Buscar este blog

martes, 26 de noviembre de 2019

Las Dinastías musulmanas de Yemen (II): El Periodo de dominación ayyubí (1174-1229)

1. La situación política en Egipto y Siria en la época de la conquista

En la década de 1160 el Egipto fatimí se encontraba en su situación más débil. El joven califa al-‛Ādil, en manos de los todopoderosos visires, apenas tenía poder en el interior del país. Al mismo tiempo, Egipto se veía enfrentado a las dos potencias militares del momento en el próximo Oriente: por una parte, los Cruzados del Reino de Jerusalén, y por otra Nūr al-Dīn Mahmūd, el gobernante zangí de Alepo (1146-1174) y Damasco (1154-1174), y malik (rey) desde 1173, el cual se había marcado como objetivo expulsar a los cristianos de Palestina y conquistar toda Siria. En medio de esta disputa, el visir egipcio Shawar intentaba sobrevivir, aliándose con una u otra parte. Después de diversas invasiones kurdas sobre Egipto, favorecidas por Nūr al-Dīn, que fueron rechazadas gracias a la ayuda del rey Amaury de Jerusalén (1163-1174), éste último traicionó a su aliado e intentó conquistar para sí Egipto, lo que obligó al visir fatimí a cambiar su alianza de nuevo. Nūr al-Dīn envió a su comandante As‛ad al-Din Shirkūh y a su joven sobrino, Salāh al-Dīn Yūsuf (conocido por el mundo occidental como Saladino), quienes después de pactar la paz con Amaury se hicieron dueños de Egipto, y mandaron ejecutar al visir Shawar. El Califa al-‛Ādil, obligado por las circunstancias nombró nuevo visir a Shirkūh, y al morir este en 1169, fue elegido en su lugar Saladino, dándose la paradoja de que tenía por señores a un califa shī’í por una parte, y por otro a un sultán sunní. 



Después de reorganizar las tropas fatimíes, sustituyendo a los soldados maghribíes por kurdos y sirios, consiguió moldear un ejército afecto a su persona y más efectivo que el anterior. Después de eso ya no se produjeron revueltas contra él. Salāh al-Dīn continuó afianzando su poder en Egipto, mientras que Nūr al-Dīn pudo comprobar que su antiguo subordinado escapaba de su control y tendía hacia una independencia, cosa que se comprobó cuando Salāh al-Dīn, al morir al-‛Ādil abolió el califato fatimí y Egipto se convirtió de nuevo en un estado sunní, realizando la oración del viernes nombre del califa ‛abbāsí de Bagdad. Aunque virtualmente el sultán de Siria era el soberano de Salāh al-Dīn, en la práctica éste gozaba de independencia plena. Para reforzar su poder se rodeó de los miembros de su familia, entre los que repartió cargos y concesiones de tierras. Entre ellos se encontraba el hermano mayor de Saladino, Tūrān-Shāh, el futuro conquistador de Yemen.

2. La carrera de Tūrān-Shāh

Shams al-Dīn Tūrān-Shāh al-Mu‛azzam fue enviado por Nūr al-Dīn, a requerimiento de Saladino. Llegó a Egipto a finales de julio de 1169, unos cinco meses después de que su hermano menor hubiera llegado a la jefatura del gobierno allí. Más tarde, en el mismo mes, Tūrān-Shāh jugó un papel crítico en la supresión de la rebelión de las tropas fātimíes sudanesas que amenazaban con derribar el gobierno de Salāh al-Dīn. Al año siguiente, después de la llegada de su padre, Ayyūb, Salāh al-Dīn asignó iqta’s (concesión, a largo plazo o permanente, de los ingresos de una determinada propiedad, a cambio de los servicios prestados, pero sin autoridad sobre los habitantes) a los miembros de su familia. A Tūrān-Shāh le concedió las ciudades de Qūs Aswān, en la frontera meridional egipcia, y ‘Aidhāb, puerto del Mar Rojo meridional de Egipto para quienes navegaban a Jidda, Yemen e India. Por tanto, fue hecho goberandor del Alto Egipto con responsabilidad para la defensa de esa región. Tūrān-Shāh fue a Qūs, centro administrativo del Alto Egipto, pero pronto regresó a el Cairo. Dejó a Shāms al-Khilāfa Muhammad b. Mukhtar como vicegobernador en Qūs.

Al año siguiente, de febrero a mayo de 1171, Tūrān-Shāh estaba de nuevo en el Alto Egipto, haciendo incursiones sobre los árabes de la región. Luego, regresó a El Cairo. En ese año también se le concedieron iqtas’s adicionales, que incluían Būsh en el Alto Egipto, y Jiza, así como una provincia en el Delta y otros lugares; ahora estaba a cargo de todo Egipto al sur de El Cairo.

En el invierno de 1172-1173 Tūrān-Shāh lanzó incursiones más allá de la frontera egipcia en Nubia, hasta la ciudad cristiana de Ibūm, con carácter defensivo, y una gran masa de negros y esclavos habían entrado en Egipto y saqueado Aswān. Se envió un ejército desde El Cairo que les infligió grandes pérdidas, aunque también hubo bajas en el bando egipcio. El informe de su comandante impulsó a Salāh al-Dīn a enviar a Tūrān-Shāh cuya iqta era la afectada con una gran tropa para eliminar el peligro. Tūrān-Shāh siguió el camino de los nubios que se retiraban hasta Ibrim, que tomó y saqueó. Luegro regresó a Qūs. Un amīr kurdo fue dejado con una guarnición de battālūn kurdos (término que desgina tropa sin iqta’, o bien veteranos minusválidos o voluntarios por cuenta propia), que mantuvieron la ciudad durante dos años, regresando solo cuando su comandante se ahogó accidentalmente. También en 1172 partió la primera expedición ayyubí al Maghrīb, bajo el mando de Bahā’l-Dīn Qārāqūsh, mameluco del sobrino de Saladino, Taqī al-Dīn Umar. Y por fin, en 1173-1174 es cuando se inicia la empresa de la invasión de Yemen.

3. Motivaciones para la conquista

Las motivaciones de la conquista ayyubí pueden ser descritas como sigue: el hermano mayor de Saladino (Salah al-Din), Tūrān-Shāh, aunque recibía las rentas de todo el alto Egipto, así como de otros lugares en el Delta, no podía cubrir gastos con sus ingresos. Sus dificultades financiera pueden haber sido creadas por su extravagante nivel de vida, o por su generosidad con poetas y eruditos; pero también puede haber sido resultado de tener más tropas que dependían de él de lo que podía mantener. En este periodo, el poeta ‘Umāra, nativo de Yemen, se había unido a Tūrān-Shāh y le habló en verso y en prosa de la riqueza de Yemen y la facilidad con que podía ser conquistado. Se dice que el motivo de ‘Umāra había sido quitar de enmedio a Tūrān-Shāh y sus tropas de Egipto como parte de una conspiración para restaurar el gobienro fatimí. Si eso es cierto o no resulta irrelevante para el problema de los motivos ayyubíes, especialmente desde que la atención de Tūrān-Shāh se volvió hacia Yemen por una invitación de los gobernantes sulaymaníes de la Tihāmah septentrional pidiéndole ir allí para suprimir al agresivo estado revolucionario mahdí en Zabīd. La conquista de Yemen parecía ofrecer una solución a los problemas financieros de Tūrān-Shāh a causa de los ingresos efectivos que el país podía esperar producir y también debido a que algunas tropas excedentes de Tūrān-Shāh podían establecerse allí.

No fue por casualidad que fuera a Tūrān-Shāh a quien ‘Umāra intentara incitar a la conquista de Yemen, o al que los Sulaymaníes enviaran su petición de ayuda, pues como gobernador del Alto Egipto, Tūrān-Shāh era la figura natural para emprender un ataque sobre Yemen. La ruta principal desde Egipto pasaba a través de Qūs y ‘Aidhab estando ambas entre las iqta’s de Tūrān-Shāh. Por tanto, el Alto Egipto era, en cierto sentido, la frontera yemení de Egipto. Una expedición a Yemen entraría en la esfera legítima de Tūrān-Shāh, de igual modo que su sobrino Taqī’ al-Dīn ‘Umar estaría a cargo de la expedición ayyubí al norte de África, a la cual partió desde su iqta’ al-Buhaira en el límite occidental del Delta. Además, incluso si la invitación sulaymāní hubiera sido dirigida a Saladino, la posesión de Tūrān-Shāh de Qūs le habría capacitado a él o a sus agentes para interceptar sus mensajes ya actuar antes de que alcanzaran El Cairo.

Por tanto, Tūrān-Shāh consultó con sus oficiales y consejeros y con su apoyo decidió emprender la expedición a Yemen. Hizo sus preparativos y luego informó a su hermano. Aunque Saladino se enfrentaba a inminentes amenazas militares, internas y externas, su inteligencia, su previsión y la magnitud de su ejército, parece haberle asegurado que podía tratar con esos peligros y todavía tener tropas de sobra para Yemen. Su problema prioritario, más bien era, al parecer, financiero, resultante en gran medida, de haber acumulado un ejército más grande de lo que Egipto podía mantener. Él ya había reducido su ejército, en cierto modo, al permitir a Taqī’ al-Dīn enviar tropas al norte de África, pero esta reducción, al parecer, no había sido suficiente. La expedición propuesta por Tūrān-Shāh, por tanto, no solo era bien recibida por Saladino sino incluso animada por él con un gran contingente de sus propias tropas y con el desembolso por adelantado de las rentas de un año de las iqtas’s del Alto Egipto de Tūrān-Shāh. Ya que la importancia de Yemen en esta época era mínima para Egipto, la complacencia en invertir tropas y dinero en la invasión puede explicarse a un nivel material solo por su necesidad de encontrar empleo productivo para tropas innecesarias cuyo mantenimeinto era, por el contrario, una carga para su tesoro.

Si el propósito esencial de la invasión ayyubí de Yemen era el alivio de las dificultades financieras de Egipto, entonces el idealismo o la ambición personal se vuelven irrelevantes, pero esto no necesariamente excluye a cualquera de estos motivos como elementos de la decisión. La extirpación de los enemigos mahdíes del Islam sunní abbasí bien pudo haberse tomado como unfin deseable por los ayyubíes, mientras que, por otra parte, no sería sorprendente si Tūrān-Shāh saboreaba el prestigio que sería suyo com conquistador y gobernante de Yemen. La existencia de ambos motivos humanos pueden suponerse pero no pueden demostrarse o desaprobarse objetivamente.

4. Tūrān-Shāh en Yemen

a) Las conquistas iniciales (1174-1176)

Tūrān-Shāh y su ejército dejaron El Cairo en febrero de 1174. Viajaron por tierra pero fueron acomopañados por una flota que transportaba su equipo y provisiones. Posiblemente, su ruta fue Nilo arriba hasta Qūs, donde la flota había sido dejada atrás cuando la expedición cruzó el desierto hasta ‘Aidhāb. Hipotéticamente es posible que Tūrān-Shāh hiciera su ruta a través de Aila y Arabia occidental, mientras que la flota dejaba Qulzum, en la cabeza del Golfo de Suez y surcaba el Mar Rojo hacia el sur para encontrarse con él en Jidda; pero la ruta a Yemen vía Qūs era mucho más habitual en esta época, mientras que las ruta de Qulzum y Aila habían sido casi olvidadas. Además, la ruta a través de Qūs habría posibilitado a Tūrān-Shāh y sus tropas recaudar las rentas de las iqtā’s altoegipcias antes de dejar Egipto.

Desde ‘Aidhāb Tūrān-Shāh había cruzado el Mar Rojo, probablemente hasta Jidda. Visitó La Meca y sus Santos Lugares antes de partir en la última etapa de su viaje. A continuación, desde La Meca viajó por tierra hacia Zabīd. En Harad, en las tierras de los sharifs Sulaymaníes, Tūrān-Shāh se encontró con el sharif Qāsim b. Ghānim, que le había pedido que fuera a Yemen.

Los dos dejaron Harad con sus tropas a principios de mayo de 1174 y llegaron a Zabīd el 12 de mayo. Al día siguiente tuvo lugar una batalla fuera de la ciudad. Las tropas de ‘Abd an-Nabī no fueron capaces de parar el ataque ayyubí, y huyeron de la ciudad. A la mañana sigueitne, los hombres de Tūrān-Shāh encontraron los muros de la ciudad sin defensa. Utilizando escalas, entraron, tomaron y saquearon la ciudad. ‘Abd an-Nabī, sus hermanos y su harén (haram) fueron tomados prisioneros.

El día 18 Qāsim dejó Zabīd para ir a su propio país. Tūrān-Shāh instituyó la khutba en Zabīd por el califa ‘abbāsí y por Salāh al-Dīn y Nūr al-Dīn. A comienzos del mes siguiente (mayo-principios de junio), se dirigió a Ta‘izz, parte de los dominios mahdíes, y la tomó sin oposición. Atacó Sabir Dhakhir, fortalezas satélites de Ta‘izz, pero no consiguió nada contra ellas en este momento. También ocupó ocupó al-Janad, que era parte de las posesiones de ‘Abd an-Nabī.

