Introducción
A finales del IV milenio,
el clima del Próximo Oriente, hasta entonces relativamente húmedo, comenzará a
cambiar y se irá convirtiendo progresivamente en más seco. Esto traerá como
consecuencias: por una parte, la existencia de una nueva migración, procedente
de las regiones en la que la supervivencia dependía de las lluvias; y por otra,
que en la Baja Mesopotamia, muchas ramas del Éufrates dejaron de llevar agua, y
el lecho principal del río se desplazó hacia el oeste. Por tanto, numerosas
aldeas desaparecieron y sus habitantes se fueron a poblar las ciudades, que
comenzaron a hacerse grandes. A comienzos del Dinástico Arcaico, hacia el 2900,
Ur ya ocupará 50 hectáreas, Uruk 400 y Lagash 500, lo que supone la existencia
de poblaciones de entre 10.000 y 50.000 habitantes. Para paliar la escasez de
los cursos de agua naturales, se excavaron grandes canales, y el esfuerzo
colectivo que ello implica, así como la equitativa distribución de este agua de
irrigación hicieron crecer las responsabilidades de los sumos sacerdotes,
“señores” tradicionales de las ciudades, así como reforzar su autoridad. Las
ciudades se rodearán de imponentes murallas, lo que pone de manifiesto los conflictos
que, más tarde nos descubrirán determinados textos, y los jefes religiosos se
transforman en jefes militares, o les ceden su lugar a estos. De este modo es
como nacieron, al parecer, los principados de Sumer y Akkad, con sus ciudades
fortificadas, sus territorios bien delimitados y sus soberanos, “vicarios de
los dioses”. De ahí se deriva el nombre de este periodo histórico: Dinástico Arcaico.
|
Mesopotamia durante el periodo Dinástico Arcaico |
I. Periodización del Dinástico Arcaico
El primero de los periodos históricos de Mesopotamia
comienza en 2900 y termina con la conquista de Sargón de Akkad (2317), que
marca el comienzo de una fulgurante expansión de los semitas de la región de
Kish (periodo de Akkad). Por esta razón se le suele llamar en muchas ocasiones
periodo presargónico, pero quizá el término más correcto sea la expresión Dinástico
Arcaico, tomada del inglés “Early Dynastic”, porque da cuenta mejor de la
naturaleza de esa época y no presupone
su fin. El Periodo Dinástico Arcaico
(abreviado DA) se divide a su vez en tres partes: DA I (2900-2750), DA II
(2750-2600) y DA III (2600-2334),
subdividido a su vez este último en DA
III A (2600-2500) y DA III B
(2500-2334). En propiedad, si para fijar el comienzo de la historia
mesopotámica se toma como criterio la inscripción más antigua de un soberano de
esta región, únicamente una parte del DA II y la totalidad del DA III son
históricos. El DA I y los primeros decenios del DA II serían “prehistóricos”, a
menos que algún día se descubra una inscripción real que haga retroceder el
comienzo de este periodo.
La datación interna del periodo Dinástico Arcaico se obtiene coordinando la
documentación estratigráfica (que es la única disponible para el DA I, y
prevalece en el DA II) y las fuentes escritas (que ya se pueden utilizar en el
DA III A, y prevalecen en el DA III B). Pero los distintos yacimientos
contribuyen de forma desigual. Las secuencias estratigráficas más largas y
fiables aparecen en las excavaciones del valle del Diyala (templos
ovales de Anu, Sin, Nintu y Khafaya, templo de Abū en Tell Amar, templo
de Shara en Tell Aqrab). En Ur aparecen complejos monumentales, como el
cementerio real. En Fara y Abū Salabikh se han hallado los
primeros archivos administrativos (en el DA III A). Por último, en Lagash se
han hallado las inscripciones históricas más interesantes y el archivo
administrativo más voluminoso (del DA III B), pero se ha perdido prácticamente
la referencia arqueológica, debido a los métodos expeditivos de excavación del
pasado. Por tanto, no resulta fácil coordinar datos de naturaleza distinta
procedentes de distintos yacimientos. Además, un documento escrito de
extraordinaria importancia arqueológica, la “Lista Real Sumeria”, puede servir como esquema básico, pero no es
un objeto fiable en lo que respecta a las dinastías anteriores a la I de Ur,
presenta en una sola secuencia varias dinastías contemporáneas, y censura por
completo la de algunas ciudades importantes (sobre todo Lagash y Umma).
En cualquier caso, el Dinástico Arcaico II, al que se remontan las primeras
inscripciones reales (Enmebaragesi de Kish), todavía es un periodo
esencialmente arqueológico, caracterizado por algunos lotes característicos de
hallazgos y por algunos estilos distintivos (estilo de Fara en la glíptica,
esculturas “abstractas” del templo de Abū en Tell Asmar, tablillas
arcaicas de Ur, etc). La situación del
Dinástico Arcaico III A es bastante parecida. También se caracteriza por
estilos y grupos de hallazgos arqueológicos (escultura “naturalista” del templo de Abū, estilos glípticos de
Imdugud-Sukurru y de Meskalamdug, taraceas relacionadas con las del cementerio
real de Ur, placas votivas relacionadas
con las de Nippur Inanna VII, etc). Pero aparecen los archivos administrativos
de Fara y Abū Salabikh y las inscripciones dedicatorias del cementerio real de
Ur (dinastía kalam, obviada por la lista real. Solo en el subperiodo III
B hay una convergencia adecuada de los datos de la lista real (a partir de
entonces es más o menos fiable, aunque tendenciosa en sus selecciones), los de
los archivos (Lagash) y los de las inscripciones reales (sobre todo Lagash y
Ur, con algunos reyes de Kish y Uruk, atestiguados aquí y allá), todo ello
completado por las estratigrafías de los templos y la evolución de la glíptica
y la estatuaria.
|
Cuadro de periodización del Dinástico Arcaico
|
II. Las fuentes escritas para la historia del Dinástico Arcaico
Las fuentes escritas para el estudio de este periodo cubren una variedad de
géneros. Los documentos administrativos
siguen dominando en número, pero también tenemos narraciones políticas escritas por algunos gobernantes de la época
y, más tarde, relatos literarios
sobre otros. Los archivos administrativos aparecen en diferentes sitios en
cantidades cada vez mayores. La información que contienen es cada vez más
amplia, y entendemos mejor los propios textos porque reflejan mejor el idioma
hablado mediante la escritura de elementos fonéticos y gramaticales. En Ur
se excavaron unas 280 tablillas que datan de alrededor del 2800. Las tablillas
administrativas de Fara (antiguo Shuruppak; aproximadamente mil
tablillas) y Abu Salabikh (nombre
antiguo incierto; aproximadamente quinientas tablillas) datan de alrededor del
2500 y se mezclaron con material léxico. El mayor número de textos se remonta
al final del período, con las 1500 tablillas procedentes de Girsu. Durante la mayor parte del
Período Dinástico Arcaico solo los habitantes de Babilonia parecen haber usado
la escritura y fue solo más tarde cuando la tecnología apareció en Siria, donde
se han excavado archivos en Mari
(aproximadamente 40 tablillas), en Nabada
(moderno Tell Beydar; unas 250 tablillas) y especialmente en el oeste, en Ebla (cerca de 3600 tablillas), todas
datadas alrededor del 2350.
Un nuevo tipo de textos, las inscripciones
reales, proporcionan la información más útil respecto al estudio de la
historia política. Al principio era una simple escritura de un nombre y el
título real en un objeto votivo, indicando qué individuo lo dedicó, como, por
ejemplo, "Mebaragesi, rey de Kish"
en una vasija de piedra que data de alrededor del 2650. Pronto las inscripciones
reales incluyeron breves declaraciones, como que el gobernante había encargado
la construcción de un templo, haciéndose más largas con el tiempo al dar cuenta
de las hazañas militares asociadas con el acontecimiento conmemorado. El género
culminó en el primer milenio con largos y detallados informes anuales de las
campañas y descripciones de los edificios construidos. Así, estos registros
proporcionan datos importantes sobre las actividades del gobernante como
constructor y como guerrero. Se ha encontrado un conjunto de textos del Período
Dinástico Arcaico en Adab, Kish, Nippur, Umma, Ur y Uruk. Mari, en el
Éufrates, es la única ciudad siria donde se han excavado inscripciones reales.
Pero el grupo más numeroso proviene, con diferencia, del estado meridional de Lagash, donde nueve miembros de la
dinastía local dejaron un total de 120 inscripciones reales. En ellas se
describen explícitamente las guerras entre ese estado y su vecino, Umma, claramente
sesgadas hacia el punto de vista de Lagash, ya que fueron sus reyes quienes
escribieron las inscripciones. Este conjunto de textos nos permite, por primera
vez en la historia del Próximo Oriente, reconstruir el relato de un
acontecimiento sobre la base de fuentes contemporáneas.
Entre los textos mesopotámicos posteriores que tratan
sobre el periodo dinástico arcaico, la Lista
Real Sumeria (SKL por sus siglas en inglés) ha sido la más influyente en
las reconstrucciones históricas modernas, ya que gran parte de nuestra moderna
terminología está basada en este formato. Términos como la “Tercera Dinastía de
Ur” o la “Dinastía de Akkad” son tomados directamente de la SKL. El texto se
conoce por un manuscrito del siglo XXI a.C. y por diecisiete de los siglos XIX
y XVIII y consiste en una secuencia continua de “dinastías” y reyes, desde los
comienzos míticos, hasta la época de los compositores de los manuscritos
conservados, entre Ur III y el periodo tras la caída de del reino de Isin. La
versión más antigua de la lista de reyes, la Lista Real Sumeria de Ur III
(USKL), comienza así:
"Cuando
la realeza descendió del cielo, [la ciudad] de Kish, era
rey. En Kish,
Gushur fue rey, el hizo 2160 años "
Cronológicamente, el texto en su última edición aborda el periodo desde el
momento en que la realeza apareció por primera vez, antes del diluvio, hasta el
final del reinado de Sin-magir de la
dinastía de Isin (1817 a.C.). En el segmento que cubre el Periodo Dinástico,
las ciudades-estado mencionadas están ubicadas principalmente en Babilonia,
dándose especial prominencia a Ur, Uruk
y Kish. También se incluyen tres
ciudades no babilónicas, Awan en el
este, Hamazi en el norte y Mari en el oeste. Por otra evidencia
sabemos que alguno de los reyes incluidos en la lista gobernaron
consecutivamente al mismo tiempo. El texto los enumera secuencialmente porque
entre los principales elementos ideológicos expresados en él se encuentra que
solo había un gobernante divinamente legitimado al mismo tiempo y que la
realeza hegemónica circuló entre un número restringido de ciudades. La SKL es,
por tanto, conocida también como Crónica de la Monarquía Única. Las
ciudades de la SKL son llamadas “dinastías”, por los historiadores modernos,
aunque el concepto moderno de dinastía como familia gobernante no concuerda con
la antigua terminología estándar. La USKL y las versiones más antiguas
comienzan con la época después del diluvio, y, más tarde fue añadido un pasaje
sobre los reyes antediluvianos.
Al texto se incorporaron listas dinásticas de reyes de diferentes ciudades
y el número de años que gobernaron. La exactitud de las secciones posteriores
se puede comprobar con la información de documentos económicos fechados. Sin
embargo, las primeras partes de la Lista real sumeria son legendarias,
asignando reinados de una duración inverosímil de, por ejemplo 3600 años a
figuras mitológicas como Dumuzi, que
era conocido como el marido de las diosa Inanna y probablemente era puramente
ficticio. En su versión final, los reyes de la dinastía de Isin utilizaron el
texto para legitimar su pretensión de poder supremo en Babilonia, a pesar de
que no controlaban políticamente toda el área cubierta por la Lista real.
El Prisma de Weld-Blundell (abreviado como Prisma
WB) inscrito con la Lista Real Sumeria es el manuscrito más completo de la
lista que conocemos, quizá procedente de Larsa, en Babilonia. Probablemente se
inscribió en el último año de Sin-magir, rey de Isin (1817 a.C.).
|
Prisma Weld-Blundell |
III. Características generales de las ciudades-estado sumerias
1. Pervivencias y novedades respecto al periodo anterior
Ya que hemos dicho que en los primera etapas del Dinástico Arcaico
predominan en exclusiva los indicios arqueológicos, es necesario comparar
aquellos áreas que ya se analizaron durante los periodos anteriores de Jemdet
Nasr y Uruk: la arquitectura monumental, la estatuaria y la glíptica, entre
otras.
Los arqueólogos están de acuerdo en declarar la cultura sumeria
presargónica prolongación de la cultura Uruk-Jemdet Nasr, aunque hay algunas
discontinuidades flagrantes. Así es como en el sur aparece en el DA II, para
desaparecer en el DA III, sin que se sepa por qué, un material de construcción a
priori poco práctico, el ladrillo “plano-convexo” (con una cara lisa y la otra abombada), que se
coloca de canto y cuyas hileras van dispuestas en forma de espina. Todavía es
más curiosa la desaparición de los templos de planta “tripartita” clásica y su sustitución por santuarios en forma de
construcciones con patio central rodeado por numerosas habitaciones, y que
apenas se distinguen de las casas que los rodean, excepto por sus dimensiones,
su contenido, y a veces por sus muros construidos al revés. Este nuevo trazado
está, sin duda, en relación con el papel básico de los templos como centros
administrativos en esta época. También se ve aparecer santuarios rodeados por
un recinto oval -como el enorme templo de Khafaje
y los de El Ubaid y Lagash, más modestos, que desaparecerán
a fines del Dinástico Arcaico.
|
Templo Oval de Khafaje
|
Exceptuando algunas placas votivas, a veces inscritas, y escasas estelas,
la escultura está representada sobre todo por estatuas de adorantes alineadas
sobre bancos de arcilla, que rodean la cella.
