Introducción
A finales del IV milenio, el clima del Próximo Oriente, hasta entonces relativamente húmedo, comenzará a cambiar y se irá convirtiendo progresivamente en más seco. Esto traerá como consecuencias: por una parte, la existencia de una nueva migración, procedente de las regiones en la que la supervivencia dependía de las lluvias; y por otra, que en la Baja Mesopotamia, muchas ramas del Éufrates dejaron de llevar agua, y el lecho principal del río se desplazó hacia el oeste. Por tanto, numerosas aldeas desaparecieron y sus habitantes se fueron a poblar las ciudades, que comenzaron a hacerse grandes. A comienzos del Dinástico Arcaico, hacia el 2900, Ur ya ocupará 50 hectáreas, Uruk 400 y Lagash 500, lo que supone la existencia de poblaciones de entre 10.000 y 50.000 habitantes. Para paliar la escasez de los cursos de agua naturales, se excavaron grandes canales, y el esfuerzo colectivo que ello implica, así como la equitativa distribución de este agua de irrigación hicieron crecer las responsabilidades de los sumos sacerdotes, “señores” tradicionales de las ciudades, así como reforzar su autoridad. Las ciudades se rodearán de imponentes murallas, lo que pone de manifiesto los conflictos que, más tarde nos descubrirán determinados textos, y los jefes religiosos se transforman en jefes militares, o les ceden su lugar a estos. De este modo es como nacieron, al parecer, los principados de Sumer y Akkad, con sus ciudades fortificadas, sus territorios bien delimitados y sus soberanos, “vicarios de los dioses”. De ahí se deriva el nombre de este periodo histórico: Dinástico Arcaico.
Mesopotamia durante el periodo Dinástico Arcaico |
I. Periodización del Dinástico Arcaico
El primero de los periodos históricos de Mesopotamia
comienza en 2900 y termina con la conquista de Sargón de Akkad (2317), que
marca el comienzo de una fulgurante expansión de los semitas de la región de
Kish (periodo de Akkad). Por esta razón se le suele llamar en muchas ocasiones
periodo presargónico, pero quizá el término más correcto sea la expresión Dinástico
Arcaico, tomada del inglés “Early Dynastic”, porque da cuenta mejor de la
naturaleza de esa época y no presupone
su fin. El Periodo Dinástico Arcaico
(abreviado DA) se divide a su vez en tres partes: DA I (2900-2750), DA II
(2750-2600) y DA III (2600-2334),
subdividido a su vez este último en DA
III A (2600-2500) y DA III B
(2500-2334). En propiedad, si para fijar el comienzo de la historia
mesopotámica se toma como criterio la inscripción más antigua de un soberano de
esta región, únicamente una parte del DA II y la totalidad del DA III son
históricos. El DA I y los primeros decenios del DA II serían “prehistóricos”, a
menos que algún día se descubra una inscripción real que haga retroceder el
comienzo de este periodo.
La datación interna del periodo Dinástico Arcaico se obtiene coordinando la
documentación estratigráfica (que es la única disponible para el DA I, y
prevalece en el DA II) y las fuentes escritas (que ya se pueden utilizar en el
DA III A, y prevalecen en el DA III B). Pero los distintos yacimientos
contribuyen de forma desigual. Las secuencias estratigráficas más largas y
fiables aparecen en las excavaciones del valle del Diyala (templos
ovales de Anu, Sin, Nintu y Khafaya, templo de Abū en Tell Amar, templo
de Shara en Tell Aqrab). En Ur aparecen complejos monumentales, como el
cementerio real. En Fara y Abū Salabikh se han hallado los
primeros archivos administrativos (en el DA III A). Por último, en Lagash se
han hallado las inscripciones históricas más interesantes y el archivo
administrativo más voluminoso (del DA III B), pero se ha perdido prácticamente
la referencia arqueológica, debido a los métodos expeditivos de excavación del
pasado. Por tanto, no resulta fácil coordinar datos de naturaleza distinta
procedentes de distintos yacimientos. Además, un documento escrito de
extraordinaria importancia arqueológica, la “Lista Real Sumeria”, puede servir como esquema básico, pero no es
un objeto fiable en lo que respecta a las dinastías anteriores a la I de Ur,
presenta en una sola secuencia varias dinastías contemporáneas, y censura por
completo la de algunas ciudades importantes (sobre todo Lagash y Umma).
En cualquier caso, el Dinástico Arcaico II, al que se remontan las primeras inscripciones reales (Enmebaragesi de Kish), todavía es un periodo esencialmente arqueológico, caracterizado por algunos lotes característicos de hallazgos y por algunos estilos distintivos (estilo de Fara en la glíptica, esculturas “abstractas” del templo de Abū en Tell Asmar, tablillas arcaicas de Ur, etc). La situación del Dinástico Arcaico III A es bastante parecida. También se caracteriza por estilos y grupos de hallazgos arqueológicos (escultura “naturalista” del templo de Abū, estilos glípticos de Imdugud-Sukurru y de Meskalamdug, taraceas relacionadas con las del cementerio real de Ur, placas votivas relacionadas con las de Nippur Inanna VII, etc). Pero aparecen los archivos administrativos de Fara y Abū Salabikh y las inscripciones dedicatorias del cementerio real de Ur (dinastía kalam, obviada por la lista real. Solo en el subperiodo III B hay una convergencia adecuada de los datos de la lista real (a partir de entonces es más o menos fiable, aunque tendenciosa en sus selecciones), los de los archivos (Lagash) y los de las inscripciones reales (sobre todo Lagash y Ur, con algunos reyes de Kish y Uruk, atestiguados aquí y allá), todo ello completado por las estratigrafías de los templos y la evolución de la glíptica y la estatuaria.
Cuadro de periodización del Dinástico Arcaico |
II. Las fuentes escritas para la historia del Dinástico Arcaico
Las fuentes escritas para el estudio de este periodo cubren una variedad de géneros. Los documentos administrativos siguen dominando en número, pero también tenemos narraciones políticas escritas por algunos gobernantes de la época y, más tarde, relatos literarios sobre otros. Los archivos administrativos aparecen en diferentes sitios en cantidades cada vez mayores. La información que contienen es cada vez más amplia, y entendemos mejor los propios textos porque reflejan mejor el idioma hablado mediante la escritura de elementos fonéticos y gramaticales. En Ur se excavaron unas 280 tablillas que datan de alrededor del 2800. Las tablillas administrativas de Fara (antiguo Shuruppak; aproximadamente mil tablillas) y Abu Salabikh (nombre antiguo incierto; aproximadamente quinientas tablillas) datan de alrededor del 2500 y se mezclaron con material léxico. El mayor número de textos se remonta al final del período, con las 1500 tablillas procedentes de Girsu. Durante la mayor parte del Período Dinástico Arcaico solo los habitantes de Babilonia parecen haber usado la escritura y fue solo más tarde cuando la tecnología apareció en Siria, donde se han excavado archivos en Mari (aproximadamente 40 tablillas), en Nabada (moderno Tell Beydar; unas 250 tablillas) y especialmente en el oeste, en Ebla (cerca de 3600 tablillas), todas datadas alrededor del 2350.
