1. La
situación política en Egipto y Siria en la época de la conquista
En la
década de 1160 el Egipto fatimí se encontraba en su situación más débil. El
joven califa al-‛Ādil, en manos de los todopoderosos visires,
apenas tenía poder en el interior del país. Al mismo tiempo, Egipto se veía
enfrentado a las dos potencias militares del momento en el próximo Oriente: por
una parte, los Cruzados del Reino de Jerusalén, y por otra Nūr al-Dīn
Mahmūd, el gobernante zangí de Alepo (1146-1174) y Damasco (1154-1174),
y malik (rey) desde 1173, el cual se había marcado como
objetivo expulsar a los cristianos de Palestina y conquistar toda Siria. En
medio de esta disputa, el visir egipcio Shawar intentaba sobrevivir, aliándose
con una u otra parte. Después de diversas invasiones kurdas sobre Egipto,
favorecidas por Nūr al-Dīn, que fueron rechazadas gracias a la ayuda del
rey Amaury de Jerusalén (1163-1174), éste último traicionó a
su aliado e intentó conquistar para sí Egipto, lo que obligó al visir fatimí a
cambiar su alianza de nuevo. Nūr al-Dīn envió a su comandante As‛ad
al-Din Shirkūh y a su joven sobrino, Salāh al-Dīn Yūsuf (conocido
por el mundo occidental como Saladino), quienes después de pactar
la paz con Amaury se hicieron dueños de Egipto, y mandaron ejecutar al visir
Shawar. El Califa al-‛Ādil, obligado por las circunstancias nombró nuevo visir
a Shirkūh, y al morir este en 1169, fue elegido en su lugar Saladino, dándose
la paradoja de que tenía por señores a un califa shī’í por una parte, y por
otro a un sultán sunní.
Después
de reorganizar las tropas fatimíes, sustituyendo a los soldados maghribíes por
kurdos y sirios, consiguió moldear un ejército afecto a su persona y más
efectivo que el anterior. Después de eso ya no se produjeron revueltas contra
él. Salāh al-Dīn continuó afianzando su poder en Egipto, mientras que
Nūr al-Dīn pudo comprobar que su antiguo subordinado escapaba de su control y
tendía hacia una independencia, cosa que se comprobó cuando Salāh
al-Dīn, al morir al-‛Ādil abolió el califato fatimí y Egipto se convirtió de
nuevo en un estado sunní, realizando la oración del viernes nombre del califa
‛abbāsí de Bagdad. Aunque virtualmente el sultán de Siria era el soberano de Salāh
al-Dīn, en la práctica éste gozaba de independencia plena. Para reforzar su poder
se rodeó de los miembros de su familia, entre los que repartió cargos y
concesiones de tierras. Entre ellos se encontraba el hermano mayor de Saladino,
Tūrān-Shāh, el futuro conquistador de Yemen.
2. La
carrera de Tūrān-Shāh
Shams
al-Dīn Tūrān-Shāh al-Mu‛azzam fue enviado por Nūr
al-Dīn, a requerimiento de Saladino. Llegó a Egipto a finales de julio de 1169,
unos cinco meses después de que su hermano menor hubiera llegado a la jefatura
del gobierno allí. Más tarde, en el mismo mes, Tūrān-Shāh jugó un papel crítico
en la supresión de la rebelión de las tropas fātimíes sudanesas que amenazaban
con derribar el gobierno de Salāh al-Dīn. Al año siguiente, después de la
llegada de su padre, Ayyūb, Salāh al-Dīn asignó iqta’s
(concesión, a largo plazo o permanente, de los ingresos de una determinada
propiedad, a cambio de los servicios prestados, pero sin autoridad sobre los
habitantes) a los miembros de su familia. A Tūrān-Shāh le concedió las ciudades
de Qūs y Aswān, en la frontera meridional egipcia,
y ‘Aidhāb, puerto del Mar Rojo meridional de Egipto para quienes
navegaban a Jidda, Yemen e India. Por tanto, fue hecho goberandor del Alto
Egipto con responsabilidad para la defensa de esa región. Tūrān-Shāh fue a Qūs,
centro administrativo del Alto Egipto, pero pronto regresó a el Cairo. Dejó a
Shāms al-Khilāfa Muhammad b. Mukhtar como vicegobernador en Qūs.
Al
año siguiente, de febrero a mayo de 1171, Tūrān-Shāh estaba de nuevo en el Alto
Egipto, haciendo incursiones sobre los árabes de la región. Luego, regresó a El
Cairo. En ese año también se le concedieron iqtas’s adicionales,
que incluían Būsh en el Alto Egipto, y Jiza, así
como una provincia en el Delta y otros lugares; ahora estaba a cargo de todo
Egipto al sur de El Cairo.
En el
invierno de 1172-1173 Tūrān-Shāh lanzó incursiones más allá de la frontera
egipcia en Nubia, hasta la ciudad cristiana de Ibūm, con carácter
defensivo, y una gran masa de negros y esclavos habían entrado en Egipto y
saqueado Aswān. Se envió un ejército desde El Cairo que les infligió grandes
pérdidas, aunque también hubo bajas en el bando egipcio. El informe de su
comandante impulsó a Salāh al-Dīn a enviar a
Tūrān-Shāh cuya iqta era la afectada con una gran tropa
para eliminar el peligro. Tūrān-Shāh siguió el camino de los nubios
que se retiraban hasta Ibrim, que tomó y saqueó. Luegro regresó a
Qūs. Un amīr kurdo fue dejado con una guarnición de battālūn kurdos
(término que desgina tropa sin iqta’, o bien veteranos minusválidos
o voluntarios por cuenta propia), que mantuvieron la ciudad durante dos años,
regresando solo cuando su comandante se ahogó accidentalmente. También en 1172
partió la primera expedición ayyubí al Maghrīb, bajo el mando de Bahā’l-Dīn
Qārāqūsh, mameluco del sobrino de Saladino, Taqī al-Dīn Umar.
Y por fin, en 1173-1174 es cuando se inicia la empresa de la invasión de Yemen.
3.
Motivaciones para la conquista
Las
motivaciones de la conquista ayyubí pueden ser descritas como sigue: el hermano
mayor de Saladino (Salah al-Din), Tūrān-Shāh, aunque recibía las rentas de todo
el alto Egipto, así como de otros lugares en el Delta, no podía cubrir gastos
con sus ingresos. Sus dificultades financiera pueden haber sido creadas por su
extravagante nivel de vida, o por su generosidad con poetas y eruditos; pero
también puede haber sido resultado de tener más tropas que dependían de él de
lo que podía mantener. En este periodo, el poeta ‘Umāra, nativo de
Yemen, se había unido a Tūrān-Shāh y le habló en verso y en prosa de la riqueza
de Yemen y la facilidad con que podía ser conquistado. Se dice que el motivo de
‘Umāra había sido quitar de enmedio a Tūrān-Shāh y sus tropas de Egipto como
parte de una conspiración para restaurar el gobienro fatimí. Si eso es cierto o
no resulta irrelevante para el problema de los motivos ayyubíes, especialmente
desde que la atención de Tūrān-Shāh se volvió hacia Yemen por una invitación de
los gobernantes sulaymaníes de la
Tihāmah septentrional pidiéndole ir allí para suprimir al
agresivo estado revolucionario mahdí en Zabīd. La conquista de
Yemen parecía ofrecer una solución a los problemas financieros de Tūrān-Shāh a
causa de los ingresos efectivos que el país podía esperar producir y también
debido a que algunas tropas excedentes de Tūrān-Shāh podían establecerse allí.
No
fue por casualidad que fuera a Tūrān-Shāh a quien ‘Umāra intentara incitar a la
conquista de Yemen, o al que los Sulaymaníes enviaran su petición de ayuda,
pues como gobernador del Alto Egipto, Tūrān-Shāh era la figura natural para
emprender un ataque sobre Yemen. La ruta principal desde Egipto pasaba a través
de Qūs y ‘Aidhab estando ambas entre las iqta’s de Tūrān-Shāh. Por
tanto, el Alto Egipto era, en cierto sentido, la frontera yemení de Egipto. Una
expedición a Yemen entraría en la esfera legítima de Tūrān-Shāh, de igual modo
que su sobrino Taqī’ al-Dīn ‘Umar estaría a cargo de la expedición ayyubí al
norte de África, a la cual partió desde su iqta’ al-Buhaira en el
límite occidental del Delta. Además, incluso si la invitación sulaymāní hubiera
sido dirigida a Saladino, la posesión de Tūrān-Shāh de Qūs le habría capacitado
a él o a sus agentes para interceptar sus mensajes ya actuar antes de que alcanzaran
El Cairo.
Por
tanto, Tūrān-Shāh consultó con sus oficiales y consejeros y con su apoyo
decidió emprender la expedición a Yemen. Hizo sus preparativos y luego informó
a su hermano. Aunque Saladino se enfrentaba a inminentes amenazas militares,
internas y externas, su inteligencia, su previsión y la magnitud de su
ejército, parece haberle asegurado que podía tratar con esos peligros y todavía
tener tropas de sobra para Yemen. Su problema prioritario, más bien era, al
parecer, financiero, resultante en gran medida, de haber acumulado un ejército
más grande de lo que Egipto podía mantener. Él ya había reducido su ejército,
en cierto modo, al permitir a Taqī’ al-Dīn enviar tropas al norte de África,
pero esta reducción, al parecer, no había sido suficiente. La expedición
propuesta por Tūrān-Shāh, por tanto, no solo era bien recibida por Saladino
sino incluso animada por él con un gran contingente de sus propias tropas y con
el desembolso por adelantado de las rentas de un año de las iqtas’s
del Alto Egipto de Tūrān-Shāh. Ya que la importancia de Yemen en esta época era
mínima para Egipto, la complacencia en invertir tropas y dinero en la invasión
puede explicarse a un nivel material solo por su necesidad de encontrar empleo
productivo para tropas innecesarias cuyo mantenimeinto era, por el contrario,
una carga para su tesoro.
Si el
propósito esencial de la invasión ayyubí de Yemen era el alivio de las
dificultades financieras de Egipto, entonces el idealismo o la ambición
personal se vuelven irrelevantes, pero esto no necesariamente excluye a
cualquera de estos motivos como elementos de la decisión. La extirpación de los
enemigos mahdíes del Islam sunní abbasí bien pudo haberse tomado como unfin
deseable por los ayyubíes, mientras que, por otra parte, no sería sorprendente
si Tūrān-Shāh saboreaba el prestigio que sería suyo com conquistador y
gobernante de Yemen. La existencia de ambos motivos humanos pueden suponerse
pero no pueden demostrarse o desaprobarse objetivamente.
4.
Tūrān-Shāh en Yemen
a)
Las conquistas iniciales (1174-1176)
Tūrān-Shāh
y su ejército dejaron El Cairo en febrero de 1174. Viajaron por tierra pero
fueron acomopañados por una flota que transportaba su equipo y provisiones.
Posiblemente, su ruta fue Nilo arriba hasta Qūs, donde la flota había sido
dejada atrás cuando la expedición cruzó el desierto hasta ‘Aidhāb.
Hipotéticamente es posible que Tūrān-Shāh hiciera su ruta a través de Aila y
Arabia occidental, mientras que la flota dejaba Qulzum, en la cabeza del Golfo
de Suez y surcaba el Mar Rojo hacia el sur para encontrarse con él en Jidda;
pero la ruta a Yemen vía Qūs era mucho más habitual en esta época, mientras que
las ruta de Qulzum y Aila habían sido casi olvidadas. Además, la ruta a través
de Qūs habría posibilitado a Tūrān-Shāh y sus tropas recaudar las rentas de
las iqtā’s altoegipcias antes de dejar Egipto.
Desde
‘Aidhāb Tūrān-Shāh había cruzado el Mar Rojo, probablemente hasta Jidda. Visitó
La Meca y sus
Santos Lugares antes de partir en la última etapa de su viaje. A continuación,
desde La Meca
viajó por tierra hacia Zabīd. En Harad, en las tierras de los sharifs
Sulaymaníes, Tūrān-Shāh se encontró con el sharif Qāsim b. Ghānim,
que le había pedido que fuera a Yemen.
Los
dos dejaron Harad con sus tropas a principios de mayo de 1174 y llegaron a
Zabīd el 12 de mayo. Al día siguiente tuvo lugar una batalla fuera de la
ciudad. Las tropas de ‘Abd an-Nabī no fueron capaces de parar
el ataque ayyubí, y huyeron de la ciudad. A la mañana sigueitne, los hombres de
Tūrān-Shāh encontraron los muros de la ciudad sin defensa. Utilizando escalas,
entraron, tomaron y saquearon la ciudad. ‘Abd an-Nabī, sus hermanos y su harén
(haram) fueron tomados prisioneros.
El
día 18 Qāsim dejó Zabīd para ir a su propio país. Tūrān-Shāh instituyó la khutba en
Zabīd por el califa ‘abbāsí y por Salāh al-Dīn y Nūr al-Dīn. A comienzos del
mes siguiente (mayo-principios de junio), se dirigió a Ta‘izz,
parte de los dominios mahdíes, y la tomó sin oposición. Atacó Sabir y Dhakhir,
fortalezas satélites de Ta‘izz, pero no consiguió nada contra ellas en este
momento. También ocupó ocupó al-Janad, que era parte de las
posesiones de ‘Abd an-Nabī.
