de los años de la migración.
Hacia 493, Theoderich el Grande había asegurado su dominio sobre Italia y creado un reino ostrogodo independiente. Los ostrogodos también eran arrianos, y Theoderich se esfozó por hacer tratados con los otros reinos germánicos. Se aproximó a los vándalos, cuya flota iba a ser un gran recurso para él, ya que necesitaba el grano del norte de África y Cerdeña para abastecer a la población de Roma. Los vándalos ganaron una mayor seguridad a partir de la alianza e ingresos del comercio con Italia. Para cimentar la alianza, alrededor de 500, Thrasamund, cuya esposa había muerto sin hijos, desposó a Amalafrida, que era la hermana de Theoderich el Grande y viuda. El matrimonio reforzó los lazos entre los dos reinos. La boda se hizo a gran escala y mil nobles godos y 5.000 guerreros montados fueron con ella a Cartago como escolta. Theoderich incluso entregó la ciudad de Lilibeo a Thrasamund como parte de su dote. Podemos ver en esto una vuelta a la situación en Sicilia antes de la guerra con los ostrogodos en 491. No obstante, el gran número de ostrogodos armados que siguieron a Amalafrida a África deben haber levantado algunas cejas y causado alguna preocupación en la nación vándala, incluso si ellos, como creen algunos historiadores modernos, eran una especie de ayuda militar para el reino vándalo. Una piedra de frontera en sicilia, que ahora está perdida, atestigua la división de la isla en el matrimonio de Thrasamund, llevando la inscripción "Fines inter Vandalos et Gothos" (frontera entre vándalos y godos).
En la Italia ostrogoda, parece que el matrimonio se usó políticamente para legitimizar el gobierno de Theoderich. En un panegírico fechado en 507, el poeta y obispo Ennodio habla de la "obediencia" de los vándalos al gobierno de Theoderich. Casiodoro, el primer ministro del reino ostrogodo insinuaba que el enemigo de Italia había sido contenido por la diplomacia goda. No obstante, no vemos ningún indicio de quela flota vándala estuviera subordinada a los ostrogodos. Bastante al contrario, la flota vándala y la amenza de una interrupción del suministro de grano pone a los ostrogodos en desventaja, ya que no tenía modo alguno de tomar represalias sin una flota.
Las batallas continuas contra los moros no fueron bien. Cabaon, un experimentado señor de la guerra, gobernaba a los moros en Tripolitania. Tuvo noticias de que el ejército vándalo estaba avanzando hacia él y se preparó en consecuencia. Sabemos de esta campaña contra Cabaon a través de Procopio, que la describe en detalle. Cuando los vándalos acamparon el primer día de la campaña, usaron las iglesias católicas como establos para sus caballos y otros animales. Golpearon y maltrataron a los sacerdotes católicos con los que se toparon y les obligaron a hacer tareas domésticas para los guerreros vándalos. Cabaón, más tarde instruyó a sus tropas y espías para que hicieran lo opuesto cuando se marcharan. Ellos limpiarían las iglesias católicas y ayudarían a los sacerdotes, y así ganarían el apoyo de la población local.
Cuando informados por sus espías de que los vándalos estaban cerca, Cabaon preparó a su ejército para la batalla. Hizo un círculo en la llanura donde querían hacer su empalizada y colocó camellos alrededor de la empalizada, mientras que ponía a las mujeres y los niños y sus posesiones en el medio. Los guerreros moros se quedarían entre los camellos y se cubrirían con escudos.
Cuando los vándalos llegaron al campamento de los moros, estaban perplejos. Todos eran jinetes y no sabían como entrar en batalla a pie, pero ni eran buenos con las javalinas ni con los arcos, prefiriendo luchar cerca unos de otros con lanzas y espadas. Los caballos tenían miedo del hedor de los camellos, y así no quisieron cargar contra el campamento, y los vándalos no pudieron hacer nada a distancia. Los moros, por otra parte, arrojaban jabalinas contra el enemigo desde su segura posición defensiva hasta que las pérdidas vándalas les obligaron a retirarse. Cuando las tropas vándalas comenzaron a huir, los moros salieron contra ellos y mataron y capturaron a muchos. De acuerdo con Procopio, solo un resto del ejército regresó a Cartago, y se consideró la más grande derrota que los vándalos habían sufrido contra los moros. Las otras tribus moras se inspiraron en esta derrota, y así, se rebelaron, y Thrasamund fue obligado a avacuar a los granjeros de la parte sur de Bizacena. Los moros podían reemplazar fácilmente sus pérdidas en estas batallas, pero para los vándalos, cuyo ejército, casi literalmente, era su reino, causó una gran preocupación. También podían haberse alarmado por el hecho de que Cabaon podía ser apoyado por los romanos católicos, a los que continuamente trataba amablemente durante sus campañas. Puede haber sido esta desastrosa campaña la que provocó que Thrasamund pidiera ayuda militar goda mientras estaba recuperando su fuerza.. Pero esto es una especulación, y es difícil establecer una cronología de los acontecimientos.
Thrasamund continuó concentrándose en guardarse las espaldas de los moros, mientras recibía la amistad de las poderosas naciones alrededor del Mediterráneo: los romanos, los ostrogodos y los visigodos. Él era como Gunthamund -un monarca tranquilo que se concentró en los asuntos internos del reino. Mantuvo una pacífica política exterior y no atacó a las otras naciones alrededor del Mediterráneo. Las relaciones entre los vándalos y Theoderich el Grande y el reino ostrogodo de Italia eran bastante amistosas hasta los años finales de su reinado, pero se tensaron, en cierto modo, en los años 508-511. En la batalla en Campus Vogladensis (Vouillé, en la actual Provenza), en 507, los visigodos habían sido seriamente gravemente derrotados por los francos. Su rey, Alarich II (484-507) fue muerto, y fueron obligados a salir de la Galia por el rey franco Chlodwig I (Clovis o Clodoveo I). Los ostrogodos se desplazaron a la Galia al año siguiente para recuperar Provenza y dar apoyo a sus parientes. Con el ejército ostrogodo combatiendo a los francos, apareció una flota romana cerca de la costa del sur de Italia, y atacó Calabria y Apulia. Theoderich el Grande envió una embajada a los vándalos para pedirle su apoyo como prometieron en su tratado tras el matrimonio de Amalafrida, pero Thrasamund no hizo nada. Más aún, se sabe que él cortejó la amistad del emperador Anastasio en la misma época, y parece que los vándalos podían haber tenido alguna especie de acuerdo secreto con los romanos. No obstante, los ostrogodos tuvieron éxito en Provenza, y no se hizo ninguno otro perjuicio por parte de los romanos, quienes no tenían la fuerza para invadir Italia.
En la Hispania visigoda, el usurpador Gesalech (Gesaleico) (507-511) causó muchos problemas. Aunque pronto fue destronado y tuvo que huir de su capital en Barcino, todavía iba a dar más problemas para los visigodos y los ostrogodos. Desde Barcino navegó hacia Thrasamund en el norte de África, donde fue recibido amistosamente en 510 y dotado con grandes sumas de dinero de modo que pudo regresar para probar su suerte en el trono visigodo de nuevo. Cuando Theoderich fue informado de este sorprendente apoyo vándalo al usurpador, escribió una carta redactada con firmeza en 511 para Thrasamund en la que también le decía que posiblemente no podía haber pedido el consejo de su esposa Amalafrida, la cual, sin duda, le habría mantenido lejos de tal acción hostil hacia los godos. Thrasamund aceptó la carta y la reprimenda, y envió embajadores con grandes regalos a la corte ostrogoda en Rávena. Theoderich aceptó la disculpa por sus acciones, pero no aceptó los presentes. El mismo Gesalech pronto fue derrotado y muerto, pero había aparecido una fractura en las relaciones entre los dos reinos. Después de estos sucesos, parece que los dos reinos habían vuelto, durante un tiempo, a relaciones más amistosas, y en 519, Thrasamund envió bestias salvajes a los juegos circenses en Roma cuando se celebró la entrada en el consulado el noble Eutarich, yerno del rey Theoderich.
El reinado de Thrasamund se caracterizó por un movimiento hacia la cultura romana, y estuvo en buenas relaciones con los emperadores Anastasio y Justino (518-527). A la muerte de Atanasio en 518, había muchas dudas sobre quien le sucedería. Después de largos debates y deliberaciones, el Senado eligió a Justino, contra los deseos de la Guardia Imperial y otros en la corte. Justino fue una elección sorprendente. Era un campesino ilirio que había surgido de las filas del ejército y era ahora, a la edad de 65 años, jefe de los guardias de palacio (comes excubitorium). No tenia experiencia administrativa o educación cultural, y sus principales habilidades descansaban en su respetable, si no distinguida, carrera militar. Algunas fuentes incluso le describen siendo iletrado. Justino pronto dio los pasos para mejorar las condiciones de los católicos en el norte de África a través del envío de embajadas a los vándalos y la continuación de las buenas relaciones comenzadas por Anastasio.
