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viernes, 30 de septiembre de 2011

Los Reyes de Irlanda (I): Realeza, Sociedad y Cultura en la Irlanda Alto Medieval

I. El Concepto irlandés de realeza

Probablemente hubo no menos de 150 reyes gobernando simultáneamente en Irlanda en cualquier fecha entre los siglos V y XII. Ya que la población estaba quizá bien por debajo del millón, esta multiplicidad de realeza es tanto más notable. Cada rey gobernaba sobre un tuath o reino tribal. La palabra tuath significa literalmente "un pueblo", derivando de la raíz celta *teuto- o *touto-, y a menudo es traducido como tribu. Este término es un tanto insatisfactorio, en parte porque tiene connotaciones despectivas, pero más seriamente a causa de su extrema vaguedad y falta de definición. Así, "tribu" tiende a intercambiarse con palabras igualmente imprecisas como "estirpe" o "clan" que son empleadas con más propiedad para el fine o grupo familiar, y se puede dar la impresión, bastante falsa, de que esta unidad social primaria de algún modo surge dentro del tuath. Legalmente podemos describir el tuath como tribal, y que era un grupo de población que formaba una entidad política delimitada. Pero si por tribu queremos decir un pueblo con su propio lenguaje, costumbres y religión, no hay justificación para usar el término para describir cualquier reino irlandés en el periodo histórico. Como la antigua Grecia, la Irlanda prenormanda era capaz de combinar fragmentación política con unidad cultural.

Los estudiosos han especulado sobre los diversos lenguajes hablados en Irlanda por los diferentes grupos de colonos prehistóricos. Lenguajes no célticos así como dialectos celtas afines al galés han dejado su impronta en el irlandés, pero los documentos más antiguos muestran un único lenguaje literario en uso a través de todo el país desde al menos el siglo VI en delante. Sin duda, a nivel coloquial, existieron las variantes locales, y los modernos dialectos irlandeses posiblemente pueden reflejar antiguas divisiones territoriales, pero hasta donde los poetas y otros hombres cultos sobrevivieron como una casta corporativa y privilegiada -que es hasta la destrucción de la Irlanda gaélica en el siglo XVII- la norma culta fue un discurso modelo uniforme, no solo en Irlanda, sino también en la Escocia gaélica, donde no desapareció enteramente hasta 1745.

De manera similar en el reino de la ley, las instituciones básicas eran idénticas, aunque las distintas escuelas pueden haber tocado interpretaciones variadas de la tradición. La misma situación se obtenía en las escuelas de la ley hindúes, cuyas enseñanzas ofrecen muchos paralelos a las de los brehons (= jueces) irlandeses. La palabra habitual para la población libre en las leyes es Féni, y la ley tradicional es llamada fénechas. En otra parte, la palabra normal para el irlandés es Goídil ("los gaeles" -un préstamo del galés Gwyddyl, que sugiere que los irlandeses no tuvieron una palabra común para si mismos hasta que entraron en contacto con los extranjeros. Ocasionalmente, en los tratados legales nos encontramos con referencias a los Ulaid, los hombres de Ulster, y los Gáileóin o Laigin, los hombres de Leinster, como distintivo de los Féni. Entonces, el nombre Féni, pudo haberse referido, en principio a los pueblos de las regiones centrales, gobernado en tiempos cristianos por la gran dinastía Uí Neill, y posiblemente también a la dominante Eóganacht de Munster. La preeminencia es dada en la tradición genealógica a otros antiguos grupos raciales con ramas en varias partes de Irlanda, en particular a los Érainn (los Iverni recordados por Ptolomeo en su mapa en el siglo II a.C) y los Cruthin o Cruithni, idénticos en nombre a los misteriosos pictos de Escocia. Al contrario que los pictos, no obstante, ninguno de estos grupos parecen haber diferido en lenguaje o estructura social del resto de los irlandeses, aunque retuvieron su identidad bien entrada la alta Edad Media.

Debemos estar en guardia contra identificar con una facilidad demasiado sospechosa ni a los Goídil ni a los Féni con el término lingüistico "Goidelos", usado por los modernos estudiosos para describir a los hablantes de gaélico o celtas Q tan distintos de los britónicos o celtas P. En qué fecha alcanzaron los celtas Bretaña e Irlanda, y cómo surgió la diferenciación entre los dialectos que finalmente emergieron como gaélico en una parte y galés y bretón en la otra, son cuestiones para el lingüista y el prehistoriador: realmente no son relevantes para el periodo medieval temprano. Hay muchos indicios de movimientos en ambas direcciones a través del Mar de Irlanda en tiempos romanos, y los siglos IV y V vieron considerables asentamientos de los irlandeses (a los que los romanos llamaban scotti) en Bretaña occidental, que están atestiguados por la tradición galesa medieval y por las inscripciones ogham. La colonia irlandesa más famosa fue establecida más al norte en Argyll por los Dál Riata del condado de Antrim.

El estudio de la prehistoria irlandesa ha fascinado a los irlandeses medievales, y a través de los siglos elaboraron una detallada historia de las sucesivas invasiones por parte de Partholon, Nemed, los Fir Bolg, los Tuatha dé Danann, y los hijos de Míl. Este relato, preservado en el Lébor Gabála o "Libro de las Invasiones", que estaba siendo constantemente sacado en nuevas ediciones revisadas hasta el fin del siglo XII, fue un fantástico compuesto de memorias raciales genuinas, exótico aprendizaje latino e historia del mundo derivada de Orosio e Isidoro de Sevilla, evemerizada mitología celta, propaganda dinástica, folclore y ficción pura. En la versión más temprana -ya vigente en el siglo VIII) solamente los Connachta, junto con sus vástagos Uí Neill, y los Eoganachta de Munster descienden de los dos hijos de Míl: los otros pueblos de Irlanda se distinguían bruscamente de ellos e implícitamente eran relegados a una posición inferior. Esto refleja la teoría ampliamente mantenida de que el país estaba repartido en dos esferas de influencia: Leth Cuinn y Leth Moga -los señoríos dominantes de Tara y Cashel. No obstante, a otras dinastías de importancia, los historiadores de síntesis les dotaron de una línea de descendencia desde otros hijos de Míl, cuya familia se sometió, si bien póstumamente, a un alarmante incremento. Incluso los más prominentes de los Cruithin o Érainn fueron incluidos en el esquema milesio, hasta que solo unas pocas tribus tributarias fueron aún contabilizadas como "Fir Bolg". La simulación de que los dioses celtas eran, de hecho, una raza anterior, los Tuatha Dé Danann o "pueblos de la diosa Danu", empujados por los hijos de Míl a tomar refugio en el síde del Otro Mundo, en las colinas y bajo los lagos, no puede haber engañado a nadie. Tal evemerización era un engaño poco entusiasta para salvar las conciencias de los cristianos interesados en el pasado pagano.

Los modernos estudiosos,equipado con técnicas filológicas y arqueológicas, han demostrado ser tan excitables como sus antepasados medievales lo fueron cuando introdujeron la crónica mundial de Eusebio Hierónimo (= San Jerónimo). Del mismo modo que los monjes de Bangor se pusieron a insertar los reyes prehistóricos o las deidades tutelares de Tara y de la capital de Ulster, Emain Macha, en los sincronismos de los reinos mundiales egipcios, asirios, griegos y romanos, así también el Lébor Gabála ha sido interpretado en términos de varias olas de invasiones celtas y preceltas, de constructores megalíticos, del Pueblo del Vaso Campaniforme, de Hallstatt, y de La Tène. El monumento más impresionante a este tipo de actividad es el gran trabajo de T.F. O' Rahilly, Historia irlandesa temprana y mitología. Los Goidelos, de acuerdo con O' Rahilly, fueron los últimos invasores celtas de Irlanda y llegaron en el siglo I a.C. Utiliza el término de modo muy tendencioso, restringiéndolo, en efecto, a los Connachta y Uí Neill, y a los Eóganachta: Érainn y Ulaid, Laigin y Cruthin eran todos celtas P. Pero los indicios documentales no permiten al historiador hacer retroceder los orígenes de las dinastías Uí Neill y Eóganachta más allá del siglo V d.C.; y por grande que fuera su poder, nunca estuvieron en posición de imponer su lenguaje al resto de la población. Además, la teoría se contradice con los ejemplos escritos más antiguos de lenguaje irlandés -las piedras ogham, que están agrupadas más densamente en las áreas supuestamente no goidélicas. El gaélico, también, fue introducido en Escocia por los Dál Riata, que eran Érainn.