Luego Tūrān-Shāh procedió a atacar ‘Aden. Su gobernante Yāsir b. Bilāl, el mameluco etíope de los zuray‘íes salió a recibirlo en batalla (21 de junio). Fue derrotado, y elementos de las tropas de Tūrān-Shāh pudieron entrar por las puertas de la ciudad antes que Yāsir. De acuerdo con Ibn al-Athīr, Tūrān-Shāh no hubiera podido tomar ‘Aden si Yāsir no hubiera cometido el error de salir a combatirle. Yāsir fue cogido prisionero, pero Ibn Hātim probablemente se equivoca cuando dice que los hijos del zuray‘í ‘Imrām también fueron capturados, pues, estaban, al parecer, en al-Dumluwa por esta época. De acuerdo con Ibn Hātim, Tūrān-Shāh no permitió a sus tropas que saquearan el país, pero entra en contradicción en esto con su fuente, Imād al-Dīn.

A mediados de julio Tūrān-Shāh partió de ‘Aden y fue a Mikhlaf Ja‘far. Allí negoció por al-Ta‘kar, con sus amos, los Banū’z-Zarr; tomó posesión de esta fortaleza y de Dhū Jibla, debajo de ella, el 25 de julio. En este punto asegura de manera sustancial su control de Zabīd y ‘Aden y la ruta entre ellas; su posesión de Ta‘kar y Dhū Jibla proporcionó un punto de inicio en el camino de San‘ā’ y las tierras altas. Avanzó hasta Naqīl Said el 30 de julio. Acampó al día siguiente ante Darwān, en posesión de ‘Abd Allāh b. Yahyā al-Janbī, que opuso una feroz resistencia pero finalmente capituló e hizo una tregua con Tūrān-Shāh el 3 de agosto de 1174. Luego, Tūrān-Shāh le quitó la fortaleza de al-Masna‘a al shaykh Muhammad b. Sā‘īd (b. ‘Amr b. ‘Arfata) al-Janbī.

De ningún modo Janb quedó bajo control, en su totalidad, con la sumisión de estas dos figuras. El 10 de agosto Tūrān-Shāh se vió enfrentado a los Janbíes cerca de Dhamar. La resistencia árabe fue feroz, dando por resultado la muerte de 65 hombres de Tūrān-Shāh, pero consiguió entrar en la ciudad. Se quedó en Dhamār unos pocos días y luego partió hacia San‘ā’. No lejos de Dhamār se enfrentó de nuevo a los Janbīs. Esta vez las tropas ayyūbíes, que quizá habían estado confiadas como resultado de su serie de victorias, al parecer; permanecían en estado de alerta por sus pérdidas unos pocos días antes. Tūrān-Shāh, según las noticias, les reprendió diciendo “¡luchad por vosotros mismos, o los árabes os comerán!” Como resultado, en este segundo encuentro con los Janbíes, estos fueron puestos en fuga y buscaron refugio en la ciudadela de Hirrām, más arriba de Dhamār. El número de sus muertos ascendió, según los historiadores, a 700.

Cuando Tūrān-Shāh se aproximaba a San‘ā’, los Hātimíes abandonaron la ciudad el 17 de agosto, y se retiraron a Barāsh y otras fortalezas de montaña. De acuerdo con Ibn Hātim, Tūrān-Shāh llegó a San‘ā’ al día siguente y acampó al sur de la ciudad. Ocho jinetes hamdaníes se encontraban cerca del campamento; tres de ellos fueron asesinados, pero el resto escapó. Por otra parte, la estancia de Tūrān-Shāh transcurrió sin incidentes; Ibn Hātim dice que la tradición (arriwāya) discrepa sobre sí Tūrān-Shāh entró realmente en la ciudad o no, pero en cualquier caso no tomó el control de ella. Partió al amanecer el 23 de agosto. Ibn Abī Tayy dice que San‘ā’ había sido quemada, y que cuando Tūrān-Shāh entró solo encontró una pareja de ancianos, y después de ocho días tuvo que abandonarla por falta de provisiones. De acuerdo con el relato mas divergente, dado por primera vez por Ibn Abd al-Majīd, Tūrān-Shāh llegó a Sana y ocupó la ciudad por lo que quedaba de mes, emprendiente alguna construcción. Luego, regresó para tomar Ta‘izz y otros lugares.

Tan pronto como partió Tūrān-Shāh, ‘Alī b. Hātim regresó para tomar el control de San‘ā’. Según Ibn Hātim, ‘Alī, anticipándose a la llegada de Tūrān-Shāh, habría comenzado a demoler la ciudadela (darb) de San‘ā’, pero no pudo terminar el trabajo antes de que tuviera que dejar la ciudad. Cuando Tūrān-Shāh llegó, alguna gente de la ciudad le pidieron que restaurara la ciudadela, que habría sufrido por negligencia, así como por la demolición de ‘Alī. Cuando este último recuperó la ciudad, temió que Tūrān-Shāh regresara y, por tanto, ordenó que la estructura fuera completamente destruida; los muros fueron derribados y el foso rellenado.

Mientras tanto, Tūrān-Shāh estaba volviendo a Zabīd. Su ruta partía del camino principal desde San‘ā’ unos 17 kms al sur de la ciudad, para cruzar Naqīl al-Saud a la cabeza de Wādī Sihām. Al parecer, la retaguardia del ejército fue atacado por las tribus occidentales Shihab Sanhan. Aunque se perdieron muchos soldados, Tūrān-Shāh no volvió, sino que continuó su camino. Luego, en Jabal Bura’, donde el Wādī Sihām desemboca en la Tihāmah, Tūrān-Shāh fue emboscado de nuevo por las tribus locales, que capturaron muchos camellos del tren de bagajes, cargado con equipo militar venido de Egipto y con el botín de Zabīd y ‘Aden.

Por tanto, el intento de Tūrān-Shāh de tomar San‘ā’, no solo resultó infructuoso, sino que tuvo serias pérdidas. Si de verdad su razón para dejar la ciudad fue su falta de provisiones, como dice Ibn Abī Tayy, entonces debe atribuirse el mérito a ‘Alī b. Hātim por su decisión de evacuar la ciudad y abandonar San‘ā’. Posiblemente había llevado con él a las fortalezas de montañas tanto alimentos disponibles en la ciudad y la región como pudo gestionar. Incluso es posible que quemara la ciudad, como afirma Ibn Abī Tayy. Por otra parte, Tūrān-Shāh esperaba encontrar, con bastante probabilidad, la ciudad defendida y abastecida con provisiones en previsión de un asedio. Bien puede haber llevado pocos suministros son él, en la suposición de que sería facíl de superar la resistencia de los Hatimíes, tanto como la de los habitantes de Zabīd y ‘Aden, y que, por tanto, podría dar suministros a sus tropas del botín que consiguiera de la ciudad. Su suposición fue probablemente correcta, excepto en que ‘Alī, sabiamente, no intentó resistir directamente. Si este punto de vista es correcto, entonces la inesperada dureza con la que se encontró Tūrān-Shāh puede explicar su determinación de alcanzar Zabīd tan rápido como fuera posible, sin importar sus pérdidas en hombres y equipo en el camino. Tūrān-Shāh no hizo más intentos por conquistar San‘ā’ o cualquiera de las Tierras Altas. Parece probable que aquellos puntos por encima de Naqīl Said que había conquistado previamente que revirtieran a su anterior independencia, pues no designó gobernadores en esa región cuando abandonó Yemen; pero existen indicios circunstanciales de que al menos algunos de los Janbíes le pagaron alguna forma de tributo. Permaneció en Zabīd hasta diciembre de 1174. Luego partió hacía al-Janad para confirmar el control de su región. Allí, el gobernador de ‘Abd an-Nabī en Sabir fue al encuentro de Tūrān-Shāh y le entregó el control de la fortaleza. Luego, Tūrān-Shāh acampó abajo de Dhakhir, al oeste de Ta‘izz. Su dueño, ‘Alī al-Hajjaj, pariente por matrimonio de ‘Abd an-Nabī, consiguió negociar la rendición del baluarte y la entrega del tesoro de éste (valorado en 10.000 dinares) a cambio de su libertad. Antes de esto, otras dos fortalezas, aún sin identificar, habían sido tomadas.

Entonces, Tūrān-Shāh se trasladó al sur, a Ma‘afir, región montañosa entre Ta‘izz y llanura costera de ‘Aden. Al parecer, esta región aún estaba controlada por representantes de los zuray‘íes. Allí capturó Hisn Yumain, poseida por el zuray‘í Mansūr b. Muhammad b. Saba’, hermano del amir ‘Imrām; la guarnición de la fortaleza abandonó a su señor a su destino. Las fortalezas de Munīf as-Samadān se tomaron a continuación. Hisn as-Sawā’ no fue atacada, pero se confirmó en la posesión a un individuo llamado Ibn as-Sabā’í, que descendía de un gobernador árabe nombrado allí por ‘Alī b. Muhammad al-Sulayhí. Luego, Tūrān-Shāh acampó bajo al-Dumluwa, que era mantenida por Jawhar al-Mu‘azzam como guardián de los hijos del zuray‘í ‘Imrām b. Muhammad. Tūrān-Shāh intentó bombardear el fuerte con catapultas, pero la disposición de la tierra lo colocaba más alto de su alcance. Por lo tanto, hizo la paz con Jawhar con la condición de un pago “trivial” de las rentas de las tierras bajo su dominio.

Así finalizaron las conquistas de Tūrān-Shāh en Yemen hasta donde son registradas. Puso bajo control ayyubí solo la parte suroccidental de Yemen: Zabīd, ‘Aden y las montañas de Ta‘izz que controlaban las comunicaciones entre las dos ciudades anteriores. Tūrān-Shāh regresó a Dhū Jibla, donde permaneció hasta el 28 de febrero de 1175. A primeros de marzo llegó a Zabīd. Más tarde, fue a ‘Aden de nuevo, en octubre o noviembre de 1175, y más tarde, parece, a Dhū ‘Udaina, un suburbio de Ta‘izz, en enero-febrero de 1176. En ese último mes dejó al-Janad para ir a Siria.  

Itinerario de la conquista de Yemen por Tūrān-Shāh (1174-1175)


b) Las ejecuciones de ‘Abd an-Nabī y Yāsir b. Bilāl

Antes de que Tūrān-Shāh dejara Yemen, tanto ‘Abd an-Nabī como Yāsir b. Bilāl, habían sido ejecutados, pero en ningún caso es posible establecer con mucha seguridad las circunstancias, época o razón, debido a la divergencia de las fuentes. Para ‘Abd an-Nabī las versiones más consistentes son proporcionadas por ‘Imād al-Dīn e Ibn Hātim. De acuerdo con este último, ‘Abd an-Nabī y sus dos hermanos, Ahmad Yahyā fueron ejecutados el 1 de febrero de 1175, por orden de Tūrān-Shāh, debido a las noticias que le llegaron durante su ausencia en al-Ma‘afir o Dhū Jibla, de disturbios en la Tihāmah. Imād al-Din dice que ‘Abd an-Nabī fue ejecutado durante la ausencia de Tūrān-Shāh por al-Mubārak, gobernador de Zabīd, porque pensaba que su gobierno en Tihamah estaba en peligro; Ibn Abī Tayy, que al parecer usaba a ‘Imād al-Dīn, añade que Tūrān-Shāh estaba en San‘ā’ en esa época, y que ratificó la acción de al-Mubārak después de su regreso. Si podemos aceptar que Ibn Abī Tayy, o su fuente, estaban mal informados sobre el paradero de Tūrān-Shāh en la época de la muerte de ‘Abd an-Nabī, el conflicto implícito en las fechas entre los dos relatos desaparece. Sigue quedando la cuestión de si al-Mubārak actuó por propia iniciativa o por orden de Tūrān-Shāh, pero este problema es, más bien, trivial. El hecho importante que resulta de ambos relatos es que la ejecución de los Mahdíes fue una respuesta a un peligro concreto, al parecer, para el gobierno ayyubí en la Tihāmah. Se pude conjeturar que éste fue un levantamiento árabe en la Tihāmah en nombre de los mahdíes. Si así fuera, la ejecución de estos eliminó el peligro, pues Tūrān-Shāh no regresó a Zabīd hasta un mes más tarde.