4. La ascensión al trono de Hilderich y su caída (523-530)
El 6 de mayo de 523, Thrasamund murió; fue sucedido el 7 de mayo por su anciano primo Hilderich, hijo de Hunerich y Eudocia. Debido a la ley de sucesión de Geiserich, el trono había pasado a sus sobrinos a la muerte de Hunerich, e Hilderich había esperado casi cuarenta años para acceder al trono de su padre. Había nacido aproximadamente entre 456 y 472, y por tanto contaba en ese momento alrededor de 50 o 60 años, y era un ejemplo de un desafortunado aspecto de la ley de sucesión de Geiserich -que el rey siempre sería demasiado viejo. Se creía que estaba influenciado por su madre católica, y Procopio relata que Thrasamund, en su lecho de muerte, le había ordenado jurar que jamás usaría su poder real pra restaurar las iglesias a los católicos. Juró, pero claramente intentó escapar al juramento. Así, después de que Thrasamund muriera, pero antes de que Hilderich fuera coronado, emitió órdenes para el regreso de todos los obispos exiliados y abrió las iglesias católicas cerradas, e hizo a Bonifacio obispo de Cartago. De este modo no utilizó su poder real para ayudar a los católicos. Estas fueron los primeros signos de un cambio político radical hacia el imperio romano.
Hilderich permitió la celebración de dos concilios provinciales en 523, en el que Fulgencio también participó. El 5 de febrero de 525, el gran Concilio de Cartago se celebró para el reino entero, pero los obispos de Bizacena lo boicotearon debido a que no reconocían la primacía del obispo de Cartago, el recién nombrado Bonifacio. Solo participaron 61 obispos, comparados con los 466 en la discusión religiosa de 484. El más pequeño número probablemente se debió al boicot bizaceno y las guerras con los moros, las cuales hicieron inseguros los camino. Por ejemplo, aparte del obispo de Emina, ninguno de los obispos de la Mauritania Cesariense fue capaz de asistir, a causa de las invasiones moras. La rápida celebración de los concilios católicos son una clara evidencia de que Hilderich había contemplado su cambio de política hacia la iglesia católica antes de convertirse en rey. Nuevas iglesias católicas también estaban siendo consagradas en la Proconsular, incluyendo una nueva basílica en la ciudad de Furnos Maius en 528.
En política exterior, Hilderich se alejó del reino ostrogodo y se volvió hacia el imperio romano. Hilderich estuvo en buenas relaciones con los emperadores Justino y Justiniano (527-565), que estaba gobernando el imperio con su tío, que era viejo e inexperto en los asuntos de estado. Este cambio radical también se ve en la acuñación de monedas vándalas de plata con la imagen de Justino. Podemos especular lo que habría ocurrido si Hunerich hubiera conseguido poner en el trono a Hilderich tantos años antes.
Pero la arriana Amalafrida, que había sido reina de los vándalos duratne unos 20 años, no iba a aceptar este cambio en las relaciones exteriores y la nueva política religiosa del reino, y comenzó una rebelión en 525. Pudo ser estimulada por los ostrogodos, que temían una alianza entre los romanos y los vándalos. No cabe duda de que esta completa inversión de la política religiosa y de las relaciones exteriores del reino vándalo también le dio mucho apoyo. Los rebeldes recabaron ayuda de los moros, quienes con entusiasmo vinieron con un ejército. En la ciudad de Capsa, a unos 480 kilómetros al sur de Cartago, en el límite del desierto, se libró una gran batalla entre los rebeldes y los vándalos. Hilderico resultó vencedor, y Amalafrida fue capturada y llevada a Cartago. Los restos de su guardia personal de 6.000 efectivos fueron ejecutados por apoyar la rebelión. El rey ostrogodo, Theoderich el Grande, no aceptaría este grave insulto y dio la orden de construir 1.000 navíos y reunir una tripulación para crear una flota ostrogoda. El punto de reunión iba a haber sido Rávena el 13 de junio de 526. Su muerte el 30 de agosto de ese año, puso fin a este plan, pero las perspectivas de la expedición habrían sido desalentadoras, ya que la veterana armada vándala probablemente habría puesto en fuga a la inexperta flota ostrogoda. Estos también estaban faltos de conocimientos de logística, lo que habría causado grandes problemas para una invasión. Además, los romanos no habrían aceptado un asalto sobre un rey amigo.
Hasta la muerte de Theoderich en 526 Amalafrida fue mantenida prisionera en Cartago. Tras la muerte de su hermano, Hilderich la ejecutó por su rebelión. La reina ostrogoda Amalasuntha, hija de Theoderich el Grande, que gobernaba en nombre de su joven hijo Athalarich, estaba muy indignada por el asesinato de un miembro de la familia real ostrogoda. Las ya pésimas relaciones entre los dos reinos se volvíeron ahora incluso peores. Pero se había llegado a un punto muerto, ya que ninguno de los dos pueblos era capaz de un ataque serio sobre el otro. El estadista romano Casiodoro, primer ministro del reino ostrogodo, escribió una airada carta de queja a Hilderich en nombre de la reina. Los embajadores llevaron la carta al norte de África pidiendo una explicación. Hilderich pretendía que Amalafrida había muerto de muerte natural por cuenta de su avanzada edad, pero parece que esto no fue creido. No está claro lo que ocurrió a continuación. Probalemente los ostrogodos amenazaran con la guerra, y los vándalos indudablemente respondieron con amenazas de incursiones a través de su poderosa flota, pero nada ocurrió. Los ostrogodos se tomarían un largo periodo pa a preparar una expedición y sin una flota, no podían dañar seriamente a los vándalos. Pero la reina Amalasuntha pronto encontraría un camino para castigar a los vándalos.
Hilderich era un gobernante fuertemente pro-romano y pro-católico, pero a sus súbditos vándalos no les gustaban sus políticas y le consideraban un rey débil, por cuanto no tenía las habilidades militares de sus predecesores. Aunque doblegó la rebelión de Amalafrida, su posición continuó debilitándose. Durante varios años, los súbditos de Hilderich, que valoraban la destreza militar, vieron su reino con una impaciencia incluso más grande. Debido a la edad de Hilderich, una vez eliminado su primo hermano, se esperaba que Gelimer (Geilamir) se convirtiera en rey pronto. Gelimer era el hijo de Gelaris (Geilarith), el cual era hijo de Gento (Genzo), que era hijo de Geiserich. Pero Gelimer no podía esperar, y se hizo cargo cada vez más de las tareas del rey, las cuales le dio Hilderich, en un espíritu de cordialidad -y probablemente para apaciguar al "partido" nacionalista. Pero parece, a partir de una carta que Gelimer envió al emperador Justiniano, que Hilderich podía haber pensado cambiar las reglas de sucesión de Geiserich para poner a uno de sus populares sobrinos, Hoamer u Hoageis, sobre el trono. No parece descabellado que el hijo de Hunerich intentara de nuevo cambiar la sucesión -después de todo, Hilderich había esperado más de media vida para alcanzar el trono de su padre.
Hilderich era un gobernante bien educado, pero no podía soportar la guerra, y de acuerdo con Procopio incluso no le gustaba tener noticias de ella. En consecuencia, su sobrino Hoamer dirigía sus ejércitos contra los moros. Los más probable es que el anciano rey tampoco fuera físicamente apto para la guerra.
Aparte de la capital, la Mauritania Cesariense estaba ahora totalmente en manos de los moros. La Mauritania Tingitana ya se perdió hacía tiempo, excepto posiblemente Tingis y Septem, y hacia 525, la Numidia meridional y la Mauritania Sitifense también se habían perdido. El ascenso del rey moro Antalas en las zonas meridionales de Bizacena causó problemas particulares. Durante una incursión en 528 o 529, los moros de Antalas fueron empujados a las montañas, donde se fortificaron. Mientras, los guerreros vándalos dirigidos por Hoamer -o Hilderich, de acuerdo con el panegirista Flavio Cresconio Coripo (lo cual parece improbable debido a su edad y la falta de interés en la guerra) estaban sufriendo de sed y dejaron sus posiciones para tomar agua de un río cercano. Los moros atacaron a los vándalos mientras su ejército estaba en desorden y pronto les derrotaron. En un terreno difícil se perdieron muchos guerreros vándalos. Para los vándalos fue un desastre. Mantenían su reino a través del ejército, y una derrota solo podía inspirar revueltas entre su población romana y más incursiones por los moros. Después de la derrota, la costa oriental de Bizacena, con Ruspe, Hadrumentum y Thapso estaba sometida a severas expediciones de saqueo.
La derrota fue la oportunidad que Gelimer había estado esperando. A un rey germánico no se le permitía la derrota en batalla. Se aceptaba más o menos que un rey sin éxitos militares podía ser cesado. Hilderich había perdido una gran batalla contra los moros y estaba, de acuerdo con Gelimer, conspirando para dar el reino a los romanos. Sin duda,las políticas religiosa y pro-romana de Hilderich también estaban exasperando a los nobles del reino, que vieron una oportunidad para recuperar su poder sobre el reino, el cual habían perdido durante el levantamiento de 442 y la constante decadencia desde entonces.
