1. La región de Chad como
cruce de caminos
Para
una comprensión más clara dentro del significado de los hechos históricos,
habría sido deseable un relato preciso de los cambios climáticos que ocurrieron
durante el periodo en proceso de revisión. De hecho poco se sabe del clima del Sahel (zona ecoclimática y biogeográfica de transición entre el desierto del Sahara en el norte y la sabana sudanesa en el sur) durante el primer milenio de la era cristiana. No obstante, hay varias indicaciones de que las
condiciones climáticas durante ese periodo eran, en conjunto, mejores que las
que predominan ahora. Particularmente notable es el hecho de que, entre el
siglo III y el comienzo del siglo XIII de la era cristiana, las aguas del lago
Chad fluyeron casi continuamente en el Bahr al-Ghazal, lo que presupone que el
nivel del lago excedió de 286 m. Además, J. Maley considera, a la luz de varias
informaciones, que tuvo lugar un periodo húmedo a mediados del primer milenio,
y que la región saheliana sufrió una fase árida en el siglo XI. El área de
contacto entre los pueblos sedentarios y nómadas deben, por tanto, haberse
extendido más al norte que en el presente.
Por
otra parte, no puede darse por sentado que la región del lago Chad fue siempre
un cruce de caminos para el comercio y las intercambios fructíferos. Datos
actualmente disponibles para la expansión de las técnicas metalúrgicas sugiere
que algunas poblaciones en la región permanecieron mucho tiempo aisladas de las
tendencias innovadores más importantes. La principal división a este respecto
estaría entre el oeste y el este, más que entre el norte y el sur. En efecto,
se sabe ahora que, al sur de Aïr en Ekne Wan Aparan, técnicas de fundición de
hierro eran conocidas en época tan temprana como –540±90, fecha que concuerda
estrechamente con la de –440±140 obtenida en Taruga (cultura Nok) en Nigeria
central. En la región de Termit, entre Air y el lago Chad, parece haberse
practicado la metalurgia en el siglo VII
antes de la era cristiana. No obstante, las técnicas del trabajo del hierro
fueron adoptadas mucho más tarde. En Koro-Toro, entre el lago Chad y Tibesti,
han sido descubiertos vestigios de una cultura basada en la metalurgia del
hierro. Conocida como haddad a partir
del término árabe para “herrero”, esta cultura floreció solamente entre los
siglos IV y VIII de la era cristiana. La cerámica pintada encontrada en los
mismo lugares apunta hacia afinidades con las dos mayores civilizaciones del
Valle del Nilo: Meroe y Nubia durante su periodo cristiano. Otros datos están
disponibles para la región alrededor de la orilla meridional del lago Chad. De
acuerdo con informaciones relativamente poco fiables, el hierro no iba a ser
encontrado en el importante lugar de Daima hasta el siglo V o VI de la era
cristiana y fue más tardío antes de que se adoptaran las técnicas de fundición
del hierro. Estas pocas indicaciones en relación con la arqueología del hierro
muestran que, anterior a la fundación de Kanem, la región del lago Chad era
notable más por sus divisiones y niveles no igualados de desarrollo que por
cualquier factor unificador.
Un proceso de cambios más
raros y espectaculares parece haber comenzado alrededor de mediados del primer
milenio de la era cristiana. Se desencadenó probablemente de manera indirecta
por la introducción del camello en el área, bien desde norte de África o bien
–como parece más probable- desde el Valle del Nilo, y su adopción por los
Zaghawa o los Tubu. Estando adaptado mucho mejor a las condiciones naturales
imperantes en el Sahara que lo haría el caballo, el camello hacía las largas
travesías por el desierto perfectamente factible, y podía transportar cargas
relativamente pesadas además. Entre el Fēzzan
y la región del lago Chad, las
condiciones naturales eran particularmente propicias para cruzar el Sahara:
toda una serie de pequeños oasis y pozos naturales y, a medio camino, el vasto
oasis de Kawar, proporcionó una ruta caravanera ideal.
Otra oportunidad para el
comercio era con el Valle del Nilo a través de Darfur y Kordofan. En ausencia
de cualquier dato arqueológico preciso relativo a esas rutas uno solo puede
conjeturar; parecería que en el periodo más antiguo el comercio con el Valle
del Nilo era más imiportante. Por otra parte, la existencia del antiguo reino
de los Garamantes en el Fezzan era indudablemente una factor de primer orden en
la organización del comercio de larga distancia; pero de nuevo la ausencia de
evidencias relativas a los oasis meridionales de Fezzan y Kawar, donde son
visibles restos de fortificaciones de fecha incierta a simple vista, hace
cualquier conclusión positiva dudosa.
Parece, sin embargo, que
en fecha tan temprana como el siglo VII de la era cristiana al ruta sahariana
central fue recorrida por pequeñas caravanas procedentes de Fezzan, ya que el
famoso conquistador árabe ‘Ukba b. Nafi’ habría encontrado difícil penetrar
hasta Kawar, lo cual fuentes del siglo III/IX afirman que hizo-; el camino no
habría sido trazado antes de él, ni por mercaderes bereberes ni zaghawas.
Ciertamente, el oasis de Kawar no era el destino final de esas caravanas y los
comerciantes sin duda ya habían pasado más allá de él, para alcanzar al región
del lago Chad. En épocas posteriores la ruta del Sahara central llegó a ser más
importante persiguiendo el establecimiento del comercio regular entre el área
del lago Chad y la costa mediterránea que siguió a la conquista islámica y el
ascenso de los estados musulmanes en el norte de África y más tarde en el
Sahara.
En el sur, alrededor del
lago Chad, toda una serie de factores, incluyendo no solo la expansión del
comercio sino también el desarrollo de mejores armas y herramientas, y la
evolución nuevos modos de vida para hacer frente a las circunstancias
cambiantes, iban a conducir a la fundación y expansión de una vasta entidad
política, Kanem-Bornu, cuyo poder unificador y capacidad para la innovación
ayudó a determinar el destino de la región entera hasta el comienzo de la era
colonial.
2. Los inicios del Imperio de Kanem-Bornu: el reino Zaghawa
2. Los inicios del Imperio de Kanem-Bornu: el reino Zaghawa
En
el siglo XII, la parte más importante de la región del lago Chad queda bajo el
dominio de un poderoso reino, Kanem. Probablemente existían otros reinos en el
área en ese tiempo, y una variedad de pueblos vivían allí en clanes separados o
grupos étnicos. Kanem era conocido en tiempos muy antiguos para los viajeros y
geógrafos árabes y era la única entidad política de renombre internacional
entre los Nuba del Valle del Nilo y los Kaukau de la curva del Níger al oeste.
A tenor de las fuentes existentes y el estado de nuestro conocimiento, este
estudio tiene que ver necesariamente más con Kanem y los pueblos que vivían en
ese reino que con los de fuera, que no llamaron la atención de los cronistas y
sobre los que, por tanto, tenemos poca información.
Situación de Kanem-Bornu en África |
Kanem,
que es mencionado en varias fuentes externas desde el siglo IX en adelante,
también es distinguido por la existencia de una fuente interna: el Diwan de los Sultanes de Kanem-Bornu.
Los orígines del Diwan probablemente
datan de la mitad del siglo XIII. En ese tiempo los cronistas de la corte
comenzaron a poner por escrito hechos determinados relacionados con la historia
dinástica que anteriormente habían sido dictados por vía oral. Pero antes de
pasar a los sucesos de su propia era, los cronistas procedieron a hacer un
registro escrito de los elementos principales de una tradición que se remontaba
al fin del siglo X. Por consiguiente, el trabajo era traido constantemente
puesto al día hasta el fin de la dinastía Sēfuwa
en el siglo XIX; a la muerte
de cada soberano, se añadía un breve párrafo relativo a su reinado. Este método
de composición podía, después de seis siglos haber producido un voluminoso
trabajo. De hecho, el Diwan en su
presente estado consta solo de 5 páginas y media. Para estar seguros, el Diwan nos informa sobre todo de la
historia dinástica de Kanem-Bornu, pero es posible deducir de él ciertos
elementos relativos a otros aspectos de la historia de Sudán central.
Hay,
además, una cierta cantidad de información proporcionada pro los geógrafos
árabes. De valor particular para el estudio de la historia del Sudán central
son los registros de al-Idrīsī (escribiendo en 1154), Ibn Sa’īd († 1286) y
al-Makrīzī († 1442). Las dos series de informes se complementan en gran medida
uno al otro: los cronistas africanos proporcionan el marco temporal y los
geógrafos árabes la dimensión espacial.
Antes
de Ibn Sa’īd, la mayoría de los geógrafos árabes mencionan al pueblo Zaghawa
cuando se refieren al Sudán central (una expresión usada aquí como sinónimo de
la “región del Chad”. Hasta el siglo IV/X, autores árabes bien informados
sugieren que los Zaghawa mantuvieron un dominio sobre Kanem; sin embargo,
al-Idrīsī, escribiendo en el siglo VI/XII, da detalles que sacan a la luz su
naturaleza puramente nómada. Sin tener en cuenta las lecciones que hay que
aprender de las fuentes anteriores, los autores modernos frecuentemente minimizaron
el papel de los Zaghawa, bien considerándoles un grupo marginal, bien, por el
contrario, considerando que eran un grupo extremadamente amplio, semejante a
los Tubu de hoy día. Como se verá más
abajo, los Zaghawa experimentaron transformaciones radicales como resultado de
un cambio dinástico que tuvo lugar en Kanem a mediados de la segunda mitad del
siglo V/XI. El equilibrio étnico y la proporción de pueblos sedentarios a
nómadas dejó de ser la misma después de la llegada de la nueva dinastía en Kanem.
La
principal fuente interna, el Diwan
salatin Barnu, contiene una nomenclatura étnica que no puede ser comprobada
con la de las fuentes externas. Pues,
hasta el final del siglo VII/XIII, los cronistas de la corte real se esfuerzan
en indicar los nombres de los grupos étnicos del que proceden las sucesivas
reinas madres. Sabemos, por ejemplo que en los siglos IV/X y V/XI los reyes de
Kanem se casaron con mujeres de los Tomaghra, los Kay y los Tubu. Hoy, el
nombre Tomaghra se aplica a un clan que vive entre los Teda, los Kanembu y los
Kanuri. El nombre Kay denota un clan Kanuri, mientras Tubu es el nombre
genérico usado por los hablantes Kanembu para referirse a los Tada-Daza.
De
acuerdo con la hipótesis más probable, las tradiciones registradas en el Diwan cuentan las sucesivas alianzas
matrimoniales entre los reyes de Kanem y los diversos grupos nómadas cuyo valor
militar encontraron útil los primeros reyes para sostener su poder.
La
primera mención de Kanem en fuentes escritas iba a ser encontrada en un texto
de al-Ya’kūbī datado en 258/872. Este autor nos cuenta que en este tiempo Kanem
estaba bajo el gobierno de un pueblo llamado los Zaghawa. El mismo pueblo
también es mencionado por Ibn Kutayba († 276/889) sobre la base de un informe
que se remonta al comienzo del siglo II/VIII. A finales del siglo IV/X, otro
autor árabe, al-Muhallabī, da una gran cantidad de información sobre el rey de
Zaghawa desde el que está claro que las fronteras de su reino eran las mismas
que las del reino de Kanem. El gobierno Zaghawa sobre Kanem solo llegó a su fin
alrededor de 468/1075, cuando una nueva dinastía, los Sefuwa, llegó al poder en
el mismo estado y expulsó a los Zaghawa hacia el este, en la región donde se
encuentran todavía hoy. Pero, ¿cúal fue exactamente el papel que jugaron los
Zaghawa en la fundación de Kanem? Al-Ya’kūbī establece que los diversos pueblos
africanos occidentales de los que él tuvo conocimiento ‘tomaron posesión de sus
reinos’ después de una larga migración este-oeste:
“El
primero de sus reinos es el de los Zaghawa. Ellos establecieron en un lugar
llamado Kanem. Sus viviendas son cabañas rojas, y no tienen ciudades. Su rey se
llama Kakura. Entre los Zaghawa hay un clan llamado Hawdin: ellos tienen un rey
Zaghawa”
De
las expresiones explícitas del texto puede deducirse que los Zaghawa estaban
entre los habitantes más antiguos de Kanem, pero sin evidencias adicionales se
piensa que esto sería bastante improbable. La referencia a los Hawdin como un
clan particular entre los Zaghawa parece indicar, de hecho, que los Zaghawa
estaban lejos de ser un pueblo homogéneo. Parece
probable que una alianza dominante, que produjo tanto al rey de Kanem como al
rey de los Hawdin dio su nombre a la totalidad del grupo de pueblos establecidos
en ambos países.
Al-Muhallabī,
un siglo más tarde, aporta el importante detalle de que los Zaghawa (usando el
término en un sentido amplio) comprenden muchos pueblos. Mientras que no hace
referncia a una aristocracia dominante (los Zaghawa ‘verdaderos’) hace un gran
hincapié en la omnipotencia de su rey:
[Los
Zaghawa] veneran a su rey y le adoran en
lugar de Allah, el Más Grande. Imaginan que no ingiere comida. Sus sirvientes
lo toman para él secretamente en sus causas: ninguno sabe de dónde viene. Si
cualquiera de sus súbditos le ocurre que se encuentra el camello cargado de
vituallas, él es inmediatamente matado en el lugar […] Como tiene poder absoluto sobre sus súbditos, reduce a la esclavitud a
quien quiere […] La religión [de
los Zaghawa] es la adoración de sus
reyes: creen que son ellos quienes traen la vida y la muerte, la enfermedad y
la salud.
El
gran poder del rey de los Zaghawa, ya aparente desde el mucho más conciso
relato de al-Ya’kūbī, y el elaboradísimo ritual real descrito por al-Muhallabī,
debe ser el resultado de un considerable número de factores, como ya se ha
mencionado más arriba. También es improbable que Kanem fuera fundada como el
resultado de una invasión masiva por diversos emigrantes, como algunos
escritores han sugerido. La hipótesis más plausible es que un pequeño grupo de
gente desencadenara el desarrollo de construcción del estado en una región
donde las técnicas de trabajo del hierro se hubieran conocido desde el siglo IV
de la era cristiana (cultura haddad)
y donde la posesión de caballos no fuera solo la marca de un considerable
prestigio sino también una garantía de
un poder de combate superior. Equipados con armas de hierro, y teniendo la
ventaja de los contactos, no obstante rudimentarios, con el mundo exterior,
este grupo –sin duda los Zaghawa- gradualmente trajeron bajo su poder a los
pueblos agrícolas y pastoriles que vivían en la región al sur-este de Kawar,
entre el lago Chad y el Bahr al-Ghazal, la región conocida más tarde como
Kanem. La aristocracia Zaghawa dominante probablemente no habría nacido hasta
más tarde, aunque de acuerdo a esta
hipótesis, los Zaghawa como totalidad puede no haber sido étnicamente distintos
de los principales grupos de agricultores y pastores sobre los que ellos gobernaron
al principio. Parece haber sido solamente en un estadio mucho más tardío, en
tiempos de al-Muhallabī, que los diversos grupos étnicos se integraron en uno y
la misma estructura de estado.
Al-Idrīsī,
a mediados del siglo VI/ XII, distinguía entre el reino de Zaghawa y el de
Kanem y su testimonio ha engañado a muchos historiadores sobre el papel de los
Zaghawa en la región del lago Chad. En realidad, si los informes de al-Idrīsī
sobre el Sudán central son tomados en conjunto, si queda claro que yuxtapone
trozos de información relativas a dos periodos diferentes en la historia de
Kanem: el periodo de la dominación Zaghawa y el periodo Sefuwa. En lugar de
poner esos trozos de información en una perspectiva cronológica, el autor las
proyecta sobre el plano geográfico. Ibn Sa’īd, escribiendo en el siglo
VII/XIII, pone a los Zaghawa al este de Kanem, cerca de los Dadjo –donde viven
todavía hoy- y afirma que la mayoría de ellos estaban en ese tiempo bajo el
gobierno del rey de Kanem. A la luz de este conjunto de pruebas, encontramos,
al final, que es más natural explicar el surgimiento de los Zaghawa por el
nacimiento y crecimiento del estado de Kanem que postular que un grupo étnico
anterior, homogéneo y distinto de los otros grupos de la región, conquistaron
todas las comunidades indígenas y así trajo a la existencia al primer y más
exenso estado que fuera fundado entre el Nilo y el Níger.
Podemos
ir un paso más allá. Si es cierto que la historia de Kanem y la de los Zaghawa
forman un todo inseparable hasta el siglo V/XI, podemos deducir que la mención
más temprana de los Zaghawa, que debemos
a Wahb b. Munabbih, indica que el estado de Kanem ya existía en su época. Wahb
b. Munabbih (†c.112/730) era un de los más famosos tradicionistas del Yemen en
el periodo Omeya. Su prueba fue informada por Ibn Kutayba (213/828-276/889).
Además de los Zaghawa, los textos mencionan a los Nuba, los Zandj, el Fēzzan,
los Habasha, los Coptos y los Bereberes. El punto principal a destacar es que,
de acuerdo con esta antigua pieza de evidencia, los Zaghawa eataban
diferenciados tanto de los Fēzzan (sucesores de los Garamantes) y de los
Bereberes. Los Zaghawa son mencionados de nuevo a comienzos del siglo III/IX
por el gran geógrafo al-Khuwārizmī (†c.231/840), que les muestra en su mapa al
sur de el Fezzan y al sur del reino nubio de Alwa. Medio siglo más tarde, como
hemos visto, al-Ya’kūbī coloca el reino Zaghawa en Kanem. Por tanto,
al-Muhallabi no ha descrito el reino Zaghawa en gran detalle sin mencionar a
Kanem, podemos haber estado tentados de interpretar la referencia de al-Ya’kubi
a Kanem con el significado de que los habitantes de esa región habían
completado una importante estadio en el proceso general de asentamiento. Todas
las pruebas están dirigidas a demostrar que bajo el concepto de Zaghawa y el
de Kanem se sitúa allí, en realidad, un único e idéntico hecho histórico: la
primera mención de los Zaghawa, que data de principios del siglo II/VIII,
parece ciertamente indicar que el extenso estado en el límite meridional de la
ruta sahariana central ya existía entonces. Además, si es verdad que en el
siglo VII/XIII los tradicionalistas indígenas de Kanem tenían conocimientos
amplios de las genealogías reales y que indicios de su conocimiento iban a
encontrarse en el Diwan y en
información transmitida por al-Makrīzī a comienxo del siglo IX/XV, podemos
fechar incluso el comienzo del estado de Kanem hacia poco antes de la hidjra. La expedición a Kawar emprendida
por ‘Ukba b. Nafi’ en los primeros días de la conquista muestra la importancia
de los intercambios norte-sur en esta región. El control de esos intercambios
sin duda estaba en manos de un estado sudanés más allá del alcance árabe.
En
gran parte sobre la fuerza de la tradición oral, algunos autores han adoptado
la visión de que los Sao eran los habitantes
indígenas de Kanem, y que desde una fecha temprana estuvieron bajo la presión
de los pueblos nómadas más al norte. De acuerdo con esta teoría, los Sao, siendo un pueblo sedentario, vivían
en comunidades rurales –o incluso pequeñas ciudades fortificadas- y han estado
organizados en jefaturas desde tiempo inmemorial. Después de su sometimiento
por los nómadas Zaghawa, se cree que los últimos habrían aprendido de ellos las
formas de organización política que hicieron posible establecer un estado a gran
escala.
De
hecho, no obstante, ninguno de los supuestos que apoyan esta teoría de la
fundación de Kanem se basan en terreno firme. Ni la marcada división entre
nómadas y sedentarios, ni la distinción entre pueblos indígenas y extranjeros,
y lo que menos la existencia postulada de un pueblo Sao (o cultura) desde una
fecha temprana es una proposición sostenible. Los Sao aparecen en las fuentes
escritas por primera vez a mediados del siglo VIII/XIV (Diwan) y son mencionados por varios autores del siglo X/XVI: en ese
tiempo el término ‘Sao’ era usado para un grupo de pueblos establecidos al este
y sureste del lago Chad y que hablaban probablemente lenguas chadianas. Fue
solo durante su larga resistencia a la expansión de Kanem-Bornu cuando esos
pueblos desarrollaron las formas de organización política y social que les
dieron su carácter distintivo. Atribuir a los habitantes indígenas del antiguo
Kanem las características que fueron desarrolladas en épocas relativamente
recientes por los habitantes indígenas de Bornu (situados al oeste del algo
Chad) es por tanto un flagrante anacronismo.
Además,
no hay razón para asumir que existiera una marcada división, especialmente en
lo que respecta a características étnicas, entre pueblos nómadas y sedentarios,
o entre pueblos indígenas o foráneos, en la época del antiguo Kanem. Por
ejemplo, sería una afirmación totalmente arbitraria decir que los habitantes
indígenas de Kanem, como los Sao, hablaban un leguaje chadiano. Por el
contrario, puede haber un cierto grado de de afinidad cultural entre los grupos
nómadas y sedentario –tal como existe todavía hasta hoy entre los sedentarios
Kanembu y los nómadas Tubu y Daza (hablando lenguajes estrechamente
relacionados con el sahariano) –y si aceptamos esto, será más fácil entender
cómo una aristocracia como la de la
Zaghawa (que aún hoy hablan un lenguaje sahariano) pueden haber venido a
dominar al resto de la población sin la división entre dos grupos de pueblos convirtiéndose
en algo particularmente evidente para los observadores extranjeros posteriores.
