Los mayas nunca estuvieron unificados políticamente y durante el periodo Clásico (250-909), se dividieron en más de 60 reinos. Cada uno de ellos, gobernado por un 'Señor divino', estuvo envuelto en luchas constantes para preservar su autonomía o alcanzar el dominio sobre sus vecinos. Los gobernantes especialmente exitosos podían autoerigirse como gobernantes de suprareinados que operaban extensas redes de patrones políticos, pero en este turbulento escenario ningún reinado alcanzó al poder absoluto. Sin embargo, a pesar de su vigor, esplendor y alto nivel cultural, el mundo de los reyes divinos terminó en una caída espectacular. A principios del siglo X, las dinastías reales huyeron, la población disminuyó dramáticamente y las majestuosas ciudades fueron abandonadas a las fuerzas de la naturaleza.
1. Periodos cronológicos
La cronología de las civilización mesoamericanas (que siguieron al periodo arcaico de cazadores-recolectores) se divide tradicionalmente en: Preclásico, Clásico y Posclásico.
a) El Preclásico (2000 a.C.-250 d.C.)
El periodo Preclásico (o formativo) incluye el surgimiento de las sociedades complejas y se divide en tres subperiodos principales, temprano (2000-1000 a.C.), medio (1000-400 a.C.) y tardío (400 a.C.-250 d.C.). La primera gran civilización, la olmeca, alcanzó su apogeo durante el Preclásico medio a lo largo de los estuarios pantanosos de la costa del golfo de México. Ampliamente considerada como la "cultura madre" de mesoamérica, los conceptos olmecas y sus estilos artísticos se diseminaron más allá de sus fronteras, ejerciendo una gran influencia en las sociedades mayas emergentes. Los monumentos olmecas tardíos muestran evidencias de escritura, aunque fue entre los zapotecos, cuya civilización floreció en la región montañosa de Oaxaca, donde realmente se originó la asociación entre retratos históricos y nombres jeroglíficos. los sucesores de los olmecas serían los epiolmecas y los mayas.
Para entonces, en las tierras altas del sur de la zona maya y las laderas costeras, se desarrollaron las sociedades de Miraflores e Izapa respectivamente. Las estelas encontradas en Izapa son notables por incluir las primeras escenas reconocibles de la mitología maya. Alrededor de 500 a.C., los mayas de las tierras selváticas bajas establecieron sus primeras ciudades erigiendo en sus centros grandiosos templos plataforma pintados de rojo, decorados con mascarones de dioses hechos con estuco. Nakbé se cuenta entre las primeras; pero posteriormente fue remplazada por El Mirador, la mayor concentración de arquitectura monumental jamás construida por los mayas. por razones aún desconocidas, esta vibrante cultura fracasó alrededor del siglo I y la mayoría de sus grandes ciudades fueron abandonadas.
Las principales características de la civilización maya del Clásico -el uso del calendario de cuenta larga, junto con el labrado de inscripciones jeroglíficas y retratos históricos- reflejan el desarrollo de una nueva ideología y un ideal de reinado dinástico. Estas características hicieron su primera aparición en la región del sur ente 37 y 162 d.c., en lugares como Kaminaljuyu, El Baúl y Abaj Takalik, mientras que las dinastías del estilo clásico se establecieron en Tikal en el área central alrededor de 100 d.C. Sin embargo, el sur experimentó un declive prematuro, y hacia el año 250 el dinamismo de la cultura maya se dirigió decisivamente hacia las tierras centrales bajas.
b) El Clásico (250-909) d.C.
Durante los siguientes seis siglos (predominantemente en el área central) la civilización maya alcanzó su mayor florecimiento maya, Sin embargo, los mayas nunca estuvieron aislados del desarrollo del México central, que en ese momento estaba dominado por la gran metrópolis de Teotihuacan y que en su apogeo albergaba más de 125.000 personas. Muy pocas partes de Mesoamérica, quizá ninguna, se salvaron de su influjo cultural, político y económico; su distintivo estilo artístico y arquitectónico, más bien a base de líneas rectas, puede ser encontrado en toda la región maya. los contactos fueron más directos durante el siglo IV, cuando Kaminaljuyu fue revitalizada bajo la fuerte influencia de Teotihuacan, y un vínculo de las tierras bajas quedó bajo su ámbito político, aunque brevemente.