En consecuencia, Gelimer, respaldado por los nobles vándalos, despuso a Hilderich el 15 de junio de 530, y le arrojó a una prisión con sus seguidores y familia. Entre los anteriores estaban varios que venían de la nobleza romana y naturalmente se inclinaban hacia el rey pro-romano; entre los últimos estaban los sobrinos de Hilderich, Hoamer y Hoageis. Gelimer, guerrero y general capaz, fue hecho rey entonces. Gelimer sabía lo que habría sido de él si Hilderich hubiera cambiado las normas de sucesión. Puesto que Gelimer era el heredero legítimo sigueinte en la línea de sucesión después de Hilderich, Hoamer u Hoageis, sin duda le habrían asesinado si uno de ellos hubiera llegado al poder. Mientras que las fuentes romanas describen la elevación de Gelimer como una usurpación, cabe pocas dudas de que la mayoría de los vándalos se oponían a las maneras romanizadas y pacíficas de Hilderich, y su mejor tratamiento de los católicos. Además, la presión de los moros hacía natural elegir un rey que fuera más capaz en la guerra que Hilderich. No hay indicios de que ningún vándalo apoyara a Hilderich, a pesar de los intentos romanos durante la posterior guerra con los vándalos de hacer propaganda contra Gelimer. Si existió cualquier oposición a Gelimer, seguramente habría sido mencionada por nuestras fuentes anti-vándalas. Ni tampoco de que la resistencia vándala fuera menos acérrima a la posterior invasión romana. No obstante, la deposición de Hilderich y la elevación de Gelimer tendría consecuencias a largo plazo, y ellas señalarían el comienzo del fin del reino de los vándalos.
IV. La invasión romana
En el imperio romano, el cual consistía ahora en las tierras del anterior Imperio de Oriente gobernado desde Constantinopla, un nuevo emperador había llegado al poder que cambiaría el destino del reino vándalo. El sobrino favorito del emperador Justino era Flavio Pedro Sabbatio, al que adoptó y dio el nombre de Justiniano. La elección de su sobrino no fue sorprendente, ya que había sido seleccionado varias veces para diversas misiones importantes y había promovido ininterrumpidamente dentro de la administración imperial. Cuando Justino se volvió demasiado débil para gobernar, delegó el trabajo diario del imperio sobre Justiniano. Ambos estaban en amistosos términos con el rey Hilderich. En la primavera de 527, Justino llegó a estar peligrosamente enfermo, y el Senado le pidió nombrar a Justiniano como su colega y sucesor. La ceremonia se realizó el 4 de abril ; el 1 de agosto, Justino murió, dejando a Justiniano como emperador bizantino.
Justiniano era altamente religioso, enérgico, y a menudo trabajaba hasta tarde durante la noche. Era capaz de elegir a generales y ministros de talento, a alguno de los cuales había promovido desde una posición baja. Venía de unos pobres antecedentes, desde los campesinos de Iliria y Tracia. Su esposa, Teodora, que jugó un papel importante en su gobierno era una ex-bailarina proveniente de una familia pobre.
Por encima de todo, Justiniano era romano en espíritu, y se vanagloriaba de que el latín era su lengua nativa -incluso no hablaba griego por encima de los estandares de la corte imperial. Estaba bien familiarizado con la historia romana y revivió muchas antiguas costumbres mientras que también probaba nuevos pensamientos e ideas. Su principal objetivo parece haber sido restaurar el imperio romnao a su antigua gloria a través de la recuperación de las provincias del imperio occidental, en particular Roma, el centro del antiguo imperio. Para el imperio romano sería la última oportundiad de recuperar las provincias perdidas; el tiempo estaba pasando, y cada vez menos de los ciudadanos del anterior Imperio Occidental recordaba los días antiguos del imperio antes de que los reinos germánicos se establecieran en el siglo V. En el caso del norte de África, pocos -si acaso- habrían experimentado la época antes del gobierno vándalo, y así la población podía ser menos entusiasta a la hora de apoyar el retorno de las legiones. Después de todo, ellos habían vivido en el reino vándalo todas sus vidas. Así que, para Justiniano, era tiempo de actuar.
1. Los preparativos para la invasión del norte de África
En las fronteras orientales del imperio, Justiniano lucharía contra los persas para mantener un status quo, pero no tenía ambiciones para conquistar allí. Su objetivo general parece haber sido utilizar solamente el dinero y los soldados necesarios para apartar a los persas de cualquier invasion importante, dejándole libre así para conquistar las provincias del oeste. Cuando se convirtió en emperador, actuó de acuerdo a estos pricnipios, continuando la guerra activamente contra los persas meintras que continuaba las negociaciones para un acuerdo.
En 528, comenzó a poner en marcha su gran plan. Se hicieron una serie de cambios para mejorar la eficiencia de los mandos militares orientales, y poco después toda la línea de defensas fronterizas fue adelantada. Se construyeron nuevas fortalezas cerca de la frontera persa para reforzar la presencia militar romana y sus fortificaciones.
Entonces reforzó el ejército romano del Este, llevándolo hasta los 25.000 hombres, y nombrando a dos nuevos generales, Sittas y el joven pero capaz Belisario, que más tarde jugaría un gran papel en la caída del reino vándalo. Con estos cambios, la guerra, que había ido tan mal para los romanos, tomó un giro más favorable. En 530, Sittas derrotó a un ejército persa en Teodosiópolis (Erzurum, en la actual Turquía) y en Satala (Sadak), ambas en Armenia, y Belisario obtuvo una gran victoria en la difícil ciudad fortificada de Daras (Oguz, en Turquía), en la frontera persa. El año siguiente, no obstante, los persas invadieron el territorio romano en los alrededores de la ciudad de Callinicum sobre el Éufrates (ar-Raqqah en la Siria actual), con el objetivo de atacar Siria y la ciudad principal del este Antioquía. Los ejércitos chocaron en Callinicum, y la batalla fue un callejón sin salida, con grandes perdidas en ambos bandos. Sin embargo, los persas fueron obligados a retirarse sin haber tomado ninguna ciudad o fortaleza romana.
El rey persa Kawād I (499-531) murió en otoño de 531. Su hijo Xusraw I (Khosroēs Anūšīrwān), que deseaba concentrarse en un posible tumulto en casa, acordó en la primavera de 532 firmar un Tratado de Paz Eterna. Fue restaurado el status quo territorial anterior a la guerra. Además, Justiniano acordó pagar a Xusraw 11.000 libras de oro por abandonar este último toda pretensión a un viejo subsidio hacia la defensa del paso estratégico llamado las Puertas Caspianas. El paso de las Puertas Caspianas era la ruta de invasión tradicional de las tribus bárbaras del norte, y ambas naciones iban a contribuir a su defensa. La muerte de Cabades y la paz (durante al menos algunos años) sobre la frontera oriental encajaron bien en los planes de Justiniano. Ahora el emperador estaba libre para comenzar la primera etapa de la reconquista del Oeste.
Cuando Justiniano fue informado de la deposición de Hilderich en 530, se enviaron embajadores a Gelimer. Llevaron una carta declarando que Gelimer había hecho mal en deponer al rey legítimo, de acuerdo con el deseo de Geiserich, sobe todo cuando Gelimer pronto obtendría el trono de todos modos. Justiniano continuó recomendando que Gelimer mantuviera a Hilderich como rey de nombre al menos, mientras que él cuidaba de los asuntos del reino, hasta la muerte natural de Hilderich, cuando Gelimer se convertiría en rey. Si hacía esto mantendría relaciones amistosas con los romanos.
Pero Gelimer ignoró fríamente la carta y despidió a los embajadores. Entonces cegó a Hoamer, y el anciano Hilderich y Hoageis fueron mantenidos en confinamiento más estrecho, ya que Gelimer les culpó con planear huir a Constantinopla. El cegamiento era una costumbre usada a veces para impedir que una persona se convirtiera en rey o emperador, y se ha interpretado por algunos como una indicación de que Hilderich había estado planeando poner a Hoamer en el trono en lugar de Gelimer.
Cuando Justiniano tuvo noticia del maltrato del rey depuesto, con el que estaba en buenas relaciones, envió otra embajada con una carta para Gelimer, ya que tenía menos opciones de reaccionar. En la carta solicitaba que Hilderich, Hoamer y Hoageis fueran liberados y enviados a Constantinopla. No cabe duda de que Justiniano creía que si Hilderich podía mantenerse seguro, se podía hacer una guerra con Gelimer con el pretexto de restaurar al rey legítimo y crear un punto de concentración para todo el que se opusiera a Gelimer. Finalizaba la carta amenazando con que él no dejaría que el asunto se olvidara, y que el tratado con Geiserich, hecho en 474 no le excusaría en esto. Con un maravilloso giro de palabras, el emperador decía que los romanos llegarían, no a hacer la guerra sobre la persona que había sucedido en el trono de Geiserich, sino para hacer cumplir la ley de Geiserich.
A esto Gelimer replicó que no había usurpado el reino, sino impedido que Hilderich hiciera una revolución contra el espíritu de Geiserich. Hilderich fue destronado por el pueblo vándalo, no por él. Con Hilderich depuesto, Gelimer era el siguiente en la línea de sucesión de acuerdo con el deseo de Geiserich, y él simplemente había tomado su legítimo lugar como rey. Entonces continuó diciendo a Justiniano que no se entrometiera en los asuntos del reino vándalo y no rompiera el tratado hecho entre el emperador Zenón y Geiserich en 474. Si los romanos iban a venir, los vándalos se les opondrían con todo su poder. La frase de apertura de la carta estaba escrita como de un rey a otro, probablemente para irritar a Justiniano, ya que Gelimer se colocaba al mismo nivel que el emperador.