Un nuevo tipo de textos, las inscripciones
reales, proporcionan la información más útil respecto al estudio de la
historia política. Al principio era una simple escritura de un nombre y el
título real en un objeto votivo, indicando qué individuo lo dedicó, como, por
ejemplo, "Mebaragesi, rey de Kish"
en una vasija de piedra que data de alrededor del 2650. Pronto las inscripciones
reales incluyeron breves declaraciones, como que el gobernante había encargado
la construcción de un templo, haciéndose más largas con el tiempo al dar cuenta
de las hazañas militares asociadas con el acontecimiento conmemorado. El género
culminó en el primer milenio con largos y detallados informes anuales de las
campañas y descripciones de los edificios construidos. Así, estos registros
proporcionan datos importantes sobre las actividades del gobernante como
constructor y como guerrero. Se ha encontrado un conjunto de textos del Período
Dinástico Arcaico en Adab, Kish, Nippur, Umma, Ur y Uruk. Mari, en el
Éufrates, es la única ciudad siria donde se han excavado inscripciones reales.
Pero el grupo más numeroso proviene, con diferencia, del estado meridional de Lagash, donde nueve miembros de la
dinastía local dejaron un total de 120 inscripciones reales. En ellas se
describen explícitamente las guerras entre ese estado y su vecino, Umma, claramente
sesgadas hacia el punto de vista de Lagash, ya que fueron sus reyes quienes
escribieron las inscripciones. Este conjunto de textos nos permite, por primera
vez en la historia del Próximo Oriente, reconstruir el relato de un
acontecimiento sobre la base de fuentes contemporáneas.
Entre los textos mesopotámicos posteriores que tratan sobre el periodo dinástico arcaico, la Lista Real Sumeria (SKL por sus siglas en inglés) ha sido la más influyente en las reconstrucciones históricas modernas, ya que gran parte de nuestra moderna terminología está basada en este formato. Términos como la “Tercera Dinastía de Ur” o la “Dinastía de Akkad” son tomados directamente de la SKL. El texto se conoce por un manuscrito del siglo XXI a.C. y por diecisiete de los siglos XIX y XVIII y consiste en una secuencia continua de “dinastías” y reyes, desde los comienzos míticos, hasta la época de los compositores de los manuscritos conservados, entre Ur III y el periodo tras la caída de del reino de Isin. La versión más antigua de la lista de reyes, la Lista Real Sumeria de Ur III (USKL), comienza así:
"Cuando la realeza descendió del cielo, [la ciudad] de Kish, era rey. En Kish, Gushur fue rey, el hizo 2160 años "
Cronológicamente, el texto en su última edición aborda el periodo desde el
momento en que la realeza apareció por primera vez, antes del diluvio, hasta el
final del reinado de Sin-magir de la
dinastía de Isin (1817 a.C.). En el segmento que cubre el Periodo Dinástico,
las ciudades-estado mencionadas están ubicadas principalmente en Babilonia,
dándose especial prominencia a Ur, Uruk
y Kish. También se incluyen tres
ciudades no babilónicas, Awan en el
este, Hamazi en el norte y Mari en el oeste. Por otra evidencia
sabemos que alguno de los reyes incluidos en la lista gobernaron
consecutivamente al mismo tiempo. El texto los enumera secuencialmente porque
entre los principales elementos ideológicos expresados en él se encuentra que
solo había un gobernante divinamente legitimado al mismo tiempo y que la
realeza hegemónica circuló entre un número restringido de ciudades. La SKL es,
por tanto, conocida también como Crónica de la Monarquía Única. Las
ciudades de la SKL son llamadas “dinastías”, por los historiadores modernos,
aunque el concepto moderno de dinastía como familia gobernante no concuerda con
la antigua terminología estándar. La USKL y las versiones más antiguas
comienzan con la época después del diluvio, y, más tarde fue añadido un pasaje
sobre los reyes antediluvianos.
Al texto se incorporaron listas dinásticas de reyes de diferentes ciudades y el número de años que gobernaron. La exactitud de las secciones posteriores se puede comprobar con la información de documentos económicos fechados. Sin embargo, las primeras partes de la Lista real sumeria son legendarias, asignando reinados de una duración inverosímil de, por ejemplo 3600 años a figuras mitológicas como Dumuzi, que era conocido como el marido de las diosa Inanna y probablemente era puramente ficticio. En su versión final, los reyes de la dinastía de Isin utilizaron el texto para legitimar su pretensión de poder supremo en Babilonia, a pesar de que no controlaban políticamente toda el área cubierta por la Lista real.
El Prisma de Weld-Blundell (abreviado como Prisma WB) inscrito con la Lista Real Sumeria es el manuscrito más completo de la lista que conocemos, quizá procedente de Larsa, en Babilonia. Probablemente se inscribió en el último año de Sin-magir, rey de Isin (1817 a.C.).
Prisma Weld-Blundell |
III. Características generales de las ciudades-estado sumerias
Los arqueólogos están de acuerdo en declarar la cultura sumeria presargónica prolongación de la cultura Uruk-Jemdet Nasr, aunque hay algunas discontinuidades flagrantes. Así es como en el sur aparece en el DA II, para desaparecer en el DA III, sin que se sepa por qué, un material de construcción a priori poco práctico, el ladrillo “plano-convexo” (con una cara lisa y la otra abombada), que se coloca de canto y cuyas hileras van dispuestas en forma de espina. Todavía es más curiosa la desaparición de los templos de planta “tripartita” clásica y su sustitución por santuarios en forma de construcciones con patio central rodeado por numerosas habitaciones, y que apenas se distinguen de las casas que los rodean, excepto por sus dimensiones, su contenido, y a veces por sus muros construidos al revés. Este nuevo trazado está, sin duda, en relación con el papel básico de los templos como centros administrativos en esta época. También se ve aparecer santuarios rodeados por un recinto oval -como el enorme templo de Khafaje y los de El Ubaid y Lagash, más modestos, que desaparecerán a fines del Dinástico Arcaico.
Templo Oval de Khafaje |
Exceptuando algunas placas votivas, a veces inscritas, y escasas estelas, la escultura está representada sobre todo por estatuas de adorantes alineadas sobre bancos de arcilla, que rodean la cella. Generalmente en pie, pero a veces sentados, melenudos y barbudos, o con cráneo y mentón afeitados, vestidos, los hombres con una falda de lana y las mujeres con una especie de sari, con las manos unidas ante el pecho, estos personajes miran la efigie divina con sus ojos de concha y lapislázuli rodeados de betún. La calidad es desigual según su procedencia, siendo las de Tell Asmar, con sus ojos inmensos las más impresionantes. Lo que es extraño es que las estatuillas de adorantes halladas en Nippur y en Girsu, por ejemplo, en pleno país de Sumer den la impresión de un trabajo rudimentario, hecho en serie y queden muy disminuidas ante las obras maestras de la época de Uruk.