Luego
Tūrān-Shāh procedió a atacar ‘Aden. Su gobernante Yāsir b.
Bilāl, el mameluco etíope de los zuray‘íes salió a recibirlo en batalla (21
de junio). Fue derrotado, y elementos de las tropas de Tūrān-Shāh pudieron
entrar por las puertas de la ciudad antes que Yāsir. De acuerdo con Ibn
al-Athīr, Tūrān-Shāh no hubiera podido tomar ‘Aden si Yāsir no hubiera cometido
el error de salir a combatirle. Yāsir fue cogido prisionero, pero Ibn Hātim
probablemente se equivoca cuando dice que los hijos del zuray‘í ‘Imrām también
fueron capturados, pues, estaban, al parecer, en al-Dumluwa por esta época. De
acuerdo con Ibn Hātim, Tūrān-Shāh no permitió a sus tropas que saquearan el
país, pero entra en contradicción en esto con su fuente, Imād al-Dīn.
A
mediados de julio Tūrān-Shāh partió de ‘Aden y fue a Mikhlaf Ja‘far.
Allí negoció por al-Ta‘kar, con sus amos, los Banū’z-Zarr;
tomó posesión de esta fortaleza y de Dhū Jibla, debajo de ella, el
25 de julio. En este punto asegura de manera sustancial su control de Zabīd y
‘Aden y la ruta entre ellas; su posesión de Ta‘kar y Dhū Jibla proporcionó un
punto de inicio en el camino de San‘ā’ y las tierras altas. Avanzó hasta Naqīl
Said el 30 de julio. Acampó al día siguiente ante Darwān,
en posesión de ‘Abd Allāh b. Yahyā al-Janbī, que opuso una feroz
resistencia pero finalmente capituló e hizo una tregua con Tūrān-Shāh el 3 de
agosto de 1174. Luego, Tūrān-Shāh le quitó la fortaleza de al-Masna‘a al
shaykh Muhammad b. Sā‘īd (b. ‘Amr b. ‘Arfata) al-Janbī.
De
ningún modo Janb quedó bajo control, en su totalidad, con la sumisión de estas
dos figuras. El 10 de agosto Tūrān-Shāh se vió enfrentado a los Janbíes cerca
de Dhamar. La resistencia árabe fue feroz, dando por resultado la
muerte de 65 hombres de Tūrān-Shāh, pero consiguió entrar en la ciudad. Se
quedó en Dhamār unos pocos días y luego partió hacia San‘ā’. No
lejos de Dhamār se enfrentó de nuevo a los Janbīs. Esta vez las tropas
ayyūbíes, que quizá habían estado confiadas como resultado de su serie de
victorias, al parecer; permanecían en estado de alerta por sus pérdidas unos
pocos días antes. Tūrān-Shāh, según las noticias, les reprendió diciendo “¡luchad
por vosotros mismos, o los árabes os comerán!” Como resultado, en este
segundo encuentro con los Janbíes, estos fueron puestos en fuga y buscaron
refugio en la ciudadela de Hirrām, más arriba de Dhamār. El número
de sus muertos ascendió, según los historiadores, a 700.
Cuando
Tūrān-Shāh se aproximaba a San‘ā’, los Hātimíes abandonaron la ciudad el 17 de
agosto, y se retiraron a Barāsh y otras fortalezas de montaña.
De acuerdo con Ibn Hātim, Tūrān-Shāh llegó a San‘ā’ al día siguente y acampó al
sur de la ciudad. Ocho jinetes hamdaníes se encontraban cerca del campamento;
tres de ellos fueron asesinados, pero el resto escapó. Por otra parte, la
estancia de Tūrān-Shāh transcurrió sin incidentes; Ibn Hātim dice que la
tradición (arriwāya) discrepa sobre sí Tūrān-Shāh entró realmente en la
ciudad o no, pero en cualquier caso no tomó el control de ella. Partió al
amanecer el 23 de agosto. Ibn Abī Tayy dice que San‘ā’ había sido quemada, y
que cuando Tūrān-Shāh entró solo encontró una pareja de ancianos, y después de
ocho días tuvo que abandonarla por falta de provisiones. De acuerdo con el
relato mas divergente, dado por primera vez por Ibn Abd al-Majīd, Tūrān-Shāh
llegó a Sana y ocupó la ciudad por lo que quedaba de mes, emprendiente alguna
construcción. Luego, regresó para tomar Ta‘izz y otros lugares.
Tan
pronto como partió Tūrān-Shāh, ‘Alī b. Hātim regresó para
tomar el control de San‘ā’. Según Ibn Hātim, ‘Alī, anticipándose a la llegada
de Tūrān-Shāh, habría comenzado a demoler la ciudadela (darb) de San‘ā’,
pero no pudo terminar el trabajo antes de que tuviera que dejar la ciudad.
Cuando Tūrān-Shāh llegó, alguna gente de la ciudad le pidieron que restaurara
la ciudadela, que habría sufrido por negligencia, así como por la demolición de
‘Alī. Cuando este último recuperó la ciudad, temió que Tūrān-Shāh regresara y,
por tanto, ordenó que la estructura fuera completamente destruida; los muros
fueron derribados y el foso rellenado.
Mientras
tanto, Tūrān-Shāh estaba volviendo a Zabīd. Su ruta partía del camino principal
desde San‘ā’ unos 17 kms al sur de la ciudad, para cruzar Naqīl al-Saud a la
cabeza de Wādī Sihām. Al parecer, la retaguardia del ejército fue atacado por
las tribus occidentales Shihab y Sanhan. Aunque se
perdieron muchos soldados, Tūrān-Shāh no volvió, sino que continuó su camino.
Luego, en Jabal Bura’, donde el Wādī Sihām desemboca en la Tihāmah , Tūrān-Shāh fue
emboscado de nuevo por las tribus locales, que capturaron muchos camellos del
tren de bagajes, cargado con equipo militar venido de Egipto y con el botín de
Zabīd y ‘Aden.
Por
tanto, el intento de Tūrān-Shāh de tomar San‘ā’, no solo resultó infructuoso,
sino que tuvo serias pérdidas. Si de verdad su razón para dejar la ciudad fue
su falta de provisiones, como dice Ibn Abī Tayy, entonces debe atribuirse el
mérito a ‘Alī b. Hātim por su decisión de evacuar la ciudad y abandonar San‘ā’.
Posiblemente había llevado con él a las fortalezas de montañas tanto alimentos
disponibles en la ciudad y la región como pudo gestionar. Incluso es posible
que quemara la ciudad, como afirma Ibn Abī Tayy. Por otra parte, Tūrān-Shāh
esperaba encontrar, con bastante probabilidad, la ciudad defendida y abastecida
con provisiones en previsión de un asedio. Bien puede haber llevado pocos
suministros son él, en la suposición de que sería facíl de superar la
resistencia de los Hatimíes, tanto como la de los habitantes de Zabīd y ‘Aden,
y que, por tanto, podría dar suministros a sus tropas del botín que consiguiera
de la ciudad. Su suposición fue probablemente correcta, excepto en que ‘Alī,
sabiamente, no intentó resistir directamente. Si este punto de vista es
correcto, entonces la inesperada dureza con la que se encontró Tūrān-Shāh puede
explicar su determinación de alcanzar Zabīd tan rápido como fuera posible, sin
importar sus pérdidas en hombres y equipo en el camino. Tūrān-Shāh no hizo más
intentos por conquistar San‘ā’ o cualquiera de las Tierras Altas.
Parece probable que aquellos puntos por encima de Naqīl Said que había
conquistado previamente que revirtieran a su anterior independencia, pues no
designó gobernadores en esa región cuando abandonó Yemen; pero existen indicios
circunstanciales de que al menos algunos de los Janbíes le pagaron alguna forma
de tributo. Permaneció en Zabīd hasta diciembre de 1174. Luego partió
hacía al-Janad para confirmar el control de su región. Allí,
el gobernador de ‘Abd an-Nabī en Sabir fue al encuentro de Tūrān-Shāh y le
entregó el control de la fortaleza. Luego, Tūrān-Shāh acampó abajo de Dhakhir,
al oeste de Ta‘izz. Su dueño, ‘Alī al-Hajjaj, pariente por
matrimonio de ‘Abd an-Nabī, consiguió negociar la rendición del baluarte y la
entrega del tesoro de éste (valorado en 10.000 dinares) a cambio de su
libertad. Antes de esto, otras dos fortalezas, aún sin identificar, habían sido
tomadas.
Entonces,
Tūrān-Shāh se trasladó al sur, a Ma‘afir, región montañosa entre
Ta‘izz y llanura costera de ‘Aden. Al parecer, esta región aún estaba
controlada por representantes de los zuray‘íes. Allí capturó Hisn Yumain,
poseida por el zuray‘í Mansūr b. Muhammad b. Saba’, hermano del
amir ‘Imrām; la guarnición de la fortaleza abandonó a su señor a su destino.
Las fortalezas de Munīf y as-Samadān se
tomaron a continuación. Hisn as-Sawā’ no fue atacada, pero se
confirmó en la posesión a un individuo llamado Ibn as-Sabā’í, que
descendía de un gobernador árabe nombrado allí por ‘Alī b. Muhammad al-Sulayhí.
Luego, Tūrān-Shāh acampó bajo al-Dumluwa, que era mantenida
por Jawhar al-Mu‘azzam como guardián de los hijos del zuray‘í
‘Imrām b. Muhammad. Tūrān-Shāh intentó bombardear el fuerte con catapultas,
pero la disposición de la tierra lo colocaba más alto de su alcance. Por lo
tanto, hizo la paz con Jawhar con la condición de un pago “trivial” de las
rentas de las tierras bajo su dominio.
Así
finalizaron las conquistas de Tūrān-Shāh en Yemen hasta donde son registradas.
Puso bajo control ayyubí solo la parte suroccidental de Yemen: Zabīd, ‘Aden y
las montañas de Ta‘izz que controlaban las comunicaciones entre las dos
ciudades anteriores. Tūrān-Shāh regresó a Dhū Jibla, donde
permaneció hasta el 28 de febrero de 1175. A primeros de marzo llegó a Zabīd. Más
tarde, fue a ‘Aden de nuevo, en octubre o noviembre de 1175, y
más tarde, parece, a Dhū ‘Udaina, un suburbio de Ta‘izz, en enero-febrero
de 1176. En ese último mes dejó al-Janad para ir a Siria.
Itinerario de la conquista de Yemen por Tūrān-Shāh (1174-1175) |
b)
Las ejecuciones de ‘Abd an-Nabī y Yāsir b. Bilāl
Antes
de que Tūrān-Shāh dejara Yemen, tanto ‘Abd an-Nabī como Yāsir b. Bilāl, habían
sido ejecutados, pero en ningún caso es posible establecer con mucha seguridad
las circunstancias, época o razón, debido a la divergencia de las fuentes. Para
‘Abd an-Nabī las versiones más consistentes son proporcionadas por ‘Imād al-Dīn
e Ibn Hātim. De acuerdo con este último, ‘Abd an-Nabī y sus
dos hermanos, Ahmad y Yahyā fueron ejecutados
el 1 de febrero de 1175, por orden de Tūrān-Shāh, debido a las noticias que le
llegaron durante su ausencia en al-Ma‘afir o Dhū Jibla, de disturbios en la Tihāmah. Imād al-Din
dice que ‘Abd an-Nabī fue ejecutado durante la ausencia de Tūrān-Shāh por al-Mubārak,
gobernador de Zabīd, porque pensaba que su gobierno en Tihamah estaba en
peligro; Ibn Abī Tayy, que al parecer usaba a ‘Imād al-Dīn, añade que
Tūrān-Shāh estaba en San‘ā’ en esa época, y que ratificó la acción de
al-Mubārak después de su regreso. Si podemos aceptar que Ibn Abī Tayy, o su
fuente, estaban mal informados sobre el paradero de Tūrān-Shāh en la época de
la muerte de ‘Abd an-Nabī, el conflicto implícito en las fechas entre los dos
relatos desaparece. Sigue quedando la cuestión de si al-Mubārak actuó por
propia iniciativa o por orden de Tūrān-Shāh, pero este problema es, más bien,
trivial. El hecho importante que resulta de ambos relatos es que la ejecución
de los Mahdíes fue una respuesta a un peligro concreto, al parecer, para el
gobierno ayyubí en la
Tihāmah. Se pude conjeturar que éste fue un levantamiento
árabe en la Tihāmah
en nombre de los mahdíes. Si así fuera, la ejecución de estos eliminó el
peligro, pues Tūrān-Shāh no regresó a Zabīd hasta un mes más tarde.
Las
informaciones sobre la muerte de Yāsir son igualmente
divergentes, excepto en que todas están de acuerdo con que su ejecución tuvo
lugar en torno a la época de la partida de Tūrān-Shāh en 1176. El relato más
circunstancial lo proporciona Ibn Abī Tayy, que transmite una historia por la
cual, Yāsir era odiado por un pariente político suyo, un cierto ‘Abbās.