Justiniano estaba muy enfadado por la insolencia del rey vándalo y así estaba ansioso por castigarle y adelantar su plan para retomar el Oeste. En consecuencia, cuando la guerra con Persia se terminó, comenzó a prepararse para invadir el norte de África. Mientras que su principal objetivo estratégico era tomar Roma e Italia, sabía que esto no podía hacerse sin poseer el norte de África. La armada vándala sería capaz de interrumpir los suministros para los ejércitos romanos en Italia, y la población de Roma pronto moriría de hambre. El grano y el aceite de oliva del norte de África y Cerdeña se necesitaban para mantener cualquier conquista en Italia.
El general del este, Belisario, fue convocado a Constantinopla con el pretexto de que estaba siendo cesado del cargo de modo que ningún rumor de preparación llegara a los vándalos. Cuando Justiniano presentó a sus consejeros sus pensamientos sobre reunir un ejército para atacar a Gelimer y conquistar el reino vándalo, inmediatamente se opusieron, recordándole los desastrosos resultados de todos los ataques previos sobre el norte de África, tales como la gran expedición del general Basilisco en 468.
El principal opositor era el prefecto del pretorio, Juan el Capadocio, que era responsable de la recaudación de impuestos. La expedición necesitaría fondos masivos, que solo podían ser provistos mediante un aumento de impuestos. Tales medidas harían a Juan muy impopular con la población, y el fracaso en traer las cuantías requeridas significaría un severo castigo por parte del emperador. Juan se opuso al emperador, citando los problemas de coordinar la expedición a una distancia tan larga mientras que los ostrogodos tenían Sicilia e Italia. Si el ejército o la flota fueran derrotados, no habría lugar para retirarse. Además, también era difícil abastecer la expedición una vez que alcanzara el norte de África, sobre todo cuando la flota vándala patrullaba el mar. Si la expedición fracasaba, el viejo tratado con los vándalos se habría roto, y ellos volverían a reanudar las incursiones piráticas e interrumpirían el comercio en el Mediterráneo.
Algunos de los generales también estaban en contra de la expedición, debido a que eran reacios a intentar una invasión marítima, y luchar teniendo solamente sus barcos como base. Ellos estaban apoyados por las tropas, que acababan de volver de la Guerra Persa y no habían tenido tiempo para descansar, y así no favorecía la idea de ir ahora al lejano oeste. Los soldados comunes también temían una batalla en el mar, ya que no estaban acostumbrados a tal combate. Esta reticencia en el ejército romano contra las batallas navales está confirmado por Malco el Retórico, que informa que hacia el reinado del emperdor Zenón a finales del siglo V, las unidades federadas germánicas estaban de acuerdo con servir solo con la condición de que no serían enviados al norte de África contra los vándalos. El resto, como cuenta Procopio, prefería principalmente ser espectadores de nuevas aventuras, mientras otros se enfrentaban a los peligros.
Las palabras del prefecto del pretorio y los consejeros imperiales hizo cambiar al emperador, pero la iglesia católica apoyaba la invasión, la cual podía traer de vuelta a una de las poblaciones más ortodoxas de Europa -los católicos que habían sido duramente perseguidos por sus señores arrianos- al imperio. De acuerdo con Procopio, un obispo se acerco al emperador y le contó sobre un sueño en el que Dios le había visitado y le dijo que fuera al emperador y le reprochara no ir a ayudar a los católicos en el norte de África, que estaban siendo perseguidos por los vándalos arrianos. El obispo, además, relató que Dios le había dicho que Él se uniría a la guerra y haría a Justiniano señor de África.
Mientras que los motivos religiosos eran alguna de las razones para la campaña, había razones más prácticas. El cronista sirio Zacarías el Rétor, contemporáneo de Justiniano, recordaba el importante papel que los nobles romanos exiliados del norte de África jugaron en la decisión del emperador para enviar una fuerza expedicionaria.
Por supuesto, el emperador era consciente de las dificultades de la expedición, pero la situación era todavía favorable para sus planes. Uno de los factores principales era que desde la rebelión de Amalafrida, viuda de Thrasamund, y su posterior ejecución, las relaciones entre los ostrogodos y los vándalos habían sido gélidas. Amalasuntha, la hija de Theuderich el Grande, madre del rey niño, Athalarich, y gobernadora de facto del reino ostrogodo de Italia, también se había negado a reconocer el gobierno de Gelimer. Justiniano utilizó la animosidad entre los dos reinos y pidió a Amalasuntha si se pudiera preparar un mercado de provisiones y caballos para abastecer al ejércitor romano en la expedición. Amalasuntha estuvo de acuerdo y así obtuvo su venganza por la muerte de la reina Amalafrida.
Sicilia era de gran importancia, pues el norte de África no podía ser atacado sin una base segura desde la que reabastecer el ejército y obtener caballos de refresco para la caballería antes de la invasión, los cuales ambos eran eseciales para el éxito romano. Sicilia también necesitaba funcionar como un punto de reabastecimiento para la flota romana, que podía transportar suministros a través al norte de África. Por otra parte, los suministros tendrían que enviarse desde los otros puertos más cercanos, que estaban en Grecia.
2. Las sublevaciones de Pudencio y Godas
Otros dos acontecimientos vinieron a encajar perfectamente en los planes de Justiniano. Pudencio, noble romano natural de Tripolitania, se rebeló contra el gobierno opresivo de los vándalos y pidió tropas para que los ayudaran. En consecuencia, el general Tattimuth fue enviado con una pequeña tropa por delante de la fuerza de invasión principal. con estas fuerzas, Pudencio consiguió volver a capturar la totalidad de Tripolitania, que no contenía tropas vándalas. Aquí, nuevamente, vemos cuán difícil era para los pocos vándalos asegurar una región tan vasta como el África septentrional romana.
Además, Godas, un godo al servicio vándalo que gobernaba Cerdeña para Gelimer, tuvo noticias del descontento romano con los vándalos y envió una carta a Constantinopla para pedir a Justiniano tropas y luego rebelarse, instalándose como rey de Cerdeña. La misiva agradó a Justiniano y envió a Eulogio como embajador a Cerdeña con una carta prometiéndole alianza, soldados y un general que guardara Cerdeña para él. Eso era más de lo que Godas había negociado, y respondió al emperador que estaba pidiendo tropas y no un comandante, ya que él estaba bien capacitado para esa tarea. Pero el emperador ya había preparado 400 soldados con Cirilo como comandante para asistir a Godas, y navegaron con la gran expedición a Sicilia antes de navegar hacia Cerdeña.
Estas dos rebeliones llegaron en el momento más inoportuno para el reino vándalo. La situación se agravaba aún más debido a que Gelimer no esperaba tan rápidamente uan respuesta romana seria a la deposición de Hilderich. Sopesando los pros y contras, Justiniano finalmente rechazó la oposición de sus consejeros y comenzó a reunir provisiones y tropas. Belisario fue nombrado general de la expedición, y se hicieron preparativos para zarpar en junio de 533. La combinación de circunstancias afortunadas -paz con Persia, ninguna amenaza inmediata de los bárbaros al norte del Danubio, el asunto de la usurpación de Hilderich, las dos revueltas, y la disponibilidad de Sicilia como bases amiga -no se podía esperar que se repitiera.
3. Composición de la expedición romana
Afortunadamente, Procopio describe la composición de la expedición en detalle, dándonos una visión única dentro de los preparativos romanos. Era un ejército moderadamente grande de 15.000 tropas regulares y auxiliares, y mil aliados bárbaros, con el núcleo del ejército compuesto por la veterana guardia personal de Belisario, que probablemente ascendía a unos miles. De los 15.000 tropas regulares y auxiliares, 5.000 eran caballería y el resto infantería.
El contingente fue llevado por una flota de 500 transportes, capaces de llevar pesos desde 74 a 1.040 toneladas, manejada por 30.000 marineros de Egipto, Jonia y Cilicia, y escoltada por 92 naves de guerra pequeñas- las llamadas dromones (nombre griego para "corredores"), barcos rápidos con un banco de remos- cuyo complemento de infantes de marina totalizaban 2.000. Los marines no lucharían en tierra, pero combatirían contra la flota vándala si llegaban a un enfrentamiento en el mar. El eunuco Salomón y Doroteo, general de las tropas en Armenia, comandaban los auxiliares. Rufino, Aigan el Huno, Barbato y Papo dirigían la caballería regular, y Juan era el comandante en jefe de la infantería. El ejército estaba apoyado por una serie de tropas bárbaras. El rey Faras mandaba 400 hérulos con armas ligeras, y Sinion y Balas mandaban 600 arqueros hunos a caballo. El almirante Calónimo dirigía la flota. Para evitar una larga cadena de mando, se le dio a Belisario plenos poderes para conducir la guerra en nombre del emperador.
4. El viaje y el desembarco en África
Alrededor de la primera mitad de junio de 533, la gran flota estaba anclada fuera del palacio del emperador en Constantinopla. Después de las bendiciones acostumbradas por el patriarca de Constantinopla, zarpó. La flota navegó a lo largo de la costa de Grecia pero sufrió de malos suministros, resultando de ello las muertes de 500 soldados. Desde la isla de Zakyntos la flota navegó hasta Sicilia, donde el ejército desembarcó en un lugar desértico cercano al monte Etna. El viaje desde Constantinopla a Sicilia duró unos dos meses.