Los Orantes de Tell Asmar |
La cerámica característica del DA I en el valle del Diyala y los alrededores de Kish es la llamada scarlet ware, cerámica pintada con motivos rojos sobre fondo beige, a la que sucederá una elegante cerámica no pintada (jarras con asas verticales, platos con un soporte elevado calado, provista de espirales y cubierta de incisiones. En el arte de los cilindro-sellos se pasa de los frisos animales ultra-esquematizados a escenas de banquetes y de héroes híbridos, medio hombre y medio toro, luchando contra las fieras, que a veces van acompañados de una corta inscripción. Los trabajos en metal se desarrollan gracias a las innovaciones técnicas (moldeado del bronce por el procedimiento de la cera perdida, repujado de los metales preciosos) y nos ofrece bellas estatuillas y diversos ornamentos.
Cerámica "Scarlet Ware " |
A comienzos del tercer milenio, Babilonia experimentó un crecimiento
general de la población, posiblemente acelerado
por la inmigración o el asentamiento de grupos seminómadas. En toda la
región hubo un aumento general en el número de ciudades, su tamaño y la
densidad de la población. Se cuentan no
menos de 18 ciudades, ocupando de 50 a 500 Ha. Son de norte a sur: Sippar, Akshak, Kish, Marad, Isin, Nippur, Adab, Zabalam, Shuruppak, Umma, Girsu, Lagash, Nina, Bad-Tibira, Uruk, Larsa, Ur y Eridu, sin contar
algunos yacimientos importantes, como Abu
Salabikh o El Ubaid, cuyo nombre
nos sigue siendo desconocido. Estas ciudades se escalonan a lo largo de dos
lechos del Éufrates muy próximos entre sí, un vestigio del haz de cursos
fluviales de los siglos precedentes. Cada una de ellas se halla rodeada de un
cinturón de jardines y palmerales, al que sucede otra zona de cultivos
cerealícolas, en las que se encuentran algunas aldeas y campamentos
estacionales de los agricultores, todo ello cuadriculado mediante los canales
de irrigación. Más allá de estas zonas se extienden las sabanas en la que pacen
los ganados, los pantanos ricos en peces, y aquí y allá, enclaves del desierto.
Mesopotamia durante el Dinástic Arcaico I (c.2900-c.2750) |
Por regla general, las ciudades de Mesopotamia, estaban en esta época rodeadas por una muralla, a veces doble y normalmente provista de bastiones, en el interior de la cual se amontonaba una gran parte de la población. Estas poderosas fortificaciones ponen de manifiesto la existencia de amenazas de guerra y de conquista, lo que además confirman las inscripciones que nos muestran a los principados sumerios luchando entre sí y contra invasores extranjeros.
La unidad socio-económica básica en Mesopotamia parece haber sido la comunidad aldeana, formada por familias de tipo nuclear (padre, madre e hijos solteros) o de tipo extenso. Su estructura concreta se nos escapa y además pudo haber variado de una región a otra, pero es muy probable que el suelo de cada comunidad fuese considerado como propiedad de su dios tutelar, lo que explicaría el papel económico extremadamente importante que desempeñaron los templos, quizá ya desde la época de El Ubaid.
Será en torno a estos grandes centros religiosos donde tenderán a agruparse
estas comunidades cuando se vayan incrementando, durante las épocas de Uruk y
Jemdet Nasr. A comienzos del tercer milenio, bajo la influencia combinada de la
presión demográfica y de la rarefacción de los cursos de agua y la escasez
subsiguiente de las tierras cultivables, numerosas comunidades desaparecieron,
y sus habitantes emigraron hacia la ciudades, que crecieron, y a veces incluso
se fusionaron, como ocurrió en el caso de Kullaba
y Eanna, que unidas por Enmerkar pasaron a formar la gran
ciudad de Uruk. Cada ciudad poseía
además muchos templos: el de su dios principal (Nanna en Ur, Zababa en
Kish, Shara en Umma, Ningirsu en Girsu, etc), y los de su
familia y las restantes divinidades menores.
Para poder organizar las actividades económicas de la ciudad existía todo un tropel de escribas, contramaestres (ugula), intendentes (nu-banda), inspectores (mashkim), peritos (agrig) y otros cuadros subalternos bajo la autoridad de un personaje, a la vez sacerdote y administrador en jefe del templo, el shanga, los cuales hacían girar toda esa pesada maquinaria económica.
3. La cuestión de la identidad étnica de la población: sumerios y semitas
El adjetivo sumerio proviene del antiguo nombre acadio (semita) de la parte meridional del Iraq: Sumer, o más exactamente Shumer, que en los textos cuneiformes, se escribe normalmente con el logograma KI.EN.GI, leido Kengir. A comienzo de las épocas históricas tres grupos étnicos vivían en estrecho contacto, y aparentemente en buenas relaciones en esta región: los sumerios, predominantes en el extremo sur, desde los alrededores de Nippur hasta las riberas del Golfo Pérsico; los semitas, muy numerosos, sobre todo entre Nippur y la región de Bagdad, en lo que se solía llamar País de Akkad, y por último, quizás una difusa minoría, cuyo nombre nos resulta desconocido, y a la que se puede llamar el “pueblo X”. Para los historiadores contemporáneos la diferencia entre estas tres poblaciones no es política ni cultural, sino únicamente lingüística. Estas tres étnias, compartían las mismas instituciones, la mismas creencias, el mismo modo de vida, las mismas técnicas y tradiciones artísticas, es decir, la civilización que hemos dado en llamar sumeria, y a la que probablemente todos ellos hubiesen contribuido. El único criterio que nos permite distinguirlos es su lengua, que en la actualidad solo es posible conocer a través de los textos escritos y los nombres propios. En el Dinástico Arcaico II-III, los documentos suelen estar escritos en sumerio, y esto dice mucho de la preponderancia de este elemento.
En lo que al “pueblo X” se refiere, ignoraríamos su existencia si no se diese el caso de algunos investigadores se hubiesen dado cuenta de que los textos auténticamente sumerios contienen vocablos que no son ni sumerios y semíticos, sobre todo algunos nombres de personas, muchos topónimos ni hidrónimos, como Éufrates (buranum) y Tigris (idigna), así como numerosos nombres de oficios y objetos de uso común. Las palabras de este substrato “presumerio”, con probables conexiones con el área iraní, están asociadas con las funciones productoras básicas, las que caracterizan a un estado calcolítico anterior a la primera urbanización. Encontramos luego términos propiamente sumerios, que se refieren a funciones, “motivados” en el interior del sumerio, que se refieren a funciones más especializadas y funciones de dirección y administración. Por último, hay también términos semíticos prestados, sobre todo para funciones de movilidad y control.
Esta situación ha inducido una visión esquemática que postula un nivel presumerio, un nivel sumerio y una aportación acadia posterior. Los dos primeros habrían llegado del noroeste, y el tercero del noroeste. Menor justificación tiene el escenario migratorio que antes se atribuía a estas migraciones. En cualquier caso, nos encontramos con una mezcla lingüística, que se acentúa cuando examinamos las zonas contiguas. Aparece así un elemento elamita al este, un otro hurrita (o “subarteo”) al norte, y elementos semíticos no acadios (primero eblaita, luego amorrita). Por lo tanto, en el tercer milenio, los habitantes de Mesopotamia tenían una clara conciencia de la diversidad de lenguas, como se desprende de la existencia de oficios como el de intérprete e instrumentos de escribas como el vocabulario plurilíngúe.
