Introducción:
Para el aficionado a la historia, Japón nos ofrece un caso notablemente rico y asequible para su estudio, por varias razones. Por una parte, el apartamiento de las islas japonesas ha contribuido a una historia insólitamente unificada y autónoma. Protegido del juego simultáneo de civilizaciones en competencia o de la destrucción periódica de las invasiones extranjeras, el pueblo japonés, en los tiempos históricos, ha vivido una existencia relativamente tranquila. Pero su cultura ha pasado por una sucesión de cambios fundamentales que lo ha transformado, de una primitiva sociedad tribal anterior al siglo VI, en una sociedad aristocrática desde el siglo VII al XII, luego en una sociedad feudal y, por último, en su actual condición de nación moderna. Por otro lado, su posición en los límites extremos de la civilización china ha hecho posible que los japoneses, aunque absorbiendo la cultura china en una gran proporción, hayan mantenido sus propios valores e instituciones esenciales. Las instituciones feudales del Japón, su orientación marítima y su fuerte sentido de nacionalidad son cualidades históricas que contrastan abiertamente con la tradición china y que pueden ayudar a explicar por qué Japón, entre todos los pueblos del Asia Oriental, fue el mejor preparado para enfrentarse con el impacto occidental.
Para el aficionado a la historia, Japón nos ofrece un caso notablemente rico y asequible para su estudio, por varias razones. Por una parte, el apartamiento de las islas japonesas ha contribuido a una historia insólitamente unificada y autónoma. Protegido del juego simultáneo de civilizaciones en competencia o de la destrucción periódica de las invasiones extranjeras, el pueblo japonés, en los tiempos históricos, ha vivido una existencia relativamente tranquila. Pero su cultura ha pasado por una sucesión de cambios fundamentales que lo ha transformado, de una primitiva sociedad tribal anterior al siglo VI, en una sociedad aristocrática desde el siglo VII al XII, luego en una sociedad feudal y, por último, en su actual condición de nación moderna. Por otro lado, su posición en los límites extremos de la civilización china ha hecho posible que los japoneses, aunque absorbiendo la cultura china en una gran proporción, hayan mantenido sus propios valores e instituciones esenciales. Las instituciones feudales del Japón, su orientación marítima y su fuerte sentido de nacionalidad son cualidades históricas que contrastan abiertamente con la tradición china y que pueden ayudar a explicar por qué Japón, entre todos los pueblos del Asia Oriental, fue el mejor preparado para enfrentarse con el impacto occidental.
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I. El marco geográfico
El archipiélago japonés está compuesto
por cuatro islas mayores (Hokkaidō, Honshū, Shikoku y Kyūshū) y más de un
millar de islas más pequeñas, que se extienden en un arco entre el extremo de
Sajalin y un punto al sur de la península coreana. Se extiende desde el
paralelo 45º, en el extremo septentrional de Hokkaido, hasta el paralelo 31º,
que toca el sur de Kyushu. A causa de la naturaleza altamente montañosa de las
islas, solo es cultivable alrededor del 16 % de de la tierra.
Mapa físico de Japón |
Es significativo que las principales
islas del Japón en los tiempos históricos estuviesen unificadas, o bien bajo
una autoridad política única, o bien bajo una sociedad dirigente homogénea. Las
tres islas de Kyūshū, Shikoku y Honshū, en las que surgió el primer estado
japones, nunca se desarrollarían en regiones separadas y competitivas, ni
darían lugar a soberanías separadas, como ocurrió en las Islas Británicas. Por
otra parte, la montañosa y abigarrada topografía favoreció la división de la
tierra en numerosas pequeñas localidades que pudieron mantener sus identidades
como provincias o como feudos. Las primeras en establecerse y en organizarse
políticamente fueron las regiones del norte de Kyūshū y las costas del Mar Interior. Esta se convirtió en la "región-núcleo" del antiguo Japón,
que se centraba en la llanura Kinai y se orientaba hacia el lejano continente.
Aquí fue donde por primera vez estableció su sede y floreció la autoridad
política. Solo después del siglo XII comenzó la llanura oriental de Kantō a
competir con el núcleo central, y solo en el siglo XX dominó Kantō, con su
centro en la gran ciudad de Tokyo, las actividades políticas y económicas de
Japón.
Mapa político de Japón |
II. Periodos de la cultura
material durante la prehistoria japonesa
Las islas japonesas se convierten en el solar de una mezcla de pueblos que llegaron en diversas épocas y procedentes de distintos lugares del continente, y quizá incluso de las islas meridionales. En los tiempos históricos, esta mezcla había producido un pueblo relativamente homogéneo que se diferenciaba claramente de sus vecinos continentales -chinos, coreanos o mongoles- en cuanto a lenguaje, tipo físico, religión y estructura política. Pero sus orígenes no se conocen con precisión, ni está clara la duración del proceso de mezcla, ni puede decirse con exactitud cuando los habitantes primitivos se convirtieron en japoneses.
El primer poblamiento de las islas
japonesas tuvo lugar como resultado de los confusos movimientos étnicos en el
continente, y luego como resultado de emigraciones menores, más localizadas,
tal vez en respuesta a la presión creada por la expansión del pueblo chino.
Finalmente, la afluencia al Japón fue reduciéndose a ocasionales casos de
nomadismo o a huidas de prófugos. Pero la información esencial acerca de
la cronología, el origen y la composición de estos movimientos formativos de la
población es todavía escasa.
La cuestión más dudosa es la de cuando el pueblo japonés constituyó, en realidad, una mezcla nacional coherente: si tuvo lugar ya en el sexto o en el séptimo milenio a.C., con la aparición de los primeros hombres de la cultura neolítica, o no se alcanzó la composición hasta el siglo III d.C., tras sucesivas oleadas de inmigrantes, cada una de las cuales había contribuido con elementos culturales y étnicos esenciales.
La información arqueológica, una vez que entramos en la fase de cultura caracterizada por la manufactura de alfarería, es extremadamente rica. La alfarería fue introducida en el Japón tal vez hacia 4.500 a.C. (posiblemente incluso antes), por lo que podemos hablar de varias etapas o periodos culturales.
1. El periodo Jōmon (c.7500-c.300 d.C.)
Se asocia a una cultura cazadora y acopiadora, cuyos restos se han encontrado desde las islas Ryukyu meridionales hasta el Japón septentrional. Habría que clasificarlos como mesolíticos, antes que neolíticos, puesto que no practicaron la agricultura; vivían de la caza y de las nueces en las mesetas y del pescado y del marisco a lo largo de la costa. La prueba más corriente de su existencia se encuentra en los montones de deshechos -sobre todo conchas- que dejaron esparcidos en las cercanías de sus poblados. Afortunadamente, los restos de poblados han sido, a veces, identificados y excavados, descubriendo comunidades de pequeñas viviendas de cabañas subterráneas. Sus habitantes utilizaban instrumentos de piedra o hueso, incluyendo anzuelos y arpones. Habían desarrollado un arco laminado, semejante al típico arco de tiempos japonés históricos, parece evidente que habían domesticado al perro y confeccionaban una gran cantidad de alfarería modelada a mano, de diseño notablemente elaborado. De esta alfarería es de donde el pueblo recibió el nombre de Jōmon, o "modelo de cordel", pues una gran parte de sus trabajos se caracteriza por un diseño general parecido a una cuerda. Los arqueólogos establecen la desaparición de la alfarería Jōmon en el oeste de Japón alrededor del año 300 a.C, pero la alfarería y su correspondiente cultura perduraron mucho más al norte, antes de ser finalmente reemplazada por la siguiente oleada de una más avanzada cultura. La considerable variación cronológica y regional en el estilo de cultura Jōmon ha conducido a los arqueólogos a postular diversas fases de desarrollo histórico y también a posible existencia de varias corrientes de inmigración distintas. En cuanto a su origen se ha supuesto que el pueblo Jōmon estaba muy estrechamente emparentado con los pueblos de las culturas de los bosques del noreste de Asia e incluso de América. En los emplazamientos del pueblo Jōmon se han descubierto muchas grotescas estatuillas femeninas, y se cree que esto puede constituir la prueba de una sociedad de base matrilineal. Lo cierto es que el pueblo Jōmon vivió y se desarrollo en el Japón durante varios milenios, y fueron los creadores de uno de los más notables estilos de alfarería conocidos en la Edad de Piedra. La riqueza de su diseño y la originalidad de su modelado no han sido superadas.
Ejemplos de cerámica del Periodo Jōmon |
Periodización del Periodo Jōmon:
- Periodo Jōmon Inicial (c.7500-5000
a.C)
- Periodo Jōmon Temprano (c.5000-3500
a.C.)
- Periodo Jōmon Medio (c.3500-2400
a.C.)
- Periodo Jōmon Tardío (c.2400-1000
a.C.)
- Periodo Jōmon Final (c.1000-300
d.C.)
2. El Periodo Yayoi (c.300
a.C.-250 d.C.)
En el siglo III a.C. la cultura Jōmon fue interrumpida por la llegada de un pueblo de un tipo cultural enormemente distinto. Este nuevo pueblo, conocido como los Yayoi por el nombre dado a su estilo de alfarería, había dominado la utilización de la agricultura e introducido la técnica del cultivo del arroz mediante riego. La alfarería Yayoi, aunque de ornamentación menos elaborada, era de mejor manufactura, pues utilizaban el torno y producción una colección más variada de volúmenes u de formas. Los Yayoi pertenecían, desde luego, al tronco mongoloide. Estuvieron también, evidentemente, en contacto con la superior civilización china del continente, de la que tal vez procedían sus propias técnicas agrícolas y que constituyó el origen de su temprano y amplio uso ritual de objetos de bronce.
Ejemplos de cerámica Yayoi |
Las excavaciones de los poblados Yayoi, como el asombrosamente completo de
Toro, en la Prefectura Shizuoka, revelan que aquel pueblo vivía en aldeas, en
cabañas de piso de tierra estrechamente agrupadas. Las cabañas tenían los
techos de paja, sobre estructuras de postes y vigas de madera. Aquellas aldeas
se arracimaban en lechos de corrientes o en llanuras costeras donde era posible
labrar campos de arroz cercados por empalizadas a manera de diques y
alimentados mediante zanjas de riego. Los Yayoi trajeron el caballo y la vaca,
aunque no en abundancia. Sus utensilios eran, principalmente, instrumentos de
labranza: azadones de madera, rastrillos y azadas, hachas de piedra y cuchillos
para segar. Pero también confeccionaban puntas de flecha de piedra y utensilios
de pesca. Parece que desde sus comienzos, los Yayoi eran capaces de fundir el
hierro y de forjar herramientas simples, y algunas azadas tienen sus puntas de
hierro. Los muertos Yayoi eran enterrados más ostentosamente que los muertos Jōmon,
que se enterraban en los campos de sus poblados. En los cementerios, que
estaban apartados de la aldea, se utilizaban como ataúdes tinajas de piedra y
barro. Pequeños túmulos levantados sobre las sepulturas parecen anunciar la
práctica de la construcción de dólmenes, que floreció entre los siglos III y VI
d.C.
La difusión de la cultura de la cultura Yayoi en Japón fue rápida. Originada, inicialmente, en el Kyūshū septentrional, alcanzó, con toda probabilidad, la llanura Kantō, a finales del siglo I a.C. Más allá de Kantō surgió una clara frontera, de todos modos, con los restos de los Jōmon, a la que los japoneses dieron el nombre de Emishi o Ezo, una frontera que no desapareció totalmente hasta el siglo IX. Aunque las dos culturas eran diferentes y parecían haber sido producidas por pueblos de composición étnica claramente distinta, no es necesario postular una violenta confrontación entre ellas, porque parce haber tenido lugar una considerable fusión de ambas, que dio origen a variaciones regionales del modelo Yayoi dominante.