Desafortunadamente, no tenemos fuentes vándalas en la campaña y por tanto debemos observarla a través de los ojos romanos de Procopio. El largo y problemático trayecto habían desmoralizado al ejército, el cual también temía una batalla naval con la flota vándala. Procopio relata que las tropas decían que si eran dejados en la tierra, lucharían hasta lo mejor de su habilidad, pero se enfrentaban en el mar huirían de los vándalos. Sin duda estos pensamientos se encontraban entre el ejército, mientras que la infantería de marina y la tripulación, siendo más experimentados en los asuntos navales, probablemente no temían tanto a la flota vándala. No obstante, debe recordarse que aparte de escaramuzas con piratas, ninguna flota alrededor del Mediterráneo era tan experimentada en combate real en el mar, ya que no había habido combates navales durante más de dos generaciones.
Mucho del temor del ejército se basaba en la falta de conocimiento de su enemigo. En consecuencia, Belisario necesitaba saber más sobre los vándalos: cuantos soldados tenían, como luchaban, cual era su disposición y cosas por el estilo. Así, Procopio, su consejero, fue enviado a Siracusa (en Sicilia) para obtener información sobre los vándalos. Entretanto, la flota esperaría en un lugar llamado Caucana, mientras que el resto del ejército descansaba después del viaje, Las provisiones y caballos se compraron en mercados locales en Sicilia.
De acuerdo con Procopio, los vándalos incluso no eran conscientes de que la expedición romana hubiera dejado Constantinopla. Procopio también descubrió que Gelimer estaba entretenido por la revuelta de Pudencio en Tripolitania, y la revuelta de Godas en Cerdeña. Gelimer había enviado cinco mil guerreros y 120 barcos de guerra al mando de su hermano Tzazo para someter a Godas. El mismo Gelimer estaba con el ejército real en Hermione, a cuatro días de distancia de la costa, dirigiendo una campaña contra los moros. Parece improbable que Gelimer no tuviera conocimiento de los preparativos romanos para la guerra, ya que Cartago era un gran puerto comercial donde los mercaderes de todo el Mediterráneo compartían información. No obstante, probablemente no esperaban que golpearan tan pronto en la estación cálida, sino más bien, durante la estación posterior más fría.
Parece que los 120 barcos enviados a Cerdeña constituían la totalidad de la flota vándala, y no se tienen noticias de barcos de guerra aparte de estos. Probablemente, la estrategia de Gelimer era que Tzazo sofocara rápidamente la revuelta de Godas mientras que el mismo Gelimer atacaría a los moros que habían estado haciendo correrías sobre las tierras vándalas desde la derrota de Hilderich en 528 o 529. Con estas dos amenazas desaparecidas, Gelimer estaría listo para la guerra principal contra los romanos (la revuelta de Pudencio no era un amenaza inmediata y podía ser manejada más tarde). El plan era brillante, y demuestra la habilidad estratégica de Gelimer, pero los romanos ya estaban en camino.
La flota romana zarpó pronto después de recibir las alentadoras noticias de que la flota vándala estaba ocupada en otro lugar y que los vándalos no estaban preparados para la invasión, y llegó sin oposición a Caput Vada Chebba, en la actual Túnez), a unos 210 kilómetros al sureste de Cartago, alrededor del 31 de agosto de 533. En total habían pasado unos tres meses desde que la flota dejó Constantinopla.
Antes de desembarcar se celebró un consejo de guerra. Arquelao sugirió ir derecho a Cartago con la flota y tomar la ciudad. Por tanto evitarían los problemas del suministro de agua, y tendrían un buen puerto para anclar la flota, pues temían a las tormentas. Además, los vándalos tendrían que enredarse a un asedio para derrotar a los romanos -un tipo de guerra en la que no tenían experiencia. Pero Belisario prefería desembarcar el ejército y ponerlo en marcha hacia Cartago, con la flota siguiendo al ejército como apoyo. El objetivo era tomar Cartago antes de que Gelimer pudiera volver de la campaña contra los moros y evitar tener toda la expedición arruinada por una tormenta en el mar en camino hacia Cartago. Si el ejército romano podía obtener el control de Cartago, tendría una base segura de operaciones desde la que combatir a los vándalos y un excelente puerto para los suministros. Probablemente, Belisario también temía un encuentro naval con la flota vándala, que pudiera arruinar toda la expedición de un golpe, mientras que el ejército podía continuar la guerra si ya hubiera desembarcado. En consecuencia, el ejército rápidamente estableció un campamento fortificado en la costa. Los barcos de guerra se dispusieron en un semicírculo alrededor de los transportes, para proteger contra un ataque sorpresa por la flota vándala.
Belisario revivió la antigua costumbre de hacer un campamento fortificado al final de cada marcha diaria, pues los vándalos eran jinetes con poco conocimiento de armas arrojadizas y no estaban acostumbrados a desmontar y luchar como infantería. Por lo tanto sería mejor combatirles desde una fortificación, a la que fuera posible retirarse si eran atacados. Por otra parte, una derrota daría por resultado un desastre total para los romanos, de los que dos tercios eran infantería.
Se inició inmediatamente una guerra de propaganda: se proclamó que los romanos habían venido para deponer al usurpador Gelimer y restaurar al rey legítimo, Hilderich. Ellos no habían venido para combatir a los libios (como eran llamados los romanos locales) sino a los hombres de Gelimer. A las tropas se le dieron órdenes estrictas de no saquear a los habitantes locales sino de pagar por las cosas que ellos necesitaban. Unos pocos soldados que tomaron fruta de las plantaciones locales fueron severamente castigados. Por este camino los romanos esperaban mantener la confianza y el apoyo de los habitantes locales, lo que haría la campaña mucho más fácil. Fue probablemente la iglesia católica y la nobleza romana quienes dieron la bienvenida al retorno de los romanos, mientras que a las clases más bajas puede que no le haya importado mucho.
4. La captura de Sullectum
Los romanos no estaban del todo convencidos del apoyo de los habitantes locales a las fuerzas imperiales. Vemos un ejemplo de esto al día siguiente, cuando el ejército comenzó a desplazarse a lo largo del camino de la costa hacia Cartago. Aproximadamente a un día de marcha estaba la ciudad de Sullectum. Como en otros lugares, los vándalos había derribado las murallas de la ciudad, pero las constantes incursiones de los moros habían obligado a los habitantes a hacer una barrera alrededor de la ciudad utilizando las paredes de las casas y otros obstáculos. Algunos soldados fueron enviados en secreto a la ciudad, llegaron al anochecer, y pasaron la noche ocultos en un barranco. Por la mañana temprano, entraron en la ciudad con el tráfico matinal y la capturaron sin resistencia. El obispo local y los otros notable de la ciudad fueron convocados y se anunció que Sullectum era ahora una ciudad del imperio. Las tropas romanas recibieron las llaves de las puertas de la ciudad, las cuales fueron enviadas a Belisario.
El mismo día, el supervisor del cargo público del reino desertó hacia los romanos, tomando todos los caballos del puesto. Los romanos capturaron a un mensajero real, al que pagaron para llevar una carta pública de Justiniano a los vándalos en Cartago. La carta afirmaba que los romanos no venían para hacer la guerra a los vándalos o a romper el viejo tratado con Geiserich, sino para deponer al usurpador Gelimer que había destronado al rey legítimo Hilderich. La carta continuaba pidiendo a los vándalos que se sublevaran contra Gelimer. Pero el mensajero tenía tanto miedo de llevar la carta a Cartago que solo la mostró a algunos de sus amigos.
Marchando desde Sullectum, Belisario envió delante una vanguardia de 300 hombres comandados por Juan el Armenio, y se enviaron los aliados hunos para proteger el flanco derecho. La flota navegaba a lo largo de la costa y guardaba el flanco derecho. La fuerza principal se desplazaba lentamente por el camino de la costa, pasando a través de Leptis y Hadrumentum (desde comienzos del reinado de Hunerich, había sido llamada Huniricópolis, y sería brevemente renombrada Justinianópolis después de la guerra con los vándalos). Belisario se quedó con la fuerza principal, ya que esperaba que Gelimer les asaltara durante la marcha. Probablemente a causa del calor, avanzaron unos 16 kilómetros cada día. Si no se quedaban en una ciudad, hacían un campamento de marcha para protegerse contra los ataques sorpresa vándalos.
Después de atravesar Leptis y Hadrumentum, el ejército alcanzó la hacienda real en Grasse (Sidi Khalifa), a unos 150 kilómetros de Caput Vada y 74 de Cartago. Aquí se permitió a las tropas alimentarse de las plantaciones de fruta del rey vándalo.
5. El asesinato de Hilderich
Al tener noticias del desembarco romano, Gelimer envió un mensaje a su hermano Ammatas, que estaba al mando de Cartago con una fuerte guarnición, para que matara a Hilderich, a Hoageis y los romanos encarcelados con ellos, y para tomar prisioneros a los mercaderes romanos, presentes en Cartago y los tuviera bajo custodia. Hoamer ya había muerto en prisión antes de 533.
Que Gelimer tomaba la situación como extremadamente seria se refleja en el hecho de que tenía el tesoro real colocado en un barco rápido con órdenes de navegar a la Hispania visigoda si se perdiera la guerra. Luego intentaría llegar él mismo allí. Y Gelimer no había estado ocioso en Hermione. Poco antes de que el ejército romano desembarcara, envió embajadores a la corte de Theudis, el rey visigodo en Hispania, pidiendo apoyo. De alguna manera podemos preguntarnos por qué esperaba apoyo de los visigodos en este asunto. Los visigodos estaban en estrechas relaciones con los ostrogodos y por otro lado no parece que estuvieran aliados a los vándalos. Probablemente estaba ofreciendo grandes sumas de dinero para ganar su ayuda.