El año 600 marca la transición entre los periodos temprano y tardío del clásico (hoy día definidos principalmente por el estilo artístico) coincidiendo con la caída de Teotihuacan. durante el Clásico tardío la civilización maya alcanzó su mayor crecimiento poblacional y complejidad social, así como su máximo desarrollo artístico e intelectual. Sin embargo, este éxito no duró, y desde el año 800, surgieron signos de un deterioro significativo: las dinastías comenzaron a colapsarse y los niveles poblacionales sufrieron un declive precipitado. Esta época traumática, subperiodo conocido como Clásico terminal, finaliza con la última fecha registrada en el calendario de Cuenta larga en 909 d.C. no obstante, la crisis no se reflejó de inmediato en el norte, donde ciudades como Chichén Itzá y Uxmal mostraban un gran crecimiento.
c) El Posclásico (909-1697) a.C.
En los inicios del Posclásico temprano (909-1200) la población maya se concentraba principalmente en las áreas norte y sur, mientras que el viejo corazón del territorio, en el área central, estaba habitado escasamente. Chichén Itzá continuó teniendo el poder regional del norte, mostrando fuertes lazos con los nuevos amos del México central, los toltecas. La híbrida arquitectura maya-mexicana de Chichén Itzá refleja su estructura cosmopolita, en tanto que las fuentes históricas hablan de su amplia influencia política. El Posclásico tardío (1200-1697) fue testigo del declive de Chichén Itzá y su reemplazo postrero por Mayapán. Este imitador menor sometió a algunos de los dominios anteriores de Chichén hasta que las discordias internas ocasionaron su abandono en 1441. En la zona sur, las últimas etapas del clásico se caracterizaron por movimientos poblacionales a gran escala, con migraciones del occidente que crearon pequeñas nuevas ciudades-estado. La más poderosa fue la de los quichés, aunque alrededor de 1475 fue sobrepasada por sus antiguos vasallos, los cakchiqueles.
El Posclásico llegó a su fin en 1521, cuando cayó el afamado imperio azteca ante los conquistadores españoles y sus aliados nativos. Pero la resistencia maya fue empecinada, y con grandes dificultades los españoles dominaron las comunidades sureñas en 1527 y a la mayoría de sus hermanos norteños en 1546. los reinos mayas de las selvas aisladas del área central fueron aún más obstinados, y se resistieron hasta la conquista final en 1697.
2. La cultura de la realeza maya
Durante el Clásico se desarrolló una cultura compleja y altamente refinada, que se reflejó en todas las expresiones de arte, arquitectura y escritura. los gobernantes combinaban una autoridad política suprema con un estatus semidivino que los convirtió en mediadores indispensables entre los mortales y las esferas sobrenaturales. Desde los tiempos antiguos se identificaron con el joven Dios del Maíz, cuya generosidad apuntaló todas las civilizaciones de Mesoamérica. Cada etapa de la vida desde el nacimiento hasta la muerte y resurrección- encontró su paralelo en el ciclo de la planta de maíz y el mito que sirvió como su metáfora. En este sentido, los intereses del agricultor humilde y del rey se entrelazaban y el sustento básico se asentó en el corazón de la religión maya.
La sucesión real era marcadamente patrilineal y el gobierno femenino tenía lugar únicamente cuando la continuidad dinástica peligraba. Hasta donde sabemos, la primogenitura era la norma: los hijos mayores tenían preferencia. Los demás eran conocidos como ch'ok, 'inmaduro, joven', pero más tarde extendió su significado hacia el término más amplio de 'noble'. El heredero en sí mismo era distinguido como el b'aah ch'ok, 'primer joven'. La infancia estaba marcada por una serie de ritos de iniciación, siendo uno de los más importantes una sangría que se realizaba a la edad de cinco o seis años. Aunque la sangre era su principal alegato de legitimidad, los candidatos tenían que probarse en la guerra. Generalmente una contienda para la captura de prisioneros antecedía a la ascensión, y los nombres de los prisioneros eran incorporados al nombre del rey, bajo la fórmula 'amo/guardián de fulano y zutano'.