Aunque no existe una evidencia clara de la procedencia originaria del pueblo Yayoi, no se puede excluir la posibilidad de que se trasladaran a Japón desde el sur de Corea, porque los siglos III y II a.C. fueron turbulentos en el Asia Oriental. Las grandes guerras que unieron el reino chino en el imperio Qin en el año 221 habían durado cerca de dos siglos y habían estado acompañadas de una constante actividad militar contra las tribus nómadas del norte. la unidad había lanzado a los ejércitos chinos todavía mucho más lejos hacia el norte de Corea, y como resultado de ellos los inmigrantes chinos habían comenzado a afluir en esa dirección. La dinastía Han, que reinó después, invadió realmente la península coreana, conquistando el estado de Ch'ao Hsien en el año 108 a.C. y estableciendo un grupo de territorios Han apiñados en torno a Lo-Lang como centro colonial político y cultural. Así, el periodo de unificación y expansión de los chinos bajo los emperadores Qin y Han dio origen a nuevos movimientos de pueblos a lo largo de las fronteras en expansión y produjo nuevas oleadas de influencia cultural que alcanzaron a Corea y al Japón.
Estos acontecimientos en el continente se reflejan no solo en la migración original del pueblo Yayoi, sino también en su desarrollo cultural consiguiente. En los posteriores poblados Yayoi se han encontrado numerosos objetos chinos, tales como monedas de bronce y espejos procedentes de la dinastía Han Anterior (202 a.C.-9 d.C.), y la afluencia de tales objetos continuó durante varios siglos. Pero antes de que transcurriesen dos siglos, el propio pueblo Yayoi comenzó a moldear objetos de bronce, de tipos y usos solo remotamente relacionados con posibles modelos continentales. Especialmente características eran unas grandes "campanas" de bronce y unas anchas y delgadas "armas" ceremoniales, tales como lanzas, espadas y alabardas. La producción de armas, conocidas como dōboko, predominó en el Kyūshū septentrional y en la región del Mar Interior; las campanas, llamadas dōtaku, se han encontrado más especialmente en el extremo oriental del Mar Interior y más lejos, hacia el este. Aunque las armas de bronce se han encontrado en corea y las campanas de bronce eran corrientes en China, estos utensilios eran funcionales, mientras que en Japón ambos tipos de modelos de bronce no eran funcionales en absoluto y parecen haber sido utilizadas solo con fines simbólicos. Si las dos regiones marcadas por diferencias en los objetos de bronce revelan variaciones en cuanto al origen o a la composición étnica, no puede averiguarse, pero existe la evidencia de que el pueblo Yayoi estaba formado por varios subgrupos tal vez organizados en tribus que, a veces, luchaban entre sí.
3. El periodo de los constructores de tumbas o kofun (c.250-550)
La información arqueológica en el
Japón continúa dando pruebas de sucesivos cambios culturales en los siglos III
y IV d.C. Hacia mediados del siglo III, miembros de la minoría dirigente Yayoi,
en la región altamente desarrollada del extremo oriental del Mar Interior, la
región de la llanura Yamato, comenzaron a erigir enorme túmulos de
tierra como tumbas. Medio siglo después esta costumbre se había extendido hacia
occidente, al norte de Kyūshū, en contraposición a la dirección hacia el
este que, en general, había señalado la difusión de la innovación tecnológica
hasta ese momento. Los grandes túmulos llamados kofun por los
estudiosos japoneses, solían ser imponentes estructuras de un volumen mayor que
el de las pirámides de Egipto. El mayor de todos, la tumba de Nintoku, tiene
hoy unos 460 metros de largo y más de 30 de alto. Las tumbas se construían de
diversas formas, redondas o cuadradas, pero la más característica era la de
"ojo de cerradura", que no parece haber tenido ningún equivalente en
otras culturas constructoras de túmulos. Se han considerado que la aparición de
estas tumbas señalaba el comienzo de un tercero y claro periodo de desarrollo
prehistórico en el Japón, al que los arqueólogos han dado el nombre de "cultura
de las tumbas (o kofun)". La construcción de
tales tumbas continuaba todavía en el siglo VII, cuando la costumbre fue abandonada,
bajo la influencia budista.
Tumba del emperador Nintoku |
Los túmulos de los siglos III al VI son verdaderos tesoros de información
acerca de la vida y costumbres de la élite japonesa de la
época. En los grandes túmulos de tierra se abrían sepulturas de paso o
espaciosas cámaras megalíticas donde se depositaba el cuerpo del muerto. Con el
cuerpo se colocaban objetos de gran variedad, desde símbolos de riqueza y
autoridad como espejos, coronas o collares de piedras preciosas, hasta objetos
de uso cotidiano, como espadas, armaduras, jaeces de caballos, vasijas de
alfarería, utensilios agrícolas, etc. Fuera de la tumba, ordenados en hileras
alrededor del declive de los túmulos, se colocaban cilindros de alfarería
coronados por estatuillas de alfarería también, llamadas haniwa.
Estas figuras arrojan la más clara luz sobre el modo de vida de los
constructores de la tumba. Entre ellas figuran hombres con trajes cortados y
acolchados, típicos de los pueblos septentrionales, nómadas y jinetes. Se
protegían con finas armaduras y yelmos, y llevaban largas espadas de hierro y
largos arcos curvados. Sus caballos estaban cuidadosamente enjaezados y
provistos de estribos. Se adornaban con magatama o
joyas de jade en forma de cuernecillo. Sus casas, que ahora se elevaban sobre
la tierra, estaban techadas con pesados tejados, de un modo parecido al de las
casas de labranza japonesas de la actualidad. Su creciente empleo de los
utensilios agrícolas revela un considerable avance en las técnicas de labor,
mientras su alfarería, semejante en la forma a la loza Yayoi, era mucho más
dura y de más alta cocción, una loza azulada conocida como sue,
y se elaboraba en formas técnicamente más perfectas y complejas. Los
descubrimientos de tumbas revelan claramente la existencia de una clase de
aristócratas guerreros que tenían el poder de gobernar sobe una comarca de
aldeanos Yayoi y que vivían de la producción agrícola de la región.
En cuanto al problema de si estas tumbas eran la prueba de una nueva oleada de invasores continentales, arrojados por la desintegración del impera Han, hay que decir que los indicios apuntan más en dirección a la teoría de la autoctonía: a pesar de la afinidad entre la cultura de las tumbas y Corea (pues también se encuentran en Corea, aunque sin la forma de ojo de cerradura), ello no demuestra una migración étnica. Más bien se trata de una fase de la evolución de la propia cultura Yayoi, enriquecida por el contacto continental, pero no transformada por conquista. La pruebas que apoyan esta teoría de evolución indígena son las siguientes: por un lado, los primeros túmulos fueron encontrados en el Japón central, no en el Kyūshū, donde un grupo invasor habría comenzado su conquista. Las primeras tumbas, además, contienen, en su mayoría, objetos de estilo Yayoi. Hasta el siglo IV no comenzaron las kofun a contener los nuevos objetos de origen continental, lo cual parece estar relacionado con el establecimiento de una colonia japonesa, a mediados del siglo IV, conocida como Mimana en Corea meridional. Es posible suponer que el cambio de carácter de la cultura de las tumbas fue resultado de un avance japonés en Corea y de la consiguiente absorción de influencia continental por los caudillos japoneses cuyo engrandecimiento, tanto en el interior como en el exterior se revelaba en el tamaño cada vez mayor de los grandes túmulos
En los umbrales de la historia de Japón, en la época de los constructores de tumbas, el pueblo Yayoi, en virtud de no sabemos qué grado de fusión con el pueblo Jōmon y de la subsiguiente absorción de inmigrantes a través de Corea, se había convertido en el japonés histórico.
III. El Nacimiento del antiguo estado japonés: el Periodo Yamato
1. Las fuentes históricas para el periodo Yamato.
La información escrita es escasa y en puntos fundamentales poco fidedigna. El arte de la escritura fue transmitida al Japón bastante tarde, y las inscripciones más antiguas de que se dispone se encuentran en espadas y espejos de los siglos V y VI, y los más antiguos trabajos existentes de narrativa histórica no fueron escritos hasta el siglo VIII. Pero las dos primeras historias del Japón, el Kojiki (Anales de hechos antiguos), compilados en 712, y el Nihon Shoki (Crónicas del Japón), compilados en 720, aunque contienen, desde luego, una gran cantidad de mitos y leyendas e incluso de fábulas sometidas a una orientación, se basaban también en memorias históricas y tradiciones genealógicas que merecen cierto crédito, y relatos de acontecimientos posteriores al siglo V estaban basados, donde era posible, en documentos escritos. Hay también documentos escritos. Hay también documentos históricos e inscripciones conservados por los chinos y por los coreanos con los que pueden confrontarse las historias japonesas.
Cuando, en 1940, el gobierno japonés celebró, con gran propaganda, el 2.600º aniversario de la "fundación" del Estado japonés, lo hizo siguiendo al pie de la letra la cronología de los Nihon Shoki que situaban la ascensión del primer "emperador" japones en el año 600 a.C. La fecha constituía una evidente fabulación, a la que se llegó aplicando retrospectivamente el uso de un sistema de ciclos históricos importado de china. Hoy los historiadores están conformes en que el logro de la unidad política en el japón se produjo, más probablemente, a finales del siglo III o a comienzos del siglo IV d.C., en el crítico momento del contacto de las culturas Yayoi y kofun. No solo las informaciones chinas parecen apoyar esta suposición, sino que los acontecimientos del continente vienen a confirmarla. el fin de la colonia Han de Lo-Lan, en el año 313 d.C., había sido el resultado tanto de las presiones competitivas de los Estados coreanos de nueva formación como de la disminución del apoyo chino. A continuación, los tres reinos coreanos originales lucharon entre sí, a la vez que fortalecían el control sobre sus propios territorios. La unificación política estaba en el aire, y los japoneses, una vez conseguido un cierto grado de unidad en su patria, no tardaron en verse implicados en los asuntos coreanos. Un monumento de piedra erigido en el año 414 en honor del rey de Goguryeo, en las orillas del Yalu, afirma que en el año 391 d.C., los japoneses pasaron a Corea y derrotaron a los ejércitos de Baekje y de Silla.
Se encuentra menciones del Japón en historias chinas ya en el siglo I a.C., en el tiempo en que el Han Shu describe la tierra de "Wa" como formada por un centenar o más de "países", algunos de los cuales pagaban tributo a la corte china. El nombre de Wa, que tal vez significaba enano, seguiría siendo la denominación china y coreana de los japoneses, hasta bien entrados los tiempos históricos. Otro de los documentos chinos informan de la existencia de una guerra general durante la segunda mitad del siglo II d.C. La más completa de las primeras descripciones se encuentra en los Wei Zhi, una crónica china compilada antes de 297 d.C. Contiene informaciones, probablemente de funcionarios y mercaderes que habían visitado Japón, y describe la ruta hacia Japón y de Yamatai, gobernado por una reina soltera llamada Himiko.
La crónica de Wei describe una sociedad bien ordenada, con rigurosas distinciones jerárquicas, en la que el respeto social se manifestaba agachándose al lado del camino. El pueblo se entregaba a las bebidas fuertes, pero era riguroso en la observancia de las leyes. Empleaban la adivinación y diversas prácticas de pureza ritual. Dentro de los "países", había funcionarios y se cobraban los impuestos. Algunos "países" tenían reyes, y otros reinas, lo que puede indicar que, en aquel tiempo, la sociedad selecta se hallaba en una fase de transición del matriarcado al patriarcado.