Cuan poca confianza puede depositarse en las ideas medievales de las prehistoria está ilustrado por el sorprendente hecho de que ni los irlandeses ni los galeses, aunque en frecuente contacto y compartiendo formas muy similares de sociedad, ley y literatura, jamás demostraron ninguna conciencia de un origen céltico común. Los anglosajones, por el contrario, aunque mucho menos entregados al estudio de la genealogía, siempre fueron conscientes de sus lazos con los antiguos sajones de Germania. Las razas del mundo conocido descendían de los hijos de Noé; pero mientras que los galeses (actuando sobre una pista de Isidoro de Sevilla) trazaban sus orígenes hasta Bruto y Troya, los irlandeses trajeron a los hijos de Míl desde Escitia, via Egipto y España. Incluso en los asuntos eclesiásticos, donde galeses, bretones e irlandeses compartían una organización monástica y tradiciones que parecían excéntricas, si acaso no peor, para los apóstoles de la uniformidad romana, parece haber habido poca sensación de una causa común. La "Iglesia Celta" es un término acuñado por los modernos historiadores y tiene su uso: pero los irlandeses eran bastante inconscientes de que pertenecían a ella.

Los genealogistas son de confianza en la medida en que nos muestran que los Érainn, Cruthin y Laigin tenían leyendas de origen y tradiciones ancestrales distintas; pero cuando pretendían que cualquier pueblo particular pertenecía a uno u otro de estos grupos, o estaban conectados con los Connachta o los Eóganachta, tenemos que tratar sus afirmaciones con alguna precaución. Los linajes a menudo eran remodelados  para fines políticos. Quizá el ejemplo más descarado es la ficción de que los Dál Cais, gobernantes de un pequeño estado al este del condado de Clare, eran una rama colateral de los Eóganacht, con derecho desde la remota antigüedad a compartir la realeza suprema de Munster. Tan profundamente enraizadas estaban las pretensiones de realeza aristocrática que el espectacular ascenso al poder de Brian Bóruma, y la consolidación de su pode por los O' Brien, no fueron suficiente para promocionar a los Dál Cais en la jerarquía política sin el falso lustre del prestigio ancestral. 

Las leyendas de origen de muchas dinastía las describen como habiendo conquistado su territorio después de haber invadido Irlanda desde fuera. Los Laigin y los Eóganachta tenían tales leyendas, que eran bastante independientes del esquema milesio. Más tarde, cuando la estructura pseudohistórica había sido completada, y se aceptó generalmente que los hijos de Míl habían desembarcado en un pasado muy lejano, las más tempranas y auténticas leyendas de la ivnasión de Eógan de Munster y la conquista de Leinster por Labraid Loinsech parecieron anacrónicas, pues Eógan y Labraid eran supuestamente descendientes de Míl. Las historias, no obstante, fueron conservadas en una forma modificada, que presentaba a estas figuras ancestrales como príncipes exiliados que recobraban su patrimonio con ayuda de tropas extranjeras. Tan tendenciosa era la tradición irlandesa y tan potente el conservadurismo de la sociedad irlandesa, que no es demasiado fantástico suponer que Diarmait mac Murchada en el siglo XII pudo haber estado inspirado por el ejemplo de su mítico ancestro.

Una historia similar se cuenta de Tuathal Techtmar, abuelo de Conn Cétchathach ("el de las Cién Batallas"), el ancestro epónimo de los Connachta. De hecho, pocos de los irlandeses proclamaban ser autóctonos. Entonces sería hiperescéptico negar que existieron algunos recuerdos de invasiones y asentamientos celtas, distorsionados, no obstante, por los esquemas procústeos de los eruditos medievales. Los indicios lingüísticos y en una extensión menor, los de la arqueología, demuestran que Irlanda había sido un país celta: sin tocar por la conquista romana retuvieron la cultura y la forma de gobierno celtas, y la información clásica de los celtas continentales son reflejadas en un grado notable en la literatura y los documentos históricos irlandeses. Casi cada capítulo en la narración de César de la guerra gálica puede ser ilustrada mediante paralelos irlandeses, aunque los galos del día de César habían comenzado a hacer un cambio radical al abolir la monarquía -una revolución impensable para los irlandeses.

La reciente preocupación erudita por cuestiones protohistóricas de lingüística y arqueología, y los intentos por desenredar el nudo gordiano del problema patricio que bloquea los mismo portales de la historia irlandesa, han tendido a distraer de los bien documentados siglos que precedieron la invasión anglonormanda de 1169. La temprana historia irlandesa es un campo rico e inexplorado, y de inusual interés para el historiador de la civilización. Los documentos ofrecen un detallado retrato de una sociedad ensismismada, al mismo tiempo arcaica y sofisticada -un remanso inalterado por las corrientes de la Edad Media latina, a la cual paradójicamente contribuyó una refrescante corriente de vivacidad cultural e idealismo religioso. Las primitivas características de la sociedad irlandesa, y en particular los rasgos arcaicos de la realeza irlandesa, encuentran sus paralelos más cercano en la Escandinavia precristiana. De hecho, Toynbee ha clasificado tanto a Irlanda como a Escandinavia como "civilizaciones fracasadas", independientes de Roma y la cultura occidental que fue su heredera, pero tiende a exagerar la excentricidad de la iglesia irlandesa, que era, después de todo, latina.

El cristianismo llegó a Irlanda desde la Britania romana y la Galia, pero no siguió a las legiones. No se impuso ningún patrón extraño sobre la naciente iglesia irlandesa: el colapso del imperio la dejó libre para desarrollarse por sí misma, adoptando de hecho varios elementos procedentes del cristianismo oriental y occidental pero adaptándolos a las necesidades de la sociedad en la que fueron trasplantados. Este eclecticismo, que mezcla muchos materiales extranjeros en un diseño únicamente irlandés, puede observarse en la liturgia del Misal de Stowe, en la evolución del guión irlandés, y más generalemnte en la iluminación de los manuscritos y otras artes. La unidad organizativa característica de la iglesia irlandesa, la familia monástica, refleja la unidad de la sociedad, el fine o familia común, en la que todos los derechos legales estaban establecidos. No es accidental que la reforma de la iglesia del siglo XII, traída a su terminación por San Malaquías, que introdujo el sistema diocesano, normal en Europa occidental, hubiera tenido lugar en el mismo momento en que la sociedad irlandesa estaba volviéndose reconociblemente feudal, ni que la reforma fuera apoyada por aquellos príncipes que estaban intentando crear un nuevo modelo de monarquía que sustituyera a los viejos reinos tribales, intensamente locales.

Tanto el irlandés como el galés parecen haber desarollado una literatura vernácula ya en el siglo VI. Ambos heredaron del viejo mundo celta una casta altamente privilegiada de nombres sabios, poetas, druidas, bardos, genealogistas y juristas, que sobrevivieron a la llegada del cristianismo al someter sus funciones más abiertamente paganas. Así, el clero cristiano no tuvo el monopolio del saber; y en irlanda, los aés dána u "hombres del arte" conservaron el saber popular vernacular, enriqueciéndolo con la nueva sabiduría latina de los monasterios. Sería incorrecto sugerir que los poetas irlandeses medivales y brehons eran cripto-paganos, pero en virtud de su propio oficio, que era transmitir, el senchas o tradición, consciente o incoscientemente retuvieron muchos rasgos druídicos.