El relato de al-Muhallabī –el único que incluye información sobre el modo de
vida- sugiere una coexistencia pacífica entre agricultores y pastores, estando
limitado aparentemente el poder de emprender acciones coercitivas al rey:
[El
reino de los Zaghawa] está bajo cultivo
de un extremo a otro. Sus casas son todas cabañas rojas, e igualmente el
palacio de su rey…Como tiene el poder absoluto sobre sus súbditos, reduce a la
esclavitud a quien quiere. Su riqueza consiste en ganado: oveja, ganado bovino,
camellos y caballos. Los principales cultivos de su país son mijo, habas y
también trigo. La mayoría de los súbditos del rey van desnudos, no usando nada
más que taparrabos de cuero. Viven de la labranza y del pastoreo del ganado.
El
reino de Zaghawa no esta reflejado en este texto como un todo completamente
homogéneo. Por el contrario, comprende ‘muchas naciones (umam)’, que sugiere claramente la coexistencia de diferentes grupos
étnicos dentro de una única estructura estatal. A finales del s.IV/X, el reino
de Zaghawa evidentemente se expandió de manera considerable y ya no estaba
confinado a la región habitada por los pueblos hermanos de lengua sahariana: el
propio Kanem, situado entre el lago Chad y el Bahr al-Ghazal, era aún el centro
del reino, pero otros pueblos en la periferia habían sido traídos bajo su
dominio. De acuerdo con al-Muhallabī, su longitud era quince días de viaje y su
anchura lo mismo. En conexión con Kaw-Kaw el mismo autor afirma que el reino de
los Zaghawa era más grande, pero el reino de de Kaw-Kaw era más próspero. No
podemos negar que desde ese momento en adelante el estado más extenso en el
Sudán central contribuyó en gran medida a la expansión de los lenguajes
saharianos y la asimilación cultural de los pueblos vecinos. Solo más tarde
surgieron las ciudades-estado de los Hausa en su frontera occidental y el reino
de Bagirmi fue formado al sureste del lago Chad, en la tierra habitada por
pueblos de habla Sara-Bongo-Bagirmiano, contribuyendo, a su vez, a la expansión de otras culturas sudanesas.
En
Kanem, otro importante proceso que tuvo lugar en este tiempo fue un incremento
en el número de comunidades sedentarias junto con la fundación de pequeñas
ciudades. Al-Ya’kūbī, a finales del siglo III/IX escribió en pocas palabras que
los Zaghawa no tenían ciudades. Pero al-Muhallabī, escribiendo más de un siglo
después, da los nombres de dos ciudades, Mānān y Tarāzakī. La ciudad de Mānān
no es conocida por el Diwan, e Ibn
Sa’īd, en el siglo VII/XIII, afirma que era la capital de los ‘ancestros
paganos’ de los Sefuwa. No hay pruebas que demuestren que en el siglo V/XI y la
primera mitad del VI/XII los reyes de Kanem todavía tuvieran sus principales
esposas de dos grupos nómadas, los Tomaghra y los Tubu. No fue hasta la primera
mitad del siglo XIII, en el reinado de Dūnama Dībalāmi (c.607/1210-646/1248)
que los elementos sedentarios finalmente tomaron la delantera. Este desarrollo
iba de la mano con los progresos de la islamización.
3. El
Progreso de la Islamización
La
fuentes escritas proporcionan muy poco material que lleve directamente al
crecimiento del Islam en Kanem o en las regiones vecinas, y nos vemos reducidos
a hacer uso de algún que otro resto de información para construir un retrato
muy imperfecto del proceso que llevó primero a la conversión de los reyes de la
vieja dinastía, y luego al declive de los Zaghawa y el advenimiento de los
Sefuwa. Con respecto a los comienzos de Kanem, está bien establecido que el
Islam no jugó ningún papel en la fundación de este estado sudanés, ni en los
estadios primitivos de su desarrollo. En Kawar, en el extremo norte del Sudán
central, el Islam hizo una fugaz aparición con la expedición dirigida por ‘Ukbā
b. Nafi’ poco después de la mitad del siglo I/VII, peor probablemente no dejo u
a profunda impresión. Solo fue en el siglo II/VIII, cuando los Bereberes de
Fezzan y Kawar se convirtieron en gran número, que el Islam comenzó a alcanzar
regiones más meridionales.
Como
muchos pueblos bereberes, los habitantes de Fezzan inicialmente adoptaron una
forma heterodoxa del Islam, la Ibādiyya, aliándose ellos mismos con la facción
Khāridjí. El Fezzan, situado en el extremo norte del ruta caravanera del Sahara
central, controlaba el volumen de comercio entre el área del lago Chad –y a fortiori los oasis de Kawar- y el
mundo musulmán del Mediterráneo. De ahí que es bastante probable que la forma
más primitiva del Islam propagada al sur
del Sahara por los comerciantes fuera, de hecho, la Ibādiyya. Prueba indirecta
de la influencia Ibādí en Kanem es proporcionada por un dato de información bibliográfica
en relación con Abū ‘Ubayda ‘Abd al-Hamīd al Djināwunī, gobernador de Djabal
Nafūsa, región donde el sector ibādí sobrevive bien hasta hoy. Es en el sentido
de que su gobernador, que vivía en la primera mitad del siglo III/IX, conocía
el lenguaje de Kanem además del beréber y el árabe. Sin duda aprendió el
lenguaje durante una visita al Sudán central.
En
el Fezzan la situación cambió al comienzo del siglo IV/X cuando la nueva
dinastía de los Banu Khattab llegó al poder: después de ese acontecimiento los
geógrafos árabes cesaron de mencionar las creencias heterodoxas de los beréberes
del Fēzzan, y es muy probable que el cambio político trajera también un cambio
en la tendencia religiosa. Esto no significa necesariamente que la transición
desde la Ibādiyya hacia la Sunna tuviera lugar con la misma rapidez más al sur,
aunque la resistencia Kharidjí finalmente se agotó allí también.
De
hecho, nada definitivo puede decirse en este punto, y es notable que
al-Ya’kūbī, aunque dando fe a la existencia de la secta Ibādí en Zawila (la
capital de Fēzzan) se contiene, en sus observaciones sobre los habitantes de
Kawar, de afirmar que ellos eran musulmanes:
Quince días de viaje más allá de
Zawila, llegas a la ciudad [madina] llamada Kuwwar habitada por una comunidad
musulmana compuesta de varios pueblos. La mayoría son beréberes. Ellos traen [esclavos]
sudaneses.
Queda
claro de este texto que en la segunda mitad del siglo III/IX Kawar estaba
habitada por beréberes; su ocupación principal parece haber sido el comercio de
esclavos. Los otros pueblos mencionados eran probablemente sudánicas; incluso
en esa temprana fecha pueden haber sido los Tubu quienes hoy día viven allí
junto con los Kanuri. La mayoría de los esclavos que los comerciantes beréberes
de Kawar trajeron a Fēzzan sin duda provenian de Kanem, donde el rey de los
Zaghawa ‘redujo a la esclavitud a aquellos entre sus súbditos que quiso’. Al-Ya’kūbī
mismo dice que ‘los reyes del Sudán venden al sudanés [¿a sus súditos?] por
ninguna razón, y al margen de cualquier guerra’.
Pero
no puede ser cierto si aceptamos el hecho de que para el propósito de su
comercio con el mundo exterior, el rey de Kanem necesitaba un considerable
número de esclavos. Debió haber estado capturando a la mayoría de ellos de los
pueblos vecinos. No estaba en sus intereses que el Islam se extendiera entre
ellos, pues la ley islámica prohibía estrictamente la esclavitud de un hombre
musulmán.
En
ese tiempo, no obstante, los reyes de Kanem ya habían establecido relaciones
diplomáticas con los estados musulmanes del norte de África. Las fuentes
disponibles proporcionan al siguiente información: en 382/992 Ibn Khattāb,
gobernador de Zawila, recibió un presente de uno de los países del Bilād al-Sūdān cuyo nombre no es especificado, pero que, en vista de la posición
geográfica de Zawila, es razonable suponer que era Kanem; en el mismo año, el
sultán ziri de Ifrikiya, al-Mansur (373/984-386/996), recibió igualmente un
regalo enviado por un país del Bilād al-Sūdān, cuyo nombre no
se determina. En 442/1031, uno de sus sucesores, al-Mu’izz (406/1016-454/1062)
recibió un obsequio de esclavos enviados por un malik al- Sūdān. No podemos estar seguros de que fue realmente el
rey de Kanem quie inició esas relaciones diplomáticas, pero sabemos que estaba
al menos indirectamente en contacto con Ifrikiya (Tunisia) pues de acuerdo con al-Muhallabī
ellos llevaban ropas hechas de seda de Sousse (Sūs). Con respecto a un
periodo posterior, Ibn Khaldūn nos cuenta que los reyes de Kanem estaban en
contacto con la dinastía Hafsí (625/1228-748/1347) desde la época de su
fundación, e informa en particular que en 1257 ‘el rey de Kanem y Señor de
Bornu’ envió una jirafa al sultán hafsí al-Mustansir (647/1249-675/1277), que
causó gran revuelo en Tunez. No hay nada sorprendente en el hecho de que el
rey, que era uno de los mayores abastecedores de esclavos y tenía algún tipo de
monopolio sobre la adquisición en su propio país, haya cortejado la buena
voluntad de sus principales clientes. A los ojos de los gobernantes musulmanes,
su importancia económica sin duda compensó cualquier objeción a su posición
religiosa.
Las
relaciones comerciales con los países del norte de África y los frecuentes
contactos con los mercaderes musulmanes no podían haber durado mucho tiempo sin
permitir hacer al Islam considerables progresos en los círculos de la corte
para visualizar la islamización progresiva de Kanem como un progreso de
crecimiento ininterrumpido: sería extraño que el rey y la aristocracia Zaghawa
no hubiera intentado frenar un movimiento que amenazara con minar el orden
económico sobre el que, al menos parcialmente,
se basaba su poder. Es interesante notar en esta conexión que. De
acuerdo con el Diwan, Arku b. Būlū
(c.1013-1057), uno de los últimos reyes Zaghawa estableción colonias de
esclavos en varios de los oasis e incluso en Zayla en el Fezzan meridional, una
región que aún hoy forma parte de Libia. Esta información es por supuesto
difícil de comprobar pero es bastante comprensible que Arku b. Būlū se habría
sentido impulsado por un instinto de conservación a extender su dominio sobre las comunidades
beréberes de Kawar con el fin de controlar mejor sus actividades comerciales y
su proselitismo religioso. Los autores del Diwan,
por supuesto, no establecían los motivos que condujeron de Kawar por Kanem pero
mencionan abruptamente la ‘mezquita’ en Sakadam (Seggedine), que puede tomarse,
al menos, como un signo de la importancia de la ‘cuestión religiosa’. Además,
sabemos que en el mismo periodo el rey de Ghana estaba extendiendo su autoridad
sobre le importante centro de Awdāghust, y la conjunción de esos procesos puede
que no fuera fortuito.
El
sucesor de Arku fue el primer rey musulmán de Kanem. Su nombre se da en el Diwan de tres formas diferentes: Ladsū,
Sū (o Sawā) y Hū ( o Hawwā)- la forma correcta, sobrepuesto por una
interpolación reciente, era sin duda Hū (o Hawwā). Los autores del Diwan, informando del acontecimiento
crucial en la historia de la región del Chad, que era la ascensión al poder de
una dinastía musulmana en el reino de Kanem, se contentaron con una nota
extremadamente breve: ‘él fue investido por el Califa (Dīwān, §10). Ni esta
manera de investidura ni la forma no ortodoxa del nombre del primer rey
musulmán admiten una hipótesis de una conversión. Por el contrario, es muy
probable que después de la muerte de Arku (en Zayla) la facción pro-musulmana
en la vieja dinastía presentara el candidato más fuerte que pudiera encontrar
teniendo en cuenta las normas de sucesión entonces en vigor. En ausencia de otra
prueba, no podemos descartar la posibilidad de que Hū (o Hawwā) fuera en
realidad –como ciertas pistas sugieren- una mujer llevando el nombre tan
musulmán de Hawwā. Él (o ella) solo reinó durante cuatro años, y fue sucedido
por ‘Abd al-Djalil, cuyo reinado por otra parte duró cuatro años. El siguiente
rey, Hummay, fue el primero de la nueva dinastía, la Sēfuwa. Los cortísimos
reinados de Hū (o Hawwā), (c.1057-1061) y ‘Abd al-Djalīl
(c.1061-1065) contrastan con los largos reinados de sus predecesores:
Ayūma, de cuerdo con el Diwan, reinó
durante veinte años (c.977-997), Būlū durante dieciséis años
(c.997-1013) y Arku durante cuarenta y cuatro años
(c.1013-1057). La brevedad de los reinados de los últimos gobernantes
Zaghawa puede interpretarse como un signo de una seria crisis: después de un
largo periodo de incubación, cuando se alcanzó el estadio crucial en el
creciente poder del Islam, los musulmanes primero minaron la estabilidad del
viejo régimen y luego produjeron un drástico cambio dinástico.
4. El
advenimiento de los Sēfuwa
Por
una extraordinaria coincidencia, el cambio dinástico que ocurrió en Kanem
alrededor del año 1065 no está claramente documentado en ninguna de las
fuentes disponibles. En consecuencia, no hay ningún modo en absoluto de
establecer de manera cierta la secuencia de sucesos que llevaron al cambio
dinástico, ni sus precisos efectos económicos y sociales. Ya que hay escasez de
información sobre este periodo a pesar de su gran importancia, tenemos que
conformarnos con la poca evidencia que hay. El primer paso será establecer que
realmente hubo un cambio de dinastía en ese tiempo, luego tendremos que
responder a la pregunta: ‘¿Quiénes eran los Sēfuwa?’ Entonces podremos estar en
posición para aportar alguna luz sobe el significado total de los sucesos que
tuvieron lugar.
Al
final del párrafo que el Diwan dedica
a ‘Abd al-Djalīl, hay un curioso pasaje cuyo significado real ha
escapado a la mayoría de los historiadores:
“Esto es lo que los historiadores han
escrito sobre la historia de los Banu Dūkū; ahora debemos poner por escrito la
historia de los Banu Hummay, que profesaban el Islam.”
Incluso
desde los días de Heinrich Barth esta observación se ha tomado para referirse
únicamente a la adopción del Islam –y no a un cambio dinástico- ya que los
autores del Diwan indican en un
pasaje posterior que el siguiente rey, Hummay, era hijo de ‘Abd al-Djalīl. Hemos
visto más arriba, sin embargo, que Hū (o Hawwā) ya era musulmán, al igual que
el sucesor de él (o ella), ‘Abd al-Djalīl y esto no podía escapar a la noticia de los
cronistas. De ahí que el pasaje recien citado debe estar relacionado con alguna
otra cosa distinta de la introducción del Islam.
Es
un autor del siglo VIII/XIV, Ibn Fadl Allāh al-‘Umarī, el que establece la
sucesión de acontecimientos. Basando indirectamente su relato sobre la
evidencia del Shaykh ‘Uthmān al-Kānemī, ‘uno de los parientes cercanos de su
rey’, escribe:
“El primero en establecer el Islam [en
Kanem] fue al-Hādī al-Uthmān al-Kānemī, que pretendía ser un
descendiente de ‘Uthmān b. ‘Affān. Después de él [Kanem] cayó a los Yazaniyyūn de los Banī Dhī Yazan.
Los Yazaniyyūn al que al-‘Umarī se refiere no son otros, de hecho, que
los Sēfuwa, cuyo nombre se deriva del de Sayf b. Dhī Yazan. El autor dice en
pocas palabras que la ascensión al poder de los Sēfuwa fue precedida por la
introducción del Islam.
Mucho
más tarde, a comienzos del siglo XIII/XIX, Muhammad Bello ofrece más
información sobre el advenimiento de la dinastía Sēfuwa en una etapa
determinada en la historia de Kanem. Se refiere a un grupo de beréberes que,
dejando el Yemen, viajaron todo el camino hacia Kanem:
“Los beréberes encontraron en este
país un pueblo diferente [‘adjam] bajo la dominación de sus hermanos Tawārik [llamados] Amakita. Ellos les quitaron su país.
Durante su ocupación del país, su estado prosperó tanto que dominaron los más
remotos países de esta región.”
El
punto que destaca es que el autor distingue entre los dos grupos étnicos de
origen extranjero que reinaron sobre Kanem uno después del otro. Esta
observación en sí misma nos lleva a pensar que el autor se está refiriendo al
cambio de dinastía en el siglo V/XI. El punto decisivo es que hace al segundo
grupo –y no al primero- venir desde el Yemen, la patria de Sayf b. Dhī Yazan,
el ancestro epónimo de los Sēfuwa. Debe haber sabido que la dinastía que
todavía reinaba sobre Bornu en sus días pretendía haber venido del Yemen y que
no eran ellos quienes habían fundado el estado de Kanem, como el Diwan y la tradición popular daban a
entender, sino un grupo anterior que, de acuerdo con él, también era de origen
extranjero.
En
cuanto a los pretendidos orígenes beréberes de los sucesivos gobernantes de
Kanem, hay que tener en cuenta que el trabajo de Bello estaba escrito unos 800 años
después de los acontecimientos bajo discusión y que mientras tanto el papel de
los Beréberes en el Sudán central se había incrementado enormemente, desde el
punto de vista tanto político como religioso. La leyenda Sēfuwa del origen
parece haber sido primeramente el trabajo de estudiosos musulmanes muchos de
los cuales vinieron al primitivo Kanem desde las áreas donde las tradiciones
Himyaríes estaban todavía vivas. Al elaborar la leyenda, los clérigos estaban
sin duda influenciados por los relatos populares y tradiciones locales,
especialmente los referidos a las migraciones norte-sur.
La
antigüedad de la tradición que tiende a ocultar el cambio dinástico al poner el
énfasis en la adopción del Islam está atestiguada por Ibn Sa’īd en el siglo
XIII. Recurriendo a las fuentes que se remontan al reinado de Dūnama Dībalāmi
(c.1203-1242) aporta la prueba más antigua de la existencia en Kanem de
una dinastía que pretende descender de Sayf b. Dhī Yazan:
El sultán de Kanem…es Muhammad b.
Djīl de la línea de Sayf b. Dhī Yazan. La capital de sus ancestros
infieles, antes de que se convirtieran al Islam, fue Mānān; entonces, uno de
ellos, el abuelo de su tatarabuelo, se convirtió en musulmán bajo la influencia
de un jurista, tras lo cual el Islam se extendió a través de la tierra de
Kanem.
El
abuelo del tatarabuelo de Muhammad b. Djīl (= Dūnama/Ahmad b. Salmama/’Abd
al-Djalīl era, de hecho, Hummay (c.1065-1080) y él, como hemos visto,
no era, de ningún modo, el primer rey musulmán de Kanem, menos aún un nuevo
converso. El único punto en este pasaje que hace referencia directamente al cambio
dinástico es el cambio de capital: primero Mānān, luego Njīmī.
Otro
geógrafo árabe, al-Bakrī, escribiendo en 460/1067-8 nos da un terminus ante quo tanto para la
introducción del Islam en Kanem como para el cambio de dinastía:
“Más allá del desierto de Zawila y a
cuarenta días de viaje desde esa ciudad allí se sitúa la tierra de Kanem, a la
que es muy difícil llegar. [Los
habitantes de Kanem] son sudaneses
idólatras. Se dice que existe allí en esas regiones un clan descendiente de los
Omeyas, que tomó refugio allí cuando fueron perseguidos por los Abbasíes. Se
visten a la manera de los árabes y siguen sus costumbres.
No
sabemos con certeza a que periodo se refiere esta información, pero no puede
ser más tarde de 460/1067-8. De acuerdo con la cronología que se desprende del Diwan, este fue, de hecho, el mismo año
en el que el primer rey musulmán, que aún era miembro de la vieja dinastía
Zaghawa, llegó al poder en el reino de Kanem. Al-Bakrī, residiendo en la lejana
Andalucía no pudo, sin embargo, haber sabido del acontecimiento incluso bajo
las más favorables circunstancias; y aún menos pudo haber conocido el cambio de
dinastía, que solo ocurrió alrededor de 457/1065. Así, su referencia a los
‘idólatras’ habitantes de Kanem concuerda bastante bien con la información en
el Diwan. En cuanto a los
‘descendientes de los Omeyas’ que ‘vestían a
la manera de los árabes’ –y que por tanto no eran árabes- supuestamente
debieron ser un grupo de beréberes que habían adoptado ciertas costumbres
árabes (en todo caso, no eran africanos negros). Este grupo quizá había llamado
la atención sobre sí mismo por su subordinación a la autoridad y muy
posiblemente habían sido uno de las fuerzas que iban a contribuir más tarde al
éxito de la facción pro-musulmana en la vieja dinastía antes de que produjeran
la caída de la dinastía.