Las informaciones sobre la muerte de Yāsir son igualmente divergentes, excepto en que todas están de acuerdo con que su ejecución tuvo lugar en torno a la época de la partida de Tūrān-Shāh en 1176. El relato más circunstancial lo proporciona Ibn Abī Tayy, que transmite una historia por la cual, Yāsir era odiado por un pariente político suyo, un cierto ‘Abbās. Cuando se conoció la intención de Tūrān-Shāh de dejar Yemen, este ‘Abbās falsificó una carta con la escritura de Yāsir con una imitación de su sello. La carta estaba dirigida a Zayd b. ‘Amr b. Hātim, gobernante de San‘ā’ y le decía que retuviera su tributo y regalos, porque Tūrān-Shāh estaba yéndose por su incapacidad para controlar Yemen. Luego, ‘Abbās hizo que esta carta cayera en manos de Tūrān-Shāh, cuando este estaba asediando la fortaleza de al-Khadrā’. Tūrān-Shāh convocó a Yāsir ante él, y le reprochó su traición después de haberle tratado con respeto y permitido retener la posesión de sus tierras. Aunque Yāsir juró que no sabía nada sobre la carta, no le creyó y fue ejecutado en el instante.

La historia presenta muchas incongruencias. Según otras versiones Yāsir consiguió escapar tras su derrota y buscó refugio con Jahwar en al-Dumluwa. Más tarde dejó este santuario y llegó a Dhū ‘Udaina disfrazado, con su mameluco Miftāh as-Sudasī. Alli fue reconocido por un miembro de la corte y arrestado. Cuando Tūrān-Shāh tuvo noticias de esto, mandó colgarle y a otros con él. Al-Janadi, en lugar de esto,  dice que Yāsir y Miftāh fueron ejecutados por tausit, siendo cortados por la cintura. Su muerte fue en 1176. Ante la variedad de relatos, la única conclusión a la que puede llegarse es que Yāsir fue ejecutado justo cuando Tūrān-Shāh se estaba preparando para abandonar Yemen. Pudo haber muerto en Dhū ‘Udaina y su esclavo as-Sudasī pudo haber sido ejecutado con él, así como otros, y puede conjeturarse que Yāsir hubiera intentado subvertir el control ayyūbi.

c) La partida de Tūrān-Shāh hacia Siria

Sobre la explicación de por qué Tūrān-Shāh dejó Yemen, cada autor da su versión: ver a su hermano de nuevo, participar en la conquista de Siria, el desagrado de estar en Yemen, etc, pero todas parecen irrelevantes por la afirmación de ‘Imād al-Dīn de que, cuando Salāh al-Dīn tomó Damasco, escribió a su hermano a Yemen expresando su deseo de reunirse con él, y así lo hizo Tūrān-Shāh en 1176. Salāh al-Dīn parece haber estado muy contento de ver a su hermano de nuevo, y no mucho después de su reunión le nombró gobernador de Damasco. De hecho, parece probable que Salāh al-Dīn volviera a llamar a su hermano a Siria, para ayudarle en su conquista y gobierno, del mismo modo que unos años antes, cuando había pedido a Nūr al-dīn que le enviara a Egipto, pues el hermano mayor de Salāh al-dīn era, al menos en esa época, era uno de sus consejeros más leales, de confianza y experimentado. Por tanto, Tūrān-Shāh partió de al-Janad en enero-febrero de 1176, después de distribuir favores y dinero a su tropa. Llegó a Damasco el 19 de abril y se encontró con su hermano en Hamāh el 10 de agosto de 1176. Yemen fue dejada en manos de cuatro gobernadores autónomos.

5. Los gobernadores de Turan-Shah: Interregno (1176-1184)

Cuando Tūrān-Shāh dejó Yemen, no dejó todos sus territorios en manos de un solo gobernador con autoridad general. Sin duda, preveía que tal concentración de poder en un solo individuo podría capacitarle para afirmar su independencia y resistir los esfuerzos para desposeerlo. En lugar de eso, Tūrān-Shāh dividió sus posesiones entre cuatro gobernadores o representantes (nā‘ibs), cada uno a cargo de una región específica. En ‘Aden nombró a ‘Izz al-Dīn Abū ‘Amr ‘Uthmān b. ‘Alī az-Zanjarī, que había sido gobernador desde 1174. La fortaleza de al-Ta‘kar, la ciudad de Dhū Jibla debajo de ella y Mikhlaf Ja‘far fueron asignadas a uno de los mamelucos, Muzaffar al-Dīn Qāymāz. Ta‘izz y al-Janad fueron entregadas a otro mameluco, Yāqūt, que adquirió, por tanto, la nisba de Ta‘izz. Zabīd y la Tihāmah fueron puestos bajo el control de Sayf al-Dawla Madj al-Dīn Abu’l-Maimūn al-Mubārak b. al-Kāmil b. ‘Alī b. Muqallad b. Nasr b. Munqidh, vástago de una antigua y distinguida familia árabe, los Banū Munqidh de Shayzar en Siria. Al-Mubārak había sido gobernador en la ciudad desde que Tūrān-Shāh la dejó por primera vez en 1174.

Durante algún tiempo después de que Tūrān-Shāh partiera, la situación en Yemen siguió estando estable y sin acontecimientos notables. El único incidente registrado en este periodo inicial es referido por al-Janadī, según el cual un mercader sufí, llamado al-Mubārak b. Khalaf se alzó en Zabīd, mientras al-Mubārak era gobernador y obtuvo un amplio apoyo. Al-Mubārak vio en él un potencial segundo Ibn Mahdī y ordenó ejecutarle. No obstante, se dice que el episodio había causado problemas de conciencia a al-Mubārak, impidiéndole dormir. Por tanto, se le aconsejó que restaurara la vieja mezquita etíope del viernes y que pronunciara la khutba oficial allí. Esto hizo como expiación, y también derribó la reciente mezquita construida por los Mahdíes para la tumba de ‘Alī b. Mahdī. Su accion fue bien recibida por el pueblo por odio a los Mahdíes. Según al-Khazrajī, que vio la inscripción colocada por al-Mubārak en la fachada de la restaurada mezquita, llevaba la fecha de 1177-1178.

El primer cambio importante en la situación de Yemen fue la partida de al-Mubārak, de quien se dice que había enfermado y, en cualquier caso, había desarrollado un fuerte desagrado por Yemen, expresada en una copla popular atribuida a él.

“Si Dios deseara mal para un hombre,
y quisiera que viviera sin felicidad,
lo induciría a salir de Egipto sin causa,
y le haría vivir en la tierra de Zabid.”

En consecuencia, al-Mubārak pidió y recibió permiso para unirse a Tūrān-Shāh en Siria; pero habiendo ido este último, entretanto, a Egipto, al-Mubārak estuvo allí en su lugar en 1178-1179. Su hermano Hittān ocupó su lugar como gobernador.

Cuando las noticias de la muerte de Tūrān-Shāh (junio de 1180), llegaron a Yemen, sus gobernadores se quedaron sin superior inmediato. En teoría, su alianza posiblemente debería haber cambiado a Salāh al-Dīn, pero, de hecho, esta lealtad común nominal no impidió la fricción entre ellos. De hecho, según al-Janadī e Ibn Hātim, cuando continuó el conflicto entre los gobernadores y nadie vino de Egipto para supervisarlo, abandonaron su alianza y cada uno afirmó su propia soberanía. Cada uno acuñó moneda en su nombre y se negaron a permitir que las monedas de los otros circularan por su territorio. En realidad, esta descripción de la situación no es apoyada por las fuentes literarias más antiguas, o, hasta ahora, por las pruebas numismáticas. Solo se conocen dos monedas de Yemen de esta época, pero éstas un dinar de ‘Aden de 1178, con el nombre de Tūrān-Shāh y otra de 1181, con el nombre de Salāh al-Dīn en su lugar- sugieren que az-Zanjarī, al menos, transfirió su alianza tal como debería haber hecho.

A juzgar por la información de ‘Imād al-Dīn y por otras declaraciones de Ibn Hātim, podría parecer que Hittān fue el único rebelde, mientras que los otros tres gobernadores mantuvieron su reconocimiento de Salāh al-Dīn (aunque esto no implica necesariamente que él siempre estuviera satisfecho con sus conductas). Es imposible decir si Hittān repudió abiertamente la soberanía ayyūbí o simplemente se comportó como si lo hubiera hecho. No se sabe nada de su gobierno en Zabīd, excepto que fue respetado por su pueblo debido a su generosidad y bravura. Los odios personales también contribuyeron a la hostilidad entre los gobernadores, según ‘Imād al-Dīn.

La situación pronto degeneró en una lucha real. Ibn Hātim describe un ataque conjunto por az-ZanjarīYāqūt Qāymāz sobre Zabīd, que fue desarticulado con grandes pérdidas para los sitiadores por un súbita salida nocturna de Hittān; pero añade que existía otra tradición según la cual no hubo lucha hasta que llegó Khutlubā, en cuyo caso, dice, esta descripción puede referirse a una batalla tras la muerte de este último. Las fuentes norteñas confirman, sin embargo, que tuvo lugar un conflicto militar entre az-Zanjarī e Hittān. Fueron estas las noticias las que provocaron que Salāh al-Dīn enviara una nueva fuerza expedicionaria a Yemen.

El ejército enviado a Yemen en 1181-1182 estaba dirigido por Sarīm al-Dīn Khutlubā, el wālī Misr (gobernador de El Cairo viejo), que retuvo su cargo en Egipto a través de representantes (nuwwāb) bajo la supervisión de su familia y asociados. Estaba acompañado por 500 hombres, tanto de caballería como de infantería, y por cinco barcos de guerra (harraqa). Khutlubā llegó por mar a ‛Aden, con cartas de Salāh-al-Dīn a los gobernadores ordenándoles unirse a él en una campaña contra Hittān. Az-Zanjarī estuvo de acuerdo en unirse a él; fueron juntos a al-Janad, donde se encontraron con Qāymāz y Yāqūt. Luego, los aliados marcharon a Zabīd. Hittān eligió no resistir, sino más bien abandonó la ciudad y se retiró a la fortaleza de montaña de Qawārīr. Khutlubā, por tanto, consiguió tener el control de la ciudad, mientras que los otros gobernadores regresaron a sus territorios.

El curso siguiente de los acontecimientos, en cierto modo, no queda claro, pero es evidente que Khutlubā pronto traicionó su confianza. Según ‛Imād al-Din, Khutlubā afirmó su independencia del control ayyūbí, con el apoyo de az-Zanjarī. Los dos hombres se unieron para gobernar el país (quizá un alusión a la ocupación por parte de az-Zanjarī de los territorios de Qāymāz y Yāqūt, que se trata más abajo). Esta referencia quizá no entra en contradicción con la información de que Hittān y Khutlubā comenzaron a cartearse y pronto alcanzaron un buen entendimiento. Entonces, Khutlubā cayó enfermo y decidió regresar a Egipto. Convocó a Hittān para que le sucediera. Hittān entró en Zabīd disfrazado la misma noche en la que Khutlubā estaba muriendo, y logró restablecer su gobierno sin aparente dificultad.

En torno a esta época, o posiblemente un poco después, az-Zanjarī estaba extendiendo su dominio a expensas de sus compañeros gobernadores. Si esto era en connivencia con Khutlubā, como sugiere ‛Imād al-Dīn, es imposible de decir. Según al-Janadī, el poder de Qāymāz declinó y fue incapaz de controlar Mikhlaf Ja‛far. Cuando az-Zanjarī supo esto aumentó su codicia. Primero se dirigió a al-Janad que tomó, y luego ocupó el Mikhlaf, incluyendo al-Ta‛kar. Esto fue en 1182-1183. Qaymaz, según parece, fue cogido prisionero hasta la llegada de Tugh-Takīn. El hermano de az-Zanjarī, ‛Umar, fue hecho gobernador de al-Ta‛kar. Al-Janadī afirma que al-Janad pertenecía a Qāymāz, pero es más probable, como dice Ibn Hātim, que fuera parte del territorio de Yāqūt; está mucho más cerca de Ta‛izz que de al-Ta‛kar.

También parece que az-Zanjarī, que había tenido noticia de que Hittān había recuperado Zabīd, montó un ataque contra él, quizá más de uno. Se sugiere que az-Zanjarī atacó Zabīd varias veces, pero no consiguió nada porque Hittān en cada ocasión se retiraba a Qāwarīr y luego retomó la ciudad cuando az-Zanjarī se marchó. No obstante, Ibn Hātim habla de un ataque por parte de az-Zanjarī, Yāqūt y Qāymāz tras la muerte de Khutlubā que terminó en derrota para los aliados; anteriormente había sugerido que su descripción de la desastrosa derrota antes de la llegada de Khutlubā, bien pudiera referirse a este último evento. Su suposición quizá puede ser apoyado por un relato extremadamente confuso que se encuentra en el texto de al-Janadī, la esencia del cual parece ser que az-Zanjarī huyó a al-Janad después de que su ejército fuera derrotado en Zabīd, con Hittān persiguiéndole de cerca. Siguieron varios días de combates. Finalmente, los asuntos se resolvieron con la devolución de al-Janad y Dhakhir a Yāqūt. Esto fue en noviembre-diciembre de 1183, en otras palabras, justo antes de la llegada de Tugh-Takīn.