Conocemos por los autores clásicos, sobre todo el filósofo estoico y viajero Posidonio de Apamea, que los galos tenían una casta de poetas proféticos, bardos y druidas -vates, bardoi y druides; y el relato de julio César de la enseñanza en las escuelas druídicas es bien conocido. La palabra vates sobrevive en el irlandés como faith "un profeta", pero la palabra normal para profeta es fili (en plural, filid), literalemente "vidente", y las fuente medievales dejan claro que la adivinación estaba incluida entre las funciones del poeta. En galés, bardd, significa "poeta", peor en Irlanda, como en la antigua Galia, el bard era un grado inferior de versificador que se especializaba en la sátira y panegírica: normalmente acompañaba al fili como parte del séquito de este último. La palabra irlandesa druí (en plural druíd), es habitualmente traducida como magus en los textos hibernolatinios, donde los druidas a menudo figuran como oponentes de Patricio y otros santos. En la ley irlandesa el áes dána formaba una clase social diferenciada, igual en posición a la nobleza (César dividió la sociedad gálica en druides, equites y plebs). El clero latino estaba incorporado sobe la misma analogía, en este esquema jerárquico con sus elaboradas distinciones de wergild y precio de honor. De hecho, su asimilación proporcionó a los juristas material sobre el que ejercer su pedante pasión por la clasificación y la subdivisión. De igual modo que había siete órdenes de clero desde el obispo hasta el lector, así también debió haber siete grados entre los aés dána, y siete rangos de nobleza, y finalmente incluso siete clases de hombres libres ordinarios. El ollam o más alto grado entre la casta culta, era igual en posición legal a un rey o un obispo. El ollam heredó el manto del antiguo druida, pero el druí, como tal, el que ejercía la magia, fue degradado bajo la nueva distribución a una posición no libre.

El compromiso al que se llegó entre la iglesia y los filid es reproducido en las leyendas que rodean la convención de Druim Cett en 575 d. C. Los filid fueron amenazados con el destierro por los reyes de Irlanda, que encontraban gravoso su mantenimiento, intolerable su arrogancia, y sus poderes de sátira inquietantes. Fueron salvados inesperadamente de la privación de reconocimiento oficial por la intercesión de Colum Cille de Iona, el más grande de los santos irlandeses. aunque el relato es apócrifo, ahora se acepta generalmente ue la pieza más antigua de literatura irlandesa, la oscura elegía conocida como el Amra Colluim Cille, fue compuesta, de hecho, por un poeta profesional con ocasion de la muerte del santo en 597. La antigua literatura irlandesa debe su riqueza y originalidad a la fructífera colaboracion de monje y fili, y el temprano desarrollo de una tradición vernácula en anglosajón puede deberse algo a la actitud compasiva de los misioneros irlandeses.

Los filid jugaban una parte importante en la inauguración de un rey. Una oda inaugural dirigida por Ó Maol Chonaire († 1468) a Féilim Ó Conchobhair es acompañada por una descripcion de la ceremonia como se llevba a cabo en el lugar inmemorial, el túmulo prehistórico de Cairn Fraoich (Carnfree en el condado de Roscommon). Aunque los obispos y abades y todos los reyes subordinados gaélicos de Connacht están presentes se nos dice: 
"Ó Maol Chonaire, a quien se le reconoce el derecho de dar la vara del reino en su mano en su inauguración, y ninguno de los nobles de Connacht tiene un derecho a estar con él sobre el túmulo salvo Ó Maol Chonaire que le inaugura y Ó Connachtáin que guarda la puerta del túmulo".
 La estrecha asociación de los lugares reales celtas con la ceremonia de inauguración tiene un curioso paralelo con los privilegios pretendidos en tiempos relativamente modernos por los poetas irlandeses en las bodas. La frase usada más a menudo en conexión con la inauguración es do gairm ríg -la "proclamación" del rey; la llamada en voz alta de su nombre y título era parte esencial de la ceremonia. Parece que los reyes podían de este modo ser legalmente proclamados sin el elaborado aparato del lugar de inauguración, y así, el poeta como dueño del poder del mundo, era el verdadero hacedor de reyes.

En la Edad Media tardía a veces fue desplazado de su papel de primer oficiante, pero nunca pudo ser enteramente dejado de lado. A menudo los más influyentes de los reyes subordinados de un señor supremo, o el representante de una dinastía original que, aunque degradada en estatus, aún poseían el lugar de inauguración, reclamaban el derecho a inaugurar. Así, en el siglo XVI tanto los Óg Catháin (O'Kane) y Ó hÁgáin (O'Hagan) de Tulach Óg eran socios esenciales en la instalación legal de los O'Neill. Un tratado de los Uí Fiachrach dice que en la inauguración de Ó Dubhda (O'Dowd de Tireragh), sus armas, ropa y caballo fueron entregado a Ó Caomhain, representante de una dinastía expulsada, que a su vez entregó su equipo al fili Mac Firbhisigh.

En algunas áreas, el clero, miembros ellos mismos de la familia hereditaria de abades no sin parecido con las estirpes bárdicas, asumió las funciones del poeta y sus gratificaciones. El relato más elaborado de tales pretensiones se hace en la irlandesa tardía Vida de San Máedóc de Ferns. Fue patrón tanto de los Uí Chennselaigh de Leinster del sur como de los Ua Ruairc de Breife.

Si los druidas celtas mantenían funciones sacerdotales ha sido objeto de alguna controversia. Es probable que, estrictamente hablando, no lo hicieran y que el rey era el sacerdote de su pueblo. El rey tribal no tenía de hecho sino unos pocos deberes gubernamentales, aparte de  actuar como líder guerrero y presidir el óenach o asamblea popular. Como correspondía a un rey sagrado, el irlandés estaba literalmente cubierto por la divinidad en la forma de tabúes o gessa. A principios dell siglo XI, cuando se hizo un esfuerzo consciente por revivir las antiguas constumbres que habían caído en desuso durante las gerras vikingas, el poeta Cúán ua Lothchain compuso un poema relacionando los tabúes y los privilegios (gessa y buada) propias de los reyes de las cinco provincias prehistóricas. La Rama Dorada de Frazer llamó la atención a los antropólogs por estas manifestaciones irlandesas de realeza sagrada hace muchos años. El rey de Tara no podía dejar que el sol se levantara sobre él en Tara, que se rompiera un viaje en Mag Breg en un miércoles, que viajara por Mag Cuilinn después de la puesta de sol, que golpeara a su caballo en Fán Commair, que entrara en Tethba del norte un miércoles, que hiciera una exploración en Bethra en el lunes después de Beltaine (primero de mayo), ni que siguiera la pista a su ejército en Áth Maigne el martes después de Samun (primero de noviembre). Sus privilegios eran: el pescado del Boyne, el ciervo de Luibnech, la bellota de Mana, los arándanos de Brí Léith, el berro del Brosnach, el agua del manantial de Tlachtga, las liebres de Naas. "Todo ello se acostumbraba a traerse al rey de Tara el primero de agosto. Y el año en el que él acostumbraba a consumirlos no contaba contra él como gasto de vida, y él solía resultar victorioso en la batalla por todas partes".

El Togail Bruidne Dá Derga, la más sombríamente impresionante de las sagas irlandesas, nos cuenta como Conaire, legendario prototipo del justo y benéfico rey de Tara, inconscientemente rompe sus gessa uno por uno cuando fue empujado inexorablemetne a su perdición en el albergue de Dá Derga. Conaire fue el ancestro de muchos de los pueblos Érainn que en tiempos históricos fueron reducidos al estado de sometidos. A Cormac mac Airt, el legendario ancestro de las grandes dinastías de los Uí Neill y los Connachta, le fue asignado por los historiadores medievales un papel similar como rey ejemplar. Como puede esperarse tuvo una carrera más próspera que Conaire, aunque también iba a encontrar su muerte por la magia en la casa de Cleitech sobre el Boyne (supuestamente muerto por los druidas por haber aceptado el cristianismo).