Cuando se conoció la intención de Tūrān-Shāh de dejar Yemen, este ‘Abbās
falsificó una carta con la escritura de Yāsir con una imitación de su sello. La
carta estaba dirigida a Zayd b. ‘Amr b. Hātim, gobernante de San‘ā’
y le decía que retuviera su tributo y regalos, porque Tūrān-Shāh estaba yéndose
por su incapacidad para controlar Yemen. Luego, ‘Abbās hizo que esta carta
cayera en manos de Tūrān-Shāh, cuando este estaba asediando la fortaleza de al-Khadrā’.
Tūrān-Shāh convocó a Yāsir ante él, y le reprochó su traición después de
haberle tratado con respeto y permitido retener la posesión de sus tierras.
Aunque Yāsir juró que no sabía nada sobre la carta, no le creyó y fue ejecutado
en el instante.
La
historia presenta muchas incongruencias. Según otras versiones Yāsir consiguió
escapar tras su derrota y buscó refugio con Jahwar en al-Dumluwa. Más tarde
dejó este santuario y llegó a Dhū ‘Udaina disfrazado, con su mameluco Miftāh
as-Sudasī. Alli fue reconocido por un miembro de la corte y arrestado.
Cuando Tūrān-Shāh tuvo noticias de esto, mandó colgarle y a otros con él.
Al-Janadi, en lugar de esto, dice que Yāsir y Miftāh fueron ejecutados
por tausit, siendo cortados por la cintura. Su muerte fue en
1176. Ante la variedad de relatos, la única conclusión a la que puede llegarse
es que Yāsir fue ejecutado justo cuando Tūrān-Shāh se estaba preparando para
abandonar Yemen. Pudo haber muerto en Dhū ‘Udaina y su esclavo as-Sudasī pudo
haber sido ejecutado con él, así como otros, y puede conjeturarse que Yāsir
hubiera intentado subvertir el control ayyūbi.
c) La
partida de Tūrān-Shāh hacia Siria
Sobre
la explicación de por qué Tūrān-Shāh dejó Yemen, cada autor da su versión: ver
a su hermano de nuevo, participar en la conquista de Siria, el desagrado de
estar en Yemen, etc, pero todas parecen irrelevantes por la afirmación de ‘Imād
al-Dīn de que, cuando Salāh al-Dīn tomó Damasco, escribió a su hermano a Yemen
expresando su deseo de reunirse con él, y así lo hizo Tūrān-Shāh en 1176. Salāh
al-Dīn parece haber estado muy contento de ver a su hermano de nuevo, y no
mucho después de su reunión le nombró gobernador de Damasco. De hecho, parece
probable que Salāh al-Dīn volviera a llamar a su hermano a Siria, para ayudarle
en su conquista y gobierno, del mismo modo que unos años antes, cuando había
pedido a Nūr al-dīn que le enviara a Egipto, pues el hermano mayor de Salāh
al-dīn era, al menos en esa época, era uno de sus consejeros más leales, de
confianza y experimentado. Por tanto, Tūrān-Shāh partió de al-Janad en
enero-febrero de 1176, después de distribuir favores y dinero a su tropa. Llegó
a Damasco el 19 de abril y se encontró con su hermano en Hamāh el 10 de agosto
de 1176. Yemen fue dejada en manos de cuatro gobernadores autónomos.
5.
Los gobernadores de Turan-Shah: Interregno (1176-1184)
Cuando
Tūrān-Shāh dejó Yemen, no dejó todos sus territorios en manos de un solo
gobernador con autoridad general. Sin duda, preveía que tal concentración de
poder en un solo individuo podría capacitarle para afirmar su independencia y
resistir los esfuerzos para desposeerlo. En lugar de eso, Tūrān-Shāh dividió
sus posesiones entre cuatro gobernadores o representantes (nā‘ibs),
cada uno a cargo de una región específica. En ‘Aden nombró
a ‘Izz al-Dīn Abū ‘Amr ‘Uthmān b. ‘Alī az-Zanjarī, que había sido
gobernador desde 1174. La fortaleza de al-Ta‘kar, la ciudad
de Dhū Jibla debajo de ella y Mikhlaf Ja‘far fueron
asignadas a uno de los mamelucos, Muzaffar al-Dīn Qāymāz. Ta‘izz
y al-Janad fueron entregadas a otro mameluco, Yāqūt, que adquirió,
por tanto, la nisba de Ta‘izz. Zabīd y la Tihāmah fueron
puestos bajo el control de Sayf al-Dawla Madj al-Dīn Abu’l-Maimūn
al-Mubārak b. al-Kāmil b. ‘Alī b. Muqallad b. Nasr b. Munqidh, vástago de
una antigua y distinguida familia árabe, los Banū Munqidh de Shayzar en Siria.
Al-Mubārak había sido gobernador en la ciudad desde que Tūrān-Shāh la dejó por
primera vez en 1174.
Durante
algún tiempo después de que Tūrān-Shāh partiera, la situación en Yemen siguió
estando estable y sin acontecimientos notables. El único incidente registrado
en este periodo inicial es referido por al-Janadī, según el cual un mercader
sufí, llamado al-Mubārak b. Khalaf se alzó en Zabīd,
mientras al-Mubārak era gobernador y obtuvo un amplio apoyo. Al-Mubārak vio en
él un potencial segundo Ibn Mahdī y ordenó ejecutarle. No obstante, se dice que
el episodio había causado problemas de conciencia a al-Mubārak, impidiéndole
dormir. Por tanto, se le aconsejó que restaurara la vieja mezquita etíope del
viernes y que pronunciara la khutba oficial allí. Esto hizo
como expiación, y también derribó la reciente mezquita construida por los
Mahdíes para la tumba de ‘Alī b. Mahdī. Su accion fue bien recibida por el
pueblo por odio a los Mahdíes. Según al-Khazrajī, que vio la inscripción
colocada por al-Mubārak en la fachada de la restaurada mezquita, llevaba la
fecha de 1177-1178.
El
primer cambio importante en la situación de Yemen fue la partida de al-Mubārak,
de quien se dice que había enfermado y, en cualquier caso, había desarrollado
un fuerte desagrado por Yemen, expresada en una copla popular atribuida a él.
“Si
Dios deseara mal para un hombre,
y
quisiera que viviera sin felicidad,
lo
induciría a salir de Egipto sin causa,
y le
haría vivir en la tierra de Zabid.”
En
consecuencia, al-Mubārak pidió y recibió permiso para unirse a Tūrān-Shāh en
Siria; pero habiendo ido este último, entretanto, a Egipto, al-Mubārak estuvo
allí en su lugar en 1178-1179. Su hermano Hittān ocupó su
lugar como gobernador.
Cuando
las noticias de la muerte de Tūrān-Shāh (junio de 1180), llegaron a Yemen, sus
gobernadores se quedaron sin superior inmediato. En teoría, su alianza
posiblemente debería haber cambiado a Salāh al-Dīn, pero, de hecho, esta
lealtad común nominal no impidió la fricción entre ellos. De hecho, según
al-Janadī e Ibn Hātim, cuando continuó el conflicto entre los gobernadores y
nadie vino de Egipto para supervisarlo, abandonaron su alianza y cada uno
afirmó su propia soberanía. Cada uno acuñó moneda en su nombre y se negaron a
permitir que las monedas de los otros circularan por su territorio. En
realidad, esta descripción de la situación no es apoyada por las fuentes
literarias más antiguas, o, hasta ahora, por las pruebas numismáticas. Solo se
conocen dos monedas de Yemen de esta época, pero éstas un dinar
de ‘Aden de 1178, con el nombre de Tūrān-Shāh y otra de 1181, con el
nombre de Salāh al-Dīn en su lugar- sugieren que az-Zanjarī, al menos,
transfirió su alianza tal como debería haber hecho.
A
juzgar por la información de ‘Imād al-Dīn y por otras declaraciones
de Ibn Hātim, podría parecer que Hittān fue el único rebelde, mientras que los
otros tres gobernadores mantuvieron su reconocimiento de Salāh al-Dīn (aunque
esto no implica necesariamente que él siempre estuviera satisfecho con sus
conductas). Es imposible decir si Hittān repudió abiertamente la soberanía
ayyūbí o simplemente se comportó como si lo hubiera hecho. No se sabe nada de
su gobierno en Zabīd, excepto que fue respetado por su pueblo debido a su
generosidad y bravura. Los odios personales también contribuyeron a la
hostilidad entre los gobernadores, según ‘Imād al-Dīn.
La
situación pronto degeneró en una lucha real. Ibn Hātim describe un ataque
conjunto por az-Zanjarī, Yāqūt y Qāymāz sobre
Zabīd, que fue desarticulado con grandes pérdidas para los sitiadores por un
súbita salida nocturna de Hittān; pero añade que existía otra tradición según
la cual no hubo lucha hasta que llegó Khutlubā, en cuyo caso, dice,
esta descripción puede referirse a una batalla tras la muerte de este
último. Las fuentes norteñas confirman, sin embargo, que tuvo lugar un
conflicto militar entre az-Zanjarī e Hittān. Fueron estas las noticias las
que provocaron que Salāh al-Dīn enviara una nueva fuerza expedicionaria a Yemen.
El
ejército enviado a Yemen en 1181-1182 estaba dirigido por Sarīm al-Dīn
Khutlubā, el wālī Misr (gobernador de El Cairo
viejo), que retuvo su cargo en Egipto a través de representantes (nuwwāb)
bajo la supervisión de su familia y asociados. Estaba acompañado por 500
hombres, tanto de caballería como de infantería, y por cinco barcos de guerra (harraqa).
Khutlubā llegó por mar a ‛Aden, con cartas de Salāh-al-Dīn a los
gobernadores ordenándoles unirse a él en una campaña contra Hittān.
Az-Zanjarī estuvo de acuerdo en unirse a él; fueron juntos a al-Janad,
donde se encontraron con Qāymāz y Yāqūt. Luego, los aliados marcharon a Zabīd.
Hittān eligió no resistir, sino más bien abandonó la ciudad y se retiró a la fortaleza
de montaña de Qawārīr. Khutlubā, por tanto, consiguió tener el
control de la ciudad, mientras que los otros gobernadores regresaron a sus
territorios.
El
curso siguiente de los acontecimientos, en cierto modo, no queda claro, pero es
evidente que Khutlubā pronto traicionó su confianza. Según ‛Imād
al-Din, Khutlubā afirmó su independencia del control ayyūbí, con el apoyo
de az-Zanjarī. Los dos hombres se unieron para gobernar el país (quizá un
alusión a la ocupación por parte de az-Zanjarī de los territorios de
Qāymāz y Yāqūt, que se trata más abajo). Esta referencia quizá no entra en
contradicción con la información de que Hittān y Khutlubā comenzaron a
cartearse y pronto alcanzaron un buen entendimiento. Entonces,
Khutlubā cayó enfermo y decidió regresar a Egipto. Convocó a Hittān para
que le sucediera. Hittān entró en Zabīd disfrazado la misma noche en la que
Khutlubā estaba muriendo, y logró restablecer su gobierno sin aparente
dificultad.
En
torno a esta época, o posiblemente un poco después, az-Zanjarī estaba
extendiendo su dominio a expensas de sus compañeros gobernadores. Si esto era
en connivencia con Khutlubā, como sugiere ‛Imād al-Dīn, es imposible de
decir. Según al-Janadī, el poder de Qāymāz declinó y fue incapaz de controlar
Mikhlaf Ja‛far. Cuando az-Zanjarī supo esto aumentó su codicia. Primero se
dirigió a al-Janad que tomó, y luego ocupó el Mikhlaf, incluyendo
al-Ta‛kar. Esto fue en 1182-1183. Qaymaz, según parece, fue cogido prisionero
hasta la llegada de Tugh-Takīn. El hermano de az-Zanjarī, ‛Umar,
fue hecho gobernador de al-Ta‛kar. Al-Janadī afirma que al-Janad
pertenecía a Qāymāz, pero es más probable, como dice Ibn Hātim, que
fuera parte del territorio de Yāqūt; está mucho más cerca de Ta‛izz que de
al-Ta‛kar.
También
parece que az-Zanjarī, que había tenido noticia de que Hittān había recuperado
Zabīd, montó un ataque contra él, quizá más de uno. Se sugiere que
az-Zanjarī atacó Zabīd varias veces, pero no consiguió nada porque Hittān
en cada ocasión se retiraba a Qāwarīr y luego retomó la ciudad cuando
az-Zanjarī se marchó. No obstante, Ibn Hātim habla de un ataque por parte
de az-Zanjarī, Yāqūt y Qāymāz tras la muerte de Khutlubā que terminó en
derrota para los aliados; anteriormente había sugerido que su descripción de la
desastrosa derrota antes de la llegada de Khutlubā, bien pudiera referirse a
este último evento. Su suposición quizá puede ser apoyado por un relato
extremadamente confuso que se encuentra en el texto de al-Janadī, la esencia
del cual parece ser que az-Zanjarī huyó a al-Janad después de que su
ejército fuera derrotado en Zabīd, con Hittān persiguiéndole de cerca.
Siguieron varios días de combates. Finalmente, los asuntos se resolvieron con
la devolución de al-Janad y Dhakhir a Yāqūt. Esto fue en noviembre-diciembre de
1183, en otras palabras, justo antes de la llegada de Tugh-Takīn.