La investidura del rey era un asunto elaborado consistente en actos separados. En la entronización, el heredero, el heredero se sentaba en una almohada de piel de jaguar, en ocasiones sobe un andamio adornado con símbolos celestes, acompañado de sacrificio humano. Se le ataba una banda a la cabeza ostentando una imagen de jade de Huunal, el Dios Bufón (llamado así por el trilobulado de su cabeza), un patrono antiguo de la autoridad real. Después se le colocaba un tocado con mosaico de jade y conchas marinas con plumas verdes de quetzal. Entonces se tomaba un cetro grabado con la imagen de la deidad K'awiil (serpiente con patas). Al nombre que portaba en su infancia se le añadía un k'uhul k'aba', 'nombre divino', normalmente tomado de un predecesor, algunas veces un abuelo (en las comunidades mayas modernas, los hijos eran vistos como abuelos renacidos, la palabra mam significa abuelo y nieto al mismo tiempo.
Los nombres que sociamos con determinados reyes y reinas mayas, son tan solo una parte de secuencias mucho más largas de nombres y títulos. A menudo se basan en los de dioses u otros personajes sobrenaturales, siendo los más comunes K'awiil, el dios de los linajes reales cuyo pie termina en cabeza de serpiente; Chaak y Yoaat (o Yopaat) dioses empuñadores de hachas de la lluvia y el rayo; Itzamnaaj, la anciana deidad suprema del cielo; y K'inich, el dios sol estrábico (también usado como título honorífico de Gran Sol).
Algunas variantes aparecen frecuentemente bajo formas verbales -como en 'el dios que hace tal o cual cosa'- normalmente en conjunción con rasgos como chan/ka'an 'cielo' y k'ak', 'fuego'. Otros componentes comunes son los animales poderosos o prestigiados como: b'alam/hix, 'jaguar'; k'uk', 'quetzal'; mo', 'guacamaya'; kaan/chan, 'serpiente'; ayiin, 'caimán, cocodrilo'; ahk, 'tortuga' y chitam/ahk, 'pecarí' (el jabalí americano).
Desde la entronización, el calendario dictaba un régimen de vida caracterizado por el ritual. las reliquias más duraderas de estos ritos son las estelas de varias toneladas de peso, llamadas lakamtuun, 'piedras grandes/estandartes'. Sus textos labrados describen su propia erección, el altar que se asocia y la sangre o el incienso que se esparció sobre ella. Estas ceremonias recreaban los actos primigenios que dieron movimiento al universo. labrados con la imagen del rey, a menudo de pie sobre un cautivo atado o un icono representando un lugar, sus inscripciones dan cuenta de los principales eventos históricos que ocurrieron desde que se erigió la última.
La mayoría de las ceremonias eran conducidas con el atuendo de las deidades, identificadas por un traje completo y una máscara (casi siempre representadas con un corte que permitía ver la car del usuario). Algunas requerían rituales especializados de danza, cada uno identificado por su propio nombre y parafernalia (uno de ellos incluía serpientes vivas). El acompañamiento consistía en cantos, sonidos de trompetas y conchas marinas y la percusión de tambores y caparazones de tortugas.en la intimidad los gobernantes y sus familias pretendían ingresar al mundo espiritual mediante visiones y trances inducidos por bebidas alucinógenas y enemas. También se autosacrificaban sangrándose la lengua u los genitales con espinas, espinas de mantarraya y navajas de obsidiana.