Aunque los grandes centros reales tales como Tara, Cruachan y Emain Macha eran famosos por toda Irlanda, cada pequeño tuath tenía su propio lugar sagrado donde el rey tribal era inaugurado. Los reyes de Dál Cais eran entronizados en Mag Adair, en el sur del condado de Clare, y los reyes Dál Fiatach de Ulaid en Cráeb Tulcha en el norte del condado de Down. Desde el siglo VI ahsta el fin del siglo XVI los reyes del Cénel nÉógain eran proclamados en Tulach Óc -Tullahogue cerca de Dungannon, y después de la derrota del último y más grande O' Neill en Kinsale, Mountjoy destruyó el primitivo trono de losas de piedra que estaban en la ladera del túmulo fuera del rath (colina fortificada).

Una losa o baldosa (lecc) era un punto esencial del accesorio ianugural: la piedra de Scone es solo el más célebre de muchos otros. No es, como se ha pretendido a menudo, el Lía Fáil procedente de Tara, que estaba todavía in situ, y era de naturaleza batante diferente. Estrabón nos cuenta que el centro de la tetrarquía gálata en Anatolia era llamado Drunemeton, "el encinar", y el término nemeton era aplicado por lo común a tales arboledas por los celtas; está relacionado al irlandés nemed, "sagrado", y al latín nemus. De hecho, un árbol sagrado (bile) o grupo de árboles era un rasgo normal de un lugar de inauguración irlandés. A menudo coronaban un montículo -generalmente un túmulo funerario de la Edad del Bronce o neolítico. Para un ejército hostil quemar o derribar estos árboles era el insulto más mortal para los sentimientos tribales.

El inteso patriotismo local simbolizado por estos emblemas es un leitmotif de la historia irlandesa temprana. Hasta donde sobrevivió el estado gaélico, tal particularismo -tribalismo si se quiere- nunca se erradicó. Ni fue siempre perjudicial. Quedó demostrado con la prueba de las invasiones vikingas, cuando la prematura unidad del poco manejable imperio Carolingio se desolvió en el particularismo del sistema feudal. Algunos siglos más tarde sus desventajas iban a llegar a ser más evidentes.

II. El Rey y el Pueblo

La sociedad irlandesa era tribal, rural, jerárquica y familiar. Jerárquica en cuanto que los derechos, privilegios y responsabilidades del individuo variaban según de acuerdo con su estatus social; y familiar por cuanto que cada hombre pertenecía un fine, grupo de parentesco agnáticio. En la práctica, cada hombre libre era bien un señor (flaith), bien un cliente (céle) de un señor, y estaba envuelto así en un nexo de responsabilidad mutua que se extendía más allá de los confines de su fine. El hombre que faltaba a tale lazos de parentesco era un fuera de la ley, o al menos, un exiliado (déorad). El apoyo dado a un hombre por su parentela y su señor, y las sanciones que eso implicaba, aseguraban un gobierno razonable de la ley en la pequeña comunidad rural del tuath. Hombres libres, y no simplemente nobles eran los propietarios de tierras: el cliente recibía un préstamo de bienes de su señor, y las sanciones que eso implicaba, aseguraban un razonable gobierno de la ley en la pequeña comunidad rural del tuath. El ganado tenía, al parecer, más valor que la tierra. El céle giallnai (más tarde llamado dóer chéle o cliente no libre) pagaba una renta en comida y desempeñaba ciertos servicios de baja categoría. También proporcionaba al señor y su séquito hospitalidad gratuita en las estaciones establecidas. El sóer-chéle -el cliente  'libre' o 'noble'- pagaba una tasa de interés más alta sobre sus bienes y daba al señor apoyo político, convirtiéndose en miembro de su séquito (dám), pues la palabra céle, el comes latino feudal, significa 'compañero'.

Esta institución recuerda al comitatus germánico, pero en Irlanda -al menos en los tratados de leyes que describen la sociedad de los siglos VII y VIII- la banda de guerra como tal no es molesta: la imagen dada es más bien la de una simple economía agrícola en la que incluso el noble solo es un guerrero de vez en cuanto. Además, en la literatura irlandesa oimos menos del tema de la lealtad al señor de uno o de la situación de un hombre sin señor de que de lo que lo hacemos en la anglosajona. En la sociedad germánica el vínculo entre señor y el siervo parece eclipsar los lazos de parentesco.

La historia de la monarquía irlandesa y anglosajona ofrece un instructivo estudio comparativo, ya que las dos sociedades eran en la superficie tan semejantes. Pero a pesar de la ordenada clasificación de Beda de los ingleses en anglos, jutos y sajones, parece claro que su llamada heptarquía no estaba basada fundamentalmente sobre agrupaciones tribales. El rey anglosajón era el líder de una banda guerrera de éxito y delataba su origen en su pretenciosa descendencia desde Woden, el dios del forastero, el poeta y el Männerbund. El dios de la fertilidad Frey era el ancestro habitual de los reyes tribales en las tierras natales germánicas. Como quiera que las bandas guerreras inglesas prosperaban y el territorio conquistado a los bretones aumentaba de una manera cada vez más expansiva, las distintas tendencias hacia el feudalismo iban a convertirse en obvias, en su desarraigada sociedad tribal. Los reyes no tenían que competir con reyes subordinados atrincherados en lealtades regionales. La aceptación del cristianismo colocó más poder en sus manos y aceleró el proceso de destribalización. En el siglo VII el rey Ine de Wessex promulgó su código legal, como lo había hecho Æthelberht de Kent tras la misión de Agustín. El código era germánico y tribal, pero estaba sujeto a continuas modificaciones bajo influencia reales y eclesiásticas. El rey estaba en situación para imponer el cristianismo a sus súbditos, y más tarde (como en Whitby) para imponer sus decisiones a la Iglesia, para organizar diócesis, y tener alguna palabra en la elección de los obispos. Hacia el final del siglo VIII estaba siendo ungido en una ceremonia de coronación eclesiástica y el regicidio era denunciado por la Iglesia como sacrilegio.

Pero cuando nuevos líderes guerreros bárbaros aparecieron en York en 867 el descuidado reino de Northumbria cayó en sus manos en una única batalla. La muerte del rey implicaba el colapso del reino. El genio de Alfred el Grande salvó Wessex, y sus capaces sucesores cosecharon un beneficio completo del hecho de que era el único reino superviviente. Las conquistas danesas habían hecho un barrido de limpieza de todos los rivales y posibilitaron que los reyes de Wessex se convirtieran en los reyes de Inglaterra.

Pero los reyes irlandeses y los pueblos que ellos gobernaban estaban arraigados a la tierra. estaban fortalecidos por todas las fuerzas de una poderosa y antigua tradición. También estaban incapacitados: no solo era la divinidad que los cubría alrededor. La ley y la costumbre tribales no eran solo un vago recuerdo de costumbres dependientes de la memoria de los más ancianos. Estaba celosamente preservada en escuelas druídicas por una clase profesional que rápidamente se beneficio del nuevo aprendizaje de los monasterios para alfabetizarse en su propio lenguaje y consignaron la tradición por escrito. El rey nunca se convertiría en fuente de justicia, aunque presidía la asamblea anual del pueblo.

Esta reunión -el óenach era un importante acontecimiento en el calendario de una sociedad rural, y era a la vez asamblea política, un mercado de feria (que es el sentido del óenach irlandés moderno) y una ocasión para festividades. De hecho, se correspondía de manera cercana al thing escandinavo e islandés. Los juegos y las carreras de caballos eran elemento esencial del óenach. Hay pocas dudas de que tenía carácter funerario al principio y que la 'feria' era mantenida en el lugar de un viejo cementerio tribal. La más famosa era el Óenach Tailten o 'Feria de Teltown' en el condado de Meath. La presidencia sobre el Óenach Tailten era una prerrogativa del rey de Tara celosamente guardada.

