sábado, 27 de marzo de 2021

Mesopotamia (I): Del Neolítico a la Época Predinástica (c.8500-c.2900 a.C.)

I. El Neolítico en el "Creciente Fértil"

 1. El tránsito del Paleolítico al Neolítico

El neolítico suele definirse como aquel periodo de la prehistoria caracterizado principalmente por dos factores: a) el sedentarismo y b) un cambio en el sistema de obtención de alimento, ya que las comunidades humanas dejan de recoger su alimento para producirlo por sí mismas. Durante el paleolítico los grupos humanos eran pequeños y nómadas, pues se alimentaban con la caza, la pesca y la recolección de los frutos que iban encontrando en su migración. Las consecuencias de este modo de subsistencia eran que las cantidades de alimento a las que tenían acceso eran limitadas, bien porque podía desaparecer la caza, por emigración de las especies animales, bien por las malas condiciones del clima (frío o calor) o por no ser época de cosecha, lo cual hacía difícil poder encontrar frutos en la calidad y cantidad adecuados para mantener a un grupo numeroso.

Durante los millones de años en los que la humanidad subsistió cazando, recogiendo lo que encontraba y recolectando, ésta hizo grandes progresos tecnológicos. Con la aparición del ser humano de constitución anatómica moderna (Homo Sapiens Sapiens) se aceleró el ritmo del proceso de desarrollo, lo que llevó a la colonización de todos los continentes antes del año 20.000 a.C. La creciente habilidad, patente en sus técnicas cada vez más elaboradas de trabajar el sílex, en la ocupación cada vez más estable de los territorios y en comportamientos sociales de una complejidad creciente, como por ejemplo, los ceremoniales rituales de enterramiento y pinturas en las paredes de las cavernas que datan del 30.000 a.C. aproximadamente, fue condición previa y necesaria para la adopción de la agricultura como medio de vida.

Los pueblos cazadores y recolectores había explotado plantas y animales, pero no habían intentado su cultivo y su crianza. Es obvio que todo predador que permita la desaparición de su fuente básica de subsistencias se encontrará él mismo  en peligro de extinción. De hecho, desde épocas tempranas, el hombre intentó poner en práctica formas limitadas de cultivo, protegiendo a los animales jóvenes, a los peces de menor tamaño y determinadas especies. Sin embargo, la domesticación en sentido estricto implica que las plantas y animales dependan del hombre para sobrevivir. En los estadios más primitivos de la agricultura, el hombre cultivó y crió plantas y animales que se daban en estado salvaje. Pero en generaciones sucesivas, mediante la cosecha y la siembra selectiva de plantas y la crianza selectiva de animales, tuvieron lugar muchos cambios y surgieron nuevas variedades y razas.

 La recogida de semillas y huesos se ha convertido en una actividad habitual en las excavaciones arqueológicas solo en el curso de los últimos cuarenta años. Con anterioridad, los arqueólogos se apoyaban en cambios manifiestos en los métodos de fabricar utensilios de piedra, para diferencias los periodos. En la temprana Edad de piedra, los utensilios se fabricaban con la técnica de lascas obtenidas por percusión, pero en el periodo neolítico (Edad de Piedra tardía) se empleaban técnicas de afilado y pulido. Más o menos por la misma época se tiene conocimientos de otros cambios, que incluyen asentamientos con viviendas, el uso de vasijas de cerámica y el enterramiento de los muertos en necrópolis.

 Las razones fundamentales que llevaron a las poblaciones de la Edad de Piedra al cultivo de plantas y a la cría de ganado fueron quizá diferentes de las que perpetuaron ese modo de vida. El trabajo de los campesinos era mucho más duro que el de los cazadores y recolectores a la hora de obtener suficiente cantidad de alimentos para sobrevivir y la agricultura no proporcionaba provisiones ni más abundantes ni más fáciles de conseguir. Desde otro punto de vista, un modo de vida más sedentario, con la posibilidad de agrupaciones sociales más amplias, permitió reducir la mortalidad infantil, ya que las madres no se veían obligadas a desplazarse con la tribu, y, por medio de la agricultura, se aseguraba un control más directo sobre el suministro de alimentos. Había asimismo oportunidades insospechadas en el modo de vida agrícola, que llevaron finalmente a su adopción en todas las zonas del planeta, a excepción de las más remotas e inhóspitas. Por ejemplo, la oveja, que en principio se crió probablemente por su carne, su piel y sus huesos, se convirtió también en una fuente útil de leche y lana mediante su cría selectiva.

 Otra de las características esenciales del periodo neolítico fue la invención de la cerámica, la cual se asocia con la vida urbana sedentaria, ya que su volumen y su fragilidad la hacen inapropiada al estilo trashumante de los pueblos de cazadores y recolectores. El estudio de la cerámica permitirá a los arqueólogos distinguir periodos culturales y calcular su extensión, a partir de su tipología, formas y decoración, con lo que presta una gran ayuda a la hora de datar un periodo.

 2. Extensión del Neolítico en el Próximo Oriente

 Después del descubrimiento y de la amplia difusión de la agricultura y de la cría de animales domésticos, surgieron diferentes tipos de asentamientos en el Próximo Oriente. Este desarrollo culminó con la destacable transformación urbana que tuvo lugar en el sur de Mesopotamia en el IV milenio a.C., evolución que sentó las bases de las sociedades modernas. Se pueden distinguir dos fases en la evolución de la agricultura:

a) En una primera fase, los asentamientos agrícolas tempranos del Oriente medio se establecieron en regiones con colinas y en los oasis, preferentemente en áreas a las orillas de los ríos o en las orillas de los lagos y mares. Las planicies bajas, que no recibían las suficientes precipitaciones como para permitir el cultivo de cereales, estaban ocupadas por tribus nómadas. El cereal almacenado tras una buena cosecha hubiera permitido a una comunidad sobrevivir después de un mal año, pero no merecía la pena correr el riesgo de establecerse en áreas con un régimen irregular de lluvias cuando se disponía de tanta superficie desocupada. La distribución de los asentamientos de agricultores era muy similar a la de las regiones de cultivos de secano hoy en día. Estas zonas corresponden a áreas que reciben más de 250 mm de precipitaciones al año, lo que confirma la idea de que el clima se ha modificado muy poco en los últimos 8.000 años.

 

 

Al contrario que el Nilo, que se desbordaba en la estación de la germinación y permitía a los cereales que crecieran sin que fuera necesaria el agua de lluvia, los desbordamientos del resto de los ríos de Oriente Próximo se producían en primavera, la peor época del año para el cereal, cuyo cultivo quedaba así a merced de las lluvias. 

b) En una segunda fase, el hombre consigue alterar las condiciones físicas del medio  en que vive, con el fin de que se puedan cultivar los cereales: el desarrollo del regadío por medio de canales cambió el modelo de los asentamientos. La colonización de las planicies aluviales, fértiles pero azotadas por la sequía, produjo crecientes cosechas, lo que favoreció el florecimientos de asentamientos más grandes, que finalmente dieron lugar a las primeras ciudades.

Los cambios que se produjeron tras el Neolítico Acerámico (8.500-7.000 a. C.) y que condujeron al inicio de la urbanización se extienden durante todo el Neolítico cerámico o tardío y el Calcolítico temprano y medio. Convencionalmente, lo que separa los periodos Neolítico y Calcolítico es el hecho de que los pueblos de este último empleaban útiles de cobre y bronce en adición a los utensilios de piedra tallada y pulimentada del Neolítico. No obstante, ya en el neolítico acerámico se usaban algunos objetos de metal en lugares que datan de antes del Calcolítico tardío. En el periodo que siguió, el Neolítico Cerámico, los hallazgos se hicieron tan frecuentes que los arqueólogos acostumbran a definir las culturas según el tipo de cerámica, antes que por los tipos de útiles de piedra usados, que sirven para determinar los periodos anteriores. La cerámica decorada es mucho más sensible a los cambios de la moda que la piedra tallada y es, por tanto, un indicador mucho más preciso para la filiación cultural y cronológica. En el Neolítico acerámico los recipientes eran normalmente de piedra, de madera o de cestería recubiertos a veces con betún o yeso, o con argamasa. No obstante, hacia el 7.000 a.C., la cerámica se había difundido por todo el Oriente Próximo.

Del mismo modo que los asentamientos distribuidos durante el Neolítico acerámico por las estribaciones de las fértiles regiones del Oriente Próximo, unos cuantos pueblos habían comenzado a explotar los recursos de la mesetas turcas e iraníes, y algunos se establecieron en los valle fluviales de Mesopotamia. A partir de estos momentos las llanuras de Mesopotamia adquirieron mayor importancia, mientras que se produjo un declive en el Levante y Palestina, escenarios de cambios notables en épocas anteriores.

En torno al 6.000, los poblados estaban extendidos por todo el Oriente Próximo. Se conocían las variedades principales de plantas cultivadas u animales domésticos, que son la principal fuente de alimentos de la zona hasta nuestros días. El desarrollo que siguió no implicó el hallazgo de nuevos medios de subsistencia, como sucedió en la transición entre los pueblos de cazadores y recolectores y los primeros agricultores. Más bien se fundamentó en cambios en las estructuras  sociales y en una creciente competencia tecnológica. Estos cambios fueron graduales y se centraron inicialmente en Mesopotamia.