Antes incluso de esta época, az-Zanjarī había escrito a Salāh al-Dīn pidiéndole asistencia contra Hittān. Salāh al-Dīn ya había ordenado a su hermano Tugh-Takīn que fuera a poner orden en Yemen. Entonces escribió a az-Zanjarī con las alentadoras noticias de la inminente llegada de Tugh-Takīn, y también escribió de nuevo a Tugh-Takīn apremiándole para acelerar sus preparativos. Tugh-Takīn partió hacia Yemen en noviembre de 1183; en un año, Hittān ya está estaba muerto y az-Zanjarī había abandonado tanto Yemen como su carrera pública.

Hasta ahora este relato solo estaba ocupado con la política interna de la esfera ayyubí en Yemen, pero az-Zanjarī también extendió su poder en una nueva región, Hadramawt, a donde Tūrān-Shāh no había ido. La cronología de sus campañas allí es bastante incierta. Az-Zanjarī dirigió una primera campaña él mismo, conquistando primero ash-Shihr, y luego Shibām Tarīm, sin mucha dificultad. La dinastía local, los Āl Rāshid, quizá fueron dejados en Tarīm, mientras que un kurdo llamado Hārūn fue colocado, al parecer, en Shibām como representante de az-Zanjarī. Durante un tiempo los ingresos llegaron a ‛Aden, pero luego los Āl Rāshid, se levantaron en rebelión. Por tanto, az-Zanjarī, envió otro ejército, probablemente en 1180, que sofocó brutalmente a los rebeldes y mató a muchos de los ‛ulamās de Tarīm que los habían apoyado. El sultán Rāshid b. Abī Qahtān y su hijo fueron llevados a ‛Aden y encarcelados. Cuando, más tarde, az-Zanjarī huyó de Tugh-Takīn, ellos tomaron ventaja del interregno para escapar de vuelta a Hadramawt, donde restablecieron su gobierno y lo mantuvieron durante unos 30 años.

Cuando no estaba enredado en actividades militares, az-Zanjarī estaba activo desarrollando su capital ‛Aden. Construyó nuevas murallas para la ciudad, así como mezquitas, mercados y almacenes, y para aumentar la prosperidad de ‛Aden, dejó en ruinas a su competidora, Abya, a unos pocos kilómetros al este, mientras que él, consolidaba aún más su monopolio de los beneficios procedentes del comercio con la India.

En resumen, los logros de Tūrān-Shāh en Yemen no fueron impresionantes. Había establecido allí un punto de apoyo ayyubí, pero le faltó la paciencia y la determinación para quedarse en el país y terminar su conquista y administrar personalmente su nuevo dominio. Su intento de gobernar el país in absentia a través de varios gobernadores, conteniéndoles unos contra otros, demostró ser un fracaso. Al mismo tiempo, el peligro de nombrar un único gobernador para el país entero, era evidente, pues tal figura podría muy fácilmente repudiar su lealtad y resistir sus esfuerzos para desalojarlo. Un control centralizado podía evitar que las regiones de emen volvieran a crear los conflictos del periodo pre-ayyūbí; solo se podía confiar en un miembro de la familia para mantener su conexión con la dinastía; solo de un enérgico y capaz gobernante podía esperar mentener a los árabes de Yemen en sus fortalezas de montañas, sometidos a un gobierno extranjero. Estos requisitos previos exigían el envío de Tugh-Takīn a Yemen.

6. El reinado de Tugh-Takīn y la terminación de la conquista (1184-1197)

a) El viaje de Tugh-Takīn a Yemen

La mejor fuente sobre la expedición de Tugh-Takīn a Yemen es ‛Imād al-Dīn en su al-Barq ash-Shāmī. Ya se ha visto como la preocupación de Salāh al-Dīn por el peligro que las peleas entre los ibs de Tūrān-Shāh suponían para el control ayyubí de Yemen, le había llevado a enviar a Khutlubā a Zabīd. El desalojo de Hittān de Zabīd fue recibido con satisfacción en la corte, pero fue disipada por la noticia de la muerte de Khutlubā y la ocupación de Hittān de la ciudad. Incluso antes de la llegada de estas noticias, Salāh al-Dīn había pedido a su hermano que fuese a Yemen. La solicitud de az-Zanjarī de que se enviara a un miembro de la familia gobernante coincidió con la correspondencia renovada entre Salāh al-Dīn y Tugh-Takīn, apremiándole para que acelerara sus preparativos. Aunque la expedición se había decidido antes de la partida de Salāh al-Dīn de Egipto (11 de mayo de 1182), Tugh-Takīn no dejó El Cairo hasta 17 meses más tarde, en octubre-noviembre de 1183. las razones para la demora, aparentemente no fueron las legítimas, pues ‛Imād al-Dīn habla de su ansiedad para redimirse en la campaña. Ibn Abī Tayy, la única fuente de esta expedición, independiente de ‛Imād al-Dīn, sitúa la iniciativa para esta con el mismo Tugh-Takīn, del cual se decía que había establecido su corazón en Yemen desde la época de la muerte de Tūrān-Shāh, pero la dilación de preparar la campaña no parece reflejar la pasión por Yemen atribuida a él por Ibn Abī Tayy.

Tugh-Takīn llegó a La Meca el 18 de diciembre de 1183, acompañado por 1000 jinetes y 500 tropas de jabalī (este término significa “montaña”, pero el historiador al-Khazrajī escribe rajil, “infantería”, en lugar de jabalī), y una multitud de peregrinos que habían viajado bajo su protección. Su visita a La Meca es descrita con colorido detalle por el viajero Ibn Jubair, que estaba en la ciudad en esa época. De acuerdo con él, Tugh-Takīn desembarcó en Yambu. Primero fue a Medina para visitar la tumba del Profeta, mientras que su bagaje era dejado en as-Safrā. Su llegada al Hijaz causó gran aprensión en el gobernante de La Meca, el hasaní Mukhtir b. ‛Isā, aunque se había informado que Tugh-Takīn simplemente estaba de paso en su camino a Yemen para resolver disputas allí. Mukhtir, que era vagamente shī‛í, probablemente temía que Tugh-Takīn pudiera buscar reforzar las prácticas sunníes, o peor, poder reemplazarle por la administración ayyūbí directa. Por esta razón, Mukhtir fue al campamento de Tugh-Takīn en az-Zahir en la noche de su llegada; aparentemente fue para darle la bienvenida, pero, en realidad, Mukhtir quiso reafirmar su lealtad a los ayyubíes. Finalmente, el 27 de diciembre Tugh-Takīn partió hacia Yemen.

b) La consolidación y extensión de las conquistas suroccidentales (1184-1189)

Tugh-Takīn entró en Zabīd el 29 de enero de 1184. Los historiadores están en desacuerdo sobre la reacción de Hittān a la llegada de Tugh-Takīn: de acuerdo con algunos, se retiró a Qawarīr y tuvo que ser inducido a bajar. El historiador más antiguo, ‛Imād al-Dīn no apoya ninguna de estas posiciones, pero de acuerdo con otros, salió a encontrarse con Tugh-Takīn en el camino. Dice solamente que Tugh-Takīn cesó a Hittān de su puesto pero le trató bien, esforzándose por ganar su confianza. No obstante, Hittān no vio futuro para sí mismo en Yemen con un miembro de la familia gobernante en e país y pidió a Tugh-Takīn permiso para partir a Siria. Esto se concedió solo después de una muestra de renuencia. Luego Hittān reunió sus tejidos preciosos, joyas y metales preciosos, caballos y mujeres y los envió por delante. Cuando llegó el momento de la partida, fue llamado de vuelta, aparentemente porque Tugh-Takīn quería escoltarle en su despedida, pero cuando entró en presencia de Tugh-Takīn fue capturado y atado. A la caravana con sus posesiones se le ordenó volver a Zabīd. Sus riquezas fueron incorporadas al tesoro de Tugh-Takīn, mientras que él fue encarcelado en Ta‛izz y pronto ejecutado. La tradición histórica ve la conducta de Tugh-Takīn con engaños desde el comienzo, lo cual no es imposible, pero el tratamiento posterior, por parte de Tugh-Takīn, de Qaymāz y Yāqūt sugiere que pudo haber esperado originalmente convertir a Hittān en un leal subordinado, y solo se decidió a eliminarlo por su riqueza después de que éste se negara a aceptar este papel. Por tanto, el tesoro obtenido era enorme. De la carta que lo describía, enviada a Salāh al-Dīn, ‛Imād al-Dīn se limita a mencionar 70 cofres llenos de monedas de oro. Situó el valor de toda la fortuna en un millón de dinares. Con esta carta que llegó a El Cairo en febrero de 1185, también fue la familia de Hittān, incluyendo su hermano Muhammad.

En ‛Aden, az-Zanjarī, después de oír el destino de Hittān eligió no confiar en su propia situación con los ayyubíes. Cargó lo más pesado de sus objetos de valor en una flota de barcos con destino a Siria y partió él mismo por tierra con su riqueza más ligera. Cuando su flota tocó tierra en el camino, fueron encontrados por casualidad por algunos de los barcos de Tugh-Takīn y todo fue confiscado. Az-Zanjarī llegó a La Meca el 19 o 20 de marzo de 1184. La mayoría de esta riqueza ya había sido enviada a la ciudad por la noche para ocultar el alcance total de su fortuna restante. Más tarde continuó hasta Damasco, donde vivió en privado hasta su muerte. Aunque se dice que la mayor parte de su fortuna estaba en los barcos, el resto fue suficiente para dotar una madrasa y un ribat en La Meca y una madrasa en Damasco.

Tugh-Takīn consiguió establecer su autoridad en el resto de los dominios de su hermano sin disputa. Yāqūt llegó a Zabīd y entregó las llaves de Ta‛izz, pero la ciudad le fue devuelta. Se dice que se le entregó la custodia de Hittān y llevó a cabo su ejecución (25 de marzo de 1184). Entonces envió a su mameluco Il-Abah para tomar al-Ta‛kar de manos del hermano de az-Zanjarī, ‛Umar b. ‛Alī. Además, cuando supo que az-Zanjarī había abandonado ‛Aden, envió a un cierto Ibn ‛Ayn az-Zamān allí como gobernador.

Según Ibn Hātim, el primer objetivo de Tugh-Takīn tras establecer su autoridad en los anteriores dominios de su hermano, fue la fortaleza de as-Sawa’ (al sur de Ta‛izz). Esta era, al parecer, una fortaleza de considerable solidez, pues es el único bastión conocido que haya sobrevivido tanto a la campaña de ‛Alī b. Mahdī en Sabir, como a las de Tūrān-Shāh. Su gobernante se llamaba Ibn as-Sabā‛í. Había sido confirmado en su posición por Tūrān-Shāh. No está establecido si aún estaba allí en tiempos del ataque de Tugh-Takīn, cuando una epidemia obligó a los ocupantes a rendir el baluarte después de un asedio de duración no especificada.

La siguiente conquista de Tugh-Takīn, en el relato de Ibn Hātim, fue la fortaleza de Khadid, en la región de Wusāb, al este de Zabīd, después de sitiarla. Según la lista de Ibn Samura, que sitúa la conquista ligeramente después, en diciembre de 118/5 o enero de 1186, Tugh-Takīn mató al señor del baluarte, ‛Alī b. ‛Abd Allāh b. Muqabbil al-Kaulānī. En otro lugar, Ibn Samura afirma que la dinastía de los Banū’z-Zarr fue extinguida por Tugh-Takīn en este mes. De este modo ‛Alī debió haber sido el último representante de esa familia, que había tomado Khadid en 1110-1112.

A continuación Tugh-Takīn tomó Suwāhit, una fortaleza a norte de Ibb. Ibn Hātim da cuenta de un relato de que un shaykh de este bastión se había encontrado a Tugh-Takīn en La Meca y le había jurado su alianza allí. No especifica si Tugh-Takīn tomó el fuerte por la fuerza, traicionando su acuerdo, o si le fue entregado por su señor de acuerdo con su contrato. Después, en Ibn Hātim, viene la toma de Raima, seguida por los fuertes de los hijos de Abu’n-Nūr b. Abī, mientras que en Ibn Samura el orden de esas conquistas está al revés. Las fortalezas de estas familias incuían Bait ‛Izz y Nu‛m, capturadas respectivamente de manos de ‛Abd al-Shams b. Abi’n-Nūr y un hermano no nombrado; Warākh, dejado en la posesión de un tercer hermano, Muhammad; y ‛Utuma. Posiblemente deban ser incluidas en esta lista Najrāna Samā‛a. Dos fuentes menores, Qar‛a y Shār, redondearon las conquistas en esta región.