Para derrotar a los romanos, Gelimer había idedo un astuto plan. Se desplazaría rápidamente con el ejército principal y seguiría a Belisario, mientras que Ammatas se desplazaría con sus tropas en Cartago para preparar una emboscada en el suburbio de Ad Decimum Miliare (En la Décima Piedra Miliar), a un poco más de 14 kilñometros y medio fuera de Cartago. Aquí atraparía a Belisario entre sus tropas y un destacamento de 2.000 vándalos al mando del sobrino de Gelimer, Gibamund, que se movía en paralelo con la fuerza romana principal.
El lugar fue cuidadosamente elegido. Aquí, las colinas enmascararían el avance del ejército vándalo, y después de que el ejército romano dejara Grasse, la flota romana no sería capaz de apoyar al ejército, y tendría que rodear una gran pernínsula, el Promontorium Mercurii. Gelimer creía en su plan tanto que se preparaba en Cartago una gran fiesta de victoria en el día de la batalla.
6. La batalla de Ad Decimun
Mientras el ejército romano acampaba en Grasse, tuvo lugar una escaramuza nocturna. Los romanos no sabían cuantos vándalos había o cuán cerca estaban, pero sabían ahora que estaban oscureciendo al ejército romano.
Gelimer tenía un buen plan, y la situación podía haber terminado en desastre para los romanos si el general Belisario no hubiera tomado precauciones. Incluso entonces los romanos podían haber sido derrotados si no fuera por Ammatas, que fue a Decimum, antes de tiempo solamente con una pequeñas parte de sus fuerzas. Al resto del ejército en Cartago se le ordenó venir tan pronto como fuera posible. En consecuencia, alrededor del 13 de septiembre de 533, la pequeña fuerza de Ammatas chocó con la vanguardía de Juan en Decimum. Ammatas luchó bravamente, matando sin ayuda a doce soldados romanos, pero él mismo fue asesinado y sus tropas derrotadas. El resto del ejército de Ammatas estaba viniendo por el camino de Cartago, en pequeñas bandas de 20 y 30 guerreros, y fueron llevados a la derrota. Juan y sus fuerzas persiguieron a los bárbaros que huían y los masacraron en gran número.
Al mismo tiempo, Gibamund, con sus dos mil vándalos, había alcanzado la aldea de Pedion Halon, a unos siete kilómetros de Decinum. La caballería huna de élite cogió sus fuerzas allí y las destruyó todas. La caballería ligera vándala -con poco o ningún blindaje y sin armas arrojadizas, no tenían respuesta a los arqueros a caballo hunos, y así los hunos no sufrieron bajas.
Mientras, Belisario dejó su infantería en un campamento fortificado a unos seis kilómetros y medio de Decimum y mandó su caballería por delante con la intención de tener una primera escaramuza con el ejército vándalo, para averiguar sus fuerzas y luego enfrentarse con todas sus fuerzas. Su vanguardia alcazó Decimum y vio el campo de batalla donde Ammatas estaba muerto. Al mismo tiempo, Gelimer llegó con su ejército y estalló el conflicto. La vanguardia romana fue derrotada y huyó por la vía costera hacia Belisario. En el camino, se encontraron con el guardaespaldas de Belisario, Uliaris, con 800 hombres de su guardia personal pero fueron arrastrados en la huida, que solo paró cuando se encontraron con la fuerza principal de Belisario. Gelimer aún tenía la victoria a su alcance si se hubiera dirigido hacia Belisario o al destacamento de Juan, que habia sido desorganizado por la persecución de las tropas de Ammatas. No obstane, cuando vio a su hermano yaciendo entre los caídos, Gelimer se derrumbó llorando e insistió en tomar a su cuidado los preparativos funerarios en el lugar.
Belisario rápidamente recibió a su vanguardia en fuga y, después de organizarla, avanzó inmediatamente contra el ejército vándalo en Decimum. Desprevenido y en desorden, los vándalos fueron rápidamente puestos en fuga por la caballería de Belisario, y en la tarde del 13 de septiembre, pudo dar descanso a su fatigado pero victorioso ejército. En cuanto a Gelimer y su ejército, estaban huyendo hacia Numidia y la llanura de Boulla. Puede parecer sorprendente que Gelimer no se retirara a Cartago, pero consideró que los muros de la ciudad estaban en tal deterioro que la ciudad no podía ser mantenida. También, la población civil fuertemente favoreció la causa romana, y el ejército vándalo era mejor empleado en áreas abiertas, favoreciendo a su caballería (aunque la presencia de los arqueros a caballo hunos eliminaron ahora algo de esa ventaja). Los otros vándalos en las ciudades se rindieron o huyeron.. Los romanos habían ganado la batalla por suerte o habilidad, pero pudo haber terminado de otra manera fácilmente.
En el día siguiente a la batalla, la infantería romana llegó a Decimum, y desde allí Belisario con precaución avanzó hacia Cartago y acampó fuera de la ciudad. El segundo día, el ejército romano entró en la capital y se encontró con los jubilosos habitantes. Luego descubrieron que Hilderich había sido asesinado por orden de Gelimer. Esto reforzó la legitimidad oficial de la campaña. Ahora los romanos parecerían estar vengando el asesinato del rey vándalo legítimo. No obstante, aún no parecía que había ninguna oposición vándala al gobierno de Gelimer, o, al menos, no tenemos noticias de ello, y debemos suponer que el pro-romano Procopio la habría mencionado si hubiera existido. La flota romana llegó a Cartago el mismo día, y la población quitó la gran cadena que cruzaba la entrada al puerto de Mandracium. Los romanos todavía desconfiaban de la flota vándala, no obstante, y no estaban seguros de si la totalidad de la flota romana podía caber dentro del puerto, de modo que la devolvió a la costa y la ancló en la bahía más segura de Tunes (Túnez). Mientras, los exultantes habitantes liberaron a los comerciantes romanos.
Belisario alojó sus tropas en Cartago como lo haría en cualquier ciudad romana, y Procopio parece en cierto modo sorprendido de que las tropas avanzaran ordenadamente alrededor de la ciudad sin tomar ventaja de la situación para saquear a los habitantes. Belisario hizo de la anterior residencia de los reyes vándalos sobre la Colina de Byrsa su cuartel general, y se sentó en el torno del rey vándalo. Salomón fue enviado a Constantinopla para anunciar la gran victoria al emperador, y Justiniano tomó los nombres de victoria de Africano, Alánico y Vandálico, por primera vez usados el 21 de noviembre de 533. Esta fue la primera y única vez que un emperador romano tomaría el nombre de victoria de Vandálico.
La búsqueda vándala de ayuda de los visigodos en Hispania fua rechazada entonces. Los visigodos se situaron con los ostrogodos en su actitud hacia los vándalos y la rápida y decisiva victoria -noticias de la cual llegaron a Hispania antes que los emisarios vándalos- probablemente también pesó fuertemente en la decisión. También como resultado de la victoria en Ad Decimum, la mayoría de las tribus moras en Mauritania, Numidia y Bizacena ofrecieron su alianza al imperio romano. Mientras el ejército romano estaba ocupado reparando las fortificaciones de Cartago, y se excavó un foso alrededor de la muralla de la ciudad y se levantó una empalizada en las parte más expuestas al peligro. A los vándalos que habían buscado refugio en las iglesias se les dio promesa de salvaguarda.
El reino vándalo estaba disolviéndose alrededor de Gelimer, y no tenía otra elección que desafir al ejército romano en batalla. El rey reunió a sus guerreros restantes y algunos moros que aún eran amistosos hacia él. Las actitudes de las tribus moras oscilaban ya que esperaban el desenlace de la lucha. Oficialmente apoyaban a los romanos, pero no enviaron tropas. Gelimer también ganar los corazones y mentes de la población campesina local al distribuir dinero, y se ganó muchos. Mandó a estos que mataran a cualquier romano que entrara en el país, y a cambio les daría oro por cada persona asesinada. En consecuencia, los campesinos mataron mataron a muchos del ejército romano, pero principalmente esclavos y servidores que estaban buscando botín. Los locales cortaron sus cabezas y recibieron su recompensa de Gelimer, que pensó que todos eran soldados romanos. Esto demuestra que, al menos, las partes más bajas no apoyaron el regreso del emperador romano, y que grupos entre ellos estaban dispuestos a apoyar a los vándalos a cambio de dinero. Belisario también encontró un ciudadano local en Cartago culpable de traición y le empaló en una colina ante la ciudad para desanimar a otros de ayudar a los vándalos.
7. El retorno de Tzazo
Gelimer también recibió otros refuerzos de su hermano Tzazo. Éste había derrotado a Godas y sus rebeldes en Cerdeña, pero recibió noticia desde África de la grave situación allí. Zarpó con su ejército y desembarcó en la costa del norte de África, probablemente en Thabraca en la frontera entre la Proconsular y Numidia. Desde allí avanzó hacia la llanura de Boulla, a unos cuatro días de Cartago, donde Gelimer estaba organizando sus tropas. No tenemos más noticias de la flota vándala, pero probablemente fue a un puerto seguro, y más tarde fue capturada por los romanos, ya que no oimos nada de ella sobre que fuera quemada. La reunión fue desgraciada, y Procopio relata como los dos hermanos se abrazaron el un con el otro y permanecieron entrelazados en un largo y silencioso abrazo, incapaces de hablar ninguno por las lagrimas. Cuando Cirilo, el líder de las tropas enviadas para apoyar a Godas en Cerdeña, tuvo noticias de la muerte de Godas, zarpó hacia Cartago y se unió al ejército romano allí.