Desgraciadamente, la información geográfica en los Wei Zhi es inexacta o está falseada, de modo que la situación de Yamatai y la identidad de Himiko no pueden determinarse con precisión. Algunos historiadores japoneses se han sentido intrigados por la posibilidad de que Yamatai se refiera a Yamato, el antiguo distrito capital del Japón central, y que Himiko pudiera ser una versión de Himeko o "princesa del sol", un título usado más adelante por los miembros de la familia gobernante japonesa. La historia de Himiko contiene aún más incitantes detalles, porque los Wei Zhi aseguran que, a fin de poner término a la guerra entre los países del Japón, los reyes constituyeron una liga bajo el mando de Himiko. La reina vivía como una sacerdotisa y gobernaba mediante el poder espiritual, y cuando murió, se le erigió un enorme túmulo. El hecho de que la familia reinante japonesa fijase su origen a partir de una Diosa del sol "chamanísticamente" concebida y que la edad de los constructores de grandes tumbas estaba a punto de comenzar no puede menos que excitar la imaginación en este momento. Los lazos entre los informes chinos y los relatos legendarios japoneses son tan débiles que no permiten más que especulaciones.
2. Mitos y leyendas
Dentro de las mitologías mundiales, las leyendas que inician la narración de la historia japonesa parecen primitivas y carentes de variedad y de riqueza imaginativa. No hay héroes de la civilización ni divinidades que permanecen en las alturas dirigiendo los destinos del hombre. El problema de la creación está dispuesto, sencilla e ingenuamente, de tal modo que las historias legendarias aparezcan muy relacionadas con las identidades y genealogías ancestrales de las familias gobernantes de los primeros tiempos históricos. Los relatos, como los incluidos en el Kojiki y en el Nihon Shoki, pretenden, indudablemente, crear una narración coherente a partir de un determinado número de ciclos legendarios, y el folklorista puede distinguir en ellos diversas fases de desarrollo humano y diversas localidades, que acaso reflejaban el movimiento de los primeros antepasados de los japoneses.
Las leyendas comienzan con el principio del cielo y de la tierra. De lo informe surgían dos divinidades, hermano y hermana, llamadas Izanami e Izanagi, que crearon las islas japonesas cogiendo piezas de tierra como si estuvieran pescando. Inmediatamente nacen las divinidades de la "Llanura del Alto Cielo" (Takamagahara), una tierra más allá del océano y por encima del habitat del hombre. Entre ellas están Amaterasu Omikami, la diosa del Sol, y su hermano Susa-no-wo-Mikoto, un dios de las tempestades y de la violencia. Estos dioses, unidos, producen la próxima serie de divinidades que parecen ser los antepasados de los principales grupos de linajes que más adelante figurarán como participantes en la lucha por el poder en el Japón. Aquí encontramos ejemplificadas las principales características de las leyendas japonesas en los largos e intrincados detalles genealógicos y en el color local regional que contienen.
Los últimos capítulos de la legendaria narración presentan varios ciclos, pero se centran en tres localidades principales: Kyūshū septentrional, Izumo, en el Mar del Japón, y Yamato. La primera y la última de estas localizaciones están asociadas a Amaterasu, mientras que Izumo es la tierra de los descendientes de Susa-no-o. La hermana y el hermano aparecen en perpetuo conflicto. Ella actúa, en muchos aspectos, como un típico caudillo chamanista, vistiendo como un guerrero, utilizando poderes mágicos y poseyendo símbolos de autoridad, tales como un espejo de bronce y un collar de joyas curvadas. Y es ella la que se convierte en progenitora del principal linaje de soberanos sobre la tierra, un grupo de familias conocidas como las tenson o "linaje del sol". Susa-no-o también se convierte en progenitor del linaje de soberanos de Izumo. Finalmente, la lucha entre las divinidades se traslada a la tierra. Amaterasu envía a su nieto, Ninigi-no-Mikoto, que desciende del Takamagahara, tras haberle concedido "tres tesoros" como símbolos de su autoridad. Es acompañado por numerosos grupos de guerreros y servidores que componen su comitiva. Se asienta en Kyūshū septentrional. Dos generaciones después, el nieto de Ninigi, Kamu Yamato Iware Hiko, abandona Kyūshū y lucha por abrirse paso hacia el Mar Interior para ocupar Yamato. Allí establece su sede de gobierno y es reconocido como el primer "emperador" japonés Jimmu ("Divino Guerrero"). El sucesor de Jimmu conquistó inmediatamente Izumo y otras partes no pacificadas de Japón, poniendo fin al proceso de construcción del país.
Aquí, pues, entre la información arqueológica, las crónicas chinas y la historia legendaria japonesa asistimos al establecimiento del primer estado japonés. El nombre de Jimmu y el concepto de emperador soberano son, naturalmente, posteriores creaciones de los historiadores japoneses que pensaron emular a China. Y algunos historiadores han formulados dudas acerca de la historicidad del propio Jimmu y de su expedición hacia el Este. Pero no se discute la aparición de un poderoso grupo de familias en Yamato, capitaneadas por el caudillo del Linaje del Sol. En realidad, aquí estuvo el origen de la primera hegemonía política en el Japón, que gobernaba sobre lo que nosotros podemos describir como el estado Yamato
3. Bases sociales del periodo Yamato
Las fuentes chinas se referían a la fuerte separación entre las familias gobernantes y el pueblo. Cuidadosos análisis de los documentos japoneses, llevados a cabo por historiadores y sociólogos japoneses, nos han acercado mucho más a un conocimiento de la organización de las sociedades Yayoi y kofun. Desde el punto de vista estructural sabemos, ante todo, que la comunidad estaba constituída por tres tipos de grupos sociales, uji, be y yatsuko.
a) El uji: El primero de estos vocablos es interpretado, generalmente, como "clan", aunque tal vez sea más adecuado "grupo de linaje". Los uji no eran, desde luego, clanes en el sentido sociológico de divisiones exógamas de una tribu. Más bien eran amplios grupos de familias, unidos por lazos de sangre, reales o ficticios, a un principal linaje de sucesión y que se mantenían juntos gracias al poder patriarcal del cabeza del linaje. formaban las unidades características en que se hallaba organizada la clase alta. Al ser de la clase alta, los miembros de los uji tenían sobrenombres y ostentaban títulos de respeto. entre los uji, los miembros reconocían descender de un antepasado común, los uji-gami, y obedecían al cabeza de la casa principal del primer linaje, que gozaba de la posición de uji-nokami o "jefe". El jefe uji, como presunto descendiente directo de la divinidad uji, actuaba como jefe patriarcal y como sumo sacerdote en la dirección de los servicios de culto a la divinidad. Así pues, su autoridad era hereditaria y sacerdotal, y estaba revestido de ciertos símbolos: un espejo, una flecha o una joya.
b) Los be: Como clase dirigente, los uji dependían de un sustrato de trabajadores. Estos eran los be o comunidades de trabajadores agrupados por el lugar o por la ocupación. Los miembros be eran, hasta cierto punto, esclavos dedicados al servicio de los superiores uji. Al igual que los uji, alcanzaron un centro religioso común: un espíritu local (ubusuma-gami) o el uji-gami de la familia particular a que ellos servían. La mayoría de los be estaban organizados como comunidades agrícolas productoras de arroz para sí mismos y para sus superiores. Pero otros se especializaban en determinados servicios, tales como el tejido (Hatabe), la alfarería (Suebe), la pesca (Ukaibe), la cofeccion de arco (Yugebe) o funciones familiares como el servicio militar y doméstico.
c) Los yatsuko: La tercera categoría social de aquel tiempo, los yatsuko, estaba formada por esclavos asignados, en su mayor parte, a las familias uji. De todo los dicho se desprende que los esclavos podían constituir el 5 % de la población. Utilizados principalmente como domésticos, hay poca evidencia de que los japoneses confiasen en un sistema en que grandes grupos de esclavos desempeñasen funciones económicas esenciales.
Por lo tanto, durante los años en que iba tomando forma la hegemonía Yamato, el complejo social básico que poseía el poder político y militar eran los uji, juntamente con sus subalternos be y con sus criados domésticos. Con el paso del tiempo, algunos uji llegaron a ser sumamente poderosos y, a medida que lo fueron, conquistaron el control sobe los uji vecinos, reclutando familias menos importantes bajo su autoridad, en hegemonías más amplias y más complejas. Un proceso análogo dio origen a las comunidades políticas locales del primitivo Japón. Porque a medida que algunos grupos de uji, organizados bajo el mando de poderosos caudillos, comenzaron a llenar los contornos de las principales pequeñas regiones, naturalmente originadas por la montañosa orografía de Japón, podemos ver los comienzos de las pequeñas unidades políticas a las que los chinos llamaban países. Aquellos grupos locales de uji fueron pues, el "centenar, o más de un centenar de países" identificados por los historiadores Han. Al principio, probablemente fueron independientes los unos de los otros. Pero pronto se formaron amplias coaliciones geográficas, y éstas, a su vez, solo esperaban la afirmación de una fuerza superior para colocarse bajo una autoridad única.
4. Proceso formativo del Estado Yamato
La ascensión al poder, en Yamato, de los jefes del Linaje del sol siguió, aproximadamente, el mismo proceso. Primero, como jefes de una pequeña hegemonía local, y luego como poderes predominantes en el Japón Central, los jefes extendieron su influencia reduciendo a la sumisión o asegurándose la alianza de los uji vecinos y reuniéndoles en una organización familiar de volumen y fuerza crecientes. Mediante la conquista militar, la asimilación a través de matrimonios y la afirmación de superiores poderes espirituales procedentes del prestigio de la Diosa del Sol, los miembros del Linaje del Sol alcanzaron una posición desde la cual podían aspirar a ser soberanos de todo el Japón. Es interesante advertir que la ascensión de la "dinastía" del Linaje del Sol se llevó a cabo de un modo totalmente distinto del asentamiento de las dinastías imperiales de China. No fue el resultado de la conquista masiva del país por parte de una fuerza militar superior y única con la consiguiente imposición de una autoridad poderosamente centralizada, sino que, más bien, fue tomando forma lentamente, paso a paso, de modo que fue un solo grupo de uji el que luchó hasta la cumbre de la jerarquía de las familias dominantes en el Japón. En la lucha, los caudillos del linajes del Sol recurrieron a la fuerza militar, desde luego, pero también emplearon la conciliación y la diplomacia cuando les fue posible, intentando ganar la alianza de los uji hostiles mediante la afirmación de su superior prestigio sacerdotal. Así pues, muy frecuentemente, los adversarios no fueron eliminados, sino incorporados, por el contrario, a un equilibrio de poder en el que el caudillo desempeñaba el papel de soberano pacificador. La estructura política resultante fue, en cierto modo, especialmente consustancial con los japoneses y dio lugar a un esquema que había de repetirse muchas veces en la historia del Japón.
La hegemonía Yamato, una vez constituida, adoptó ciertas características estructurales. En la cumbre de la jerarquía del poder estaba el jefe de la casa principal del Linaje del Sol. alrededor de él, un grupo indefinido de familias íntimamente emparentadas comprendía al propio uji del Linaje del Sol. Sosteniendo al uji dirigente había un gran número de servidores o lo que nosotros podríamos llamar "vasallos" uji, genéricamente conocidos como miyatsuko. Como algunos de estos servidores uji ostentaban sobrenombres que terminaban en la palabra be, podemos imaginar que, o bien mandaban grupos de be adictos a la familia soberana, o bien ellos mismos podían ser originalmente los jefes de las comunidades be. Estos vasallos directos del jefe Yamato, cuando eran responsables de deberes de carácter funcional, como el servicio militar, sacerdotal y artístico, se consideraban como tomo-no-miyatsuko, y cuando actuaban como representantes territoriales se les denominaba kuni-no-miyatsuko.