 3. Los primeros asentamientos en el norte mesopotámico

En el Neolítico acerámico, la comunidades sedentarias se asentaban en torno a los límites de las llanuras de Mesopotamia. En el Neolítico cerámico la mayoría de los asentamientos de este periodo están situados dentro del área de la agricultura pluvial. El más antiguo de ellos, en el actual Irak, data de la primera mitad del séptimo milenio (c.6500 a.C.). Estas sedes del neolítico cerámico son a menudo denominadas proto-Hassuna, ya que su civilización se desarrolló dentro del de la posterior cultura de Hassuna. Los restos de plantas y animales muestran una economía típicamente agrícola. Los yacimientos mesopotámicos más significativos y que sirven para dar nombre a otros tantos periodos o secuencias culturales son: Jarmo, Uumm Dabaghiyah, Hassuna, Samarra y Tell Halaf.

a) Las culturas de Hassuna y Samarra

Nuevos estilos de cerámica se desarrollaron a mediados del séptimo milenio a.C. y los modelos sencillos fueron sustituidos por cerámica pintada y grabada de modo más elaborado. La cultura de Hassuna, basada en la anterior proto-Hassuna, compartía muchos de sus rasgos: los hallazgos incluyen proyectiles de arcilla para hondas, azadas de piedra tallada, espiras de husos de arcilla bicónicos, para hilar fibras de lino o lana, y varios colgantes y cuentas de piedra grabados, que se han identificado como sellos de estampar. Mineral y metal de cobre se utilizaba para herramientas y joyas.

 


 

Hacia finales del séptimo milenio a.C., en los estratos más recientes de Hassuna, aparece un nuevo tipo de cerámica. bien cocida y pintada de un color marrón achocolatado, con motivos, a menudo, sorprendentes, pertenece  la cultura de Samarra, en el sur. El importante asentamiento de Tell al-Sawwan, con vistas al río Tigris, presenta niveles más profundos que datan aproximadamente del 6.300 a.C., según los resultados obtenidos por el método del radiocarbono. Varios de los amplios y cuidadosamente planeados edificios estaban hechos de adobes de molde rectangular, lo que permitía conseguir un plano más regular que cuando se utilizaba solo barro. Durante el periodo de Samarra, los pobladores tenían los conocimientos técnicos necesarios para construir y mantener un sistema de canales de gran extensión. El regadío incrementó continuamente las cosechas en las área de cultivo de secano, que pudieron así mantener a una población más numerosa. La irrigación posibilitó por primera vez la agricultura en zonas que no recibían suficientes precipitaciones.

 

 

b) La Cultura de Halaf

Hacia el 6.000 a. C. la cultura de Halaf sustituyó a la Hassuna en el norte de Mesopotamia. De origen incierto parece haberse desarrollado en las mismas áreas que la cultura de Hassuna. La cultura de Halaf sobrevivió durante unos 600 años y se difundió hasta cubrir todo el territorio de Iraq y Siria, ejerciendo una influencia que llegó hasta las costas mediterráneas y las tierras altas del Zagros central. Pero en ciertos aspectos quedó fuera de la corriente principal de desarrollo.

Los asentamientos de Halaf están distribuidos en la zona de la agricultura de secano, donde la mayor parte de los cultivos se hacía sin el concurso de un sistema de regadío a gran escala. Durante el periodo Halaf los pobladores abandonaron las casas rectangulares con varias habitaciones y retornaron a las cabañas circulares, llamadas tholoi. El tamaño de las mismas oscilaban entre los 3 y los 7 metros de diámetro, y parece que eran casas que albergaban a familias compuestas por los padres y sus hijos. Se construían en barro, adobe o de piedra y es posible que tuvieran un techo abovedado. Se han encontrado tholoi en todo el territorio de la cultura de Halaf, desde el curso alto del Eufrates, cerca de Karkemish, hasta la cuenca del Hamrin, entre la frontera entre  Irak e Irán.

La característica más llamativa de la cultura de Halaf es la exquisita cerámica pintada cocida en hornos de dos cámaras. La arcilla empleada es de gran calidad, a menudo de un color rosa salmón. Las vajillas más antiguas muestran dibujos sencillos rojos o  negros en la parte externa.. Los dibujos posteriores representan motivos geométricos rojos y negros, recubiertos por encima con una capa de blanco, que rellena el interior de amplios cuencos de poca profundidad. Alguna de las vasijas pintadas tienen formas humanas o animales. El análisis de la arcilla de parte de la cerámica hallada en los asentamientos de Halaf demuestra que existía un activo comercio de vasijas de cerámica.

 


 

A pesar de los cambios en el tiempo que experimentan los estilos de la cerámica de Halaf y de sus variaciones locales, puede hablarse de uniformidad general durante todo el periodo. No obstante, no está claro si los miembros de esta cultura formaban un grupo étnico separado que se asentó en las llanuras de los cultivos de secano, ni tampoco hasta donde se extendían los límites de la región de Halaf.

Sin embargo, es escasa la cantidad de metal encontrado en los asentamientos de Halaf y parece poco probable que el cobre tuviera un papel esencial en su economía. Por tanto, la teoría de que el comercio era la fuente principal del poder e influencia de Halaf es posiblemente errónea.

A mediados del sexto milenio a.C. la cultura de Halaf se extendió hacia el sureste, donde entró en contacto con la cultura de Ubaid. Después de una fase de transición en la que se combinan elementos de ambas, es manifiesto el domino de esta última cultura.

 


 4. La colonización de las llanuras aluviales de la Baja Mesopotamia

Durante el Calcolítico, en la época de apogeo de la cultura de Halaf, fue colonizado el territorio aluvial de Iraq del sur, que más tarde será Babilonia. Es de suponer la existencia de una fase nómada antes del establecimiento de comunidades rurales. Una serie de circunstancias climáticas y geográficas fue la causa de que esta región, donde en poco tiempo se desarrollarían la grandes culturas de Próximo oriente, entrara tan tarde a formar parte de la zona cultivada: la llanura babilónica, con su clima extremadamente seco, no podía ser atractiva para el hombre primitivo. Los dos ríos que la encuadran tienen manifestaciones imprevisibles, sobre todo el Tigris. Cuando las aguas del deshielo de las montañas descienden al valle, los ríos solo pueden controlarse con los mayores esfuerzos, ya que el desnivel existente entre su entrada en el territorio aluvial y su desembocadura (350 km) es de 34 metros. Una y otra vez el Tigris y el Eufrates han cambiado de curso. La región estaba entonces cubierta por pantanos y cañaverales incluso más extensos que los actuales, y los colonos primitivos, incluso en Babilonia del norte tenían que crear espacio para sus viviendas cortando las cañas. Sin embargo, la razón principal era que Babilonia no permitía la irrigación natural, ya que se hallaba fuera de la zona en que puede contarse con una media anual de 200 mm.

Los primeros agricultores que se establecieron en Babilonia tuvieron que dar el paso importante, aunque difícil, del cultivo de lluvia al cultivo de regadío. Aun de extensión limitada, estos exigían un esfuerzo colectivo, cosa desconocida para el campesino de las zonas vecinas. Sabemos que todas las partes de Babilonia estaban habitadas, pero no se puede establecer la extensión de los diversos poblados ni su número ni su densidad. Esto se debe a que los restos de los estratos más antiguos se hallan a gran profundidad bajo ruinas habitadas hasta época histórica, por lo cual son difícilmente accesibles y esto únicamente en una superficie muy limitada.

Los establecimientos más significativos de la zona sur mesopotámica, que también han dado nombre a una serie de secuencias culturales (dentro de finales del Neolítico, del Calcolítico, y comienzos del Bronce Antiguo), fueron los de Eridu, Ubaid, Uruk y Jemdet Nasr.

a) Periodo de Ubaid I o Eridu (c.5000-4800 a.C.)

Eridu, la ciudad sumeria más antigua según los textos, estuvo habitada desde el 5000 a.C. o quizá un poco antes, y fue capaz de crear una floreciente cultura en torno al templo de un dios desconocido, desplazado muy pronto por un dios sumerio, Enki, titular de las aguas. En la actualidad está ubicada en el desierto al sur del Eufrates, pero en la Antigüedad, uno de los brazos de este río discurría por la ciudad. Las creencias babilónicas sobre la antigüedad de Eridu no carecían de fundamento. Las excavaciones realizadas en una profunda zanja próxima al zigurat o torre del templo en el asentamiento de Eridu puso al descubierto 14 metros de estratos de ocupación, con restos de 19 templos superpuestos, todos bajo la posterior torre escalonada (u-nir en sumerio, ziqqurratu en acadio) del dios Enki, en su mayoría de pequeñas dimensiones y construidos con adobes. Estos monumentos religiosos, claramente neolíticos, muestran una notable continuidad, tanto material como cultural, según han evidenciado las excavaciones arqueológicas. El edifico más antiguo descubierto en Eridu era un habitáculo de 2'8 metros cuadrados. En el estrato siguiente había una construcción que albergaba un pedestal en hueco profundo, y otro, con rastro de quemaduras, en el centro de la habitación. Este edificio se consideró un templo, ya que los altares y las mesas de sacrificio son características distintivas de los templos mesopotámicos posteriores.