La literatura sumeria no nos proporciona la menor indicación sobre el origen de la población de habla sumeria. El telón de fondo de los mitos y leyendas de Sumer lo constituyen un paisaje de pantanos y canales, de cañaverales y palmeras (paisaje típico del sur iraqí), como si los sumerios jamás hubieran vivido en otro lado, y en estos textos nada parece evocar una patria ancestral alejada de Mesopotamia. En realidad no sabemos si su “llegada” fue un fenómeno migratorio datable con precisión o una lenta infiltración. Los complejos culturales de Ubaid y Uruk (con sus fundamentales innovaciones tecnológicas y organizativas) estaban vinculados estrechamente con sus zonas de desarrollo. Por tanto, no se puede decir que “vinieron” de fuera, de zonas en las que ya se habrían formado antes; más bien parece que el fenómeno cultural conocido como “revolución urbana” no se inició hasta varios siglos después de que la población de habla sumeria se hubo instalado en la Baja Mesopotamia, a través de un proceso evolutivo interno, en el que participaron diversas poblaciones de distinto origen étnico.
La entrada de los semitas en el Iraq es una constante en esa región desde tiempos inmemoriales. Los acadios, que derivaban su nombre y el de su lengua de Akkad, capital del reino fundado por Sargón (Šarru-kīn), constituyen la más antigua capa semita registrada en Mesopotamia. Es posible que no fueran el pueblo semita más antiguo instalado en el país. Quizá se superpusieran a una capa anterior que participara en la primera colonización de Babilonia durante el quinto milenio. Los más antiguos testimonios fidedignos de la presencia acadia en Babilonia son los constituidos por los nombres de persona que aparecen en textos arcaicos de Ur y los primeros préstamos semitas al sumerio. Podemos suponer, durante el Dinástico Arcaico II, una amplia colonización semita en Babilonia del norte y la región del Diyala. Teniendo en cuenta el curso de las oleadas semitas posteriores, y especialmente la “amorrea”, a finales del tercer milenio a.C., es probable que la capa acadia se trasladara de norte (Siria) a sur, estableciéndose en la región de Diyala y en la parte norte de Babilonia, con centro en Kish. Desde, a lo más tarde, el Dinástico Arcaico II, la ciudad de Mari, en el curso medio del Éufrates, fue un importante centro acadio, cuya importancia perduró hasta la época de Hammurabi.
La tradición histórica que refleja la lista de reyes sumeria no da cuenta de conflicto sumerio-semita alguno. La oposición entre pueblos sedentarios y pueblos nómadas siempre fue más fuerte que cualquier oposición consciente sumerio-semita. El temor que inspira la inestabilidad del nómada es común a todos los pueblos de vida sedentaria, así como, por otro lado, el nómada ambiciona los bienes, pero no la forma de vida, de los sedentarios. El término kur, abundante en la épica y en los mitos sumerios, designa el país montañoso, y, en general, el país enemigo o extranjero, y se refiere tanto al habitante de las montañas del Irán como al nómada del oeste y el noroeste: prácticamente a todos los no-babilónicos.
En suma, el encuentro entre los dos pueblos fue, como tantas veces en la historia, fructífero para ambas partes. En la civilización de Akkad el factor sumerio siguió activo hasta el momento de su extinción definitiva, y el último apogeo de la civilización sumeria, en el reino de Ur III, no hubiera sido posible sin la cultura del reino semita de Akkad.
4. Evolución de las instituciones de gobierno en las ciudades estado sumerias del Dinástico Arcaico
La posición central del templo en la ciudad, que se advierte ya desde la fase Uruk (3800-3100) en el urbanismo y la arquitectura (recordemos que uno de signos que caracterizan al fenómeno de la revolución urbana era la arquitectura monumental religiosa), aparece ahora con mas claridad, gracias a la documentación escrita, en sus dos vertientes de centro ideológico y ceremonial, y centro de decisión y organización. La función del templo como recolector y distribuidor de recursos agrícolas se basaba en la ideología de que el dios lo recibía como dones y lo redistribuía al pueblo. Así, el jefe de la administración del templo servía como líder en la ciudad y, desde el periodo de Uruk, el sustento ideológico principal para el gobernante de la ciudad fue su función en el templo. El templo era, de hecho, la institución dominante en la ciudad primitiva y la estructura más grande dentro de sus murallas, a veces construida sobre una plataforma de tierra que se elevaba sobre otros edificios.
Con la expansión de las zonas de influencia de las ciudades-estado, la competencia por las áreas abiertas restantes creció y pronto condujo a guerras interurbanas por las tierras agrícolas. El papel militar de un líder, más que su papel cultual, se convirtió en algo de suma importancia en tales situaciones. En las historias sumerias que hablan sobre este periodo, el pueblo otorgaba al líder de la guerra una autoridad temporal en momentos de crisis. La asamblea popular erigía a un hombre físicamente fuerte como líder de la guerra y ese organismo controlaba sus movimientos. Los historiadores modernos a menudo consideran esta práctica como una evidencia de una “democracia primitiva”, que dio lugar con el paso del tiempo a un sistema dinástico bajo el cual el gobierno se transmitía de padres a hijos a lo largo de varias generaciones. El ideal dinástico del líder de la guerra no era compatible con el de administrador principal del templo elegido por los dioses por su capacidad de gestión. Asociamos la nueva clase militar con el palacio y la realeza. En el dinástico Arcaico vemos la primera aparición de un nuevo tipo de edificio monumental, el palacio, identificable como tal por su planta residencial. Además, los documentos de la época mencionan una nueva institución central, el é-gal, literalmente la “gran casa”, que en épocas posteriores se refiere claramente a la casa real. Esto es distinto del é, “casa”, del dios de la ciudad, esto es, el templo. Estas dos fuentes de autoridad no tienen por qué considerarse intrínsecamente antagónicas entre sí, pero fusionarlas en una sola no era tarea sencilla.
En el Dinástico Arcaico, los templos ya tienen una larga historia, mientras que el palacio es más reciente. Después del primer palacio de Jemdet Nasr (y otros anteriores en zonas perimesopotámicas), a partir del DA III A aparecen palacios en el sur de Mesopotamia (Eridu) y sobre todo en el norte (Kish: palacios A y P; Mari). Significativamente, es la época en que aparecen las primeras inscripciones reales, de Enmebaragesi a Mesalim y la dinastía del cementerio real de Ur. A una clase dirigente del templo, anónima en el sentido de plenipotenciaria del dios, como había sido la clase dirigente de la ciudad-templo desde el periodo Uruk Antiguo hasta el Dinástico Arcaico I, le sucede una clase dirigente “laica”, detentadora de un poder que mantiene una relación dialéctica con su propio centro de legitimación y necesita afianzar una imagen más personalizada de la realeza, haciendo hincapié en unas “dotes” humana y socialmente comprensibles, como la fuerza o la justicia.
Aún después de la aparición de los palacios laicos, sigue siendo muy importante la función económica (además de ideológica) del templo. Pero ya está más matizada y condicionada por la existencia del palacio. En una misma ciudad coexisten templos muy extensos y complejos, donde sin duda se realizan actividades económicas, y otros bastantes sencillos, que evidentemente solo se dedican al culto. El templo deja de ser el centro y se convierte en una célula del estado palatino; en su interior hay una jerarquía de administradores sacerdotes que, en líneas generales, mantiene un organigrama ya trazado en los textos arcaicos de Uruk (y sobre todo en las listas de oficios de Uruk III).