Generalmente en pie, pero a veces sentados, melenudos y barbudos, o con cráneo
y mentón afeitados, vestidos, los hombres con una falda de lana y las mujeres
con una especie de sari, con las manos unidas ante el pecho, estos personajes
miran la efigie divina con sus ojos de concha y lapislázuli rodeados de betún.
La calidad es desigual según su procedencia, siendo las de Tell Asmar, con sus ojos inmensos las más impresionantes. Lo que es
extraño es que las estatuillas de adorantes halladas en Nippur y en Girsu, por
ejemplo, en pleno país de Sumer den la impresión de un trabajo rudimentario,
hecho en serie y queden muy disminuidas ante las obras maestras de la época de
Uruk.
|
Los Orantes de Tell Asmar
|
La cerámica característica del DA I en el valle del Diyala y los
alrededores de Kish es la llamada scarlet ware, cerámica pintada con
motivos rojos sobre fondo beige, a la que sucederá una elegante cerámica no
pintada (jarras con asas verticales, platos con un soporte elevado calado,
provista de espirales y cubierta de incisiones. En el arte de los cilindro-sellos
se pasa de los frisos animales ultra-esquematizados a escenas de banquetes y de
héroes híbridos, medio hombre y medio
toro, luchando contra las fieras, que a veces van acompañados de una corta
inscripción. Los trabajos en metal se desarrollan gracias a las
innovaciones técnicas (moldeado del bronce por el procedimiento de la cera
perdida, repujado de los metales preciosos) y nos ofrece bellas estatuillas y
diversos ornamentos.
|
Cerámica "Scarlet Ware "
|
2. Los Principados de Sumer
A comienzos del tercer milenio, Babilonia experimentó un crecimiento
general de la población, posiblemente acelerado
por la inmigración o el asentamiento de grupos seminómadas. En toda la
región hubo un aumento general en el número de ciudades, su tamaño y la
densidad de la población. Se cuentan no
menos de 18 ciudades, ocupando de 50 a 500 Ha. Son de norte a sur: Sippar, Akshak, Kish, Marad, Isin, Nippur, Adab, Zabalam, Shuruppak, Umma, Girsu, Lagash, Nina, Bad-Tibira, Uruk, Larsa, Ur y Eridu, sin contar
algunos yacimientos importantes, como Abu
Salabikh o El Ubaid, cuyo nombre
nos sigue siendo desconocido. Estas ciudades se escalonan a lo largo de dos
lechos del Éufrates muy próximos entre sí, un vestigio del haz de cursos
fluviales de los siglos precedentes. Cada una de ellas se halla rodeada de un
cinturón de jardines y palmerales, al que sucede otra zona de cultivos
cerealícolas, en las que se encuentran algunas aldeas y campamentos
estacionales de los agricultores, todo ello cuadriculado mediante los canales
de irrigación. Más allá de estas zonas se extienden las sabanas en la que pacen
los ganados, los pantanos ricos en peces, y aquí y allá, enclaves del desierto. Políticamente, la Baja Mesopotamia se halla dividida en principados, cada
uno de los cuales tiene como capital a
una de estas ciudades, y a los que se suele llamar por este motivo
ciudades-estado. Los documentos de los que disponemos no permiten afirmar que todas
las ciudades mencionadas hayan sido capitales, pero para una docena de ellas sí
tenemos atestiguada la existencia de sus soberanos. Además, sabemos que el
estado de Lagash, sin duda el más
grande, comprendía en época acadia, 17 localidades principales y ocho centros
administrativos, como Lagash, Girsu y Nina, junto con el puerto marítimo de Eninkimar, lugar todavía no identificado.
|
Mesopotamia durante el Dinástic Arcaico I (c.2900-c.2750)
|
Al principio estas ciudades estado estaban situadas a suficiente distancia
unas de otras como para estar separada por estepas y tierras que no formaban
parte de sus zonas agrícolas. Pero el continuo aumento de la población requería
una extensión de las áreas cultivadas, por lo que las fronteras de las
ciudades-estado, especialmente en el sur, se volvieron contiguas, e incluso se
superpusieron. La desecación del clima puede haber agravado este proceso ya que
provocó un descenso del nivel del mar y una reducción del caudal de los ríos y
ramificaciones. La desaparición de las zonas intersticiales tuvo importantes
repercusiones tanto dentro de los propios estados como en toda la región. Entre
los cambios había una secularización del poder dentro de las ciudades-estado y
una centralización en términos regionales.
Por regla general, las ciudades de Mesopotamia, estaban en esta época
rodeadas por una muralla, a veces
doble y normalmente provista de bastiones, en el interior de la cual se
amontonaba una gran parte de la población. Estas poderosas fortificaciones
ponen de manifiesto la existencia de amenazas de guerra y de conquista, lo que
además confirman las inscripciones que nos muestran a los principados sumerios
luchando entre sí y contra invasores extranjeros.
La unidad socio-económica básica en Mesopotamia parece haber sido la comunidad aldeana, formada por familias
de tipo nuclear (padre, madre e
hijos solteros) o de tipo extenso.
Su estructura concreta se nos escapa y además pudo haber variado de una región
a otra, pero es muy probable que el suelo de cada comunidad fuese considerado
como propiedad de su dios tutelar, lo que explicaría el papel económico
extremadamente importante que desempeñaron los templos, quizá ya desde la época
de El Ubaid.
Será en torno a estos grandes centros religiosos donde tenderán a agruparse
estas comunidades cuando se vayan incrementando, durante las épocas de Uruk y
Jemdet Nasr. A comienzos del tercer milenio, bajo la influencia combinada de la
presión demográfica y de la rarefacción de los cursos de agua y la escasez
subsiguiente de las tierras cultivables, numerosas comunidades desaparecieron,
y sus habitantes emigraron hacia la ciudades, que crecieron, y a veces incluso
se fusionaron, como ocurrió en el caso de Kullaba
y Eanna, que unidas por Enmerkar pasaron a formar la gran
ciudad de Uruk. Cada ciudad poseía
además muchos templos: el de su dios principal (Nanna en Ur, Zababa en
Kish, Shara en Umma, Ningirsu en Girsu, etc), y los de su
familia y las restantes divinidades menores.
El principado, que en este sentido no es más que una ampliación de la
comunidad aldeana, continua perteneciendo a una divinidad. Los pastizales,
ganados y pesquerías, así como el comercio y la industria, serán gestionado por
el Estado según la voluntad divina. Y lo mismo ocurrirá con las tierras
cerealícolas que administra el Templo, pero de las que realmente no es
propietario, ya que no las puede vender. Los únicos bienes que parecen haber
pertenecido a los particulares fueron las casas, los jardines, a veces los
palmerales, y los bienes muebles.
Las tierras cerealícolas se hallaban divididas en dominios, cada uno de los
cuales se hallaba administrado por un templo. Cada dominio, a su vez, se
hallaba dividido en tres partes: el “campo
del señor” (gána-ni-en-na), que alimenta al personal del templo y
que está explotado por los agricultores (engar) vinculados a estas
instituciones y/o por corveas estacionales, que representaban un “impuesto” en
trabajo sobre toda la población; el “campo
arrendado” (gána-uru 4-lá) dividido en parcelas concedidas a cambio
del pago de una parte de la cosecha, y por último, el “campo de subsistencia” (gána-shukura) atribuido en usufructo
a determinadas categorías de dignatarios, funcionarios y subalternos.
Para poder organizar las actividades económicas de la ciudad existía todo
un tropel de escribas, contramaestres (ugula), intendentes (nu-banda), inspectores (mashkim), peritos (agrig) y otros cuadros
subalternos bajo la autoridad de un personaje, a la vez sacerdote y administrador
en jefe del templo, el shanga,
los cuales hacían girar toda esa pesada maquinaria económica.
3. La cuestión de la identidad étnica de la población: sumerios y semitas
El adjetivo sumerio proviene del antiguo nombre acadio (semita) de la parte meridional del
Iraq: Sumer, o más exactamente Shumer, que en los textos
cuneiformes, se escribe normalmente con el logograma KI.EN.GI, leido Kengir.
A comienzo de las épocas históricas tres grupos étnicos vivían en estrecho
contacto, y aparentemente en buenas relaciones en esta región: los sumerios,
predominantes en el extremo sur, desde los alrededores de Nippur hasta las
riberas del Golfo Pérsico; los semitas, muy numerosos, sobre todo entre
Nippur y la región de Bagdad, en lo que se solía llamar País de Akkad, y
por último, quizás una difusa minoría, cuyo nombre nos resulta desconocido, y a
la que se puede llamar el “pueblo X”. Para los historiadores
contemporáneos la diferencia entre estas tres poblaciones no es política ni
cultural, sino únicamente lingüística. Estas tres étnias, compartían las mismas
instituciones, la mismas creencias, el mismo modo de vida, las mismas técnicas
y tradiciones artísticas, es decir, la civilización que hemos dado en llamar
sumeria, y a la que probablemente todos ellos hubiesen contribuido. El único
criterio que nos permite distinguirlos es su lengua, que en la actualidad solo
es posible conocer a través de los textos escritos y los nombres propios. En el
Dinástico Arcaico II-III, los documentos suelen estar escritos en sumerio, y
esto dice mucho de la preponderancia de este elemento.
En lo que al “pueblo X” se refiere, ignoraríamos su existencia si no se
diese el caso de algunos investigadores se hubiesen dado cuenta de que los
textos auténticamente sumerios contienen vocablos que no son ni sumerios y
semíticos, sobre todo algunos nombres de personas, muchos topónimos ni
hidrónimos, como Éufrates (buranum)
y Tigris (idigna), así como
numerosos nombres de oficios y objetos de uso común. Las palabras de este
substrato “presumerio”, con probables conexiones con el área iraní, están
asociadas con las funciones productoras básicas, las que caracterizan a un
estado calcolítico anterior a la primera urbanización. Encontramos luego
términos propiamente sumerios, que se refieren a funciones, “motivados” en el
interior del sumerio, que se refieren a
funciones más especializadas y funciones de dirección y administración. Por
último, hay también términos semíticos prestados, sobre todo para funciones de
movilidad y control.
Esta situación ha inducido una visión esquemática que postula un nivel
presumerio, un nivel sumerio y una aportación acadia posterior. Los dos
primeros habrían llegado del noroeste, y el tercero del noroeste. Menor
justificación tiene el escenario migratorio que antes se atribuía a estas
migraciones. En cualquier caso, nos encontramos con una mezcla lingüística, que
se acentúa cuando examinamos las zonas contiguas. Aparece así un elemento elamita
al este, un otro hurrita (o “subarteo”) al norte, y elementos
semíticos no acadios (primero eblaita,
luego amorrita). Por lo tanto, en el
tercer milenio, los habitantes de Mesopotamia tenían una clara conciencia de la
diversidad de lenguas, como se desprende de la existencia de oficios como el de
intérprete e instrumentos de escribas como el vocabulario plurilíngúe.
La literatura sumeria no nos proporciona la menor indicación sobre el
origen de la población de habla sumeria. El telón de fondo de los mitos y
leyendas de Sumer lo constituyen un paisaje de pantanos y canales, de
cañaverales y palmeras (paisaje típico del sur iraqí), como si los sumerios
jamás hubieran vivido en otro lado, y en estos textos nada parece evocar una
patria ancestral alejada de Mesopotamia. En realidad no sabemos si su “llegada”
fue un fenómeno migratorio datable con precisión o una lenta infiltración. Los
complejos culturales de Ubaid y Uruk (con sus fundamentales innovaciones
tecnológicas y organizativas) estaban vinculados estrechamente con sus zonas de
desarrollo. Por tanto, no se puede decir que “vinieron” de fuera, de zonas en
las que ya se habrían formado antes; más bien parece que el fenómeno cultural
conocido como “revolución urbana” no se inició hasta varios siglos después de
que la población de habla sumeria se hubo instalado en la Baja Mesopotamia, a
través de un proceso evolutivo interno, en el que participaron diversas
poblaciones de distinto origen étnico.
La entrada de los semitas en el Iraq es una constante en esa región desde
tiempos inmemoriales. Los acadios, que derivaban su nombre y el de su lengua de
Akkad, capital del reino fundado por
Sargón (Šarru-kīn), constituyen la más antigua capa semita registrada
en Mesopotamia. Es posible que no fueran el pueblo semita más antiguo instalado
en el país. Quizá se superpusieran a una capa anterior que participara en la
primera colonización de Babilonia durante el quinto milenio. Los más antiguos
testimonios fidedignos de la presencia acadia en Babilonia son los constituidos
por los nombres de persona que aparecen en textos arcaicos de Ur y los primeros
préstamos semitas al sumerio. Podemos suponer, durante el Dinástico Arcaico II,
una amplia colonización semita en Babilonia del norte y la región del Diyala.