Entonces, Tugh-Takīn volvió su atención a los importantes bastiones de Habb, en Jabal Ba‛dān, al este de Ibb, poseído por el sultán Ziyād b. Hātim b. ‛Alī b. Saba’ az-Zuray‛í. Ziyād resistió el ataque ayyubí y envió un apetición de ayuda a ‛Alī b. Hātim en San‛ā’, y a los Janbíes, ‛Abd Allāh b. Yahya e ‛Imrām b. Zayd b. ‛Amr. A finales de febrero de 1186, Alī envió a su hermano Bishr b. Hātim con un gran ejército al que se unieron en Dhamar ‛Abd Allāh e ‛Imrām, y después a lo largo del camino al-As‛ad b. ‛Alī b. Abd ‛Allāh as-Sulayhí de Qayzān. Luego, Bishr, ante la insistencia de al-As‛ad fue con las tropas de Hamdān a asediar Nu‛m, que se sitúa cerca de Qayzān. Los Janbíes fueron enviados a as-Sahūl. Allí, los Janbíes o parte de ellos, fueron persuadidos a retirarse de la alianza. Cuando Bishr supo esto, aconsejó que Hamdān volviera de Nu‛m. Cuando ‛Imrām b. Zayd luego vino a informarlos más plenamente de la situación entre los Janbīs, Bishr ordenó a todos ir a casa, después de 20 días de campaña. Al-Khazrajī explica que la defección de Janb por viejos odios entre ‛Abd Allāh e ‛Imrām. También dice que la intención de Bishr era mantener todas las tropas juntas en un lugar (lo que le habría permitido frustrar la subversión de Janb), pero se le impidió hacerlo ante la insistencia de al-As‛ad de que Nu‛m, que ponía en peligro a Qayzān, fortaleza de aquel, debía ser reducida primero. Este episodio ilustra como los antagonismos tribales y personales, y la falta de una autoridad unificada hizo imposible para los árabes oponer una resistencia enérgica y determinada a los invasores ayyubíes.

Mientras tanto, Habb, un poderoso bastión, continuaba resistiendo. Finalmente Tugh-Takīn encomendó el asedio a sus subordinados Humām al-Din Abū Zabā y Shams al-Khawāss, mientras que él mismo fue a La Meca para el hajj. Cuando regresó el fuerte aún no había sido tomado, de modo que el ejército invasor fue reforzado. Después de una serie de ataques diarios, el lugar fue tomado finalmente en agosto o septiembre de 1186, después de un asedio de casi un año. Los ocupantes de la fortificación fueron masacrados, excepto los que eran bien conocidos y los que lograron esconderse asumiendo los uniformes de las tropas ayyubíes (que por tanto incluían auxiliares yemeníes) o disimulándose entre los muertos.

La peregrinación de Tugh-Takīn en 1186, mencionada antes, al parecer fue menos amistosa que su visita anterior en ruta hacia el Yemen, pues en esta última ocasión detuvo la llamada a la oración según la fórmula shī‛í, y mató a varios muecines. El amir de La Meca se retiró a Abū Qubais, dejando la ka‛ba bloqueada, pero envió la llave después de las representaciones de Tugh-Takīn en el terreno coránico y hadith.

La conquista de Habb por Tugh-Takīn impresionó en gran medida a los yemeníes que le habían resistido hasta ahora. Casi inmediatamente dos de los líderes de la abortada campaña de resistencia del año anterior se sometieron: ‛Abd Allāh b. Yahyā, que vino en persona con sus hijos, y al-As‛ad b. ‛Alī as-Sulayhí, que envió a su hijo al-Mansūr. La sumisión del primero llevó aparejado la alianza de una parte de la tribu Janb. De este modo Tugh-Takīn consiguió ocupar la totalidad de su país incluyendo la ciudadela alta de Dhamār, Hirrām, donde hizo su campamento durante un tiempo. Allí fueron más árabes a reconocerle. Todos los que se sometieron en ese momento fueron bien tratados y recibieron generosos presentes. El único que resistía era ‛Imrām b. Zayd, shaykh de Madhhij, al que Tugh-Takīn dirigió ahora su atención. Una serie de partidas de reconocimiento finalmente trajeron la información de que Imram estaba acampado en un lugar llamado ‛Urqub. Con un cuerpo de tropas, Tugh-Takīn asaltó el campamento, matando a todos los hombres importantes allí y tomando el material como botín, pero concediendo refugio al haram de ‛Imram. Este consiguió escapar.

El éxito de Tugh-Takīn en el país de Janb colocó una amenaza inmediata ante los sultanes hātimíes, pues sus conquistas abrían una ruta directa a San‛ā’. Además, su sensación del peligro fue aumentada por la reputación de invencibilidad que Tugh-Takīn estaba adquiriendo ahora; se decía que solo tenía que decidir sobre la conquista de un lugar para que Dios hiciera posible que él la tomara. La respuesta hātimí fue una versión expandida de la política que ellos habían seguido contra Tūrān-Shāh: en octubre de 1187 ordenaron la destrucción de Ghumdān en San‛ā’, el arrasamiento de las murallas, y la quema de todos los cultivos y forraje del distrito. La población civil fue avisada para que dejara sus tierras y se aseguraron en las fortalezas y castillos. ‛Alī y Bishr se trasladaron a Barāsh, ordenando el traslado de sus posesiones a lugares de seguridad. Solo entonces enviaron a su sobrino al-Qādī Hātim b. As‛ad a Tugh-Takīn con una oferta de tributo a cambio de la paz. Se concluyó una tregua con la condición del pago anual de 80.000 dinares hātimíes, y 100 caballos. Con los asuntos arreglados así, Tugh-Takīn nombró a Qāymāz gobernador de Dhamār, y regresó para quedarse en Dhū Jibla. No obstante, la autoridad de Tugh-Takīn más allá de Naqīl Said no era tan segura como parecía.

El Janbí ‛Imrām b. Zayd, aún en libertad, tomó ventaja de la retirada ayyūbí de Dhamār para hacer un ataque al amanecer por sorpresa sobre esa ciudad, tomándola y saqueándola, y obligando a la guarnición a hacerse fuerte en un pueblo cercano, Dhū Khaulān. Cuando los mensajes llegaron hasta Tugh-Takīn con las noticias, partió inmediatamente (“en una hora”) a marchas forzadas, llegando a Dhu Khaulān al amanecer del día siguiente. La mayoría de los sitiadores Janbíes se dispersaron presa del pánico, pero ‛Imrām y sus tropas personales, defendieron pacientemente la retirada, atacando y retirándose de los perseguidores Ghuzz. Al-Khazrajī le atribuye el impedir la pérdida del ejército janbí entero.

Tugh-Takīn se quedó en Dhamar durante algún tiempo, durante el cual atacó Shār, cuyo pueblo se había aliado con Janb contra él en el reciente levantamiento. La población del lugar fue casi aniquilada; después, se renovó la paz con los hatimíes durante otro año en las mismas condiciones. Luego, Tugh-Takīn regresó al sur, dejando a Qaymaz para asediar a ‛Abd Allāh b. Yahyā (cuya sumisión inicial había estado comprometida al menos, por el levantamiento janbí) en Darwān. El asedio duró cinco meses. Finalmente, los defensores fueron obligados a rendirse mediante un drenaje que agotó su suministro de agua. Entonces, justo cuando estaban cabalgando hacia el campamento de Qāymāz, llegó la lluvia, llenando las cisternas del distrito. La coincidencia mejoró aún más la reputación de Tugh-Takīn, de una invencible buena fortuna. Mientras tanto, se había emprendido la conquista de Qaizān, poseída por As‛ad as-Sulayhí. Después de nueve meses de bombardeo por parte de la artillería del asedio, la fortaleza fue sometida con la condición de que se les permitieran a sus ocupantes evacuarla libremente y unirse a los Hātimíes en San‛ā’. El acuerdo fue garantizado por rehenes entregados por ambas partes a Bishr b. Hātim, con los que los evacuados fueron a residir en su fuerte ‛Adudān.

La autoridad de Tugh-Takīn seguramente estaba ahora establecida al norte y este de Ta‛izz mediante la eliminación de Darwān y Qayzān, los últimos centros de resistencia; mientras que su fortaleza más allá del noreste fue fijada por la tregua con los Hātimíes. Por tanto, se volvió al último punto fuerte independiente que quedaba en Yemen suroccidental; la poderosa fortaleza de al-Dumluwa, al sureste de Ta‛izz, que domina al-Jawa en la ruta hacia ‛Aden. Tugh-Takīn, había encontrado ante él, la fortaleza fuera del alcance de su artillería de asedio; pero aunque no podía ser tomada por la fuerza, Jawhar habia pasado el tiempo desde la partida de Tūrān-Shāh reforzando aún más la fortificación, pero también había observado la paciencia de Tugh-Takīn y la determinación de reducir otras fortalezas en Yemen, aunque los asedios duraran muchos meses. Por tanto, cuando Tugh-Takīn acampó en al-Dumluwa, Jahwar decidió organizar su rendición en las mejores condiciones que pudiera obtener. Se acordó que entregaría el bastión a cambio del pago de 10.000 dinares, y con la condición de que la fortificación quedaría en manos de un representante (nā‛ib) nombrado por él hasta que él y sus protegidos, los hijos del zuray‛í ‛Imrām, pudieran dejar Yemen y alcanzar un refugio seguro en Etiopía. Jawhar y sus dependientes hicieron su viaje a salvo, pero cuando envío de vuelta su anillo de sello como símbolo con órdenes dirigidas a su nā‛ib para rendir la plaza, apareció unimpedimento inesperado. El nā‛ib desafiando tanto a Yahwar como a Tugh-Takīn, no quiso abandonar al-Dumluwa, diciendo; "Desde hoy soy un rey, debido a la posesión de esta fortaleza". Este nā‛ib es citado por Ibn al-Mujawir como al-Mu‛allim Ahmad as-Silwī, quien puede posiblemente identificarse con Ahmad b. Abd al-Malik.

Casi simultáneamente, otro elemento entró en escena, para complicar aún más el problema de Tugh-Takīn, pues Bishr b. Hātim anunció que estaba llegando a San‛ā’, para renovar en persona otra tregua con Tugh-Takīn durantde otro año. Ante el estancamiento vergonzoso de al-Dumluwa, Tugh-Takīn dio órdenes para que Bishr fuera retrasado tanto como fuera posible en el camino con recepciones y hospitalidad. Qaymāz le encontró en Jahrān y le entretuvo durante tres días; luego pasó dos días en Dhū Jibla, una noche en Dhū Ashraq a al-Janad. Inevitablemente, alcanzó al final la corte de Tugh-Takīn en Ta‛izz. También allí fue calurosamente acogido con suntuosos regalos, incluyendo una túnica que había sido concedida al mismo Tugh-Takīn por el califa; la propia espada de Tugh-Takīn, y un collar de oro. Además, la tregua fue renovada por otro año, pero el tributo fue reducido en 20.000 dinares y 20 caballos. Por esta época, Bishr, si no estaba informado sobre la situación en al-Dumluwa, debió haber quedado perplejo por el extraordinario favor que se le estaba dispensando.

El nā‛ib de Jahwar observó esta generosidad desde su fortaleza, y quizá empezó a entender que el asedio, que ya duraba cuatro meses, inevitablemente conseguiría su propósito tarde o temprano. Por tanto decidió seguir el ejemplo de su señor, y ofreció vender el bastión de nuevo por otros 10.000 dinares. El intercambio sería llevado a acabo a través de la mediación de Bishr. Naturalmente, Tugh-Takīn no estaba satisfecho con la perspectiva de pagar una segunda vez por lo que se suponía que ya era suyo, pero también temía que la partida de Bishr significaría la pérdida de esta oportunidad, y así después de alguna vacilación, accedió a la nueva demanda. La situación fue explicada a Bishr, que pidió ir a la fortaleza con una carta aceptando las condiciones propuestas pero con la condición de que el nuevo rescate no sería entregado hasta que el dinero entregado para Jahwar fuera contabilizado. No obstante, Bishr era reacio a verse envuelto en una situación que temía atraería sobre él los reproches de los árabes por entregar al-Dumluwa a los ghuzz. En lugar de eso, se fue a casa sin comunicarse con el nā‛ib, pero solo consiguió llegar al-Janad, antes de que fuera alcanzado por los mensajeros de Tugh-Takīn.