Todas las grandes ciudades mayas contaban con una cancha para el juego de pelota. En el juego, dos equipos intentaban mantener una pelota de goma dura y grande sin tocar el suelo, anotando puntos por medio de marcadores en el suelo y anillos de piedra en las paredes. El equipo incluía rodilleras, coderas y una banda ancha sobre la cintura o "yugo". Los reyes se llamaban a sí mismo aj pitzal, 'jugador de pelota', aunque su verdadero interés residía en los significados míticos del juego. La cancha del juego de pelota del inframundo era el lugar de sacrificio descrito en el Popol Vuh (el texto épico maya-quiché del silgo XVI) donde el Dios del Maíz encontró la muerte, pero de la cual finalmente renació.
Los reyes albergaban su corte en palacios ubicados en el corazón de sus capitales. las vasijas pintadas muestran escenas que evocan la vida cortesana, con señores entronizados rodeados de esposas y sirvientes, a menudo recibiendo el homenaje de sus vasallos que entregaban montones de tributos. Al parecer, los reyes mayas fueron polígamos, pero el matrimonio no es un tema que se discuta mucho en las inscripciones. También se pueden observar músicos y enanos. estos últimos eran más que simples bufones, pues disfrutaban de un estatus elevado derivado de su asociación especial con las cuevas y demás entradas al inframundo. Las escenas que muestran el festejo y entretenimiento de los señores visitantes y de la nobleza local reflejan, no tanto las actividades de ocio, como la operación del gobierno y la diplomacia.
Una de las responsabilidades cruciales de los reyes era dirigir sus fuerzas en las batallas contra los reyes rivales. Aunque el momento oportuno para el ataque era esencialmente una decisión táctica, los augurios eran consultado fervorosamente, con la idea de buscar el momento propicio. el peor desastre que podía ocurrirle aun rey era ser tomado como prisionero en la batalla. La humillación pública era obligatoria y al parecer muchos eran torturados antes de ser ejecutados por decapitación, en la hoguera o atados a bloques de peso y precipitados por la escalinata de un templo. algunos cuantos sobrevivían a esas duras experiencias y regresaban a sus tronos como vasallos del vencedor.
La edad avanzada otorgaba un especial prestigio, de modo que los reyes longevos poseían títulos que hacían constar la cantidad de katunes (periodo de alrededor de 20 años) que había presenciado. La muerte, cuando llegaba, era vista como el inicio de una jornadaa, retomando el descenso del Dios del Maíz al inframundo, donde la victoria sobe los dioses de la putrefacción y la enfermedad lo conducirían al renacimiento y la apoteosis. Para prepararlos para esta odisea, los gobernantes fallecidos eran colocados en cámaras mortuorias bien construidas. Tendidos en un féretro de madera, el cuerpo era ataviado con la pesada joyería de jade utilizada en vida, envuelto en telas y pieles de jaguar, y era cubierto con una gruesa capa de polvo color rojo sangre de hematita y cinabrio. Las ofendas incluían vasijas de cerámica con alimentos y bebidas hecha de cacao (kakaw), conchas y otros productos marinos exóticos, efigies de dioses en arcilla o madera, espejos pulidos de hematita y pirita, libros de papel amate, instrumentos musicales, mueble, y ocasionalmente, sacrificios humanos. en muchos casos erigían sobre la tumba una pirámide de pendiente pronunciada, cuya punta remataba en su santuario donde se le veneraba como un ancestro deificado. Estos templos eran conservados durante generaciones, conformando un depósito colectivo del poder dinástico. En años posteriores las tumbas podían destaparse de manera ritual para dispersar su contenido e incinerar los huesos descarnados o para tomarlos como reliquias.