 

Arte_Historia_Estudios: Capítulo 3 - DINASTÍAS MÍTICAS

 

La cerámica más antigua de Eridu estaba trabajada en torno lento y es en general monocolor, de tonos oscuros, aunque a veces muestra dibujos geométricos realizados a manera de acuarela sobre fondo blanco, muy parecidos a los de Choga Mami (última fase de Samarra) y de la que recibió indudables influencias. Los colores varían según el grado de cocción; abundan los tonos violeta y verde. La forma básica es un plato con borde ancho y  profusa decoración interior. Generalmente faltan pico y asas. Esta "loza de Eridu" únicamente se ha encontrado en diez asentamientos, todos en la región próxima a Eridu, Ur y Uruk.

Tras esta cerámica se fabricó otra decorada con temas geométricos (bandas, estrellas, zig-zags) y con otros motivos (bucráneos, rosetas) de inspiración probablemente halafiana. Sin embargo, esta nueva cerámica ha sido denominada de Hajji Muhammad y no de Eridu, por haberse descubierto por primera vez en aquel yacimiento, muy cercana a Uruk. Eridu conoció la fabricada en Ubaid, yacimiento que había de sustituir a a Eridu.

b) Periodo de Ubaid (Fases II, III, IV: c.4700-c.3800)

Ubaid, un tell en las cercanías de Ur, constituye la segunda fase cultural del sur mesopotámico, que se desarrolló, en buena parte, de modo paralelo a la de Eridu. Tuvo la suficiente personalidad para imponerse en las aldeas y pueblos de toda Mesopotamia, alcanzando los Zagros y el sudeste iraní (Susa), así como los valles del Khabur y del Balikh por el norte, para llegar incluso a la costa mediterránea (Ugarit) y a otros puntos del Golfo Pérsico (Kuwait, Qatar, Arabia Saudí).

La cerámica de este periodo es muy típica y fácilmente identificable, definiéndola los tonos monócromos mates, marrones o verdosos y una decoración elemental. Si técnica y artísticamente era inferior a la de Halaf, en cambio era mucho más rica en formas, a las que aportaba como no vedad los picos y las asas. Hay, por otra parte, sensibles diferencias entre los yacimientos de Ubaid del sur y del norte, lo que sería probablemente reflejo de distintas mentalidades y costumbres. En los primeros (al-Ubaid, Tell Awayli, Ur, Uruk, Lagash, Eridu), las casas son más grandes (unos 200 metros cuadrados) y se siguen construyendo con adobes, aunque no faltan las trabajadas con cañas y revestimientos de arcilla.

Los templos de la época de Ubaid hallados en Eridu se construyeron sobre plataformas de un metro de altura. Con los siglos las plataformas dieron lugar a los zigurat, cuyo ejemplo más famoso es la Torre de Babel. En el extremo suroccidental de la estancia central del templo había un altar, mientras que en el extremo noreste se hallaba un pedestal independiente sobre el que, al menos en dos de los templos, se hallaron cenizas y espinas de peces. Puede tratarse de ofrendas, ya que Eridu era la sede del dios del agua Enki. En Uruk, el periodo Ubaid existe un templo similar, y en Tepe Gawra, al norte de Irak, sus habitantes levantaron un complejo de tres templos.

Tepe Gawra estuvo ocupada desde los tiempos de Halaf. Se han descubierto seis estratos de la época de Ubaid, en la que se hallaron edificios considerados en principio templos, pero que después se revelaron como viviendas ordinarias. Sin embargo, en el estrato XIII, cambió la función de la ciudad y se construyó un templo cuidadosamente diseñado. Se trataba de un conjunto de tres templos unidos que se usaban simultáneamente, lo que hace pensar que los habitantes veneraban un panteón de dioses. Uno de los muros del templo norte tenía gran cantidad de impresiones de sellos sobre bullae de arcilla, signos que indicaban quizá posesión o transacciones comerciales y que en general son una prueba del desarrollo de la burocracia.

En Eridu se encontró un cementerio de la época de los templos más recientes con casi 200 tumbas. Excavadas en la tierra, estaban alineadas con ladrillos barro. los cuerpo s estaban tendidos de espaldas con las cabezas hacia el noroeste. En algunos caos, una tumba contenía dos esqueletos, probablemente unos esposos. En dos de las tumbas se encontraron asimismo esqueletos de perros. Que existía algún tipo de creencia lo demuestra el hecho de que se encontraran joyas, una jarra, copas y platos colocados al pie de la tumba. Cerca del hombro del esqueleto femenino había una estatuilla masculina de terracota, con una cabeza que recuerda a la de un lagarto. En Eridu y Ur se encontraron figuras semejantes, pero femeninas, que son una evolución del tipo de Samarra halladas en Choga Mami y Songor A. La calidad y cantidad de los objetos enterrados apenas varía de una tumba a otra, lo que indica que quizá no había grandes diferencias sociales o de riqueza entre difuntos. Sin embargo, es posible que la élite dirigente fuera inhumada en otro lugar, como sucedía con los niños que, por lo que se deduce de otros hallazgos, se enterraban bajo el suelo de las casas.

 

 

La cerámica pintada de Ubaid desapareció paulatinamente, sustituida por la cerámica pulida gris y roja. Ello indica, por lo general, el fin del periodo Ubaid y el inicio del de Uruk, pero se desconoce la fecha exacta de la transición. 

 

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II. La Revolución Urbana y el Periodo Protohistórico o Predinástico

1. El Periodo Uruk

Hacia el IV milenio a.C. se produjeron en el sur de Mesopotamia importantes cambios que superaron todas las expectativas que los logros alcanzados durante el periodo Ubaid pudieran haber creado. Las innovaciones surgidas en los periodos de Uruk (c. 4000/3750-3100) y Jemdet Nasr (3100-2900) constituyeron lo que se conoce como revolución urbana. Al igual que la aparición de la agricultura, la urbanización fue una etapa crucial en el desarrollo de la Humanidad. El lento y progresivo desarrollo que desde hacía tiempo se producía en Mesopotamia desembocó en una serie de logros que determinaron un auténtico salto cuantitativo respecto a las fases "neolíticas". Se trataba, sobre todo, de fenómenos relacionados con la organización del trabajo y, en general, de la sociedad, cuya expresión más llamativa fue el tamaño de los asentamientos. Estos fenómenos se produjeron en la Baja Mesopotamia durante el periodo que se designan con el nombre de Uruk, por ser éste el yacimiento más representativo. A partir de la fase tardía de Uruk (hacia el 3500-3100) es cuando podemos empezar a hablar del primer periodo histórico propiamente dicho de Mesopotamia, que ha sido llamado Periodo Protohistórico, Arcaico o Predinástico). La fase final del periodo se denomina también Jemdet Nasr (3100-2900 a.C.).

 



a) Evolución de los asentamientos durante el periodo de Uruk

En el período de Ubaid, el número de asentamientos se incrementó gradualmente y comenzaron a mostrar una diferenciación en su tamaño. Algunos eran pequeños centros con aldeas subsidiarias a su alrededor, lo que sugiere la presencia de jefes locales con autoridad sobre las tierras circundantes. A principios del cuarto milenio, con el comienzo del período de Uruk, el número y el tamaño de las poblaciones aumentó repentinamente en todo el Próximo Oriente. Sin embargo, había diferencias entre el norte y el sur. En el norte de Mesopotamia aparecieron asentamientos centrales densamente poblados con un círculo de poblaciones más pequeñas a su alrededor. Con el tiempo, estos se fusionaron en grandes asentamientos, como, por ejemplo, Tell Brak, con unas dimensiones de 130 hectáreas. Estos asentamientos estaban dispersos en una amplia área con grandes espacios abiertos entre ellos. En contraste, los habitantes del sur de Mesopotamia se asentaron a lo largo del campo. A principios del período de Uruk el número total de habitantes parece haber sido casi igual en el centro y en el sur de Babilonia, pero en la Babilonia central vivían en tres centros de 30 a 50 hectáreas, mientras que en el sur dominaba un solo asentamiento, con un tamaño de unas setenta hectáreas: Uruk. El rápido aumento de los asentamientos de población en ese momento no puede explicarse con certeza, pues parece demasiado rápido como para haber sido el resultado solo del crecimiento de la población indígena, incluso si las nuevas condiciones agrícolas hubieran fomentado la expansión demográfica. Pudo haberse producido un aumento en la sedentarización de pueblos seminómadas previamente irreconocibles en el registro arqueológico, o pudieron haber entrado en la región pueblos foráneos debido a cambios climáticos u otras razones.

La primera ciudad propiamente dicha apareció en el Período de Uruk Tardío y en una sola región, el sur de Babilonia. Después de mediados del cuarto milenio, el aumento de la población permanentemente asentada en Babilonia central fue menor y puede explicarse como resultado del crecimiento natural. Sin embargo, en el sur, alrededor de la ciudad de Uruk, hubo un enorme incremento del área ocupada por los asentamientos permanentes. Una gran parte de ese aumento tuvo lugar en la misma Uruk que, ya con una extensión de 250 hectáreas, se convirtió en un verdadero centro urbano rodeado no solo por un único nivel de asentamientos secundarios, sino por una jerarquía dentro de los mismos: pueblos, aldeas y aldeas más pequeñas. A pesar de que las estimaciones sobre la población no son notoriamente fiables, los estudiosos suponen que los habitantes de Uruk aún podían mantenerse a sí mismos con la producción agrícola de los campos que rodeaban la ciudad, a los que podían desplazarse diariamente. Pero la dominante extensión de Uruk en toda la región, muy superior a la de otros asentamientos, indica que era un centro regional y una verdadera ciudad. Su existencia provocó una reestructuración del modo de vida de la población en una gran área. El número de personas que residía en su órbita era tan grande que no pudieron haber llegado solo de Babilonia, sino que algunos parecen haber emigrado desde el oeste de Irán y el norte de Mesopotamia hacia el sur.