Los reyes de las ciudades-estado sumerias, una vez lograda la legitimación interna (basada en la aprobación o el sometimiento de la clase sacerdotal local) y la legitimación externa (aprobación de Nippur -donde los reyes hacen ofrendas al santuario de Enlil y buscan legitimación por parte del dios, para un poder que ya poseen-, red de relaciones con las demás ciudades), son esencialmente unos administradores del territorio de la ciudad, entendido como una gran finca. El dios es el dueño de la propiedad y de sus habitantes, y el rey su “administrador delegado”.
Las funciones básicas del rey son la administración permanente de la economía y la defensa nacional ocasional contra los ataques enemigos. Los planos de responsabilidad son dos: uno divino y otro real. El rey tiene la responsabilidad operativa de crear y controlar las infraestructuras productivas y el sistema redistributivo, en todas sus vertientes. Pero las buenas cosechas se deben al dios. Y en la guerra, el rey está al mando de las operaciones, pero el resultado del enfrentamiento lo decide la voluntad del dios, o mejor dicho, las voluntades contrapuestas de los dioses contendientes. Sin embargo, el dios dejará de favorecer a la ciudad, cuando el rey haya cometido alguna infracción. Por lo tanto hay una tercera función de la realeza no menos importante que las anteriores: el culto. El rey, además de ser el responsable directo de las buenas relaciones con la divinidad, para evitar así los desastres naturales u otras calamidades que están fuera de su alcance.
El problema de la legitimidad es completamente ideológico. La justificación del poder, en realidad, procede de la capacidad para ejercitarlo. El rey que sucede a su predecesor por la vía normal tiene una legitimidad obvia, pero no ocurre lo mismo con los usurpadores o los reyes nuevos. Estos tratan de justificar su posición argumentando que, si el dios les ha elegido a ellos entre una multitud ilimitada de posibles candidatos, es porque poseen las dotes especialísimas del buen rey.
Mientras que el templo despersonalizado no necesitaba crear una imagen que trascendiera su propia existencia, el rey necesita crear una imagen que le haga parecer fuerte, justo y capaz, frente a otros antagonistas que codician su puesto. Las primeras inscripciones reales en objetos dedicados, halladas en los templos (vasos de piedra o metal, armas votivas, estatuas del propio rey) o bajo los cimientos de las obras emprendidas por él (construcción de templos, excavación de canales) pretenden “reclamar” la eficacia y el poderío del rey, así como su estrecho vínculo con el dios. Por lo demás, pronto se empieza a erigir monumentos celebrativos (estelas triunfales, estatuas reales durante la época Arcaica). Las primeras formas de un aparato celebrativo de la realeza, desde la celebración de las fiestas hasta la erección de monumentos, alcanzarán un notable desarrollo, pero aparecen ya con toda su eficacia y reflejan una necesidad. La inmovilización de riqueza y vidas humanas en las tumbas reales de Ur indica que la comunidad protodinástica acepta la imagen del rey como legítimo, esencial y casi sobrehumano trámite entre dicha comunidad y la esfera sobrenatural de la que dependen la conservación y reproducción de la vida.
5. Títulos reales durante la época Arcaica
Aparecen tres títulos: lugal, en sumerio “hombre grande”, que hay que traducir, según el equivalente acadio sharru, como “rey”; ēn, aproximadamente “señor” (-sacerdote)”, y ensi, traducido convencionalmente por “príncipe” (la palabra contiene el término ēn, pero aún no está claro el significado exacto de la forma compuesta). Ensi correspondía a un rango inferior a lugal y ēn, y era el título de un soberano independiente que gobernaba sobre una ciudad y sus alrededores próximos o de un príncipe dependiente. La limitación regional del título de ensi se deduce de una inscripción de Eannatum de Lagash que afirma haber poseído “el título de ensi de Lagash y el título de rey de Kish”. Los reyes de Umma se autotitulaban en sus inscripciones lugal, pero desde la perspectiva de Lagash recibían solo el título de ensi. También en ello se perciben las diferencias de rango. En la lista de reyes sumeria lugal es el título real por excelencia. Nam-lugal equivale a “monarquía”, entendida como forma de autoridad. El título de lugal unido a un nombre aparece por primera vez en Kish y Ur (Mebaragesi, Meskalamdug), pero el término gráfico está ya atestiguado en la época Uruk III-Jemdet Nasr. A diferencia de lugal y ensi, el título de ēn solo se da como título real en la ciudad de Uruk. Enmerkar, Lugalbanda y Gilgamesh aparecen en la literatura épica e hímnica como “ēn de Kullaba” (Kullaba es, como vimos anteriormente una de las dos partes de Uruk), lo mismo que Mes-ki’ag-gasher, fundador de la I Dinastía de Uruk, y Gilgamesh en la lista de reyes. Interesante para la asociación del título ēn con Uruk es la afirmacion del rey Lugal-kinishe-dudu (principios del siglo XXIV) de que él tenía la autoridad de ēn (nam-ēn) en Uruk y la de rey (nam-lugal) en Ur. Una sola vez, en el caso de En-shakush-ana de Uruk (c.2410) aparce el título de “ēn de Sumer”. Epigráficamente, ēn está atestiguado en documentos más antiguos que lugal. El signo escrito se encuentra ya en textos del estrato Uruk IVa, es decir, de la época de la alta cultura arcaica sumeria. El ēn gozaba de gran prestigio fuera de Ur, como demuestra el antropónimo “el ēn colma a Kullaba” en una tablilla del Ur arcaico.
El ēn de Uruk-Kullaba debió de estar en principio más unido a una función religiosa que el lugal. Podemos identtificar con el ēn al “hombre de la falda de red” representado en los sellos cilíndricos del estrato Uruk IV en función sacerdotal. Es característico de Uruk que la función de sumo sacerdote coincidiera con la función de soberano de la ciudad, de modo que el ēn también ostentara el mando del ejército. El aspecto laico del ēn se refleja en los poemas épicos de Lugalbanda y Gilgamesh. En una ciudad como Ur o Girsu (centros del estado de Lagash) probablemente no coincidían, en principio, en una misma persona las funciones religiosas y laicas. Bajo Entemena de Lagash hallamos en Girsu, junto al ensi, un sumo sacerdote del dios de la ciudad Ningirsu llamado sanggu, aunque se trata de un testimonio relativamente tardío.
Habla en favor de una primacía originaria del ēn frente al lugal (y con ello en favor de la mayor antigüedad del título de ēn en Uruk) el hecho de que los nombres sumerios de divinidades construidos con el título ēn (por ejemplo, Enlil, "señor del viento") sean más antiguos que los nombres compuestos con lugal.
Por otro lado, los textos y documentos de la época atestiguan que el soberano, llamado lugal o ensi, no permanecía al margen de las funciones religiosas. Un relieve de Urnanshe de Lagash (que lleva el título de lugal) lo muestra llevando una espuerta sobre la cabeza, que simboliza su prerrogativa en la construcción del templo.