Los vándalos esperaban la traición entre los habitantes de Cartago o entre los soldados romanos, muchos de los cuales eran de origen germánico y por tanto arrianos, y también entraron en negociaciones secretas con los aliados hunos de los romanos, y les prometieron grandes sumas de dinero a cambio de su apoyo. Los hunos decidieron apoyar al vencedor de la cercana batalla, fuera vándalo o romano. Mientras, Gelimer se acercó bastante a Cartago para cortar el acueducto y bloquear los caminos. Pero Belisario se enteró de las negociaciones con los hunos por los desertores del ejército vándalo -probablemente provinciales romanos- y, por tanto estaba preparado. En consecuencia, dio a los hunos muchos regalos y les invitó a banquetes, y de este modo les persuadió para contarle lo que Gelimer le había prometido. Los hunos explicaron que ellos temían que si los romanos ganaban la guerra, a los hunos nunca se les permitiría regresar a sus tierras nativas y el botín que ellos hubieran capturado ya les sería quitado. Pero Belisario les prometió que si los vándalos eran derrotado, serían enviado a casa tan pronto como fuese posible, con todo su botín. Así recuperó el apoyo de los hunos.
8. La batalla de Tricamarum (15 de diciembre de 533)
Belisario, confiando en las áreas abiertas donde sus arqueros a caballo serían superiores, envió a su ejército contra el rey vándalo. Su fuerza principal de caballería, excepto 500 soldados al mando de Juan el Armenio fueron enviados como avanzadilla para vigilar al ejército vándalo. El día siguiente, Belisario avanzó con la infantería y 500 jinetes restantes. No cabe duda de que la razón para la disposición de sus fuerzas fue la misma que durante la marcha a Cartago y planeó contar la rápida fuerza de caballería de los vándalos. Si se entablaba el combate, la caballería romana se retiraría hasta la fuerza de infantería principal, y atacaría con todo el ejército.
La caballería romana encontró el campamento vándalo en Tricamarum, a unos 30 kilómetros y medio al oeste de Cartago (el lugar real no se ha identificado), y acamparon sobre la otra parte de un pequeño riachuelo. Después de las habituales arengas, en las que él -de acuerdo con Procopio- pidió a los vándalos que no avergonzaran la memoria de Geiserich, Gelimer dirigió sus tropas a la hora del almuerzo, cuando los romanos no estaban preparados, sino ocupados con su comida. Los vándalos se desplegaron junto a la pequeña corriente, y los romanos se colocaron apresuradamente en el otro lado. Belisario se desplazó al centro con 500 jinetes, dejando a la infantería atrás avanzando al paso. Los hunos estaban situados en la parte de atrás, ya que no les gustaba mezclarse con el resto del ejército romano. Además, esta posición era particularmente favorable a sus planes de ver quien estaba ganando antes de unirse a la lucha. Es una incógnita por qué los vándalos no tomaron la oportunidad de atacar inmediatamente, cuando los romanos estaban en desorden. Quizás, habiendo interrumpido su comida, querían dejar a los romanos cansados por la sed, el hambre y el calor antes de atacar.
Las alas vándalas estaban dirigidas por los quiliarcas -líderes de las unidades de millaje- y el centro estaba comandado por Tzazo, con los aliados moros en reserva. El mismo Gelimer se movió para impulsar a las tropas donde se necesitaba y dio la orden de no usar sus lanzas u otras armas, excepto para cerrar y solamente emplear espadas. sin duda la destrucción del destacamento de Gibamund por los arqueros a caballo hunos le habían hecho entender que los vándalos tenían una oportunidad solo si se acercaban tan pronto como fuera posible y usaban sus habilidades en combate cuerpo a cuerpo. los vándalos parecen haber tenido un ejército en cierta manera más grande que los romanos, posiblemente alrededor de 15.000 guerreros, aunque no hay razones para creer a Procopio cuando afirma que eran diez veces más que los romanos.
Los ejércitos estuvieron esperando un tiempo, tras el cual los romanos atacaron al centro vándalo con la guardia personal de élite de Belisario. Probablemente Belisario sabía que sus tropas solo se debilitarían por la falta de comida y por tanto, tenía que forzar un desenlace antes del ocaso. Los vándalos rechazaron a los romanos en las primeras dos cargas, pero en la tercera, Tzazo resultó muerto, y el centro vándalo comenzó a huir. Con el resto de las fuerzas romanas cruzando ahora la corriente, los guerreros vándalos comenzaron a huir en ambas alas, y los indecisos hunos se unieron al ejército romano en la persecución. Los vándalos huyeron a su campamento, mientras que los romanos desvistieron a los vándalos muertos de sus objetos de valor. Los romamos tuvieron menos de cincuenta muertos, y los vándalos alrededor de 800.
Al final de la tarde del mismo día, cuando llegó la infantería romana, Belisario avanzó para atacar el campamento vándalo. Éste estaba rodeado por una empalizada, tal como los vándalos solían levantar, pero principalemtne se intentaba mantener a salvo a sus caballos dentro y no estaba destinado a ser defendido. Al ver del avance del ejército romano, Gelimer huyó por el camino a Hippo Regius con un pequeño grupo de sus parientes, dejando al resto de los vándalos que se defendieran por sí mismos, Sin liderato, el ejército vándalo se desintegró y huyó. El campamento fue tomado fácilmente, y los romanos estaban asombrados por la cuantía del tesoro en él. Los tesoros del saqueo de Roma en 455 estaban allí, ya que eran el botín de las incursiones vándalas sobre los romanos y los godos. Esto demuestra que el rey vándalo probablemente siempre viajaba con parte del tesoro real. El campamento vándalo fue capturado tres meses después de que el ejército romano hubiera llegado a Cartago, en torno al 15 de diciembre de 533.
Al tomar el campamento y encontrar tal botín y bellas mujeres vándalas, que habían viajado con sus maridos, el ejército romano se volvió completamente desorganizado, y Belisario fue incapaz de controlarlo hasta el amanecer. Procopio afirma que si en este momento el ejército se hubiera reunido y hubiera atacado a los romanos, todos ellos habrían sido destruidos. Por la mañana, Belisario consigiuió reunir unos pocos cientos de sus escolta personal, y envió a Juan el Armenio con 200 de ellos para cabalgar día y noche para coger a Gelimer. Belisario sabía que capturando al rey vándalo terminaría la guerra. Los vándalos capturados en la batalla y en otros lugares fueron reunidos en Cartago de modo que pudieran ser enviados en Constantinopla en la primavera para el enrolamiento en el ejército romano -algo común que se hacía con los bárbaros derrotados en este periodo. Probablemente fue en esta época cuando la flota vándala fue capturada. Como no tenemos noticias de ninguna fuerzas vándalas de consideración que vinieran desde la flota, podemos suponer que estuviera tripulada posiblemente por provinciales romanos.
Después de cinco días y noches, Juan estaba alcanzando a Gelimer, pero por accidente un soldado borracho disparó una flecha a Juan. Los romanos pararon para cuidar del mortalmente herido Juan, y Belisario tuvo que abandonar la persecución, la cual se había demorado muchísimo. Cuando alcanzó Hippo Regius, supo que Gelimer había huido a una fortaleza en el monte Papua (desafortunadametne, el lugar exacto de esta montaña no ha sido localizado) y por tanto ya no podía ser capturado. La montaña solo podía escalarse por un difícil sendero, que era defendido por los moros que vivían allí y los vándalos de Gelimer. Belisario necesitaba volver a Cartago para supervisar la campaña, así que una tropa de hérulos con equipo ligero fue dejada para asediar a Gelimer, ya que era demasiado difícil capturar el lugar. Mientras, Belisario se trajo muchos vándalos desde Hippo Regius, así como una parte de la nobleza vándala, a Cartago.
Cuando las noticias de la gran victoria en Tricamarum llegaron al emperador, emitió dos edictos que exponían la organización civil y militar de las provincias conquistadas. Se estableció una tercera prefectura pretoriana para el norte de África, e incluía Cerdeña, Córcega y las Islas Baleares. Se crearon siete nuevas provincias. Se describía en detalla el establecimiento y salario de cada funcionario, descendiendo hasta el clérigo más bajo. El prefecto pretoriano tendría un personal de 396 empleados y un salario de anual de 100 libras de oro. En los edictos, los cuales fueron emitidos en 534, Justiniano anunció una vez más que Cristo había decidido que África sintiera una vez más su generosidad después de 105 años de cautiverio por los vándalos, que eran "a la vez enemigos de espíritus y cuerpos", aludiendo a sus creencias heréticas.