Ellos tenían claro que su señor no permitiría a Bishr evadir su tarea. Por tanto, aceptando lo inevitable, fue a al-Jawwa y gestionó la rendición. A petición del nā‛ib, se le permitió a este viajar a Sanā’ con su familia bajo la protección de Bishr. El dinero fue enviado a esta ciudad y guardado allí para la llegada del nā‛ib. Los propios lugartenientes de Bishr mantuvieron al-Dumluwa hasta que se recibió noticia desde Sana de la llegada a salvo del nā‛ib y el dinero. Entonces el fuerte fue entregado a Tugh-Takīn, y Bishr, con su séquito regresó a San‛ā’.

c) La conquista de San‛ā’ y la Tierras Altas 

Después del despliegue de cordialidad hacia Bishr, por parte de Tugh-Takīn, es sorprendente leer que la siguiente campaña de Tugh-Takīn estuvo dirigida a la conquista de San‛ā’ y sus territorios. Durante los acontecimientos de al-Dumluwa, dice Ibn Hātim, Tugh-Takīn pidió al hātimí que le jurara lealtad en ciertas condiciones no especificadas, pero Bishr se negó, alegando  su alianza con su hermano ‛Alī, y señaló que si él traicionara la confianza hacia su hermano, Tugh-Takīn no podría estar seguro de que él no le traicionaría también. Este rechazo por parte de Bishr solo incrementó el respeto de Tugh-Takīn por él. nuevamente, Tugh-Takīn habló de Bishr a sus cortesanos, diciendo que él había esperado que Bishr se hubiera aliado con él, en cuyo caso le habría hecho gobernador de San‛ā’. Uno de los presentes atrajo la ira del sultán al preguntar cómo se proponía conceder a Bishr el gobierno sobre algo que ya tenía reputación de pertenecerle. Sin embargo, Ibn Hātim no dice que el incidente, en cualquier caso trivial en esencia, llevara al ataque sobre San‛ā’. Simplemente dice que Tugh-Takīn ahora controlaba todo Yemen, a excepción de San‛ā’, y que Bish y su hermano, en cuanto volvió aquel, se puso a reforzar las defensas de su reino, y a destruir todo lo que no les sirviera a ellos, sino probablemente de beneficio a su enemigo. Tugh-Takīn, por su parte, partió contra San‛ā’ tan pronto como acabó la tregua. Parece como si desde la visita de Bishr, pero después de que la tregua se renovara, ocurrió algo que provocó que ambas partes concluyeran que la guerra era inevitable tan pronto como la tregua expirara.

Más tarde, Tugh-Takīn aceptó una propuesta del qādí Hātim b. As‛ad para que abandonara su campaña a cambio del pago de 30.000 dinares y 50 caballos, pero ‛Alī rechazó esto contundentemente, aunque la cantidad fuera menor de la mitad de sus pagos anuales anteriores. Parecería que Tugh-Takīn no se puso en pie de guerra en absoluto, sino que los Hatimíes (por razones que no pueder ser descubiertas) habían decidido no continuar pagando tributo sin importar las consecuencias. La evidencia sugiere, por tanto, que fueron los Hātimíes quienes rompieron relaciones e iniciaron el conflicto. El hecho de que Ibn Hātim no haya dado los motivos de su decisión contrasta con su tratamiento, comparativamente completo de las causas de algunos otros sucesos, especialmente los que involucran a los Hātimíes. Su reticencia puede deberse a una deficiencia de sus propias fuentes en este punto; es bastante posible que eligiera no discutir el asunto porque la verdad se reflejaba más sobre sus ancestros, que, por lo general, son retratados bastante favorablemente en su historia.

Tras el fracaso en este intento final por alcanzar una solución pacífica, Tugh-Takīn se movió en serio. A sugerencia de al-Qādī Hātim, atacó, en primer lugar, la fortaleza de Ashyah, que se rindió el segundo día después de que parte de su guarnición hubiera huido y sus defensas más bajas se hubieran tomado. Luego fue a Ānis y tomó el control de ella y de Jabal as-Sharq. Después de volver brevemente a Jahrān, marchó sobre San‛ā’, en la que entró sin lucha el 21/11/1189. 

Entonces Tugh-Takīn fue alrededor de San‛ā’, rodeando sus fortalezas dependientes, y tomó ‛Azzān, al este de Kaukabān, por la fuerza. Los señores de la fortificación, que eran aliados de los hātimíes, querían negociar su rendición, pero fueron incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos mismos. En su ataque a los fuertes de al-‛Arush y az-Zufr Tugh-Takīn no tuvo éxito, perdiendo tres hombres en cada uno. Solo se consiguió una retribución parcial en un encuentro casual de su caballería con la de Kaukabān, en la que tres de sus enemigos fueron muertos y otro capturado y ejecutado por orden suya. Luego regresó a al-Fass, a la que había dejado de lado la primera vez que salió de San‛ā’. La capturó solamente después de un duro combate de tres días, forzando su rendición tras la captura de las defensas inferiores. En esta acción capturó a dos de los hijos de Bishr, ‛Amr y ‛Alwān, que permanecieron con él como prisioneros mientras enviaban sus posesiones a ‛Alī b. Hātim en Dhamarmar. Mientras, una tropa procedente de Barāsh, dirigida por otro hijo de Bishr, ‛Alī, intentó atacar San‛ā’. Se enfrentaron con tropas de la ciudad al mando de Abū Zabā, quien tomó prisionero a ‛Alī y le llevó a San‛ā’.

Después de al-Fass Tugh-Takīn regresó a az-Zufr, y la tomó, capturando a Sālim b. ‛Alī b. Hātim, quien fue llevado junto a Tugh-Takīn en Kaukabān. Este último bastión, comandado por ‛Amr, el hijo mayor de ‛Alī b. Hātim, era considerada, al parecer, como un punto clave en el reino hātimí, y estaba fuertemente defendida. Tugh-Takīn comenzó su asalto talando los huertos alrededor de la fortaleza para proporcionar espacio par atrabajar a sus cuatro catapultas (manjīq), que se pusieron en acción contínua, dos por la noche y dos por el día hasta que las paredes de arcilla se derrumbaron. Incluso entonces los defensores resistieron, perdiendo 500 de la guarnición del fuerte, de “16 cientos “ (1600), mientras los sitiadores, según se dice perdieron 1000 de sus fuerzas. Finalmente, ‛Amr fue obligado por el descontento de sus tropas a pactar condiciones con Tugh-Takīn. A petición suya se le entregó la fortaleza al-‛Arush con algunas tierras dependientes, así como una compensación por las tierras tomadas a él, dondequiera que se localizaran, a cambio de la rendición de Kaukabān (enero-febrero de 1190). Después de la conclusión de estos acuerdo, ‛Amr, según su nieto Ibn Hātim, sorprendió a Tugh-Takīn con un lujoso banquete para sus anteriores enemigos.

Después de que la rendición de Fida fuera obligada por las catapultas de Tugh-Takīn, solamente tres de los ocho baluartes hātimíes quedaban aún en sus manos: al-‛Arush, que había sido devuelta a ‛Amr b. ‛Alī b. Hātim; Barāsh, probablemente en manos de Bishr b. Hātim; y Dhamarmar, sede del mismo ‛Alī b. Hātim. Barāsh fue ignorada durante dos años, mientras que Tugh-Takīn dirigió su atención en primer lugar a Dhamarmar. Bastante curiosamente, sin embargo, no la asaltó directamente. En vez de eso, asignó a Abū Zabā con 500 jinetes turcos y árabes para cercar el fuerte, mientras que 10,000 hombres fueron estacionados en 11 puntos para bloquear todos los caminos que llevaba a él. Esta situación, según Ibn Hātim, duró cuatro años. Finalmente, el descontento de las tropas de ambas partes, y los gastos del asedio para Tugh-Takīn, obligaron a un acuerdo: ‛Alī renunciaba a su pretensión de todas sus tierras (excepto Dhamarmar) a cambio de un estipendio de 500 dinares y 500 medidas (de grano) por mes, más una compensación por las propiedades perdidas.

Entretanto, Tugh-Takīn había emprendido una expedición, en diciembre de 1190, a Yemen nororiental para establecer su autoridad en Shawābaal-Jauf y Sa‛da. Se dirigió a esta última, via al-Jauf y desalojó de la ciudad a los sharifs Hādawíes, descendientes del primer imam al-Hādī ila‛l-Haqq. En Sa‛da Tugh-Takīn instaló una guarnición de 300 jinetes, que construyó una ciudadela que llegaría a ser conocida como Darb al-Ghuzz. Más tarde esta guarnición fue expulsada por los árabes (ver más abajo). Después, Tugh-Takīn fue a Jabal al-Ahnūm, que capturó el 6 de enero de 1191. También tomó otros lugares en los alrededores, incluyendo HajūrZalīwa ‛Udhar. Hacia febrero de 1191 estaba de vuelta en San‛ā’.

Evidentemente, Tugh-Takīn se encontró con muy poca resistencia en su rápido y amplio barrido por el norte de Yemen. El líder zaydí ‛Abd Allāh b. Hamza, que en 1197 se convertiría en el imam al-Mansūr billāh, intentó levantar a alguno de los árabes de la región para hacer frente a Tugh-Takīn y conseguir acostumbrarles a la idea de encontrarse con los ghuzz en batalla, pero tuvo muy poco éxito.

Parte de la razón para la falta de respuesta a ‛Abd Allāh fue la muy limitada extensión de sus propios seguidores durante este periodo. Se había declarado como líder provisional de los zaydís en 1187, en al-Jauf. Más tarde, en ese mismo año, fue invitado a ir a Mītak, donde recientemente Hisn Juzza’ había sido tomada por los hātimíes. Se abrió paso allí a pesar de los exploradores enviados desde San‛ā’ para intentar interceptarle. Consiguió tomar Juzza’ en diciembre de 1187 y residir allí durante los siguiente dos años y tres meses (es decir, hasta febrero de 1190). Durante este periodo se ensarzó en una guerra no concluyente con los hātimíes y otros. Mientras Tugh-Takīn estaba entretenido en el asedio de Kaukabān, envió una fuerza a Mītak y Balad Banū Shāwar, al mando de un cierto Yahyā b. Ahmad al-Shāwarī, evidentemente un nativo del área que había unido su suerte con los invasores ayyūbíes. Esta incursión, al final, forzó a ‛Abd Allāh a abandonar Juzza, aunque fue capaz de permanecer en la vecindad hasta el avance de Tugh-Takīn a finales de 1190, cuando tuvo que retirarse a al-Jauf.

Aunque Abd Allah no fue capaz en este periodo de unir a los árabes para resistir a los ghuzz, sí lo fue otro líder zaydí, Yahyā b. Ahmad b. Sulaymān, hijo del anterior imām zaydí, al-Mutawakkil († 1170-1171). Yahyā dirigió una serie de ataques sobre la guarnición de Sa‛da que les obligó a permanecer dentro de la ciudadela de la ciudad. Después de varios asaltos, al final Yahyā eliminó a la guarnición completamente (1191). Estuvo en posesión de Sa‛da hasta la ocupación de ‛Abd Allāh como imām a comienzos de 1197. Según el Ghāya, Yahyā obtuvo en San‛ā’ la investidura como gobernador ayyubí de Sada, pero lo más probable es que esto sea un episodio posterior en la época de Ismā‛īl b. Tugh-Takīn.

Después de volver a San‛ā’, Tugh-Takīn tomó la fortaleza de Barāsh en agosto-septiembre de 1191. Cuando dejó finalmente San‛ā’ para regresar a Yemen meridional hizo a Humām al-Dīn Abū Zabā sultán autónomo de las tierras altas, con tres emires subordinados que tenían territorios de su propiedad. Las tierras confiscadas a los Hamdāníes fueron asignadas para mantener 500 jinetes.

Tugh-Takīn también nombró a su hijo mayor Ismā‛īl gobernador de Kaukabān y su región. De acuerdo con la historia anónima, Ismā‛īl envió una tropas de 300 jinetes, con inantería también, la país de los Banū Sārim, alrededor de Uthāfit, al norte de ‛Amrān. Tomaron prisioneros a los sharifs Banū‛l-Makam de Uthāfit y dividió sus propiedades. La prsión de estas tropas despertó a los árabes locales, especialmente Bakīl y Wādi‛a, para levantarse y derrotar severamente a los ghuzz, a 700 de los cuales mataron, según se dice. Esta victoria animó tanto a los árabes que decidieron ir en auxilio de Thulā ’ que estaba siendo asediada por Ismā‛īl con 800 jinetes, además de infantería. El ataque árabe al anochecer fue un éxito completo. Las tropas ghuzz, incluyendo a Ismā‛īl, fueron rechazadas hasta San‛ā’, y los árabes consiguieron un gran botín.

No se permitió que esta victoria árabe quedara sin venganza. Tugh-Takīn ordenó a Abū Zabā marchar a recuperar la situación en el norte. La formidable formación de Abū Zabā llevó a los árabes a pedir a ‛Abd Allāh al-Mansūr que asumiera el liderato. Al-Mansūr derrotó a Abū Zabā en su primer encuentro, pero entonces esta comenzó a distribuir fondos entre los árabes, provocando que muchos de ellos desertaran y los restantes perdieron el ánimo. En consecuencia, en una segunda batalla el mismo ‛Abd Allāh se encontró con solo unos pocos seguidores y apenas escapó con su vida. Una vez más se retiro a la oscuridad de al-Jauf, hasta su da‛wa a finales de 1197.

La última campaña de Tugh-Takīn registrada fue una expedición para reconquistar Hadramawt, donde los Āl-Rāshid habían restablecido su poder. Esto fue en 1194. En el curso de esta campaña Tugh-Takīn perdió casi todo su equipo militar y suministros, incluyendo las catapultas que habían hecho un gran servicio en el pasado. Esto no puede atribuirse a sus oponentes árabes, sino que más bien fue causada por un rumor que le alcanzó de que uno de su familia había llegado a La Meca con la intención de venir a Yemen para desplazarle. La respuesta típicamente enérgica de Tugh-Takīn fue quemar su material y precipitarse inmediatamente a Yemen, donde se encontró con que el rumor no tenía fundamento.