En resumen, del problema complejo de la titulatura real se puede decir los siguiente: en un principio existirían títulos ligados a una ciudad (ēn en Uruk, durante la época de apogeo de la alta cultura sumeria y hasta entrado el Dinástico Arcaico II; lugal y ensi en otras ciudades). Las funciones del ēn, de carácter religioso más marcado, pasaron al lugal y al ensi; del mismo modo el ēn de Uruk-Kullaba ejercía funciones laicas como soberano. Durante el Dinástico Arcaico III se impuso en Uruk el título de lugal y ēn pasó a ser un título religioso.
En la épica sumeria y en la literatura hímnica se relata un conflicto que enfrenta al penúltimo rey de la I Dinastía de Kish, Mebaragesi (cuyo nombre posterior es Enmebaragesi) y su hijo Aka con Gilgamesh de Uruk, venciendo finalmente este último. Si se admite que Enmebaragesi haya reinado hacia el 2700, este acontecimiento debió haber tenido lugar hacia 2650. Y representa, junto con la mención en la Lista Real Sumeria de una victoria de Enmebaragesi sobre los elamitas (“trajo como botín las armas de Elam”) y los nombres de dos reyes de Ur, Meskalamdug y Akalamdug, enterrados con gran pompa en el cementerio real de Ur, todo lo que sabemos acerca del siglo XVIII.
Mesopotamia durante el Dinástico Arcaico III A (Periodo Fara) (c.2600-c.2500) |
Poco después del 2600, sobre un vaso que dedica al dios Zababa, un ensi de Kish llamado Ukhub, se proclama vencedor de Hamazi, región o ciudad que se sitúa más allá del Tigris, entre el Diyala y el Zab inferior. Hacia el 2550 aparece otro soberano de esta ciudad, el lugal Mesalim o Mesilim, que parece ser el soberano de al menos dos de los ensi de ciudades muy alejadas de Kish, el de Lagash, Lugal-Shag-Enggur y el de Adab, Ninkisalsi. Construyó un templo a Ningirsu en Girsu y arbitró una disputa entre Lagash y su vecina Umma, como veremos más tarde.
Los textos administrativos de Shuruppak, que datan de alrededor de 2500 a.C., atestiguan un acuerdo político por el que parece que algunas ciudades pudieron coaligarse. En esta pequeña ciudad se guardaban registros de soldados de Ur, Adab, Nippur, Lagash y Umma. Se dice que estos hombres están “situados en KI.EN.GI (se escribe en mayúsculas cuando no hay una lectura segura), un término que algunos siglos después llegó a significar Sumer, la mitad sur de Babilonia, pero que en este momento se refería a una sola localidad. El mismo grupo de textos también hace referencia a una coalición en un lugar llamado Unken, la palabra sumeria para asamblea, compuesta por Lagash, Umma y Adab. Estos arreglos fueron efímeros: fueron el resultado de la lucha propia de la época: las ciudades concluyeron alianzas para hacer frente a los enemigos.
En la misma época, hacia 2560, Mesanepadda (= “Héroe elegido por An”), funda la I Dinastía de Ur. Ur era por aquel entonces una ciudad de alrededor de 4000 habitantes, más pequeña que Uruk o Lagash, y su territorio era muy reducido, pero era un puerto fluvial sobre el Éufrates, no lejos del Golfo Pérsico, y ello le proporcionaba su riqueza, debida al comercio marítimo. En el curso de un reinado de alrededor de 40 años, Mesanepadda haría de ella una gran capital. Fue generoso con Nippur, donde construyó una gran parte del templo de Enlil, y después, aprovechándose de un vacío de poder en Kish -provocado sin duda alguna por una incursión de los elamitas de Awan- se apoderó de esta ciudad, lo que teóricamente lo hizo amo de toda la Baja Mesopotamia. Su influencia pareció extenderse todavía más lejos, a juzgar por el “tesoro de Ur”, hallado en Mari, que da testimonio de la existencia de relaciones amistosas entre el lugal de Ur y uno de los reyes presargónidas de esta ciudad. Mesanepadda murió hacia el 2525. De su hijo A-anepadda (= “Padre elegido por An”) no sabemos nada, salvo que mandó construir el templo, ricamente decorado de Ninhursag en El Ubaid. Será bajo su reinado, poco después de 2500, cuando suba al trono de Lagash Urnanshe, el primero de una larga dinastía de ensi, muchos de los cuales han dejado abundantes inscripciones. A pesar de su nombre (= “Guerrero de Nanshe”) este príncipe, quizá vasallo de Ur, parece haber vivido en paz. Se dedicó a construir una muralla y muchos templos, hizo excavar canales y fomentó el comercio con Dilmún, porque también él poseía una ventana al Golfo, el puerto de Eninkimar. Una placa votiva muy conocida lo representa llevando dignamente la cesta sobre la cabeza, y acompañado por su esposa, sus siete hijos y tres dignatarios. Uno de sus hijos Akurgal, le sucedió hacia 2465, pero de sus diez años de reinado no tenemos más que una inscripción que nos dice que construyó el Antasura, templo en la frontera con Girsu. Un texto de comienzo del segundo milenio nos informa de que su contemporáneo Meskiagnunna, lugal de Ur, embelleció un santuario llamado Tummal en Nippur e hizo entrar en él a la diosa Ninlil.
Ninguna inscripción contemporánea hace alusión a una guerra, pero hacia el 2450 esta pax sumerica bajo la égida de los reyes de Ur se vio bruscamente alterada. Las tropas de Hamazi, conducidas por su jefe Khatānish, atravesaron el Tigris y se apoderaron de Kish, donde permanecerían seis años, antes de que el rey de Akshak la reconquistase, mientras que en Lagash, Eannatum (= “Digno del Eanna”, templo de Inanna en Uruk), que accedió al trono hacia el 2455 debió hacer frente a una o muchas coaliciones, de las que formaba parte Elam y sus aliados de la Transtigrina, así como Ur, Uruk, Akshak, Kish y, cosa inesperada, Mari.
Contra sus enemigos Eannatum se batió como un león, expulsó de Sumer a las bandas de elamitas, saqueó o aniquiló las ciudades de sus aliados, venció a Mari, se apoderó de Ur y Uruk, arrancó Kish a Zuzu, soberano de Akshak, y “añadió al ensiato de Lagash el lugalato de Kish”. Si lo que dice se pudiera tomar al pie de la letra habría reinado durante un momento sobre todo Sumer, y quizá más allá. Pero la hazaña de Eannatum sobre la que estamos mejor informados es un conflicto puramente local, la vieja disputa que ya antaño Mesalim había arbitrado, erigiendo su estela en el límite de los dos estados. Durante un periodo de 150 años, aproximadamente del 2500 al 2350, los reyes escribieron relatos sobre un conflicto fronterizo con su vecina del norte, Umma. Describieron la guerra en términos de una disputa entre Ningirsu, deidad patrona de Lagash y Shara, diosa de Umma, por un campo llamado Gu’edenna, que significa “borde de la llanura”. Los reyes se presentaban a sí mismos, como delegados que actuaban en nombre de los dioses.