Teniendo en cuenta el curso de las oleadas semitas posteriores, y especialmente
la “amorrea”, a finales del tercer milenio a.C., es probable que la capa acadia
se trasladara de norte (Siria) a sur, estableciéndose en la región de Diyala y
en la parte norte de Babilonia, con centro en Kish. Desde, a lo más tarde, el Dinástico Arcaico II, la ciudad de Mari, en el curso medio del Éufrates,
fue un importante centro acadio, cuya importancia perduró hasta la época de Hammurabi.
La tradición histórica que refleja la lista de reyes sumeria no da cuenta
de conflicto sumerio-semita alguno. La oposición entre pueblos sedentarios y
pueblos nómadas siempre fue más fuerte que cualquier oposición consciente
sumerio-semita. El temor que inspira la inestabilidad del nómada es común a todos
los pueblos de vida sedentaria, así como, por otro lado, el nómada ambiciona
los bienes, pero no la forma de vida, de los sedentarios. El término kur, abundante en la épica y en
los mitos sumerios, designa el país montañoso, y, en general, el país enemigo o
extranjero, y se refiere tanto al habitante de las montañas del Irán como al
nómada del oeste y el noroeste: prácticamente a todos los no-babilónicos.
En suma, el encuentro entre los dos pueblos fue, como tantas veces en la
historia, fructífero para ambas partes. En la civilización de Akkad el factor
sumerio siguió activo hasta el momento de su extinción definitiva, y el último
apogeo de la civilización sumeria, en el reino de Ur III, no hubiera sido
posible sin la cultura del reino semita de Akkad.
4. Evolución de las instituciones de gobierno en las ciudades estado
sumerias del Dinástico Arcaico
La posición central del templo en la ciudad, que se advierte ya desde la
fase Uruk (3800-3100) en el urbanismo y la arquitectura (recordemos que uno
de signos que caracterizan al fenómeno de la revolución urbana era la
arquitectura monumental religiosa), aparece ahora con mas claridad, gracias a
la documentación escrita, en sus dos vertientes de centro ideológico y
ceremonial, y centro de decisión y organización. La función del templo como
recolector y distribuidor de recursos agrícolas se basaba en la ideología de
que el dios lo recibía como dones y lo redistribuía al pueblo. Así, el jefe de
la administración del templo servía como líder en la ciudad y, desde el periodo
de Uruk, el sustento ideológico principal para el gobernante de la ciudad fue
su función en el templo. El templo era, de hecho, la institución dominante en
la ciudad primitiva y la estructura más grande dentro de sus murallas, a veces
construida sobre una plataforma de tierra que se elevaba sobre otros edificios.
Con la expansión de las zonas de influencia de las ciudades-estado, la
competencia por las áreas abiertas restantes creció y pronto condujo a guerras
interurbanas por las tierras agrícolas. El papel militar de un líder, más que
su papel cultual, se convirtió en algo de suma importancia en tales
situaciones. En las historias sumerias que hablan sobre este periodo, el pueblo
otorgaba al líder de la guerra una autoridad temporal en momentos de crisis. La
asamblea popular erigía a un hombre físicamente fuerte como líder de la guerra
y ese organismo controlaba sus movimientos. Los historiadores modernos a menudo
consideran esta práctica como una evidencia de una “democracia primitiva”, que
dio lugar con el paso del tiempo a un sistema dinástico bajo el cual el
gobierno se transmitía de padres a hijos a lo largo de varias generaciones. El
ideal dinástico del líder de la guerra no era compatible con el de
administrador principal del templo elegido por los dioses por su capacidad de
gestión. Asociamos la nueva clase militar con el palacio y la realeza. En el
dinástico Arcaico vemos la primera aparición de un nuevo tipo de edificio
monumental, el palacio, identificable como tal por su planta residencial.
Además, los documentos de la época mencionan una nueva institución central, el é-gal,
literalmente la “gran casa”, que en
épocas posteriores se refiere claramente a la casa real. Esto es distinto del é,
“casa”, del dios de la ciudad, esto
es, el templo. Estas dos fuentes de autoridad no tienen por qué considerarse
intrínsecamente antagónicas entre sí, pero fusionarlas en una sola no era tarea
sencilla.
En el Dinástico Arcaico, los templos ya tienen una larga historia, mientras
que el palacio es más reciente. Después del primer palacio de Jemdet Nasr (y
otros anteriores en zonas perimesopotámicas), a partir del DA III A aparecen
palacios en el sur de Mesopotamia (Eridu)
y sobre todo en el norte (Kish:
palacios A y P; Mari).
Significativamente, es la época en que aparecen las primeras inscripciones
reales, de Enmebaragesi a Mesalim y la dinastía del cementerio real de Ur. A
una clase dirigente del templo, anónima en el sentido de plenipotenciaria del
dios, como había sido la clase dirigente de la ciudad-templo desde el periodo
Uruk Antiguo hasta el Dinástico Arcaico I, le sucede una clase dirigente
“laica”, detentadora de un poder que mantiene una relación dialéctica con su
propio centro de legitimación y necesita afianzar una imagen más personalizada
de la realeza, haciendo hincapié en unas “dotes” humana y socialmente
comprensibles, como la fuerza o la justicia.
Aún después de la aparición de los palacios laicos, sigue siendo muy
importante la función económica (además de ideológica) del templo. Pero ya está
más matizada y condicionada por la existencia del palacio. En una misma ciudad
coexisten templos muy extensos y complejos, donde sin duda se realizan
actividades económicas, y otros bastantes sencillos, que evidentemente solo se
dedican al culto. El templo deja de ser el centro y se convierte en una célula
del estado palatino; en su interior hay una jerarquía de administradores
sacerdotes que, en líneas generales, mantiene un organigrama ya trazado en los
textos arcaicos de Uruk (y sobre todo en las listas de oficios de Uruk
III).
Los reyes de las ciudades-estado sumerias, una vez lograda la legitimación
interna (basada en la aprobación o el sometimiento de la clase sacerdotal
local) y la legitimación externa (aprobación de Nippur -donde los reyes
hacen ofrendas al santuario de Enlil y buscan legitimación por parte del dios,
para un poder que ya poseen-, red de relaciones con las demás ciudades), son
esencialmente unos administradores del territorio de la ciudad, entendido como
una gran finca. El dios es el dueño de la propiedad y de sus habitantes, y el
rey su “administrador delegado”.
Las funciones básicas del rey son la administración permanente de la
economía y la defensa nacional ocasional contra los ataques enemigos. Los
planos de responsabilidad son dos: uno divino y otro real. El rey tiene la
responsabilidad operativa de crear y controlar las infraestructuras productivas
y el sistema redistributivo, en todas sus vertientes. Pero las buenas cosechas
se deben al dios. Y en la guerra, el rey está al mando de las operaciones, pero
el resultado del enfrentamiento lo decide la voluntad del dios, o mejor dicho,
las voluntades contrapuestas de los dioses contendientes. Sin embargo, el dios
dejará de favorecer a la ciudad, cuando el rey haya cometido alguna infracción.
Por lo tanto hay una tercera función de la realeza no menos importante que las
anteriores: el culto. El rey, además de ser el responsable directo de las
buenas relaciones con la divinidad, para evitar así los desastres naturales u
otras calamidades que están fuera de su alcance.
El problema de la legitimidad es completamente ideológico. La justificación
del poder, en realidad, procede de la capacidad para ejercitarlo. El rey que
sucede a su predecesor por la vía normal tiene una legitimidad obvia, pero no
ocurre lo mismo con los usurpadores o los reyes nuevos. Estos tratan de
justificar su posición argumentando que, si el dios les ha elegido a ellos
entre una multitud ilimitada de posibles candidatos, es porque poseen las dotes
especialísimas del buen rey.
Mientras que el templo despersonalizado no necesitaba crear una imagen que
trascendiera su propia existencia, el rey necesita crear una imagen que le haga
parecer fuerte, justo y capaz, frente a otros antagonistas que codician su
puesto. Las primeras inscripciones reales en objetos dedicados, halladas en los
templos (vasos de piedra o metal, armas votivas, estatuas del propio rey) o
bajo los cimientos de las obras emprendidas por él (construcción de templos,
excavación de canales) pretenden “reclamar” la eficacia y el poderío del rey,
así como su estrecho vínculo con el dios. Por lo demás, pronto se empieza a
erigir monumentos celebrativos (estelas triunfales, estatuas reales durante la
época Arcaica). Las primeras formas de un aparato celebrativo de la realeza,
desde la celebración de las fiestas hasta la erección de monumentos, alcanzarán
un notable desarrollo, pero aparecen ya con toda su eficacia y reflejan una necesidad.
La inmovilización de riqueza y vidas humanas en las tumbas reales de Ur indica
que la comunidad protodinástica acepta la imagen del rey como legítimo,
esencial y casi sobrehumano trámite entre dicha comunidad y la esfera
sobrenatural de la que dependen la conservación y reproducción de la vida.
5. Títulos reales durante la época Arcaica
Aparecen tres títulos: lugal, en sumerio “hombre grande”, que hay que traducir,
según el equivalente acadio sharru, como “rey”; ēn,
aproximadamente “señor”
(-sacerdote)”, y ensi,
traducido convencionalmente por “príncipe”
(la palabra contiene el término ēn,
pero aún no está claro el significado exacto de la forma compuesta). Ensi correspondía a un rango inferior a lugal
y ēn, y era el título de un
soberano independiente que gobernaba sobre una ciudad y sus alrededores
próximos o de un príncipe dependiente. La limitación regional del título de ensi se deduce de una inscripción de
Eannatum de Lagash que afirma haber poseído “el título de ensi de Lagash
y el título de rey de Kish”. Los reyes de Umma se autotitulaban en sus
inscripciones lugal, pero desde la
perspectiva de Lagash recibían solo el título de ensi. También en ello se perciben las diferencias de rango. En la
lista de reyes sumeria lugal es el título real por excelencia. Nam-lugal equivale a
“monarquía”, entendida como forma de autoridad. El título de lugal unido a un nombre aparece por primera vez en
Kish y Ur (Mebaragesi, Meskalamdug),
pero el término gráfico está ya atestiguado en la época Uruk III-Jemdet Nasr. A
diferencia de lugal y ensi, el título de ēn solo se da
como título real en la ciudad de Uruk. Enmerkar,
Lugalbanda y Gilgamesh aparecen en la literatura épica e hímnica como “ēn
de Kullaba” (Kullaba es, como vimos
anteriormente una de las dos partes de Uruk), lo mismo que Mes-ki’ag-gasher, fundador de la I Dinastía de Uruk, y Gilgamesh en
la lista de reyes. Interesante para la asociación del título ēn con Uruk
es la afirmacion del rey Lugal-kinishe-dudu
(principios del siglo XXIV) de que él tenía la autoridad de ēn (nam-ēn)
en Uruk y la de rey (nam-lugal) en
Ur. Una sola vez, en el caso de En-shakush-ana
de Uruk (c.2410) aparce el título de “ēn de Sumer”. Epigráficamente, ēn
está atestiguado en documentos más antiguos que lugal. El signo escrito
se encuentra ya en textos del estrato Uruk IVa, es decir, de la época de la
alta cultura arcaica sumeria. El ēn
gozaba de gran prestigio fuera de Ur, como demuestra el antropónimo “el ēn colma
a Kullaba” en una tablilla del Ur arcaico.
El ēn de Uruk-Kullaba debió de estar en principio más unido a una
función religiosa que el lugal. Podemos identtificar con el ēn al
“hombre de la falda de red” representado en los sellos cilíndricos del estrato
Uruk IV en función sacerdotal. Es característico de Uruk que la función de sumo
sacerdote coincidiera con la función de soberano de la ciudad, de modo que el ēn
también ostentara el mando del ejército.
El aspecto laico del ēn se refleja en los poemas épicos de
Lugalbanda y Gilgamesh. En una ciudad como Ur o Girsu (centros del estado de
Lagash) probablemente no coincidían, en principio, en una misma persona las
funciones religiosas y laicas. Bajo Entemena de Lagash hallamos en Girsu, junto
al ensi, un sumo sacerdote del dios de la ciudad Ningirsu llamado sanggu,
aunque se trata de un testimonio relativamente tardío.
Habla en favor de una primacía originaria del ēn frente al lugal
(y con ello en favor de la mayor antigüedad del título de ēn en Uruk) el
hecho de que los nombres sumerios de divinidades construidos con el título ēn
(por ejemplo, Enlil, "señor del
viento") sean más antiguos que los nombres compuestos con lugal.
Por otro lado, los textos y documentos de la época atestiguan que el
soberano, llamado lugal o ensi, no permanecía al margen de las
funciones religiosas. Un relieve de Urnanshe
de Lagash (que lleva el título de lugal) lo muestra llevando una espuerta
sobre la cabeza, que simboliza su prerrogativa en la construcción del templo.
En resumen, del problema complejo de la titulatura real se puede decir los
siguiente: en un principio existirían títulos ligados a una ciudad (ēn
en Uruk, durante la época de apogeo de la alta cultura sumeria y hasta entrado
el Dinástico Arcaico II; lugal y ensi en otras ciudades). Las
funciones del ēn, de carácter religioso más marcado, pasaron al lugal
y al ensi; del mismo modo el ēn de Uruk-Kullaba ejercía funciones
laicas como soberano. Durante el Dinástico Arcaico III se impuso en Uruk el
título de lugal y ēn pasó
a ser un título religioso.