De
todos los autores árabes, al-Idrisī (que escribía en 549/1154) debería habernos
dado el relato más exacto de los cambios que tuvieron lugar en Kanem –y el área
circundante- en la segunda mitad del siglo V/XI. Escribiendo solamente tres cuartos de siglo después de la caída de
los Zaghawa, tuvo acceso a una riqueza de información, la mayoría de la cual le
fue transmitida oralmente pero también alguna derivaba de fuentes escritas.
Pero, de hecho, al-Idrisī confundió todo este material, y también lanzó algunos
detalles que eran puras invenciones. De ahí que su descripción del Bilād-al-Sudān debe usarse solamente con
una gran precaución.
No
obstante, de la masa de información proporcionada por al-Idrisī surges revela
que en su día ‘Kanem’ y ‘Zaghawa’ eran dos entidades separadas. Todas las
pruebas van a demostrar que los Zaghawa ya no gobernaban sobre Kanem: habiendo
perdido sus antiguos privilegios, aparentemente estaban viviendo en condiciones
bastante miserables. La mayoría de ellos parecen haber sido nómadas. No se dice
nada concreto sobre los nuevos gobernantes de Kanem, pero alguna de las
observaciones del autor sugieren que los Zaghawa tenían sus súbditos. Existe la
misma vaguedad sobe la capital: Mānām y Ndjīmi son mencionadas ambas, y Mānām
parece haber sido la ciudad más importante, pero no está claro del texto, si
era la capital de Kanem. No se proporciona ninguna información sobre la
religión religiosa.
Se
deduce de lo que precede que el cambio dinástico al que se refiere Muhammad
Bello y la llegada al poder de los Yazaniyyūn informada por al-Umārī debe haber
tenido lugar entre el tiempo de al-Bakrī (460/1067-8) y el de al-Idrīsī
(549/1154). El cambio dinástico, entonces, se ve coincidir con la expulsión de
los Zaghawa de Kanem. Esto es hasta donde podemos llegar sobre la fuerza de las
fuentes externas, pero del análisis del Diwan,
el alcance de datos para este suceso que es de crucial importancia para la
historia del Sudán central, puede ser reducido al comienzo del reinado de Hummay
(c.457/1065-472/1080) pues su predecesor, ‘Abd al-Djalīl, fue el último rey de
la línea Banū Dūkū y Humay sería el
primero de la línea Banū Hummay. La
distinción trazada entre esas dos casas reales de este modo significa que hubo
una brusca ruptura en la continuidad dinástica; no coincide con la introducción
del Islam.
¿Quienes
eran los nuevos gobernantes de Kanem? El Diwan
no da ninguna respuesta a esta cuestión: mientras enlaza a Hummay
genealógicamente con su predecesor, su autor guarda silencio sobre sus
verdaderos ancestros paternos. No obstante, las tradiciones de Kanem y Borno
que han sido consignadas por escrito en tiempos recientes dicen generalmente
que la nueva dinastía era descendiente de Sayf b. Dhī Yazan.
Varios autores han comentado sobre el origen de esta nueva dinastía. Abdullahi Smith
sugiere que eran el producto del mundo nómada/seminómada, probablemente Tubu
que se aliaron con los otros grupos a través de relaciones matrimoniales para
llegar al poder. Este parece ser también la visión de John Lavers. Nur Alkali
así como Bawuro Barkindo creen que eran de origen local pero intentaron asumir
orígenes foráneos para ganar prestigio.
Sabemos
que fue durante el gobierno de Hummay o de sus sucesores que se introdujo el nisba Sayfí. Sayf Ibn Dhī Yazan
fue un héroe yemení que, de acuerdo con la leyenda, ayuda a expulsar a los
etíopes de Yemen en la segunda mitad del siglo VI de la era cristiana. Y es
conocido que los beréberes del norte de África les gusta reclamar descendencia
yemení para diferenciarse de los árabes adnaníes del Nadj y el Hidjāz. Esta
actitud fue el equivalente en el campo genealógico de la adopción de la
ortodoxia kharidjí en asuntos religiosos.
Debe
señalarse, no obstante, que Sayf b. Dhī Yazan se distinguió en batalla contra un pueblo
africano. El tema de la guerra entre árabes musulmanes blancos (¡en una época anterior al Profeta!) y africanos negros que practicaban una religión tradicional
(¡aunque los etíopes eran de hecho cristianos!) llegó a apelar a la imaginación
de ciertas clases de árabes. En Egipto este tema finalmente tomó la forma de un
cuento verdadero o novela que exalta los poderes de Sayf b. Dhī Yazan
en sus innumerables batallas con los ‘impíos negros’.
Si
los que introdujeron este concepto genealógico extraño dentro del entorno
africano negro del Sudán central eran conscientes de sus connotaciones racistas
permanece incierto. Que eran beréberes no puede dudarse; en África del norte la
leyenda himyarí toda es corriente. H. T. Norris ha descubierto que la saga
himyarí ha sido antigua y ampliamente extendida entre los beréberes de África
del norte y el Sahara. Los que ostentan el nombre de Sayf b. Dhī Yazan
no pueden haber sido ni sudáneses ni árabes, los cuales tenían genealogías
altamente respetables, mientras que, por otra parte, los beréberes estaban
orgullosos de su origen yemení himyarí. Los clérigos beréberes musulmanes que
elaboraron la nisba sayfí eran
atraídos también, sin duda, por la
similitud en el significado o uso entre ‘Kanem’ que significa Sur de Teda-Daza,
y ‘Yemen’, a menudo usado coloquialmente para querer decir sur.
Todo
lo que podemos decir es que los Sēfuwa parecen haber sido de una genealogía
diferente que sus predecesores Zaghawa y que su llegada al poder no estaba
conectada con la introducción del Islam ya que Hummay no fue el primer soberano
musulmán de Kanem. Aunque no hay pruebas concretas que demuestren que los
Sēfuwa no eran de origen local, tampoco hay ninguna que diga convincentemente
que lo eran.
Se
ha demostrado que la islamización del Sudán central comenzó con la conversión
de los habitantes de Kawar, que más tarde se convirtieron en los agentes
principales de la expansión del Islam en el reino de los Zaghawa. En la época
de Hummay (c.1065-1080) la infiltración gradual del Islam en las diversas
secciones de la población había estado continuando durante al menos dos siglos.
Las autoridades políticas finalmente encontraron que no podían permanecer
indiferentes a este proceso y al mismo tiempo ayudó a debilitar la posición de
la aristocracia Zaghawa. Hemos visto que el rey probablemente disfrutaba de un
monopolio de la adquisición de esclavos y estaba claro en los intereses de los
comerciantes beréberes romper el monopolio real así como tener acceso directo a
las fuentes de suministro. En cuanto a la aristocracia Zaghawa, probablemente
puede ser considerada como el medio por el que el rey ejercía su poder sobre el
pueblo común. Por otra parte, estaba en el interés de los diversos pueblos
integrados en el reino abrazar el Islam como protección contra el poder
arbitrario del rey.
Pero
a finales del siglo XI, el Islam aún estaba restringido a los círculos
estrechos de la corte real y la aristocracia, y solo en tiempos de Dūnama Dībalāmi
(c.1203-1242) fue cuando se convirtió en instrumento de una política
expansionista, que fue capaz de reducir la brecha que separaba a la
aristocracia gobernante de los pueblos gobernados y por tanto convertirse en
una religión verdaderamente popular.
Hummay
llegó al poder en Kanem alrededor del año 1065. En el mismo periodo, el
movimiento almorávide en el Sahara occidental se estaba dirigiendo hacia el sur
para conquistar el reino de Ghana, donde se estableció una dinastía musulmana.
Más hacia el este, el avance almorávide dio como resultado un poco más
tarde el establecimiento de una nueva dinastía musulmana en el reino de Kaw-Kaw
(Gao) en la orilla este del Níger. No sería razonable suponer que el movimiento
dirigido por Hummay en el Sudán central fue una de las consecuencias del
fermento religioso que se había despertado, en un contexto económico diferente,
entre los beréberes occidentales. Pero al contrario que las nuevas dinastías
del Sudán Occidental, los Sēfuwa de Kanem estaban integrados en un contexto
africano, asegurando así la continuidad de la tradición de estado que ellos
habían heredado. Un siglo y medio después de su toma del poder, los reyes
Sēfuwa estaban haciendo todo lo posible para erradicar la memoria de sus
orígenes reales y así enlazarse directamente con sus predecesores Zaghawa. Al
final, las instituciones estatales habían probado ser más fuerte que todas las
tendencias particularistas.
A
comienzos del siglo XIII, la genealogía de Hummay estaba claramente vaciada de
su contenido beréber y asignada a una nueva función; en lugar de testificar un
origen himyarí, la genealogía oficial de los Sēfuwa fue requerida sobre todo
para probar su larga fidelidad al Islam.
El nombre de Sayf b. Dhī Yazan se había convertido por este tiempo en un
fósil vacío de significado.
Otra
prueba indica que los reyes Sēfuwa deseaban que sus orígenes beréberes fueran
olvidados; por ejemplo, el relato de los cronistas del siglo XIII de Salmama b.
Abd Allāh (c.1176-1203), hijo del biznieto de Hummay, que era “muy oscuro”. De
acuerdo con los cronistas, “ningún sultán había nacido negro desde el sultán
Sayf hasta éste, pero todos eran de la rojez de los árabes beduinos”. Sin duda,
esta información se refiere solamente a la segunda dinastía. No obstante,
podíamos haber esperado encontrar alguna referencia a los orígenes beréberes de
los Sēfuwa, pero una vez más los
cronistas prefieren pasarlo por alto, aludiendo a los árabes más que a los
beréberes. Este ejemplo muestra claramente que, a los ojos de los
historiadores, una piel blanca era estimada solo en la medida en que era
asociada con la religión musulmana.
Un
pasaje de Ibn Sa’īd muestra que los orígenes extranjeros de los Sēfuwa se
desvanecieron rápidamente en la memoria popular. Basándose en la prueba de Ibn
Fātima, que había visitado él mismo Kanem, Ibn Sa’īd escribe:
“El sultán de Kanem…es Muhammadi b. Djabl,
del linaje de Sayf b. Dhī Yazan. La capital de sus infieles ancestros, antes
de su conversión al Islam, fue Manan;en consecuencia, uno de ellos, el cuarto
bisabuelo, se convirtió en musulmán bajo la influencia de un jurisconsulto,
tras lo cual el Islam se extendió a través del país de Kanem.
Ahora
Muhammad b. Djil fue el nombre por el que el gran rey Dunama Dibalami
(c.1203-1242) Fue conocido en el mundo exterior (Ibn Fatima se había
establecido en Kanem durante su reinado, en la primera mitad del siglo XIII).
Esto significa que en ese tiempo los Sēfuwa eran considerados los descendientes
directos de los Duguwa (los reyes Zaghawa). Solo la introducción del Islam –que
se había convertido en un asunto de “conversión” pacífica –y el cambio de la
capital quedó dentro de la tradición popular para recordar los trastornos
políticos de la segunda mitad del siglo XII.
Puede
inferirse a partir de la continuidad de las tradiciones dinásticas también
confirmadas por el Diwan, que Kanem
era por ese tiempo un estado poderosamente estructurado con una organización
territorial firmemente establecida. La introducción del Islam y el cambio
dinástico aparentemente no habían perjudicado a las fundaciones de este estado,
cuyos orígenes probablemente se remontan a fines del siglo VI. Incluso el
cambio de capital, que fue o bien contemporáneo, o bien posterior al cambio
dinástico, parece no haber tenido mayores consecuencias para el desarrollo
político de Kanem. Los estados de los Zaghawa y los Sefuwa tenían capitales
centrales permanentes: Manan fue la residencia de los reyes Duguwa durante al
menos un siglo, y Djimi de los reyes Sefuwa durante tres siglos. No fue hasta
el fin del siglo XIV cuando los Sefuwa fueron forzados a dejar Kanem, que Djimi
perdió su estatus especial y se convirtió en una ciudad como cualquier otra.
Con respecto al cambio de capital que ocurrió en la segunda mitad del siglo XI
(o comienzos del XII), es importante resaltar que Djimi estaba situada
considerablemente más al sur que Manan. Este cambio, por tanto, podría verse
como prueba de la influencia creciente de los pueblos sedentarios de Kanem, a
expensas de los seminómadas del Sahel.
Si seguimos la política matrimonial de los primeros reyes Sefuwa, como se revela de la información contenida en el Diwan, descubrimos que la “desberberización” de la nueva dinastía –bastante perceptible a nivel ideológico- fue de la mano con un progresivo incremento en el peso político de los pueblos sedentarios. Gracias al cuidado tomado por los historiadores para destacar los orígenes étnicos de las reinas-madre, se puede trazar la siguiente lista: la madre de Hummay (c.1065-1080) era descendiente de los Kay; la madre de Dunama b. Hummay (c.1080-1133) era una Tubu; la madre de Bir b. Dunama (c.1133-1160) era una Kay (Koyam); la madre de Abd Allah b. Bir (c.1160-1176) era una Tubu; la madre de Salmama b. Abd Allah (1176-1203) era una Dabir; la madre de Dunama b. Salmama (c.1203-1242) era una Magomi (linaje real). Posteriormente, todas las reinas-madre parecen haber sido Magomi, excepto la madre de Ibrahim b. Bir (c.1290-1310) que era una Kunkuna.
Si seguimos la política matrimonial de los primeros reyes Sefuwa, como se revela de la información contenida en el Diwan, descubrimos que la “desberberización” de la nueva dinastía –bastante perceptible a nivel ideológico- fue de la mano con un progresivo incremento en el peso político de los pueblos sedentarios. Gracias al cuidado tomado por los historiadores para destacar los orígenes étnicos de las reinas-madre, se puede trazar la siguiente lista: la madre de Hummay (c.1065-1080) era descendiente de los Kay; la madre de Dunama b. Hummay (c.1080-1133) era una Tubu; la madre de Bir b. Dunama (c.1133-1160) era una Kay (Koyam); la madre de Abd Allah b. Bir (c.1160-1176) era una Tubu; la madre de Salmama b. Abd Allah (1176-1203) era una Dabir; la madre de Dunama b. Salmama (c.1203-1242) era una Magomi (linaje real). Posteriormente, todas las reinas-madre parecen haber sido Magomi, excepto la madre de Ibrahim b. Bir (c.1290-1310) que era una Kunkuna.
Un
primer punto a destacar es que los Tomaghra, de los que descienden dos
reinas-madre del periodo Duguwa, ya no se mencionan en relacion con los reyes
Sefuwa. Esto puede ser la prueba de que perdieron su posición dominante en la
época del cambio dinástico que ocurrió en la segunda mitad del siglo XI.
Posteriormente, los Tomaghra sin duda continuaron jugando un papel predominante
en el Sudán central, pues se van a encontrar hoy día en Tibesti y Kawar (oasis
de Bilma) donde predominaron sobre otros grupos Tubu. También se encontran en
Kanem y en Bornu, donde están ampliamente integrados con los Kanembu y los
Kanuri. De acuerdo con las tradiciones recogidas en Bornu, es de ellos desde
donde se originan las dinastía de Munio y Mandara.
En
contraste con los Tomaghra, los Kay son mencionados en relación con ambas
dinastías. Pro tanto, parecería que su
estatus político no fue afectado por la caída de los Duguwa. Se
observará en particular que la madre del fundador de la nueva dinastía era una
Kay. Hoy, los Kay –conocidos por el nombre de Koyam-, viven al norte de Bornu,
en la vecindad de los Komadugu Yoo. Son un pueblo sedentario, pero el hecho de
que continúen montando camellos en un entorno desfavorable es prueba de sus
orígenes nómadas del norte.
Los
Tubu son mencionado en el Diwan
solamente en conexión con los Sefuwa. Esto puede deberse a la naturaleza de la
información transmitida, ya que los cronistas nos cuentan solamente sobre los
reinados Duguwa siguientes al de Ayuma (c.977-997) con algún grado de
precisión. No obstante, el hecho de que la madre de Dunama b. Hummay –y de ahí
que principal esposa de Hummay- fuera una Tubu parece significativo; es posible
que los Tubu contribuyeran a la caida de los Duguwa. Debe reconocerse, sin
embargo, que la relación entre los Tubu del Diwan
y los Zaghawa, mencionada en las fuentes externas están lejos de ser claras.
Solo es el testimonio de Ibn Fatima, que data de la primera mitad del siglo
XIII, y transmitida por Ibn Sa’id, que hace posible que se haga una clara
distinción entre las dos entidades étnicas. Los Zaghawa, mencionados en
conjunción con los Tadjuwa (Djadja), son vagamente localizados entre Kanem y Nubia, donde los Tubu están situados precisamente en la vecindad de Bahr
al-Ghazal. Aún hay un número de grupos Tubu viviendo hoy en la región al este
de Kanem. Son llamados colectivamente Daza o Gorhan. Los ‘autenticos’ Tubu
viven en Tibesti y su vecindad. Esta sierra montañosa es considerada
generalmente como el país de origen de todo el pueblo Tubu (el nombre tu-bu se toma para querer decir
‘habitantes de la montaña’), pero esto no es seguro en absoluto.
Los otros
dos grupos étnicos mencionados en el Diwan,
los Dabir y los Kunkuna ya no existen hoy. De acuerdo con la información
recogida por Nachtigal, los Dabir (más correctamente, los Dibbiri) eran un
pueblo Kanembu sedentario; después de emerger con nómadas Daza, se piensa que
había formado el grupo Kadawa, que aún está viviendo en Kanem. Barth y
Nachtigal creen que los Kunkuna eran también originalmente un pueblo Kanembu
sedentario, pero ninguna autoridad ha logrado establecer una línea clara de
descendencia a modernos grupos étnicos.
Finalmente,
los Magomi –escrito M.gh.r.m por los cronistas- constituyeron el patrilinaje
de los reyes Sefuwa. Si hemos de creer la información contenida en el Diwan, la madre de Dunama Dibalami
(c.1203-1242) era la hija de un hermano de ‘Abd Allāh Bakaru (c.1160-76). Esta
puede verse como la prueba de un establecimiento gradual de un grupo de linaje
que más tarde iba a constituir el núcleo del pueblo Kanuri. No hay nada que
sugiera que los Magomi existían antes del reinado de los Sefuwa, y ciertamente
sería erróneo ver en ellos la fuerza política que hizo posible a Hummay acceder
al poder. Por el contrario, es altamente probable que los Magomi comprendieran,
de hecho, a todos los descendientes de
los reyes Sefuwa (en línea agnática), como sugieren sus genealogías y los
nombres de sus diferentes subsescciones. Si esas consideraciones son correctas,
los Magomi son el núcleo de un pueblo (Kanuri) que gradualmente se estableció a
partir de un linaje dinástico (el de los Sefuwa); no obstante, el origen real
del estado de Kanem-Bornu habría precedido al del pueblo que hoy forma su
sustrato principal.
Antes
del surgimiento del pueblo Kanuri, los reyes de Kanem derivaban su poder de diferentes
grupos étnicos, comprendiendo pueblos tanto nómadas como sedentarios, que
hablaban lenguajes nilóticos-saharianos
-como los Tubu, Zaghawa y Kanuri hoy- o lenguajes de Chad. En ciertos
periodos, el poder de los reyes de Kanem debe haberse extendido, como en el
siglo XIII, a los grupos de habla beréber; pero estos siempre aparecen haber
estado en minoría en relación con los grupos nilóticos-saharianos. Si debe
creerse la éxigua evidencia contenida en el Diwan, parecería que hubo tres
fases en el desarrollo y reforzamiento de la base étnica de los reyes Sefuwa.
Durante
la primera fase, que se extiende desde el advenimiento de Hummay hasta mediados
del siglo XII, dos tribus nómadas –los Tubu y los Kay- parecen haber jugado el
papel predominante. En la segunda fase, los Dabir y los Kunkuna –y probablemente
otras tribus sedentarias suplantaron a los Tubu y los Kay como aliados
principales de los Sefuwa. A raiz de este cambio de alianzas, durante la
tercera fase, el poder politico de la línea real de los Magomi llegó a
establecerse de manera más firme; la madre de Dunama Dibalami (c.1203-1242) era
un Magomi, como una de sus esposas –la madre de Kaday (c.1242-1270). Su otra
esposa –la madre de Bir (c.1270-1290)- también pudo haber sido una Magomi, pero
los cronistas no especifican su origen étnico. En cualquier caso, el hijo y
sucesor de Bir, Ibrahim Nikale (c.1290-1310), tuvo una madre Kunkuna. Después
de esto, el Diwan cesa de indicar los
orígenes étnicos de las reinas-madre, y puede suponerse que por el inicio del
siglo XIV los Magomi finalmente habían eclipsado todos los otros grupos
sedentarios de Kanem.