Tugh-Takīn murió en septiembre de 1197 en al-Mansūra, su nuevo complejo palatino al sur de Ta‛izz. Su muerte fue ocultada hasta que se cuerpo pudiera ser llevado a Ta‛izz donde fue enterrado en la ciudadela de la ciudad durante algún tiempo. Más tarde, su hijo Ismā‛īl adquirió la casa, en Ta‛izz, de Sunqur, el futuro atabak y la hizo madrasa y mausoleo para su padre.

7. El reinado de Ismā‛īl (1197-1202) 

Como hijo mayor de hecho el único hijo de Tugh-Takīn en haber llegado a la madurez antes de la muerte de su padre Ismā‛īl, sin duda, fue seleccionado pronto, como sucesor de su padre. Quizá fue para prepararlo para este papel por lo que fue nombrado gobernador de Kaukabān, cuando fue llevado por Tugh-Takīn en 1190; pero cuando más tarde fue ignominiosamente derrotado por una tropas relativamente pequeña de árabes, su posición en la estima de su padre probablemente disminuyó mucho. Los historiadores más antiguos están de acuerdo en que existía un alejamiento entre padre e hijo que fue mucho más profundo, hasta el punto de que Tugh-Takīn comenzó a temer por su propia vida. El escritor más antiguo en hablar de su causa, Yākūt, solo dice que algo en Ismā‛īl, que Tugh-Takīn encontró censurable le obligó a enviarle fuera de Yemen. Algunos historiadors tardíos afirman que la causa fue era la desviación de Ismā‛īl de la ortodoxia sunní, o su tendencia hacia el shī‛ismo, o peor aún, una manifestación de adhesión al ismā‛īlismo batiní. No existen evidencias positivas que apoyen cualquiera de esa acusaciones. Escritores más sobrios solo dicen que él y su padre estuvieron en desacuerdo y se enojó.

Cualquiera que fuera la razón, Tugh-Takīn envió a Ismā‛īl fuera de Yemen, en dos o quizá tres ocasiones separadas. En 1192 Ismā‛īl fue a La Meca para la peregrinación y luego, con la caravana de peregrinos sirios a Damasco, donde fue bien recibido por Salāh al-Dīn. Con él había llevado una carta de su padre a su tío, pero éste estaba afectado por su enfermedad terminal el día después de saludar a Ismā‛īl y murió unas dos semanas después, de modo que no pudo ser tratado ningún negocio. En ninguna parte se afirma que Ismā‛īl regresó directamente a Yemen. De acuerdo con algunos autores visitó Bagdad. Si Ibn Nazīf está en lo cierto al decir que Ismā‛īl solo dejó Yemen dos veces, debe haber ido a Bagdad desde Damasco. En su defecto, la visita a Bagdad pudo haber sido un viaje desconocido para Ibn Nazīf.

La última partida de Ismā‛īl de Yemen fue en 1197. Los historiadores difieren sobre los detalles de su viaje, pero el núcleo de los relatos más fiables es que dejó Yemen a causa de la enemistad entre él mismo y su padre. Había intentado ir con sus parientes en Siria, pero solo llegó hasta la frontera norte de Yemen cuando fue alcanzado por alguno de los mamelucos de su padre, que le informaron de su muerte, y le invitaron a regresar y tomar el trono.

Ismā‛īl aceptó y retornó a Zabīd el 3 de octubre. Después de unos días partió hacia Ta‛izz y luego, al mes siguiente, a Dhū Jibla, donde se encontró con Abū Zabā, virrey de su padre en Sana y las tierras altas. Abū Zabā se había encerrado, en primer lugar, en al-Ta‛kar, el fuerte sobre Dhū Jibla, pero pronto fue persuadido para bajar y rendir homenaje a Ismā‛īl. Su ejemplo fue seguido por la totalidad de las restantes tropas ayyubíes de Yemen. Ismā‛īl y Abū Zabā subieron después a Sanʽāʼ juntos, pero tan pronto como se presentó una oportunidad, Ismā‛īl arrestó abruptamente y ejecutó al mameluco de su padre (entre noviembre y diciembre de 1197). Después de nombrar un nuevo gobernador en Sanʽāʼ, Ismā‛īl regresó a Ta‛izz. Aunque, en principio, todos los emires aceptaron a Ismā‛īl, el asesinato de Abū Zabā, confirmó las sospechas que algunos tenían de su carácter desquilibrado.

Casi simultáneamente, el imam zaydí al-Mansūr billāh renovó su da‛wa en Yemen nororiental con amplio apoyo de los árabes de esa región y también de los anteriormente pro-ismā‛īlíes Banū Hātim, antes gobernantes de Sana. Al-Mansūr se desplazó hacia el sur a Kaukabān. Muchos de los oficiales de alto rango del ejército de Ismā‛īl comenzaron a desertar al campo del imām, incluyendo al importante Jakū, que fue nombrado comandante de las tropas del imām. Otro fue Shams al-Khawāss, comadante del ejército de Ismail. En octubre de 1198 el imām y Jakū consiguieron ocupar Sanʽāʼ, aunque Shams al-Khawāss cambió de nuevo su lealtad e intentó resistir su entrada ante la ciudad. El imām mantuvo San‛ā’ durante cuatro meses. En enero de 1199 él y Jakū asaltaron y tomaron Dhamar, dotándoles de una base para un ataque sobre la capital de Ismā‛īl, Ta‛izz.

No obstante, el mes siguiente, su intento de marchar al sur fue impedido por Ismā‛īl que derrotó y mató a Jakū; como resultado el imam no consiguió mantener San‛ā’, y fue obligado a regresar al norte de Yemen. Sus éxitos hasta ese momento habían sido posibles solamente debido a la defección de un cuerpo sustancial de las tropas ayyūbíes ghuzz. Sin estas y el liderato militar de los comandantes ayyūbíes fue incapaz de lograr ningún éxito importante durante el resto del reinado de Ismā‛īl.

Por otra parte, Ismā‛īl, no consiguió hacer ninguna incursión permanente en el territorio controlado por el imam. Tuvo que contentarse con animar rebeliones fallidas allí, por otro dos zaydíes.

En junio de 1199, Haldarī, antiguo oficial ayyūbí que se había convertido en un fugitivo en Yemen noroccidental, se unió al imām y fue hecho comandante de sus tropas. Inmediatamente fue fundamental para sofocar una rebelión contra al-Mansūr por un rival zaydí, Yahyā b. al-Mutawakil que había sido alentado por el gobernador ayyūbí de San‛ā’.

Al año siguiente, en 1199-1200, el arresto por parte de Ismā‛īl del Hātimí Bishr b. Hātim llevó a una ronda de combates entre las fuerzas del imām e Ismā‛īl. El primero obtuvo una importante victoria al tomar al-Jannat, la fortaleza más septentrional de los ayyūbíes en el país alto, pero fracasó en llevar la ofensiva hasta el final, debido a que los hātimíes habían entablado negociación con Ismā‛īl para la liberación de Bishr. Quizá debido a este fracaso, Ismā‛īl rompió las negociaciones y subió a las tierras altas para poner asedio a Kaukabān. Hacia julio de 1200, ambas partes estaban desgastadas hasta el punto de que se acordó que Kaukabān debería ser devuelta a Ismā‛īl a cambio de la liberación de Bishr. Entonces Ismā‛īl regresó al sur.

En marzo-abril del año siguiente (1201) Ismā‛īl se proclamó califa, como descendiente del último califa omeya en el este. Visto con ojos modernos, este acto puede verse como síntoma de una megalomanía, ya desarrollada totalmente, sobre todo cuando se consideraba en conjunto con los indicios de crueldad y traición, cada vez más caprichosos, de Ismā‛īl. Su pretensión puede haber sido un intento, bien sincero, o bien cínico, para rivalizar con el prestigio religioso del zaydí al-Mansūr; pero la poesía producida en justificación de la reclamación de Ismā‛īl también denota una extrema hostilidad hacia los ‛abbāsíes, suscitada por alguna disputa no especificada con el califa an-Nāsir en Bagdad.

En cualquier caso, el resultado de las pretensiones de Ismā‛īl, combinadas con su crueldad y el descuido de sus tropas, iba a suscitar una serie de motines contra él, que finalmente llevaron a su muerte. El primero de estos fue el de Wardashār, que partió de ‛Aden a prncipios de 1202 para unirse al imām en Sa‛da. Su viaje fue detenido temporalmente en adh-Dhanā‛ib por el comandante del imām, Haldarī, quien, con el estímulo del califato abbāsí, esta esperando ahora vencer tanto al imām como a Ismā‛īl, y establecerse como gobernante de Yemen.

No obstante, el apoyo de Haldarī tuvo pequeñas consecuencias para Ismā‛īl, en comparación con la siguiente perdida de lealtad de Sunqur, uno de sus oficiales más importantes, que se amotinó con gran parte del ejército ayyubí. Las fuerzas de Sunqur derrotaron a Ismā‛īl, cuyas tropas restante mostraron poco entusiasmo en su nombre y le persiguió hasta Zabīd.

Por abril de 1202, Ismā‛īl había recuperado su compostura y partió desde Zabīd para enfrentarse a Sunqur otra vez. Por esta época, no obstante, ya no tenía el apoyo de las tropas que le quedaban. A unos pocos kilómetros de Zabīd, sus emires principales le atacaron y mataron, mientras que el resto del ejército observaba. Su muerte desató una lucha por el poder dentro del ejército. Finalmente, la fachada de unidad del ejército ayyūbí fue preservada solo a través del reconocimiento por todos los partidos del hermano menor de Ismā‛īl, an-Nāsir Ayyūb, solo un niño, como sultán titular, con Sunqur como gobernante de facto.

El reinado de Ismā‛īl estuvo marcado por dos procesos principales: la desintegración del ejército ayyubí en Yemen, y la resurrección de la resistencia nativa a la ocupación ghuzz del país. Estos dos procesos eran, en cierta medida, mutuamente dependientes y ambos tenían causa común en la incompetencia e inestabilidad mental de Ismā‛īl. Los éxitos de los árabes liderados por al-Mansūr se consiguieron principalmente a través de las habilidades de las tropas y oficiales ghuzz que se le unieron; sin sus refuerzos no parece probable que sus seguidores árabes hubieran sido capaces de prevalecer contra las tropas profesionales del ejército de Ismā‛īl, o que hubieran tenido bastante autoconfianza para enfrentarse a las tropas ayyūbíes en batalla. Además, las deserciones del ejército de Ismā‛īl hicieron para él difícil montar una ofensiva sostenida contra al-Mansūr. Por el contrario, la misma existencia del movimiento del imām alentó la dispersión del ejército ayyūbí. Al-Mansūr proporcionó a los desafectos comandantes ghuzz una alternativa a la sumisión a la tiranía de Ismā‛īl y un refugio de su poder. Quizá alguno de los rebeldes encontraron en la da‛wa de al-Mansūr una justificación para su motín, pero parece más probable que la mayoría de los líderes rebeldes, como Jakū y Haldarī, vieran el movimiento del imām como base para expulsar a Ismā‛īl y suplantarle como gobernante de Yemen.

No obstante, ambos procesos se produjeron por el propio carácter de Ismā‛īl. Sus oficiales amotinados no fueron llevados a la rebelión por la atracción de la da‛wa de al-Mansūr, o para ser sinceros, a causa de su propia ambición, sino que más bien fueron obligados a ello por su temor a la traición de Ismā‛īl. Como para al-Mansūr, cualquiera que pudiera ser la relación cronológica entre su decisión de reclamar el imāmato y la muerte de Tugh-Takīn, es difícil creer que su campaña inicial no fue un intento por tomar ventaja de la supuesta debilidad del régimen ayyubí bajo Ismā‛īl, quien como gobernador de Kaukabān para su padre, había sido previamente derrotado de manera ignominiosa por un levantamiento árabe. De haber sido sucedido Tug-Takīn por un heredero con su misma habilidad y energía, que fuera igualmente adepto almantenimiento de la lealtad de su ejército, al-Mansūr pronto habría sido forzado a volver al retiro en el que había pasado la mayor parte de su carrera duratne la vida de Tugh-Takīn.