3. La política en el Clásico maya
Aunque puede parecer exagerado el significado de la división entre Preclásico y Clásico, esta distinción refleja la transformación de un orden político y social a otro. La tradición clásica emergente fue extraída, con toda certeza, de la prácticas existentes, incorporando ideales de gobierno (incluyendo atuendos específicos de la realeza) que pueden remontarse a la época de los olmecas. sin embargo, poseía una aguda percepción de sí misma como una innovación, una ruptura con el pasado. En el Preclásico, la autoridad en las tierras bajas se manifestaba generalmente en términos amplios e impersonales, con grandes programas arquitectónicos ornamentados con mascarones de dioses y símbolos cósmicos. En contraste,el Clásico enfatizaba la individualidad. La relación entre la realeza y el cosmos fue rearticulada, incluso reconcebida. La forma antigua de la estela monolítica fue utilizada para determinar tanto la identidad real como su historia, todo enmarcado por un orden sagrado definido por el calendario. La arquitectura ceremonial experimentó un desarrollo similar, al convertirse los templos-pirámide en santuarios mortuorios para venerar a lso reyes fallecidos. Estos cambios se mencionan explícitamente en las historias escritas, donde las dinastías clásicas fueron establecidas por fundadores nombrados , en ocasiones en fechas específicas de "arribo al poder".
Entre 100 a.C. y 100 d.C. los elementos de este sistema echaron raíces en varias partes de Mesoamérica. En el área maya aparecieron por primera vez al sur, en El Baúl, Abaj Takalik y Kaminaljuyu, donde las estelas labradas con retratos de la realeza, fechas y textos históricos ya ocupaban un lugar importante, por lo menos desde 37 d.C. el surgimiento del primer reino dinástico en las tierras bajas centrales ocurrió alrededor de 100 d.C.
Para los mayas, la autoridad se depositaba en el rango de ajaw, 'Señor, Gobernante'. Hacia fines del siglo IV, los supremos gobernantes se distinguían de la clase señorial haciéndose llamar k'uhul ajaw, 'Señor divino'. A pesar de que esto se confinaba a los más antiguos y poderosos centros, bajo la forma que hoy conocemos como 'glifo emblema', posteriormente se extendió de manera importante. El título kaloomte (conocido por mucho tiempo como Batab) fue especialmente importante y se restringió a las dinastías más poderosas del Clásico) cuando se anteponía el prefijo ochk'in, 'oeste', como ocurre con frecuencia, se alegaba una legitimidad proveniente de la gran ciudad de Teotihuacan, cuyo papel en la zona maya no ha sido aclarado del todo.
El sistema dinástico de las tierras bajas inicialmente se extendió en forma lenta desde e corazón del área central conocida como el Petén. Después de un lapso de la intervención teotihuacana, hacia fines del siglo IV el ritmo de expansión se incrementó considerablemente. Los nuevos reinos, muchos establecidos en sitios existentes en el preclásico, ocuparon la mayoría de las tierras productivas del área maya. eran ferozmente individualista, adoptando su propio patrón de deidades e historia mítica, extraídos indudablemente de las tradiciones preclásicas. Estas entidades fueron las unidades estables más grandes que emergieron en los seis siglos del Clásico, pero, debido a los continuos conflictos, el territorio maya nunca fue unificado bajo una sola autoridad.
A través de los años los estudiosos han diferido acerca de las entidades mayas; algunos se inclinan por la existencia de unos pocos estados a escala regional, y otros por una infinidad de pequeños estados. Sus administraciones también son motivo de controversia, algunos sostienen la existencia de gobiernos fuertes y centralizados, y otros aseguran la de gobiernos débiles y descentralizados. como resultado hay una disyuntiva entre dos visiones contrastantes de la sociedad maya . Pero el surgimiento de nueva información de las inscripciones, en las que los mayas describieron directamente su mundo político, permite un replanteamiento del tema. Según las investigaciones de Simon Martin y Nikolai Grube se apunta hacia un sistema duradero y penetrante de "suprareinados" que moldeó casi todas las facetas del panorama Clásico. Tal esquema concuerda con una práctica muy extendida en Mesoamérica, al tiempo que reconcilia los aspectos más apremiantes de las dos visiones existentes, como la avasalladora evidencia de numerosos reinos pequeños con la gran disparidad observada en el tamaño de sus capitales.