El
cierre de filas alrededor de la línea real de algún modo pudo explicar de
alguna manera el poder del reino en los reinados de Dunama Dibalami
(c.1203-1242) y sus inmediatos sucesores. Además, puede haber sido la causa –al
menos indirectamente- de una larga guerra contra los Tubu que estalló durante
su reinado. Barth creía que la segunda esposa de Dunama –la madre de bir-
procedía de un grupo étnico que llevaba el nombre de Lakmama: si esto es
cierto, la fundación de líneas rivales por los dos hijos de Dunama, Kaday, (cuya
madre era una Magomi) y Bir, puede
atribuirse a la lucha de poder entre los grupos sedentarios de Kanem y el patrilinaje
de los Magomi. En cualquier caso es altamente significativo que el pacífico
periodo, marcado por la sucesión de padre a hijo, llegó a su fin cuando los
reyes Sefuwa cearon de tomar mujeres extranjeras como esposas (principales) y
se casaron con mujeres descendientes de su propio patrilinaje en su lugar.
5. El Cenit de Kanem
El
desarrollo del estado de Kanem no puede explicarse sin referencia al comercio
transahariano. Sin duda no es accidental que el más grande estado del Sudán
central entrara en vigor en el extremo sur de la mayor ruta caravanera que
pasaba por Fezzan y el oasis de Kawar. Este rastro probablemente había estado en
uso desde tiempos romanos: fue la línea de comunicación más directa entre la
región del lago Chad y el Mediterráneo. Al este, solo el extremadamente difícil
camino que atravesaba el oasis de Kufra podías considerarse un rival potencial,
y, al oeste, el la ruta que pasaba a través de Takkeda (posteriormente Agades).
a) Estructura
política
El
Diwan prácticamente no proporciona
ninguna organización política de Kanem. Podemos asumir, no obstante, que
durante un periodo inicial, hasta el reinado de Dunama Dibalami (1203-1242),
los miembros de la familia real ocupaba la primera posición en la maquinaria
del estado.
Esa
situación cambió en el siglo XIII, de acuerdo con los cronistas, cuando el
sultán entró en conflicto con sus propios hijos, y más tarde Ibrahim Nikale
había ejecutado a su hijo. Podemos inferir de esas indicaciones que, desde el
siglo XIII en adelante, los Sefuwa excluyeron a miembros de su familia de los
puestos de gobierno claves, y se apoyó más en oficiales en los que no estaban
relacionados, tales como jefes locales. El kagiama
(gobernador del sur ) y el yerima
(gobernador del norte) probablemente datan del periodo de Bornu. Ambos parecen
haber llegado de regiones al oeste del lago Chad. Yeri era el nombre de una provincia al noreste de Komadugu Yobe, y Kaga es el nombre del área alrededor
de la actual ciudad de Maiduguri.
En
tiempos más recientes, las reinas-madre jugaron un papel prominente en Bornu.
No es casualidad que el Diwan de los
orígenes étnicos de las reinas-madre de los primeros diez reyes. Vale la pena
destacar que el apoyo del clan de la reina-madre podía ser decisivo en tiempos
de una sucesión. Más tarde, la ghumsa
(primera esposa del rey) se convirtió en la esposa más importante y el rey
designaba a su sucesor (el shiroma)
de entre sus hijos.
Sobre
administración local no se dispone de información precisa, pero sabemos que a
finales del siglo XV los Sefuwa gobernaban sobre doce reinos vasallos. La
administración directa se extendía sobre un área más limitada, y probablemente
fue ejercida por esclavos de la familia real. En asuntos militares, los textos
escritos indican que el rey mantenía un ejército permanente. Ellos distinguían
entre un djunud, un soldado convocado
para una campaña y un ‘asakir', o
soldado profesional.
La
justicia estaba dispensada por el rey, como en la corte del mansa de Mali, a
pesar de la conversión de los soberanos al Islam. Sin embargo, durante ciertos
reinados, se hacían intentos para basar la justicia en la shari’a, como durante el gobierno de Idris Alawoma. Casi todos los
estados estaban influenciado directa o indirectamente por Kanem-Bornu, cuya
organización política fue un modelo para los Hausa, los Kotoso y los Bagirmi.
b) Comercio
e intercambios
Situada
al noroeste del lago Chad, Kanem inevitablemente buscó controlar la región al
oeste del lago Chad, donde Bornu iba a tomar forma más tarde, para asegurar un
domino completo sobre als rutas comerciales desde Kawar hacia el sur. No
obstante, Kawar fue también accesible desde Aïr (Takedda, con posteridad
Agades), y así el control de esta escala principal estaba obligado a constituir
un primer objetivo para los reyes de Kanem no menos que para los de Bornu. El
control de Kawar asumió una importancia incluso más grande de lo que su
localización estratégica para el comercio transahariano puede sugerir, pues las
extremadamente ricas minas de sal en Bilma y Agram (Fachi) proporcionaron a sus
propietarios un gran ingreso procedente de la exportación masiva de sal a los
países del Sahel. Ningunas otras minas de sal del Sahara central tuvieron un
valor económico comparable. Sin embargo, no sabemos, cuando estas minas fueron
explotadas primero. Los autores del Diwan
quizá se están refiriendo al control de las minas de sal por Kanem, cuando destacan que Arku
(1013-1057) estableció colonias esclavas en Dirku y Siggedim, pero de ninguna
manera es cierto.
En
la primera mitad del siglo XII, los habitantes de Kawar disfrutaban de
independencia de sus poderosos vecinos al norte y al sur. Al-Idrīsī menciona la
existencia de varias ciudades pequeñas habitadas por comerciantes y mineraos de
sal. Los jefes de estas comunidades eran beréberes (Tawarik o Tuareg), usando
el litham. De acuerdo con al- Idrīsī,
los habitantes de Kawar ante todo estaban ocupados en la minería y
comercialización de alumbre (usado para teñir y curtir), que ellos
transportaban hasta Egipto y hacia Wargla. Este cuadro está indudablemente
falsificado por la perspectiva de un observador exterior. Si el comercio de sal
con los países de la región del Sahel existía entonces, ciertamente era mucho
más grande en volumen que la exportación de alumbre a las ciudades del norte de
África. Más aún, debe señalarse que al-Idrīsī no mace mención al extenso
comercio transahariano, por el que Kawar era la única escala entre Fezzan y la
región del lago Chad. Su silencio en este punto es quizá indicativo de la
importancia relativa de esos dos tipos de actividad comercial: el floreciente
comercio regional no fue quizá inferior –al menos en volumen, si no en valor-
al comercio internacional a gran escala.
El
grupo de oasis del Fezzan era más importante para el comercio a larga distancia
que el de Kawar, estando situado en el cruce de dos las más importantes rutas
comerciales de África Occidental. La dominación del Fezzan hizo posible
controlar ambas rutas norte-sur (Ifrikiya/Trípoli-Kanem-Bornu) y este-oeste
(Egipto, Ghana, Mali/Songhay). Kanem no tenía alternativa para su
comercio de larga distancia con los países mediterráneos (excepto para el
lejano Maghrib); la mayoría de importaciones y exportaciones tenían que hacer
ese camino. Solo los mercaderes que comerciaban con los países del Maghrib
podían evitar el Fezzan, tomando la extremadamente ardua ruta que pasa a través
de Djado y Tassili. La seguridad en la ruta caravanera norte-sur y el control
de las escalas tenían que estar, por tanto, entre los objetivos primarios de
los reyes de Kanem-Bornu.
Junto con los esclavos, las caravanas que viajaban
a Fezzān y a los centros mediterráneos también exportaban ciertos productos
exóticos, como colmillos de elefante, plumas de avestruz e incluso animales
vivos. No obstante, si el tráfico de esclavos se aprecia en su verdadero valor,
debe considerarse primariamente en relación a la actividad productiva como un
todo. A este respecto, no cabe duda de que Kanem-Bornu debió su prosperidad más
a su pujante agricultura, a la ganadería y a la minería de sal que a los
ingresos derivados del tráfico de esclavos. Un papel importante lo jugaron también
los artesanos, alguno de cuyos productos fueron exportados a los países
vecinos. En el siglo XIV, Ibn Battūta registraba que, además de los esclavos,
Bornu exportaba prendas bordadas. Por otra parte, se debe tener en cuenta que, de acuerdo con
al-Idrīsī en el siglo XII, el alumbre de Kawar fue muy solicitado después en
Norteamérica.
La importaciones consistían en caballos, que eran
muy apreciados por sus usos militares. Los cronistas establecen que la
caballería de Dunama Dibalami (1203-1242) comprendía 41.000 caballos.
Al-Makrīzī aporta la interesante información de que los caballos de Kanem eran
particularmente pequeños: parece admisible inferir de esto la práctica indígena
la cría de caballos en tiempos antiguos.
Los productos manufacturados como las prendas y
telas también eran importadas desde el norte, así como armas de hierro. Ibn
Sa’īd señala de paso que en la época de
Dunama Dibalami las prendas eran importadas a Kanem desde la capital
tunecina. Anteriormente, al-Muhallabī había mencionado que el rey de Zaghawa
vestía prendas de lana y seda de Sousse. En el siglo XIV la tejeduría estaba
suficientemente bien desarrollada para que los habitantes de Kanem usaran tiras
de algodón como medida de valor en sus actividades comerciales.
Además, puede suponerse que el cobre era también
uno de las materias primas transportadas al Sudán central. Sabemos que en el
siglo XIV este metal era extraído –probablemente en pequeñas cantidades- de las
minas situadas cerca de Takedda. Por esta época, los depósitos de estaño de la
meseta nigeriana probablemente habían empezado a ser explotados. Petis de la
Croix nos informa de que, a fines del siglo XVII, el estaño era una de las
exportaciones de Bornu a Trípoli. El cobre y el estaño (así como el zinc) son,
por supuesto, esenciales para la manufactura del bronce; y se sabe que en Benin
y Nupe un destacado arte en bronce estaba floreciendo bien antes de la llegada
de los portugueses al litoral atlántico.
El volumen de comercio norte-sur dependía
fuertemente de la seguridad de la ruta caravanera central a través del Sahara.
En la primera mitad del siglo XII, esta seguridad estaba garantizada por tres
diferentes poderes: en el norte el reino del Fezzān, dominado desde comienzo
del siglo X por la dinastía beréber de los Banu Khattab; en el centro por los
jefes beréberes de Kawar; y al sur por Kanem. Cuando Sharif al-Din Karākush, el
líder militar mameluco, conquistó Fezzān en 1172-3, sometiendo al país a fuego
y espada, el viejo equilibrio fue gravemente amenazado. El vacio político
creado por la desaparición de los Banu Khattab más pronto o más tarde obligó a
llevar a los reyes de Kanem a la intervención en el Fezzān.
En el siglo XIII, Ibn Sa’īd –cuya información
sobre Kanem se refiere al reinado de Dunama Dibalami (1203-1242) –registra que
el rey de Kanem estaba en posesión de Kawar y Fezzān. La expansión de Kanem
hacia el norte está confirmada por al-‘Umarī, escribiendo a mediados del siglo
XIV: ‘El imperio [de Kanem] comienza en el lado egipcio en una ciudad llamada
Zella [noreste del Fezzān] y finaliza por la ota parte en una ciudad llamada
Kaka; tres meses de viaje separa estas dos ciudades". El poder de Kanem por este
tiempo está atestiguado por el viajero al-Tidjani, que registra que los
emisarios del rey de Kanem lograron en 1258-9 matar uno de los hijos de
Karākush, que había invadido el Waddan, una región al norte de Fezzān.
No obstante, para el control efectivo de todo
comercio entre el Sudán central y el norte de África, era necesario prevenir el
desvío del comercio a rutas secundarias. De hecho, Ibn Sa’īd establece que el
rey de Kanem también gobernaba sobre el reino de Djadja, situado al noroeste
del lago Chad, y sobre los beréberes del sur (Tuwarik).
Sería imprudente afirmar, no obstante, que en el
siglo XIII Kanem era un vasto imperio con una fuerte organización territorial.
En particular, no tenemos información que nos permita establecer la naturaleza
precisa del poder que Kanem ejercía
sobre el Fezzān. El may ‘Alī,
cuya tumba puede verse aún en Traghen, era en realidad el rey Idrīs b. ‘Alī
(1677-1696), que murió en el Fezzān durante la peregrinación, y no, como
anteriormente se pensaba, un gobernador o virrey que representaba al rey de
Kanem. Además, no hay certeza de si Kanem se extendía hacia el este hasta las
afueras de Darfur. Ibn Sa’īd mismo dice que los Tubu de Bahr al-Ghazal –no
lejos de Djimi- eran un pueblo independiente. Al parecer Dunama Dibalami no
había conseguido subyugarlos, a pesar de la larga guerra, que duró ‘siete años,
siete meses y siete días’, de la que Ibn Furtūwa habla.
Los pueblos que vivían alrededor del lago Chad y
en las islas también continuaron defendiendo su independencia con éxito. Ibn
Sa’īd afirma, de la información proporcionada por Ibn Fātima, que el ‘lago Kuri
[Chad] está rodeado de infieles del Sudán no dominados que comen carne humana’.
Sitúa a los Badi (Bedde?), que, de acuerdo con al-Makrīzī, estaban organizados en
forma de un reino- al norte del lago Chad; los Ankazar (sinónimo de los
Kotoko?), al sur; los Djabi al noroeste; y los Kuri al noreste, en la boca del
Bahr al-Ghazal (hoy los últimios están establecidos sobre las islas). Además,
hubo en la costa del lago un lugar llamado dar
al-sinā’a (que significa ‘el arsenal’ o, etimológicamente, ‘manufactura’),
en relación con el cual Ibn Sa’īd registra: ‘es desde aquí que, en la mayoría
de las ocasiones, el sultán los sultanes
zarpan con sus tropas en campañas contra las tierras infieles en las fronteras
del lago, para atacar sus navíos, matar y tomar prisioneros. al-Makrīzī,
también basándose en una fuente del siglo XIII, menciona los pueblos de varios
pueblos paganos que vivçian en la vecindad de Kanem. Entre ellos, es posible
identificar a los Bedde (?), los Afnu (un nombre kanuri para los Hausa) y los Kotoko (escrito ‘Kan.ku’ en el texto). El mismo autor registra que en torno a
1252-3 el rey de Kanem vino de Djimi para atacar a los Kalkin, un subgrupo de
los Mabna (¿los Mabba de los Wadday?), sin duda, también, con el propósito de
tomar prisioneros.
Parece que se puede inferir de todo esto que la
expansión de Kanem estaba limitada a la región septentrional. En el sur, las
relaciones con los pueblos no musulmanes no habían cambiado aparentemente. Esta
necesidad no causa sorpresa, ya que la prosperidad del reino –o al menos la
prosperidad del rey- dependía directamente de los ingresos derivados del comercio
transahariano más que de cualquier incremento en la producción pastoral o
agrícola. Además, los esclavos constituían la principal ‘mercancía’
intercambiada por importaciones del norte, y eran obtenidas mediante la
organización de incursiones contra los pueblos no musulmanes del sur. Por tanto
no estaba en el interés de los reyes de Kanem el facilitar la expansión del
Islam más allá de ciertos límites
Incluso en Kanem, el Islam no echó raíces
profundas antes del siglo XIII. Al-Makrīzī, que escribía en el siglo XV,
consideraba que Dunama Dibalami había
sido el primer gobernante musulmán de Kanem, pero estaba ciertamente
equivocado. El Diwan contiene
información que demuestra que todos los Sefuwa eran musulmanes. Si hay que
creer a los cronistas, el segundo rey de los Sefuwa, Dunama b. Hummay
(1080-1133), incluso hizo la peregrinación dos veces y murió en una tercera. Se
nos informa de que Hummay mismo, el fundador de la dinastía Sefuwa, había
muerto en Egipto. Si esto es cierto, sugeriría que él también había realizado
la peregrinación. También es valioso destacar que, empezando con el reinado de
Bir b. Dunama (1133-1160), las esposas principales de varios reyes eran
musulmanas, a juzgar por sus nombres –o los nombres de sus padres- como se
indica en el Diwan. No obstante, no
fue probablemente hasta el reinado de Dunama Dibalami (1203-1242) que el Islam,
en su forma ortodoxa, dejara ninguna huella en el pueblo en general.
Puede inferirse a partir de las fuentes internas y
externas que Dunama Dibalami fue un gran reformador musulmán. Los autores
del Diwan
pasan por alto las peregrinaciones de dos reyes del siglo XIV y, con Ibn
Furtūwa, acusa de Dunama Dibalami de haber destruido un objeto sagrado llamado mune. Este era probablemente el elemento
focal de un culto real transmitido desde tiempos preislámicos. Ibn Furtūwa –aún
siendo él mismo un imam, escribiendo en el siglo XVI- ve este ‘acto sacrílego’
como la causa de varias perturbaciones, en particular, la larga guerra contra
los Tubu. Además, Dunama Dibalami probablemente era también el fundador de una madrasa en El Cairo destinada a los
súbditos de Kanem. Ibn Sa’īd registra que él era ‘celebre por la guerra santa y
por sus loables acciones’, y afirma que su entorno estaba compuesto de juristas
musulmanes. Él obligó a ciertos pueblos del Sudán central, sobre todo
beréberes, a aceptar el Islam. Así, está bastante claro que, en la primera
mitad del siglo XIII, la diseminación del Islam fue a la par que la expansión
territorial.
Dunama Dibalami murió alrededor de 1242 y fue
enterrado en Zamtam, una ciudad al noroeste del lago Chad. No hay fuente
comparable al Kitāb al-djughrāfiyya
de Ibn Sa’īd para decirnos la extensión de Kanem y el crecimiento del Islam en
el periodo posterior. El Diwan
registra la visita a Kanem de dos shaykhs ‘Fellata’ (Fulaní) de Malí durante el
reinado de Bir (II) b. Dunama (1270-1290) pero no menciona siquiera las
peregrinaciones de Ibrahim I b. Bir (1290-1310) o Idris I b. Ibrahim
(1335-1359). Escribiendo a mediados del siglo XIV, al-‘Umarī también da poca
información precisa. De acuerdo con él, Kanem era un imperio extremadamente
débil cuyos recursos eran mínimos y cuyas tropas eran muy pocas. Por otra
parte, el celo religioso de los habitantes de Kanem debe haber sido destacable;
ellos siguen el rito del Imam Malik. Desterraron de sus vestidos todo lo que es
superfluo, y tenían una ardiente fe.
Si hay que dar crédito a Al-‘Umarī, Kanem todavía
dominaba el Fezzan en ese tiempo. Takedda, por otro lado, poseía sin duda un
sultán independiente. Era indudable que, como resultado de los problemas
dinásticos que estallaron en la segunda mitad del siglo XIV, que Kanem fue
forzado a renunciar su control exclusivo sobre la ruta caravanera del Sahara
central. Cuando, a fines del siglo XIV, los Bulala lograron conquistar Kanem y
romper su monopolio comercial con el norte de África, los Sefuwa entraron en el
periodo más oscuro de su historia.
6. De Kanem a Bornu
Hacia el siglo XII a más tardar, los difierentes
pueblos de Kanem comenzaron a emigrar hacia el oeste, estableciéndose en Bornu,
al oeste del lago Chad. Los Tomaghra, los Tura, los Kay (Koyam) y los Ngalma
Dukko deben haber estado entre los más antiguos inmigrantes a Bornu. En la
segunda mitad del siglo XVI, a continuación de las victoriosas expediciones de
Idris Alawoma, un gran número de Tubu y árabes dejaron Kanem a su vez por
tierras más fértiles y mejor protegidas al oeste del lago Chad. Este movimiento
migratorio, que en el caso de las tribus seminómadas estuvo probablemente
acompañado por la expansión política, llegó a su fin solo al comienzo de la era
colonial.
Al oeste del lago Chad, los grupos que habían
venido desde Kanem encontraron varios pueblos sedentarios que hablaban lenguas
Chadianas. Podemos seguir las tradiciones Kanuri al aplicarles el nombre
colectivo de Sao o Saw. Ni Ibn Sa’īd ni al-Makrizī mencionan ningún pueblo de
este nombre. No obstante, los cronistas registran que a mitad del siglo XIV
cuatro reyes Sefuwa cayeron en batalla contra los Sao, dos de ellos en Ghaliwa.
Esta ciudad puede ser identificada tentativamente con la moderna Ngala –al sur
del lago Chad- que está todavía habitada por los Kotoko. De acuerdo con
tradiciones orales registradas en el siglo XIX, sus tempranos predecesores eran
los Sao.
Hasta donde la fuentes escritas se refieren, los
Sao reaparecen en la primera mitad del siglo XVI en los escritos de León el
Africano, que los coloca al oeste del lago Chad y al sur de Bornu. Medio siglo
más tarde, Ibn Furtūwa aplica el nombre Sao a dos grupos étnicos: los Ghafata,
que vivían junto al Komadugu Yoo, y los Talala, que estaban establecidos en la
costa oeste del lago Chad. Idrīs Alawoma (1564-1596) lanzó una serie de ataques
asesinos contra esos dos pueblos y forzó a los supervivientes a abandonar sus
hogares ancestrales. Algunos buscaron refugio enlas islas del lago Chad. En
1582, el geógrafo italiano G.L. Anania aplicó al lago Chad el nombre de ‘Sauo’.