En los periodos siguientes, Jemdet Nasr y Periodo Dinástico, persisten las mismas tendencias. Al principio del Periodo Dinástico I, la región de Uruk ocupaba 850 hectáreas (más del doble de la superficie total del Uruk tardío), de las cuales, la propia Uruk representaba casi la mitad. Al mismo tiempo, se desarrollaron otros grandes centros y el número de pequeños poblados descendió acusadamente. A principios del Periodo Dinástico, los asentamientos se organizaban en líneas, como las cuentas de un collar, sustituyendo a la mas espontánea y desordenada disposición anterior.

La naturaleza pantanosa y la avenidas fluviales de la Baja Mesopotamia ya habían impulsado a los poblados del periodo anterior (Ubaid) a iniciar obras de consolidación mediante la construcción de canales de irrigación y cuencas de drenaje. Durante el periodo de Uruk prosiguió y se incrementó la estabilización del paisaje agrícola, lo cual favoreció el fortalecimiento de las estructuras definitivas de los poblados, así como la ampliación de sus dimensiones políticas. Sin embargo, no debe atribuirse a las necesidades de canalización una importancia determinante; en esta fase, las canalizaciones, que tenían alcance local, dieron origen a "islas" saneadas en un territorio que, en conjunto, estaba ocupado por marismas o por la estepa árida. Sin embargo, las canalizaciones se fueron enlazando poco a poco unas con otras hasta formar una especie de red regional: no sería hasta mucho más tarde que se iniciaría la construcción de canales de grandes dimensiones, capaces de alterar el régimen de escorrentía de las aguas superficiales de Mesopotamia. Es decir, la canalización progresó junto con las dimensiones políticas, lo cual viene a demostrar que no estuvo ligada desde sus inicios a formaciones estatales de cierta amplitud (y mucho menos a formaciones imperiales). En el periodo de Uruk, al mismo tiempo que se producía un asentamiento discontinuo concentrado en las zonas saneadas y cultivadas, surgieron formaciones estatales de alcance local, cada una encabezada por el mayor asentamiento, al que damos al denominación de "ciudad" por sus magníficas características estructurales.

Se trataba, pues, de asentamientos de mayor tamaño que los poblados -precisamente el más extenso era Uruk-, los cuales acogían a unos poco millares de personas, que "quemaban" el territorio circundante, donde disminuía el número de poblados. Cambió también la función misma de los poblados supervivientes, ya que a partir de entonces planearon su producción en función de la ciudad. De este modo, se destruyó la equivalencia "neolítica" de los asentamientos (todos ellos autosuficientes, y por tanto cerrados) y se formó una estructura con dos niveles (ciudad-poblados) que corresponde a la constitución de una formación estatal en el pleno sentido de la palabra (con delegación y concentración de la capacidad de decisión).

 

 

b) Especialización del trabajo y estratificación social

La diversificación de los asentamientos y la concentración demográfica y política fueron parejas a la diversificación de las funciones de trabajo. A diferencia de la situación neolítica, basada esencialmente en los intercambios y el carácter genérico de las unidades productivas (núcleos familiares), se produjo una progresiva diversificación social del trabajo, con la aparición primero de especialistas con dedicación absoluta a su trabajo y más tarde con el nacimiento de funciones nuevas (también de dedicación absoluta) relacionadas con la organización del trabajo de los demás, así como con la reglamentación de la comunidad entera. La existencia de especialistas trajo consigo el transporte de alimentos, que iba de los núcleos familiares que continuaban siendo productores de alimentos (campesinos, pastores y, en ciertas comarcas, pescadores) y que eran, en la mayoría, a aquellos núcleos familiares que no los producían. Esto últimos, a su vez, proporcionaban los frutos de su trabajo (aperos de labranza, armas, vestidos, vajillas, etc) a los primeros, con lo cual se conseguía un ahorro de tiempo y una mejora cualitativa. En efecto, aunque ciertas producciones (cerámica, tejidos, trabajo de la madera) ya se daban entre las familias campesinas del Neolítico, que las hacían durante el tiempo libre de que disponían, otras (en especial, el trabajo de los metales y de las piedras duras) exigían claramente una organización especializada: el progreso tecnológico y la división social del trabajo son procesos íntimamente relacionados entre sí. Lo mismo cabe decir de las actividades de intercambio: el trueque ocasional de productos locales se realizaba sin problemas en el ámbito de las comunidades de poblados; pero en la obtención de materias primas inexistentes en Mesopotamia (metales, piedras duras, madera) exigía la organización de verdaderas expediciones a lejanas tierras (acumulación de provisiones para el viaje y de mercancías para el intercambio, animales de carga, conocimientos de los lugares) que solo los especialistas eran capaces de llevar a cabo.

La especialización del trabajo es una característica de una sociedad urbana y podemos observarlo tanto en las tierras como en la ciudad de Uruk. Uruk estaba situado justo en el interior de las marismas, a la cabecera del golfo Pérsico. Su agricultura se basaba en el agua de riego que proporcionaba el Éufrates, lo que permitía el cultivo abundante de cereales y productos hortofrutícolas, especialmente dátiles. Entre las zonas de irrigación se encontraba la estepa, donde, además de la caza, se practicaba la ganadería ovina y caprina. En las inmediaciones se encontraban las marismas, con un abundante suministro de peces y aves de caza, donde se pastoreaban los búfalos de agua para la producción de leche y donde se podían cosechar los juncos para el forraje animal. Los diferentes nichos ecológicos fomentaban la especialización laboral de los productores: pescadores, agricultores, hortelanos, cazadores y pastores eran más productivos si dedicaban la mayor parte de su tiempo al cuidado de los recursos que tenían a su disposición. Algunos avances tecnológicos también pudieron hacer la especialización más deseable. Así, la invención del arado de vertedera, un instrumento que deposita las semillas en el surco mientras se está arando, hizo la labranza más difícil y requirió la mano de un experto.

Dentro del sector productivo, los artesanos se convirtieron en especialistas. Ya en el Período de Uruk Antiguo, el cambio a la cerámica utilitaria no decorada fue probablemente el resultado de la producción masiva especializada. En el nivel XII de la secuencia del Eanna en Uruk, datado a comienzos del cuarto milenio, aparece un estilo cerámico que es el más característico de este proceso, el denominado cuenco de borde biselado. Se trata de un cuenco bastante poco profundo que se fabricaba toscamente en un molde, y, por tanto, solo en un número limitado de tamaños estandarizados. Por alguna razón desconocida, muchos fueron descartados, a menudo aún intactos, y se han encontrado cientos de miles en todo el Próximo Oriente. El cuenco de borde biselado es uno de los hallazgos más reveladores para identificar un yacimiento del período de Uruk. En este caso es importante el hecho de que fue producido rápidamente en grandes cantidades, probablemente por especialistas, en una localización céntrica.

La equivalencia económica entre producción de alimentos y trabajo especializado fue derribada rápidamente por la implantación (de hecho) de una jerarquía social, lo cual comportaba la desigual distribución de la riqueza y fenómenos de atesoramiento y ostentación. Un reducido número de especialistas logró acaparar un porcentaje de la riqueza comunitaria más elevado que el de los numerosos agricultores y pastores. El fenómeno se acentuó con la aparición de las funciones "terciarias", necesarias para la organización del trabajo, demasiado complejo para que funcionara por sí mismo (administradores, supervisores), para la protección  (guardias) y para el control social (sacerdotes, exorcistas). la estratificación social diversificó la topografía interna de la comunidad. La producción de alimentos continuó asentadas en los poblados, que habían dejado de ser ya poblados autosuficientes de tipo neolítico, complementándose con la ciudad, de la que recibían productos manufacturados y servicios (protección, directrices de trabajo) y a la que cedían un porcentaje (impuestos) de su producción que servía para mantener a especialistas y administradores y para costear las empresas comunales (canales, edificios públicos). La ciudad era, como se ha dicho, el lugar de concentración de los especialistas: en otras palabras, de las actividades artesanas y de los poderes de decisión. No solo era de mayor tamaño que el poblado, sino que también se distinguía de él por su estructura económica. En el interior de la ciudad, el lugar alrededor del cual se producía la concentración de las actividades especializadas y de los servicios era el templo.

No se conocen "palacios" laicos (residencias de jefes de la comunidad no relacionadas con las actividades de  culto) del periodo de Uruk. Los únicos edificios públicos eran los templos, y estos, parte de ser lugares de culto, eran también sede de las actividades de transformación, almacenamiento, intercambio y administración. El carácter que presenta la urbanización mesopotámica, centrada en el templo -se ha hablado de "ciudad-templo"- evidentemente iba unido a la capacidad de movilización y unificación de la comunidad alrededor del dios y de sus servidores (sacerdotes), y, en última instancia, a la atribución a la divinidad misma de la buena marcha de la producción. Dado que al divinidad era el lugar ideológico en que se colocaban los valores y esperanzad comunes (el proceso de estructuración diferenciada (laboral, socioeconómica y política) se realizaba mediante la cesión por parte de la población de una parte de sus recursos a un núcleo central, al que se otorgaba la capacidad de hacer funcionar la comunidad en su conjunto.