El grupo del Linaje del Sol y sus vasallos y dependientes (para usar la terminología del feudalismo solo a título de sugerencia) se hallaba en la cima de un equilibrio de poder político y militar. El equilibrio estaba formado, de una parte, por una rama uji estrechamente asociada, clasificada como kōbetsu, y, de otra, por un conjunto mucho más amplio de individuos primeramente sometidos, pero ahora aliados uji, clasificados como shimbetsu. Aunque, en la fase de formación, podemos suponer que la fuerza impulsora de la expansiva coalición Yamato fue una combinación de miembros del uji del Linaje del Sol, de sus vástagos y de sus vasallos, este grupo nunca constituyó una fuerza militar preponderante en el país. De aquí que el elemento de coalición y compromiso formase parte de la estructura y que las familias del bando subyugado shimbetsu llegasen a constituir un factor tan esencial en el equilibrio como las del otro bando. El sutil juego de intereses en competencia entre los diversos grupos uji, sobre los que el jefe Yamato actuaba como pacificador, creó así una dinámica tensión que daba estabilidad al edificio y que, en realidad, impedía que el Linaje del sol fuese alguna vez desplazado de su posición pacificadora suprema.
Naturalmente había otros elementos estabilizadores en la estructura política Yamato. El conjunto jerárquico del poder se mantenía unido, cuando era posible, mediante conexiones familiares o fingidamente familiares. Mediante hábiles técnicas de enlaces matrimoniales o tomando como "tributo" del servicio a hombres y mujeres de los vasallos uji, el Linaje del sol aseguraba estrechos lazos con sus familias sometidas y aliadas y conquistaba medios de ejercer el control. La autoridad, cuando era posible, se afirmaba a lo largo de líneas familiares y se justificaba sobe una base familiar.
La religión desempeñó también un papel importante sancionando el desarrollo de la hegemonía y ofreciendo una exposición razonada que unía la comunidad a la estructura de la autoridad. La religión primitiva del pueblo japonés ha conservado una notable vitalidad en el Japón hasta la fecha con el nombre de Shinto. Aunque hoy recibe ese nombre una gran variedad de creencias y prácticas religiosas, las primeras prácticas religiosas de los japoneses estaban concebidas de un modo mucho más sencillo y se hallaban directamente asociadas a los esfuerzos de los japoneses primitivos para integrarse en su patria y en su comunidad social.
Estas creencias y prácticas religiosas del primitivo Shinto servían a la comunidad política de dos formas principales: a escala de los habitantes corrientes de las aldeas agrícolas y artesanas, los kami (formas espirituales localizadas de origen natural o humano) locales eran adorados en busca de protección y eran representados como la justificación espiritual de la influencia social política que el uji defendía. Por otra parte, el Shinto político comenzó con el culto por parte del caudillo uji de la divinidad de su uji a través de la influencia de los shintai que eran de su posesión (los shintai eran ciertos objetos concretos en los que se manifestaban los kami). A escala nacional evolucionó hacia una jerarquía de prácticas religiosas que culminaban en los rituales de la soberanía llevados a cabo por el jefe del Linaje del Sol.
Por tanto, desde el punto de vista de la creencia Shinto, el primitivo estado Yamato asumió la forma siguiente. El jefe del Linaje del Sol, gracias a la eficacia de Amaterasu, ofrecía protección a todo el país, mientras que los jefes menores uji, gracias al poder de sus menos importantes y más localizados uji-gami, aseguraba la protección local y adquiría el derecho al mando también local. El gobierno y el culto de los kami estaban estrechamente unidos y, en realidad, la misma palabra matsuri goto servía para las dos funciones. La autoridad política, adquirida por la fuerza o por medio de un prestigio social largamente establecido, era así sancionada por la creencia religiosa. La importancia de las antiguas leyendas, con sus elaborados datos genealógicos, radicaba en que atribuían al mundo espiritual una jerarquía de los kami que se correspondía con el orden sociopolítico surgido bajo la hegemonía Yamato.
Durante estos siglos de relativo aislamiento (siglos II al V d.C.) fue cuando el pueblo japonés desplegó su primer sistema político y definió su distintiva identidad cultural. En los siglos siguientes, a pesar de la poderosa influencia de la civilización china, los rasgos esenciales del estilo de organización política y social instituida por el estado Yamato habían de mantenerse inalterados. El sistema uji de organización familiar minoritaria y especialmente la forma que adoptó la soberanía Yamato, en la que un pacificador y sumo sacerdote gobernaba sobre una coalición de familias selectas, seguiría siendo característico del estilo político japonés hasta los tiempos modernos.
IV. El desarrollo del Estado Yamato y la expansión de la influencia china (siglo III-710 d.C.)
El reino Yamato apareció en la llanura central de Nara del Japón, como hemos visto, aproximadamente entre 250 y 300 d.C., y durante los tres siglos siguientes, pasó a través de sucesivas etapas de pujanza, expansión y ruptura. Debido a que sus "grandes reyes" (ōkimi) fueron enterrados en grandes montículos, estos años son denominados por lo general como el Periodo de los Túmulos. Fue en este periodo cuando los granjeros convirtieron vastas extensiones de tierra virgen en campos de arroz, inmigrantes procedentes del noreste de Asia introdujeron avanzadas las técnicas de producción del continente, los soldados montaban caballos y combatían con armas de hierro; los ejércitos dominaron la mayor parte de Japón y extendieron su control a regiones vecinas de la península coreana, y los reyes enviaron misiones diplomáticas a las distantes cortes de corea y China. Sin embargo, nuestros conocimientos de lo que realmente ocurrió entre el gobierno, en el siglo III, de la reina Himiko (informado en el Wei Zhi) y el reinado desde 592 hasta 628 de la emperatriz Suiko (que restableció relaciones con China) continuan siendo bastante brumosos e imprecisos.
A raíz del estudio de las crónicas del siglo VIII, los análisis de tumbas y ajuares funerarios, y otras fuentes se ha podido identificar tres corrientes principales en el periodo Yamato. La primera que duró aproximadamente 150 años, tuvo lugar cuando floreció el reino Yamato; el segundo, con su cenit en el siglo V, llegó cuando el poder expansivo de los reyes Yamato se manifestó en campañas militares en ultramar, en la construcción de impresionantes cantidades de armas de hierro y arreos de caballos, y en el desarrollo de extensos sistemas de irrigación. La tercera corriente, que se inicia en el turbulento siglo VI, llegó cuando los reyes Yamato, enfrentados con reveses en el interior y amenazantes situaciones en el extranjero se preocuparon por técnicas administrativas importadas, como la lectura y la escritura, las tenedurías de libros y registros de propietarios, y formas más altas de aprendizaje desde China.
1. El periodo de pujanza de Yamato (siglos III-IV)
Aunque el reino Yamato no parece haber tenido relaciones oficiales con las cortes coreanas o china durante su primer siglo y medio de fuerte crecimiento, existen indicios, a partir de los sitios arqueológicos, que revelan una influencia profunda y de alto nivel.
a) La situación en Asia nororiental.
Después de la quiebra del imperio Han Posterior en 220 d.C., una serie de efímeros reinos surgieron en diferentes regiones de china. Dos estaban en contacto con reinas que gobernaban pequeños estados en Japón occidental antes del ascenso de Yamato en Japón central: el reino de Wei (221-265) que intercambió misiones con la famosa Himiko, y el de Jìn occidental (265-317) que estuvo en contacto con el sucesor femenino de Himiko. Pero el colapso Jìn Occidental por la época en que surgió Yamato se aceleró por las invasiones de las tribus nómadas procedentes del norte, una interrupción que fue seguida por el ascenso y caída de un reino tras otro y que continuó hasta el fin del siglo VI. Para las dos últimas décadas o más del periodo Yamato, ningún gobernante chino estaba en posición de intercambiar misiones con reyes tan lejanos como los de Japón.
Y sin embargo, los logros culturales continuaron afectando a la vida japonesa de manera fundamental. La dislocación política en el interior de China puede haber acelerado el flujo hacia fuera de técnicas y conocimientos chinos. La incursión de tribus nómadas desde el norte parece haber forzado a muchos chinos cultos con lazos con los regímenes derrotados, a buscar refugio en Japón. Además, la destrucción de la colonia china en Corea a comienzos del siglo IV fue seguida claramente por un éxodo de China hacia las islas del Japón. Aunque no pueden trazarse de forma precisa los flujos culturales desde China en aquellos años iniciales, se está volviendo cada vez más evidente que la mayoría de avances culturales fueron introducidos a través de Corea. Generalmente se está de acuerdo en que en estos primeros años del periodo Yamato, así como en épocas anteriores y posteriores, Japón se coloca dentro de la órbita cultural china.
En 313, solo cuatro años antes de colapso de la corte china de Jìn occidental, la vieja colonia de Lo-lang en Corea del norte fue destruida por Goguryeo (Koguryo), el primero de los tres reinos coreanos independientes en emerger durante el siglo IV. Poco después de eso, otro reino, Baekje (Paekche), obtuvo la preeminencia en el sureste, ya habiendo reunido suficiente poder militar hacia 371 para invadir Goguryeo, entró en la capital enemiga y mató a su rey. Pero Goguryeo sobrevivió y se volvió más fuerte. Después de someterse a esta humillante derrota, Goguryeo introdujo formas chinas de aprendizaje y control (budismo, confucionismo y leyes administrativas y penales chinas), similares a las que, unos 200 años después, transformaron las leyes superior de la sociedad japonesa. Luego, durante la última mitad del siglo IV, apareció un tercer reino coreano. Este fue Silla, el más cercano de los tres a Yamato, en la parte sureste de la península.
Se sabe muy poco sobre las relaciones políticas o sociales entres estos reinos coreanos y Yamato durante la primera mitad del siglo IV, pero en 414 se erigió un monumento de piedra en Corea septentrional, sobre el que se grabó una inscripción conmemorativa de 1800 caracteres, al rey Gwanggaeto (391-413) de Gogureyo, que había muerto el año anterior. La sección media de la inscripción, en la que se detallan las hazañas del rey, contiene un elogio de sus 399 victorias contra los invasores japoneses. Aunque existe un considerable desacuerdo sobe lo que realmente se escribió y se quiso decir allí -algunos estudiosos pretenden incluso que Wo (en japonés Wa) no se refiere al pueblo que residía en las islas japonesas- la referencia sugiere que Yamoto había ganado bastante fuerza hacia el final del siglo IV como para enviar ejércitos a través de los estrechos de Tsushima a Corea. La actividad militar de ultramar está corroborada en cierto modo por tradiciones y mitos en relación con una gobernante de Yamato, al famosa reina Jingu, que debe haber vivido en torno a esa época y que se dice había recibido ayuda y guía de varios kami mientras dirigía personalmente una fuerza expedicionaria contra el reino coreano de Silla.
b) Túmulos funerarios reales
Hasta la mitad del siglo IV, los reyes de Yamato fueron enterrados en el centro de Shiki, en la esquina sureste de la llanura de Nara, en una serie de grandes túmulos. Los túmulos Yayoi anteriores habían sido para los líderes de las federaciones de comunidades agrícolas, pero estos túmulos Yamato posteriores, incluso en la parte inicial de este periodo, eran para una línea de poderosos reyes-sacerdotes que se situaban por encima de todo el pueblo en una parte cada vez más extensa de las islas japonesas. La última parte del siglo III fue una época de crecimiento agrícola explosivo. Esto parece haber capacitado a los reyes Yamato a organizar los recursos humanos y físicos necesarios para construir inmensos túmulos, emprendiendo ambiciosas campañas militares a distantes zonas del país y extendiendo su control, antes del fin del siglo IV, a territorios tan lejanos como la península coreana.