Hoy, el nombre Sao (So o Saw) designa, en la cultura de los Kanuri, a los
pueblos que les precedieron –ya sea en Kanem, Bornu o Kawar- refiriéndose a los
que ya no hay ningún conocimiento cierto.
Es difícil determinar la naturaleza de las
relaciones que existían entre Kanem y Bornu antes del fin del siglo XIV. Una
cosa es cierta: entre el comienzo del siglo XIII y el fin del XIV, Bornu
adquirió una relativa importancia. Ibn Sa’īd menciona un reino al oeste del
lago Chad; aunque solo da el nombre de su capital, Djadja, la situación
geográfica sugiere que era Bornu. Él anota: ‘la ciudad de Djadja es la
residencia [kursi] de un reino
separado, que posee ciudades y tierras. En la actualidad, pertenece al sultán
de Kanem.
Por tanto hay una fuerte posibilidad de que antes
del siglo XIII Bornu fuera un reino independiente. Al-Makrizī, que conocía un
texto de Ibn Sa’īd que desde entonces ha desaparecido usa el ambigüo término kursi, pero lo aplica tanto a Kanem como
a Bornu. De acuerdo con él, Ibrahim b. Bir (1290-1310) mantuvo los tronos (kursi) de Kanem y Bornu. Ibn Khāldūn,
escribiendo sobre el año 1268, menciona al ‘soberano de Kanem y señor de
Bornu’. Ibn Battūta, que visitó Takedda al sur de Aïr- en 1353, conoció a un rey
Sefuwa de Bornu, pero la distancia que el da a su capital nos lleva al este del
lago Chad, a Kanem. Estas diferentes declaraciones pueden reconciliarse, si se
acepta que Kanem y Bornu eran inicialmente dos reinos separados, pero desde el
siglo XIII en adelante fueron reunidos bajo el gobierno de una única dinastía,
la de los Sefuwa.
No obstante, escribiendo a mediados del siglo XIV,
al-‘Umarī afirma que los sultanes mamelucos de Egipto intercambiaron
correspondencia tanto con el rey de Kanem como con el de Bornu. A partir de
esto puede deducirse razonablemente que Bornu había preservado un grado de
autonomía, a pesar de la soberanía de los reyes de Kanem, y que la vieja
dinastía probablemente continuó jugando un importante papel allí. Cuando el
poder de los Sefuwa declinó, la autoridad de los reyes locales se reforzó; pero
cuando los Sefuwa estaban fuertes, los últimos tenían menos margen de maniobra.
Sin embargo, el sustrato étnico debe
haber sido el mismo, de otra manera ¿cómo pudo Ibn Battūta haber utilizado el
nombre Bornu para designar al imperio Sefuwa?
La situación debe haber cambiado hacia el fin del
siglo XIV, cuando los ataques lanzados por los Bulala forzaron a los Sefuwa a
abandonar Kanem y establecerse finalmente en Bornu.
Pueblos y Reinos de Chad en el siglo XIV |
Los Bulala eran un pueblo pastoril que estaban ya probablemente establecidos en la región del lago Fitri, donde viven todavía hoy, antes de sus incursiones en Kanem. Allí, ellos gobernaban sobre los Kuka, un pueblo que hablaba un lenguaje asociado al Sara. ¿Estaba su ataque hacia Kanem quizás conectado con la migración hacia el oeste de ciertas tribus que siguió a la dislocación del reino cristiano de Nubia a comienzos del siglo XIV? A fines del siglo XVI, los árabes iban a encontrarse entre los aliados de los Bulala, de acuerdo con Ibn Furtūwa. A fines del siglo XIV, uno de los reyes Sefuwa había caído en batalla contra los árabes.
Parece que la razón inmediata para la intervención
de los Bulala en Kanem fue el debilitamiento del reino Sefuwa por el conflicto
dinástico entre Dāwūd b. Ibrāhīm Nikale (c.1359-1369) y los hijos de su hermano
y predecesor, Idrīs. Dāwūd mismo fue muerto por el rey Bulala ‘Abd al-Djalīl.
Sus tres sucesores fueron todos muertos luchando contra los Bulala. El cuarto,
‘Umar b. Idrīs (1376-1381), finalmente tuvo que dejar Djimi y parece haber
abandonado Kanem totalmente. De acuerdo con una carta escrita por su hermano,
Bir b. Idrīs, fue muerto por los árabes Djudham (Djuhayna?). Dos reyes Sefuwa
más iban a morir combatiendo a los Bulala antes de que la amenaza de esos
terribles enemigos del Imperio Sefuwa fuera finalmente evitada durante el largo
reinado de Bir b. Idrīs (1383-1415).
Esos sucesos no pasaron desapercibidos en los
otros países musulmanes. Al-Makrizī los resume en los siguientes términos:
‘En
torno al año 700 [= +1300], su rey era al-Hadjdj Ibrāhīm, un descendiente de
Sayf b. Dhī Yazan. Mantuvo el trono de Kanem y Bornu. Después de él, su hijo,
al-Hadjdj Idrīs, reinó, luego, su hermano Dāwūd b. Ibrāhīm, luego ‘Umar, hijo
de su hermano al-Hadjdj Idrīs; finalmente, su hermano ‘Uthmān b. Idrīs, que
reinó brevemente antes del año 800 [+1397-8]. Pero el pueblo de Kanem se rebeló
contra ellos [es decir, los reyes] y renunciaron a su fe. Bornu permaneció en
su imperio. Sus habitantes eran musulmanes y libraron una guerra santa contra
el pueblo de Kanem. Ellos tenían doce reinos.’
La declaración de Al-Makrizī puede
llevarnos a suponer que los Bulala eran paganos, pero ni el Diwan ni Ibn Furtūwa lo corroboran. Más creíble
es la información relativa al nuevo Imperio Sēfuwa, con Bornu como centro:
muchos jefes locales parecen haberle jurado lealtad. Kaka se convirtió en la
nueva capital. Al parecer, Bir (‘Uthmān) b. Idrīs fue suficientemente fuerte
para llevar la guerra a territorio enemigo.
Volviendo a los Bulala, sabemos que
fundaron un poderoso reino en Kanem y que, como nos cuenta Ibn Furtūwa, Tubu y
tribus árabes fueron sus aliados. León Africano conoció su reino por el nombre
de ‘Gaoga’, sin duda derivado de Kaka. De acuerdo a esta información, Kanem fue
más extenso y poderoso que Bornu; su rey disfruto de excelentes relaciones con
el Califa de Egipto. Esta descripción no puede referirse al comienzo del siglo
XVI –cuando León Africano pretende haber visitado los reinos del Sahel- pero
podría corresponder a la situación que prevalecía a fines del siglo XV, como se
la describen los mercaderes del norte de África. Se sabe que las fuerzas de
Bornu volvieron a capturar Djimi alrededor del comienzo del reinado de Idrīs
Katakarmabi (1487-1509), 122 años después de haber sido expulsados de ella. Los
Bulala no fueron, sin embargo, derrotados de manera decisiva hasta que Idrīs
Alawona lo consiguiera en la segunda mitad del siglo XVI.
7.
Crisis dinástica y política
La mayoría de la información
contenida en el Diwan se refiere a
historia dinástica, que es, por tanto, el aspecto mejor conocido de la historia
de Kanem-Bornu (vease cuadro genealógico
y cronología al final de la entrada). Como norma, el Diwan proporciona solo información relativa a la sucesión (los
párrafos decisivos están dedicados a los sucesivos reinados); pero esto es
suficiente para permitirnos determinar las líneas de descendencia enlazando los
diferentes reyes (su genealogía) y la evolución de las normas de sucesión. Era
sobre la base de tales normas –o, más bien, de los precedentes- que un sucesor
de un rey muerto era elegido. Aunque el balance de poder entre los grupos
dinásticos también era tenido en cuenta, era conforme con las normas existentes
que conferían legitimidad a un sucesor. Esas normas no escritas resultaron más duraderas
que nuestras constituciones modernas. Variaban solo durante periodos largos y
como resultado de grandes cambios. Los grupos dinásticos se formaban en
referencia a esas normas y no podían manipularlas como desearan. Una
reconstrucción de esas normas de sucesión, y de sus variaciones, facilitarán un
entendimiento no solo de la historia dinástica -en el sentido estricto del
término- sino también de ciertos aspectos del proceso histórico.
De acuerdo con el Diwan los primeros seis reyes se
sucedieron unos a otros en línea directa, de padres a hijos. Los cronistas
indicaban un método de sucesión similar en el caso de los reyes Duguwa, pero la
duración de los reinados sucesivos demuestra que los reyes no podían haber
pertenecido a generaciones diferentes. Por tanto, se piensa que la sucesión
patrilineal se había originado entre los jefes de Kawar, los ancestros
probables de Hummay, que fundó la dinastía Sēfuwa.
Fue en la generación de los hijos de
Dunama Dibalami que encontramos el primer caso de sucesión colateral (un
hermano sucediendo a otro); no obstante, se destacaría que Kaday b. Dunama
(1242-1270) y Bir b. Dunama (1270-1290) nacieron de madres diferentes. La madre
de Kaday era probablemente una Magomi, mientras que la madre de Bir puede haber
sido descendiente de una de las antiguas tribus de Kanem. Esta interpretación
debe verse a la luz de una importante observación de los cronistas considerando
el reinado de Dunama Dibalami: “En su tiempo, los hijos de los sultanes se
dividieron en diferentes facciones; anteriormente no habían habido facciones”.
Quizá es permisible inferir que la rivalidad entre la línea de Kaday y la línea
de Bir refleja conflictos dinásticos que ya estaban estallando en la primera
mitad del siglo XIII. Probablemente, como hemos visto, el antagonismo creciente
entre la línea real de los Magomi y las tribus sedentarias de Kanem estaba en
la raíz de esos conflictos.
También se debe tener en mente que
la primera sucesión colateral en la historia de los Sēfuwa ocurrió, de acuerdo
con los cronistas, después de la primera muerte violenta de un rey de Kanem en
Kanem (Dunama b. Hummay fue asesinado durante la peregrinación). De hecho Kaday
murió luchando contra los ‘andakama
dunama –sin duda uno de los grandes vasallos del reino. Su hermano Bir, por
otra parte, murió de muerte natural en Djimi. Ibrāhīm Nikale (1290-1310)
sucedió a su padre, siguiendo el patrón patrilineal, pero él mismo fue
derrotado por otro gran vasallo, el yerima
Muhammad g. Ghadī, y el poder pasó a manos de su primo, ‘Abd Allāh b. Kaday
(1310-1328). Luego, el anterior principio de sucesión fue restablecido cuando,
a la muerte natural de ‘Abd Allāh b. Kaday en Djimi, fue sucedido por su hijo
Salmama (1328-1332). De esto puede inferirse que, durante la segunda mitad del
siglo XIII y el comienzo del XIV, la sucesión patrilineal era aún la norma
dominante –norma, además que podía ser rota solo recurriendo a la violencia.
Cada vez más, desde ese momento, la
sucesión colateral prevaleció. Los cuatro hijos de ‘Abd Allāh ejercieron el
poder a su vez, pero todos ellos fueron asesinados en batallas contra los Sao
después de breves reinados. Al parecer, incapaces de derrotar a los Sao, los
descendientes de Kaday b. Dunama abandonaron el poder a favor de un nieto de
Bir, Idrīs b. Ibrāhīm Nikale (1335-1359). Este rey pudo bien haber sido más
conciliador con el pueblo indígena de Bornu, ya que él mismo era un
descendiente de la línea de Bir b. Dunama, que disfrutaba de estrechas
relaciones con el pueblo no Magomi de Kanem. En cualquier caso, paraece haber
logrado establecer un modus operandi
con las tribus Sao y traer el orden a Bornu.
A la muerte de Idrīs, el problema de
sucesión se convirtió en más agudo que nunca:¿quién iba a sucederle, un hijo o
un hermano? Un hermano, Dāwūd, nacido de una madre diferente, fue elegido de
hecho, con preferencia a sus hijos; pero más tarde no se reconciliaron y
durante el reinado de Dāwūd ‘la guerra estalló entre el hijo [o hijos] del
sultán y el sultán mismo’. Puede suponerse que fue esta guerra de sucesión y la
consecuente debilidad de los Sēfuwa la que provocó la intervención de los
Bulala: entre 1386 y 1389, siete reyes sucesivos cayeron combatiendo a los
invasores. También dio lugar a la polarización de dos líneas de descendencia,
los Dawudíes y los Idrisíes, quienes, en sus frecuentes luchas por el poder,
debilitaron peligrosamente el reino de los Sēfuwa. Pasó otro siglo antes de que
se resolviera finalmente el problema sucesorio, por la total eliminación de una
de las dos líneas.
La consecuencia inmediata de la
invasión externa iba a desencadenar un reflejo defensivo: ‘Uthmān (1369-1373) sucedió
a su padre sin dificultad, y los Dawudíes y los Idrisíes posteriormente
reinaron por turnos aproximadamente hasta el fin de la lucha en Kanem. Durante
este periodo, la sucesión colateral paulatinamente tendió a convertirse en la
norma: Uthmān b. Idrīs sucedió a Uthmān b. Dāwūd, y ‘Umar b. Idrīs sucedió a
Abū Bakr b. Dāwūd. Claramente, el principio de sucesión legítima estaba subordinado
a los imperativos políticos del momento.
En esas circunstancias, no es de
extrañar, que incluso se convirtiera en algo posible que un no Sēfuwa accediera
al trono. Un ‘rey’ (malik, no
sultán), Sa’īd (1381-1382) sucedió de hecho a ‘Umar, que había sido forzado por
los Bulala a abandonar Kanem. Por tanto, Sa’īd fue el primer rey en gobernar
sobre Bornu en solitario. Probablemente fue elegido porque representaba mejor
los intereses de los habitantes de esa
parte del antiguo reino. Ciertamente, es tentador ver en él a un representante
de la antigua dinastía de Bornu. Tanto él como su sucesor, Kaday Afnu b. Idrīs
(1382-1383) también murieron luchando contra los Bulala, antes de que Bir
(Uthmān) b. Idrīs finalmente lograra repeler a los invasores.
Puede haberse supuesto que esta
victoria daría a los Idrisíes suficientes cartas de triunfo para permitirles
excluir a los descendientes de Dāwūd del poder de una vez por todas. Por ese
tiempo, los Dawudíes ya habían sido derrocado de la sucesión tres veces, y el
largo reinado de Bir (Uthmān) b. Idrīs (1383-1415) hizo su retorno al poder
incluso más dudoso. No obstante, Uthmān Kalnama b. Dāwūd (1415) fue capaz de
suceder a Bir (Uthmān); pero esto fue por que los titulares reales del poder en
esa época claramente ya no eran los Sēfuwa, sino alguno de los oficiales de
alto rango del reino.
El Diwan nos informa que el mismo Bir (Uthmān) ya había tenido que
luchar contra el kayghamma (jefe del
ejército), Muhammad Dalatu. Uthmān Kalnama, su sucesor, fue eliminado del poder
después de solo nueve meses por el kayghamma,
Nikale b. Ibrāhīm y por el yerima
(gobernador del norte) Kaday Ka’aku. El poder pasó entonces a manos de dos de
los hijos de Umar b. Idrīs, Dunama (1415-1417) y ‘Abd Allāh (1417-1425),
antes de retornar a dos Dawudíes, Ibrāhīm b. Uthmān (1425-1433) y Kaday b.
Uthmān (1433-1434). Esta oscilación del poder entre las dos líneas se debió
indudablemente a la manipulación de la sucesión por los oficiales del reino y,
en particular, por el kayghamma. Los
cronistas no dejan ninguna duda en cuanto a al gran poder ejercido por el kayghamma en esa era. ‘Abd Allāh b. Umar
fue destronado por el kayghamma, ‘Abd Allāh Daghalma, quien colocó
en su lugar al Dawudí Ibrāhīm b. Uthmān; pero después de la muerte de este
último, el kayghamma reinstaló a ‘Abd
Allāh b. Umar. Al menos durante veinte años, los amos reales de Bornu fueron
así los jefes militares y no los príncipes de sangre real.
Quizás no es accidental que la
creciente influencia de los oficiales y en particular de los kayghamma, comenzó a hacerse sentir precisamente durante el reinado de Bir
(Uthmān), en un tiempo en que la amenaza exterior representada por los Bulala
había sido conjurada. Una vez que las hostilidades hubieron finalizado, fue
tentador para los jefes arquitectos del reino consolidado dirigirse ahora a
aumentar su influencia con la dinastía reinante. Ellos eran demasiado débiles
–y probablemente demasiado desunidos- como para intentar sustituir el gobierno
de los Sēfuwa por el suyo propio. No obstante, mediante la explotación de las
divisiones existentes entre los grupos dinásticos para sus propios propósitos,
ayudaron a revivir al crisis dinástica que pudo haberse establecido con éxito
después del largo reinado de Bir (Uthmān).
Durante los siguientes veinte años
continuó la confrontación directa entre los Dawudíes y los Idrisíes. Dunama b.
Bir (1434-1438) atacó a Kaday b. Uthmān y reconquistó el reino para los
descendientes de Idrīs. Dos hermanos –Muhammad b. Matala y ‘Amr b. A’isha bint
Uthmān- le sucedieron, pero sus dos reinados combinados duraron menos de dos
años antes de que los Dawudíes retornaran al poder. No se sabe en qué
circunstancias Muhammad b. Kaday (1439) sucedió a ‘Amr, pero es probable que se
impusiera por la fuerza. Fue también sucedido por sus dos hermanos, Ghadjī b.
Imāta (1439-1444) y Uthmān b. Kaday (1444-1449). El último fue derrotado por
‘Alī Ghadjideni, con el que los Dawudíes cesaron de existir como poder
político. El gran conflicto dinástico, que había desgarrado el país durante
casi un siglo terminó así con la completa victoria de los Idrisíes.
Sin embargo, ‘Alī Ghadjideni, hijo
de Dunama b. Bir, no estaba necesariamente seguro de la sucesión. Al parecer,
dos miembros mayores de su línea tenían pretensiones más fuertes. ‘Alī Ghadjideni, de hecho, no accedió al
trono hasta después de ‘Umar b. ‘Abd Allāh (1449-1450) y Muhammad b. Muhammad
(1450-1455). Debe suponerse que durante la prolongada lucha entre los Dawudíes
y los Idrisíes los dos grupos dinásticos llegaron a estar fuertemente
estructurados y que la sucesión colateral, mediante seniorato, hasta el último
miembro superviviente de cada generación, había llegado a vincularse tanto a
una norma que incluso el conquistador de los Dawudíes no podía quedar exento de
ella.
No obstante, la importancia de su
reinado (1455-1487) puede medirse por el hecho de que vio la transformación de
las normas de sucesión a favor de sus descendientes directos, su hijo Idrīs
Katakarmabe (1487-1509) y su nieto Muhammad b. Idrīs (1509-1538). Después de un
largo periodo de problemas, la vuelta a la sucesión patrilineal debe haber
parecido a los habitantes de Bornu volver a la edad dorada.
8.
Kanem-Bornu desde Ali Ghadjideni hasta Idris Alawoma (1455 -1564)
Hacia 1472, ‘Alī Ghadjideni
construyó la fortaleza de Birnin Gazargamu en el tridente de los ríos Yobe y
Gana. Esta se convirtió finalmente en la capital de los Sēfuwa y permaneció
como tal a través de todo su gobierno en
Bornu. Varios establecimientos fortificados más fueron fundados probablemente
por el mismo tiempo.
‘Alī Ghadjideni es recordado como un
vivificador del Islam ya que intentó eliminar, al menos en el grupo gobernante,
el sincretismo que se había llegado a ser común entre los Sēfuwa. También
intentó encontrar un gobierno islámico adecuado. Continuando las tradiciones de
sus predecesores y en respuesta al fervor islámico del periodo, Alī se rodeó de
‘ulamā’ (eruditos musulmanes) cuyo
consejo buscaba en cualquier decisión importante. Dos de ellos eran Ahmad b.
‘Abd al-Kuwwata, su Ķādī al-Kabīr
(juez principal), y Masbarma ‘Umar b. Uthmān, su Wazir e Imām principal.
Muchos de los todopoderosos
campeones habían reducido sus poderes. Especialmente los kaighamma y los yerima (gobernador
de las provincias septentrionales) quienes, durante el periodo de crisis, ponían
y quitaban reyes a su antojo. Puede haber sido bajo el reinado de ‘Alī
Ghadjideni cuando se creó la división del harem real con sus cuatro esposas
titulares y un número de concubinas titulares. El oficio de chiroma (presunto heredero) pudo haber
tenido sus orígenes en este periodo.
Durante su peregrinación en torno a
1484, se dice que ‘Alī Ghadjideni había sido investido como el Khalifa de Takrur por el pretendiente
Abbasí ‘Abd al-‘Azis b. Ya’qūb. Desde esta época en adelante los soberanos de
Bornu se consideraron khalifas, una
pretensión que vino a ser aceptada por muchos eruditos y gobernantes en el Bilād al-Sūdān.