En el óenach el rey podía promulgar determinadas medidas y ordenanzas de emergencia específicas, por ejemplo en época de plagas, derrota o invasión extranjera. Pero la ley tradicional era adoptada por el pueblo y simplemente confirmada por el rey, que "se comprometía" con sus súbditos para su cumplimiento. También podía prometer al pueblo respetar un tratado o alianza hecho por él con otro tuath, así como atender a la hueste militar en ocasiones estrictamente definidas en las leyes. El compromiso (gell) y el rehén (giall o aitire). 'No existe rey que no tenga rehenes', dicen las leyes. Los juristas habían elaborado un sistema de precaución muy interesante, y un tipo de seguridad parece peculiar a la ley irlandesa. Ésta fue el naim (literalmente 'vinculante') -un tercer grupo de alto rango que garantizaba el cumplimiento de un contrato, no con la propia persona como rehén, sino con su "precio de honor" -la valoración material que la ley irlandesa hace del estatus de una persona. El pelotón armado de tal señor recobraría derechos o daños al embargar después de la forma legal debida sobre los bienes muebles de la parte incumplidora, de la cual también recuperaría el valor pleno de su "honor" perdido. Era claramente ventajosa para un hombre libre ser el céle de un poderoso señor, y esto no le colocaba en completa dependencia feudal. Su tierra permanecía en su propiedad, y el contrato de clientela podía finalizar a voluntad. constituía una ventaja para el señor tener muchos clientes, ya que ello incrementaba su 'honor' y con él, su estatus legal y su influencia política. Si fuera un miembro de una dinastía real, esto podría ser vital  para sus posibilidades de sucesión a la realeza.

Tal sistema dejaba poco margen al rey para involucrarse en la aplicación de la ley, a menos que él mismo o uno de sus clientes tuviera interés personal en el caso. El área limitada del tuath y la naturaleza íntima de las relaciones que lo obligaban colectivamente impidió su evolución siquiera hacia un embrión de estado. De hecho, era, por definición, un reino: "que no es tuath, lo que no tiene rey", decía otra máxima legal; pero el rey no tenía ejército -simplemente una guardia personal de mercenarios y su séquito de clientes nobles -y no tenía oficiales además de su rechtaine o senescal que recaudaba sus ingresos personales. sus funciones principales eran actuar como líder en la guerra, y representar al tuath en sus relaciones externas, lo cual de nuevo era realizado sobre una base personal entre los reyes.

El tránsito del paganismo debe haber significado un declive en el poder real, ya que, aunque gran parte del aura sagrada puede haber quedado, el rey fue privado de sus funciones sacerdotales. El cristianismo triunfó en Irlanda sin el apoyo activo de los reyes, aunque sin encontrar una violenta hostilidad en muchos de ellos.

Se creía originalmente que los reyes irlandeses eran de naturaleza divina, e iban a verse indicios claros de nombres de deidades célticas en los linajes medievales. La realeza está, de este modo, confinada a una familia particular dentro del tuath. La familia, como cualquier otro fine, eran un extenso grupo de parentesco agnaticio que incluía primos segundos y terceros. La primogenitura no era reconocida en la ley irlandesa, aunque el seniorato en la línea masculina era el criterio normal para la jefatura de la parentela. Para el acceso a la realeza, sin embargo, tenían que tomarse en consideración otras cualidades.

 El fine irlandés era muy similar a la "familia unida" hindú. La tierra hereditaria no podía ser alienada. A la muerte de un hombre normalmente era dividida entre sus hijos, y si no tenía ninguno se distribuía entre sus siguientes familiares en proporción fija. Para la mayoría de los propósitos reales, la parentela real eran el derbfhine (literalmente, el fine "cierto" -grupo que incluía primos hermanos y se extendía sobre cinco generaciones. Las ramas más distantes del fine solo eran tenidas en cuenta cuando la familia más cercana se había extinguido. Para la sucesión a la monarquía también el derbfhine formaba el círculo mágico dentro del cual todos eran técnicamente rígdamnai, "la materia del rey" -término, a menudo traducido como "heredero real", que presta un falso aire de certeza al derecho de sucesión. En efecto esto significa que cualquiera cuyo bisabuelo hubiera sido rey, era teóricamente apto para la elección. Al contrario que los merovingios, los irlandeses no extendieron a la monarquía la división equitativa entre herederos que se aplicaba en la ley de propiedad: el pequeño tamaño de los tuatha habría hecho esto bastante inútil. Sin embargo, en contadas ocasiones, el reino el reino era dividido entre dos pretendientes para evitar enemistades y sus consecuentes fingal o matanza de parientes, y así tenemos noticias de personajes con el título de leth-rí ("medio rey", pero el idioma irlandés indica uno de un par: por tanto, habría que traducirlo como "rey-conjunto").

El proceso real de elección no está descrito del todo en ningún lugar. En los primeros tiempos la decisión probablemente residía en los Féni, los hombres libres poseedores de tierras, como totalidad -la categoría designada en las leyes como nemed, "sagrado", y que tenían encomendado participar en el óenach. Hogan dice que "no hay evidencia de que se siguiera un procedimiento definitivo de elección, con el resultado de que, en la práctica, la dinastía frecuentemente se dividía en facciones en tales ocasiones, y la elección de un gobernante se convertía así en una lucha de facciones, en la que los candidatos rivales frecuentemente invocaban la ayuda de príncipes de los reinos vecinos. De este modo a la miseria de las discordias dinásticas se añadían los horrores de la invasión desde el exterior. Cita una disposición de un tratado legal que requería al bóaire hospedar al linaje o linajes (cénel) con sus correspondientes séquitos durante 3 noches con ocasión de una elección real. No está claro si la palabra cénel es aquí singular o plural, y por tanto si se refiere a la dinastía real o a otras estirpes también. El cénel parece haber sido un grupo bastante más grande que el fine, y probablemente se refiere en general a las grandes familias aristocráticas, particularmente las de sangre real, que eran cuidadosas en preservar sus genealogías y eran conscientes del parentesco incluso más allá de las amplias fronteras del fine legal. El bóaire era el tipo de granjero próspero, el más alto grado de patán u hombre libre. El último comentario asigna este deber de hospitalidad al briugu, al oficial de hospedaje del tuath -que normalmente estaría extraído de la clase de los bóaire. Además establece que si hay varios candidatos para la realeza todo el tuath se reunirá en su residencia y mantendrá consejo durante tres días y tres noches; pero esto, en común con tantos de los comentarios, es probablemente una elaboración imaginativa de las escuelas de leyes medievales posteriores.

De hecho, como ha sido insinuado por Mac Firbhisigh, la elección habitualmente debe haber sido conocida de antemano, dependiendo del número de clientes controlados por los candidatos. Los que habían entrado en el contrato de "clientelismo básico" habían perdido, en cualquier caso, su derecho al voto, y los "clientes libres" que formaban el séquito de un príncipe difícilmente pueden haber sido agente libres. Incluso si en el borroso pasado hubiera existido una democrática elección libre por los Féni (y no sabemos cuán tan extensa proporción de toda la población representa eso), hace tiempo que había dejado de ser una formalidad, excepto en la medida en que los clientes retenían el derecho legal a transferir su alianza a otro señor.