IV. Inicios de la historia política en Sumer
En la épica sumeria y en la literatura hímnica se relata un conflicto que
enfrenta al penúltimo rey de la I Dinastía de Kish, Mebaragesi (cuyo
nombre posterior es Enmebaragesi) y su hijo Aka con Gilgamesh de Uruk, venciendo finalmente este último. Si se admite
que Enmebaragesi haya reinado hacia el 2700, este acontecimiento debió haber
tenido lugar hacia 2650. Y representa, junto con la mención en la Lista Real
Sumeria de una victoria de Enmebaragesi sobre los elamitas (“trajo como botín
las armas de Elam”) y los nombres de dos reyes de Ur, Meskalamdug y Akalamdug,
enterrados con gran pompa en el cementerio real de Ur, todo lo que sabemos
acerca del siglo XVIII.
|
Mesopotamia durante el Dinástico Arcaico III A (Periodo Fara) (c.2600-c.2500)
|
Poco después del 2600, sobre un vaso que dedica al dios Zababa, un ensi de Kish llamado Ukhub,
se proclama vencedor de Hamazi, región o ciudad que se sitúa más allá del
Tigris, entre el Diyala y el Zab inferior. Hacia el 2550 aparece otro soberano
de esta ciudad, el lugal Mesalim o Mesilim, que parece ser el
soberano de al menos dos de los ensi de ciudades muy alejadas de Kish,
el de Lagash, Lugal-Shag-Enggur y el de Adab, Ninkisalsi.
Construyó un templo a Ningirsu en Girsu y arbitró una disputa entre Lagash y su
vecina Umma, como veremos más tarde.
Los textos administrativos de Shuruppak, que datan de alrededor de 2500
a.C., atestiguan un acuerdo político por el que parece que algunas ciudades
pudieron coaligarse. En esta pequeña ciudad se guardaban registros de soldados
de Ur, Adab, Nippur, Lagash y Umma. Se dice que estos hombres están “situados en KI.EN.GI (se escribe en mayúsculas
cuando no hay una lectura segura), un término que algunos siglos después llegó
a significar Sumer, la mitad sur de
Babilonia, pero que en este momento se refería a una sola localidad. El mismo
grupo de textos también hace referencia a una coalición en un lugar llamado Unken, la palabra sumeria para
asamblea, compuesta por Lagash, Umma y Adab. Estos arreglos fueron efímeros: fueron el resultado de la
lucha propia de la época: las ciudades concluyeron alianzas para hacer frente a
los enemigos.
En la misma época, hacia 2560, Mesanepadda (= “Héroe elegido por An”), funda la I Dinastía de Ur. Ur era por aquel
entonces una ciudad de alrededor de 4000 habitantes, más pequeña que Uruk o
Lagash, y su territorio era muy reducido, pero era un puerto fluvial sobre el
Éufrates, no lejos del Golfo Pérsico, y ello le proporcionaba su riqueza,
debida al comercio marítimo. En el curso de un reinado de alrededor de 40 años,
Mesanepadda haría de ella una gran capital. Fue generoso con Nippur, donde
construyó una gran parte del templo de Enlil, y después, aprovechándose de un
vacío de poder en Kish -provocado sin duda alguna por una incursión de los
elamitas de Awan- se apoderó de esta ciudad, lo que teóricamente lo hizo amo de
toda la Baja Mesopotamia. Su influencia pareció extenderse todavía más lejos, a
juzgar por el “tesoro de Ur”, hallado en Mari, que da testimonio de la
existencia de relaciones amistosas entre el lugal de Ur y uno de los
reyes presargónidas de esta ciudad. Mesanepadda murió hacia el 2525. De su hijo
A-anepadda (= “Padre elegido por
An”) no sabemos nada, salvo que mandó construir el templo, ricamente
decorado de Ninhursag en El Ubaid. Será bajo su reinado, poco
después de 2500, cuando suba al trono de Lagash Urnanshe, el primero de
una larga dinastía de ensi, muchos de los cuales han dejado abundantes
inscripciones. A pesar de su nombre (= “Guerrero
de Nanshe”) este príncipe, quizá vasallo de Ur, parece haber vivido en paz.
Se dedicó a construir una muralla y muchos templos, hizo excavar canales y
fomentó el comercio con Dilmún, porque también él poseía una ventana al Golfo,
el puerto de Eninkimar. Una placa votiva muy conocida lo representa llevando
dignamente la cesta sobre la cabeza, y acompañado por su esposa, sus siete
hijos y tres dignatarios. Uno de sus hijos Akurgal,
le sucedió hacia 2465, pero de sus diez años de reinado no tenemos más que una
inscripción que nos dice que construyó el Antasura,
templo en la frontera con Girsu. Un texto de comienzo del segundo milenio nos
informa de que su contemporáneo Meskiagnunna,
lugal de Ur, embelleció un santuario
llamado Tummal en Nippur e
hizo entrar en él a la diosa Ninlil.
Ninguna inscripción contemporánea hace alusión a una guerra, pero hacia el
2450 esta pax sumerica bajo la égida de los reyes de Ur se vio
bruscamente alterada. Las tropas de Hamazi,
conducidas por su jefe Khatānish, atravesaron el Tigris y se apoderaron
de Kish, donde permanecerían seis años, antes de que el rey de Akshak la reconquistase, mientras que
en Lagash, Eannatum (= “Digno del
Eanna”, templo de Inanna en Uruk), que accedió al trono hacia el 2455 debió
hacer frente a una o muchas coaliciones, de las que formaba parte Elam y sus
aliados de la Transtigrina, así como Ur, Uruk, Akshak, Kish y, cosa inesperada,
Mari.
Muy mal conocida hasta estos últimos años, la historia de Mari ha llegado a
aclararse un poco gracias a los archivos de Ebla. En efecto, en un texto de gran amplitud y de una precisión
incomparables en esta época, Enna-Dagan,
rey de Mari, recuerda las gestas de
su predecesor Iblu-Il a un rey de
Ebla, de quien no da el nombre, pero que verosímilmente puede ser Ar-Ennum. Iblu-Il, uno de los cuatro
reyes presargónicos de Mari que nos han dejado estatuas, habría invadido el
territorio de Gasur (ciudad que más
tarde será llamada Nuzi), cerca de
Kirkuk, y conquistado una parte de la Siria del norte. Ebla, sintiéndose
amenazada, habría pagado entonces tributo a Mari durante un cierto tiempo. No
poseemos, por desgracia, ningún sincronismo entre Iblu-Il y alguno de los lugal
o ensi de Sumer, pero parece probable que el reino de Mari haya conocido
su apogeo bajo su reinado. Parece ser que Ebrium,
sucesor de Ar-ennum en Ebla, consiguió inclinar la balanza a su favor, pero no
hay ninguna prueba de que hubiese conquistado Mari.
Contra sus enemigos Eannatum se batió como un león, expulsó de Sumer a las
bandas de elamitas, saqueó o aniquiló las ciudades de sus aliados, venció a
Mari, se apoderó de Ur y Uruk, arrancó Kish a Zuzu, soberano de Akshak, y “añadió al ensiato de Lagash el lugalato
de Kish”. Si lo que dice se pudiera tomar al pie de la letra habría reinado
durante un momento sobre todo Sumer, y quizá más allá. Pero la hazaña de
Eannatum sobre la que estamos mejor informados es un conflicto puramente local,
la vieja disputa que ya antaño Mesalim
había arbitrado, erigiendo su estela en el límite de los dos estados. Durante
un periodo de 150 años, aproximadamente del 2500 al 2350, los reyes escribieron
relatos sobre un conflicto fronterizo con su vecina del norte, Umma.
Describieron la guerra en términos de una disputa entre Ningirsu, deidad patrona de Lagash y Shara, diosa de Umma, por un campo llamado Gu’edenna, que significa “borde
de la llanura”. Los reyes se presentaban a sí mismos, como delegados que
actuaban en nombre de los dioses.
En la Estela de los Buitres,
levantada c.2450 por Eannatum de Lagash para conmemorar su victoria sobre Umma,
éste último se presenta a sí mismo como el gigante hijo de Ningirsu, que lo
engendró para luchar por su causa. Según los relatos de Lagash, el dios
principal, Enlil, había demarcado en
el pasado remoto la frontera entre los dos estados que pasaban por Gue’denna.
Por lo tanto, ya en esa época las dos ciudades-estado tenían reivindicaciones
enfrentadas y buscaban recurrir a un arbitraje externo. La secuencia de los
acontecimientos es difícil de establecer, ya que solo se documenta el punto de
vista de Lagash. Al parecer, Ninta
(“Ush”), el ensi de Umma desplazó la estela de Mesalim y marchó sobre la
llanura de Lagash. Conducidos entonces por su soberano, los soldados de Lagash,
con sus cascos de cuero, armados de lanzas y protegidos por sus grandes
escudos, avanzaron en formación cerrada, emprendieron el combate y ganaron la
batalla. La “red de Ningirsu” se abatió sobre sus adversarios y los cadáveres
se amontonaron bajo veinte túmulos. La población de Umma se rebeló y mató a su
jefe. El nuevo ensi de esta ciudad, Enakalle,
firmó la paz. Se fijó la frontera, claramente indicada por un elevado talud
coronado por mojones y capillas. La estela de Mesalim volvió a ser puesta en su
lugar.
|
Mesopotamia en el Dinástico Arcaico III B (c.2500-c.2317)
|
El periodo que siguió a la muerte de Eannatum (hacia 2425) es muy confuso.
Parece ser que En-shakush-anna, ēn de Uruk y Lugal-anne-mundu,
lugal de Adab, ocuparon sucesivamente Kish y Nippur, y se hicieron
reconocer como soberanos de Sumer. En Lagash el conflicto con Umma estalló de
nuevo por dos veces: bajo el reinado de Enannatum
I, hermano de Eannatum, y de su hijo Entemena
(o Enmetena), los ensi de Umma franquearon la frontera y llegaron a
saquear los campos de Girsu. Fueron rechazados y derrotados, pero preocupado,
sin duda alguna, Entemena firmó con su poderoso vecino Lugal-Kinishe-dudu
(= “rey que se lanza a su propósito”)
un “tratado de fraternidad” del que se conocen al menos 46 ejemplares sobre
conos de arcilla. Treinta años más tarde un golpe de estado traería consigo la
caída de la dinastía que había fundado Urnanshe y llevó al trono de Lagash a
una familia sacerdotal que será destronada por Uru’inimgina, el reformador. Fue entonces cuando apareció un ensi
de Umma, llamado Lugalzagesi (= “Rey
que llena el santuario”), que vengará dos siglos de derrotas. Marchará
contra Girsu, se apoderará de la ciudad, la saqueará y la incendiará:
“El hombre de Umma incendió el
talud-frontera. Incendió (el templo) Antasura y robó la plata y el lapislázuli.
Mató en el palacio de Tiras, mató en el Apsu-banda, mató en la capilla de Enlil
y en la capilla de Utu...El hombre de Umma ha pecado contra Ningirsu porque
destruyó Lagash. ¡Que Nidaba, la diosa de Lugalzagesi, ensi de Umma, haga pesar este pecado sobre su cabeza!”
Pero esta maldición, que puede leerse sobre una tablilla anónima, no tuvo
efecto inmediato. Tras Lagash, Lugalzagesi se apoderó de Uruk y Ur, luego
conquistó todo el país de Sumer, y todavía más, tal y como lo indica la larga
inscripción que cubre los numerosos vasos de calcita que dedicó a Enlil en
Nippur:
“Cuando Enlil, el rey de todo el
país, dio a Lugalzagesi la realeza del país y lo justificó ante el país, cuando
puso a todos los demás países a su servicio y, del Levante al Poniente, los
hubo sometido a su ley. Entonces hizo todas las rutas seguras, desde el Mar
Inferior hasta el Mar Superior, a lo largo del Tigris y el Éufrates. Los países
vivían en paz, el pueblo regaba en la alegría, y todos los dinastas y los
príncipes de todos los países se inclinaban en Uruk ante su ley real…”
Hasta hace unos años se habría tomado todo esto por meras bravatas, pero
los ejemplos de Ebla, Mari y Lagash bajo Eannatum dan mucho que pensar. En esos
tiempos, en los que todavía no existía en el Próximo Oriente un poder
sólidamente estructurado, un jefe muy decidido podía, a la cabeza de unos
millares de hombres, gracias al uso de la fuerza y a la explotación de las
rivalidades existentes entre las diferentes ciudades, crearse un auténtico,
aunque efímero “imperio”. El de Lugalzagesi no duró más que 24 años (2340-2316),
antes de sucumbir, a su vez, bajo los golpes de un recién llegado, un semita de
Mesopotamia, Sargón de Akkad.
VI. Reyes y dinastías de las principales ciudades sumerias
1. Kish (Dinastías I a IV)
Esta ciudad estuvo situada a una docena de kilómetros a este de Babilonia,
en el centro de la región en que el Tigris y el Éufrates fluyen muy próximos, a
medio camino entre el norte y el sur. Los sumerios llamaban a esta región uri
ki, y los semitas Akkad. Se ha descubierto que tuvo una ocupación muy
larga, que va desde la época de Ubaid, hasta el siglo V de nuestra era.
a) La I Dinastía de Kish
El hecho de que la Lista Real comenzase en un principio por esta Dinastía I
de Kish indica la importancia que poseía
a ojos de los mesopotámicos. Las Lista Real le atribuye 23 reyes que reinaron
24510 años, tres meses y tres días y medio, lo que se podrá reducir
racionalmente a 150 o 200 años. Con excepción de los dos últimos reyes, los
demás, son hoy por hoy, totalmente míticos. Lo que hay de notable en esta larga
lista de monarcas, es que, al menos doce de ellos llevan nombres semíticos como
el nombre del séptimo rey, Kalibum
significa perro; el del octavo, Qalumum,
cordero; el del noveno, Zuqapiq,
escorpión; el del duodécimo, Arwi’um,
águila, que, si duda, se refieren a las constelaciones. Los demás reyes,
por el contrario tienen nombres sumerios. Tenemos, pues, aquí, el primer
testimonio de la existencia no solo de una fuerte proporción de semitas en esta
región que 300 años más tarde será el corazón del imperio semítico de Akkad,
sino también la presencia de sumerios, igualmente numeroso en esta misma
región.