Antes
incluso de esta época, az-Zanjarī había escrito a Salāh al-Dīn pidiéndole
asistencia contra Hittān. Salāh al-Dīn ya había ordenado a su hermano
Tugh-Takīn que fuera a poner orden en Yemen. Entonces escribió a
az-Zanjarī con las alentadoras noticias de la inminente llegada de
Tugh-Takīn, y también escribió de nuevo a Tugh-Takīn apremiándole para acelerar
sus preparativos. Tugh-Takīn partió hacia Yemen en noviembre de 1183; en un
año, Hittān ya está estaba muerto y az-Zanjarī había abandonado tanto
Yemen como su carrera pública.
Hasta
ahora este relato solo estaba ocupado con la política interna de la esfera
ayyubí en Yemen, pero az-Zanjarī también extendió su poder en una nueva
región, Hadramawt, a donde Tūrān-Shāh no había ido. La cronología
de sus campañas allí es bastante incierta. Az-Zanjarī dirigió una primera
campaña él mismo, conquistando primero ash-Shihr, y luego Shibām y Tarīm,
sin mucha dificultad. La dinastía local, los Āl Rāshid, quizá
fueron dejados en Tarīm, mientras que un kurdo llamado Hārūn fue
colocado, al parecer, en Shibām como representante de az-Zanjarī. Durante un
tiempo los ingresos llegaron a ‛Aden, pero luego los Āl Rāshid, se
levantaron en rebelión. Por tanto, az-Zanjarī, envió otro ejército,
probablemente en 1180, que sofocó brutalmente a los rebeldes y mató a muchos de
los ‛ulamās de Tarīm que los habían apoyado. El sultán Rāshid b.
Abī Qahtān y su hijo fueron llevados a ‛Aden y encarcelados.
Cuando, más tarde, az-Zanjarī huyó de Tugh-Takīn, ellos tomaron ventaja del
interregno para escapar de vuelta a Hadramawt, donde restablecieron su gobierno
y lo mantuvieron durante unos 30 años.
Cuando
no estaba enredado en actividades militares, az-Zanjarī estaba activo
desarrollando su capital ‛Aden. Construyó nuevas murallas para la ciudad,
así como mezquitas, mercados y almacenes, y para aumentar la prosperidad
de ‛Aden, dejó en ruinas a su competidora, Abya, a unos pocos
kilómetros al este, mientras que él, consolidaba aún más su monopolio de los
beneficios procedentes del comercio con la India.
En
resumen, los logros de Tūrān-Shāh en Yemen no fueron impresionantes. Había
establecido allí un punto de apoyo ayyubí, pero le faltó la paciencia y la
determinación para quedarse en el país y terminar su conquista y administrar
personalmente su nuevo dominio. Su intento de gobernar el país in
absentia a través de varios gobernadores, conteniéndoles unos contra
otros, demostró ser un fracaso. Al mismo tiempo, el peligro de nombrar un único
gobernador para el país entero, era evidente, pues tal figura podría muy
fácilmente repudiar su lealtad y resistir sus esfuerzos para desalojarlo. Un
control centralizado podía evitar que las regiones de emen volvieran a crear los
conflictos del periodo pre-ayyūbí; solo se podía confiar en un miembro de la
familia para mantener su conexión con la dinastía; solo de un enérgico y capaz
gobernante podía esperar mentener a los árabes de Yemen en sus fortalezas de
montañas, sometidos a un gobierno extranjero. Estos requisitos previos exigían
el envío de Tugh-Takīn a Yemen.
6. El
reinado de Tugh-Takīn y la terminación de la conquista (1184-1197)
a) El
viaje de Tugh-Takīn a Yemen
La
mejor fuente sobre la expedición de Tugh-Takīn a Yemen es ‛Imād al-Dīn en
su al-Barq ash-Shāmī. Ya se ha visto como la preocupación de
Salāh al-Dīn por el peligro que las peleas entre los nā‛ibs
de Tūrān-Shāh suponían para el control ayyubí de Yemen, le había llevado a
enviar a Khutlubā a Zabīd. El desalojo de Hittān de Zabīd fue recibido con
satisfacción en la corte, pero fue disipada por la noticia de la muerte de
Khutlubā y la ocupación de Hittān de la ciudad. Incluso antes de la
llegada de estas noticias, Salāh al-Dīn había pedido a su hermano que
fuese a Yemen. La solicitud de az-Zanjarī de que se enviara a un miembro
de la familia gobernante coincidió con la correspondencia renovada entre Salāh
al-Dīn y Tugh-Takīn, apremiándole para que acelerara sus preparativos. Aunque
la expedición se había decidido antes de la partida de Salāh al-Dīn de Egipto
(11 de mayo de 1182), Tugh-Takīn no dejó El Cairo hasta 17 meses más tarde, en
octubre-noviembre de 1183. las razones para la demora, aparentemente no fueron
las legítimas, pues ‛Imād al-Dīn habla de su ansiedad para redimirse en la
campaña. Ibn Abī Tayy, la única fuente de esta expedición, independiente
de ‛Imād al-Dīn, sitúa la iniciativa para esta con el mismo Tugh-Takīn,
del cual se decía que había establecido su corazón en Yemen desde la época de
la muerte de Tūrān-Shāh, pero la dilación de preparar la campaña no parece
reflejar la pasión por Yemen atribuida a él por Ibn Abī Tayy.
Tugh-Takīn
llegó a La Meca
el 18 de diciembre de 1183, acompañado por 1000 jinetes y 500 tropas de jabalī (este
término significa “montaña”, pero el historiador al-Khazrajī escribe rajil,
“infantería”, en lugar de jabalī), y una multitud de
peregrinos que habían viajado bajo su protección. Su visita a La Meca es descrita con colorido
detalle por el viajero Ibn Jubair, que estaba en la ciudad en esa época. De
acuerdo con él, Tugh-Takīn desembarcó en Yambu. Primero fue a Medina para
visitar la tumba del Profeta, mientras que su bagaje era dejado en
as-Safrā. Su llegada al Hijaz causó gran aprensión en el gobernante de La Meca , el hasaní Mukhtir
b. ‛Isā, aunque se había informado que Tugh-Takīn simplemente
estaba de paso en su camino a Yemen para resolver disputas allí. Mukhtir, que
era vagamente shī‛í, probablemente temía que Tugh-Takīn pudiera buscar
reforzar las prácticas sunníes, o peor, poder reemplazarle por la
administración ayyūbí directa. Por esta razón, Mukhtir fue al campamento de
Tugh-Takīn en az-Zahir en la noche de su llegada; aparentemente fue para darle
la bienvenida, pero, en realidad, Mukhtir quiso reafirmar su lealtad a los
ayyubíes. Finalmente, el 27 de diciembre Tugh-Takīn partió hacia Yemen.
b) La
consolidación y extensión de las conquistas suroccidentales (1184-1189)
Tugh-Takīn
entró en Zabīd el 29 de enero de 1184. Los historiadores están en desacuerdo
sobre la reacción de Hittān a la llegada de Tugh-Takīn: de
acuerdo con algunos, se retiró a Qawarīr y tuvo que ser inducido a bajar. El
historiador más antiguo, ‛Imād al-Dīn no apoya ninguna de estas
posiciones, pero de acuerdo con otros, salió a encontrarse con Tugh-Takīn en el
camino. Dice solamente que Tugh-Takīn cesó a Hittān de su puesto pero le
trató bien, esforzándose por ganar su confianza. No obstante, Hittān no vio
futuro para sí mismo en Yemen con un miembro de la familia gobernante en e país
y pidió a Tugh-Takīn permiso para partir a Siria. Esto se concedió solo después
de una muestra de renuencia. Luego Hittān reunió sus tejidos preciosos, joyas y
metales preciosos, caballos y mujeres y los envió por delante. Cuando llegó el
momento de la partida, fue llamado de vuelta, aparentemente porque Tugh-Takīn
quería escoltarle en su despedida, pero cuando entró en presencia de Tugh-Takīn
fue capturado y atado. A la caravana con sus posesiones se le ordenó volver a
Zabīd. Sus riquezas fueron incorporadas al tesoro de Tugh-Takīn,
mientras que él fue encarcelado en Ta‛izz y pronto ejecutado. La tradición histórica
ve la conducta de Tugh-Takīn con engaños desde el comienzo, lo cual no es
imposible, pero el tratamiento posterior, por parte de Tugh-Takīn, de
Qaymāz y Yāqūt sugiere que pudo haber esperado originalmente convertir a Hittān
en un leal subordinado, y solo se decidió a eliminarlo por su riqueza después
de que éste se negara a aceptar este papel. Por tanto, el tesoro obtenido era
enorme. De la carta que lo describía, enviada a Salāh al-Dīn, ‛Imād
al-Dīn se limita a mencionar 70 cofres llenos de monedas de oro. Situó el
valor de toda la fortuna en un millón de dinares. Con esta carta que llegó a El
Cairo en febrero de 1185, también fue la familia de Hittān, incluyendo su
hermano Muhammad.
En
‛Aden, az-Zanjarī, después de oír el destino de Hittān eligió no confiar en su
propia situación con los ayyubíes. Cargó lo más pesado de sus objetos de valor
en una flota de barcos con destino a Siria y partió él mismo por tierra con su
riqueza más ligera. Cuando su flota tocó tierra en el camino, fueron encontrados
por casualidad por algunos de los barcos de Tugh-Takīn y todo fue
confiscado. Az-Zanjarī llegó a La
Meca el 19 o 20 de marzo de 1184. La mayoría de esta riqueza
ya había sido enviada a la ciudad por la noche para ocultar el alcance total de
su fortuna restante. Más tarde continuó hasta Damasco, donde vivió en privado
hasta su muerte. Aunque se dice que la mayor parte de su fortuna estaba en los
barcos, el resto fue suficiente para dotar una madrasa y un ribat en La Meca y una madrasa en Damasco.
Tugh-Takīn consiguió
establecer su autoridad en el resto de los dominios de su hermano sin
disputa. Yāqūt llegó a Zabīd y entregó las llaves de Ta‛izz, pero la
ciudad le fue devuelta. Se dice que se le entregó la custodia de Hittān y llevó
a cabo su ejecución (25 de marzo de 1184). Entonces envió a su mameluco Il-Abah para
tomar al-Ta‛kar de manos del hermano de az-Zanjarī, ‛Umar b. ‛Alī. Además,
cuando supo que az-Zanjarī había abandonado ‛Aden, envió a
un cierto Ibn ‛Ayn az-Zamān allí como gobernador.
Según
Ibn Hātim, el primer objetivo de Tugh-Takīn tras establecer su
autoridad en los anteriores dominios de su hermano, fue la fortaleza de as-Sawa’ (al
sur de Ta‛izz). Esta era, al parecer, una fortaleza de considerable
solidez, pues es el único bastión conocido que haya sobrevivido tanto a la
campaña de ‛Alī b. Mahdī en Sabir, como a las de Tūrān-Shāh.
Su gobernante se llamaba Ibn as-Sabā‛í. Había sido confirmado en su
posición por Tūrān-Shāh. No está establecido si aún estaba allí en tiempos del
ataque de Tugh-Takīn, cuando una epidemia obligó a los ocupantes a rendir
el baluarte después de un asedio de duración no especificada.
La
siguiente conquista de Tugh-Takīn, en el relato de Ibn Hātim, fue la
fortaleza de Khadid, en la región de Wusāb, al este de
Zabīd, después de sitiarla. Según la lista de Ibn Samura, que sitúa
la conquista ligeramente después, en diciembre de 118/5 o enero de 1186, Tugh-Takīn mató
al señor del baluarte, ‛Alī b. ‛Abd Allāh b. Muqabbil
al-Kaulānī. En otro lugar, Ibn Samura afirma que la dinastía de los Banū’z-Zarr fue
extinguida por Tugh-Takīn en este mes. De este
modo ‛Alī debió haber sido el último representante de esa familia,
que había tomado Khadid en 1110-1112.
A continuación Tugh-Takīn tomó Suwāhit,
una fortaleza a norte de Ibb. Ibn Hātim da cuenta de un relato de que un shaykh
de este bastión se había encontrado a Tugh-Takīn en La Meca y le había jurado su
alianza allí. No especifica si Tugh-Takīn tomó el fuerte por la
fuerza, traicionando su acuerdo, o si le fue entregado por su señor de acuerdo
con su contrato. Después, en Ibn Hātim, viene la toma de Raima,
seguida por los fuertes de los hijos de Abu’n-Nūr b. Abī, mientras
que en Ibn Samura el orden de esas conquistas está al revés. Las fortalezas de
estas familias incuían Bait ‛Izz y Nu‛m,
capturadas respectivamente de manos de ‛Abd al-Shams b. Abi’n-Nūr y
un hermano no nombrado; Warākh, dejado en la posesión de un tercer
hermano, Muhammad; y ‛Utuma. Posiblemente deban
ser incluidas en esta lista Najrāna y Samā‛a. Dos
fuentes menores, Qar‛a y Shār, redondearon las
conquistas en esta región.