El principio de primogenitura llegó a ser en los siglos X y XI para ser aceptado como la formula normal de sucesión para un feudo en la Europa feudal, pero solo fue muy lentamente reconocido como el método adecuado para sustituir la elección a la corona en Francia e Inglaterra, y nunca fue reconocido del todo en Alemania. Además de privar al "pueblo" (de hecho los nobles) de una influencia decisiva, tuvo la desventaja práctica de que podía significar encomendarle el reino al cuidado de un niño o un imbécil. En el curso del tiempo, sin embargo, quedó claro que en general era menos perturbador para la paz del reino que cualquier otro sistema, en una sociedad que consideraba la monarquía como la única forma posible de gobierno. Cuando el gobierno gaélico se puso en contacto con el feudalismo anglo-normando en la Edad Media Tardía, los reyes irlandeses parecen haber intentado introducir la primogenitura, pero fracasaron consecuentemente por la insistencia del derbfine en sus derechos tradicionales. Esta fue la piedra sobre la que iba a fundarse el esquema de Henry VIII de atraer a los señores irlandeses nativos a la "civilización" mediante el proceso de someter y volver a conceder.

Se acostumbra a pensar que la institución del "tanistry" por la que el sucesor de un rey irlandés, su tánaise, era nombrado durante su reinado, fue un contraataque deliberado por los irlandeses a la certeza de la sucesión anglonormanda. Pero no está claro que el oficio de tánaise fuera mucho más viejo. El tratado del siglo VIII, Críth Gablach, dice de él: "Tánaise de un rey, ¿por qué es llamado así? Porque todo el tuath le mira para la realeza sin lucha". La palabra tánaise significa "segundo", pero originalmente era un participio pasado "esperado". El verbo en este contexto, fris-aicci "esperar con interés" es paralelo en galés, donde una palabra afín, gwrthrychiad, se encuentra como título de un presunto heredero, aunque más tarde fue sustituida por edling, un préstamo del anglosajón aetheling. En los monasterios irlandeses el prior era llamado tánaise abb, traducido como secundus abbas, que a su vez dio una nueva palabra irlandesa, secnap, y el galés Asser se refiere a Alfred el Grande como habiendo actuado en su juventud como secundarius para su hermano, Æthelred, rey de Wessex.

Estas peculiares instituciones se encontraban a través de toda Irlanda y parecen haberse aplicado a cada tuath. Para la mayoría de ellos tenemos suficientes indicios genealógicos y analísticos para demostrar la unidad de la politeia que subyace debajo de la aparente fragmentación del país. Beda nos cuenta, y su información es confirmada por otras fuentes, que los pictos de Escocia (a los que los irlandeses llamaban Cruithni) tenían un sistema muy extraño por el cual la sucesión al reino dependía de la herencia a través de la línea femenina -la sucesión matrilineal. No hay rastro de esto en los documentos históricos en relación con Irlanda -ni incluso en el caso de aquellas tribus y reinos irlandeses que eran conocidos como Cruithni- tales como los Dál nAraidi de Antrim, los Uí Echach de Down o los Loígis de Leinster. Que las raíces de la realeza irlandesa eran tribales es innegable.  La ley era tribal también en cuanto que ningún hombre, con la importante excepción de los hombres del saber, tenía una posición legal fuera de su propio tuath. Pero en tanto que el tribalismo puede implicar diferencia de lenguaje y costumbre, es una descripción inapropiada e inadecuada de la sociedad irlandesa. Además, ningún tuath era una isla: todos estaban enlazados juntos en federaciones, justo como las tribus de la Galia de César estaban agrupadas bajo la hegemonía de los eduos, secuanos y remos. Todos los reyes estaban, o bien aliados a reyes supremos o bien ellos mismos ejercían la supremacía sobre otros reyes subordinados.

III. Reyes y Altos Reyes

Durante los primeros siete siglos de su historia, y probablemente durante varios siglo más, Irlanda sufrió conquistas extranjeras. El sueño de Agrícola de someter el país con una única legión quedó sin completarse, y los nórdicos, por todas las perturbaciones que causaron, no hicieron conquistas territoriales con consecuencias. Las ciudades que ellos fundaron a lo largo de las costas introdujeron un importante y nuevo elemento en la vida irlandesa, que afectó considerablemente la economía y finalmente la estructura de la sociedad, pero quedaron como una característica extraña. Solo hay uno o como mucho dos ejemplos de que algún pequeño reino incluso desapareciera bajo el impacto de sus incursiones. El gobierno irlandés permaneció intacto. Ocurrieron cambios, por supuesto, pero estos se produjeron imperceptiblemente de siglo en siglo, y fueron oscurecidos de la vista tanto de las generaciones contemporáneas como de las posteriores mediante la arqueización deliberada por parte de las clases eruditas. Los estudiosos irlandeses medievales interpretaron el pasado a la luz de los ideales del presente; y esos mismos ideales estaban inspirados en gran medida, en los mitos del pasado. Con el declive de la erudición latina, después del siglo IX, las escuelas monásticas se volvieron cada vez más hacia los estudios vernáculos y seculares, y su erudición creció instrospectiva, pedante e interesada. Se parecía a una bestia del Libro de Kells, comiendo su propia cola, y se retorcía en un admirable patrón que no poseía sino una tenue relación al modelo original en la naturaleza. Los irlandeses se afirmaban en su conservadurismo y no veían una razón válida para cambiar su modo de vida o su sistema de gobierno.

Fue un sistema que tenía una apariencia superficial de extrema fragmentación, pero que, no obstante, estaba relacionado en un patrón coherente. Además, este esquema, data de los mismísimos comienzos de la historia irlandesa. En ningún periodo para el que tengamos suficiente información ( y la información contemporánea se vuelve relativamente abundante durante el siglo VII), encontramos ninguno de los numerosos y en apariencia autónomos tuatha, existiendo en espléndido aislamiento.

Críth Gablach, Uraicecht Beoc y otros tratados legales están de acuerdo en una jerarquía de reyes, aunque, a veces difieren en los títulos precisos dados para los reyes supremos y los altos reyes. El  (que se corresponde con el galo rīx, rīgos, y afín al latino rēx) era en esencia el rey de un único tuath -rí tuaithe. El rí tuath o rey de varios tuatha era llamado también rui rí, "gran rey". En algunos documentos la confederación de tres o cuatro tuatha bajo tal rey supremo recibe el término de mór-tuath o "gran tuath". Tales mór-tuatha formaron la base territorial de la mayoría de las diócesis eclesiásticas establecidas en el siglo XII -un asentamiento que refleja la relativa pérdida de estatus que los pequeños reinos habían sufrido por esa fecha.

En el periodo irlandés antiguo, no obstante, el rí tuaithe, insignificante a escala nacional, era el auténtico rey. Incluso el más poderoso de los Altos Reyes era básicamente el gobernante de un único tuath, y no ejercía ninguna autoridad directa fuera de él. En las edades posteriores esta multiplicación de monarquías causaba bochorno a los patrióticos irlandeses que habían sido educados en las glorias de la alta realeza de Irlanda centrada en Tara. Así, a principios del siglo XVII los Cuatro Maestros, en su gran compilación Los Anales del Reino de Irlanda (Annála Ríoghachta Eíreann) rebajaron consistentemente a los reyes de los pequeños tuatha al estatus de "señor" o "jefe" -tigherna o taoiseach (en irlandés antiguo, toísech denota al cabeza de un cénel en su capacidad como líder de una banda guerrera. Más avanzado el siglo el erudito Roderick O'Flaherty adoptó una perspectiva más histórica y reivindicó la pretensión de los más pequeños de esos gobernantes a su título al citar antecedentes respetables: el rey Odiseo de Ítaca y Néstor, rey de Pilos y los 30 reyes de Canaán muertos por Josué. Él estaba tan firmemente comprometido como los Cuatro Maestros con la teoría de la Alta Realeza de Irlanda, y opuso una enérgica defensa de su realidad como contra el sombrío bretwaldato que se suponía que había existido durante la heptarquía anglosajona.