Una muestra de ello son los restos excavados en Uruk. Dos áreas en su centro contenían materiales del cuarto milenio cerca de la superficie, ambas con una arquitectura monumental: un complejo llamado Eanna, «Casa del Cielo», con una secuencia de estratos numerados de Eanna XIV (el más antiguo) a Eanna III (el más reciente) y asociados a la diosa Inanna y un área en la que se llevó a cabo el culto al dios del cielo Anu. Las estructuras del complejo del Eanna fueron las más elaboradas y se reconstruyeron varias veces en el período de Uruk IV (distinguimos los niveles IVb más antiguos de los IVa posteriores). Dentro de un área rodeada por un muro perimetral, varios edificios enormes estuvieron en uso simultáneamente. No solo eran grandes, del orden de 50 por 80 metros, sino que también estaban decorados con una técnica típica del período de Uruk Tardío: en las paredes se insertaban conos de arcilla de color blanco, negro y rojo que formaban mosaicos con patrones geométricos en la superficie. En un edificio estos conos eran de piedra, un material más difícil de obtener en la región de Uruk que la arcilla. El templo de Anu —o Blanco— se construyó sobre una plataforma artificial repetidamente levantada en el período de Uruk y que finalmente alcanzó los 13 metros de altura. En su base había un edificio de piedra caliza de 25 por 30 metros que había sido traído desde el lejano desierto.

La disposición arquitectónica de ambos complejos muestra que se trataba de lugares de culto y que el acceso a parte de ellos estaba restringido. Su monumentalidad nos dice mucho sobre la sociedad en Uruk. Solo pudieron haber sido construidos por una gran fuerza laboral que requería organización y liderazgo. Los arqueólogos han calculado que, por cada complejo, trabajaron unos quince mil obreros diez horas al día durante cinco años. Aunque los sentimientos religiosos les pudieron haber inspirado en parte para hacerlo, probablemente también hubo algún tipo de coerción. Si bien estos proyectos solo podían tener éxito en las grandes comunidades, también fortalecían los vínculos sociales entre las personas que estaban involucradas o que tenían parientes que lo estaban, generando un sentimiento de propósito común.

c) La Escritura

La culminación de este proceso fue la invención de la escritura, con la que se señalaba el comienzo de la "historia", según una concepción ya superada, pero que todavía debe considerarse mucho más que un símbolo de la revolución urbana: fue un elemento cuya presencia separaba las culturas de organización simple de las culturas que habían llegado a una organización diversificada, suprafamiliar, de un nivel que ya no podía ser controlado con mecanismos personales (la palabra, la memoria, la costumbre). La escritura no llegó aislada ni inesperadamente; se situaba en el marco de una búsqueda de la estandarización productiva y de la cuantificación, indispensables cuando una administración única debe rendir cuentas de hechos distintos a diferentes personas y, por tanto, debe unificar y consolidar en el tiempo una serie de elementos diversos. Surgieron entonces medidas estandar (de superficie, para la concesión de tierras; de capacidad, para la distribución de raciones que exigía el trabajo de los no productores, y las corveas comunitarias) y aparecieron sistemas de equivalencia -hablar de "precio" sería usar un término anacrónico, así como entre bienes y trabajo. Todo ello era necesario para regular la dislocación extrafamiliar de los recursos: basta con pensar en el valor de las mercancías entregadas al especialista-mercader que éste tenía que devolver por medio de otras mercancías distintas, pero cuyo valor no fuera inferior, o bien en la relación entre cantidades almacenadas de cereales y previsión del trabajo necesario para construir un canal (trabajo que se retribuía, precisamente, con esos cereales). Y todo ello se concretó en pesos controlados, en recipientes de forma y capacidad constante, en señales o marcas anotadas sobre los materiales para ayudar a la memoria, en técnicas de cuenta, y en último término, en dos hallazgos que serían esenciales en la vida administrativa de Mesopotamia: el sello y, como ya se ha señalado anteriormente, la escritura. El sello permitía cerrar los recipientes y otros embalajes, lo cual garantizaba al funcionario responsable que el contenido no se había alterado cualitativa ni cuantitativamente.

De forma circular (para impronta), al principio, el sello adoptó más tarde, durante el periodo de Uruk, la forma cilíndrica, Se trataba de un pequeño cilindro, generalmente de no más de 3 centímetros de alto y 2 centímetros de diámetro, de concha, hueso, loza o una variedad de piedras (por ejemplo, cornalina, lapislázuli, cristal), en el que se tallaba una escena en espejo. Cuando se hacía rodar sobre un material blando —principalmente la arcilla de bullae, tablillas o terrones adheridos a cajas, frascos o cerrojos— la escena aparece un número indefinido de veces en relieve, fácilmente legible. Los conocimientos tecnológicos necesarios para tallarlo eran muy superiores a los de los sellos estampillados, que habían aparecido a principios del Neolítico. Desde la primera aparición de los cilindros-sellos, las escenas talladas pueden ser muy elaboradas y refinadas, lo que indica el trabajo de canteros especializados. Los sellos cilíndricos de la época primitiva se dividían en cuatro grupos diferentes:

  • El primer grupo está formado por sellos cilíndricos grandes, sobre los que el artista creaba figuras plásticas. Junto a escenas referentes al culto, delante de templos y altares, y representaciones de naves con carácter sagrado, aparecen escenas de luchas, entre las que se encuentra un combate de carros; y escenas de caza y lucha con animales salvajes para defender los rebaños. También hay representaciones de animales peleando. Las escenas de la vida cotidiana sobre poco corrientes. La figura principal es el soberano, que se reconoce por su estatura y su indumentaria, por el pelo recogido con una cinta, la barba y la falda de red que le llega a los tobillos. Se le representa en actividades religiosas o profanas. Los sellos de este tipo predominan en Uruk, pero son raros en el norte de Babilonia y no se hallan en la región del Diyala.
  • Después del anterior, el grupo más corriente de Uruk es el decorado con composiciones "heráldicas", en las que a menudo aparecen grupos antitéticos. Son características las representaciones de serpientes o seres mixtos, cuyos cuellos se entrelazan.
  • Al tercer grupo, extendido sobre todo en la región del Diyala, pero también en Babilonia del norte, y que aparece aisladamente en Uruk, pertenecen pequeños sellos cilíndricos, que se distinguen de los otros grupos por el material. Las decoraciones -animales esquemáticos, que se disuelven en rayas, peces, vajillas, figuras con trenzas, y formas que recuerdan arañas-, están realizadas en una técnica simple sin mucho refinamiento.
  • El cuarto grupo extendido asimismo por al región del Diyala y el norte de Babilonia, pero que no llegó a consolidarse hasta al época primitiva, lleva adornos abstractos, como el trébol de cuatro hojas y la cruz de Malta.

Los principios de la escritura se clasifican en tres etapas:

i) En la primera, llamada Uruk IV, por haberse encontrado en el nivel IVa del recinto del Eanna de Uruk, se escribían signos con un punzón sobre tablillas de arcilla (ocasionalmente sobre una superficie de yeso) que medían unos 5com de largo, y tenían un espesor de 2,5 cm.Se en La escritura era básicamente ideográfica o logográfica, es decir, que cada signo representaba una idea o una palabra, no una letra ni una sílaba. Los numerales se reconocen sin dificultad y algunos de los signos han sido descifrados, bien porque ese parecen al objeto que representan bien porque han sido identificados más tarde con otros signos cuyo significado se conoce. los grupos de signo se escribían juntos en un recuadro, pero parecían no estar en un orden fijo.

ii) En la segunda etapa (Uruk III-Jemdet Nasr) los signos son más evolucionados y más abstractos, con predominancia de las líneas rectas sobre las curvas. Además, la disposición de los signos en las tablillas es más compleja y las tablillas son mayores. La mayoría de las inscripciones son apuntes contables. Listas de raciones, donde se registraba la adjudicación de bienes a distintas personas, relaciones de propiedad de ganado y de distribución de animales que se sacrificaban a los dioses en los templos o durante las festividades. Otras tablillas contenían listas de nombres de lugar, de oficios y de animales. Estas eran las primeras versiones de las listas que constituían la base de la formación de los escribas hasta que se dejó de usar la escritura cuneiforme.