Después de mediados del siglo IV, los reyes Yamato ya no fueron enterrados en el distrito Shiki de Yamato, sino más lejos al norte, en Saki, en la esquina noroeste de la actual ciudad de Nara. Los reyes enterrados en los túmulos de Saki habían heredado, al parecer, la autoridad de sus predecesores de Shiki, expandieron enormemente la riqueza y el control de Yamato, y traspasaron tal poder y autoridad acumulados a sus descendientes.
c) Baekje y Yamato
En 377 Baekje envió tributo a la corte china de Chu Anterior, lo que sugiere que Baekje estaba intentando que sus victorias contra Gogureyo fueran reconocidas por ambas cortes chinas. El interés de Baekje por obtener apoyo de Yamato se agudizó probablemente por las tendencias expansionistas de silla, reino localizado al este de Baekje, y tercero en emerger durante el siglo IV. Silla se estaba aliando por entonces con Gogureyo para oponerse a Baekje. Las referencias a Silla en las crónicas japonesas, sobre todo en secciones dedicadas a la campaña de Jingu contra Silla, pretenden que los reyes Yamato estaban perturbados por los avances de Silla contra los pequeños reinos a lo largo de los estrechos de Tsushima, un área en la que Yamato había ejercido algún control. Así, Baekje y Yamato habían estado unidos por el deseo común de parar la agresión de silla.
La conclusión de que las relaciones de Yamato con los reinos coreanos se había vuelto más activa durante la última mitad del siglo IV -cuando se construyeron los túmulos funerarios en el área de Saki, alrededor de Nara- ha sido enormemente reforzados por los descubrimientos arqueológicos en lugares por todo Japón que reflejan un flujo continuo de materiales, técnicas e inmigrantes desde la península de Corea hacia Japón durante estos años. Así, los historiadores están confiados ahora en que el periodo Yamato fue una época de vigoroso crecimiento y expansión en el que el control de la corte se había extendido a las regiones occidental y nororiental de las islas japonesas.
2. El Periodo de Expansión de Yamato (siglo V)
La segunda parte del Periodo Yamato, aproximadamente el siglo V fue una época de desarrollo espectacular. Esto fue cuando se construyeron los túmulos funerarios más grandes; los reyes dedicaron más atención a los asuntos militares que al ritual de kami; Yamato utilizó una red creciente de clanes (uji) y grupos ocupacionales (be) para incrementar su riqueza y poder; se extendió el control a la mayoría de las islas y a partes de la península coreana; y los reyes Yamato obtuvieron nombramientos y reconocimientos desde la corte china Sung Meridional. Describiremos brevemente los cambios destacables, dando especial atención a los reinados de Nintoku (que fue enterrado en el túmulo más grande) y Yuryaku (que envió regalos y un homenaje a la corte Sung Meridional.
a) El centro Kawachi-Izumi
Después de aproximadamente 400, los túmulos funerarios más grandes no fueron construidos ya en el área Saki de Yamato septentrional, sino en Kawachi meridional e Izumi septentrional, a través de las montañas Kongo al oeste y cerca de las costas del Mar Interior. El centro de poder de Yamato, que había estado localizado a los pies del monte Miwa en Yamato meridional, se desplazó al área de Saki en Yamato septentrional alrededor del año 350, y luego a Kawachi e Izumi después de c.400, a comienzos de la segunda parte del Periodo Yamato. Quizá se debió a los cambios de poder dentro o entre federaciones de clanes que apoyaban la corte Yamato, que cuando un clan diferente (o una combinación de clanes diferentes) emergía, un gran túmulo funerario era construido para un rey fallecido dentro del área dominada por ese clan. En cualquier caso, con el cambio al área de Saki alrededor de 350, parece que las federaciones de clanes se volvieron más fuertes. Después de 400, cuando los túmulos se construyen alternándose entre Kawachi e Izumi, dos poderosas federaciones parecen haber dominado la corte Yamato, y también haber apoyado la entronización de reyes con relación de sangre que más tarde fueron enterrados en túmulos inmensos.
Los reyes de este periodo ya no se preocupan tanto del ritual de los kami, y en lugar de eso, se concentran en asuntos seculares tales como recibir envíos desde Corea, reunir inmigrantes para construir estanques, aceptar tributos, ir a expediciones reales de caza, sofocar una rebelión Emishi en Japón septentrional, construir palacios y sistemas de irrigación, y levantar un ejército para invadir Silla.
El cambio de lugar de poder en el siglo V al área Kawachi-Izumi, unido a una simultánea expansión militar y el desarrollo agrícola ha agudizado el interés en la perspectiva de que Yamto estaba encabezado por una nueva línea de gobernantes. Un estudio de los nombres de los reyes Yamato sugiere una nueva línea de descendencia con el emperador Ōjin. Los reyes Yamato no tenían nombres de clan, pero luego se adopta la práctica de insertar la palabra iri en los nombres (imina) de reyes descendientes de Sujin (230-258). Luego, los iri desaparecen de los nombres de los reyes tras Ōjin, a los que se le dan nombres que incluían el título wake, el cual puede indicar el comienzo de una nueva línea de real conectada con las regiones costeras del norte de la llanura de Nara. Los orígenes misteriosos, distantes y conectados con el mar, de Ōjin también están incrustados en tradiciones sobe su existencia, nacido de la chamanística Jingū en Kyūshū septentrional y llegando a Naniwa en un barco.
La fortaleza militar y la riqueza material del Yamato del siglo V se origina en gran medida a partir de grandes incrementos en la producción de arroz, y a partir del análisis dela crónica del reinado de Nintoku, se llega a la conclusión de que los reyes Yamato del siglo V fueron capaces de extender su control a otras regiones de Japón y a Corea no solo debido a su uso más extenso técnicas militares importadas, sino también a los beneficios económicos acumulados a partir del trabajo de inmigrantes que sabían cómo construir y mantener sistemas de irrigación.
La importancia en el siglo V del
puerto de Naniwa y del santuario de Sumiyoshi -localizados en la costa del
Mar Interior al oeste de Izumi y Kawachi en la parte meridional de Settsu-
también apuntan a la Yamto en actividades militares y comerciales
en regiones a lo largo y más allá del Mar Interior. Situado en la boca del gran
rio Yamato, Naniwa se convirtió, durante el siglo V, en una activo punto para
todo el trafico maritimo con importantes regiones occidentales como Kibi,
Tsukushi y Corea meridional.
b) Regiones periféricas
Aunque los reyes Yamato enterrados en la llanura de Nara habían extendido su control a una porción sustancial de las principales islas de Japón, Ōjin y sus sucesores del siglo V que operaban desde un poderoso y nuevo centro a lo largo de la costa del Mar Interior, ejercieron evidentemente un firme control sobre más territorios que sus predecesores, de modo que se puede estar bastante seguro de que los reyes Yamato como Yūryaku habían extendido su control a la mayoría de japón durante el siglo V.
c) Mecanismos de control
Los clanes del sistema Yamato del siglo
V, así como sus jefes y kami, se desarrollaron y funcionaron, en cierto modo,
como los grupos formados en la etapa anterior de centralización, pero con
diferencias que surgían de sus relaciones especiales con el crecimiento y
desarrollo de Yamato. Los grupos formados en la etapa posterior probablemente
estaban localizados en y alrededor de la llanura de Nara. Se cree que habían
retenido mucho del carácter social de las tempranas comunidades
agrícolas Yayoi y de los pequeños estados o federaciones de estados que habían comenzado
a emerger en Kyūshū a mediados del periodo Yayoi, pero se
transformaron en grupos de linajes uji mediante lazos
religiosos, económicos y militares con los reyes Yamato. A medida
que el reino Yamato fue ganando más riqueza y poder, tales
grupos, alterados de nuevo, fundamentalmente por las funciones que ellos
representaban como parte del sistema de control Yamato, aparecieron en regiones
fuera de la llanura de Nara.
El Nihon shoki contiene
muchas referencias a clanes en sus capítulos sobre los reinados de los primeros
reyes de Yamato, pero tales grupos de linajes, probablemente no
llegaron a ser fuertes instrumentos de control regional hasta alrededor de la
época del rey Yūryaku (457-489). Estas referencias son ahora utilizadas con mayor
confianza para determinar que clanes tenían la mayor importancia política y
económica, y también para trazar las relaciones entre los clanes y la corte del
rey Yamato. A partir de tales indicios vemos que los mas altos
títulos kabane fueron concedidos a hombres que encabezaban
clanes poderosos y estratégicamente útiles que estaban ligados a un rey Yamato
tras otro por lazos familiares reales o ficticios. Los más prestigiosos kabane fueron otorgados
como derecho hereditario a los líderes de clan en áreas locales.
Los dos mas altos (omi y muraji) fueron concedidos
solo a los cabezas de los poderosos clanes que servían a los reyes Yamato directamente y
que residían en la vecindad de la capital. El cabeza del más fuerte fue llamado
gran omi, o gran muraji. Los historiadores que han
estudiado la fase Yamato del proceso de centralización del Japón han prestado,
por tanto, una atención especial a la aparición de clanes cuyos cabezas
ostentaron el título de gran omi, nombramiento ligados a veces con
cambios en la línea de descendencia real de Yamato. El rey Yūryaku (457-489) extendió
enormemente el uso de nombramientos kabane para reforzar
su control, y su reinado estuvo marcado por la aparición de una nueva alineación de
clanes. Algunos jefes estuvieron recibiendo el gran título de gran omi o
gran muraji. El Katsuragi ya no fue el
clan dominante en la corte, habiendo sido reemplazados por los clanes Heguri, Otomo y Mononobe,
que eran valiosos por su fortaleza militar y lealtad, y cuyos jefes eran recompensados
con los más altos kabane. Los cabezas de clan en regiones periféricas también
llegaron a ostentar el titulo de kabane durante aquellos años,
indicando que sus clanes habían sido incorporados al sistema Yamato. Tales
procesos en esta época tuvieron una importancia política comparable al ascenso
de los Soga a una posición dominante a finales del siglo siguiente.
d) Expansión exterior
La expansión del Yamato dentro de las
islas japonesas durante los años centrales de este periodo estuvo
entrelazada con una implicación en los asuntos coreanos. Las raíces de esta
participación se remontan, al menos, al siglo IV, pero recientes estudios de
relaciones entre reinos asiáticos nororientales revelan el desarrollo de
una situación totalmente nueva a comienzos del siglo V, situación que
Yamato bien puede haber visto como una amenaza, o bien como
una oportunidad para una expansión posterior. Hacia la última
década del siglo, Goguryeo había experimentado una espectacular recuperación,
consiguiendo suficiente fuerza militar para poder repeler a los
invasores japoneses de 391, ganar batallas contra Baekje en 399, e incluso
asumir la acción agresiva en China del norte, durante 395. Enfrentados con este
retroceso con Goguryeo, los líderes de Baekje se dirigieron a Yamato en busca de
apoyo militar, enviando incluso a su príncipe coronado a Yamato
como rehén en 397 -del mismo modo que Silla había enviado un
rehén principesco a Goguryeo en 392 cuando ese reino estaba en extrema
necesidad de apoyo militar. De modo que en la época del paso al siglo quinto,
justo después de que Yamato hubiera enviado un ejército contra Silla, la
situación coreana estuvo marcada por un profundo y duradero antagonismo entre
dos combinaciones de reinos: Goguryeo y Silla se enfrentaron a Baekje y Yamato.