Hay buenas razones para creer que la I Dinastía de Kish es histórica y sin
duda debe ser situada entre 2900 y 2700. Sin embargo, uno de sus reyes, el
décimotercero, Etana, el pastor,
aparece en la lista como un personaje mítico, que fue transportado al cielo por
un águila. Reino 1560 años (o 1500) y se acompaña de la mención “el que consolida el país”, dato que
alude a una clara política unificadora entre sumerios y semitas. El penúltimo,
llamado Enmebaragesi (o Mebaragesi)
y que aparece en la épica sumeria, esta documentado históricamente por dos
inscripciones que provienen de la región situada al este del Tigris y al sur
del Diyala. Una de ellas está localizada con exactitud en el “oval” del templo
de Khafaji (ver más arriba). La
Lista Real cita en una glosa al nombre de Enmebaragesi, una campaña de este rey
contra Elam. Este sería el testimonio más antiguo del conflicto
babilonico-elamita. El material de que disponemos es escaso, pero las
inscripciones auténticas permiten pensar en la existencia de un “estado”
nortebabilónico de Kish que incluyera la región de Diyala y cuyos monarcas
estuvieran en pie de guerra con el este elamita.
La Lista Real sumeria de la impresión de que el último rey de la I Dinastía
de Kish, Agga (o Akka) fue derrotado
por la I Dinastía de Uruk, pero ahora sabemos que ambas dinastías se superponen
y que Agga, de hecho, era contemporáneo del quinto rey de Uruk, Gilgamesh. Debemos esta información a
un breve poema sumerio en el que se ve a Agga enviar un ultimátum exigiéndole
que Uruk se sometiese a Kish. El ultimátum fue rechazado y Uruk fue asediada,
pero con la simple visión del poderoso Gilgamesh sobre los muros, el ejército
de Kish se dio a la fuga. Por último, los reyes se reconciliaron y fue
restablecida la paz.
La importancia de Kish se refleja en la costumbre, observada desde la época
de Mesalim, según la cual monarcas que no residían en Kish se titulaban “rey de
Kish”. Entre los más importantes habría que nombrar a Mesanepadda de Ur y a Eannatum
de Lagash, como se dijo anteriormente. El título se transmitió hasta entrada la
época de Akkad y continuó en uso, aunque no aparece en Ur III. Se trata de un
título de prestigio que se remonta al tiempo en que Kish ejercía la hegemonía
sobre gran parte de Babilonia y quizá también sobre la región del Diyala.
Posiblemente se quiera rememorar la época de Mebaragesi.
Hasta ahora no se ha establecido cuál fue la ciudad de origen de Mesalim, el primer monarca conocido que
llevara el título de “rey de Kish”.
El nombre de Mesalim es probablemente semita. La lista de reyes no incluye a
Mesalim entre los reyes de la primera dinastía de Kish. El dios protector de
Mesalim era Ishtaran, venerado en Der, en la frontera iraní (actual
Badra), pero de esto no puede deducirse con absoluta seguridad que Mesalim
procediera de la zona fronteriza iraní. Se han hallado inscripciones de este
rey en Adab, en Babilonia central, y en Lagash, en el sur. Al mismo tiempo
reinaban allí monarcas con el título de ensi; Mesalim debió ejercer la
hegemonía sobre estas ciudades, ya que, como se ha explicado más arriba, al
relatar la secuencia histórica general, intervino en una disputa fronteriza
entre las ciudades rivales de Lagash y Umma; Eannatum y Entemena aún recordaban
este acontecimiento.
b) La II Dinastía de Kish
Después de citar el paso de la realeza por otras ciudades, la Lista Real
vuelve de nuevo a detenerse en Kish, con su II Dinastía. Contó con un total de
8 reyes y tuvo una duración de 3195 años (o 3792, según las variantes), cifra
totalmente fabulosa. Aparte de los nombres de sus reyes, poco más conocemos de
ellos, dada la carencia de fuentes directas. El nombre de su primer rey ha
llegado incompleto; el del cuarto, Kalbum,
es similar al de otro rey de Kish, pero de su primera dinastía. Del séptimo, Enbi-Ishtar, se conoce su lucha contra
Enshakushana de Uruk y su subsiguiente derrota a manos de este último. Un tal Lugalmu cierra esta II dinastía, prácticamente
desconocida en cuanto a su desarrollo histórico.
c) La III Dinastía de Kish
A continuación se cita a la III
Dinastía, aunque las fuentes difieren acerca del orden exacto en que esta
dinastía ejerció la realeza en Sumer. Unas sitúan a la fundadora y única
representante de la misma tras la dinastía de Akshak; otras, juntan a la III y
IV dinastías de Kish en un todo unitario, también después de Akshak; por
último, el Prisma WB, la coloca
antes de aquella potencia y separada de la IV dinastía de Kish. Su única
componente fue una mujer, caso único en toda la historia de Sumer, para más
exactitud una vinatera (mukurun-na), llamada Ku-Baba y que hubo de reinar hacia el año 2400. En el Prisma WB se
menciona que fue la única que consolidó los fundamentos de Kish, frase que debe
entenderse en el sentido de que dicha reina, cuya forma de acceso al poder es
un misterio, organizó las estructuras para la estabilidad política y económica
de la ciudad, obsoletas tras alguna etapa de crisis. Esta reina es conocida por
otros textos: aparece en una lista de soberanos postdiluvianos, en donde se
explica la etimología de su nombre, y también en un texto adivinatorio, en el cual
un presagio alude “a la mujer Ku-Baba que domina el país”.
d) La IV Dinastía de Kish
Muy poco se conoce de los siete reyes que forman la IV dinastía de Kish, y
que gobernaron 491 años. El primero de ellos fue Puzur-Sin (nombre semita), hijo de la reina Ku-Baba, y que gobernó
25 años. Su hijo Ur-Zababa, que tuvo
como copero (gashu-du) a Sargón,
el fundador del imperio de Akkad, reinó 400 años, cifra increíble recogida por
la Lista Real y que debe ser rebajada a solo seis años según un texto.
De los siguientes reyes, salvo sus años de reinado y sus nombres (Simudar, Usiwatar, Ishtar-muti, Ishme-Shamash, Nannia) no se sabe nada, excepto el
dato curioso de que el último, Nannia había sido cantero (za-dim)
|
Reyes de Kish recogidos en la Lista Real Sumeria |
2. Uruk (Dinastías I a III)
a) Dinastía I
La primera dinastía de Uruk, contó con doce reyes, de los cuales unos son
míticos, pero otros totalmente históricos, que gobernaron en conjunto un total
de 2310 años. El primero de ellos fue Meshʼ-ki-agga-sher, hijo del dios Utu (el sol), que gobernó 324 años. Le
sucedió su hijo Enmerkar, a quien se
atribuye la fundación de Uruk, es decir, la unión en un ente urbano de los dos
núcleos de tal ciudad, Eanna y Kullaba. Con este rey estamos ante una
figura histórica, a pesar de que se otorgan 420 años de reinado. Por los poemas
épicos Enmerkar y el señor de Aratta, y Enmerkar y Ensukheshdanna
sabemos de sus luchas contra la ciudad de Aratta, en el norte de Irán, por
razones de acopio de materias primas. Por otro, Lugalbanda y Enmerkar nos
enteramos de los problemas que le causaban los emitas martu, que constantemente asolaban el país y que incluso habían llegado
a sitiar Uruk.
Tras él gobernó Lugalbanda, el pastor, figura que en clave religiosa era el
patrón de las causas perdidas. En el antedicho poema de Lugalbanda y
Enmerkar, tal rey nos es presentado como vasallo y campeón de Enmerkar; en
otro, titulado Lugalbanda y el monte
Khurrum, totalmente mítico, se nos narra la serie de peripecias que
hubo de sufrir durante uno de sus viajes a Aratta.
A Lugalbanda le sucedió Dumuzi,
el pescador (shu-ku), originario de Ku’ara, figura también mítica, a pesar
de que algunos lo crean histórico. Recordemos que en la antediluviana
Bad-Tibira otro Dumuzi (pero pastor) había llegado a ser rey.
Tras su gobierno de un siglo, ocupó el torno Gilgamesh, figura ya histórica, que vivió hacia 2650, y sin
discusion el rey más importante de Uruk. La tradición le consideró hijo de una
diosa (Ninsun, Aruru, Rimat-Belit) y de
un lil-la, un necio (eufemismo por humano) que había sido ēn
(gran sacerdote) del barrio religioso de Kullaba. Gilgamesh hubo de alcanzar el
trono en virtud de sus hazañas y de su carisma personal, instaurando a
continuación una monarquía militar que mantuvo durante 126 años, según la lista
real. Fortificó Uruk con una potente muralla y se dedicó al comercio, el cual
le proporcionó grandes riquezas que invirtió en la restauración y construcción
de templos (como el Numunburra de
Enlil en el Tummal, un distrito de
Nippur). Sabemos por un himno real tardío que combatió contra Mebaragesi, y por
la epopeya de Gilgamesh y Agga que lo hizo contra Agga, reyes ambos de Kish,
y a los cuales llegó a derrotar, apoderándose así de aquella ciudad.
Nos ha llegado cinco leyendas en un estado bastante bueno, y son estas
leyendas las que inspiraron al autor de un largo poema épico de doce tablillas,
redactado en acadio, y posteriormente reelaborado muchas veces, y al que
llamamos Epopeya de Gilgamesh.
b) Dinastía II
Siguiendo la misma estructura diacrónica, la Lista Real indica que la
realeza, tras ser Khamazi destruida por la armas, pasó a Uruk, citada en este
pasaje con el nombre de Unug y no
con el de Eanna, con se la denominó
al ocuparse de su primera dinastía.
Los nombres de los tres reyes que formaron la II Dinastía los conocemos por
una variante, dado que el Prisma WB con la Lista Real, presenta un desperfecto.
El primero fue En-shakush-ana, que
gobernó probablemente 30 años. Tras él ocuparon el trono Lugal-kinishe-dudu (con quien Entemena de Lagash se había visto
obligado a firmar un tratado de fraternidad) y su hijo Lugal-kisalsi, personajes que fueron capaces de gobernar también en
Ur, demostrando así el poderío de esta dinastía.
Del primer rey, En-shakush-ana
(c.2432-c.2403) nos han llegado diferentes textos. Uno de ellos, en el que se
titula lugal kalam-ma, lo hace hijo de Elilin (a identificar con Elili o
Elulu) de la I Dinastía de Ur. En otros textos se nos dice que destruyó Kish y
que capturó a su rey Enbi-Ishtar, y
también que obligó a un rey de Akshak (se silencia el nombre) a devolver los
bienes robados a los dioses. En un texto más, este rey se vanagloria de dedicar
a Enlil de Nippur todos los tesoros que había usurpado en Kish. Estas acciones
las puedo llevar a cabo gracias a que había desaparecido el gran Eannatum de
Lagash, cuya muerte en 2425 había sido aprovechada tanto por Uruk y Ur como por
Adab y otras ciudades para expansionarse.
Los textos de Lugal-kinishe-dudu
(c.2403-c.2374) nos permiten conocer alguno de sus hechos. En la inscripción de
una vasija se dice qu ejerció el señorío en Uruk, y la realeza en Ur a un mismo
tiempo. En otro vaso de piedra, en donde se titula también rey de Kish, se
precisa que había sido Inanna quien le había facilitado el gobierno sobre ambas
ciudades.
De su hijo Lugal-kisal-si
(¿c.2374-c.2345?), poseemos unas pocas inscripciones. En una vuelve a recordar
que tuvo también a un tiempo la realeza de Uruk y de Ur; en otra, grabada sobre
una figurilla de piedra, se señala que construyó un templo a la diosa Nammu.