En la Estela de los Buitres, levantada c.2450 por Eannatum de Lagash para conmemorar su victoria sobre Umma, éste último se presenta a sí mismo como el gigante hijo de Ningirsu, que lo engendró para luchar por su causa. Según los relatos de Lagash, el dios principal, Enlil, había demarcado en el pasado remoto la frontera entre los dos estados que pasaban por Gue’denna. Por lo tanto, ya en esa época las dos ciudades-estado tenían reivindicaciones enfrentadas y buscaban recurrir a un arbitraje externo. La secuencia de los acontecimientos es difícil de establecer, ya que solo se documenta el punto de vista de Lagash. Al parecer, Ninta (“Ush”), el ensi de Umma desplazó la estela de Mesalim y marchó sobre la llanura de Lagash. Conducidos entonces por su soberano, los soldados de Lagash, con sus cascos de cuero, armados de lanzas y protegidos por sus grandes escudos, avanzaron en formación cerrada, emprendieron el combate y ganaron la batalla. La “red de Ningirsu” se abatió sobre sus adversarios y los cadáveres se amontonaron bajo veinte túmulos. La población de Umma se rebeló y mató a su jefe. El nuevo ensi de esta ciudad, Enakalle, firmó la paz. Se fijó la frontera, claramente indicada por un elevado talud coronado por mojones y capillas. La estela de Mesalim volvió a ser puesta en su lugar.
Mesopotamia en el Dinástico Arcaico III B (c.2500-c.2317) |
El periodo que siguió a la muerte de Eannatum (hacia 2425) es muy confuso. Parece ser que En-shakush-anna, ēn de Uruk y Lugal-anne-mundu, lugal de Adab, ocuparon sucesivamente Kish y Nippur, y se hicieron reconocer como soberanos de Sumer. En Lagash el conflicto con Umma estalló de nuevo por dos veces: bajo el reinado de Enannatum I, hermano de Eannatum, y de su hijo Entemena (o Enmetena), los ensi de Umma franquearon la frontera y llegaron a saquear los campos de Girsu. Fueron rechazados y derrotados, pero preocupado, sin duda alguna, Entemena firmó con su poderoso vecino Lugal-Kinishe-dudu (= “rey que se lanza a su propósito”) un “tratado de fraternidad” del que se conocen al menos 46 ejemplares sobre conos de arcilla. Treinta años más tarde un golpe de estado traería consigo la caída de la dinastía que había fundado Urnanshe y llevó al trono de Lagash a una familia sacerdotal que será destronada por Uru’inimgina, el reformador. Fue entonces cuando apareció un ensi de Umma, llamado Lugalzagesi (= “Rey que llena el santuario”), que vengará dos siglos de derrotas. Marchará contra Girsu, se apoderará de la ciudad, la saqueará y la incendiará:
Pero esta maldición, que puede leerse sobre una tablilla anónima, no tuvo efecto inmediato. Tras Lagash, Lugalzagesi se apoderó de Uruk y Ur, luego conquistó todo el país de Sumer, y todavía más, tal y como lo indica la larga inscripción que cubre los numerosos vasos de calcita que dedicó a Enlil en Nippur:
Hasta hace unos años se habría tomado todo esto por meras bravatas, pero los ejemplos de Ebla, Mari y Lagash bajo Eannatum dan mucho que pensar. En esos tiempos, en los que todavía no existía en el Próximo Oriente un poder sólidamente estructurado, un jefe muy decidido podía, a la cabeza de unos millares de hombres, gracias al uso de la fuerza y a la explotación de las rivalidades existentes entre las diferentes ciudades, crearse un auténtico, aunque efímero “imperio”. El de Lugalzagesi no duró más que 24 años (2340-2316), antes de sucumbir, a su vez, bajo los golpes de un recién llegado, un semita de Mesopotamia, Sargón de Akkad.
Esta ciudad estuvo situada a una docena de kilómetros a este de Babilonia, en el centro de la región en que el Tigris y el Éufrates fluyen muy próximos, a medio camino entre el norte y el sur. Los sumerios llamaban a esta región uri ki, y los semitas Akkad. Se ha descubierto que tuvo una ocupación muy larga, que va desde la época de Ubaid, hasta el siglo V de nuestra era.
a) La I Dinastía de Kish
El hecho de que la Lista Real comenzase en un principio por esta Dinastía I de Kish indica la importancia que poseía a ojos de los mesopotámicos. Las Lista Real le atribuye 23 reyes que reinaron 24510 años, tres meses y tres días y medio, lo que se podrá reducir racionalmente a 150 o 200 años. Con excepción de los dos últimos reyes, los demás, son hoy por hoy, totalmente míticos. Lo que hay de notable en esta larga lista de monarcas, es que, al menos doce de ellos llevan nombres semíticos como el nombre del séptimo rey, Kalibum significa perro; el del octavo, Qalumum, cordero; el del noveno, Zuqapiq, escorpión; el del duodécimo, Arwi’um, águila, que, si duda, se refieren a las constelaciones. Los demás reyes, por el contrario tienen nombres sumerios. Tenemos, pues, aquí, el primer testimonio de la existencia no solo de una fuerte proporción de semitas en esta región que 300 años más tarde será el corazón del imperio semítico de Akkad, sino también la presencia de sumerios, igualmente numeroso en esta misma región.
Hay buenas razones para creer que la I Dinastía de Kish es histórica y sin duda debe ser situada entre 2900 y 2700. Sin embargo, uno de sus reyes, el décimotercero, Etana, el pastor, aparece en la lista como un personaje mítico, que fue transportado al cielo por un águila. Reino 1560 años (o 1500) y se acompaña de la mención “el que consolida el país”, dato que alude a una clara política unificadora entre sumerios y semitas. El penúltimo, llamado Enmebaragesi (o Mebaragesi) y que aparece en la épica sumeria, esta documentado históricamente por dos inscripciones que provienen de la región situada al este del Tigris y al sur del Diyala. Una de ellas está localizada con exactitud en el “oval” del templo de Khafaji (ver más arriba). La Lista Real cita en una glosa al nombre de Enmebaragesi, una campaña de este rey contra Elam. Este sería el testimonio más antiguo del conflicto babilonico-elamita. El material de que disponemos es escaso, pero las inscripciones auténticas permiten pensar en la existencia de un “estado” nortebabilónico de Kish que incluyera la región de Diyala y cuyos monarcas estuvieran en pie de guerra con el este elamita.
La Lista Real sumeria de la impresión de que el último rey de la I Dinastía de Kish, Agga (o Akka) fue derrotado por la I Dinastía de Uruk, pero ahora sabemos que ambas dinastías se superponen y que Agga, de hecho, era contemporáneo del quinto rey de Uruk, Gilgamesh. Debemos esta información a un breve poema sumerio en el que se ve a Agga enviar un ultimátum exigiéndole que Uruk se sometiese a Kish. El ultimátum fue rechazado y Uruk fue asediada, pero con la simple visión del poderoso Gilgamesh sobre los muros, el ejército de Kish se dio a la fuga. Por último, los reyes se reconciliaron y fue restablecida la paz.