Un tratado legal muy antiguo titulado Miadslechta afirma que el rey supremo (al que titula rí ríg, "rey de reyes" debería tener siete reyes subordinados -que ciertamente es una esquematización imaginaria- y que tiene derecho a una multa de un cumal de cada uno de ellos que falle en asistir en la fiesta de la cerveza, su óenach o su dál. La diferencia concreta entre óenach y dál no está bastante clara, pero esta última parece haber sido una conferencia relacionada principalmente con negocios legales y políticos. Otro tipo de asamblea era el airecht o asamblea pública de hombres libres que a menudo asumía las funciones de tribunal de justicia. En tiempo posteriores, con la feudalización de la sociedad gaélica, la asistencia a ésta estaba limitada a la más alta nobleza y en particular a los reyes subordinados y los jefes (ur-ríg)  en consejo con su señor, de modo que los isabelinos confundieron los términos airecht y ur-ríg (en el irlandés moderno del periodo aireacht y oirriogh), transfiriéndolos ambos como "urraght".

Las leyes concuerdan en reconocer un tercer y más alto grado de rey, llamado diversamente, triath, réthe, ollam ríg ("el más grande de los reyes"), rí ruirech ("rey de reyes supremos"), o rí cóicid ("Rey de un Quinto", es decir, de una de las provincias en las que se dividía Irlanda). Es costumbre referirse a estos como reyes provinciales: tales como el rey de Leinster, de Munster, o de Connacht. Pero debe tenerse en mente que el término cóicid, "quinto", no tenía ninguna de las connotaciones despectivas de las palabras inglesas "provincia" o "provincial". Para el rí cóicid, todos los reyes, directamente o a través de los reyes intermedios que eran sus señores, eran súbditos, cuando no tributarios. Pero el remate final para esta ordenada estructura jerárquica, el Alto Rey de toda Irlanda, es destacado por su ausencia de los tratados legales, aunque aparece frecuentemente en los comentarios posteriores. El título ard-rí, "alto-rey", no es muy antigua, ni es encontrada en los textos legales. No tiene un significado preciso, y no implica necesariamente la soberanía de Irlanda: hay frecuentes referencias al Alto Rey de Ulster, de Connacht, o de Leinster, por ejemplo (ard-rí Ulad, ard-rí Connacht, ard-rí Laigen), y en poesía puede decirse de cualquier rey supremo.

El tratado Críth Galach tiene mejores nombres para los tres grados de rey: rí benn "rey de las cumbres (o cuernos)", rí buiden "rey de bandas", y rí bunaid cach cinn ("el rey máximo de cada individuo"):
"El rey de las cumbres, primero, ¿por qué es llamado así? Es el rey de un tuath (rí tuaithe) que tiene los siete grados de los Féni con sus subdivisiones en clientela, pues ellos son las cimas de señorío que hemos enumerado. Siete cumala su precio de honor, un cumal por cada grado principal que está bajo su autoridad..."
"El rey de bandas, ¿por qué es llamado así? Porque es el líder de dos bandas o de tres, setecientos en cada banda. Él es el rey de tres tuatha, o de cuatro. Ocho cumala es su precio de honor, ya uqe se hace cargo de una pluralidad de rehenes, dos, tres o cuatro..."
 "El rey máximo de cada individuo, ¿por qué es llamado así? Porque cada individuo que no está sujeto por su propio señor, queda bajo su autoridad coercitiva, pues cada uno que es más fuerte le ayuda a quien es más débil. Él es el rey de los reyes supremos (rí ruirech). Dos veces siete cumala es el precio de honor, ya que los reyes y tuatha están bajo su autoridad y su control."
Las relaciones entre reyes estaban conducidas a través de líneas personales mucho más de acuerdo con el patrón de sociedad dentro del tuath. En efecto, los reyes estaban en la posición de céli o clientes hacia su señor. Así, es en cierto modo difícil hablar de política o de estados como tal. Al igual que la ley irlandesa que, en común con los sistemas más primitivos, no distinguían entre casos civiles y criminales, así había poca diferenciación entre asuntos públicos y privados. El rey entraba en un contrato con otros reyes, y éste era formalmente ratificado por su tuath, en cuyo nombre había actuado. Él se comprometía a pagar una cierta cantidad de tributo a su señor, atender su óenach, y dirigir las fuerzas de su propio tuath en un alojamiento legal llamado por su señor. Los rehenes -habitualmente miembros de su propia familia- garantizaban que cumpliera sus obligaciones. Es fácil ver como la lealtad del pueblo se concentraba así en la persona de su propio rey. Si eran, tradicionalmente un estado vasallo subordinado, podían aceptar como correcto y apropiado que su rey pagara tributo al rey de Cashel o de Tara y le apoyara particularmente en batalla, pero difícilmente se esperaría que sintieran un vínculo personal con este último, particularmente si un rey intermedio se interponía entre él y su propio gobernante. Si el soberano intentaba afirmar su autoridad directa sobre ellos, o incluso ejercer su influencia en asuntos de sucesión dinástica, estaba seguro de encontrarse con su hostilidad. Así, incluso el patriotismo provincial tardó en desarrollarse.

En todas las culturas medievales, se ponía el énfasis en lo concreto antes que en lo abstracto. cada transacción era concebida en términos personales. En las ceremonias feudales de investidura, la legalidad del acto de homenaje dependía de la actuación política de la mímica simbólica: la colocación de las manos del vasallo dentro de las de su señor, la entrega de un terrón de tierra, un estandarte, o el báculo y el anillo episcopales. También así en Irlanda, el mismo acto de entrar en la casa de un rey se convirtió en un reconocimiento formal de soberanía, y el intercambio de regalos había llegado a formalizarse en un sentido similar al descrito en "El Mundo de Odiseo" de M. I. Finley.

De hecho, los regalos entregados ceremonialmente por el señor a su rey subordinado eran incluso más importantes como símbolos de soberanía de lo que lo era el tributo pagado por este último. Los tributos y los regalos recíprocos son descritos en detalle en El Libro de los derechos -composición cuya fecha relativamente tardía ha sido establecida ahora- difícilmente fue escrita mucho antes del siglo XII. En gran medida proporciona una imagen muy idealizada de las relaciones mutuas entre los reyes de Irlanda y el alto rey, pero la cantidad de regalos entregados por el alto rey  y los reyes provinciales a sus subordinados  no pueden descartarse como totalmente irreal. Poseemos una descripción más antigua, que data probablemente del siglo IX o X, de las responsabilidades mutuas del rey de Cashel y sus reyes subordinados, que concuerda con el Libro de los derechos, en sentido amplio, aunque los detalles son menos elaborados. La Anábasis de Jenofonte proporciona otro paralelo desde Persia. El pretendiente, Ciro, habiendo reducido al gobernante local de Tarso a la sumisión, le concede regalos cuando eran prerrogativa del real darlos (un caballo con una brida de oro, una cadena dorada, brazaletes, una daga dorada y un traje persa, a cambio de una fuerte contribución hacia los gastos de su expedición contra el rey, su hermano. Esos dones son evocadores de los caballos, sabuesos, corseletes, espadas, vestidos y otros presentes enumerados en el Libro de los derechos, y allí son denominados tuarastal, "salarios" o "estipendios". En los documentos más antiguos el pago hecho cada siete años por el reyes de Cashel a sus reyes subordinados era calculado en cumala, sin ninguna descripción de regalos individuales. De modo significativo es llamado rath. Este era el término legal para el regalo o tenencia de existencias concedida por un señor a su cliente, y que establecía el nexo contractual entre ellos. Como en los contratos privados, eran necesarios compromisos y garantías para cimentar la relación. Los rehenes perderían sus vidas a manos del rey de nivel superior en caso de defección o rebelión.