Desde hace algún tiempo se sabe que las relaciones jerárquicas aparecen es los textos, donde se expresan por el uso de la posesión. Así sajal, un cargo ostentado por algunos miembros de la nobleza dominante, se convierte en usajal o 'el noble de' cuando se vincula a tal señor con su rey. La misma estructura puede observarse con el rango monárquico de ajaw, que se convierte en yajaw, 'el señor de'. A pesar de que esto demostraba que un rey podía estar subordinado a otro, el pequeño número de ejemplos los hizo parecer, en un principio, efímeros y de limitada importancia. Pero otra forma de expresión ha demostrado ser igualmente importante, al expandir enormemente el número de tales vínculos. En ese caso, una frase acerca de la ascensión real va acompañada de una segunda frase encabezada por ukab' jiiy, 'el lo supervisó', seguido del nombre de un rey extranjero. Esto identifica al gran señor hacia quien el rey local estaba obligado. En toda Mesoamérica prácticas semejantes están documentadas ampliamente y existen incluso algunas descripciones explícitas del Posclásico maya. cuando éstas se combinan con nuevos ejemplos de relaciones yajaw, y al incrementarse continuamente los datos sobre la diplomacia y la guerra, es posible construir un bosquejo de las interacciones y del poder político en el área central durante el Clásico.
Como cabría esperar, las relaciones variaban a través del tiempo, pero aparentemente existieron algunas de larga duración. Debe enfatizarse que el Clásico tardío está mejor representado por este tipo de relaciones que el Clásico temprano, del que se conocen pocas inscripciones y en las que, de cualquier manera, la interacción política de discute en menor proporción. Como resultado se observa que la influencia temprana de Tikal está subrepresentada, y se tiene un mejor panorama de la preeminencia de Calakmul en el siglo VII. Aunque ambas eran superpotencias gemelas, no fueron las únicas ciudades-estado en producir supragobernantes, y se desarrollaron hegemonías menores en cada región.
Al hablar de estados y reinos se tiende a evocar fronteras y territorios, pero estos no fueron los medios por los que las polis se defendían a sí mismas. Era más importante la dinastía que se asentaba en su núcleo, su relevancia comercial y ceremonial y el centro del que radiaban los vínculos con los señoríos menores de su periferia.
La expansion política, cuando ocurría, no era por la adquisición de un territorio per se, sino por la extensión de las redes de influencia. Las dinastías más poderosas sometían a señores divinos rivales bajo su dominio, con vínculos que a menudo llegaban más allá de su región inmediata. Los lazos entre los señores y sus amos eran muy personales y permanecían vigentes aún después de la muerte de alguno de los dos. Pero, a pesar de cimentarse en votos de lealtad o uniones maritales, en la práctica los lazos eran tenues y más bien descansaban en la amenaza militar y en los beneficios disponibles para los señores. Las victorias guerreras, además de ganancias, fomentaban nuevos reclutamientos para ingresar a la esfera de un protector exitoso, al tiempo que inspiraban temor y respeto entre los señores protegidos. Cuando se poseía una reputación intimidante, la persuasión diplomática ejercía una mayor influencia sin necesidad de pelear.
Los poderes dominantes operaban a través de las dinastías locales establecidas, pero cuando éstas mostraban resistencia, los reyes no manipulaban a su favor la sucesión local. Sin duda, el grado de influencia que ejercían variaba según el caso, pero su nivel de intervención en los asuntos internos parece que era insignificante. Tal vez sorprendentemente, los grandes reyes rara vez se vanagloriaban de sus posesiones en sus propias inscripciones y en gran medida dependemos de los gobernantes vasallos para describir su situación de subordinados. A menudo tal información emergen solamente cuando los eventos subsecuentes requieren explicación o antecedentes, como cuando el protector era derrocado por la fuerza. El hecho de que la subordinación podía ser suprimida de los monumentos de los señores protegidos, indica cuántas relaciones más de este tipo no se han descubierto todavía.