Entonces, Tugh-Takīn volvió
su atención a los importantes bastiones de Habb, en Jabal Ba‛dān,
al este de Ibb, poseído por el sultán Ziyād b. Hātim
b. ‛Alī b. Saba’ az-Zuray‛í. Ziyād resistió el
ataque ayyubí y envió un apetición de ayuda a ‛Alī b. Hātim en
San‛ā’, y a los Janbíes, ‛Abd Allāh b. Yahya e ‛Imrām
b. Zayd b. ‛Amr. A finales de febrero de 1186, ‛Alī envió
a su hermano Bishr b. Hātim con un gran ejército al que se unieron en
Dhamar ‛Abd Allāh e ‛Imrām, y después a lo largo del camino al-As‛ad
b. ‛Alī b. Abd ‛Allāh as-Sulayhí de
Qayzān. Luego, Bishr, ante la insistencia de al-As‛ad fue con las tropas
de Hamdān a asediar Nu‛m, que se sitúa cerca de Qayzān. Los Janbíes fueron
enviados a as-Sahūl. Allí, los Janbíes o parte de ellos, fueron persuadidos a
retirarse de la alianza. Cuando Bishr supo esto, aconsejó que Hamdān volviera
de Nu‛m. Cuando ‛Imrām b. Zayd luego vino a informarlos más plenamente de
la situación entre los Janbīs, Bishr ordenó a todos ir a casa, después de 20
días de campaña. Al-Khazrajī explica que la defección de Janb por viejos
odios entre ‛Abd Allāh e ‛Imrām. También dice que la intención
de Bishr era mantener todas las tropas juntas en un lugar (lo que le habría
permitido frustrar la subversión de Janb), pero se le impidió hacerlo ante
la insistencia de al-As‛ad de que Nu‛m, que ponía en peligro a Qayzān,
fortaleza de aquel, debía ser reducida primero. Este episodio ilustra como los
antagonismos tribales y personales, y la falta de una autoridad unificada hizo
imposible para los árabes oponer una resistencia enérgica y determinada a los
invasores ayyubíes.
Mientras
tanto, Habb, un poderoso bastión, continuaba resistiendo.
Finalmente Tugh-Takīn encomendó el asedio a sus subordinados Humām
al-Din Abū Zabā y Shams al-Khawāss, mientras que él
mismo fue a La Meca
para el hajj. Cuando regresó el fuerte aún no había sido tomado, de
modo que el ejército invasor fue reforzado. Después de una serie de ataques
diarios, el lugar fue tomado finalmente en agosto o septiembre de 1186, después
de un asedio de casi un año. Los ocupantes de la fortificación fueron
masacrados, excepto los que eran bien conocidos y los que lograron esconderse
asumiendo los uniformes de las tropas ayyubíes (que por tanto incluían
auxiliares yemeníes) o disimulándose entre los muertos.
La
peregrinación de Tugh-Takīn en 1186, mencionada antes, al parecer fue
menos amistosa que su visita anterior en ruta hacia el Yemen, pues en esta
última ocasión detuvo la llamada a la oración según la fórmula shī‛í, y mató a
varios muecines. El amir de La
Meca se retiró a Abū Qubais, dejando la
ka‛ba bloqueada, pero envió la llave después de las representaciones
de Tugh-Takīn en el terreno coránico y hadith.
La
conquista de Habb por Tugh-Takīn impresionó en gran medida a los
yemeníes que le habían resistido hasta ahora. Casi inmediatamente dos de los
líderes de la abortada campaña de resistencia del año anterior se
sometieron: ‛Abd Allāh b. Yahyā, que vino en persona con sus
hijos, y al-As‛ad b. ‛Alī as-Sulayhí, que envió a su hijo
al-Mansūr. La sumisión del primero llevó aparejado la alianza de una parte de
la tribu Janb. De este modo Tugh-Takīn consiguió ocupar la totalidad
de su país incluyendo la ciudadela alta de Dhamār, Hirrām, donde
hizo su campamento durante un tiempo. Allí fueron más árabes a reconocerle.
Todos los que se sometieron en ese momento fueron bien tratados y recibieron
generosos presentes. El único que resistía era ‛Imrām b. Zayd,
shaykh de Madhhij, al que Tugh-Takīn dirigió ahora su
atención. Una serie de partidas de reconocimiento finalmente trajeron la
información de que Imram estaba acampado en un lugar llamado ‛Urqub.
Con un cuerpo de tropas, Tugh-Takīn asaltó el campamento, matando a
todos los hombres importantes allí y tomando el material como botín, pero
concediendo refugio al haram de ‛Imram. Este consiguió
escapar.
El
éxito de Tugh-Takīn en el país de Janb colocó una amenaza inmediata
ante los sultanes hātimíes, pues sus conquistas abrían una ruta directa a
San‛ā’. Además, su sensación del peligro fue aumentada por la reputación de
invencibilidad que Tugh-Takīn estaba adquiriendo ahora; se decía que solo tenía
que decidir sobre la conquista de un lugar para que Dios hiciera posible que él
la tomara. La respuesta hātimí fue una versión expandida de la política que
ellos habían seguido contra Tūrān-Shāh: en octubre de 1187 ordenaron la
destrucción de Ghumdān en San‛ā’, el arrasamiento de las murallas, y la quema
de todos los cultivos y forraje del distrito. La población civil fue avisada
para que dejara sus tierras y se aseguraron en las fortalezas y
castillos. ‛Alī y Bishr se trasladaron a Barāsh,
ordenando el traslado de sus posesiones a lugares de seguridad. Solo entonces
enviaron a su sobrino al-Qādī Hātim b. As‛ad a Tugh-Takīn con
una oferta de tributo a cambio de la paz. Se concluyó una tregua con la
condición del pago anual de 80.000 dinares hātimíes, y 100 caballos. Con los
asuntos arreglados así, Tugh-Takīn nombró a Qāymāz gobernador
de Dhamār, y regresó para quedarse en Dhū Jibla. No
obstante, la autoridad de Tugh-Takīn más allá de Naqīl Said no era
tan segura como parecía.
El
Janbí ‛Imrām b. Zayd, aún en libertad, tomó ventaja de la retirada
ayyūbí de Dhamār para hacer un ataque al amanecer por sorpresa sobre esa
ciudad, tomándola y saqueándola, y obligando a la guarnición a hacerse fuerte
en un pueblo cercano, Dhū Khaulān. Cuando los mensajes
llegaron hasta Tugh-Takīn con las noticias, partió inmediatamente
(“en una hora”) a marchas forzadas, llegando a Dhu Khaulān al amanecer del día
siguiente. La mayoría de los sitiadores Janbíes se dispersaron presa del
pánico, pero ‛Imrām y sus tropas personales, defendieron pacientemente la
retirada, atacando y retirándose de los perseguidores Ghuzz. Al-Khazrajī le
atribuye el impedir la pérdida del ejército janbí entero.
Tugh-Takīn se
quedó en Dhamar durante algún tiempo, durante el cual atacó Shār,
cuyo pueblo se había aliado con Janb contra él en el reciente levantamiento. La
población del lugar fue casi aniquilada; después, se renovó la paz con los
hatimíes durante otro año en las mismas condiciones.
Luego, Tugh-Takīn regresó al sur, dejando a Qaymaz para asediar
a ‛Abd Allāh b. Yahyā (cuya sumisión inicial había estado
comprometida al menos, por el levantamiento janbí) en Darwān. El
asedio duró cinco meses. Finalmente, los defensores fueron obligados a rendirse
mediante un drenaje que agotó su suministro de agua. Entonces, justo cuando
estaban cabalgando hacia el campamento de Qāymāz, llegó la lluvia, llenando las
cisternas del distrito. La coincidencia mejoró aún más la reputación
de Tugh-Takīn, de una invencible buena fortuna. Mientras tanto, se había
emprendido la conquista de Qaizān, poseída por As‛ad
as-Sulayhí. Después de nueve meses de bombardeo por parte de la artillería
del asedio, la fortaleza fue sometida con la condición de que se les
permitieran a sus ocupantes evacuarla libremente y unirse a los Hātimíes en
San‛ā’. El acuerdo fue garantizado por rehenes entregados por ambas partes a
Bishr b. Hātim, con los que los evacuados fueron a residir en su fuerte ‛Adudān.
La
autoridad de Tugh-Takīn seguramente estaba ahora establecida al norte y
este de Ta‛izz mediante la eliminación de Darwān y Qayzān, los últimos centros
de resistencia; mientras que su fortaleza más allá del noreste fue fijada por
la tregua con los Hātimíes. Por tanto, se volvió al último punto fuerte
independiente que quedaba en Yemen suroccidental; la poderosa fortaleza
de al-Dumluwa, al sureste de Ta‛izz, que domina al-Jawa en la
ruta hacia ‛Aden. Tugh-Takīn, había encontrado ante él, la fortaleza
fuera del alcance de su artillería de asedio; pero aunque no podía ser tomada
por la fuerza, Jawhar habia pasado el tiempo desde la partida
de Tūrān-Shāh reforzando aún más la fortificación, pero también había
observado la paciencia de Tugh-Takīn y la determinación de reducir otras
fortalezas en Yemen, aunque los asedios duraran muchos meses. Por tanto, cuando Tugh-Takīn
acampó en al-Dumluwa, Jahwar decidió organizar su rendición en las mejores
condiciones que pudiera obtener. Se acordó que entregaría el bastión a cambio
del pago de 10.000 dinares, y con la condición de que la fortificación quedaría
en manos de un representante (nā‛ib) nombrado por él hasta que él y sus protegidos,
los hijos del zuray‛í ‛Imrām, pudieran dejar Yemen y alcanzar un refugio
seguro en Etiopía. Jawhar y sus dependientes hicieron su viaje a salvo, pero
cuando envío de vuelta su anillo de sello como símbolo con órdenes dirigidas a
su nā‛ib para rendir la plaza, apareció unimpedimento
inesperado. El nā‛ib desafiando tanto a Yahwar como a Tugh-Takīn,
no quiso abandonar al-Dumluwa, diciendo; "Desde
hoy soy un rey, debido a la posesión de esta fortaleza".
Este nā‛ib es citado por Ibn al-Mujawir como al-Mu‛allim
Ahmad as-Silwī, quien puede posiblemente identificarse con Ahmad b.
Abd al-Malik.
Casi simultáneamente, otro elemento entró en escena, para complicar aún más el problema de Tugh-Takīn, pues Bishr b. Hātim anunció que estaba llegando a San‛ā’, para renovar en persona otra tregua con Tugh-Takīn durantde otro año. Ante el estancamiento vergonzoso de al-Dumluwa, Tugh-Takīn dio órdenes para que Bishr fuera retrasado tanto como fuera posible en el camino con recepciones y hospitalidad. Qaymāz le encontró en Jahrān y le entretuvo durante tres días; luego pasó dos días en Dhū Jibla, una noche en Dhū Ashraq a al-Janad. Inevitablemente, alcanzó al final la corte de Tugh-Takīn en Ta‛izz. También allí fue calurosamente acogido con suntuosos regalos, incluyendo una túnica que había sido concedida al mismo Tugh-Takīn por el califa; la propia espada de Tugh-Takīn, y un collar de oro. Además, la tregua fue renovada por otro año, pero el tributo fue reducido en 20.000 dinares y 20 caballos. Por esta época, Bishr, si no estaba informado sobre la situación en al-Dumluwa, debió haber quedado perplejo por el extraordinario favor que se le estaba dispensando.
El nā‛ib de
Jahwar observó esta generosidad desde su fortaleza, y quizá empezó a entender
que el asedio, que ya duraba cuatro meses, inevitablemente conseguiría su
propósito tarde o temprano. Por tanto decidió seguir el ejemplo de su señor, y
ofreció vender el bastión de nuevo por otros 10.000 dinares. El intercambio
sería llevado a acabo a través de la mediación de Bishr. Naturalmente, Tugh-Takīn no
estaba satisfecho con la perspectiva de pagar una segunda vez por lo que se
suponía que ya era suyo, pero también temía que la partida de Bishr
significaría la pérdida de esta oportunidad, y así después de alguna vacilación,
accedió a la nueva demanda. La situación fue explicada a Bishr, que pidió ir a
la fortaleza con una carta aceptando las condiciones propuestas pero con la
condición de que el nuevo rescate no sería entregado hasta que el dinero
entregado para Jahwar fuera contabilizado. No obstante, Bishr era reacio a
verse envuelto en una situación que temía atraería sobre él los reproches de
los árabes por entregar al-Dumluwa a los ghuzz. En lugar de eso, se fue a casa
sin comunicarse con el nā‛ib, pero solo consiguió llegar al-Janad,
antes de que fuera alcanzado por los mensajeros de Tugh-Takīn.