Gracias a un texto grabado sobe una vasija procedente de Nippur nos ha
llegado el nombre de otro rey de Uuruk, no recogido por la Lista Real, llamado Urzage, quien tuvo bajo control a Kish
y a Ur. Se ignora si pudo gobernar antes o después de En-shakush-ana.
|
Reyes de Uruk recogidos en la Lista Real Sumeria |
3. Ur (Dinastía I)
a) El Cementerio Real de Ur
La Lista Real Sumeria menciona como primer rey de la I Dinastía de Ur a
Mesannepadda, sin embargo, en 1921 el arqueólogo Sir Leonard Woolley descubrió el célebre “Cementerio Real de Ur”,
que puede datarse a finales del Dinástico Arcaico II (hacia el 2600), y por
tanto anterior a Mesannepadda. Se compone de 17 sepulturas excavadas
profundamente en un talud al pie del muro del recinto de la ciudad: se trata de
una fosa con ataúd, pero que contiene un rico mobiliario funerario y de 16
tumbas abovedadas, construidas en piedra o ladrillo, a las que se accedía por
un plano inclinado, seguido de un vestíbulo. Entre las piezas más notorias que
se hallaron podemos citar, a modo de ejemplo, los vasos y copas de oro y plata,
los puñales de oro con mango de plata o lapislázuli, las liras decoradas con
una bellísima cabeza de toro hecha en metales preciosos, la notable escultura
del “carnero atrapado en la zarza”, de madera forrada en oro y lapislázuli y el
“estandarte de Ur”, de nacar, con fondo de esta misma piedra, así como la
diadema de hojas de oro, los pendientes de oro macizo, y el collar de oro,
lapis y cornalina que llevaban la reina “Shubad”
(nombre que en la actualidad se lee Pûabi)
y las mujeres de su corte, y por último la espléndida peluca de Meskalamdug, esculpida en una única
lámina de oro de quince quilates y finamente cincelada.
|
Piezas del Cementerio Real de Ur |
Además del cuerpo del personaje principal, la mayor parte de estas tumbas
contenían los cuerpos de otros individuos, a veces muy numerosos (63 en la
tumba del rey, 74 en la “Gran fosa de la muerte”) y en su mayoría de sexo
femenino, y muerto, evidentemente por envenenamiento en el momento de los
funerales de sus amos, y enterrados con ellos. Las inscripciones de los vasos
metálicos y los cilindro-sellos nos han dado los nombres de ocho hombres y
cuatro mujeres. Entre los hombres, un tal Meskalamdug (sin duda, otro
diferente al príncipe de este nombre que poseía la peluca de oro), lleva el
título de lugal, y Akalamdug (quizá su hijo), el de lugal
de Ur. Los restantes no poseen ningún título. Dos de las cuatro mujeres (Pûabi y Nin-banda, son llamadas nin,
la tercera es expresamente designada como esposa (dama) de Akalamdug, y la cuarta, como sacerdotisa del dios
Pabilsag. Ni Meskalamdug ni Akalamdug figuran en la Lista Real Sumeria, pero
ello no quiere decir que no hallan podido reinar en Ur. Pûabi y Nin-banda pudieron haber sido reinas
pero también grandes sacerdotisas, ya que el título nin se aplicaba a
ambas funciones. Hay que destacar que solo siete tumbas contenían
inscripciones, y que estas no tenían que estar en relación con el ocupante
principal, y que los titulares de las diez tumbas restantes siguen siendo
totalmente desconocidos. Se ha conjeturado que las tumbas 1236 y 779
corresponden a los que serían los reyes más antiguos de Ur, a saber A’Imdugud,
identificado por un cilindro sello encontrado en su tumba, y su hijo Ur-Pabilsag,
conocido a partir de un fragmento de vaso de piedra dedicado a una deidad,
respectivamente, quedando este último como padre de Meskalamdug, quien a su vez
sería el padre o abuelo de Mesannepadda.
|
El Estandarte de Ur ("Panel de la Paz") |
b) La I Dinastía de Ur
La Lista Real comienza la lista de los reyes de Ur con Mesanepadda, de
quien especifica un gobierno todavía de 80 años. Con este rey, que gobernó en
realidad unos 40 años (c.2563-c.2524) y que supo aprovechar la situación
estratégica de Ur, puede decirse que su ciudad-estado emergió a un primer
plano. Los beneficios de comercio, facilitado por el gran puerto fluvial de Ur,
los empleó en la construcción de templos, destacando el Burshushua, levantado en el complejo cultual de Nippur. Logró
también apoderarse de Kish, aprovechando una incursión elamita sobre tal
ciudad, lo que le hizo amo prácticamente de todo Sumer.
La influencia de Ur se prolongó durante su reinado más allá de sus
fronteras, si tenemos en cuenta el tesoro de Ur encontrado en Mari, formado
por diferentes objetos, que había regalado tal rey al mariota Gansud (el Ansud de la lista real) en
prueba de amistad.
Mesannepadda fue sucedido por su hijo A’anepadda
(c.2523-c.2484) -la Lista Real, al estar rota en este pasaje, no lo recoge-
según sabemos por diferentes documentos históricos. Durante su reinado,
ascendió al trono de la no lejana Lagash, como ensi Urnanshe, quien, al
principio hubo de estar en vasallaje de A’anepadda, rey de quien conocemos la construcción
de edificios religiosos.
Fue sucedido por Meshkiangnunna,
hijo también de Mesannepadda, (c.2483-c.2448), que reinó 36 años. Un bol
fragmentado de calcita y dedicado por su esposa Khesamanu probablemente al dios Nannar (la luna) por la vida del
rey, tiene una especial importancia histórica, pues constituye, que sepamos, la
más antigua inscripción escrita en acadio hasta ahora conocida.
Meshkiangnuna fue sucedido por Elulu
(¿a identificar con otro Elili de Ur, conocido por un texto dedicado a Enki? Y
luego Balulu (dos reyes con nombre semita
acadio) que mantuvieron el poder, según la Lista, 25 y 36 años respectivamente,
aunque en realidad hubieron de gobernar mucho menos.
|
Genealogía de la I Dinastía de Ur |
c) La II Dinastía de Ur
En la Lista Real aparece después de la II Dinastía de Uruk. La realidad es
que ambas ciudades habían formado una alianza, sobre todo para oponerse a la
política expansionista de Lagash, que practicaron alguno de sus monarcas.
De los cuatro reyes que se asignan a esta dinastía, con un total de 116
años de gobierno (aunque la cifra debe ser rebajada), los dos primeros, Lugal-kinishe-dudu y Lugal-kisal-si, son los mismos reyes
que gobernaban en Uruk. Tras el último rey ocupó el trono de Ur otro, del
cual solo conocemos la parte final de su nombre, debido a que la variante del
Prisma WB se halla también en muy mal estado en este pasaje. A este rey
desconocido le sucedió su hijo Kaku
(o Kakug), de quien no sabemos nada. Ignoramos si este lugal es el mismo
que se reveló contra Rimush
(2278-2270), el hijo de Sargón de Akkad, tras encabezar una coalición de las ciudades-estado
sumerias contra los semitas acadios.
|
Reyes de Ur según la Lista real Sumeria, y por los hallazgos arqueológicos |
4. Lagash (I Dinastía)
Esta ciudad no está incluida en la Lista Real Sumeria, sin embargo, sus
gobernantes están muy bien documentados gracias a los archivos administrativos
de Girsu y las abundantes inscripciones de sus reyes.
El gobernante más antiguo atestiguado es Lugalshaengur, atestiguado como el ensi sobre el que
ejercía su soberanía Mesalim de Kish. Enhengal, mencionado
en un tablilla de piedra, que ha sido incluido en tratamientos anteriores de la
historia del Dinástico Arcaico III, no es un gobernante, ya que es calificado
como “lugal” en un documento de venta, pero allí el término simplemente
se refiere al propietario de un campo.
El primer miembro de esta dinastía es Urnanshe, hijo de GUNI.DU (las
palabras, cuya lectura es incierta suelen escribirse en mayúsculas), el cual es
calificado como hijo de GUR.SAR, que puede interpretarse como el abuelo de
Urnanshe o, lo que es más probable, se refiere a un topónimo como el lugar de
origen de GUNI.DU. Como ningún texto administrativo o legal puede datarse con
certeza al reinado al reinado de Urnanshe, la extensión de su reinado no puede
determinarse con precisión. Dejó 40 inscripciones que documenta un programa de construcción
a gran escala, y se sabe que tuvo 8 hijos (Lugalezen, Anikurra, Mukurmushta, Akurgal, Gula, Anita, Addatur, Menu y Anupa), lo que apunta a un reinado duradero.
Fue un homo novus y hubo de ver como su reinado transcurrió al
principio en claro vasallaje hacia Ur. Sus recursos políticos le permitieron
disfrutar de un gobierno estable, pudiéndose dedicar al comercio, la vigilancia
de la red hidráulica de su ciudad-estado y , sobre todo a la construcción y reparación
de templos y capillas. Un texto sobre un bloque de piedra recoge los
enfrentamientos habidos contra Ur y Umma, en cuyo transcurso Urnanshe logró la
captura de importantes oficiales e incluso reyes (entre ellos Pabilgagaltuk de Umma)
a quienes dio muerte.
|
Placa votiva de Urnanshe |
Urnanshe fue sucedido por uno de sus numerosos hijos, Akurgal. Al
igual que el anterior no se conocen textos administrativos o legales que lleven
fecha de año de Akurgal. El pequeño número de inscripciones apunta a un reinado
corto, lo que también estaría indicado por el hecho de que solo se conocen dos
hijos de Akurgal, y que su contemporáneo de Umma, Ninta (o Ush) , también debe
haber sido contemporáneo tanto de su predecesor Urnanshe como de su sucesor
Eannatum. A destacar que Akurgal siempre lleva el título de gobernador (ensi)
en sus propias inscripciones, mientras que es designado como lugal “rey”
en la Estela de los Buitres de Eannatum.
Una única inscripción, grabada sobre la cabeza de un león en piedra, nos ha
transmitido la noticia de que construyó el Antasura,
un templo consagrado a Ningirsu, en
las proximidades de Girsu. Durante
su reinado se vio obligado a luchar contra Ninta
(“Ush”), probablemente el sucesor de Pabilgagaltuk, dado que el ummaita no
pagaba el tributo debido a Lagash. Se desconoce el resultado de este
enfrentamiento, aún cuando es probable que hubiese ganado Umma, ciudad que
ocupó parte de la Gu’edenna.
A Eannatum, hijo de Akurgal
tampoco pueden atribuírsele textos administrativos o legales con certeza. El
gran número de hechos, especialmente sus campañas militares de largo alcance,
documentadas en 14 inscripciones, indican un largo reinado. El fragmento de una
inscripción de Eannatum encontrada en Kish ha sido tomada como prueba de que
Eannatum extendió su reino lejos hacia el norte.
La invasión de las tropas elamitas del rey de Khamazi, Khatanish, que
logró apoderarse de Kish, provocó otros sucesos en cadena, pues hubo de
movilizarse buen número de ciudades sumerias (Ur, Uruk, Akshak, Mari) para
hacer frente a los invasores. Eannatum se vio involucrado en estos sucesos e
incluso sacó partido de ellos. Fue capaz entre otras acciones, de expulsar a
los elamitas y aún, como dicen sus textos, de destruir su capital, Susa, hasta
donde los había perseguido. Luego derrotó a Mari, se apoderó de Umma, de Uruk,
de Ur y de Ki-utu, aparte de añadir a kish a su ciudad-estado, tras expulsar de
esta a Zuzu, un rey de Akshak, que
se había apoderado de ella, aprovechando la revuelta situación.
Todas acciones, que se recogen en sus inscripciones, permiten suponer que
Eannatum pudo muy bien haber gobernado sobre todo Sumer. Sin embargo, de lo que
mejor estamos informados es del viejo contencioso que Lagash seguía manteniendo
con Umma y que no había logrado zanjar el arbitraje de Mesalim. Ninta (“Ush”), el ensi de Umma,
se resistía a aceptar la frontera marcada desde tiempos anteriores, por lo que
no dudó en lanzarse sobre Lagash, según cuentan los textos de Eannatum, con vistas
a resolver la situación. Sin embargo, lo más probable es que la reacción de
Ninta contra Lagash fuese debida a una provocación de Eannatum, quien
aprovechando su superioridad, expolió parte del territorio fronterizo que
correspondía a Umma. Como respuesta a esta acción el rey de Umma rompió la
estela de Mesalim e invadió el territorio de Lagash.
La victoria de Eannatum, sin embargo, no se hizo esperar: diezmó a los
ummaitas y depositó los cadáveres de 3600 de sus enemigos bajo 20 enormes
túmulos funerarios. Los habitantes de Umma, a la vista de este desastre, se
rebelaron contra su rey y le mataron. Su sucesor Enakale, se vio obligado a
firmar la paz con Lagash, fijándose una nueva frontera delimitada por un gran
foso y por distintas construcciones religiosas. La estela de Mesalim volvió a reponerse
en su lugar. En recuerdo a estos hechos Eannatum hizo erigir otra estela,
conocida en la Historia como la Estela de los Buitres, donde en
un largo texto, que completa la decoración de las escenas guerreras y
religiosas, se centra en la victoria de Lagash.
|
Estela de los Buitres (completa a la izquierda y fragmento a la derecha) |
Fue sucedido por su hermano menor Enannatum I. Un documento de venta
de tierra, datado en el cuarto año de un gobernante sin nombre/desconocido,
puede datarse en el reinado de Enannatum, debido a la aparición de su hijo Lummatur. También Enannatum I tuvo que
enfrentarse a Umma, gobernada ahora por Urlumma, que se negaba a pagar el
tributo de guerra a Lagash, saqueaba algunas zonas de Girsu y promovía
disturbios, anegando el foso fronterizo, quemando las estelas y destruyendo las
capillas de los dioses. Ignoramos con qué éxito hubo de combatir Enannatum I,
pues la fuente que recoge el episodio está en muy estado de conservación eneste
pasaje.
La actividad del nuevo ensi lagashita se centró sobre todo en la
fabricación de estatuas a los dioses y en la construcción de diferentes
templos, poniendo especial interés en los dedicados a la diosa Inanna, sin
preocuparse de los acontecimientos que ocurrían en otras ciudades sumerias,
sobre todo en Kish y Nippur, ocupadas sucesivamente por En-shakush-ana, en de
Uruk, y Lugal-anne-dudu, lugal de Adab, que se hicieron reconocer
soberanos de Sumer (lugal kalam-na).