Al igual que en todas las sociedades de Mesoamérica que han sido documentadas, podemos tomar por hecho que existía una dimensión económica integrada al sistema; un flujo de bienes y servicios de los señores hacia el rey que podría considerarse, al menos en parte, para explicar las enormes diferencias en tamaño y riqueza entre las ciudades. Sin embargo, aunque las escenas de pago de tributo abundan en las vasijas pintadas (en las que sacos numerados de granos de cacao, montones de textiles y plumas se utilizaban como iconos de divisas), las inscripciones mencionan someramente los arreglos entre los reinos. Ciertamente, nuestro conocimiento sobre la economía maya, en general, incluyendo el tema altamente significativo del intercambio a larga distancia, es frustrantemente escaso.
El panorama político del Clásico maya se asemeja en muchos aspectos al del viejo mundo (la Grecia clásica o el renacimiento italiano son comparaciones dignas) en donde una cultura refinada y ampliamente compartida floreció entre divisiones y conflictos perpetuos. Al igual que sus primos más cercanos, als pequeñas ciudades-estado que dominaron las etapas más importantes de la historia mexicana prehispánica, observamos un mundo complejo entrecruzado por numerosas relaciones patrón-protegido y vínculos familiares, en cuyos centros principales lucharon uno contra otro por enemistades que podían durar siglos.
BIBLIOGRAFÍA:
MARTIN, S. y GRUBE N.: Crónica de los Reyes y Reinas Mayas. La primera historia de las dinastías mayas. 2002.
A través de los años los estudiosos han diferido acerca de las entidades mayas; algunos se inclinan por la existencia de unos pocos estados a escala regional, y otros por una infinidad de pequeños estados. Sus administraciones también son motivo de controversia, algunos sostienen la existencia de gobiernos fuertes y centralizados, y otros aseguran la de gobiernos débiles y descentralizados. como resultado hay una disyuntiva entre dos visiones contrastantes de la sociedad maya . Pero el surgimiento de nueva información de las inscripciones, en las que los mayas describieron directamente su mundo político, permite un replanteamiento del tema. Según las investigaciones de Simon Martin y Nikolai Grube se apunta hacia un sistema duradero y penetrante de "suprareinados" que moldeó casi todas las facetas del panorama Clásico. Tal esquema concuerda con una práctica muy extendida en Mesoamérica, al tiempo que reconcilia los aspectos más apremiantes de las dos visiones existentes, como la avasalladora evidencia de numerosos reinos pequeños con la gran disparidad observada en el tamaño de sus capitales.
Desde hace algún tiempo se sabe que las relaciones jerárquicas aparecen es los textos, donde se expresan por el uso de la posesión. Así sajal, un cargo ostentado por algunos miembros de la nobleza dominante, se convierte en usajal o 'el noble de' cuando se vincula a tal señor con su rey. La misma estructura puede observarse con el rango monárquico de ajaw, que se convierte en yajaw, 'el señor de'. A pesar de que esto demostraba que un rey podía estar subordinado a otro, el pequeño número de ejemplos los hizo parecer, en un principio, efímeros y de limitada importancia. Pero otra forma de expresión ha demostrado ser igualmente importante, al expandir enormemente el número de tales vínculos. En ese caso, una frase acerca de la ascensión real va acompañada de una segunda frase encabezada por ukab' jiiy, 'el lo supervisó', seguido del nombre de un rey extranjero. Esto identifica al gran señor hacia quien el rey local estaba obligado. En toda Mesoamérica prácticas semejantes están documentadas ampliamente y existen incluso algunas descripciones explícitas del Posclásico maya. cuando éstas se combinan con nuevos ejemplos de relaciones yajaw, y al incrementarse continuamente los datos sobre la diplomacia y la guerra, es posible construir un bosquejo de las interacciones y del poder político en el área central durante el Clásico.