Ellos
tenían claro que su señor no permitiría a Bishr evadir su tarea. Por tanto,
aceptando lo inevitable, fue a al-Jawwa y gestionó la rendición. A petición del nā‛ib, se
le permitió a este viajar a San‛ā’ con su familia bajo la
protección de Bishr. El dinero fue enviado a esta ciudad y guardado allí para
la llegada del nā‛ib. Los propios lugartenientes de Bishr
mantuvieron al-Dumluwa hasta que se recibió noticia desde Sana de la llegada a
salvo del nā‛ib y el dinero. Entonces el fuerte fue entregado
a Tugh-Takīn, y Bishr, con su séquito regresó a San‛ā’.
c) La
conquista de San‛ā’ y la
Tierras Altas
Después
del despliegue de cordialidad hacia Bishr, por parte de Tugh-Takīn, es
sorprendente leer que la siguiente campaña de Tugh-Takīn estuvo dirigida a la
conquista de San‛ā’ y sus territorios. Durante los acontecimientos de
al-Dumluwa, dice Ibn Hātim, Tugh-Takīn pidió al hātimí que le jurara lealtad en
ciertas condiciones no especificadas, pero Bishr se negó, alegando su
alianza con su hermano ‛Alī, y señaló que si él traicionara la confianza hacia
su hermano, Tugh-Takīn no podría estar seguro de que él no le traicionaría
también. Este rechazo por parte de Bishr solo incrementó el respeto de
Tugh-Takīn por él. nuevamente, Tugh-Takīn habló de Bishr a sus cortesanos,
diciendo que él había esperado que Bishr se hubiera aliado con él, en cuyo caso
le habría hecho gobernador de San‛ā’. Uno de los presentes atrajo la ira del sultán
al preguntar cómo se proponía conceder a Bishr el gobierno sobre algo que ya
tenía reputación de pertenecerle. Sin embargo, Ibn Hātim no dice que el
incidente, en cualquier caso trivial en esencia, llevara al ataque sobre
San‛ā’. Simplemente dice que Tugh-Takīn ahora controlaba todo Yemen, a
excepción de San‛ā’, y que Bish y su hermano, en cuanto volvió aquel, se puso a
reforzar las defensas de su reino, y a destruir todo lo que no les sirviera a
ellos, sino probablemente de beneficio a su enemigo. Tugh-Takīn, por su parte,
partió contra San‛ā’ tan pronto como acabó la tregua. Parece como si desde la
visita de Bishr, pero después de que la tregua se renovara, ocurrió algo que
provocó que ambas partes concluyeran que la guerra era inevitable tan pronto como
la tregua expirara.
Más
tarde, Tugh-Takīn aceptó una propuesta del qādí Hātim b. As‛ad para
que abandonara su campaña a cambio del pago de 30.000 dinares y 50 caballos,
pero ‛Alī rechazó esto contundentemente, aunque la cantidad fuera menor de la
mitad de sus pagos anuales anteriores. Parecería que Tugh-Takīn no se puso en
pie de guerra en absoluto, sino que los Hatimíes (por razones que no pueder ser
descubiertas) habían decidido no continuar pagando tributo sin importar las
consecuencias. La evidencia sugiere, por tanto, que fueron los Hātimíes quienes
rompieron relaciones e iniciaron el conflicto. El hecho de que Ibn Hātim no
haya dado los motivos de su decisión contrasta con su tratamiento,
comparativamente completo de las causas de algunos otros sucesos, especialmente
los que involucran a los Hātimíes. Su reticencia puede deberse a una
deficiencia de sus propias fuentes en este punto; es bastante posible que
eligiera no discutir el asunto porque la verdad se reflejaba más sobre sus
ancestros, que, por lo general, son retratados bastante favorablemente en su
historia.
Tras
el fracaso en este intento final por alcanzar una solución pacífica, Tugh-Takīn se
movió en serio. A sugerencia de al-Qādī Hātim, atacó, en primer lugar, la
fortaleza de Ashyah, que se rindió el segundo día después de que
parte de su guarnición hubiera huido y sus defensas más bajas se hubieran
tomado. Luego fue a Ānis y tomó el control de ella y de Jabal
as-Sharq. Después de volver brevemente a Jahrān, marchó sobre San‛ā’, en la
que entró sin lucha el 21/11/1189.
Entonces
Tugh-Takīn fue alrededor de San‛ā’, rodeando sus fortalezas dependientes, y
tomó ‛Azzān, al este de Kaukabān, por la fuerza. Los señores de la
fortificación, que eran aliados de los hātimíes, querían negociar su rendición,
pero fueron incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos mismos. En su ataque a
los fuertes de al-‛Arush y az-Zufr Tugh-Takīn
no tuvo éxito, perdiendo tres hombres en cada uno. Solo se consiguió una
retribución parcial en un encuentro casual de su caballería con la de Kaukabān,
en la que tres de sus enemigos fueron muertos y otro capturado y ejecutado por
orden suya. Luego regresó a al-Fass, a la que había dejado de lado
la primera vez que salió de San‛ā’. La capturó solamente después de un duro
combate de tres días, forzando su rendición tras la captura de las defensas
inferiores. En esta acción capturó a dos de los hijos de Bishr, ‛Amr y ‛Alwān,
que permanecieron con él como prisioneros mientras enviaban sus posesiones a
‛Alī b. Hātim en Dhamarmar. Mientras, una tropa procedente de Barāsh, dirigida
por otro hijo de Bishr, ‛Alī, intentó atacar San‛ā’. Se enfrentaron
con tropas de la ciudad al mando de Abū Zabā, quien tomó prisionero a ‛Alī y le
llevó a San‛ā’.
Después
de al-Fass Tugh-Takīn regresó a az-Zufr, y la tomó, capturando
a Sālim b. ‛Alī b. Hātim, quien fue llevado junto a Tugh-Takīn en Kaukabān.
Este último bastión, comandado por ‛Amr, el hijo mayor de ‛Alī b.
Hātim, era considerada, al parecer, como un punto clave en el reino hātimí, y
estaba fuertemente defendida. Tugh-Takīn comenzó su asalto talando
los huertos alrededor de la fortaleza para proporcionar espacio par atrabajar a
sus cuatro catapultas (manjīq), que se pusieron en acción
contínua, dos por la noche y dos por el día hasta que las paredes de
arcilla se derrumbaron. Incluso entonces los defensores resistieron, perdiendo
500 de la guarnición del fuerte, de “16 cientos “ (1600), mientras los
sitiadores, según se dice perdieron 1000 de sus fuerzas. Finalmente, ‛Amr
fue obligado por el descontento de sus tropas a pactar condiciones con Tugh-Takīn.
A petición suya se le entregó la fortaleza al-‛Arush con
algunas tierras dependientes, así como una compensación por las tierras tomadas
a él, dondequiera que se localizaran, a cambio de la rendición de Kaukabān
(enero-febrero de 1190). Después de la conclusión de estos acuerdo, ‛Amr,
según su nieto Ibn Hātim, sorprendió a Tugh-Takīn con un lujoso
banquete para sus anteriores enemigos.
Después
de que la rendición de Fida fuera obligada por las catapultas
de Tugh-Takīn, solamente tres de los ocho baluartes hātimíes quedaban aún
en sus manos: al-‛Arush, que había sido devuelta a ‛Amr
b. ‛Alī b. Hātim; Barāsh, probablemente en manos de Bishr
b. Hātim; y Dhamarmar, sede del mismo ‛Alī b. Hātim.
Barāsh fue ignorada durante dos años, mientras que Tugh-Takīn dirigió
su atención en primer lugar a Dhamarmar. Bastante curiosamente, sin embargo, no
la asaltó directamente. En vez de eso, asignó a Abū Zabā con 500
jinetes turcos y árabes para cercar el fuerte, mientras que 10,000 hombres
fueron estacionados en 11 puntos para bloquear todos los caminos que llevaba a
él. Esta situación, según Ibn Hātim, duró cuatro años. Finalmente, el
descontento de las tropas de ambas partes, y los gastos del asedio para Tugh-Takīn,
obligaron a un acuerdo: ‛Alī renunciaba a su pretensión de todas sus
tierras (excepto Dhamarmar) a cambio de un estipendio de 500 dinares y 500
medidas (de grano) por mes, más una compensación por las propiedades perdidas.
Entretanto, Tugh-Takīn había
emprendido una expedición, en diciembre de 1190, a Yemen nororiental
para establecer su autoridad en Shawāba, al-Jauf y Sa‛da.
Se dirigió a esta última, via al-Jauf y desalojó de la ciudad a los
sharifs Hādawíes, descendientes del primer imam al-Hādī ila‛l-Haqq.
En Sa‛da Tugh-Takīn instaló una guarnición de 300 jinetes, que
construyó una ciudadela que llegaría a ser conocida como Darb al-Ghuzz.
Más tarde esta guarnición fue expulsada por los árabes (ver más abajo).
Después, Tugh-Takīn fue a Jabal al-Ahnūm, que
capturó el 6 de enero de 1191. También tomó otros lugares en los alrededores,
incluyendo Hajūr, Zalīwa y ‛Udhar.
Hacia febrero de 1191 estaba de vuelta en San‛ā’.
Evidentemente,
Tugh-Takīn se encontró con muy poca resistencia en su rápido y amplio barrido
por el norte de Yemen. El líder zaydí ‛Abd Allāh b. Hamza, que en
1197 se convertiría en el imam al-Mansūr billāh, intentó levantar a
alguno de los árabes de la región para hacer frente a Tugh-Takīn y
conseguir acostumbrarles a la idea de encontrarse con los ghuzz en batalla,
pero tuvo muy poco éxito.
Parte
de la razón para la falta de respuesta a ‛Abd Allāh fue la muy
limitada extensión de sus propios seguidores durante este periodo. Se había
declarado como líder provisional de los zaydís en 1187, en al-Jauf. Más tarde,
en ese mismo año, fue invitado a ir a Mītak, donde recientemente Hisn Juzza’ había
sido tomada por los hātimíes. Se abrió paso allí a pesar de los exploradores
enviados desde San‛ā’ para intentar interceptarle. Consiguió tomar
Juzza’ en diciembre de 1187 y residir allí durante los siguiente dos años
y tres meses (es decir, hasta febrero de 1190). Durante este periodo se ensarzó
en una guerra no concluyente con los hātimíes y otros. Mientras Tugh-Takīn
estaba entretenido en el asedio de Kaukabān, envió una fuerza a Mītak y Balad
Banū Shāwar, al mando de un cierto Yahyā b. Ahmad al-Shāwarī,
evidentemente un nativo del área que había unido su suerte con los invasores ayyūbíes.
Esta incursión, al final, forzó a ‛Abd Allāh a abandonar Juzza, aunque fue
capaz de permanecer en la vecindad hasta el avance de Tugh-Takīn a finales de
1190, cuando tuvo que retirarse a al-Jauf.
Después
de volver a San‛ā’, Tugh-Takīn tomó la fortaleza de Barāsh en
agosto-septiembre de 1191. Cuando dejó finalmente San‛ā’ para regresar a
Yemen meridional hizo a Humām al-Dīn Abū Zabā sultán
autónomo de las tierras altas, con tres emires subordinados que tenían
territorios de su propiedad. Las tierras confiscadas a los Hamdāníes fueron
asignadas para mantener 500 jinetes.
Tugh-Takīn
también nombró a su hijo mayor Ismā‛īl gobernador de Kaukabān y
su región. De acuerdo con la historia anónima, Ismā‛īl envió una tropas de 300
jinetes, con inantería también, la país de los Banū Sārim,
alrededor de Uthāfit, al norte de ‛Amrān. Tomaron prisioneros
a los sharifs Banū‛l-Makam de Uthāfit y dividió sus
propiedades. La prsión de estas tropas despertó a los árabes locales,
especialmente Bakīl y Wādi‛a, para levantarse y derrotar severamente a los
ghuzz, a 700 de los cuales mataron, según se dice. Esta victoria animó tanto a
los árabes que decidieron ir en auxilio de Thulā ’ que estaba siendo
asediada por Ismā‛īl con 800 jinetes, además de infantería. El ataque
árabe al anochecer fue un éxito completo. Las tropas ghuzz, incluyendo a Ismā‛īl, fueron
rechazadas hasta San‛ā’, y los árabes consiguieron un gran botín.
No se
permitió que esta victoria árabe quedara sin venganza. Tugh-Takīn ordenó a Abū Zabā marchar
a recuperar la situación en el norte. La formidable formación de Abū Zabā llevó
a los árabes a pedir a ‛Abd Allāh al-Mansūr que asumiera el liderato.
Al-Mansūr derrotó a Abū Zabā en su primer encuentro, pero entonces
esta comenzó a distribuir fondos entre los árabes, provocando que muchos de
ellos desertaran y los restantes perdieron el ánimo. En consecuencia, en una
segunda batalla el mismo ‛Abd Allāh se encontró con solo unos pocos
seguidores y apenas escapó con su vida. Una vez más se retiro a la oscuridad de
al-Jauf, hasta su da‛wa a finales de 1197.
La
última campaña de Tugh-Takīn registrada fue una expedición para reconquistar
Hadramawt, donde los Āl-Rāshid habían restablecido su poder. Esto fue
en 1194. En el curso de esta campaña Tugh-Takīn perdió casi todo su equipo
militar y suministros, incluyendo las catapultas que habían hecho un gran
servicio en el pasado. Esto no puede atribuirse a sus oponentes árabes, sino
que más bien fue causada por un rumor que le alcanzó de que uno de su familia
había llegado a La Meca
con la intención de venir a Yemen para desplazarle. La respuesta típicamente
enérgica de Tugh-Takīn fue quemar su material y precipitarse inmediatamente a
Yemen, donde se encontró con que el rumor no tenía fundamento.