A partir de las variaciones textuales de estas lista, los estudiosos opinan que la lengua de los textos de Uruk III era probablemente el sumerio, la lengua que se hablaba en Uruk en el tercer milenio a.C. En Uruk se han encontrado más de tres mil tablillas: 240 de Jemdet Nasr, cuatro de Tell Uqair y dos de Eshnunna. Se cree que datan del periodo Jemdet Nasr y que eran contemporáneas de las primeras tablillas protoelamita de Irán. La escritura de éstas era distintas, pero conservaba el mismo sistema de signos numéricos y revelaba un nivel de desarrollo similar.

iii) En el Periodo Dinástico Arcaico (2900-2350 a.C.) la escritura se hizo más lineal. Las líneas se obtenían hundiendo un instrumento afilado en la arcilla para producir las marcas en forma de cuña de la escritura cuneiforme. Se han encontrado pocos textos pertenecientes a la primera época del Dinástico Arcaico, pero hacia la mitad del tercer milenio a.C. el sistema cuneiforme de escritura se había extendido ampliamente y se usaba para toda clase de textos: documentos de tipo económico y administrativo, cartas, relatos, oraciones, inscripciones en edificios, etc.

d) Nacimiento de las tareas administrativas y las élites gobernantes

Muchos de los residentes de la ciudad (no podemos determinar qué porcentaje, sin embargo) eran parte de la organización del templo, cuyos miembros dependían totalmente de los primeros para su supervivencia. Estaban organizadas de manera estrictamente jerárquica. El elemento más indicativo de la jerarquía urbana es un texto llamado Lista estándar de profesiones. Apareció primero al final del Período de Uruk Tardío y, por tanto, entre los primeros textos escritos y fue copiado fielmente durante unos mil quinientos años, siendo las versiones posteriores más claras para nosotros que las precedentes.

La lista contiene varias columnas con los títulos de los funcionarios y los nombres de las profesiones ordenados en una jerarquía que comienza con el rango más alto. En la cima de la sociedad de Uruk, por tanto, había un hombre cuyos poderes derivaban de su papel en el templo. Los eruditos lo llaman a menudo ‘rey-sacerdote’. En la parte inferior de la escala social de los dependientes del templo estaban las personas involucradas en la producción, tanto agrícola como de otro tipo. La extensión de este grupo sigue siendo imposible de determinar, pero a través de una proyección de las condiciones del tercer milenio asumimos que el templo tenía un personal lo suficientemente grande como para atender todas sus necesidades. En el tercer milenio, los trabajadores dependientes recibían raciones, cantidades fijas de cebada, aceite y tela, como recompensa por sus servicios. Es probable que tal sistema ya existiera en el Período de Uruk Tardío. Las tablillas de Uruk IV contienen relación de granos distribuidos a los trabajadores, que parecen ser precursores de listas de raciones posteriores. La entrega de raciones a numerosas personas puede explicar la abundancia del cuenco de borde biselado en el registro arqueológico. Estos cuencos, en un número limitado de tamaños, posiblemente funcionaban como contenedores para medir las raciones de cebada. Si esto fuera así, a primera aparición del cuenco de borde biselado a mediados del cuarto milenio atestiguaría la presencia de un sistema de distribución del grano ya existente en ese momento. Tenía lugar una oposición fundamental en este primer período entre los dependientes del templo, mantenidos pero no libres, y los habitantes del campo, libres pero sin seguridad frente a desastres como las malas cosechas. Sin embargo, el templo, situado en la ciudad, era un punto focal para todos, ya través de su recaudación de tributos atrajo a toda la región. A finales del cuarto milenio se había desarrollado, aunque pequeño, un estado en el que la ciudad detentaba el control organizativo. La burocracia permitió el control de la economía regional en los centros urbanos. En el Período de Uruk Tardío existía un sistema de registro mediante textos que fue la base de toda la escritura cuneiforme administrativa posterior utilizada durante el siguiente período de más de tres mil años.

Las cuentas proporcionan dos conjuntos de datos: un registro de cantidades y una identificación de la persona u oficio involucrado en la transacción como participante o supervisor. Además de la escritura, hay otras técnicas que pueden indicar el segundo elemento. Los sellos, por ejemplo, pueden implicar un supervisor, y estaban en uso mucho antes del Período de Uruk IV. A partir del séptimo milenio, los sellos impresos en frascos o en trozos de arcilla adheridos a los contenedores identificaban a la autoridad que garantizaba el contenido. A mediados del período de Uruk el cilindro-sello reemplazó al sello de estampillar. Permitió una cobertura mucho más rápida porque el sello podía rodar sobre la superficie en un delicado movimiento. Se han atestiguado numerosos sellos con una gran variedad de imágenes pictóricas. Cada sello pertenecía a un funcionario o a una oficina administrativa cuya identidad podía reconocerse a través del diseño. La profusión de sellos distinguibles demuestra la presencia de una clase de funcionarios en la ciudad de Uruk que supervisaban las transacciones y garantizaban su legitimidad con su marca de autoridad.

Aparecen en las tablillas de Uruk listas de palabras que designan ciudades, funcionarios, animales, plantas y productos manufacturados, siempre en la misma secuencia. Su función era mostrar a los escribas cómo escribir signos, y muchos manuscritos son el trabajo de los estudiantes que copiaban partes de una lista. Estos textos siguen formando parte del corpus mesopotámico durante toda su historia, que luego se amplió a miles de entradas con traducciones a uno o más idiomas. Los textos léxicos son una parte fundamental de la tradición cultural mesopotámica, reflejando una organización del vocabulario con fines prácticos. Sin embargo, las preocupaciones ideológicas también influyeron en el orden dado. En primer lugar, la agrupación de palabras en la misma lista indica que existía un sistema de clasificación. En segundo lugar, el orden de las palabras en una lista podía ser importante: la interpretación de que la Lista estándar de profesiones refleja la jerarquía social sugiere que los rangos de los funcionarios y su importancia relativa se habían sistematizado.

Solo podemos determinar la identidad de la lengua basándonos en la escritura silábica de las palabras o en elementos gramaticales. La escritura inventada en el Período de Uruk Tardío tenía todos los componentes de la escritura cuneiforme. Se desarrolló reduciendo aún más el número de signos, aumentando el uso de sílabas y cambiando los signos mismos, reemplazando las líneas curvas trazadas en la arcilla por otras cada vez más rectilíneas impresas en ella. Una sola línea se parece a un triángulo porque el escriba primero presionaba la cabeza de una caña contra la arcilla y luego empujaba hacia abajo su borde fino para crear una marca. Esta forma llevó a nuestra moderna designación de la escritura como cuneiforme, es decir, en forma de cuña.

Las herramientas de la burocracia —escritura, sellos, medidas y pesos— continuaron desarrollándose en la historia posterior del Próximo Oriente sobre la base de los cimientos establecidos en el período de Uruk. En gran medida, estos elementos definen el Próximo Oriente antiguo: la escritura cuneiforme en tablillas de arcilla, el cilindro-sello y la mezcla de unidades decimales y sexagesimales en los numerales. Aunque hubo variaciones y cambios locales a lo largo del tiempo, la continuación de los elementos que observamos por primera vez en el Período de Uruk Tardío muestra lo importante que fue ese período para la formación de la cultura del Próximo Oriente.

e) El arte figurativo

Entre las primera piezas de las monumentales esculturas de piedra encontradas en Uruk, algunas son de interés no solo por su antigüedad, sino por la respuesta emocional que despierta en el observador actual. una de ellas es el rostro de una mujer, que parece una máscara, encontrado tirado en un vertedero, en el recinto noroeste de Eanna, que probablemente tuvo ojos incrustados  y una peluca. Era aproximadamente de tamaño natural; la nariz, que originalmente habría sido bastante prominente, estaba rota. Otra pieza impresionante es la Estela de la Caza del León. Los bordes están quebrados y la parte posterior es tosca, aunque parece haber sido una estela aislada, una forma de arte que prolongó hasta el primer milenio a.C. La estela que ahora tiene 78 cm de altura, mostraba dos escenas: la de la parte superior representaba a un hombre con barba que vestía una falda hasta las rodilla y alanceaba a un león alzado sobre las patas traseras, la inferior mostraba a un hombre, probablemente el mismo, apuntando su arco y flecha al león.




El hallazgo más fascinante de ese periodo, en Uruk, fue el jarrón de Warka. una gran vasija, con más de un metro de altura, tenía cuatro franjas de ornamentación en relieve de 92 cm. En el borde el jarrón tenía 36 cm de diámetro. Estaba dañado y había sido restaurado en la Antigüedad. Las dos franjas inferiores representaban plantas y animales. La tercera mostraba sirvientes desnudos, quizá sacerdotes que llevan recipientes cargados, presumiblemente, como tributo a la ofrenda. En la franja superior, que es la más interesante, había una talla del hombre que aparecía en la estela de la Caza del León. haciendo ofrendas a la diosa Inanna. Otro hombre, de falda corta le sostiene las borlas de la falda y delante de éste un hombre desnudo hace una ofrenda a una figura femenina de pie ante haces de juncos, símbolo de la diosa. La primera que fue restaurado el jarrón, el tocado de la diosa estaba dañado, siendo imposible asegurar cómo era su atuendo. Los dioses y diosas mesopotámicos un poco posteriores solían representarse con tocados con cuernos de vaca o de toro, de modo que la figura podía corresponder a la de la propia diosa o a una sacerdotisa. Detrás de los haces de juncos, sobre unas plataformas, apoyadas en el lomo de dos ovejas, se erigían figuras o estatuas. La figura de la izquierda llevaba el signo en, la palabra sumeria que significa sumo sacerdote. Detrás de las ovejas, en los tributos apilados había dos jarrones de forma similar al de Warka y dos recipientes en forma de animales.