Esquema visual de las interacciones entre los estados mayas |
Como cabría esperar, las relaciones variaban a través del tiempo, pero aparentemente existieron algunas de larga duración. Debe enfatizarse que el Clásico tardío está mejor representado por este tipo de relaciones que el Clásico temprano, del que se conocen pocas inscripciones y en las que, de cualquier manera, la interacción política de discute en menor proporción. Como resultado se observa que la influencia temprana de Tikal está subrepresentada, y se tiene un mejor panorama de la preeminencia de Calakmul en el siglo VII. Aunque ambas eran superpotencias gemelas, no fueron las únicas ciudades-estado en producir supragobernantes, y se desarrollaron hegemonías menores en cada región.
Al hablar de estados y reinos se tiende a evocar fronteras y territorios, pero estos no fueron los medios por los que las polis se defendían a sí mismas. Era más importante la dinastía que se asentaba en su núcleo, su relevancia comercial y ceremonial y el centro del que radiaban los vínculos con los señoríos menores de su periferia.
La expansion política, cuando ocurría, no era por la adquisición de un territorio per se, sino por la extensión de las redes de influencia. Las dinastías más poderosas sometían a señores divinos rivales bajo su dominio, con vínculos que a menudo llegaban más allá de su región inmediata. Los lazos entre los señores y sus amos eran muy personales y permanecían vigentes aún después de la muerte de alguno de los dos. Pero, a pesar de cimentarse en votos de lealtad o uniones maritales, en la práctica los lazos eran tenues y más bien descansaban en la amenaza militar y en los beneficios disponibles para los señores. Las victorias guerreras, además de ganancias, fomentaban nuevos reclutamientos para ingresar a la esfera de un protector exitoso, al tiempo que inspiraban temor y respeto entre los señores protegidos. Cuando se poseía una reputación intimidante, la persuasión diplomática ejercía una mayor influencia sin necesidad de pelear.
Los poderes dominantes operaban a través de las dinastías locales establecidas, pero cuando éstas mostraban resistencia, los reyes no manipulaban a su favor la sucesión local. Sin duda, el grado de influencia que ejercían variaba según el caso, pero su nivel de intervención en los asuntos internos parece que era insignificante. Tal vez sorprendentemente, los grandes reyes rara vez se vanagloriaban de sus posesiones en sus propias inscripciones y en gran medida dependemos de los gobernantes vasallos para describir su situación de subordinados. A menudo tal información emergen solamente cuando los eventos subsecuentes requieren explicación o antecedentes, como cuando el protector era derrocado por la fuerza. El hecho de que la subordinación podía ser suprimida de los monumentos de los señores protegidos, indica cuántas relaciones más de este tipo no se han descubierto todavía.
Al igual que en todas las sociedades de Mesoamérica que han sido documentadas, podemos tomar por hecho que existía una dimensión económica integrada al sistema; un flujo de bienes y servicios de los señores hacia el rey que podría considerarse, al menos en parte, para explicar las enormes diferencias en tamaño y riqueza entre las ciudades. Sin embargo, aunque las escenas de pago de tributo abundan en las vasijas pintadas (en las que sacos numerados de granos de cacao, montones de textiles y plumas se utilizaban como iconos de divisas), las inscripciones mencionan someramente los arreglos entre los reinos. Ciertamente, nuestro conocimiento sobre la economía maya, en general, incluyendo el tema altamente significativo del intercambio a larga distancia, es frustrantemente escaso.
El panorama político del Clásico maya se asemeja en muchos aspectos al del viejo mundo (la Grecia clásica o el renacimiento italiano son comparaciones dignas) en donde una cultura refinada y ampliamente compartida floreció entre divisiones y conflictos perpetuos. Al igual que sus primos más cercanos, als pequeñas ciudades-estado que dominaron las etapas más importantes de la historia mexicana prehispánica, observamos un mundo complejo entrecruzado por numerosas relaciones patrón-protegido y vínculos familiares, en cuyos centros principales lucharon uno contra otro por enemistades que podían durar siglos.
BIBLIOGRAFÍA:
MARTIN, S. y GRUBE N.: Crónica de los Reyes y Reinas Mayas. La primera historia de las dinastías mayas. 2002.
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