Goguryeo estuvo estrechamente asociado con, y frecuentemente envió misivas tributarias a las cortes de la China del norte, y Baekje y Yamato se aliaron con las cortes de China meridional. Después de que Baekje comenzara a golpear contra Goguryeo en la octava década del siglo V, Goguryeo empezó a enviar embajadas a la corte norteña de Zhōu septentrional; y sobre la misma época Baekje envió una misión tributaria a la corte meridional de Jìn Oriental. La invasión de Silla por Yamato con el cambio de siglo sirvió para endurecer la linea que separaban estos dos sistemas de reino tributario asiático-oriental, al incrementar: (1) la dependencia de Silla sobre Goguryeo (en 402 Goguryeo logro la entronización de un nuevo rey de Silla; (2) la dependencia de Baekje sobre Yamato (en 405 Yamato había situado como rey de Baekje al príncipe coronado que había sido enviado como rehén; (3) la influencia de Goguryeo en los asuntos asiáticos del noreste (en 413 el rey Gwanggaeto incluso envió una misión tributaria a la corte de Jìn oriental) y (4) el interés de Yamato de establecer estrechas relaciones con la corte Liú Sòng meridional de China, que sucedió a Jìn oriental (la historia Liú Sòng meridional informa que 10 misiones tributarias llegaron desde Yamato entre 421 y 478).
Poco después del comienzo de
la guerra con Goguryeo en 455, Baekje volvió a la práctica de pedir refuerzos
militares a Yamato. En 461 el rey envió a su propia madre a Japón como rehén,
un signo seguro de que su situación se había vuelto ciertamente desesperada. De
acuerdo con el homenaje enviado por Yūryaku al emperador Sung meridional en
478, Yamato había estado planeando durante algunos años ayudar a Baekje
mediante el ataque a Goguryeo, posiblemene incluso desde el estallido de la
guerra entre Baekje y Goguryeo. Pero Goguryeo invadió Baekje en 475,
derrotando sus tropas y matando a su rey Gaero. De acuerdo con el Nihon
shoki, el rey de Goguryeo rechazó una propuesta para destruir Baekje,
porque "tenemos noticia de que Baekje ha sido mucho tiempo un estado real
de Japón y, como es bien conocido por los estados vecinos, su rey sirve al
emperador japonés". Es dudoso que el soberano de Goguryeo hiciera
alguna vez tal declaración, pero estamos seguros de que sobre la base de lo que
cuenta el relato de Sòng meridional sobre dos misiones recibidas desde Japón en
477 y 478 -que la corte Yamato estaba determinada a hacer algo sobre la derrota
de Baekje y la agresividad de Goguryeo. Cuando en 479 murió el rey de Baekje
colocó en el trono a un príncipe real de Baekje -al parecer un hijo o nieto de
la reina madre que había sido enviada a Yamato como rehen en 461. Yūryaku pudo
haber intentado también complementar su gran esquema para enviar una
expedición militar contra Goguryeo en 489, muriendo poco después. Mientras
estaba en su lecho de muerte, su corte estaba dividida sobre la cuestión de
quien debería sucederle. Y sus sucesores, a juzgar por lo que leemos en el
Nihon shoki, estaban más preocupados por los conflictos internos que con
propuestas para enviar otra expedición a Corea. El expansivo siglo V llegó
a su fin, entonces, en un momento más bien tranquilo en las relaciones de
Yamato con los reinos coreanos, en una época en que Japón estaba gobernado por
el rey Buretsu (504-510).
3. El periodo de perturbaciones (siglo
VI)
Los reyes Yamato se habían vuelto
extremadamente ricos y poderoso durante el siglo V, extendiendo su influencia a
áreas tan lejanas como Corea meridional, pero en el siglo VI estuvieron plagados
de contratiempos en ultramar y desunión en casa. En lugar de ser conocidos,
como lo habían sido Nintoku y Yūryaku, por victoriosas campañas en distantes
lugares y la finalización de ambiciosos proyectos constructivos, Keita (510-527)
y Kinmei (539-571), los más destacados de los reyes del siglo
VI, se destacan por sus fracasos militares en Corea, por los retos a su
autoridad en las provincias, y por los papeles que jugaron en las amargas
disputas sucesorias de la corte. No obstante, esto, a pesar de procesos tales
como el siguiente, prepararon a Japón para la reforma que se produjo en el siglo
VII: el crecimiento de los centros de poder fuera de la llanura de Nara, la
mejora adicional en el sistema de control Yamato, la difusión de formas
más altas de cultura china y el nombramiento para altos cargos de funcionarios capaces que estaban familiazarizados con la tecnología y el conocimiento chinos.
Cada uno es un aspecto significativo del preludio del siglo VI a la ilustración
Asuka, que comenzó alrededor de la época de la emperatriz Suiko en 592.
a) Fin del glorioso siglo V
Hasta hace poco los historiadores tendían a pensar que la entronización de Keitai en 510 marcaba el fin del glorioso siglo V de Yamato, un punto de vista basado, en parte, sobre la reputación comúnmente aceptada de que el predecesor de Keitai (Buretsu) fue "un gobernante incomparablemente malo". Además, la crónica afirma que Buretsu (504-510), murió sin haber nombrado sucesor, llevando a los ministros del reino a respaldar a un descendiente de 5ª generación que residía en algún lugar más allá de la llanura de Nara. Tales declaraciones sobre la selección de Keitai sugieren una ruptura en la línea de descendencia local, así como una nueva sede de poder. Pero ahora se siente que la línea no estaba realmente rota entonces, porque el padre de Keitai venia del clan Wakanuke, al igual que los reyes de Yamato desde el reinado de Ingjo (437-454) en la primera mitad del siglo V. Durante mucho tiempo, la costumbre había sido, cuando había que resolver una cuestión de sucesión, asignar un peso especial a las conexiones del clan de la madre de un candidato. Un clan que disfrutaba del notable honor de tener un miembro femenino tras otro, dando a luz a un rey después de otro recibían la denominación de gaiseki (familia política). Pero volvió en la época de Ingjo, no con Keitai, y Wakanuke sustituyó a Katsuragi como clan gaiseki. Además no se ha encontrado ningún indicio para apoyar el punto de vista de que con el reinado de Keitai, el centro de poder de la corte se trasladó a una nueva localización. Parece que entonces la entronización de Keitai no estuvo acompañada ni por un salto brusco en la linea de descendencia ni por una alineación de poder en la corte.
Pero un serio problema apareció unos
pocos años más tarde, mayormente como resultado del rápido crecimiento de dos
reinos coreanos (Baekje y Silla) que se estaban expandiendo hacia el sur, hacia
un área (Mimana) donde Yamato había ejercido hacía tiempo una considerable
influencia. La primera señal registrada de peligro se presentó en 512 cuando llegó
un envío desde Baekje a la corte Yamato con una solicitud oficial para que cuatro
distritos de Mimana fueran reconocidos como parte de Baekje. Después de un largo
debate sobre cómo responder, finalmente la corte Yamato decidió ceder. El Nihon
shoki sugiere que varios funcionarios tenían serios recelos sobre esta
decisión y pretendieron que los dos hombres que favorecieron la conformidad
estaban sobornados. Pero el año siguiente se adoptó la misma postura conciliadora
cuando Baekje pidió que otro distrito más fuera reconocido como su territorio.
En esa ocasión la corte Yamato incluso envió tropas para forzar a Mimana a
aceptar la soberanía de Baekje. Tal enérgico apoyo a Baekje -incluso entregando
territorio- bien puede haber sido motivado por una evaluación realista de
la fortaleza militar de Baekje, pero seguramente otro factor fue la inquietud
en torno a la expansión de Silla en dirección de Mimana.
La posición de Yamato en Corea
meridional continuó deteriorándose, y en 527 la corte decidió enviar una fuerza
militar de 60.000 hombres para volver a capturar áreas que habían sido
conquistadas por Silla. Pero debido a que las tropas tuvieron que
desviarse a Kyūshū para reprimir una rebelión no alcanzaron Corea hasta
dos años más tarde. Pero por esa época la situación en Mimana
había empeorado. Después de su llegada, el comandante japonés (Kenu no Omi)
invitó a los reyes de Baekje y Silla para que se unieran a él en una
conferencia, pero ninguno aceptó la invitación; en su lugar,
simplemente enviaron representares. Un funcionario de alto rango llegó finalmente
con 3.000 soldados pero luego procedió a saquear cuatro pueblos en el área de
Mimana. Después de que Kenu no Omi fracasara, mes tras mes, en
obtener la cooperación tanto de Baekje como de Silla, el descontento surgió incluso
entre el pueblo de Mimana. Finalmente, en 529 un rey de Minmana pidio a la
corte Yamato que retirara a su comandante. En su camino de vuelta a japón, Kenu
no Omi enfermó y murió, y unos pocos meses después de la muerte
de Keitai (probablemente en 531) el reino Mimana fue incorporado a Silla. Este
proceso y no las circunstancias de la entronización de Keitai, marca el fin del
glorioso siglo V de Yamato.
b) La estructura política del estado Yamato en el siglo VI
En el siglo VI se hicieron perceptibles los contornos de una más avanzada estructura de gobierno. El jefe de la confederación Yamato, erigiéndose en verdadero soberano (sumera-mikoto), había comenzado a reivindicar prerrogativas de autoridad más abstractas y absolutas sobre la asamblea de jefes uji, declarando que, en realidad, eran funcionarios suyos (tsukasa), responsables ante él (yosashi). También se había desarrollado una más preciosa relación de títulos de rango (kabane). Atae, Sukune, Ambito y Ason eran los de más alta categoría y se dieron a familias próximas a la línea principal de los uji de Yamato. Como ya hemos visto, Omi fue la designación común de importantes jefes, más lejanamente emparentados con la línea del soberano; y Muraji fue el más alto título ostentado por grandes jefes entre los shimbetsu y los vasallos uji.
Finalmente se organizó un consejo de estado dependiente del soberano en el que estaban representados los grandes jefes. Todavía después, jefes portavoces, O-omi y O-muraji, fueron nombrados para actuar como principales ministros de estado. Simultáneamente se hizo un esfuerzo por poner la administración local bajo una autoridad central más directa. todo el país estaba dividido en unidades llamadas kuni (en líneas generales, equivalentes a las esferas de influencia de los uji territoriales más importantes) y, dentro de esas unidades, los jefes se llamaban gobernadores (kuni-no-miyatsuko). En otras palabras, eran tratados como si fuesen funcionarios por nombramiento. Mientras tanto, la familia dominante ampliaba constantemente su riqueza, mediante la adquisición de nuevos be agrícolas y artesanos, en Yamato y en otros kuni más distantes.
c) Una nueva base de poder
Durante el reinado de Keitai se produjo un nuevo traslado de la capital, desde la región de Kawachi-Izumi, hasta la esquina suroccidental de la llanura Nara, a los pies del monte Miwa, donde habia estado localizada la corte Yamato durante el primer siglo del periodo Yamato, y allí Keitai erigió su palacio y su túmulo funerario. Algunos historiadores han sugerido que los funcionarios cortesanos, temían que Naniwa y sus alrededores fueran demasiado vulnerables a un ataque desde el mar y que las derrotas militares en Corea fueran seguidas por una invasión de Silla. Pero es más probable que la corte estuviera sometida a la presión de clanes fuertes como el Soga que, como partidarios cada vez más poderosos de los soberanos Yamato, indudablemente insistieron en que la corte estuviera localizada cerca de sus bases de poder particulares.
d) La rebelión de Kyūshū
De entre los problemas que tuvo que encarar la corte Yamato, antes y después de que su corte fuera retirada a la esquina suroccidental de la llanura de Nara, el relacionado con la negación de un líder de clan de Kyūshū septentrional (cuyo líder era Iwai, que fue gobernador de la provincia Tsukushi) a cumplir las órdenes de la corte de suministrar tropas y suministros para una expedicion contra Silla, fue particularmente serio. El Nihon shoki afirma con alguna amargura que Iwai había aceptado sobornos de Silla, y que realmente había obstruido la movilización de tropas. En consecuencia, el ejército reunido para la campaña coreana tuvo que desviarse para actuar contra Iwai. En unos pocos meses, Iwai fue derrotado y muerto, pero los líderes de la corte, sin duda, estaban temerosos de que tales rebeldías pudieran desarrollarse en otros lugares. Debido a que los pasos tomados en Kyūshū, después de la derrota de Iwai, fueron tomados en otras regiones y alteraron la forma y las funciones de instituciones incorporadas a continuación en el sistema legal chino (ritsuryo), vamos a observar más de cerca la situación de Kyūshū.