Etapas de la Guerra Vandálica |
9. La captura del tesoro real vándalo
Mientras permanecía en Hippo Regius, los romanos tuvieron una suerte extraordinaria. El escriba de Gelimer, Bonifacio, había sido puesto a cargo de parte del tesoro real al comienzo de la guerra. Sus órdenes eran embarcar en un velero rápido en Hippo Regius y dirigirse a la Hispania visigoda con el tesoro si la guerra se perdía. Después de la derrota de Tricamarum Bonifacio hizo lo que se le había ordenado y zarpó para Hispania. Pero el viento iba contra el barco, y fue obligado a volver a Hippo Regius. Cuando tuvo noticia de la llegada del ejército romano, intentó hacer que los marineros navegaran a cualquier parte, pero se había levantado una tormenta, y no quisieron zarpar del puerto. Sin otras opciones, Bonifacio rindió el tesoro a Belisario y a cambio no sufrió daño. De este modo, Belisario se hizo cargo del resto del tesoro de los vándalos. No sabemos el tamaño del tesoro real, pero la reina ostrogoda Amalasuntha era conocida por tener un tesoro de 400 centenaria, o 2.880.000 solidi -alrededor de 13 toneladas de oro- a su disposición. Cuando los romanos capturaron su tesoro, no fue descrito con tales superlativos, así que podemos suponer que el tesoro vándalo era un poco mayor. Todavía existe una pieza del tesoro real vándalo -un bol de plata con la inscripción Geilamir Rex Vandalorum et Alanorum (Gelimer - Rey de Vándalos y Alanos).
Cuando Belisario regresó a Cartago, juntó a los vándalos capturados en el norte de África y los preparó para ser transportados a Constantinopla cuando llegara la primavera. Mientras, se enviaron tropas para ocupar sus dominios periféricos, que incluían Cerdeña, Córcega y las Islas Baleares, Menorca y Mallorca, en incluso ocuparon Septem, enfrente de Gibraltar. Cirilo trajo la cabeza de Tzazo a los habitantes de Cerdeña ya que no querían creer que el reino vándalo había caído. Cesarea, en la Mauritania Cesariense, fue ocupada por una guarnición. También fueron enviadas tropas a Tripolitania, donde Pudencio y Tattimuth estaban muy presionados por los moros. No se intentó ocupar el resto de las provincias mauritanas, la parte meridional de Numidia, o la parte occidental de Bizacena, las cuales, por el momento, siguieron estando en manos de los moros.
Los jefes moros, que habían esperado al desenlace de la contienda, renovaron su alianza con el imperio. Las tropas romanas también fueron enviadas a la ciudad de Lilibeo en Sicilia, que había sido entregada como dote de la princesa ostrogoda Amalafrida cuando ella se casó con el rey Thrasamund. Pero los ostrogodos, que ya habían ocupado la importante ciudad y su fortaleza, no quisieron rendirla a los romanos, reclamando que ahora era su posesión. Los romanos enviaron una airado mensaje a los comandantes godos que mantenían Lilibeo, reclamando que ellos se habían apoderado de una posesión que los romanos habían ganado al derrotar a los vándalos y al usurpador Gelimer. Si la ciudad no era entregada a los romanos, habría guerra. Por supuesto los ostrogodos no iban a dar a los romanos una fortaleza en Sicilia, y se negaron. Pero estaban dispuestos a llevar el asunto ante el emperador para el arbitraje. El emperador Justiniano quería volver a tomar Italia, y por sus acciones, los romanos tenían ahora un casus belli -una justificación para hacer la guerra sobre el reino ostrogodo. La próxima guerra tendría un gran impacto sobre los asuntos en el norte de África.
10. El fin del reino vándalo
Mientras, con el frío de la temporada de invierno, los hérulos se estaban cansando de seguir con el asedio de Gelimer en el monte Papua. Por tanto, intentaron forzar la ascensión, y fueron lanzados de vuelta, con 110 guerreros muertos. No obstante, los vándalos en la montaña estaban presionados por el hambre y no estaban acostumbrados a tales privaciones, mientras que los moros estaban habituados a la vida dura y no estaban tan afectados por el hermético bloqueo romano. Con un asalto directo imposible, Faras, comandante de los hérulos, se volvió a ofrecer a Gelimer condiciones si se rendía. La oferta del emperador era darle el rango de patricio, dinero, y tierras en el imperio romano a las que pudiera retirarse. De acuerdo con Procopio, Gelimer rechazó la oferta y en su lugar pidió tener una hogaza de pan, una esponja, y una lira. Quería el pan porque no había tenido pan horneado desde que llegó a la montaña, la esponja era por su ojo, que se le había infectado, y la lira era para tocarla junto con una oda relativa a su gran desgracia, ya que era un hábil arpista. Podemos elegir creer o no este retrato de la personalidad de Gelimer.
Después de tres meses, el invierno estaba finalizando y así estaban los espíritus de Gelimer. Su familia estaba sufriendo de hambre, y cuando vio a dos niños peleando por un trozo de pan, finalmente abandonó e informó a Faras que se rendiría si las condiciones originales se cumplían. Después de que Faras consultara con Belisario en Cartago, las condiciones fueron confirmadas, y Gelimer, su familia y sus seguidores en el monte Papua se rindieron a finales de marzo o a comienzos de abril de 534.
El reino vándalo llegó a su fin, por tanto. Noventa y cinco años después de la toma de Cartago por Geiserich, el reino vándalo había caído, y Cartago y el norte de África fueron una vez más romanas. Procopio estima que había unos 80.000 hombres vándalos en el norte de África en la época de Belisario y que casi todos fueron muertos en la guerra. Mientras que indudablemente es una exageración, es cierto que la nación vándala fue aplastada y que no habría rebeliones, ya que quedado demasiado pocos para luchar.
Para el imperio romano, la derrota del reino vándalo fue una victoria de importancia estratégica. la campaña fue rápida, y en solo unos pocos meses el norte de África había sido tomado sin ningún daño que decir y pocas pérdidas. El enorme tesoro del reino vándalo iba a ser enviado a Constantinopla para financiar las próximas operaciones contra los ostrogodos. Con el norte de África asegurado, era posible ahora un asalto sobre Sicilia y el reino ostrogodo. La amenaza de la flota vándala se fue, y la campaña en Italia podía ser abastecida desde el norte de África y Cerdeña sin problemas.
La sorprendente victoria también había provocado que los romanos cambiaran sus tácticas y desplegaran un ejército diferente y más eficiente. Todas las batallas importantes se habían obtenido usando la fuerza de 5.000 jinetes, incluso sin estar presente la caballería. La caballería fue reforzada, por tanto, enormemente. Particularmente interesante, desde el punto de vista táctico, fue la batalla entre los arqueros a caballo hunos y el destacamento de 2.000 jinetes de Gibamund, en la que los vándalos fueron destruidos sin pérdidas para los hunos. En consecuencia, la caballería romana fue entrenada más en estas tácticas, así como ser para ser capaz de funcionar tanto como caballería de choque como arqueros a caballo. Para el mundo romano y bárbaro el prestigio de la victoria fue grande. Un general romano y 5.000 jinetes habían derrotado a la feroz nación vándala, en un tiempo el terror de todo el Mediterráneo.
El 13 de abril de 534, Justiniano emitió instrucciones para la organización civil y militar de las provincias reconquistadas. Arquelao fue nombrado prefecto del pretorio, y Salomón fue designado magister militum y fue dejado con algunas tropas. Se dio instrucciones a los generales romanos para que recobraran el territorio que los vándalos habían perdido a manos de los moros, para restablecer la vieja frontera militar, y desarrollar regimientos de limitanei para patrullarla tan pronto como fuera posible para aliviar la tensión sobre el ejército de campo.
Belisario regresó a Constantinopla con el cautivo Gelimer y varios miles de prisioneros vándalos, que fueron enrolados en cinco regimientos para utilizarlos en la frontera oriental. También llevó con él el enorme tesoro real de los vándalos. Al llegar a Constantinopla, a Belisario se le concedió un gran triunfo, un honor especial reservado a generales particularmente exitosos. Este fue el primer triunfo celebrado pro un súbdito romano desde el reinado de Augusto (31 a.C.-14 d.C.), pues solamente a los emperadores y sus parientes cercanos se les permitía tan gran honor. También sería el último triunfo celebrado en la historia del imperio romano. La ocasión fue marcada con mucha pompa, y Belisario fue desde su casa en los suburbios hasta el Hipódromo, donde el victorioso general y el derrotado rey de los vándalos se inclinaron ante el emperador. Cuando el rey vándalo llegó ante la sede del emperador en el Hipódromo, fue despojado de su toga púrpura de realeza y fue obligado a echarse al suelo boca abajo para hacer una reverencia a Justiniano. De acuerdo con Procopio, en la desesperación de caer tan lejos de ser el rey de un reino fuerte a ser un prisionero, no lloró, pero siguió diciendo las palabras de la Biblia, "Vanidad de vanidades, todo es vanidad" (Eclesiastés 1:2). De esta manera finalizó el reino vándalo. Por su victoria, Belisario fue hecho cónsul el 1 de enero de 535.
A Gelimer y su familia le fueron concedidas tierras en Galacia, en Asia Menor, y permitieron que viviera allí hasta que murieran. Pero no le fue otorgado el rango patricio, debido a que se había negado a convertirse desde el arrianismo. Los hijos de Hilderich, que descendían del emperador Valentiano III, recibieron grandes sumas de dinero.
BIBLIOGRAFÍA:
TORSTEN CUMBERLAND JACOBSEN: A History of the Vandals. Westholme Pub, 2012