Tugh-Takīn murió
en septiembre de 1197 en al-Mansūra, su nuevo complejo palatino al
sur de Ta‛izz. Su muerte fue ocultada hasta que se cuerpo pudiera ser llevado a
Ta‛izz donde fue enterrado en la ciudadela de la ciudad durante algún tiempo.
Más tarde, su hijo Ismā‛īl adquirió la casa, en Ta‛izz, de Sunqur, el
futuro atabak y la hizo madrasa y mausoleo para su padre.
7. El
reinado de Ismā‛īl (1197-1202)
Como
hijo mayor de hecho el único hijo de Tugh-Takīn en haber llegado
a la madurez antes de la muerte de su padre Ismā‛īl, sin duda, fue
seleccionado pronto, como sucesor de su padre. Quizá fue para prepararlo para
este papel por lo que fue nombrado gobernador de Kaukabān, cuando fue llevado
por Tugh-Takīn en 1190; pero cuando más tarde fue ignominiosamente
derrotado por una tropas relativamente pequeña de árabes, su posición en la
estima de su padre probablemente disminuyó mucho. Los historiadores más antiguos
están de acuerdo en que existía un alejamiento entre padre e hijo que fue mucho
más profundo, hasta el punto de que Tugh-Takīn comenzó a temer por su
propia vida. El escritor más antiguo en hablar de su causa, Yākūt, solo dice
que algo en Ismā‛īl, que Tugh-Takīn encontró censurable le
obligó a enviarle fuera de Yemen. Algunos historiadors tardíos afirman que la
causa fue era la desviación de Ismā‛īl de la ortodoxia sunní, o su tendencia
hacia el shī‛ismo, o peor aún, una manifestación de adhesión al ismā‛īlismo
batiní. No existen evidencias positivas que apoyen cualquiera de esa
acusaciones. Escritores más sobrios solo dicen que él y su padre estuvieron en
desacuerdo y se enojó.
Cualquiera
que fuera la razón, Tugh-Takīn envió a Ismā‛īl fuera de Yemen, en dos
o quizá tres ocasiones separadas. En 1192 Ismā‛īl fue a La Meca para la peregrinación y
luego, con la caravana de peregrinos sirios a Damasco, donde fue bien recibido
por Salāh al-Dīn. Con él había llevado una carta de su padre a su tío, pero
éste estaba afectado por su enfermedad terminal el día después de saludar a
Ismā‛īl y murió unas dos semanas después, de modo que no pudo ser tratado
ningún negocio. En ninguna parte se afirma que Ismā‛īl regresó directamente a
Yemen. De acuerdo con algunos autores visitó Bagdad. Si Ibn Nazīf está en lo
cierto al decir que Ismā‛īl solo dejó Yemen dos veces, debe haber ido a Bagdad
desde Damasco. En su defecto, la visita a Bagdad pudo haber sido un viaje
desconocido para Ibn Nazīf.
La última
partida de Ismā‛īl de Yemen fue en 1197. Los historiadores difieren sobre
los detalles de su viaje, pero el núcleo de los relatos más fiables es que dejó
Yemen a causa de la enemistad entre él mismo y su padre. Había intentado ir con
sus parientes en Siria, pero solo llegó hasta la frontera norte de Yemen cuando
fue alcanzado por alguno de los mamelucos de su padre, que le informaron de su
muerte, y le invitaron a regresar y tomar el trono.
Ismā‛īl aceptó
y retornó a Zabīd el 3 de octubre. Después de unos días partió hacia Ta‛izz y
luego, al mes siguiente, a Dhū Jibla, donde se encontró con Abū Zabā,
virrey de su padre en Sana y las tierras altas. Abū Zabā se había
encerrado, en primer lugar, en al-Ta‛kar, el fuerte sobre Dhū Jibla, pero
pronto fue persuadido para bajar y rendir homenaje a Ismā‛īl. Su ejemplo fue
seguido por la totalidad de las restantes tropas ayyubíes de Yemen. Ismā‛īl y Abū Zabā subieron
después a Sanʽāʼ juntos, pero tan pronto como se presentó una
oportunidad, Ismā‛īl arrestó abruptamente y ejecutó al mameluco de su padre
(entre noviembre y diciembre de 1197). Después de nombrar un nuevo gobernador
en Sanʽāʼ, Ismā‛īl regresó a Ta‛izz. Aunque, en
principio, todos los emires aceptaron a Ismā‛īl, el asesinato de Abū Zabā,
confirmó las sospechas que algunos tenían de su carácter desquilibrado.
Casi
simultáneamente, el imam zaydí al-Mansūr billāh renovó su da‛wa en
Yemen nororiental con amplio apoyo de los árabes de esa región y también de los
anteriormente pro-ismā‛īlíes Banū Hātim, antes gobernantes de Sana. Al-Mansūr
se desplazó hacia el sur a Kaukabān. Muchos de los oficiales de alto rango del
ejército de Ismā‛īl comenzaron a desertar al campo del imām,
incluyendo al importante Jakū, que fue nombrado comandante de las
tropas del imām. Otro fue Shams al-Khawāss, comadante del ejército
de Ismail. En octubre de 1198 el imām y Jakū consiguieron ocupar Sanʽāʼ, aunque Shams
al-Khawāss cambió de nuevo su lealtad e intentó resistir su entrada ante la
ciudad. El imām mantuvo San‛ā’ durante cuatro meses. En enero de 1199 él y
Jakū asaltaron y tomaron Dhamar, dotándoles de una base para
un ataque sobre la capital de Ismā‛īl, Ta‛izz.
No
obstante, el mes siguiente, su intento de marchar al sur fue impedido por
Ismā‛īl que derrotó y mató a Jakū; como resultado el imam no consiguió mantener
San‛ā’, y fue obligado a regresar al norte de Yemen. Sus éxitos hasta ese
momento habían sido posibles solamente debido a la defección de un cuerpo
sustancial de las tropas ayyūbíes ghuzz. Sin estas y el liderato militar de los
comandantes ayyūbíes fue incapaz de lograr ningún éxito importante durante el
resto del reinado de Ismā‛īl.
Por
otra parte, Ismā‛īl, no consiguió hacer ninguna incursión permanente en el
territorio controlado por el imam. Tuvo que contentarse con animar rebeliones
fallidas allí, por otro dos zaydíes.
En
junio de 1199, Haldarī, antiguo oficial ayyūbí que se había
convertido en un fugitivo en Yemen noroccidental, se unió al imām y fue hecho
comandante de sus tropas. Inmediatamente fue fundamental para sofocar una
rebelión contra al-Mansūr por un rival zaydí, Yahyā b. al-Mutawakil que
había sido alentado por el gobernador ayyūbí de San‛ā’.
Al
año siguiente, en 1199-1200, el arresto por parte de Ismā‛īl del Hātimí Bishr
b. Hātim llevó a una ronda de combates entre las fuerzas del imām e
Ismā‛īl. El primero obtuvo una importante victoria al tomar al-Jannat,
la fortaleza más septentrional de los ayyūbíes en el país alto, pero fracasó en
llevar la ofensiva hasta el final, debido a que los hātimíes habían entablado
negociación con Ismā‛īl para la liberación de Bishr. Quizá debido a este
fracaso, Ismā‛īl rompió las negociaciones y subió a las tierras altas para
poner asedio a Kaukabān. Hacia julio de 1200, ambas partes estaban desgastadas
hasta el punto de que se acordó que Kaukabān debería ser devuelta a Ismā‛īl a
cambio de la liberación de Bishr. Entonces Ismā‛īl regresó al sur.
En
marzo-abril del año siguiente (1201) Ismā‛īl se proclamó califa, como
descendiente del último califa omeya en el este. Visto con ojos modernos, este
acto puede verse como síntoma de una megalomanía, ya desarrollada totalmente,
sobre todo cuando se consideraba en conjunto con los indicios de crueldad y
traición, cada vez más caprichosos, de Ismā‛īl. Su pretensión puede haber sido
un intento, bien sincero, o bien cínico, para rivalizar con el prestigio
religioso del zaydí al-Mansūr; pero la poesía producida en justificación de la
reclamación de Ismā‛īl también denota una extrema hostilidad hacia los ‛abbāsíes,
suscitada por alguna disputa no especificada con el califa an-Nāsir en Bagdad.
En
cualquier caso, el resultado de las pretensiones de Ismā‛īl, combinadas con su
crueldad y el descuido de sus tropas, iba a suscitar una serie de motines
contra él, que finalmente llevaron a su muerte. El primero de estos fue el de Wardashār,
que partió de ‛Aden a prncipios de 1202 para unirse al imām en Sa‛da. Su
viaje fue detenido temporalmente en adh-Dhanā‛ib por el comandante del imām,
Haldarī, quien, con el estímulo del califato abbāsí, esta esperando ahora
vencer tanto al imām como a Ismā‛īl, y establecerse como gobernante de Yemen.
No
obstante, el apoyo de Haldarī tuvo pequeñas consecuencias para Ismā‛īl, en
comparación con la siguiente perdida de lealtad de Sunqur, uno de
sus oficiales más importantes, que se amotinó con gran parte del ejército
ayyubí. Las fuerzas de Sunqur derrotaron a Ismā‛īl, cuyas tropas restante
mostraron poco entusiasmo en su nombre y le persiguió hasta Zabīd.
Por
abril de 1202, Ismā‛īl había recuperado su compostura y partió desde Zabīd para
enfrentarse a Sunqur otra vez. Por esta época, no obstante, ya no tenía el
apoyo de las tropas que le quedaban. A unos pocos kilómetros de Zabīd, sus
emires principales le atacaron y mataron, mientras que el resto del ejército
observaba. Su muerte desató una lucha por el poder dentro del ejército.
Finalmente, la fachada de unidad del ejército ayyūbí fue preservada solo a
través del reconocimiento por todos los partidos del hermano menor de Ismā‛īl, an-Nāsir
Ayyūb, solo un niño, como sultán titular, con Sunqur como gobernante de
facto.
El
reinado de Ismā‛īl estuvo marcado por dos procesos principales: la
desintegración del ejército ayyubí en Yemen, y la resurrección de la
resistencia nativa a la ocupación ghuzz del país. Estos dos procesos eran, en
cierta medida, mutuamente dependientes y ambos tenían causa común en la
incompetencia e inestabilidad mental de Ismā‛īl. Los éxitos de los árabes
liderados por al-Mansūr se consiguieron principalmente a través de las
habilidades de las tropas y oficiales ghuzz que se le unieron; sin sus
refuerzos no parece probable que sus seguidores árabes hubieran sido capaces de
prevalecer contra las tropas profesionales del ejército de Ismā‛īl, o que
hubieran tenido bastante autoconfianza para enfrentarse a las tropas ayyūbíes
en batalla. Además, las deserciones del ejército de Ismā‛īl hicieron para él
difícil montar una ofensiva sostenida contra al-Mansūr. Por el contrario, la
misma existencia del movimiento del imām alentó la dispersión del ejército
ayyūbí. Al-Mansūr proporcionó a los desafectos comandantes ghuzz una
alternativa a la sumisión a la tiranía de Ismā‛īl y un refugio de su poder.
Quizá alguno de los rebeldes encontraron en la da‛wa de
al-Mansūr una justificación para su motín, pero parece más probable que la
mayoría de los líderes rebeldes, como Jakū y Haldarī, vieran el movimiento del
imām como base para expulsar a Ismā‛īl y suplantarle como gobernante de Yemen.
No
obstante, ambos procesos se produjeron por el propio carácter de Ismā‛īl. Sus
oficiales amotinados no fueron llevados a la rebelión por la atracción de la da‛wa de
al-Mansūr, o para ser sinceros, a causa de su propia ambición, sino que más
bien fueron obligados a ello por su temor a la traición de Ismā‛īl. Como para
al-Mansūr, cualquiera que pudiera ser la relación cronológica entre su decisión
de reclamar el imāmato y la muerte de Tugh-Takīn, es difícil creer que su
campaña inicial no fue un intento por tomar ventaja de la supuesta debilidad
del régimen ayyubí bajo Ismā‛īl, quien como gobernador de Kaukabān para su
padre, había sido previamente derrotado de manera ignominiosa por un
levantamiento árabe. De haber sido sucedido Tug-Takīn por un heredero con su
misma habilidad y energía, que fuera igualmente adepto almantenimiento de la lealtad
de su ejército, al-Mansūr pronto habría sido forzado a volver al retiro en el
que había pasado la mayor parte de su carrera duratne la vida de Tugh-Takīn.
8. El
final de la dominación ayyubí de Yemen (1202-1229)
Después
del asesinato de Ismā‛īl, Sayf al-Dīn Sunqur, que se encotraba en
la fortaleza de Hajja, volvió y se hizo con el joven hermano del
sultán, asumiendo su protección y educación como soberano, el cual adoptó el
título de al-Malik an-Nāsir Ayyūb b. Tugh-Takīn (1202-1214).
An-Nāsir estaba en Ta‛izz, y restauró la khutba en nombre del
califa de Bagdad; perdonó a los líderes rebeldes ghuzz, y nombró a sus dos
jefes gobernadores, uno en San‛ā’ y el otro para el resto de Tihāma,
excepto Zabīd y al-Ka‛dra. La población de San‛ā’ se levantó contra el
nuevo gobernador, el antiguo rebelde Wardashar, cogió a todos los
ghuzz en la ciudad, pero este la puso bajo asedio. El atabak llegó a Jibla en
1202, involucrando a Wardashar para que se uniera a él contra los ghuzz que
tenían la posesión de Zabīd. Estos salieron hasta Qurtub para enfrentarse con
Sunqur, quien les derrotó y quedó como señor de todo el país marítimo, con
Zabīd.