Las políticas de ‘Alī Ghadjideni
fueron continuadas por su hijo y sucesor Idrīs b. ‘Alī llamado Katakarmabe (1487-1509)
que consolidó sus ganancias e intentó expandir el estado. Pero durante
cincuenta años o más Katakarmabe y sus sucesores se enfrentaron a muchos retos
que distrajeron su atención de sus objetivos expansionistas.
El primer problema de los Sēfuwa era
la reanudación de los ataques Bulala tras la muerte de ‘Alī Ghadjideni. Los
Bulala parecen haber estado determinados a frustrar el desarrollo político y
económico en Bornu y Katakarmabe tuvo que enfrentarse a un ataque Bulala tan
pronto como se convirtió en Mai. No
solo les derrotó sino que entró victoriosamente en Ndjimi la anterior capital Sēfuwa
que, no obstante, nunca fue reocupada. Tras concluir un tratado con los Bulala,
Idrīs retornó a Bornu. Fue, no obstante una paz de corta vida y los conflictos
intermitentes continuaron bien entrado el reinado de Idrīs Alawuoma
(1564-1596).
Otro problema para los reyes Sēfuwa
era la emergencia de muchos estados tanto en la cuenca del Chad como en otros
lugares del Sudán. Esto obligó a los Sēfuwa a cambiar o modificar sus programas
para pactar con estados individuales.
A principios del siglo XVI numerosos
reinos pequeños habían surgido en la cuenca del Chad junto al borde meridional
de Bornu. Estos incluían Bagirmi, Mandara, los estados Kotoko, los Bolewa septentrionales
de Daniski, los Yamta y los Margi. Tal desarrollo potencialmente peligroso
atrajo la atención del rey. Muchos estados fueron atacados y forzados a
reconocer alguna forma de hegemonía Sēfuwa. Pero más a menudo los Sēfuwa
intentaron entrar en alguna forma de relaciones pacíficas con los estados
nacientes. Los mencionados arriba tenían registros de temprana cooperación son
los Sēfuwa y la intención del rey debe haber sido usar a los estados emergente
en la construcción de un sistema económico regional. La mayoría estaban
animados a desarrollar sus propias economías y establecer un comercio regular
con Bornu. A través de esta asociación los estados emergentes absorbieron la
mayoría de la cultura de Bornu, que puede haber contribuido a su rápido desarrollo.
En el mismo periodo muchos estados
emergieron también en Hausaland. Katsina y Kano pronto se desarrollaron como el
término de la ruta transahariana y puestos comerciales de la ruta oeste-este
por la que el oro de Akan y Kola fueron llevados a Bornu. En el Sahara, hubo un
ligero cambio de la ruta transahariana cuando Agades se desarrollo y suplantó a
Takedda como puesto comercial principal.
Bornu debió haber reaccionado a esos
desarrollos. La nueva ruta de comercio entre Hausaland y Bornu pronto se hizo
insegura para los viajeros por las incursiones de los Ngizim y los Bedde así
como por los Bulala. Debió haberse gastado mucha energía en salguardar la ruta,
aunque fue solo durante el reinado de Idrīs Alawuoma que el problema se alivió.
El problema de la ruta comercial y la cuestión del control de los nuevos
establecimientos que pronto se desarrolló a lo largo de la ruta pudo haber
contribuido a los conflictos entre Mai Idrīs Katakarmabe y los dos reyes de
Kano, ‘Abdullāhī (c.1499-1509) y Muhammad Kisoki (c.1509-1565).
Bornu también debió haber tenido que
ajustarse al cambio de la ruta transahariana. Bornu tenía relaciones desde hace
mucho tiempo con Takedda pero ahora debe haber querido controlar Agades, en
particular enfrente del creciente poder Songhay. En 1501 y 1515 el Askiya
Muhammad de Songhay (c.1493-1528) mandó expediciones militares contra Agades
con la intención de colocar el área bajo influencia Songhay. El resultado no
queda claro pero en torno a 1532 se dice que Bornu había enviado su propia
expedición militar que logró dominar la ciudad. No obstante, la aparición de
Kebbi bajo Mohammadu Kanta (c.1516-1554) frustró los esfuerzos tanto de Songhay
como de Bornu. Los problemas de
Agades continuaron molestando a los reyes Sēfuwa durante casi todo su gobierno.
El periodo desde en torno a 1480
hasta 1520 fue un periodo de activa islamización en Bilād al-Sūdān. En el este, el sultanato Fundj, que fue fundado
hacia 1504, pronto adoptó el Islam. En Hausaland muchos eruditos de Mali,
África del Norte, Egipto y los oasis saharianos visitaron el área durante este
periodo, contribuyendo todos a la propia islamización del área. En el lejano
oeste, Songhay alcanzó la preeminencia bajo Askiya Muhammad, cuyo gobierno
coincidió con el fervor islámico en el área. Es de interés destacar que Askiya
Muhammad durante su peregrinación a La Meca (c.1496-8) reclamó ser –y fue-
investido como Khalifa de Takrur,
igual que Mai ‘Alī Ghadjideni había hecho diez años antes.
El fervor religioso en este periodo presentaba una oportunidad a los reyes de Bornu. El hecho de que los mais Sēfuwa hubieran sido musulmanes desde el siglo XI; que ‘Alī Ghadjideni hubiera sido investido Khalifa unos diez años antes que el Askiya, quien solo parecía que había disputado abiertamente el título; y que los gobernantes de Bornu se rodeaban tradicionalmente de reputados estudiosos tendió a dar al mais una ventaja sobre los otros soberanos. La crónica que Masbarma ‘Umar b. ‘Uthmān escribió para Idrīs Katakarmabe y la crónica tardía escrita por el Imam Ahmad b. Fartūwa para Idrīs Alawuoma parecen haber sido intentos para justificar las pretensiones califales del mais. El declive y colapso de Songhay más avanzado el siglo, estableció finalmente la primacía de la pretensión de Bornu.
El fervor religioso en este periodo presentaba una oportunidad a los reyes de Bornu. El hecho de que los mais Sēfuwa hubieran sido musulmanes desde el siglo XI; que ‘Alī Ghadjideni hubiera sido investido Khalifa unos diez años antes que el Askiya, quien solo parecía que había disputado abiertamente el título; y que los gobernantes de Bornu se rodeaban tradicionalmente de reputados estudiosos tendió a dar al mais una ventaja sobre los otros soberanos. La crónica que Masbarma ‘Umar b. ‘Uthmān escribió para Idrīs Katakarmabe y la crónica tardía escrita por el Imam Ahmad b. Fartūwa para Idrīs Alawuoma parecen haber sido intentos para justificar las pretensiones califales del mais. El declive y colapso de Songhay más avanzado el siglo, estableció finalmente la primacía de la pretensión de Bornu.
Bornu estaba convirtiéndose también en un gran centro de enseñanza visitado por estudiosos procedentes de Bilād al-Sūdān y otras partes del mundo musulmán. El que la pretensión de los reyes de Bornu fuera aceptada por muchos eruditos contribuyó en gran medida a establecer la fundación de la influencia cultural de Bornu en muchos estados. En Hausaland, esos procesos debieron haber sido en gran parte responsables de la introducción del pago de regalos regulares (gaisuwa o tsare en Hausa) al Khalifa de Bornu por los soberanos musulmanes en Hausaland.
Desde el reinado de Idrīs
Katakarmabe, existen algunos documentos de relaciones comerciales y
diplomáticas entre los Sēfuwa y las autoridades que controlaban el litoral
norteafricano. En torno a 1512 Katakarmabe envió una misión diplomática y
comercial a los españoles –que recientemente habían ocupado Trípoli- para
renovar lazos comerciales. Las relaciones comerciales con cualquiera que
controlara el área continuaron bajo los reyes siguientes. Cuando los Otomanos
se establecieron en el Maghreb, Dunama b. Muhammad en torno a 1555 envió una
embajada que se estableció con Tighurt Pasha un tratado de ‘amistad y comercio’
que se renovó continuamente por los gobernantes siguientes. Fuertes lazos deben
haberse establecido con Egipto que se encontraba en la ruta del peregrino de
Bornu. Hay huellas de relaciones comerciales, aunque la información es todavía
muy fragmentaria.
Los hijos y nietos de Katakarmabe
heredaron el problema de la incursión Bulala y el de los estados emergentes.
Hubo también la guerra Kebbi-Bornu (c.1561) sobre el control de Agades, que
parece haber perdido Bornu.
9.
El reinado de Idris Alawoma (1564-1596)
a) El establecimiento de una fuerte
economía regional y un sistema político centralizado y la aparición de los
Kanuri, c.1564-77.
La mayoría de los estudiosos están
de acuerdo con que Bornu alcanzó su apogeo durante el reinado de Idrīs b. ‘Alī,
apellidado póstumamente Alawoma (1564-1596). Los primeros doce años de su
reinado están descritos en un panegírico por su Imam, Ahmad ibn Fartūwa. En el interior fue visto como un innovador
militar y administrativo y un islamizador, y en los asuntos exteriores como un
diplomático experto que era comparable a los más importantes líderes musulmanes
de su día.
Su objetivo principal como rey
parece haber sido la realización de los objetivos de sus ancestros, a saber, la
construcción de un fuerte sistema económico y político. Se hicieron intentos
por primera vez para traer toda la provincia metropolitana firmemente bajo el
control del mais. La caballería, que
era el pilar del ejército, fue reorganizada. Hubo también un cuerpo de armas de
fuego turco que se había desarrollado bajo sus predecesores. Se cuenta que
habían sido construidos barcos más grandes para facilitar el cruce de los ríos.
Fue con tal fuerza que Alawoma lanzó sus conquistas.
La mayoría de los grupos hostiles
que rechazaban ser persuadidos u obligados a la sumisión eran continuamente
atacados hasta que se rendían. Esos incluían los Ngafata, los Talata, los
Dugurti, los Maya, los Ngizim y los Bedde. A algunos, como los Mukhulum, que se
sometieron a través de una derrota, se les permitió retener sus hogares bajo la
promesa de un tributo en cereal. Otros, como los Ngafata, los Talata y los
Dugurti, que eran considerados inmanejables, eran expulsados de la provincia
metropolitana.
En el lugar de los expulsados, otros
grupos –mayormente de Kanem- eran traídos y asentados. Una de las
contribuciones más significativas de Alawoma fue los cambios demográficos a
gran escala que efectuó en la provincia metropolitana. Esto y el matrimonio
interracial a gran escala con esclavas capturadas durante los conflictos o
intercambios con estados satélites como Mandara y Bagirmi, contribuyeron al
desarrollo y expansión del grupo Kanuri dentro de la provincia metropolitana.
En Bornu meridional grupos
disidentes como los Gamergu fueron contenidos a través de una serie de ribats (fortalezas fronterizas) y se
concertaron acuerdos formales con soberanos de estados-satélites como Mandara y
Bagirmi para expediciones militares conjuntas contra los disidentes.
Tras la pacificación e integración
de la mayoría de la provincia metropolitana, Idrīs Alawuoma volvió su atención
a Kanem para resolver finalmente la amenaza que suponía para Bornu. Tenía tres
líneas de acción: destruir completamente la fortaleza militar y la base de
poder de los Bulala: intentar destruir la base económica del estado de Kanem; y
transferir tantos grupos como fueran posibles a Bornu.
Alawoma emprendió varias
expediciones a Kanem en la que los Bulala fueron derrotados y continuamente
devastados. Otros grupos, como los Kananiya que apoyaban a los Bulala, también
fueron atacados sin piedad hasta que se debilitaron. Durante una de las
expediciones, tres de los valles más productivos de Kanem fueron saqueados,
algunas de las más importantes ciudades situadas allí, como Ikima, Aghafi y
Ago, fueron destruidas y la población trasladada y establecida en Bornu. Los
grupos de Kanem tomados y establecidos en Bornu incluían los Tubu, los Koyam,
los Kulu y los árabes Shuwa. Los Kulu y los árabes Shuwa, que eran ambos
propietarios de ganado, se establecieron a lo largo de las costas meridionales
del lago Chad y al oeste de la provincia metropolitana. Los Tubu se
establecieron en el margen del desierto, tanto por razones estratégicas como
para participar en la producción de sal.
Hacia 1580, Alawoma había logrado la
mayoría de sus objetivos y el estado de Kanem estaba dividido, por acuerdo
común, entre Bornu y los Bulala, aceptando los últimos alguna forma perdida de
control por Bornu.
b) Reformas Internas
Alawoma parece que hizo una
peregrinación a La Meca en 1571. A su vuelta intentó introducir una serie de
reformas para alinear al país con otros estados islámicos. Intentó,
aparentemente si éxito, separar las funciones de la judicatura de las del
ejecutivo. No obstante, logró establecer una corte de apelación donde ‘los
hombres sabios y los imams
mantuvieron disputas ante el Amir ‘Alī relacionadas con los puntos dudosos de
la ley y el dogma’. La corte atrajo numerosos norteafricanos y otros
estudiosos, que le dieron un carácter cosmopolita.
c) El ascenso de una fuerte economía
regional
Las conquistas de y los cambios
demográficos bajo Idrīs Alawoma, así como otras reformas, llevaron al surgimiento
de una fuerte economía regional basada en la provincia metropolitana, un área
de unos 20.000 kilómetros cuadrados.
En el este había pesca a gran escala
junto a las costas del lago Chad por los Buduma y Kanembu, mientras que las
buenas tierras de pasto atrajeron a gran número de nómadas de Kanembu, Shuwa y
Fulbe dedicados a la cría de ganado. El natrón y la sal eran producidos por los
Kanembu y Buduma sedentarios. Surgieron importantes centros urbanos, incluyendo
Mungono, Kauwa, Burwa y Ngurno.
En el oeste del país existían
también grandes depósitos de natrón, que eran trabajados por los Manga y los
Tubu. En el sur había gran concentración de pueblos granjeros incluyendo los
Ngizim y los Bedde. Esta área recibía gran cantidad de inmigrantes y los muchos
centros urbanos que se desarrollaron allí, incluyendo Nguru Ngilewa, Mashina
Kabshari y Maja Kawuri, eran más cosmopolitas que sus homólogas orientales.
Birnin Gazargamu y sus alrededores
formaban un tercer centro económico. Situada en la ruta comercial que
atravesaba el país de este a oeste, Birnin Gazargamu también era el término
para la ruta carvanera Bornu-Kawar-Trípoli así como para la ruta principal que
conectaba el área con Hausaland. Así, la ciudad fue el centro nervioso de la
economía del país y su mercado mayor atraía muchos comerciantes extranjeros. En
el fértil e irrigado valle de Yobe hubo una dura concentración del emergente
grupo kanuri que se habían asentado en muchos centros urbanos además de Birnin
Gazargamu.
El desarrollo de las industrias
básicas llevó al establecimiento de las de apoyo tales como cerámica, telares,
trabajo del cuero, tinturas y transporte.
El comercio del natrón y la sal se
extendían a la costa atlántica, Hausaland, la cuenca del Volta y hacia el norte
hasta Azbin y Adrār. La salazón de pescado se comerciaba dentro del país y con
Mandara, Hausaland y los oasis saharianos. Esclavos, eunucos, cueros, marfil,
perfumes, buenas pieles y oro se enviaban a través del Sahara hacia el norte de
África y Egipto. A cambio, arreos de caballos, armadura, cobre, bronce y otros
bienes llegaban de Europa y Norte de África para ser distribuidos en Bornu y
otras partes del Bilād al-Sūdān.
Desde el reinado de Alawoma varios
pueblos alrededor de la cuenca del Chad fueron animados aparentemente a
participar en actividades comerciales. Ya hemos mencionado a los Tubu y los
Koyam. Los Kotoko y Mandara parecen haber llegado a Kano; los comerciantes de
Komboli procedentes de Bagirmi se establecieron en el valle de Zamfara;
mientras los Tubu bajo los Kadella se asentaron en Zaria. Significativamente,
se hace referencia a todos ellos como Bornuanos y deben haber ayudado a
expandir la emergente cultura de Bornu en Hausalnad y otras áreas. Fue a través
de su economía regional, su control del comercio y su primacía en el Islam que
Bornu llegó a dominar los asuntos del Bilād
al-Sūdān durante este periodo.
El mais interfirió poco en el comercio mismo, limitando su papel a
proporcionar protección al hacer las rutas seguras de merodeadores, como los
´Ngizim y los Tuareg, y a entrar en acuerdos con los gobiernos saharianos y
norteafricanos para asegurar el flujo comercial tanto a nivel estatal como
individual. Era en la organización del mercado donde el gobierno Sēfuwa estaba
más envuelto –para animar a los comerciantes y obtener ingresos. En la capital
y en otros centros principales, los Wasili
(comerciantes norteafricanos) fueron reconocidos como invitados del gobierno.
Se les asignó un wasiliram (cuartel
especial) y un Zanna Arjinama (título
oficial) cuidaba sus asuntos. En los mercados, el Mala Kasuube supervisaba ventas e intentaba garantizar la justicia
y el juego limpio durante las transacciones comerciales más importantes. Cada
profesión o artesano tenía su propia cabeza nombrado por sus miembros y reconocido
por el gobierno. Estos ayudaban a Mala
Kasuube en la administración del mercado y en la recaudación de ingresos.
d) Las relaciones diplomáticas de
Idrīs Alawuoma con los sultanes de Turquía y Marruecos.
Las relaciones diplomáticas de
Alawoma con los Otomanos y los Sa’ādī gracias al descubrimiento de algunos
documentos ha recibido la atención de varios estudiosos. No obstante, debido a
la unilateralidad de los documentos –tiene que ver principalmente con
respuestas enviadas por Alawoma- la compresión de esas relaciones aún no es
completa. Sin embargo, las pruebas mustran como incorrecta la sunción general
de que el principal objetivo de Alawoma era obtener armas.
Las relaciones Bornu-otomanas
comenzaron con la llegada de los últimos al Maghreb. Aproximadamente desde 1549
–cuando los otomanos tomaron el control de Fezzān – hasta en torno a 1570, esas
relaciones parecen haber sido cordiales. No obstante, hacia 1571 el tributo
anual de Fezzān a los otomanos subió súbitamente de los normales 1140 mithkals de oro hasta los 3000. Esta
prepotente acción otomana desafortunadamente coincidió con un periodo de
hambre, y esos dos sucesos forzaron a mucha gente a emigrar a Hausaland y
Bornu. Los oficiales otomanos en Fezzān forzaron a los que se quedaron, muchos
de ellos gente mayor, a pagar la suma adicional entre ellos. Varias
expediciones de saqueo se enviaron contra muchas fortalezas en los oasis del
Sahara con el pretexto de tomar esos impuestos que se evadían. Incluso los
peregrinos de Hausaland y Bornu eran detenidos y forzados a pagar, y las
propiedades de los que morían durante la peregrinación eran confiscadas.
Debe haber sido en 1571 cuando
Alawoma fue a La Meca, obteniendo así información de primera mano de la
situación. Ciertamente, esto fue cuando viajó a Kawar para recibir la sumisión
y quejas del pueblo de Jado que estaban probablemente entre las víctimas
otomanas.
El interés de Bornu en Fezzān y los
intereses de los mais en la seguridad
de la ruta, tanto para peregrinación como para comercio, deben haber obligado a
Alawoma en torno a 1574 a enviar una embajada de seis hombres a Estambul con
tres demandas específias: una garantía de seguridad de vida y propiedades para
todos los viajeros de Bornu en territorio otomano; gestión adecuada o en su defecto,
la cesión a Bornu de todas las fortalezas recientemente al sur de Fezzān,
incluyendo Guran; y la cooperación entre los dos poderes en el trato a los
problemáticos Tuareg y cualquier otro poder que perturbara la paz en el área. No
parece haber estado entonces ninguna mención o solicitud de armas.
La respuesta del sultán Murād III,
fechada el 5 de mayo de 1577, estuvo de acuerdo con todas las solicitudes de
todas las fortalezas al sur de Fezzān excepto la cesión de la fortaleza de
Guran –la cual, sin embargo, prometió que en adelante sería gestionada
adecuadamente. Las cartas dse enviaron a los gobernadores generales de
Tripolitania y Egipto y a los oficiales de distrito de Fezzān contándoles las
peticiones de Alawoma y ordenándoles cumplirlas. Desde entonces en adelante,
las cordiales y beneficiosas relaciones comerciales y diplomáticas continuaron
entre los dos poderes.
Además, la pretensión de que el
único propósito de la embajada enviada por Alawoma al sultán al-Mansūr de
Marruecos hacia 1583 era solicitar armas puede no ser cierto.
La victoria marroquí en Kasr
al-Kabīr en 1578 fue saludada generalmente como una victoria ideológica para el
Islam sobre la Cristiandad. Hubo delegaciones de felicitaciones de Bornu y
todos los poderes musulmanes principales: Argel, los otomanos y Songhay.
Además, Alawoma debió haber temido también una propuesta expedición conjunta
Otomano-Sa’adī que pudiera haber tenido a los oasis saharianos o incluso el
Sudán como objetivo. Parece que Alawoma, habil diplomático, animó a frustrar
esa empresa proyectada al sugerir en su lugar una expedición Bornu-marroquí a
los oasis del Sahara, una vez más en un estado de inseguridad. El resultado de
esta embajada, de acuerdo con las fuentes marroquíes, fue que Alawoma aceptó la
pretensión de al-Mansūr de ser el Khalifa
de la época como precio de sus demandas.