La isla de Kyūshū tiene tres zonas, cada una limitada por montañas y mares, y que tenían su propia relación especial con el continente y el Japón central. La zona norte, frente al Mar Genkai y separada de la zona media al sureste por las montañas Tsukushi, estaba dominada por el clan Munakata, el cual estaba aliado con la corte Yamato, como es indicado por antiguos mitos que afirman lazos familiares entre el kami ancestral de Munakata y el kami ancestral (la diosa Sol) de los reyes Yamato.
Por el lado meridional de Kyūshū es otra zona que, frente al océano Pacífico , está separada de la zona central por las montañas Kyūshū. Esta es el área aislada y agrícolamente deficiente ocupada en los tiempos antiguos por los pueblos Kumaso y Hayato. La zona central, situada entre las cadenas montañosas de Tsukushi y Kyūshū, que cruza la isla y la separa en tres zonas, tiene tres fértiles llanuras. En su extremo suroccidental están las llanuras Tsukushi y Kumamoto, y en su extremo opuesto, al noreste del famoso monte Aso, está la llanura Ōita. Hubo cambios y procesos inusuales en esta zona central a través del periodo Yamato. Y fue en su llanura de Tsukushi donde Iwai acumuló el poder que le capacitó para ignorar las órdenes del rey Keitai. Hasta hace poco, la negativa de Iwai de cooperar con la expedición militar de la corte Yamato contra Silla en 527 ha sido en gran medida considerada como un mito, pero la investigación arqueológica revela que tal hombre vivió realmente en Tsukushi en esa época y que, sin duda, había ganado bastante fuerza independiente para negarse a acatar las ordenes desde la corte Yamato.
e) Las Tierras Reales en regiones periféricas
Fuertes clanes emergieron en la mayoría de regiones de Japón en aquellos días, sobre todo, en la llanura de Kantō y la meseta de Kibi donde ingentes áreas de tierra, al parecer, habían sido abiertas al cultivo del arroz (probablemente con el uso de avanzadas técnicas de irracional introducidas desde Corea). Tales procesos enriquecieron indudablemente a los clanes en varias partes del país. Pero hasta el estallido de la rebelión de Iwai, la corte Yamato no había encontrado una oposición amenazadora. Por tanto, es significativo que tanto el Nihon shiko como el Kojiki informen que poco después de que la corte hubiera desde los pasos para reprimir la rebelión de Iwai se instituyeron medidas administrativas similares tanto en el Kantō como en el Kibi. Una iba a crear nuevas haciendas reales (miyake) que eran bastantes diferentes de las que se habían establecido en fechas anteriores en otras partes del país. Estas fincas reales eran trozos productivos de tierra poseídas y gestionadas directamente por la corona. Pero a diferencia de las fincas reales de antes de la rebelión de Iwai no estaban localizadas en Japón central sino en tierras periféricas y se obtenían y gestionaban a través de gobernadores provinciales (kuni no miyatsuko). En épocas anteriores, la mayoría de gobernadores parecen haber tenido sus propias fincas (también llamados miyake) pero eran, como en el caso de Iwai, fuentes primarias de ingresos gubernamentales. Pero las haciendas reales surgían en distantes provincias después de que un rey Yamato hubiera utilizado fuerza militar contra (o en apoyo de) un gobernador provincial: eran presentadas al rey por gobernadores que luego las gestionaban para la corte. Así, las fincas reales posteriores eran tanto fuentes de ingresos como instrumentos de control militar y político. Alrededor de 535, justo después de la rebelión de Tsukushi y las derrotas militares en corea, la corte estableció probablemente muchas haciendas reales rápidamente como medio de reforzar su posición en importantes provincias en esa distante región. Este punto de vista está apoyado por la observación de que muchos de las haciendas reales enumeradas están localizadas en Kyūshū, donde los fuertes clanes podían, si no estaban firmemente controlados, complicar los esfuerzos Yamato para resolver el problema coreano.
f) Disputas políticas
El impacto del desastroso fracaso en Corea durante el año 529, precedido por una seria rebelión en corazón de Kyūshū parece haber sacudido los cimientos del reino Yamato, pues la muerte de Keitai fue seguida por una disputa de dos años sobre la sucesión y un nuevo alineamiento de clanes en la corte. No sabemos con precisión cuando murió Keitai pero parece que fue en 527, cuando Yamato estaba enfrentado a la derrota militar en Corea. algunos estudiosos piensan que Keitai fue asesinado. Generalmente se está de acuerdo en que su muerte fue seguida por una confrontación entre los partidarios de dos ramas del clan gobernante Yamato: los seguidores de Ankan y Senka contra los seguidores de Kinmei.
Después de sopesar cuidadosamente las evidencias que se han encontrado en informaciones que, a menudo, son contradictorias, Keitai habia seleccionado a su hijo Ankan, como sucesor, seguido por su hermano Senka en 535, y Kimmei no se convirtió en rey hasta 539, y no inmediatamente después de la muerte de Keitai, como afirman algunas fuentes.
Tras esta larga disputa de sucesión yace no solo la amarga rivalidad entre los líderes de clanes que apoyaban a una u otra de las dos líneas reales, sino también diferencias sobre la cuestión de cómo debería resolverse el problema coreano. Aunque numerosos jefes de clanes estaban implicados en la disputa, los principales eran Ōtomo no Kanamura (jefe de la gran deidad, en el reinado de Keitai) y Soga no Iname (promovido a gran jefe imperial en el reinado de Senka). Ōtomo no Kanamura, el principal partidario de los hijos de Keitai, Ankan y Senka, favorecía una política fuerte hacia Silla, mientras que Soga no Iname respaldaba la entronización de Kimmei y se oponía a que debiera enviarse otra expedición militar contra Silla.
Las líneas se trazaron bruscamente sobre el asunto coreano en 540, cuando el recientemente entronizado Kimmei preguntó a sus ministros cuantos soldados eran necesarios para conquistar Silla, en su gran respuesta, el Jefe de la Gran Deidad, Mononobe no Okoshi, culpó a Ōtomo no Kanamura por el penoso estado de los asuntos exteriores de Japón, señalando que Kanamura había sido el responsable del primer gran error, hecho en 512, de recomendar que la corte cediera a la solicitud de Baekje de cuatro distritos de Mimana. Okoshi bien podía haber añadido que miembros de clan Ōtomo ya habían participado en infructuosas expediciones a Corea: el fiasco de 529 y la expedición de ayuda a Baekje en 539. Okoshi insistió en que éste no era el momento para enviar tropas a Corea como defendía Kanamura. De la conferencia de Kimmei de 540 emergieron dos decisiones interrelacionadas: (1) no enviar más tropas contra Silla, sino segur confiando en Baekje para proteger los intereses de Yamato; y (2) cesar a Ōtomo no Kanamra de su posición como ministro principal en la corte, posición hacia la que se movió Soga no Iname.
La decisión de abstenerse de enviar
tropas contra Silla no pude interpretarse como un rechazo general de todos los
planes para usar la fuerza militar fuera de Japón. Las expediciones militares,
así como los suministros y equipos militares fueron enviados a Corea posteriormente
en momentos oportunos en el patrón de cambio constante entre los tres grandes
reinos de la península. Pero un estudio de las informaciones de contacto entre
Japón y los tres reinos coreanos durante los años restantes del siglo VI
sugiere que consciente o inconscientemente, los líderes de la corte estaban
convencidos de que su atención principal debería dirigirse ahora a la tarea de
hacer a Yamato más fuerte, no enviando ejércitos en expediciones al extranjero,
al menos de momento.
g) Nuevas técnicas de control
El Nihon shoki informa
que Iname y otros fueron enviados por Kimmei a la región de Kibi en
555 con instrucciones para instalar la hacienda real de Shirai.
También se registra, en una entrada para el año siguiente, que Iname fue enviado
de nuevo al mismo área para establecer la finca Kojima. La llanura
de Kibi, como la zona central de Kyushu era rica, desde el punto de vista
agrícola, y estratégicamente importante para mantener el contacto con el
continente. Pero los pasos dados en Kibi eran diferentes: (1) un ministro del
más alto rango, un hombre que probablemente tuviera sangre coreana en sus
venas, encabezó ambas misiones; (2) un hombre, de nombre Itsu fue
enviado más tarde a la hacienda real de Shirai con instrucciones para tener vigilados
a sus granjeros; y (3) cuando el registro produjo los resultados deseados, se
le dio a Itsu el titulo kabane de escriba (fuhito).
Cada una de esas diferencias sugiere que se estaban dando pasos en aquel
momento para incrementar el control sobre, y los ingresos desde, una importante
región al utilizar técnicas de gestión importadas y los fincas reales
recientemente establecidas.
Los hogares habían sido registrado en épocas anteriores por las cortes chinas del norte y del sur, así como Baekje. Y de acuerdo con un informe del Nihon shoki para el año 540 (casi 30 años antes de que Itsu hubiera sido mandado a registrar los granjeros de la hacienda real de Shirai) se había registrado la gente de varias provincias japonesas, incluyendo 7.053 hogares Hata. Estos antiguos registros de hogares -importantes para llevar a cabo la grandes reformas (taika) de años posteriores estaban limitados a extranjeros como los Hata y los Aya. Pero como lo indican las referencias a los registros de hogares en la hacienda real de Shirai en Kibi, estas técnicas para hacer un seguimiento a los granjeros se estaba extendiendo ahora hasta áreas fuera del Japón central, presuntamente a la población general.
Los esfuerzos de Yamato por tener gestionadas eficientemente las haciendas reales fueron realizados por funcionarios (como Itsu) que podían leer y escribir. Excepto por los inscripciones en espadas de hierro y espejos de bronce no se han encontrado materiales escritos del siglo VI. Pero varias referencias de la crónica a personas que poseían el título de escriba dejan poca duda de que su habilidad para conservar registros era altamente valorada. Seguramente un reino que trataba de incrementar sus ingresos desde (y so control sobre) distantes regiones necesitaba registros precisos de varios tipos. Y debido a que se piensa que la cobertura de los sucesos del siglo VI por el Nihon shoki y el Kojiki era cada vez más fiable, se presume que los compiladores de estas crónicas estaban trabajando a partir de fuentes que fueron escritas en este último siglo del periodo Yamato, pero que ya no existen.