A Enannatum I le sucedió su hijo Entemena (o Enmetena), quien ha dejado
un considerable número de inscripciones que indican un largo reinado. Como
fórmula de fecha también se refiere al cargo de Enentarzi como administrador
del templo (saĝĝa), el texto puede ser asignado al reinado de Entemena. El año
19 de Entemena aparece en un documento de venta de un esclavo en donde
igualmente se hace referencia al cargo de Enentarzi
como administrador del templo de Ningirsu, y en una cuenta administrativa con
una fórmula de fecha que se refiere al administrador (agrig) Enannatunsipazi. Otros dos textos
administrativos datados en el año 20º y al 17º (o quizá más probablemente al
27º) de un gobernante desconocido, han sido atribuidos a Entemena. Por tanto su
reinado puede datarse en un mínimo de 19 años, aunque a la vista de los largos
reinados atestiguados para los gobernantes de Umma, las fechas para un vigésimo
año y quizá para un vigesimoséptimo bien pueden pertenecer también a Entemena.
Rechazó un nuevo ataque de Urlumma, rey de Umma, quien fue derrotado y se
vio obligado a regresar a su ciudad al tener noticias de una revuelta interna. Allí
fue muerto al no poder controlar la situación. Para la historiografía de Lagash
estos últimos hechos se desarrollaron de manera muy diferente: Urlumma huyó vergonzosamente,
tras haber abandonado a sus soldados. Entemena, en persona le persiguió y le
dio muerte. Este vacío de poder le permitió controlar los asuntos de Umma hasta
el extremo de imponer como ensi a un sacerdote de Zabalam llamado Il, sobrino del asesinado Urlumma.
Entemena, a fin de mejorar la situación socioeconómica de su país, se
dedicó a promulgar una serie de reformas (remisión de deudas públicas y privadas,
liberación de esclavos por razón de deudas) que le permitieron consolidar su
prestigio. Para evitar problemas con otras ciudades vecinas firmó una serie de
tratados de fraternidad, de los que conocemos el pactado con Lugal-kinesh-dudu,
ensi de Ur y Uruk, del que como se mencionó más arriba han llegado 46
copias y del que está considerado el más antiguo documento diplomático de la
Humanidad.
Solo se conoce una inscripcion del hijo y sucesor de Entemena, Enanatum
II, por el que se establece su filiación. Varios estudiosos atribuyen un
reinado de cinco años, en base a la interpretación de la llamada carta de
Enentarzi, fechada en el año 5 de un gobernante desconocido. El texto trata de
la incursión de un ejército elamita contra Lagash y está dedicado a Enentarzi,
administrador del templo de Ningirsu y así, un posible candidato a convertirse
en el siguiente rey de la ciudad. Solo se le conocen la restauración de algunos
edificios públicos de Girsu. Muy probablemente su oscuro reinado transcurriría
entre constantes luchas contra Il de Umma, el protegido de Lagash. Algunos han
supuesto que Il habría dado muerte al ensi lagashita, poniendo fin así a
la dinastía de Urnanshe.
Del siguiente rey de Lagash, Enentarzi,
no se han encontrado inscripciones, por lo tanto, la relación entre Enentarzi y
sus predecesores es desconocida. Posiblemente aprovechó la coyuntura, tras la
retirada de los de Umma para hacerse con el poder. En cambio si está disponible
un considerable corpus de textos administrativos datados en su reinado. Los
documentos de venta nos informan de que era el administrador del templo (saĝĝa) de Ningirsu durante el reinado
de Entemena, pero esto no indica necesariamente que Enentarzi fuera hijo de
Entemena. No obstante, demuestran que no puede ser asignado a una generación
posterior a Enannatum II. Muchos textos administrativos son fechados en el año
5º de Enentarzi, mientras que solo uno al año 6º. Por tanto, su reinado puede
ser calculado en un mínimo de cinco o quizás seis años. En vista del número comparativamente
grande de textos administrativos de este último año, parece improbable un
reinado mayor. Solo conocemos unos escarceos militares llevados a cabo contra
una banda de ladrones elamitas que habían penetrado en el territorio de Lagash.
Fue sucedido por Lugalanda. En un texto de la época en que Enentarzi
era aún administrador del templo, se menciona al hijo del administrador,
Lugalanda, como testigo. Solo se conserva una única inscripción real. Su
reinado puede ser calculado de forma precisa en 6 años y 1 mes. En Lagash, a
las fuerzas de trabajo de bajo rango, empleados del templo, se les emitía
remuneraciones de cebada una vez al mes, cuyo gasto fue era contabilizado de 1
a 12 de acuerdo al mes durante el cual se emitían las raciones. El último
documento de esta serie del reinado de Lugalanda está datado al primer mes del
año 7º. Por tanto, su reinado fue transferido a Uru’inimgina entre el primer y
segundo mes del año séptimo del reinado de Lugalanda. Poco se sabe de su
reinado, con la excepción de las referencias a sus tierras (su esposa
Baranamtara fue también una gran terrateniente) y a algunas construcciones que
ordenó hacer.
Tras la muerte de Lugalanda no fue un de sus hijo, sino Uru’inimgina, quien le sucedió como
gobernante de Lagash, Fue considerado durante mucho tiempo como un usurpador,
pero hoy día se asume que la sucesión fue legitimada a través de una relación
familiar con la dinastía de Urnanshe o de Enentarzi, o por su matrimonio con Sasa. Antes su nombre se leía como
Urukagina, pero el signo KA (boca) puede leerse INIM (palabra), con lo que este
nombre significaría “la ciudad de una llamada firme”. Además, Uru’inimgina está
atestiguado como un comandante de alto rango (gal-uĝ3) desde los
primeros años de Lugalanda. Uru’inimgina tuvo cuatro o cinco hijos, así que, al
menos tenía 25 o 30 años de edad cuando llegó al poder. Por lo tanto se le
asigna a una generación anterior a Lugalanda.
Como las inscripciones de Uru’inimgina no contienen información
genealógica, su origen es disputado:
- Varios estudiosos identifican a Uru’inimgina con el hijo de Engisa, que
aparece en la lista de testigos del Obelisco de Manishtushu:
“Uru’inimgina, hijo de Engisa,
gobernador de Lagash”
La filiación dada en el Obelisco de Mansihtushu indica Engisa lleva el
título de ensi, no Uru’inimgina.
- Otra opción es que quizá hubiera
sido hijo de un cierto Urutu, que aparece en la lista de ofrendas para los
ancestros fallecidos que datan del tiempo del reinado de Uru’inimgina.
Mientras que la cuestión de los orígenes de Uru’inimgina es objeto de
debate, la cronología de los primeros años está bien establecida. Después del
primer mes del 7º año de reinado de Lugalanda, éste murió, y ya en el mes 2 de
ese año aparece Uru’inimgina en la donaciones de cebada a los trabajadores.
Durante su primer año de su reinado, que corresponde al año de la ascensión del
gobernante, Uru’inimgina ostentó el título de “gobernador de Lagash",
cambiando a rey de Lagash en el primer mes del año siguiente. La mayoría de
textos administrativos datan del año 1 al 6 de su reinado. El primer año como
rey es el primer año de gobierno completo de Uru’inimgina y de acuerdo con la
costumbre estándar contamos solo estos como su primer año de gobierno. Durante
los años 4º al 6º como rey de Lagash, la ciudad fue puesta bajo asedio por Uruk
tres veces. Solo dos textos administrativos están fechados en su 7º año.
Durante los años 7º y 8ª, Uru’inimgina fue derrotado por Lugalzagesi. El título
“rey de Lagash” deja de estar atestiguado en textos fechados después de su 7º
año de reinado; en su lugar, de ahora en adelante, lleva el título de rey de
Girsu en las inscripciones reales. Solo unos pocos textos están fechados
después de a derrota de Lugalzagesi, a saber, los años 8º y 9º. El último texto
administrativo, un documento en forma de aceituna, está fechado en su 10º año
como rey.
A principios de su reinado proclamó una reorganización
del estado, quitándose ostensiblemente a sí mismo y a su familia el control de
la tierra agrícola y otorgándoselo al dios de la ciudad Ningirsu y a su
familia. Además, abolió varios derechos e impuestos y canceló ciertas
obligaciones de las familias endeudadas. Al mismo tiempo, vemos un cambio
fundamental en la administración de la institución mejor documentada del estado
de Lagash. Lo que se había llamado el é-mí,
el hogar de la esposa (del gobernante de la ciudad), fue rebautizado como é-Bau, el hogar de la diosa Bau, la
esposa de Ningirsu. Pero, primero Uru’inimgina mismo y luego su esposa,
aparecían como administradores principales, aunque los bienes del terreno
supuestamente pertenecían a Bau. El cambio de nombre de la institución
coincidió con un aumento sustancial de sus actividades, duplicando el número de
sus dependientes y las zonas agrícolas mediante una transferencia de recursos
de otros templos. Estos movimientos parecen indicar un intento de fusionar las
diversas casas de la ciudad bajo la familia del gobernante. Como rey y líder de
la guerra, Uru’inimgina ostensiblemente transfirió la propiedad de la tierra y
los bienes al dios de la ciudad y a su familia, mientras que en la práctica él
y los miembros de su familia tomaron el control de los bienes de los dioses. El
rey gobernaba por el favor divino, pero tenía el control total sobre las
posesiones terrenales de los dioses, así que cualquier distinción previa entre
la autoridad secular y la divina había desaparecido.
|
Genealogía de la I Dinastía de Lagash (cronología según Federico Lara Peinado) |
5. Umma
Los textos de la Umma presargónida incluyen inscripciones reales, y gracias
a recientes publicaciones, casi 200 tablillas, la mayor parte administrativas,
que incluían algunos documentos legales. Estos textos datan desde los reinados
de Enakale (n.º 3) a Lugalzagesi (nº12), siendo adscritos los grupos más
grandes a los reinados de Lugalzagesi (12), Il (5), Meanedu (8) y Ushurdu (9).
Estos textos incluyen información genealógica y fechas de años y meses, que
complementaban los sincronismos encontrados en inscripciones presargónidas
procedentes de Lagash e información genealógica contenidas en inscripciones
reales de los gobernantes de Umma. Ya que más de 400 tablillas legales y
administrativas han salido a la luz, de excavaciones ilegales, pero aún están
parcialmente sin publicar, la cronología ofrecida a continuación puede ser desarrollada
en estudios futuros.
El rey más antiguo es Pabilgagaltuku,
gobernador de Umma, conocido a partir de una inscripción de Urnanshe. Urnanshe
derrotó a Umma y capturó a Pabilgagaltuku.
“Él capturó a
Pabilgagaltuku, el gobernador de Umma”
El relato de Entemena del conflicto fronterizo Lagash-Umma informa que Ninta (“Ush”) invadió el territorio
de Lagash. Su invasión fue repelida por un gobernante desconocido de Lagash:
“Ninta (“Ush”), el
gobernador de Umma, convirtió la cuestión en algo que excedió (cualquier)
palabra. Rompió esa estela y avanzó sobre la llanura de
Lagash. Ningirsu, el guerrero de Enlil, a su justa orden, batalló con Umma. A la orden de Enlil, extendió la
gran red sobre él, y colocó túmulos en las llanuras”.
Cooper y Bauer sugieren identificar a Ninta (“Ush”) con el gobernante de
Umma, sin nombre quien, de acuerdo con la Estela de los Buitres, fue derrotado
primero por Eannatum, y luego muerto por el pueblo de su propia ciudad. Ya que
Ninta (“Ush”) fue contemporáneo de Eannatum, es asignado a una generación
siguiente a Pabilgagaltuku.
Siguiendo el relato de Entemena, indica que Ninta (“Ush”) fue sucedido por Enakale, e informa que Eannatum
delimitó la frontera con éste. Según Cooper y Seltz, la designación de Eannatum
como ensi, “gobernador”, en lugarl de lugal “rey” fecha este
acontecimiento al inicio de su reinado. No puede atribuirse ningún texto al
reinado de Enakale, y por tanto, la duración de su reinado sigue siendo
desconocida. Ya que Ninta (“Ush”) probablemente tuvo un largo reinado, a
Enakale se le asigna a una generación posterior a aquel. Según un documento
legal, Enakale reinó durante ocho años, al menos.
“En esta época, Enakale
era gobernador de Umma. Año 8 mes 9”
Enakale fue sucedido por Urlumma,
que dejó dos inscripciones votivas. Urlumma no pagó los préstamos de cebada
impuestos sobre Umma e invadió el territorio de Lagash. Enannatum I informa que
expulsó a “Urlumma, gobernador de Umma” de vuelta a la frontera. El mismo
suceso es descrito con mayor detalle en el relato de Entemena del conflicto
fronterizo entre Lagash y Umma. De acuerdo con este texto, no fue Enannatum
sino Entemena, quien derrotó finalmente a Urlumma, quien entonces fue muerto en
Umma. Ya que el nombre de Entemena no es seguido por el título del soberano, se
ha sugerido que derrotó a Urlumma, mientras su padre aún estaba en el cargo.