Contrario a la visión de algunos
autores, las negociaciones debieron haber satisfecho en gran medida a ambas
partes. Marruecos habría ganado el que uno de los poderes líderes en el Sudán
hubiera reconocido el Califato de al-Mansūr, reforzando así sus demandas sobre
Songhay. Para Alawoma valía la pena pagar el precio si prevenía una acción
otomano-marroquí –ya fuera real o supuesta-1 contra Bornu o cualquier otra área
donde tuviera interés.
Hasta ahora poco se sabe sobre los
restantes quince años del reinado de Idrīs Alawuoma. Probablemente estuvo
ocupado en consolidar sus reformas e innovaciones en Bornu. Hacia el fin de su
reinado un problema de primera magnitud debió hacer sido el rápido desarrollo
de los estados Mandara y Bagirmi. Mandara no solo abandonó sus acuerdos más
antiguos con Alawoma con respecto a expediciones conjuntas contra los Gamergu
sino que también comenzó a estimular zonas de amortiguamiento entre él y Bornu.
Alawoma fue obligado a dirigir varias expediciones contra Mandara, la mayoría
de las cuales tuvieron éxito. En Bagirmi, ‘Abdullāh b. Lubetko (c.1561-1602), a
pesar de que probablemente había conseguido el trono con ayuda de Bornu,
comenzó a crear problemas. Fue durante una campaña contra ‘Abdullāh cuando se
dice que Alawoma había sido asesinado por un Gamergu.
La muerte de Idrīs Alawuoma,
contrario a la visión de algunos autores, no llevó al colapso del imperio de
Bornu. De hecho fue, durante el gobierno de sus cuatro sucesores inmediatos
(c.1596-1677), cuando se consolidaron las conquistas más tempranas y la
maquinaria administrativa finalmente tomó forma. Fue también en ese tiempo
cuando los Kanuri finalmente emergieron como grupo étnico con una cultura distinta.
10. La cultura social y material de los Kanuri
El término Kanuri probablemente
entró en uso a principios del siglo XVII. Se refiere al grupo étnico dominante
de Bornu sobre el que se basaba el poder de los reyes Sēfuwa. Fue producido por
los matrimonios mixtos de los pueblos y culturas de los inmigrantes Magumi de
Kanem y los hablantes chadianos de Bornu –un proceso, como se destaca más
arriba- acelerado por las actividades de Idrīs Alawuoma. Dentro del grupo
Kanuri mismo había muchas distinciones sub-étnicas, pero no es nuestro objetivo
aquí entrar en tales detalles. Fue la cultura Kanuri la que formaba la base de
una cultura bornua que se expandió más allá de la provincia metropolitana
cuando los Kanuri viajaban fuera o cuando otros grupos adoptaban la cultura
Kanuri a través de la dominación o asociación económica o política o a través
de la islamización.
La mayoría de los Kanuri vivían en
aldeas en recintos que contenían varias chozas redondas bien de estructura de
madera, bien de muros de barro y las casas de hombres con ingresos estaban
normalmente rodeadas por altos muros de barro. La mayoría de ciudades y pueblos
son en forma de U, en medio de la cual el dandal
(calle principal) que corría de este a oeste, llevaba al palacio del gobernador
local, próximo a la mezquita principal.
En Birnin Gazargamu y en algunas de
las ciudades más grandes, las casas eran generalmente rectangulares con muros
de barro y cubiertas planas. Los palacios reales en Birnin y Gambaru, sus
mezquitas principales y las residencias de los dignatarios importantes estaban
rodeadas por impresionantes murallas de ladrillo cocido, uno de los rasgos
distintivos de la cultura kanuri desde mediados del siglo XVI hasta principios
del siglo XVIII.
Un típico kanuri se distinguía por
el lenguaje y la apariencia física. Tanto hombres como mujeres tenían marcas
verticales distintivas en cada mejilla. Una chica soltera llevaba su cabello en
un jurungul (corona). Las mujeres
comían nueces de kola y manchaban sus dientes con flores de tabaco.
Generalmente llevaban gimaje (largos
vestidos de algodón teñido) y las mujeres de distinción llevaban un kalaram (turbante). Los hombres llevaban
tobe (grandes vestidos de algodón
bien abiertos ya sea simples o teñidos de azul). Los hombres de clases altas
llevaban una multiplicidad de vestidos de costosos tejidos importados, y a
finales del siglo XVIII llevaban turbantes muy grandes, costumbre que parece
haber sido tomada de la práctica otomana del siglo XVIII.
El matrimonio era uno de los rasgos distintivos
de la cultura Kanuri que, si adecuadamente estudiados, revelaría los abundantes
elementos que entraron en su formación: rito islámico y prácticas Magumi y
de Bornu. El nyia (contrato de
matrimonio) mismo se hacía bajo ritos islámicos pero ceremonias anteriores y
posteriores al matrimonio delataban otros rasgos culturales. Un ejemplo de
ellos es el kalimbo barata cuando los
amigos de la novia entraban en el monte para recoger ramas de kalimbo, árbol de espinas con el que el
novio y su mejor amigo debían ser golpeados. Otro era el kalaba, la ceremonia final del matrimonio, que comprendía la
lectura del Kur’ān junto con lo que parece haber sido alguna ceremonia de
iniciación preislámica.
La sociedad Kanuri estaba altamente
estratificada. En general estaba dividida en dos clases, los Kontuowa (clase gobernante o nobleza) y
el tala’a (plebeyos) y ambos grupos tenían varias divisiones. La diferencias de
habla, vestido, mobiliario del hogar, arquitectura y residencia distinguían las
clases y sus subdivisiones. El estatus estaba basado en la afiliación,
ocupación, nacimiento, edad y residencia. La movilidad ascendente se conseguía
a través de la obtención de más riqueza, asociación con la clase gobernante u
obteniendo una profesión de alto rango.
El énfasis en las relaciones
inferior-superior era un importante aspecto de la cultura sociopolítica de los
Kanuri. Se requería siempre que una clase inferior mostrara a su superior
respeto en público. Además, un inferior social tenía que cumplir nona (visitas respetuosas) a la casa de
su padre social por las que se suponía que ejecutaba cualquier encargo
requerido de él. El superior correspondía al proporcionar a su inferior sus
necesidades básicas y al proteger y avanzar sus intereses en la sociedad. Una
baza socioeconómica y política más valiosa de los Kanuri, de acuerdo con Cohen,
fue probablemente tener una extensa cantidad de pueblo dependiente de y
subordinado a él.
Como ya se ha indicado, el Islam fue
una de las bases de la cultura Kanuri. El Islam fue profundamente enraizado en
la vida cotidiana e incluso había penetrado en el tejido del folclore Kanuri.
Gran parte del vocabulario técnico del Islam había sido tan “Kanurizado” que su
significado original ha sido modificado. Por ejemplo, la palabra kasalla (que siginifica lavado de
cualquier tipo incluso de animales) ha sido adoptada de la palabra árabe sallah (oraciones).
Por este tiempo Bornu era un centro
de aprendizaje que atraía gran cantidad de estudiantes y profesores visitantes
desde el Bilād al-Sūdān, África del
norte y Oriente Medio. Bornu se especializó en tafsir (comentarios sobre el Kur’ān) en lenguaje kanembu y el arte
de escribir el lenguaje de Bornu en carácteres árabes debe de haberse
desarrollado por el siglo XVII.
Había dos tipos de estudiosos. Los
primeros eran los portadores de los oficios islámicos del estado –los imams, los kādīs, los mainin kinendi
(consejeros islámicos y legales del mai),
los Talba (cabeza de la policía y
magistrado), khazin (tesorero) y el wazir. Esos eran los grandes ‘ulamā que ayudaban al mai a ejecutar el gobierno islámico y
sus posiciones eran hereditarias y restringidas a unas pocas familias eruditas
dirigentes. Supuestamente los grandes estudiosos eran sabios y piadosos pero
como ocuparon oficios institucionalizados y estuvieron así asociados con los
poderes mundanos llegaron a estar alejados progresivamente de los estudiosos no
cortesanos que les criticaban por apoyar la bid’a
(innovación religiosa) y las ada
(tradiciones del país) por razones de conveniencia política.
Los más austeros estudiosos vivían
lejos de la corte y la ciudad en malamti
(familias eruditas) en las áreas rurales donde enseñaban y extendían la
religión. Durante el tiempo de los Sēfuwa la mayoría de esos estudiosos eran
apoyados y patrocinados por los reyes que también daban a muchos de ellos mahrams. Fueron ellos quienes ayudaron a
extender el Islam en las áreas rurales de la provincia metropolitana y más allá
de los estados vecinos. No obstante, fueron también ellos quienes produjeron la
primera crítica intensiva al gobierno Sēfuwa.
La mayoría de los reyes Sefuwa
intentaron mejorar sus poderes no solo a través de patrocinar a los ‘ulamā’ sino a través de una muestra
hacia el exterior de piedad y en convertirse en erudito en sus propios derechos.
Esta actitud –que en parte parece haber sido un intento de de reforzar los
poderes sobrenaturales pre-islámicos de los gobernantes, ya que el conocimiento
proporcionaba a su titular una reputación por tener acceso a los poderes
sobrenaturales- fue adoptada por muchos soberanos vecinos que aceptaron
El mai era la cabeza de la familia real institucionalizada, la suprema
cabeza del estado y el larde kangema
(propietario nominal de la tierra). Fue el símbolo de la unidad y continuidad
del estado. Como Amīr al-mu’minīn
(comandante de la fe) era el líder de todos los musulmanes y el árbitro final
tanto en asuntos privados como públicos en materia de justicia.
Muchos de los atributos sagrados de
los reyes pre-islámicos parecen haber sobrevivido en el periodo islámico. El mai estaba todavía en gran medida
aislado, apareciendo solo en público en un fanadir
(jaula), y el pueblo no podía hablarle directamente. Los estudiosos musulmanes
parecen haber realzado los atributos sagrados del rey.
El mai era seleccionado de entre los maina príncipes elegibles, pero la sucesión no siempre era suave. Desde
el tiempo del mai Idrīs b. Ali
(c.1677-1696), o antes, los reyes parecen haber recurrido a la eliminación de
los candidatos rivales –un hábito que aprendieron probablemente de los
otomanos.
Los otros miembros de la familia
real consistían en las cuatro esposas titulares del rey, las concubinas, los
príncipes y las princesas, la magira
(reina-madre) y la magram (hermana
oficial del rey). La gumsu (esposa
principal del rey) era responsable de la administración del palacio; la magira era la titular de la mayor serie
de feudos en el reino y tenía el derecho al gran santuario; la magram generalmente supervisaba la
cocina de los alimentos del rey.
La mayoría de los príncipes residían
fuera del palacio y sus actividades estaban estrictamente controladas, aunque a
algunos se les daba feudos. Los más importantes de esos eran el chiroma (presunto heredero) y el yerima (gobernador de las provincias del
norte) que era siempre un maidugu (nieto
de un rey previo) que significaba que no podía reclamar el trono.
El más alto consejo de estado era el
majlis, que normalmente estaba
presidido por el rey y estaba compuesto de notables religiosos y militares. La
mayoría de los consejeros musulmanes ya mencionados así como los comandantes
militares eran miembros. También incluía poderosos esclavos de los mai, algunos de los cuales eran eunucos.
El majlis examinaba todos los grandes
asuntos de estado. La noguna (corte
del mai), que estaba compuesta de
todos los notables de la capital, se reunía diariamente. examinaba todos los grandes
asuntos de estado.
Las ciudades, aldeas y unidades
étnicas estaban agrupadas en chidi
(feudos) y todos los oficiales importantes del estado eran chima (titulares de un feudo). Los chima eran responsables del mantenimiento del orden en sus feudos,
de la recaudación de los impuestos, y del reclutamiento de las tropas para el
ejército. El mai podía confiscar,
reducir o redistribuir feudos enteramente a su antojo. A nivel local, el pueblo
estaba gobernado por mbarma o bulala.
Los ingresos de los Sefuwa incluían
el zakat (limosna obligatoria), dibalram (peajes de carreteras), kultingo (tributo) y botín de guerra.
11. La
Edad de Oro en Bornu: el siglo XVII
El
siglo XVII –no el XVI como tradicionalmente se pretendía- debería ser
considerado como la edad de oro de Bornu.
Fue durante el reinado de ‘Umar b.
Idrīs (c.1619-1639) que las oficinas del galadima
de Nguru y el alifa de Mao en Kanem
se establecieron como vasallos semiautónomos para tener el cuidado de las
marcas occidental y oriental respectivamente, del estado. Estados tapón se
establecieron junto a la franja de desierto en Muniyo y Mashina como barrera
frente a los ataques Tuareg sobre la provincia metropolitana. Este fue el
periodo en que ‘Abd al-Karīm ben Jame (c.1611-1655) fundó Wadai –sin duda con
la bendición de Bornu, ya que Wadai comprobó por un tiempo el expansionismo de
Bagirmi. Como con los otros estados vecinos, Wadai cayó dentro de la órbita
política, cultural y comercial de Bornu.
Las relaciones diplomáticas y
comerciales con el litoral mediterráneo entraban en uno de sus periodos más
dinámicos. El comercio llegó a ser tan activo que en torno a 1636 Muhammad
Sakizli (c.1633-1649) de Trípoli escribió al mai ‘Umar que ambos junto al sultán de Fezzān, lo monopolizarían
completamente- una aventura que después de algunos años resultó ser imposible.
Las relaciones con Egipto deben haber sido buenas, a través del comercio y
porque Egipto se encontraba en la ruta de peregrinación. Probablemente fue
durante este periodo cuando cosechas tales como maiz, tomates y papaya fueron
introducidas en Borno desde el litoral mediterráneo, particularmente Egipto.
Hacia el siglo XVII, en concreto en
el reinado de ‘Alī b. ‘Umar (c.1639-1677), Bornu se había convertido en el
poder dominante en el Bilād al-Sūdān.
No solo era el centro de aprendizaje y culturasino también el controlador de
todas las fuentes fácilmente accesibles de sales minerales –en Muniyo, Bilma y
alrededor del lago Chad. Sus estrechas conexiones comerciales con la costa
mediterránea llevaron a su dominación de la redistribución de las importaciones
mediterráneas a los estados del Sudán central. Estuvo también en posesión de un
fuerte economía regional en casa. Los mais era reconocido como los líderes
indiscutibles de los estados islámicos de la región y Bornu era conocida por
todo el área como el cuarto sultanato del mundo islámico. La mayoría de los
estados parecían haberse colocado voluntariamente bajo la protección del Khalif (califa), para beneficiarse de su
baraka (bendición) y obtener los
bienes que necesitaban. Fue la erosión general de este sistema lo que llevó al
declive y colapso final de los Sefuwa.
Los reyes de finales del siglo XVII y la primera mitad
del XVIII intentaron mantener el sistema que habían heredado y parecen haber
hecho su trabajo bien. La mayoría de lo que las tradiciones orales que consideran
el Bornu clásico están basadas en el sistema Sefuwa tal como existía en el
siglo XVIII.
12.
La Crisis de finales del siglo XVIII.
Con el reinado de ‘Alī b. Dunama
(c.1747-1792) Bornu entró en un periodo de crisis que culminó en la jihad del siglo XIX.
En Bornu occidental, los Bedde
intensificaron sus incursiones sobre las rutas comerciales a Hausaland,
mientras en el norte los Tuareg de Agades estaban apurando sus incursiones.
Todo esto precipitó el cambio hacia el sur del grupo Manga.
En Bagirmi, Muhammad al-Amīn
(c.1751-1785) se deshizo de la supremacía de Bornu y lanzó una serie de ataques
sobre las fronteras orientales de Bornu, mientras Wadai bajo Jawda
(c.1747-1795) continuaba su política expansionista hacia Bahr al-Ghazal. Esos
ataques pusieron en marcha las migraciones de los Tubu, los Kanembu y los
árabes Shuwa en Kanem y la provincia metropolitana, causando así conflictos
sobre las tierras de cultivo.
En torno a 1791, Mandara se rebeló,
pronto seguida por los estados Sosebalki, y, en torno a 1785, por Gobir.
Enfrentada a la inseguridad, hambres
y tierras de cultivo empobrecidas muchos nómadas fulbe abandonaron Bornu
metropolitana y se desplazaron a Hausaland, Mandara y Fombina. No obstante, en
ninguna parte encontraron la seguridad que estaban buscando, y esto pudo
explicar parcialmente s papel dominante en la jihad.
Los eruditos que no pertenecientes a
la corte y los musulmanes ordinarios culpaban
de la crisis a la corrupción cada vez mayor de los gobernantes Sefuwa y
la incapacidad de los maisjihad estalló los clientes –gobernantes
de Hausaland apelaron al mai para que
cumpliera con sus obligaciones como khalif
y viniera en su ayuda. Que no pedieran y que no pudieran incluso en prevención
de su propia expulsión de su capital significaba que el khalif había perdido su primacía. de
prevenir el sincretismo creciente entre el pueblo. Cuando la
No obstante, aunque la jihad contribuyó a la pérdida de varios
estados vasallos y al fin del gobierno Sefuwa, el sistema que el mais había construido, particularmente
en la Bornu metropolitana, sobrevivió, aunque modificado, hasta bien entrado el
siglo XX.
Bornu, Kanem y sus vecinos inmediatos en el siglo XVIII |
13.
El fin de la dinastía Sefuwa y el ascenso de la dinastía al-Kanemi
a)
La jihad de Usuman dan Fodio en Hausaland y sus consecuencias en Bornu
Hausaland, al este del territorio de
Bornu fue siempre una de las regiones más ricas y densamente pobladas de todo
el territorio sudanés, pero entró relativamente tarde en el sistema del
comercio transahariano. Demás, hasta el siglo XIX, la historia política de
Hausa consistió en rivalidades, en varias combinaciones entre las más poderosas
ciudades-estado locales (Kano, Katsina, Zaria, Kebbi y Gobir) o incursiones de
los imperios circundantes de Songhay y Bornu. A principio de 1500, Songhay y
Bornu también pelearon con los estados hausa para influir sobre la puerta
sahariana al comercio a través del desierto, el sultanato Tuareg de Agades en
Ahir. Esos conflictos no minaron la prosperidad creciente de Hausaland que se
beneficiaba de los comercios transaharianos y atlántico. No obstante, ahora la
región se volvió vulnerable a la agresión no solo de fuera sino también, y más
fatalmente, de infiltrados externos.
Esos conquistadores internos eran
los Fulaníes, movilizados en una guerra
religiosa por uno de sus propios estudiosos, Usuman dan Fodio. Como otros
lugares del Sudán Central y Occidental, los Fulaníes de Hausaland habían
prosperado del comercio creciente de la región pero también sufrían la continua
guerra local. La mayoría de las predicaciones públicas de Usuman, que
comenzaron en su Gobir nativo a mediados de los años 70 del siglo XVIII,
simplemente pedían a los residentes que ya se llamaban musulmanes que siguieran
su fe más seriamente. Pero esas apariciones pronto se transformaron en ataques
a los soberanos a los que se achacaba que llamándose musulmanes emplearan para
sus juicios prácticas no musulmanas heredadas de sus padres. Pocos después de
que comenzara su jihad, Usuman
publicó su “kitab al-Farq” (Libro de
las Diferencias), que cataloga en gran longitud las malas prácticas de los
gobernantes. Entre estos se incluían los impuestos ilegales. Otro cargo
imputados a los reyes hausa eran sus continuas cacerías de esclavos, incluso
entre los musulmanes libres.
Originalmente Usuman esperaba que
Yunfa, soberano de su estado de origen cooperara en conseguir una práctica
religiosa ortodoxa y una justicia social. No obstante, el compromiso de los
reyes hausa a rituales locales y las necesidades del poder del estado
finalmente llevaron a Yunfa, en su lugar, a imponer prohibición a las
actividades públicas de Usuman, que éste, a su vez, denunciaba como ataques
directos contra el Islam. Entonces, Usuman siguió el modelo del Profeta
Muhammad durante sus propias disputas con la élite de La Meca e inició una hijra (huida) desde el centro de Gobir
hasta Degal, establecimiento rural bajo su control. La jihad real comenzó en
1804, cuando las fuerzas de Yunfa atacaron Degal. Los seguidores de Usuman eran
ahora lo suficientemente fuertes para contraatacar y en cuatro años había
conquistado Gobir y establecido una nueva capital regional en Sokoto. Cuando el
movimiento se expandió más allá de Gobir, su base se incrementó sobre los
Fulaníes, que servían como comandantes eruditos (emires), sino también como
base militar de pastores.
b) El ascenso de al-Kanemi
La jihad
Fulaní fue experimentada en Bornu a través de una serie de levantamientos por los
Fulaníes locales, que estaban animados por el líder, Usuman dan Fodio de
Sokoto. El mai Ahmad Alimi se quejó a
Usuman de que él mismo y la mayoría de su pueblo eran fieles musulmanes y que
no fueran atacados, pero el mensaje fue ignorado, y fue incapaz de frenar el
avance fulani. Poco antes de su muerte abdicaba en su hijo Dunama VIII Lefiami
(1808).