8. El final de la dominación ayyubí de Yemen (1202-1229)

Después del asesinato de Ismā‛īl, Sayf al-Dīn Sunqur, que se encotraba en la fortaleza de Hajja, volvió y se hizo con el joven hermano del sultán, asumiendo su protección y educación como soberano, el cual adoptó el título de al-Malik an-Nāsir Ayyūb b. Tugh-Takīn (1202-1214). An-Nāsir estaba en Ta‛izz, y restauró la khutba en nombre del califa de Bagdad; perdonó a los líderes rebeldes ghuzz, y nombró a sus dos jefes gobernadores, uno en San‛ā’ y el otro para el resto de Tihāma, excepto Zabīd y al-Ka‛dra. La población de San‛ā’ se levantó contra el nuevo gobernador, el antiguo rebelde Wardashar, cogió a todos los ghuzz en la ciudad, pero este la puso bajo asedio. El atabak llegó a Jibla en 1202, involucrando a Wardashar para que se uniera a él contra los ghuzz que tenían la posesión de Zabīd. Estos salieron hasta Qurtub para enfrentarse con Sunqur, quien les derrotó y quedó como señor de todo el país marítimo, con Zabīd.

En 1208, el atabak lanzó un ataque sobre Beraqish, y se libraron varias batalla entre el imām y el gobernador de San‛ā’. Finalmente hicieron la paz con una condiciones onerosas para al-Mansur. Wardashar murió en Semdan en 1213; el atabāk Sunqur le había precedido ya en 1211. An-Nāsir nombró entonces como su visir a un cierto Badr al-Dīn b. Jībrīl, quien le comprometió en una guerra con el imām al-Mansūr; y a su llegada a San‛ā’ le envenenó, envió su cadaver a Ta‛izz, y le enterró en el mausoleo al sur de la plaza de armas de la ciudad. Luego se animó a ser rey, y dejó San‛ā’ para ir a Ta‛izz. A su llegada a Sahūl, los montañeses árabes rodearon su séquito y saquearon su equipaje. Cuando llegó a Ibb, la madre de an-Nāsir, que estaba en Habb, incitó a sus mamelucos a atacarle, quienes lo mataron y llevaron su cabeza a Habb, y enterraron su cuerpo sin cabeza.

El asesinato de An-Nāsir Ayyūb tuvo lugar en 1214. Entonces el sultán Hātim b. Ahmad capturó los castillos de Bayt-Nam, Qidda, Dhafar, Fass y Manaa; mientras el imām al-Mansūr entraba en San‛ā’, los ghuzz la abandonaron para ir a Birash y Sulaymān b. Musa salió de Dhammar y tomó Lahj.

En esa época al-Muzaffar Sulaymān, bisnieto de un hermano de Tugh-Takīn, llegó como peregrino a La Meca, y la madre del asesinado an-Nāsir Ayyūb, que había venido a Ta‛izz, le invitó a Yemen para que la protegiera, pues temía que se produjeran ataques de las tribus árabes, intentando aprovechar el vacío de poder. Él aceptó el ofrecimiento, llegó a Ta‛izz y asumió la soberanía ese mismo año, pero al poco se abandonó a los placeres y el imām tomó Dhammar, así como Kaukabān.

El sultan de Egipto, al-Adīl, hermano de Salāh al-Dīn, siendo informado del asesinato de ambos hijos de Tugh-Takīn, envió a su propio nieto, llamado Salāh al-Dīn Yūsuf al-Mas‛ūd, hijo de al-Kāmil Muhammad, con un numeroso ejército y un abundante tesoro para gobernar sobre el país, siendo aún adolescente. El sultán además nombró al eunuco Jamāl al-Dīn Fulayt, para ser atabāk del joven príncipe, y ministro general. Al-Ādil escribió al emir Shams al-Dīn ‛Alī, hijo de Rasūl, y a otros emires de Yemen, ordenándoles que le dieran su apoyo fiel y fueran diligentes en lo que correspondía a su servicio. Cuando Salāh al-Dīn Yūsuf llegó a Zabid el 2 de mayo de 2015, se estableció en la casa de gobierno, y debido a que sus tropas estaban agotadas por el viaje, envió a Sulaymān, que estaba entonces en Ta‛izz, un mensajero para tratar la paz con el ofrecimiento de que las tierras altas pertenecerían a Sulaymān y las bajas a al-Mas‛ūd. Pero tan pronto como el emir Badr al-Dīn Hasan, hijo de ‛Alī b. Rasūl, tuvo noticia de esto, se presentó ante el joven y le instó a que subiera a Ta‛izz. Así lo hizo y acampó frente a la fortaleza. Badr al-Dīn le aconsejó que se dirigiera a las tropas de Sulaymān para prometerles el perdón, a cambio de la entrega del sultán. Así lo hicieron y llevaron a al-Muzaffar Sulaymān atado, el cual fue enviado a Egipto. Se produjo su ascenso el 10 de junio de 1215.

El atabāk de al-Mas‛ūd, Jamāl al-Dīn Fulayt, fue enviado a San‛ā’ a la guerra contra el imam al-Mansūr, en septiembre de 1215, la cual no terminó hasta la muerte de éste el 20 de abril de 117. A continuación, también murió el atabāk sobre el 20 de abril del mismo año, siendo enterrado en San‛ā’, el 18 de julio de 1217. Entonces al-Mas‛ūd depositó su confianza en los hermanos rasūlíes, a los que estableció en las provincias más importantes como gobernadores. Situó a Badr al-Dīn en San‛ā’, concediéndoselo como feudo. También a Nūr al-Dīn sobre los fuertes del país de Wasāb, donde residió un tiempo. Después le nombró gobernador de La Meca, donde permaneció otro periodo. Aún se encontraba allí en 1222, pero en esta fecha nació su hijo al-Muzaffar Yūsuf b. ‛Umar, apodado el Mequí. Cuando le cesó del gobierno de La Meca, le hizo atabāk y controlador de los asuntos del reino.

Una vez que el país estuvo en paz, al-Mas‛ūd emprendió un viaje a Egipto (10 de octubre de 1223) dejando a Nūr al-Dīn ‛Umar b. ‛Alī como su lugarteniente, con poderes de virrey. También dejó al hermano de este último, Badr al-Dīn, como gobernador de San‛ā’. Entonces se produjo la rebelión de un tal Ya’zum al-Sufí, en Haql, en el territorio de Zabīd, y la montaña de Banū Muslīm, llamada Sahammer, convocando al pueblo, congregando en torno a él a los sectores más pocre de la población. Entonces Nūr al-Dīn ‛Umar marchó contra él, teniendo a su lado a Rāshid b. Muzaffar b. Harish. Tuvo lugar la batalla contra Ya’zum, en la que este obtuvo la victoria (1225), muriendo allí Rāshid. A pesar de ello, sus mentiras quedaron al descubierto y perdió el apoyo popular, teniendo que huir de un sitio a otro.

Despues de eso tuvo lugar la batalla de ‛Usr, entre Badr al-Dīn y el sharīf ‛Izz al-Dīn Muhammad, hijo del difunto imam al-Mansūr. El sharīf reunió 700 jinetes y 2000 soldados de infantería, con el objetivo de hacerse con San‛ā’, al haber acudido su gobernador, Badr al-Dīn en auxilio de su hermano, Nūr al-Dīn, al saber de su derrota. Pero en cuanto el emir tuvo noticia de la amenaza de ‛Izz al-Dīn, regresó acompañado de su hermano. Cuando llegaron, también lo habían hecho Sālim b. ‛Alī b. Hātim, y ‛Alwan b. Bishr b. Hātim, con caballería e infantería desde Dhamarmar, y ‛Arush, protegiendo así la ciudad. ‛Izz al-Dīn ya había acampado en ‛Usr y se expuso para la batalla, bajando con el intento de atacar San‛ā’. Entonces la guarnicion salió, y los Hamdāníes que estaban con ellos. Tuvo lugar una escaramuza en la mañana del 20 de julio de 1226, continuando a lucha hasta que se levantó el sol. Entonces atacaron los hermanos Rasūlíes, quienes masacraron las tropas de ‛Izz al-Dīn, muriendo éste de un flechazo en un ojo.

Cuando llegó la noticia a al-Mas‛ūd, que estaba en Egipto, regresó rápidamente a Yemen. Llegó a Ta‛izz el 20 de febrero de 1227, donde permaneció casi cinco meses y después se fue a al-Janad, y cayó sobre los rasūlíes súbitamente, capturó a Badr al-Dīn, a Fakhr al-Dīn Abū Bakr b. ‛Alī y a Sharāf al-Dīn Mūsa b. ‛Alī a los que encarceló ya que temía que los éxitos militares de estos pusieran en peligro la supremacía ayyubí en Yemen. Sin embargo, después de un tiempo, recuperada su confianza liberó a Nūr al-Dīn, e incluso le nombró lugarteniente de nuevo con ocasión de su segundo viaje, y atabāk de sus tropas. Mandó a sus hermanos prisioneros a ‛Aden, y posteriormente le envió por mar a Egipto bajo vigilancia y con grilletes.

Al-Mas‛ūd le dejó a cargo de los asuntos de estado mientras que él iba a Haqlu Yahsib y tomó posesión del país de los Banū Sayf en noviembre de 1227., permanciendo allí unos tres meses, y luego regresó a Ta‛izz, donde residió un tiempo hasta que decidió volver a Egipto, dirigiéndose a Zabīd. A continuación partió en direccion a Siria en 1228 o febrero de 1229. El motivo fue la muerte de su tío ‛Isa b. Abū Bakr b. Ayyūb, gobernante de Damasco, así que al-Kāmil le escribió ofreciéndole esta ciudad. De modo que se dispuso a partir a pesar de que había enfermado. Convocó a su atabāk, Nūr al-Dīn ‛Umar b. ‛Alī b. Rasūl, y le nombro lugarteniente en Yemen. Al-Mas‛ūd preparó su viaje con un boato sin precedentes. Se llevaba consigo eunucos, esclavos, innumerables piezas de ropajes preciosos, perlas gemas obras de aresanía en tal cantidad que los 70 barcos que había eran insuficientes para todas las mercancías.

Pero cuando al-Mas‛ūd partió de Yemen y llegó a La Meca, su enfermedad había empeorado. Se quedó en esta ciudad varios días hasta que murió allí el 15 de abril de 1228, pero otro autor dice que murió envenenado en La Meca, a la edad de 27 años. Su esclavo el emir Husām al-Dīn Lu‛lu’, continuó con los hijos de su señor, sus posesiones y todo su séquito a Egipto. Para gobernar San‛ā’ había nombrado a Najm al-Dīn Ahmad b. Abū Zakariyya, y como lugarteniente de todo el Yemen, como ya se dijo al emir rasūlí Nūr al-Dīn ‛Umar b. ‛Alī b. Rasūl. Con él comienza una nueva línea de gobernantes, la de los emires, más tarde califas, rasūlíes de Yemen.


 
Genealogía de los Ayyubíes de Yemen y figuras principales de la dinastía

9. Conclusiones

Surge la cuestión de si el colapso del estado ayyūbí de Yemen fue una mera contingencia, un resultado evitable de la fortuita ascensión de un megalómano incompetente, o si no había factores inherentes que finalmente habrían llevado al mismo resultado. La respuesta debe ser que, aunque un gobierno sabio pudo haberlo pospuesto durante un tiempo, el colapso de la unidad que se había impuesto en Yemen era más pronto o más tarde, inevitable. Se hizo así, por la geografía del país, así como por la naturaleza del régimen ayyūbí allí. El ejército ayyūbí en Yemen estaba formado, al parecer, en gran medida, por mamelucos, ligados a su comandante solo por razones personales. La propensión a la desintegración de un ejército mameluco, especialmente como resultado de la sucesión de un nuevo gobernante, está ampliamente demostrado por la historia del Egipto mameluco. Allí, no obstante, la división en el ejército se establecía siempre por la derrota de una parte y la restauración de la unidad por los vencedores, mientras que en Yemen la dificultad de movimiento, en terreno accidentado, y la resistencia y la casi inaccesibilidad de sus muchas fortalezas de montaña, hacían posible para incluso una pequeña fracción del ejército ayyūbí resistirse a ser llevado de vuelta a la obediencia. Además, en Yemen, al contrario que en Egipto, la población sometida llevaba armas y estaba acostumbrada a la guerra, y siempre estaba lista para tomar ventaja de la debilidad en el poder para recuperar su propia independencia.

Vista con esta perspectiva, es la unificación de Tugh-Takīn de Yemen la que debe se considerada como una anomalía fortuita. Su concienzuda conquista fue posible debido solamente a su superior competencia como comandante y líder militar, y su posesión de un ejército compuesto en gran medida por mamelucos leales a él. No era de esperar que loa sucesores de Tugh-Takīn fueran siempre hombres de su mismo calibre. El hecho de que su hijo mayor fuera un gobernante extraordinariamente malo solo adelantó un colapso que era, en cualquier caso, inevitable, tan pronto como un hombre de habilidades simplemente normales llegara al poder.



BIBLIOGRAFÍA:

BATES, MICHAEL LAWRENCE: Yemen and its conquest by the Ayyubids of Egypt (A.D. 1137-1202). 1975, University of Chicago.

ALI b. AL-HASAN A-KHAZRAJI:  The Pearl-Strings. A history of the Rasulid dynasty of Yemen. Traducido por Sir J.W. Redhouse. Vol. I.1906