El reinado de Urlumma puede ser estimado, al menos, a partir de textos
administrativos que mencionan al gobernante de la ciudad, en, al menos, 12
años, pero 15 puede ser igualmente posible. Un gasto de armas fechado en el año
4 de un gobernante desconocido hace referencia a un tal MesULnu como
administrador del templo (saĝĝa). Se sabe que
MesULnu ocupó este puesto en
Zabalam durante el reinado de Il; este documento pertenece a un grupo que data
de los años 1-15, pues incluye también dos gastos de harina del festival de (Nin-)NAGAR.BU, que están datados en
los años 15 y 1 respectivamente, que, al parecer corresponden a los reinados de
dos gobernantes consecutivos. Ya que la fecha más baja puede ser atribuida al
tiempo de MesULnu, que era administrador del templo, durante el reinado de Il,
es posible adscribir los textos fechados en el
15º año al reinado de Urlumma. El reinado de Il duró 12 años, como mínimo;
no obstante no puede excluirse que los números de año 12, 13 y 14 se refieran
al reinado del sucesor de Urlumma.
Il, rey de
Umma es conocido a partir de una inscripción suya y de otra de Geššakidu, como hijo de un cierto Eandanu, y nieto de
Enakale. Fue administrador del templo de Zabalam en la época de Urlumma, y
adquirió el gobierno de Umma después de que éste fuera derrotado. Invadió
Lagash, en tiempos de Entemena, probablemente a principios del reinado de este
último.
En la fórmula de datación de un documento de venta y un texto
administrativo correspondiente a su 5º año de reinado se le titula como ensi,
al mismo tiempo que nos informa de que un cierto MesULnu ocupaba el cargo de
saĝĝa (administrador) del templo, durante el reinado de Il. Por tanto, los
textos siguientes, datados en los primeros años de un gobernador desconocido y
el “sanĝĝato” de MesULnu, también deben ser atribuidos a su
reinado. Otro texto administrativo, fechado en el 12º año de un gobernante
desconocido, menciona a Geššakidu como hijo del gobernador, de modo que puede
atribuirse a Il un reinado de 12 años al menos.
Se conoce del sucesor de Il, Geššakidu, una inscripción votiva de su
esposa:
“Parairnum, la esposa
de Geššakidu, el rey de Umma, hija de Urlumma, el rey de Umma, nieta de
Enakale, rey de Umma, nuera de Il, rey
de Umma”
Una inscripción que hasta ahora era atribuida a Lugalzagesi puede adscribírsele
a Geššakidu.
La duración de su reinado puede estimarse en al menos 4 años. Probablemente
fuera contemporáneo de Entemena en el final de su reinado.
Un único texto parece mencionar a u gobernante de Umma, llamado Edin. Debido a la pobre conservación
del texto, la lectura del nombre personal como Edin sigue siendo incierta,
aunque es difícil reconocer cualquier otro nombre conocido en los trazos
conservados.
Otra tablilla posiblemente ser refiera a Edin, anotando este nombre
directamente antes de la fecha, pero separado por una línea y no llamándole
“gobernador”; pero tampoco puede excluirse una interpretación como edin
“estera”.
Dentro de la secuencia de los gobernantes de Umma son posible dos
posiciones para Edin, a saber, bien después de la secuencia
Enakale-Urlumma-Il-Geššakidu, o después de Meanedu-Ushurdu y antes de
Uu-Lugalzagesi.
Meanedu es conocido como
gobernador (ensi) a partir de dos documentos datados en su 5º y 27º años
de reinado. A su gobernante también se hace referencia en varios textos
administrativos no publicados que datan de los años 26º o 28º de Meanedu. Estos
también informan de que un cierto Diutu
ocupaba el “sanĝĝato” de Zabalam. Estos nuevos textos permiten datar algunas
tablillas procedentes de Zabalam, adscritas tentativamente con anterioridad a
uno de los predecesores de Lugalzagesi, en el intervalo que va desde el 28º al
32º año del reinado de Meanedu, lo cual es corroborado, por una parte, por
rasgos paleográficos no publicados, y por otro por la prosopografía.
Finalmente, un texto recientemente publicado procedente de Umma/Zabalam, que
data del año 24 de un gobernante desconocido puede pertenecer aquí o a
Lugalzagesi. Como Meanedu reinó unos 30 años debe ser asignado a una generación
siguiente a la de Geššakidu y Edin.
Ushurdu aparece como gobernador
de Umma en varios textos administrativos no publicados. Su reinado puede
estimarse en al menos 9 años. Su año 7º está atestiguado en dos documentos, un
recuento de cereales, fechado en el año 7º de un gobernador desconocido que
puede atribuírsele a su reinado, sobre la base de la prosopografía. Un documento
de venta recientemente publicado da muestra de que Ushurdu gobernó, 9 años por
lo menos. Por otro documento tenemos constancia que el fue el sucesor inmediato
de Meneadu.
Gracias a la inscripción del famoso vaso de Lugalzagesi, conocemos el
nombre de su padre y predecesor, U2.u2
(U’u):
“Lugalzagesi, rey de Uruk,
rey de la tierra, sacerdote isib de An, sacerdote lumah de Nisaba, hijo de
U2.u2, gobernador de Umma, sacerdote lumah
de Nisaba”
Aparentemente Lugalzagesi fue el
sucesor inmediato de su padre. Se hace referencia a él como ensi
“gobernador” de Umma en el lamento de Uru’inimgina sobre la destrucción de
Lagash. La lista real sumeria le atribuye un reinado de 25 años. Un archivo de
unos 110 textos administrativos pueden datarse alrededor de los años 6º al 8º
de su reinado. Un texto administrativo fechado en el 16º año de un gobernante
desconocido puede atribuírsele a Lugalzagesi sobre la base de la prosopografía,
ya que el guardián de la puerta Urdindulim(a),
también aparece en textos datados en el 7º año del reinado de Lugalzagesi. Por
lo tanto, la cifra de 25 años da por la Lista Real para el reinado de este rey
sigue siendo posible.
Que otro texto administrativo, fechado en el 24º año de un gobernante
desconocido, pueda atribuirse a Lugalzagesi, y así un año antes de su derrota a
manos de Sargón de Akkad, sigue estando incierto. Lugalzagesi derrotó a
Uru’inimgina de Lagash, como se argumentó más arriba, probablemente en su año
7º u 8º; 18 años más tarde, si aceptamos los 25 años de la Lista Real Sumeria
fue derrotado por Sargón de Akkad.
Lugalzagesi puedo, por fin, vengar todas las derrotas que Umma, su ciudad,
había recibido de Lagash durante casi 200 años consecutivos. Con toda la
violencia de la que fue capaz, incendió al frontera y los templos de Lagash,
cometió crímenes, pillajes y desmanes de todo tipo en templos, capillas y
palacios. Finalmente destruyó Lagash, poniendo término al gobierno de
Uru’inimgina., quien condenó vehementemente estos crímenes en una inscripción:
con las palabras “los crímenes cometidos por Lugalzagesi , ensi de Umma,
recaigan sobe la diosa Nisaba”, Uru’inimgina dirigía su acusación contra la
diosa protectora de Umma. La victoria sobre Lagash creó la base del poder de
Lugalzagesi. Partiendo de Umma, el rey se apoderó de Uruk y adoptó el título de
“rey
de Uruk y del País de Sumer”. Hasta tal punto llegó su prestigio que la
Lista Real Sumeria le otorga a él solo la III Dinastía de aquella ciudad.
La gran inscripción del monarca, única fuente de información sobre su
carrera, refleja un nuevo espíritu. Con sus títulos, Lugalzagesi hace referencia
a los dioses principales de las ciudades más importantes de Sumer que él
dominaba y transciende así el horizonte de la ciudad-estado más ambiciosamente
que los reyes anteriores con el título de “rey
de Kish”. Entre sus títulos están los de “Sacerdote de An” (Uruk);
“antiguo
ensi de Enlil”
(Nippur); “gran visir de Su’en” (dios lunar de Ur, nombre acadio de
Nanna); “gobernador de Utu” (dios solar de Larsa). Adab y Eridu también
cayeron en su poder. “Desde el Mar
Inferior (Golfo Pérsico), a lo largo del Éufrates y el Tigris hasta el Mar
Superior (Mediterráneo), Enlil dejó ir directamente a él todos los países”.
Aquí se define por primera vez en palabras la extensión del mundo conocido a
los sumerios. Sin embargo, no hay que interpretar el pasaje de la inscripción
en el sentido de que su influencia política alcanzara hasta el Mediterráneo.
Una inscripción del ensi Meskigala
de Adab, contemporáneo de Lugalzagesi, nos da el testimonio más antiguo sobre
la importación, del “país montañoso de cedros”, es decir el Tauro Oriental
Exterior, de madera para la construcción. En ella se dice expresamente lo que
en la de Lugalzagesi se formula de modo general.
|
Genealogía de la I Dinastía de Umma |
6. Otras ciudades-estado
a) Adab
En la lista Real Sumeria, la ciudad de Adab aparece después de la II
Dinastía de Ur. Lamentablemente , la existencia de una laguna textual en este
punto impide saber cuantos reyes gobernaron esta ciudad y durante cuanto
tiempo. Una de sus variantes ha conservado solo el nombre de un único rey: Lugal-ane-mundu, de quien se dice que
gobernó 90 años. Por algunos textos sabemos que dicho lugal ordenó la
construcción del Enamzu, el templo
de la diosa Nintu en Adab, y el
establecimiento de ofrendas y ritos en el mismo.
Afortunadamente, por otros textos conocemos la existencia de otros reyes de
Adab, pero no su cronología, y que muy bien pudieron haber sido registrados en
el Prisma WB. Se trata de Ninkisalsi
(c.2550), quien estuvo sometido a Mesalim de Kish, debiendo tolerar que este
rey cumpliera el rito religioso (burgu) en el Esara de de Adab; Medurba (c.2500) y Lumma, que dedicaron sendos vasos de piedra en el templo Esara; Barakhenidu y Lugaldalu (c.2500), que ofrecieron también vasijas al antedicho
templo; E’iginimpa’e (c.2450), de
quien sabemos que construyó el Emakh; y de Meskigala
(c.2310), que estuvo sometido a Lugalzagesi de Uruk y más tarde a Rimush de
Akkad.
b) Nippur
Nippur presenta un caso único en la Historia de Sumer. Prácticamente, esta
ciudad no intervino en las disputas que por la supremacía del país entablaron
las más importantes ciudades-estado, por ser muy pronto considerada capital
religiosa de Sumer, la única capaz de dispensar a los ensi locales la
legitimidad dinástica concedida por la divinidad (en-lil-la-tu), gracias a la investidura que facilitaban los
sacerdotes de Enlil, la gran divinidad de Nippur y en cierto modo el dios más
significativo del país.
Esta ciudad nunca reclamó el control sobre el resto de las ciudades, aunque
tampoco lo precisaba, dada su condición de ciudad sagrada, cabez posiblemente
de una anfictionía o de una liga política (Liga
Kengir), elegida no solo por radicar allí el culto a Enlil, sino también
por su excelente posición geográfica, central entre Lagash y Umma, Ur y Uruk y
Eshnunna y Sippar.
En su inmensa mayoría, los reyes sumerios se proclamaron elegidos por Enlil y sabemos que
incluso rivalizaban en cuanto a los presentes (mu-du) ofrecidos en su magnífico templo Ekur o en las
construcciones religiosas que cada vez iban agrandando el área sagrada del
mismo.
Unas cuantas inscripciones, muy pocas, nos han
transmitido nombres de algunos gobernadores o reyes de Nippur, cuya cronología
es muy difícil de fijar. Entre ello citamos a Nammakh, conocido por la dedicatoria que su esposa Pakalam hizo a Ilar-kalama; a Ur-enlil,
para quien se solicita larga vida a Ninlil, y a Abzukidu, cuya esposa Akalam
pide por su vida a Inanna. Un tal Nammakhabzu,
conocido por una inscripción sobre una copa de piedra, quizá haya que ubicarlo
en la época sargónida y no en esta etapa Dinástica Arcaica.
BIBLIOGRAFÍA:
LARA PEINADO, FEDERICO: La Civilización Sumeria. Volumen 9 de la colección Historia 16. 1989
CASSIN, E; BOTTÉRO, J y VECOUTTER, J: Los Imperios del Antiguo Oriente I: Del Paleolítico a la mitad del segundo milenio. Volumen 2 de la historia Universal Siglo XXI. Edit. Siglo XXI. 1970
SHMOKËL, H.: Ur, Asur y Babilonia. Tres milenios de cultura en Mesopotamia. Edit. Castilla. 1965
VAN DE MIEROOP, M: Historia del Próximo Oriente Antiguo (CA. 3000-323 A.E.C.). Edit. Trotta. 2020
LIVERANI, M: El Antiguo Oriente. Edit. Crítica. 1995
ROUX, G.: Mesopotamia. Historia política, económica y cultural. Edit. Akal. 1987
KUHRT, A.: El Oriente Próximo en la Antigüedad c.3000-300 a.C. 2001.
GAAD, C.J.: The Cities of Babylonia. Capítulo XIII de la Cambridge Ancient History. 2008
MALLOWAN, M.E.L.: The Early Dynastic Period in Mesopotamia. Capítulo XVI de la Cambridge Ancient History. 2008
SALLABERGER, W.y SCHRAKAMP, I: ARCANE III. History & Philology. Brepols, 2015
SERRANO, J.M.; SANMARTÍN, J: Historia Antigua del Próximo Oriente. Mesopotamia y Egipto. Edit. Akal. 2003
MLADJOV, I.: Mladjov's Resources. "Earlier rulers of Mesopotamia" : https://sites.google.com/a/umich.edu/imladjov/chronologies