Tan impreciso sistema de federaciones tribales dejó poco espacio para el gobierno o control directo por los más altos de los reyes supremos. Pero aseguró una cierta cantidad de cohesión sobre un área relativamente amplia. Los cóiceda o Quintos parecen haber sido entidades políticas identificables desde los mismísimos comienzos -su existencia, como dice MacNeill, es el hecho más temprano y mejor atestiguado en la historia irlandesa. Por supuesto, el tributo fue a veces rechazado, y muchas de las "guerras" que ocupan tanto espacio en los anales son simplemente expediciones realizadas por un rey superior para recaudarlo por la fuerza (y sin duda, para arrancar un poco más para compensarle por sus molestias). Algunos pueblos con tradiciones legendarias de glorias prehistóricas parecen haberlo considerado como un punto de honor para no dar su alianza hasta que un rey hubiera demostrado su habilidad para recaudar sus tributos en persona. En general, no obstante, los pueblos tributarios eran más propensos a ofrecer su apoyo a un rey supremo rival que intentar pedir completa autonomía. Alguno de ellos, ciertamente, tales como Múscraige en Munster y los Fothairt y Loígis en Leinster, parecen haber disfrutado de una relación del tipo "nación más favorecida" con la dinastía dominante, como tribus vasallas que eran particularmente fiables. A menudo se ha afirmado que estas tribus vasallas eran residuos de habitantes pre-célticos o en todo caso pre-goidélicos de Irlanda, pero como hay un lapso de muchos siglos entre las hipotéticas invasiones celtas de la prehistoria y el periodo de plena documentación histórica, tales teorías se demuestran incapaces de ser probadas.

La tribu dominante o dinastía de una provincia normalmente se dividía en varios reinos. Bajo la forma de gobierno dinástico desarrollada del periodo irlandés antiguo, los reyes que pertenecían a la misma dinastía que el rey supremo de una provincia reconocían su soberanía, ciertamente, al aceptar el rath o el tuarastal, pero no pagaban ningún tributo. En el Libro de los derechos tales reinos son denominados sáer-thuatha, en oposición a los que pagaban tributo, dáer thuatha. En las genealogías los reinos no gobernados directamente por miembros de la dinastía dominante de una provincia son llamados comúnmente fortuatha "tribus externas". Es difícil distinguir éstas de las aithech-thuatha o "tribus no libres". Mientras que la palabra aithech-thuatha puede ser un término despectivo para los reinos tributarios, su definición más precisa parece relacionarse con grupos de población que había perdido la posición política real y eran simples comunidades que pagaban rentas sin un rey de los suyos. La palabra aithech significa un pagador de rentas, "un patán", "un granjero", y también "un vecino". Pero la extensa distinción entre reinos "libres" y los sujetos a tributos es, sin embargo, otra reflexión del orden social en las esfera política, pues hay una evidente analogía entre esos dos grados de reinos subordinados, y los clientes "libres" e "inferiores" en la estructura interna del mismo tuath. Como el tributo era generalmente calculado en ganado, las "guerras" tendían a se primordialmente incursiones en busca de ganado. La expresión táin bó, "conducción de vacas", es un título común para las sagas. Y del mismo modo que los nobles se alojaban en sus clientes inferiores entre Año Nuevo y Shrovetide (=los tres días antes del Miércoles de Ceniza), así, una prerrogativa del rey supremo era el derecho a hacer un circuito de sus tuatha vasallos y ser hospedado por sus reyes subordinados.

Una de las paradojas de la historia irlandesa es que aunque se consideraba que la división del país en cinco Quintos databa de una antigüedad inmemorial, y aunque cóiced permanecía como nombre universalmente aceptado para una provincia, en ninguna época quedó bastante claro cuantos Quintos existieron de hecho. Esta confusión se debía a la destrucción en el alba de la historia del Quinto de Ulster (cóiced nUlad) con su capital ceremonial en Emain Macha, cerca de Armagh, las antiguas glorias del cual eran el tema favorito de la literatura de saga hasta el siglo XII. La expansion de la dinastía de Tara de los Uí Neill había disuelto el antiguo Quinto, y hacia el fin del siglo VII el Ulaid o los Hombres de Ulster estaban confinados al área al este de los Bann, aunque reteniendo todavía su posición como cóiced.

Los Quintos originales eran con toda probabilidad Ulaid (Ulster), Laigin (Leinster), Mumu (Munster), Connachta (Connacht), y Mide. el último citado posiblemente incluía Tara, aunque Mide propiamente dicho (el nombre simplemente significa "el medio") comprendía Westmeath, Longford y parte de Offaly, mientras que el moderno condado de Meath con las porciones adyacentes de Louth y Dublin septentrional fue conocido en el periodo irlandés antiguo como Brega ("las alturas"). Mumu es un nombre geográfico de origen desconocido, pero Ulaid, Laigin y Connachta son nombres tribales o de población. Ulaid y Laigin, son, gramaticalmente hablando, nominaticos plurales como los galos, Aedui, Sequani, o los germanos Bayern, Sachsen, Schwaben. Connachta es un nombre aplicado originalmente a la dinastía gobernante y sus subdivisiones, y solamente en un sentido secundario, a la totalidad de la provincia sobe la que ellos mantenían su dominio. Del mismo modo, los términos Laigin y Ulaid tienen ambos un sentido reducido y otro más amplio: el primero tribal, y el segundo político y geográfico.


Los Cinco "Quintos" (Provincias) de Irlanda

Cuando los Uí Neill hicieron buena su pretensión a ser altos reyes de toda Irlanda -y esto parece haber llegado a ser  la doctrina aceptada de las escuelas hacia el siglo X- se sentía que el rey de Tara no podía ser clasificado más tiempo como gobernante de un mero cóiced. Para encontrar un quinto "Quinto" se elaboró la teoría de que Munster, la más grande de las provincias, contenía dos Quintos. Al principio, la división fue en este y oeste, que reflejaba hasta cierto punto una polarización política y geográfica real; pero en el siglo XII había tenido lugar una partición real de la población entre el reino O'Brien de Thomond (Tuadmuma = Munster septentrional) y el reino MacCarthy de Desmond (Desmuma =Munster meridional). Si Mide fue contabilizada una vez más como un Quinto, se obtuvo una division de seis partes, que es un esquema reflejado en muchos textos irlandeses así como  en la Topographia Hiberniae de Giraldus Cambrensis y en la anónima Canción de Dermot y el Earl. Debido a su interés amateur en las antigüedades irlandesas Giraldus cometió el error de tratar al viejo  Quinto de Ulster extendiéndose sobre la totalidad del norte como una realidad política viviente, que no llegaría a existir de nuevo hasta que los Uí Neills asumieron el título de "rey de Ulster", al final del siglo XIII.

Sin embargo, se encuentra otra división en el Libro de los derechos -una heptarquía que consistía en Ailech (capital de los Uí Neill septentrionales, de Donegal, Derry y Tyrone), Airghialla (originalmente un estado satélite de los Uí Neill centrado en Armagh, Fermanagh y Monaghan, Ulaid, Temair (Tara, es decir, los Uí Neill meridionales), Laigin, Caisel (Cashel o Munster) y Connachta. Esta composición está relacionada en gran medida con expresar que Cashel, antes que Tara, tenía mejor pretensión para ser la sede de la alta realeza de Irlanda: refleja el éxito de Brian Bóruma y sus descendientes, los reyes O'Brien de finales del siglo XI. De ahí, la posición independiente acordada para Airghialla, que no es apoyada por otras fuentes. Corresponde a la realidad contemporánea, no obstante, en la que las ramas septentrional y meridional de la gran dinastía Uí Neill, habían perdido por entonces cualquier sentido de propósito común.


La Irlanda de los Siete Reinos (Ailech [Uí Neill del Norte], Airghialla, Ulaid, Mide [Uí Neill del Sur], Leinster, Connacht y Munster )

El que, a pesar de esta complicaciones, sobreviviera el término cóiced (incluso hoy la palabra cúange es usado en irlandés para indicar las provincias, ahora cuatro en número ), atestigua la fortaleza de la antigua tradicional, y demuestra que aunque la alta realeza no se remonta a tiempos prehistóricos, sin embargo, el país no era un simple puzzle de tribus recíprocamente hiostiles. Como Alwyn y Brinley Rees han dicho, un Quinto implica una totalidad.


BIBLIOGRAFÍA:

FRANCIS J. BYRNE: Irish Kings and High Kings, 1973.

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