En
1208, el atabak lanzó un ataque sobre Beraqish, y se libraron
varias batalla entre el imām y el gobernador de San‛ā’. Finalmente hicieron la
paz con una condiciones onerosas para al-Mansur. Wardashar murió en Semdan en
1213; el atabāk Sunqur le había precedido ya en 1211. An-Nāsir nombró entonces
como su visir a un cierto Badr al-Dīn b. Jībrīl, quien le
comprometió en una guerra con el imām al-Mansūr; y a su llegada a San‛ā’ le
envenenó, envió su cadaver a Ta‛izz, y le enterró en el mausoleo al sur de la
plaza de armas de la ciudad. Luego se animó a ser rey, y dejó San‛ā’ para
ir a Ta‛izz. A su llegada a Sahūl, los montañeses árabes rodearon su séquito y
saquearon su equipaje. Cuando llegó a Ibb, la madre de an-Nāsir, que estaba en
Habb, incitó a sus mamelucos a atacarle, quienes lo mataron y llevaron su
cabeza a Habb, y enterraron su cuerpo sin cabeza.
El
asesinato de An-Nāsir Ayyūb tuvo lugar en 1214. Entonces el sultán Hātim b.
Ahmad capturó los castillos de Bayt-Nam, Qidda, Dhafar, Fass y Manaa; mientras
el imām al-Mansūr entraba en San‛ā’, los ghuzz la abandonaron para ir a
Birash y Sulaymān b. Musa salió de Dhammar y tomó Lahj.
En
esa época al-Muzaffar Sulaymān, bisnieto de un hermano de Tugh-Takīn,
llegó como peregrino a La Meca ,
y la madre del asesinado an-Nāsir Ayyūb, que había venido a Ta‛izz, le invitó a
Yemen para que la protegiera, pues temía que se produjeran ataques de las
tribus árabes, intentando aprovechar el vacío de poder. Él aceptó el
ofrecimiento, llegó a Ta‛izz y asumió la soberanía ese mismo año, pero al poco
se abandonó a los placeres y el imām tomó Dhammar, así como Kaukabān.
El
sultan de Egipto, al-Adīl, hermano de Salāh al-Dīn, siendo
informado del asesinato de ambos hijos de Tugh-Takīn, envió a su propio nieto,
llamado Salāh al-Dīn Yūsuf al-Mas‛ūd, hijo de al-Kāmil Muhammad,
con un numeroso ejército y un abundante tesoro para gobernar sobre el país,
siendo aún adolescente. El sultán además nombró al eunuco Jamāl al-Dīn
Fulayt, para ser atabāk del joven príncipe, y ministro general. Al-Ādil
escribió al emir Shams al-Dīn ‛Alī, hijo de Rasūl, y a otros emires
de Yemen, ordenándoles que le dieran su apoyo fiel y fueran diligentes en
lo que correspondía a su servicio. Cuando Salāh al-Dīn Yūsuf llegó
a Zabid el 2 de mayo de 2015, se estableció en la casa de gobierno, y
debido a que sus tropas estaban agotadas por el viaje, envió a Sulaymān, que
estaba entonces en Ta‛izz, un mensajero para tratar la paz con el ofrecimiento
de que las tierras altas pertenecerían a Sulaymān y las bajas a al-Mas‛ūd.
Pero tan pronto como el emir Badr al-Dīn Hasan, hijo de ‛Alī b.
Rasūl, tuvo noticia de esto, se presentó ante el joven y le instó a que subiera
a Ta‛izz. Así lo hizo y acampó frente a la fortaleza. Badr al-Dīn le aconsejó
que se dirigiera a las tropas de Sulaymān para prometerles el perdón, a cambio
de la entrega del sultán. Así lo hicieron y llevaron a al-Muzaffar
Sulaymān atado, el cual fue enviado a Egipto. Se produjo su ascenso
el 10 de junio de 1215.
El
atabāk de al-Mas‛ūd, Jamāl al-Dīn Fulayt, fue enviado a San‛ā’ a la guerra
contra el imam al-Mansūr, en septiembre de 1215, la cual no terminó hasta la
muerte de éste el 20 de abril de 117.
A continuación, también murió el atabāk sobre el 20 de
abril del mismo año, siendo enterrado en San‛ā’, el 18 de julio de 1217.
Entonces al-Mas‛ūd depositó su confianza en los hermanos rasūlíes, a los que
estableció en las provincias más importantes como gobernadores. Situó a
Badr al-Dīn en San‛ā’, concediéndoselo como feudo. También a Nūr al-Dīn sobre
los fuertes del país de Wasāb, donde residió un tiempo. Después le nombró
gobernador de La Meca ,
donde permaneció otro periodo. Aún se encontraba allí en 1222, pero en esta
fecha nació su hijo al-Muzaffar Yūsuf b. ‛Umar, apodado el Mequí. Cuando
le cesó del gobierno de La Meca, le hizo atabāk y controlador de los
asuntos del reino.
Una
vez que el país estuvo en paz, al-Mas‛ūd emprendió un viaje a Egipto (10 de
octubre de 1223) dejando a Nūr al-Dīn ‛Umar b. ‛Alī como
su lugarteniente, con poderes de virrey. También dejó al hermano de este
último, Badr al-Dīn, como gobernador de San‛ā’. Entonces se produjo la rebelión
de un tal Ya’zum al-Sufí, en Haql, en el territorio de Zabīd, y la
montaña de Banū Muslīm, llamada Sahammer, convocando al pueblo, congregando en
torno a él a los sectores más pocre de la población. Entonces Nūr al-Dīn ‛Umar marchó
contra él, teniendo a su lado a Rāshid b. Muzaffar b. Harish. Tuvo lugar la
batalla contra Ya’zum, en la que este obtuvo la victoria (1225), muriendo
allí Rāshid. A pesar de ello, sus mentiras quedaron al descubierto y perdió el
apoyo popular, teniendo que huir de un sitio a otro.
Despues
de eso tuvo lugar la batalla de ‛Usr, entre Badr al-Dīn y
el sharīf ‛Izz al-Dīn Muhammad, hijo del difunto imam al-Mansūr. El
sharīf reunió 700 jinetes y 2000 soldados de infantería, con el objetivo de
hacerse con San‛ā’, al haber acudido su gobernador, Badr al-Dīn en auxilio de
su hermano, Nūr al-Dīn, al saber de su derrota. Pero en cuanto el emir
tuvo noticia de la amenaza de ‛Izz al-Dīn, regresó acompañado de su
hermano. Cuando llegaron, también lo habían hecho Sālim b. ‛Alī b.
Hātim, y ‛Alwan b. Bishr b. Hātim, con caballería e infantería
desde Dhamarmar, y ‛Arush, protegiendo así la ciudad. ‛Izz al-Dīn ya
había acampado en ‛Usr y se expuso para la batalla, bajando con el intento
de atacar San‛ā’. Entonces la guarnicion salió, y los Hamdāníes
que estaban con ellos. Tuvo lugar una escaramuza en la mañana del 20 de
julio de 1226, continuando a lucha hasta que se levantó el sol. Entonces
atacaron los hermanos Rasūlíes, quienes masacraron las tropas de ‛Izz
al-Dīn, muriendo éste de un flechazo en un ojo.
Cuando
llegó la noticia a al-Mas‛ūd, que estaba en Egipto, regresó rápidamente a Yemen.
Llegó a Ta‛izz el 20 de febrero de 1227, donde permaneció casi cinco meses y
después se fue a al-Janad, y cayó sobre los rasūlíes súbitamente, capturó
a Badr al-Dīn, a Fakhr al-Dīn Abū Bakr b. ‛Alī y
a Sharāf al-Dīn Mūsa b. ‛Alī a los que
encarceló ya que temía que los éxitos militares de estos pusieran en peligro la
supremacía ayyubí en Yemen. Sin embargo, después de un tiempo, recuperada su
confianza liberó a Nūr al-Dīn, e incluso le nombró lugarteniente de nuevo
con ocasión de su segundo viaje, y atabāk de sus tropas. Mandó a sus hermanos
prisioneros a ‛Aden, y posteriormente le envió por mar a Egipto bajo
vigilancia y con grilletes.
Al-Mas‛ūd
le dejó a cargo de los asuntos de estado mientras que él iba a Haqlu
Yahsib y tomó posesión del país de los Banū Sayf en
noviembre de 1227., permanciendo allí unos tres meses, y luego regresó a Ta‛izz,
donde residió un tiempo hasta que decidió volver a Egipto, dirigiéndose a Zabīd.
A continuación partió en direccion a Siria en 1228 o febrero de 1229. El motivo
fue la muerte de su tío ‛Isa b. Abū Bakr b. Ayyūb, gobernante
de Damasco, así que al-Kāmil le escribió ofreciéndole esta ciudad. De modo que
se dispuso a partir a pesar de que había enfermado. Convocó a su atabāk, Nūr
al-Dīn ‛Umar b. ‛Alī b. Rasūl, y le nombro lugarteniente en Yemen. Al-Mas‛ūd
preparó su viaje con un boato sin precedentes. Se llevaba consigo eunucos,
esclavos, innumerables piezas de ropajes preciosos, perlas gemas obras de
aresanía en tal cantidad que los 70 barcos que había eran insuficientes para
todas las mercancías.
Pero
cuando al-Mas‛ūd partió de Yemen y llegó a La Meca , su enfermedad había empeorado. Se quedó en
esta ciudad varios días hasta que murió allí el 15 de abril de 1228, pero otro
autor dice que murió envenenado en La Meca, a la edad de 27 años. Su
esclavo el emir Husām al-Dīn Lu‛lu’, continuó con los hijos de su señor,
sus posesiones y todo su séquito a Egipto. Para gobernar San‛ā’ había
nombrado a Najm al-Dīn Ahmad b. Abū Zakariyya, y como
lugarteniente de todo el Yemen, como ya se dijo al emir rasūlí Nūr
al-Dīn ‛Umar b. ‛Alī b. Rasūl. Con él comienza una nueva línea de
gobernantes, la de los emires, más tarde califas, rasūlíes de Yemen.
9. Conclusiones
Surge
la cuestión de si el colapso del estado ayyūbí de Yemen fue una mera
contingencia, un resultado evitable de la fortuita ascensión de un megalómano
incompetente, o si no había factores inherentes que finalmente habrían llevado
al mismo resultado. La respuesta debe ser que, aunque un gobierno sabio pudo
haberlo pospuesto durante un tiempo, el colapso de la unidad que se había
impuesto en Yemen era más pronto o más tarde, inevitable. Se hizo así, por la
geografía del país, así como por la naturaleza del régimen ayyūbí allí. El ejército
ayyūbí en Yemen estaba formado, al parecer, en gran medida, por mamelucos,
ligados a su comandante solo por razones personales. La propensión a la
desintegración de un ejército mameluco, especialmente como resultado de la sucesión
de un nuevo gobernante, está ampliamente demostrado por la historia del Egipto
mameluco. Allí, no obstante, la división en el ejército se establecía siempre
por la derrota de una parte y la restauración de la unidad por los vencedores, mientras
que en Yemen la dificultad de movimiento, en terreno accidentado, y la
resistencia y la casi inaccesibilidad de sus muchas fortalezas de montaña,
hacían posible para incluso una pequeña fracción del ejército ayyūbí resistirse
a ser llevado de vuelta a la obediencia. Además, en Yemen, al contrario que en
Egipto, la población sometida llevaba armas y estaba acostumbrada a la guerra,
y siempre estaba lista para tomar ventaja de la debilidad en el poder para
recuperar su propia independencia.
Vista
con esta perspectiva, es la unificación de Tugh-Takīn de Yemen la que debe se
considerada como una anomalía fortuita. Su concienzuda conquista fue posible
debido solamente a su superior competencia como comandante y líder militar, y
su posesión de un ejército compuesto en gran medida por mamelucos leales a él.
No era de esperar que loa sucesores de Tugh-Takīn fueran siempre hombres de su
mismo calibre. El hecho de que su hijo mayor fuera un gobernante
extraordinariamente malo solo adelantó un colapso que era, en cualquier caso,
inevitable, tan pronto como un hombre de habilidades simplemente normales
llegara al poder.
BIBLIOGRAFÍA:
BATES, MICHAEL LAWRENCE: Yemen and its conquest by the Ayyubids of Egypt (A.D. 1137-1202). 1975, University of Chicago.
ALI b. AL-HASAN A-KHAZRAJI: The Pearl-Strings. A history of the Rasulid dynasty of Yemen. Traducido por Sir J.W. Redhouse. Vol. I.1906
BATES, MICHAEL LAWRENCE: Yemen and its conquest by the Ayyubids of Egypt (A.D. 1137-1202). 1975, University of Chicago.
ALI b. AL-HASAN A-KHAZRAJI: The Pearl-Strings. A history of the Rasulid dynasty of Yemen. Traducido por Sir J.W. Redhouse. Vol. I.1906
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