En esa época había un maestro erudito islámico de
Kanem que vivía en Bornu llamado al-Hadjdj Muhammad al-Amin ibn Muhammad al-Kanemi. También había tenido un
encuentro con los fulaníes en una batalla menor, pero les había derrotado con
fuerzas propias. Cuando Dunama oyó esto pidió a al-Kanemi que se uniera a él.
Sus fuerzas combinadas vencieron a los fulaníes. Después Dunama le recompensó
pródigamente y volvió a su casa.
Importantes ataques estallaron de nuevo en 1809 y de nuevo al-Kanemi fue
convocado para derrotar a los invasores fulaníes. En esta ocasión fue
recompensado con un extenso feudo en su área natal. Tomó el título de Shaykh y
su influencia y reputación se dispararon.
Una facción de los nobles de la corte de Bornu no
estaba conforme con la incapacidad de Dunama para controlar a los fulaníes ni
con el ascenso de al-Kanemi. En 1810 depusieron a Dunama e instalaron a su
tío, Muhammad Ngileruma. Al-Kanemi, que no se llevaba bien con el nuevo mai, conspiró con la facción de Dunama
para deponer a Muhammad y reinstalarle (1814). Este acto convirtió a al-Kanemi
en el hombre más poderoso de Bornu. Entonces se dispuso a reforzar a sus propios
seguidores, llamando a amigos y miembros de su clan para que se le unieran. En
1814 dejó Nguro, su residencia, para construir una capital administrativa en
Kukawa, aunque la capital oficial permanecía en la residencia del mai.
Hacia 1820 al-Kanemi era el gobernante virtual de
Bornu. En una carta escrita en esa época, expresaba su deseo de renunciar a las
preocupaciones mundanas, declarando que no se sentía obligado a gobernar; no
obstante, su creencia en una misión divina, le llevó a permanecer en su puesto.
Por ese tiempo, raramente consultaba al mai
asuntos de estado. Independientemente se alió con Trípoli y recibió apoyo
tripolitano. El mai fue persuadido
así por su corte para cambiar de amigo. Un plan fue ideado por Burkomanda,
gobernante de la vecina Baghirmi, de acuerdo para atacar Bornu. Después de que
Dunama y el ejército de al-Kanemi salieran al encuentro de los “invasores”,
Burkomanda y Dunama iban a atrapar a al-Kanemi entre los dos. Pero al-Kanemi se
enteró del plan y movió sus tropas de manera que Burkomanda atacó por error a
Dunama. El mai resultó muerto en la
lucha (c.1820) y al-Kanemi instaló al hermano menor de Dunama, Ibrahīm, como
gobernante títere.
El oponente principal de Bornu seguía siendo la
amenaza fulani. En 1825 al-Kanemi tomó la ofensiva contra los fulaníes dentro
de Bornu. El año siguiente penetró en Hausaland, alcanzando casi la ciudad de
Kano. Después de su retirada, se estableció una frontera, por acuerdo tácito,
reteniendo los fulaníes Bornu Occidental.
La antigua familia real comandaba la mayoría del
Bornu Kanuri y extraía sus ingresos de él mientras al-Kanemi comandaba las
zonas fronterizas al oeste y sur empleando la caballería de Bornu y enviando
una parte de sus rentas al mai. Este
arreglo entre el mai y al-Kanemi
funcionó por la notable falta de ambición y dogmatismo de éste último.
Al-Kanemi ni tenía el urgente compromiso que caracterizaba a los líderes de
Sokoto ni atraía alrededor de él hombres con tal sentido de misión. Por tanto
él no hizo ningún intento por eclipsar la corte del mai. Mientras al-Kanemi pudo usar la autoridad del mai, que era más grande que los meros
intereses regionales, y bastante real como institución alrededor de la cual
aglutinar Bornu, el mai pudo también
usar a al-Kanemi para sus propios fines porque no poseía el celo reformista que
amenazaba destruir al Bornu tradicional.
No obstante, la interdependencia entre el mai Ibrahim y al-Kanemi no sobrevivió a
la muerte de éste último en 1837. El hijo y sucesor de al-Kanemi, ‘Umar, intentó minar
la autoridad del mai. Esto engendró
un antagonismo entre las dos partes y puso fin a veinte años de cooperación que
había existido entre el mai y el
último Shaykh.
c) Bornu 1850-1880: de la diarquía al Shaykhato
La década 1845-1855 fue especialmente difícil para
Bornu, incluso más que lo fue para el Califato Sokoto. Bornu experimentó
cambios fundamentales en el sistema político además de las guerras civiles y
los desórdenes. El oficio de mai fue
abolido y su corte disuelta mientras que el Shaykh ‘Umar se convirtió en el
poder supremo en la tierra. Lo que ocurrió fue que para salvar su
decreciente autoridad, el mai Ibrahīm
en 1846 invitó al sultán de Baghirmi a destruir al Shaykh ‘Umar, pero perdió su
propia vida en cambio a manos del Shaykh. El Shaykh también derrotó y mató al mai ‘Ali, el sucesor de Ibrahīm. Después
de esto, ‘Umar también entró en problemas con su propio hermano Abd al-Rahman
que le depuso. Finalmente fue reinstalado, ejecutó a Abd al-Rahman y continuó
gobernando hasta 1881.
Una explicación para esta lucha civil fue la
ausencia de cualquier amenaza externa, que permitió que emergieran las
rivalidades externas. Mientras Bornu estaba en confusión, Sokoto estaba
precisamente al mismo tiempo plagada de revueltas y levantamientos. Un aspecto
notable de esos acontecimientos era el fallo de cualquier estado de tomar
ventaja de los desórdenes de los otros. Hubo una rápida vuleta a la normalidad
después de 1855 en ambos estados.
Por tanto, Bornu estaba unido bajo el Shaykh ‘Umar
como cabeza de estado. Todo el poder estaba centralizado en sus manos y lo
delegaba en quien él elegía. Esto creó una situación en que la lealtad al Shaykh
era un requisito básico para el avance dentro de la estructura política. La
competición por el puesto estaba
abierta, sin restricciones por derecho de nacimiento o rango. Por tanto, la
corte consistía no solo en miembros de la familia real sino también por
notables y oficiales esclavos. La estructura política era marcadamente
diferente la manejada por al-Kanemi en la que los oficiales importantes del
estado no eran tanto clientes como compañeros.
Hubo también cambios importantes en la economía:
Bornu estuvo gradualmente envuelta en la órbita económica del Califato como
proveedor de materias primas tales cueros, pieles, marfil, plumas de avestruz,
esclavos y natrón, y como consumidor de artículos de lujo con menos ganancias
devengadas para el poder que antes. La base productiva de Bornu no se expandió
tan rápidamente como la del Califato Sokoto. En consecuencia, el comercio de
Bornu aumentó sus deudas. Mientras esos problemas económicos pudieron ser
achacados al inadecuado liderato del Shaykh ‘Umar, una causa más fundamental
pudo ser la relación de Bornu con la economía expansiva del Califato que
relegaba a Bornu relativamente al fondo. La expansión oriental del Califato, y
la de Baghirmi y Wadai, al este de Bornu también limitó las oportunidades para
la expansión de Bornu. Hacia el fin de este periodo, la estabilidad bajo el
Shaykh ‘Umar cedió el paso cada vez más
a la violencia política y el rencor.
El Imperio de Kanem-Bornu en el siglo XIX |
‘Umar gobernó hasta su muerte en 1881
y fue sucedido por su hijo Bukar,
quien había sido un líder militar fuerte durante el reinado de su padre,
sofocando estados tributarios y haciendo muchas fructíferas expediciones en
busca de esclavos. Hay una tradición de que estaba en campaña en ala época de
la muerte de su padre y que fue llamado de vuelta por su madre, quien temió que
no pudiera ser elegido Shehu
(=Shaykh) si se encontraba lejos de la capital en ese momento. En el tercer año
de reinado fue incapaz de montar una
campaña contra los paganos del sur a causa de que el pueblo, cansado de las
incesantes guerras, se suponía que había dejado desatendidas sus convocatorias
de alistamiento con el resultado de que en su lugar algunos enviaban solo un
esclavo, otros un hijo y otros nada. En respuesta se suponía que Bukar había
recaudado un impuesto sobre la totalidad de todas las pertenencias del estado,
que incrementó su impopularidad e hizo los almacenes de palacio más ricos de lo
que los habían dejado cualquier otro Shehu. Murió más tarde al año siguiente
(1884) justo cuatro años después de asumir el cargo.
Parece haberse acordado por todos
los nobles y oficiales que Abba Masta, hijo de Shehu Laminu, es decir, tío
paterno del monarca fallecido, sucedería a Bukar. Evidentemente pensaban que
Abba Masta se convertiría en Shehu a la muerte de ‘Umar y se suponía que todos
los implicados en la elección habían jurado sobre el Kur’an que elegirían, de
hecho, a Abba Masta. No obstante, esa noche la madre de Ibrahim, hijo del Shehu
‘Umar y hermano menor de Bukar, fue a todas las casas de los interesados en la
elección y les pagó grandes cantidades de Gursu
(táleros Maria Teresa). Al
día siguiente Abba Masta estaba sentado esperando en su casa recibir a los que le iban anunciar su regencia, pero
Ibrahim fue proclamado Shehu en su lugar, y toda la casa real y nobles
titulados salieron a la casa de Ibrahim para jurar alianza al nuevo monarca,
todos excepto Abba Masta que rehusó y acusó a toda la corte de ser paganos, ya
que habían jurado sobre el Kur’an que sería él y no Ibrahim el nuevo Shehu.
Después de reinar menos de un año,
el Shehu Ibrahim murió en 1885. Su tío Abba Masta, rechazó primero reconocerle
y había huido de la capital. El Shehu envió mensajeros prometiéndole su seguridad
si volvía a Kukawa, lo cual hizo; pero a pesar de estas garantías se supone que
Abba Masta habría sido asesiinado por orden del Shehu poco después de volver.
Ibrahim fue sucedido en 1885 por Hashimi o Ashimi, su hermano menor, que
gobernó hasta ser asesinado en 1893, un año que iba a traer al tragedia a
Bornu.
Es necesario considerar los
acontecimientos que tuvieron lugar al este de Bornu, que traerían la guerra y
la derrota del reino. Rabīh Fadl Allah,
lugarteniente de al-Zubayr Pasha (señor de la guerra y traficante de esclavos, nombrado Pasha y gobernador de Bahr al-Ghazal en 1872 por el Khedive Isma'il), lideró el ejército personal de Zubayr en su conquista
de Darfur en 1874 hasta la encarcelación de al-Zubayr por el Khedive y la
ejecución de su hijo por las fuerzas egipcias bajo Gessi Pasha en 1879. Rabīh reunió los restos de los soldados esclavos de
al-Zubayr y armados con rifles, mosquetes, y unos pocos cañones los enroló en un
ejército leal a su persona. Primero saqueó el país Azande, donde estableció un
sultanato desde 1880 a 1884 antes de trasladarse al oeste con su basinqir (tropas esclavas) para
distanciarse del ejército egipcio en el Bahr al-Ghazal. Rabīh
barrió Dar Banda en 1882 y al siguiente año ocupó Dar al-Kuti y Dar Runga hasta
ser derrotado por las fuerzas del sultán de Wadai. Se retiró a Dar al-Kuti y
Dar Runga, donde alistó sistemáticamente la población en sus regimientos
esclavos o los vendió y su marfil para armas de fuego y munición. En 1892 su
ejército de 20.000 basinqir armados
destruyó el estado vecino de Baghirmi y ocupó la rica región agrícola entre el
Shari y los ríos Logone. El año previo su lugarteniente principal, Muhammad
al-Sanusi, había masacrado la misión francesa de Paul Crampel que subía por el
Ubanghi bajo los auspicios del Comité de l’Afrique
Francaise que iba a abrir
relaciones con los sultanes de los estados sudaneses antes de cruzar el Sahara
hasta Argelia. No tenía deseo de provocar a los franceses, y consecuente con su
política de alejarse de cualquier
autoridad que no fuera la suya, marchó al noroeste en Bornu. Entre 1884-1896
sus basinqir derrotaron al Shehu
Hashimi que huyó al oeste, y destruyó su capital en Kukawa. Hashimi fue asesinado por su sobrino Kiyari,
hijo del Shehu Bukar (1881-1884), que asumió el liderato de Bornu y ofreció una
exitosa resistencia frente a la invasión de Rabīh. No obstante, éste frenó su
propio ejército en fuga y aplastó a los kanuri que, buscando el saqueo, se
habían apresurado en campo enemigo sin estar preparado para otra batalla. El
poder de los Shehus de Bornu llegó a su fin por el momento. Rabīh intentó varias
veces obtener de Kiyari un compromiso de alianza, pero éste siempre o rechazó,
y finalmente fue ejecutado. Kukawa fue saqueada y quemada, y un gran número de miembros de la familia real de Bornu junto con sus seguidores huyeron a los
anteriores estados vasallos al norte y oeste de Bornu.
Hacia 1896 Rabīh era el gobernante
de Bornu desde su capital en Dikwa, al sur del lago Chad, y por primera vez en
su carrera se estableció allí como sultán de un reino sudanés para planear
ulteriores conquistas en el oeste (a Kano y Sokoto), con lo que probablemente
habría tenido éxito de no ser por aparición de los franceses.
La política francesa ni era
sistemática ni formulada en Paris, pero era conformada por el caucus colonial
en la Cámara de los Representantes, los intereses comerciales, y las sociedades
científicas y geográficas organizadas todas por el Comité de l’Afrique
Francaise para promover a Francia en el exterior. Más decisivos en la política
fracesa sobre África no eran los ciudadanos en Paris sino los ambiciosos
oficiales franceses en el Sudán occidental, los officiers soudannais. Aunque Rabīh había saqueado el África central
desde 1880, no había despertado la atención de los franceses hasta 1893. Desde
entonces, su paradero, vivo o muerto, siguió sin estar claro hasta 1896 cuando
Emil Gentil, un oficial naval con un rango insignificante, ensigne de
vaisseau, dejó Brazzaville para
establecer una presencia en el bajo río Shari y el lago Chad. Gentil no estaba
solo. A la vuelta del siglo, Francia, Gran Bretaña y Alemania estaban activas
enviando expediciones al interior africano para ocupar ocupar las esferas
delimitadas para ellos en el mapa de África en Europa antes de que cualquier
intruso pudiera robar territorio sin asegurar. El imperialismo en África
central era una carrera a lo largo de los radios de una rueda de imperio; su
centro de operaciones era el lago Chad, cuyas costas eran gobernadas por nada
menos que Rabīh
Zubayr.
Las otras dos expediciones francesas habian sido
lanzadas para consolidar las pretensiones francesas en el Sahara y el Sudán y
luego para encontrarse con Gentil en el lago Chad. La misión centroafricana,
liderada por el capitán Paul Voulet y el teniente Charles Chanoine, marchó al
este deesde Say sobre el Níger en enero de 1899, dejando una franja de sangre y destrucción a
través de Hausaland que igualaba los estragos de los basinqir de Rabīh. El teniente coronel Klobb, enviado a toda prisa
para detener su masacre, fue muerto por órdenes de Voulet, y la brutalidad
continuó cuando avanzaron sobre Zinder hasta que sus tirailleurs (africanos, la mayor parte del Senegal, reclutados
para servir en el ejército del África Occidental Francesa) se amotinaron y
dispararon a Voulet y Chanoine. Los restos de esta malograda misión fueron
reorganizados, y lograron luchar sobre el lago Chad para unirse a la misión
Foureau-Lamy el 18 de febrero de 1900.
El Comite de
l’Afrique Française organizó otra misión científica, dirigida por el
experimentado explorador sahariano Fernand Foureau. De hecho la expedición bajo
el mando del mando del mayor François Lamy, llevaba una fachada filantrópica
para romper la independencia histórica de los Tuareg, presionar sobre el lago
Chad, y reunirse con Voulet y Gentil para
arrolalr cualquier oposición africana. Lamy y sus tiradores derrotaron a
los Tuareg pero no los sometieron. Su determinado pero muy disminuido
contingente encontró los restos de la misión centroafricana de Voulet en la
costa oriental del algo Chad para marchar al sur, donde la expedición combinada
estableció un campamento en la orilla derecha del Shari opuesta a Guelfi el 24
de febrero de 1900. Cruzaron el Shari para capturar Rouseri, fortaleza de Rabīh en
la confluencia de los ríos Shari y Logone a 50 kms. del lago Chad. El 20 de
abril, Emil Gentil llegó a Kusseri como administrador francés. Su expedición estaba
cansada, diezmada por la enfermedad, y Rabīh Zubayr masacró su guardia avanzada
bajo Henri Bretonnet en las colinas Niellim en julio de 1899. pero por abril de
1900 la cita francesa estuvo completa.
La pérdida de Kusseri fue el principio del fin para Rabīh
Zubayr. Gentil autorizó al mayor Lamy apara tomar el mando de las tres misiones
francesas y destruir a Rabīh Zubayr. La batalla comenzó al amanecer del 22 de
abril de 1900. Los tiradores atacaron la estacada de Rabīh en Lakhta a tres
millas de los muros de Kusseri y finalizó a principios de la tarde cuando la
cabeza cortada de Rabīh Fadl Allah fue traida al moribundo Lamy para ser
llevada en un palo a través de Kusseri. Su cuerpo fue arrojado al Shari. Su
hijo Fadl Allah continuó la lucha, pero también fue batido por los franceses al año siguiente.
14. El periodo
colonial y la fundación del emirato moderno de Bornu
A continuación los franceses
instalaron a la antigua dinastía al-Kanemi y se colocó a 'Umar Sanda Kura, hijo
mayor del Shehu Ibrahīm, en el poder. Rápidamente fue expulsado, al no poder
pagar las indemnizaciones exigidas por los franceses y reemplazado por su
hermano menor Ali Bukar Garbai como nuevo Shehu de Dikwa. En 1902 los
británicos se instalan en Bornu para establecer su autoridad que ellos sentían
amenazada por la presencia francesa, y se instalaron en Maiduguri. Poco después
Garbai dejaba Dikwa (1902), con un extenso cuerpo de las anteriores tropas de Rabīh
para ser instalado por los británicos como Shehu de Bornu. Se desconoce qué
sedujo al Shehu a regresar a Bornu. Quizá a causa de que se disgustó con los
franceses o porque deseaba volver a Kukawa, la ciudad de sus antepasados, o
porque la masa de los Kanuri estaban en Bornu. De todos modos, el retorno de
Garbai marca el comienzo del nuevo reino kanuri en versión siglo XX. En Dikwa
los franceses entronizaron a un primo de Garbai, Umar Sanda Mandarama, y así se
inició la separación de la dinastía al-Kanemi. Bornu estaba dividido ahora en
dos entidades políticas tradicionales, el emirato de Dikwai y el emirato de
Bornu, cada uno dominado por una potencia colonial. Después de 1902 los
alemanes establecieron sus guarniciones en Dikwa y las tropas francesas se
replegaron a su fuerte en Kusseri. La región quedó bajo control administrativo
alemán hasta 1915 cuando los franceses reconquistaron el Camerún situado más al
norte. El emirato de Dikwa fue entregado a los británicos en 1916 y se
convirtió en territorio bajo mandato de la Sociedad de Naciones en 1921.
Finalmente, a la muerte de Umar (II) Sanda Kura b. Ibrahīm de Bornu, en 1937,
ambos emiratos se unieron en la persona de Umar III Sanda Kiarimi b. Muhammad
II al-Amin Kiyari, muerto en 1967.
* * *
Notas:
Patrilinaje. Linaje o grupo de filiación unilineal, en el que todos los miembros se
consideran descendientes por vía agnada de un antepasado común, que
puede ser real o ficticio.
Cronología de los soberanos de Kanem y Bornu
Genealogía de las dinastías Sefuwa y al-Kanemi
Cronología de los soberanos de Kanem y Bornu
Genealogía de las dinastías Sefuwa y al-Kanemi
Bibliografía:
Lange, Dierk: "The Chad region as a crossroads", in: M. Elfasi (Hg.), General History of Africa, vol. III, UNESCO, London 1988.
Lange, Dierk: "The kingdoms and peoples of Chad", in: D. T. Niane (ed.), General History of Africa, vol. IV, UNESCO, London 1984.
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M. Last:"The Sokoto caliphate and Bornu", in: (J.F. Fade Ajayi), General History of Africa, vol. VI, UNESCO, Paris, 1989.
Bertaux, Pierre: "África. Desde la Prehistoria hasta los años 60". Historia Universal Siglo XXI, volumen 32. Siglo XXI, 1972.
Mark Lipschutz y R. Kent Rasmussen: Dictionary of African Historical Biography.
Ronald Cohen: From empire to colony: Bornu in the nineteenth and twentieth centuries, in Colonialism in Africa 1870-1960, Vol. III. Cambridge University Press, 1971.
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