Jarrón de Warka


En Uruk se utilizó el arte por primera vez para ilustrar la función del soberano y para reforzar su posición. Arte y arquitectura se combinaron para crear una imagen de poder y riqueza a fin de impresionar al pueblo y realzar la estabilidad del grupo gobernante.

f) La Expansión de Uruk

Los acontecimientos que se acaban de describir ocurrieron en el extremo sur de Mesopotamia, en los alrededores de la ciudad de Uruk. No podemos determinar si tuvieron lugar procesos similares de manera independiente en otras partes del sur de Mesopotamia debido a la falta general de excavaciones de los niveles del período de Uruk en esas zonas. Sin embargo, el tamaño de Uruk, aproximadamente 250 hectáreas, sugiere que fue un centro inusual cuya complejidad llevó al uso de la escritura y a la organización de una ciudad-estado. Irónicamente, proviene mucha más información arqueológica sobre el período de Uruk de regiones no pertenecientes al sur de Mesopotamia, especialmente del oeste de Irán, el norte de Siria y el sur de Turquía. A mediados del cuarto milenio, los avances locales se vieron influidos fundamentalmente por el sur de Mesopotamia. Se ha podido atestiguar una variedad de interacciones entre las poblaciones locales y las de la región de Uruk y entre algunas de las preguntas difíciles por determinar se incluye porqué estas interacciones tuvieron lugar y hasta qué punto los impulsos locales o extranjeros causaron el cambio.

Justo al este de la Baja Mesopotamia está el área del suroeste de Irán, en sí misma una llanura aluvial a los pies de los montes Zagros, a menudo llamada Susiana por el gran enclave de Susa en su centro, fundada al final del periodo Ubaid y convertida en capital de sucesivos reinos. Aunque es geográficamente similar al sur de Mesopotamia y está cerca de allí, el viaje entre las dos regiones es difícil, ya que están separadas por marismas, siendo las estribaciones de los Zagros, que rodean las marismas, la vía de acceso más cercana. Las dificultades de comunicación podrían explicar por qué las culturas de las dos áreas permanecieron diferenciadas hasta el cuarto milenio. Probablemente debido a las fuerzas indígenas de principios del cuarto milenio, surgió un gran centro en Susa, pero durante el Período de Uruk Tardío la cultura material de Susa se vio totalmente influenciada por el sur de Mesopotamia. Encontramos grandes cantidades de cerámica típica del Período de Uruk Tardío y muestras de los precursores de la escritura protocuneiforme: Aparentemente inspirada por Uruk, Susa se había convertido en una ciudad por derecho propio, con recursos de toda la región de Susiana. Además, Susa extendió su influencia cultural a una amplia zona de Irán, como lo demuestra la aparición del cuenco de borde biselado en lugares de todo el país. Se han excavado muestras en los montes Zagros (por ejemplo, Godin Tepe, Choga Gavaneh), en el norte (por ejemplo, Tepe Ozbaki, Tepe Sialk), en el centro (por ejemplo, Tepe Yahiya) y en el sur de Irán (por ejemplo, Nurabad) e incluso, en la costa del Pakistán moderno (Miri Qalat). Algunos de estos lugares estaban a más de mil kilómetros de Susa, que asumimos fue el punto de tránsito de las influencias de Uruk, ya que los contactos entre estos lugares y Susa sobrevivieron después de que la expansión de Uruk hubiera cesado.

La situación en el norte era diferente. En el norte de Iraq, Siria y el sur de Turquía aparecieron elementos de la cultura de Uruk desde mediados del cuarto milenio, pero varió el grado en que estos afectaron a las culturas locales. La influencia del sur había disminuido después del período Obeid y las culturas locales atestiguadas se subsumen bajo el nombre de Calcolítico Tardío. En la primera mitad del milenio surgieron en la región grandes centros con arquitectura monumental que dominaban los recursos de su entorno inmediato como resultado de los avances locales hacia el poder centralizado. Algunos especialistas las llaman ciudades, pero su crecimiento se estancó a mediados del cuarto milenio, mientras que Uruk en el sur aumentó masivamente en tamaño y complejidad. La nueva ciudad del sur estableció estrechos vínculos con el norte, aunque su influencia variaba de un lugar a otro. En algunos lugares aparecieron asentamientos de proporciones urbanas en suelo virgen con un conjunto cultural importado masivamente del sur de Mesopotamia, como Habuba Kabira en el Éufrates Medio, que era una ciudad densamente habitada y fortificada. La mayoría de los estudiosos piensan que los inmigrantes del sur fundaron estas ciudades como colonias.

En otros lugares, los pobladores de Uruk se establecieron en asentamientos existentes, creando enclaves para sí mismos. Su interacción con las poblaciones locales introdujo innovaciones en el contexto de las tradiciones nativas. Por ejemplo, en Tell Brak dominó la cerámica del sur, incluido el cuenco de borde biselado, y los artesanos usaron mosaicos de conos pintados, bullae selladas y tablillas de notación numérica, todos ellos elementos inspirados en las influencias del sur, aunque no sustituyeron totalmente a los productos locales. En otros lugares, la presencia de Uruk estaba restringida a unos pocos edificios, en los que la influencia sobre las poblaciones locales pudo ser drástica. En Arslan Tepe, en el sur de Turquía, por ejemplo, las élites locales parecen haber imitado las prácticas del sur y construido un enorme edificio monumental. Por último, había antiguos asentamientos, como Kenan Tepe en Turquía, donde la influencia de Uruk estaba completamente ausente. Los elementos culturales de Uruk que aparecieron en esta región son las plantas de construcciones y la decoración, la cerámica (especialmente el cuenco de borde biselado) y los precursores de la escritura. La escritura protocuneiforme, encontrada en los niveles de Uruk IVa en el sur, no se abrió camino hacia el norte, por lo que los contactos debieron haber cesado justo antes de este desarrollo. Estos elementos materiales son menos importantes que el cambio social causado por la expansión de Uruk. Los centros urbanos surgieron repentinamente con la concomitante jerarquía social y organización económica. No queda claro qué fue lo más importante en este proceso, si la evolución indígena o la influencia extranjera. Las tendencias locales hacia asentamientos mayores y una jerarquía de asentamientos precedieron a la expansión de Uruk, de modo que la influencia de esta última pudo haber acelerado un proceso que tenía sus raíces en las culturas locales. Por otro lado, la masiva influencia extranjera observada en una ciudad como Habuba Kabira muestra claramente la inspiración meridional.

Algunos aspectos de la cultura de Uruk penetraron más allá de las áreas donde su impacto era directo. El cuenco de borde biselado se encuentra, por ejemplo, en varios lugares cerca de la costa norte de Siria. Lo más intrigante es la posibilidad de que Uruk influyera en el Egipto más antiguo, donde a finales del cuarto milenio aparecieron una serie de características culturales similares a las de Mesopotamia: arquitectura de ladrillos de adobe con entrantes y salientes, conos de arcilla decorativos, algunos estilos de cerámica, cilindros-sellos y ciertos motivos artísticos. El hecho de que estos elementos aparezcan en el centro de Egipto y no en el norte sugiere que los contactos se hicieron a través de viajes por el golfo Pérsico y el mar Rojo en lugar de a través de Siria por tierra.

g) El final del Periodo Uruk

El final del periodo Uruk llegó con cambios fundamentales en el país y en el extranjero. Aquellos que tuvieron lugar fuera de Mesopotamia son los más claros para nosotros, ya que vemos una interrupción repentina de los contactos. Habuba Kabira, el puesto al sur de Siria, desapareció por razones desconocidas. En los lugares donde las culturas locales habían adoptado las prácticas de Uruk, las tradiciones indígenas resurgieron. La vida en las aldeas y la organización social volvieron a ser la norma en el norte de Mesopotamia y Siria. En Susiana, los inmigrantes de los montes Zagros parecen haberse apoderado del centro de Susa. En lugar de la fragmentación política, como en el norte, la región se convirtió en un estado equivalente a lo que encontramos en el sur de Mesopotamia. Lo llamamos estado protoelamita porque parece haber sido el precursor de entidades políticas posteriores en la zona. La cultura protoelamita mantuvo algunas tradiciones de Uruk, pero las adaptó como locales. Desarrolló una escritura distinta, que difería de la del Uruk contemporáneo y se utilizó en una amplia zona de Irán durante unos doscientos años. Las tablillas inscritas con la escritura protoelamita fueron excavadas a 1200 kilómetros de Susa. La centralización del poder inspirada por la de Uruk en la región de Susa condujo a un estado competidor que ha sido culpado de cortar el acceso del sur de Mesopotamia a la meseta iraní y a áreas más al este. El momento del colapso del sistema de Uruk está indicado por la interrupción de las prácticas contables en el norte y el desarrollo independiente de una escritura en Susiana. Los precursores de las tablillas protocuneiformes se encuentran en todas partes, pero no se trata de las tablillas tipo Uruk IV. Estas últimas solo se encuentran en Uruk al final de la época (en el nivel arqueológico IVa), por lo que parece que los contactos con las zonas periféricas se habían interrumpido justo antes.