Los movimientos para registrar a todos los residentes y mantener los registros escritos parecen haber sido paralelos a los esfuerzos para afianzar los antiguos órganos de gobierno local como medio de estrechar el control Yamato. El primer cargo en recibir tal atención fue probablemente el de supervisor de distrito (agata nushi) que apareció en la región de Kinai, mucho antes de esta última parte del periodo Yamato. Fue un oficio dedicado principalmente a suministrar a la corte bienes y servicios. Pero en el siglo VI, tanto los distritos como sus supervisores estaban sometidos a un cambio considerable, especialmente los de las regiones periféricas. El cambio estuvo asociado con, y afectado por, el ascenso de propiedades reales de estilo tardío, ya que los distritos y las fincas reales estaban ahora, en gran medida, administradas pro funcionarios locales que actuaban en nombre de la corte.
Un distrito (agata), como una finca real (miyake), era un trozo de territorio. este último era una posesión personal de un rey Yamato o un jefe de clan, el primero generalmente había sido ocupado durante muchos años por un clan local, cuyo jefe hereditario manejaba los asuntos seculares y servía como sacerdote principal en la adoración del kami local. El establecimiento de un distrito, o el nombramiento de un supervisor de distrito (agata nushi) se hacía generalemten por un rey cuando estaba intentando ganar el control de ese área particular. En regiones lejanas, en las épocas antiguas, tales designaciones y nombramientos eran, en gran medida, nominales. En el Japón central y alrededores, un supervisor de distrito se convirtió en época bastante antigua, en agente local bajo el control de la corte, aunque generalmente era el jefe hereditario de un viejo clan. y con la extensión del control de Yamato a regiones periféricas, los supervisores de distritos fueron nombrados responsables (como gestores de las haciendas reales) para el cargo de gobernadores provinciales. Tales extensiones de control de la corte produjeron un sistema de dos estratos en el gobierno local (distritos además de provincias) que sustentó el orden burocrático ritsuryo posterior. Las tareas de administrar las propiedades reales y los distritos encabezados por supervisores de distrito deben haber aumentado en gran medida la demanda de escribas que estaban familiarizados con las técnicas de gestión importadas.
h) Asuntos Exteriores
Aunque la corte estaba prestando ahora la mayor parte de su atención a los asuntos internos, las entradas de la crónica para los años después de 540 contienen numerosas referencias a la recepción de artículos y artesanos procedentes de los reinos coreanos, generalmente en conexión con un intercambio de misiones oficiales. Hacia 562 la federación Mimana al completo había sido absorbida por un reino de Silla cada vez más poderoso, que había extendido su hegemonía hacia el sur hasta las costas del Mar Amarillo y, por tanto, podían enviar misiones diplomáticas por mar directamente a la Corte Meridional de China. Yamato parece haber ofrecido poca o ninguna resistencia militar a los avances de Silla. De hecho, las crónicas continúan informando de contactos con Silla (incluyendo entradas sobre "tributo" que era enviado para los distritos de Mimana después de 570, y a veces con Goguryeo, incluyendo una fascinante misión de éste, enviada a través del Mar de Japón en 570. Pero mucho más se escribe sobre la relación con Baekje, especialmente después de que la capital fuera trasladada a Puyo en 538, el mismo año en que se piensa que Baekje había enviado por primera vez textos budistas a la corte Yamato.
Baekje estaba, al parecer, mucho más preocupado de lo que lo estaba Yamato, sobre las tendencias expansivas de Silla, y como es normal, las relaciones entre Baekje y Goguryeo eran tensas. La situación exterior parecía especialmente oscura para Baekje en 548 cuando sus fronteras septentrionales fueron atravesadas por los ejércitos de Goguryeo. Se recibieron mensajes desde Baekje el año siguiente quejándose de informes de que los japoneses estaban detrás de ataques desde el sur. Pero las autoridades de Yamato negaron tal complicidad, declarando increíble que el amistoso reino de Ara "hubiera ido tan lejos como para enviar un mensaje secreto a Goguryeo". Cuatro años más tarde el rey de Baekje informó de que se había enfrentado con una alianza entre Silla al este y Goguryeo al norte, y humildemente solicitaba ayuda militar. Poco después, la crónica incluye lo que generalmente se conoce como un informe de la introducción oficial del budismo en Japón. La teoría de que los regalos budistas estaban vinculados a las solicitudes de asistencia militar está basada en dos pronunciamientos del rey Kimmei hechos hacia la misma época: primero, que estaban enviando tropas para ayudar a Baekje, y segundo, que quería obtener libros de adivinación, calendarios y drogas de varias clases. El vínculo entre el envío de ayuda militar y la recepción de libros y eruditos fue más clara incluso en 554 cuando Kimmei informó en el primer mes de ese año que estaban enviando 1000 hombres, 100 caballos y 40 barcos, y cuando el rey de Baekje envió un mensaje después de un mes de que estaba presentando reemplazos coreanos para los especialistas en confucianismo, adivinación, calendarios, hierbas, música y budismo.
Tales procesos sugieren que la influencia cultural continental sobe Japón estaba comenzando alrededor del siglo VI y estaba motivada más por un interés en aprender que por la preocupación tradicional relativa a nuevas técnicas avanzadas de producción y construcción. Desde entonces, los libros y eruditos en los campos del budismo, confucianismo, taoísmo, la literatura y la historia fueron muy apreciados. Esta claro, que esta fue una época de desarrollo preparatorio en los campos de la religión, la administración gubernamental y la educación para la ilustración Asuka y reformas posteriores.
(i) El Clan Soga
Mientras que los jefes de los clanes más influyentes en la corte antes del ascenso de Iname eran hombres de la milicia, los líderes Soga disfrutaron de riqueza y poder que florecieron a partir de técnicas importadas de producción y administración. Pero, a partir de las fuentes escritas solo pueden esbozarse las líneas generales de la historia Soga, en gran medida porque las crónicas posteriores fueron compiladas pro hombres con un prejuicio anti-Soga.
En 623 Soga no Umako pidió a la emperatriz Suiko, que le diera la posesión permanente del distrito de Katsuragi, sobre la base de que él descendía del clan gaiseki (parientes imperiales por matrimonio) de Katsuragi. Aunque la emperatriz Suiko -siendo ella misma una Soga- parecía aceptar la validez de la reclamación de Umako, no accedió a su petición. La descendencia Katsuragi también fue afirmada en 642 cuando Soga no Emishi (hijo de Umako) construyó un templo ancestral (sobyo) llamado Alto Templo de Katsuragi. Aunque las crónicas no proporcionan mucho apoyo a la pretensión Soga de la descendencia Katsuragi, parece haber alguna base para el punto de vista de que los jefes Soga eran descendientes de Ishikawa Sukune, un funcionario que fue llamado para tratar con un enviado irrespetuoso de Baekje.
No se sabe con certeza que Ishikawa Sukune hubiera vivido incluso o que, si así fuera, los líderes Soga fueran sus descendientes. Pero el nombre Soga se relaciona a menudo bastante pronto con individuos y lugares Ishikawa. Hay, además, un área Ishikawa de Kawachi por el que discurre un río Ishikawa, área que consiste en cuatros distritos adecuados para la agricultura de arroz mojado, por el ambicioso proyecto de irrigación discutido antes. En este área puede haber sido donde los Soga surgieron por primera vez como un clan poderoso.
Después de que Soga no Iname alcanzara la posición de gran jefe real, emergió en el bando ganador del debate político en 540 e hizo importantes contribuciones al reforzamiento del control de la corte sobre la región de Kibi y logró casar dos hijas con el rey Kimmei. Pero Iname murió antes de que hubiera sido seleccionado el sucesor de Kimmei. Además, Kimmei no fue sucedido por un hijo real nacido de una mujer Soga, sino por el hijo de una mujer ajena al clan, que ascendió al trono como el rey Bidatsu y reinó catorce años (571-585). A comienzos del reinado de Bidatsu, Soga no Umako sustituyó a su padre en el puesto de gran jefe real. Aunque no parece haber hecho muchos progresos en dirección a ganar reconocimiento como clan con parentesco político (gaiseki) de Japón. Esta fue una época de oposición general al budismo, cuando Bidatsu realmente emitió una prohibición sobre la práctica de la fe extranjera. Además de eso, la reina de más alto rango de Bidatsu no era una Soga. Sin embargo, tras la muerte de esta reina Bidatsu hizo a una de las hijas de Kimmei y la reina Soga no Kitashihime, su reina favorita. Y ella fue la mujer que fue entronizada en 593 como emperatriz Suiko.
La muerte de Bidatsu en 585 fue seguida por una tumultuosa disputa sucesoria entre los partidarios de tres candidatos por el trono: (1) el príncipe Oshisaka, hijo de Bidatsu por su primera esposa y, al parecer, el hijo que había sido nombrado príncipe coronado por Bidatsu; (2) el príncipe Takeda, hijo de Bidatsu y de su segunda reina (la posterior emperatriz Suiko) y (3) el príncipe Tachibana, cuarto hijo de Kimmei y de la más joven de las dos reinas Soga (otra hija de Iname).
La disputa se centró sobre los jefes de dos poderosos clanes: Mononobe no Moriya y Soga no Umako. Después de intercambiar insultos en el entierro provisional (mogari) por el difunto rey Bidatsu, estos jefes recurrieron al uso de la fuerza militar, y Umako salió victorioso. Su candidato para el trono como sucesor de Bidatsu, el príncipe Tachibana, fue entronizado como rey Yomei, colocando a Umako en el firme control de la corte. La reina de Yōmei, su medio hermana Anahobe no Hashihito, cuya madre era la segunda de las hijas de Iname, Soga no Oane Hime, le dio cuatro hijos imperiales, el primero de los cuales fue el famoso príncipe Shōtoku (574-622). Ahora, los Soga habían conseguido definitivamente la posición de clan gaiseki.
Sin embargo, Umako no había eliminado aún a toda la oposición. Tan pronto como Yōmei cayó enfermo, la vieja disputa con los Mononobe resurgió. Una vez más, Umako y Moriya ordenaron sus fuerzas para un enfrentamiento, y de nuevo, Umako, aliado con los jefes de otros grandes clanes, ganó. Otro hijo de Kimmei con una madre Soga fue entronizado como rey Sushun en 587. Fue, de este modo, el segundo ocupante sucesivo del trono en tener una madre Soga, reforzando la posición gaiseki de los Soga. Se adoptaron entonces nuevas políticas: el budismo fue apoyado abiertamente, y se hicieron planes para enviar una expedición militar contra Silla. Pero en el quinto año de Sushun (592), Umako comenzó a oir rumores de que el rey mismo (sobrino de Umako) estaba resentido, y preparaba un golpe de estado. Al parecer, razonando que lo matarían si no tomaba una acción decisiva, Umako arregló el asesinato de Sushun. En este punto Suiko fue colocada en el trono en 592 como emperatriz reinante. Así, Soga no Umako estaba ahora en pleno control de los asuntos de la corte, y comenzó la iluminación Asuka.
Emperadores de Japón en la 2ª mitad del siglo VI |
BIBLIOGRAFÍA:
WHITNEY HALL, JOHN: El Imperio Japonés. Volumen 20 de la Historia Universal Siglo XXI, 1973
KIDDER Jr. EDWARD J.: The early societies in Japan. Cap. I del Volumen I de The Cambridge History of Japan: Ancient Japan
BROWN, DELMER M.: The Yamato Kingdom. Cap. 2 del Volumen I de The Cambridge History of Japan: Ancient Japan.
Cronología y Genealogía: MLADJOV, IAN: https://sites.google.com/a/umich.edu/imladjov/chronologies