Lo que sucedió en Uruk es más difícil de discernir. Los edificios monumentales que dominaban el complejo del Eanna fueron arrasados y toda la zona fue allanada. En la parte superior, en el nivel III, se construyó un nuevo conjunto de edificios en los que se encontraron muchas tablillas, más elaboradas que las de Uruk IV. En Jemdet Nasr y Uqair, en el norte de Babilonia, se encontraron pequeñas cantidades de tablillas estrechamente relacionadas. Arqueológicamente, este período se llama Jemdet Nasr por el lugar donde se descubrió por primera vez su conjunto cultural. La ciudad de Uruk continuó siendo de tamaño considerable, pero también se desarrollaron otros centros babilónicos a medida que la población se trasladó a ellos desde el campo, posiblemente como resultado de trastornos sociales o invasiones. Los contactos lejanos de los siglos anteriores cesaron, pero la cultura Jemdet Nasr penetró más profundamente en las regiones cercanas, como el valle del río Diyala, que antes había sido marginal. Además, se atestigua el contacto directo con la zona del golfo Pérsico. Se produjo así una reorganización de la sociedad en el sur de Mesopotamia en más y más centros de escala similar con una influencia más profunda en las áreas cercanas. Así, las bases para un mayor desarrollo político en la región ya estaban establecidas.

2. El periodo Jemdet Nasr (3100-2900)

En el sur de Mesopotamia, al Uruk tardío siguió el periodo Jemdet Nasr, que coincide con la fase Uruk III. Uruk siguió siendo importante, pero de su arquitectura es muy poco lo que se ha conservado. En el asentamiento de Jemdet Nasr, en Babilonia, un gran edificio que, según se cree, era un edificio administrativo, se encontraron tablillas con inscripciones de tipo Uruk, así como refinada cerámica pintada. El edifico está construido con ladrillos riemchen (ladrillos pequeños de sección cuadrada, típicos de la arquitectura del periodo Uruk) y comprendía un muro de casamata de unos 90 metros de largo con torres defensivas a intervalos estratégicos. Una ta blilla con la impronta de un sello, hallada en el lugar, tenía los símbolos de los dioses de varias ciudades, entre otras, Ur, Larsa, Uruk, Zabalam y Umma o Akshak, lo que indicaría que las ciudades-estado se habrían coaligado. Los sellos arcaicos de Ur, que pertenecían a la primera época del Dinástico temprano, un poco posterior, presentaban grupos similares de nombres de ciudades, pero no se sabe si se trataba de alianzas políticas o comerciales.

La cerámica pintada de Jemdet Nasr se encuentra fundamentalmente en el norte de Babilonia, aunque ocasionalmente se ha descubierto mucho más al sur. No obstante, se han hallado piezas de cerámica casi iguales en las tumbas de al cultura contemporánea de Hafit, e Omán, al otro extremo del Golfo, y un análisis de la arcilla ha demostrado que podría provenir de Mesopotamia.

Durante el periodo Jemdet Nasr, los fuertes vínculos de otras regiones con Sumer se rompieron. En Susiana, al cultura del Uruk tardío de Susa fue sustituida por la protoelamita, que tenía vínculos más apretados con la meseta iraní. Al mismo tiempo, la ciudad de Anshan, cerca de Persépolis, en Fars, se extendió notablemente hasta ocupar 45 hectáreas. La unión de Anshan y Susa fue la base del que llegaría a ser el estado elamita. El surgimiento de la cultura Protoelamita cambió la geografía de la región. Su influencia, particularmente visible en los ellos, se extendía desde las fronteras orientales de Irán hasta el Zagros, en el norte de Iraq, y se prolongó durante el Dinástico temprano.

En el norte de Mesopotamia algunos de los asentamientos con influencia del sur fueron abandonados y otros desarrollaron sus propias culturas, que tenían rasgos derivados de la cultura del Uruk tardío. Parece que en esta región se abandonó la vida urbana y las ciudades no volvieron a recuperar importancia hasta mediados del tercer milenio; probablemente, una vez más como resultado de la influencia del sur de Mesopotamia. El declive del imperio comercial del Uruk tardío dejó un vacío cultural que llenaron las culturas locales: en el este la Protoelamita; en la Mesopotamia del sur, la de Jemdet Nasr y del Dinástico temprano I, y en Diyala y Hamrin, el Protoliterario tardío y Dinástico Arcaico I. En la Mesopotamia del norte, las culturas sucesivas fueron en primer lugar un derivado de la cultura de Uruk tardío y luego del ninivita 5, y en otras regiones fueron culturas de la temprana Edad del Bronce. El centro de la civilización siguió estando en el sur de Mesopotamia, donde muchas ciudades competían por la denominación. Solo la poco conocida cultura protoelamita, que comprendía al menos una ciudad importante, se acercaba a Mesopotamia en términos de extensión de su influencia. Ninguna de las otras ciudades creadas bajo la influencia del Uruk tardío sobrevivió.

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III. La aparición del elemento sumerio en la época protohistórica y el paso a la Historia

Como los signos conceptuales de la escritura protocuneiforme no reflejan nada de la forma sonora de las palabras designadas, solo tienen valor informativo los casos en que se utilizan signos conceptuales para términos homófonos, o aquellos en que aparecen signos silábicos. En el caso de la fase Uruk IIIb está atestiguado, por el nombre de persona "en-líl-ti" que figura en una tablilla de Jemdet Nasr, "¡Enlil conserve en vida!", que se trata de lengua sumeria, pues solo en ésta son homónimos "ti", "flecha" y "til", "vivir". En la fase Uruk IVa aún no se hallado ningún caso seguro de empleo de un signo conceptual para una palabra homófona de significado distinto, ni tampoco de escritura silábica. Pero, en vista de que los demás datos no atestiguan, entre los estratos IVa y IIIb de Uruk, ningún cambio de población, podemos considerar a los sumerios como inventores de las escritura primitiva de Babilonia.

Probablemente nunca se podrá precisar de donde provenían los sumerios que se instalaron en la región aluvial de Iraq. Su entrada en el país se produjo en época prehistórica, y el material arqueológico prehistórico rara vez responde a cuestiones que por su naturaleza son históricas. El lenguaje sumerio pertenece a las lenguas aglutinantes, que combinan según leyes fijas palabras invariables. En este tipo se incluyen el protoelamita, el protokhatti y el hurrita-urarteo, ninguno de los cuales se relaciona con el sumerio. El sumerio se presenta, pues, completamente aislado.

Algunos estudiosos han centrado sus esfuerzos en averiguar la patria originaria de los sumerios. En atención a que su idioma recogía bastantes vocablos (toponímicos, onomásticos, de oficios y objetos) que no eran ni sumerios ni semitas, habría que buscar un origen extramesopotámico y suponer la existencia de un pueblo anterior en las tierras de Sumer.  La necesidad de fijar el origen en las zonas montañosas y ricas en agua y metales venía determinada por varias razones. En primer lugar, por el hecho de que la palabra sumeria kur designaba a un tiempo país  y montaña; luego, por justificar las construcciones religiosas y palaciales sobre elementos elevados en un país totalmente llano; también por advertir la creencia en una serie de divinidades de las montañas (Enlil era calificado como Kur-gal Gran montaña), cosa chocante en una cultura desarrollada en zonas aluviales cercanas al mar. Asimismo no se explicaba el dominio de la metalurgia por gentes que vivían en un país carente de metales e incluso piedra.

Por estas y otras razones, las hipótesis argumentadas en torno al origen foráneo de los sumerios han sido muy variadas, recogiéndose por los especialistas prácticamente zonas de los cuatro puntos cardinales como posibles lugares de la patria originaria sumeria. Así, se ha buscado como lugar de origen el oeste de la India, en base a elementos raciales y lingüísticos (etnias indoafganas), así como culturales (domesticación de ciertos animales) y arqueológicas (uso del nácar y de la conchas marinas, cilindro-sellos). Desde allí se desplazarían por tierra o por mar al Elam y desde aquí arribarían por tierra o mar a Mesopotamia.

Tambíen de la zonas que rodean al Mar Caspio (Cáucaso, Transcaucasia, Turkmenistán, Uzbekistán) se pudieron haber desplazado a Sumer. En aquellas zonas habrían aprendido a cultivar los cereales (el Mito de Enki y Nimakh señala que los dioses practicaron la agricultura en Kharali, en las cercanías del lago Urmia, antes de crear el hombre), a navegar y a dominar las técnicas metalúrgicas, pues era parajes abundantes en agua y ricos yacimientos metalíferos.

Para otros expertos Arabia Saudí pudo haber sido la cuna originaria de los sumerios, pueblo que, desde las costas orientales de esta península y por vía marítima (Dilmún) habría arribado al sur de Mesopotamia e introducido la cultura de Ubaid. Si no sabemos de dónde venían tampoco podemos decir cuando arribaron a las tierras que recibirían el nombre de Sumer en los textos acadios, Ki-en-gi(r) en sumerio. Al desconocer el mecanismo de los movimientos de los grupos paleolíticos y neolíticos por el Próximo Oriente, no se puede precisar fecha alguna de penetración en Mesopotamia. Algunos fijan su llegada coincidiendo con el nivel XIV de Uruk, considerado como el momento del nacimiento de la civilización urbana, lo que nos daría, si se acepta esta posibilidad, una fecha en trono al 4500-4000. Otros, la fijan un poco antes, sobre el 4800, haciéndola coincidir con la cultura de Ubaid.

A partir de ahora la estructura social y política de las ciudades-estado sumerias alcanza su madurez, cuya historia entra ya en el primer periodo histórico de Mesopotamia: el Dinástico Arcaico, que comienza cuando la escritura se extiende a los usos de la mayoría de la población y termina cuando se produzca la conquista de Sumer por Sargón de Akkad, c.2350 a.C. En cualquier caso, este es el periodo en que estamos totalmente seguros de que los sumerios constituyen el elemento étnico predominante en la Baja Mesopotamia.


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