La importancia de Kish se refleja en la costumbre, observada desde la época de Mesalim, según la cual monarcas que no residían en Kish se titulaban “rey de Kish”. Entre los más importantes habría que nombrar a Mesanepadda de Ur y a Eannatum de Lagash, como se dijo anteriormente. El título se transmitió hasta entrada la época de Akkad y continuó en uso, aunque no aparece en Ur III. Se trata de un título de prestigio que se remonta al tiempo en que Kish ejercía la hegemonía sobre gran parte de Babilonia y quizá también sobre la región del Diyala. Posiblemente se quiera rememorar la época de Mebaragesi.
Hasta ahora no se ha establecido cuál fue la ciudad de origen de Mesalim, el primer monarca conocido que llevara el título de “rey de Kish”. El nombre de Mesalim es probablemente semita. La lista de reyes no incluye a Mesalim entre los reyes de la primera dinastía de Kish. El dios protector de Mesalim era Ishtaran, venerado en Der, en la frontera iraní (actual Badra), pero de esto no puede deducirse con absoluta seguridad que Mesalim procediera de la zona fronteriza iraní. Se han hallado inscripciones de este rey en Adab, en Babilonia central, y en Lagash, en el sur. Al mismo tiempo reinaban allí monarcas con el título de ensi; Mesalim debió ejercer la hegemonía sobre estas ciudades, ya que, como se ha explicado más arriba, al relatar la secuencia histórica general, intervino en una disputa fronteriza entre las ciudades rivales de Lagash y Umma; Eannatum y Entemena aún recordaban este acontecimiento.
b) La II Dinastía de Kish
Después de citar el paso de la realeza por otras ciudades, la Lista Real vuelve de nuevo a detenerse en Kish, con su II Dinastía. Contó con un total de 8 reyes y tuvo una duración de 3195 años (o 3792, según las variantes), cifra totalmente fabulosa. Aparte de los nombres de sus reyes, poco más conocemos de ellos, dada la carencia de fuentes directas. El nombre de su primer rey ha llegado incompleto; el del cuarto, Kalbum, es similar al de otro rey de Kish, pero de su primera dinastía. Del séptimo, Enbi-Ishtar, se conoce su lucha contra Enshakushana de Uruk y su subsiguiente derrota a manos de este último. Un tal Lugalmu cierra esta II dinastía, prácticamente desconocida en cuanto a su desarrollo histórico.
c) La III Dinastía de Kish
A continuación se cita a la III Dinastía, aunque las fuentes difieren acerca del orden exacto en que esta dinastía ejerció la realeza en Sumer. Unas sitúan a la fundadora y única representante de la misma tras la dinastía de Akshak; otras, juntan a la III y IV dinastías de Kish en un todo unitario, también después de Akshak; por último, el Prisma WB, la coloca antes de aquella potencia y separada de la IV dinastía de Kish. Su única componente fue una mujer, caso único en toda la historia de Sumer, para más exactitud una vinatera (mukurun-na), llamada Ku-Baba y que hubo de reinar hacia el año 2400. En el Prisma WB se menciona que fue la única que consolidó los fundamentos de Kish, frase que debe entenderse en el sentido de que dicha reina, cuya forma de acceso al poder es un misterio, organizó las estructuras para la estabilidad política y económica de la ciudad, obsoletas tras alguna etapa de crisis. Esta reina es conocida por otros textos: aparece en una lista de soberanos postdiluvianos, en donde se explica la etimología de su nombre, y también en un texto adivinatorio, en el cual un presagio alude “a la mujer Ku-Baba que domina el país”.
d) La IV Dinastía de Kish
Muy poco se conoce de los siete reyes que forman la IV dinastía de Kish, y que gobernaron 491 años. El primero de ellos fue Puzur-Sin (nombre semita), hijo de la reina Ku-Baba, y que gobernó 25 años. Su hijo Ur-Zababa, que tuvo como copero (gashu-du) a Sargón, el fundador del imperio de Akkad, reinó 400 años, cifra increíble recogida por la Lista Real y que debe ser rebajada a solo seis años según un texto.
De los siguientes reyes, salvo sus años de reinado y sus nombres (Simudar, Usiwatar, Ishtar-muti, Ishme-Shamash, Nannia) no se sabe nada, excepto el dato curioso de que el último, Nannia había sido cantero (za-dim)
Reyes de Kish recogidos en la Lista Real Sumeria |
2. Uruk (Dinastías I a III)
a) Dinastía I
La primera dinastía de Uruk, contó con doce reyes, de los cuales unos son míticos, pero otros totalmente históricos, que gobernaron en conjunto un total de 2310 años. El primero de ellos fue Meshʼ-ki-agga-sher, hijo del dios Utu (el sol), que gobernó 324 años. Le sucedió su hijo Enmerkar, a quien se atribuye la fundación de Uruk, es decir, la unión en un ente urbano de los dos núcleos de tal ciudad, Eanna y Kullaba. Con este rey estamos ante una figura histórica, a pesar de que se otorgan 420 años de reinado. Por los poemas épicos Enmerkar y el señor de Aratta, y Enmerkar y Ensukheshdanna sabemos de sus luchas contra la ciudad de Aratta, en el norte de Irán, por razones de acopio de materias primas. Por otro, Lugalbanda y Enmerkar nos enteramos de los problemas que le causaban los emitas martu, que constantemente asolaban el país y que incluso habían llegado a sitiar Uruk.
Tras él gobernó Lugalbanda, el pastor, figura que en clave religiosa era el patrón de las causas perdidas. En el antedicho poema de Lugalbanda y Enmerkar, tal rey nos es presentado como vasallo y campeón de Enmerkar; en otro, titulado Lugalbanda y el monte Khurrum, totalmente mítico, se nos narra la serie de peripecias que hubo de sufrir durante uno de sus viajes a Aratta.
A Lugalbanda le sucedió Dumuzi, el pescador (shu-ku), originario de Ku’ara, figura también mítica, a pesar de que algunos lo crean histórico. Recordemos que en la antediluviana Bad-Tibira otro Dumuzi (pero pastor) había llegado a ser rey.
Tras su gobierno de un siglo, ocupó el torno Gilgamesh, figura ya histórica, que vivió hacia 2650, y sin discusion el rey más importante de Uruk. La tradición le consideró hijo de una diosa (Ninsun, Aruru, Rimat-Belit) y de un lil-la, un necio (eufemismo por humano) que había sido ēn (gran sacerdote) del barrio religioso de Kullaba. Gilgamesh hubo de alcanzar el trono en virtud de sus hazañas y de su carisma personal, instaurando a continuación una monarquía militar que mantuvo durante 126 años, según la lista real. Fortificó Uruk con una potente muralla y se dedicó al comercio, el cual le proporcionó grandes riquezas que invirtió en la restauración y construcción de templos (como el Numunburra de Enlil en el Tummal, un distrito de Nippur). Sabemos por un himno real tardío que combatió contra Mebaragesi, y por la epopeya de Gilgamesh y Agga que lo hizo contra Agga, reyes ambos de Kish, y a los cuales llegó a derrotar, apoderándose así de aquella ciudad.
Nos ha llegado cinco leyendas en un estado bastante bueno, y son estas leyendas las que inspiraron al autor de un largo poema épico de doce tablillas, redactado en acadio, y posteriormente reelaborado muchas veces, y al que llamamos Epopeya de Gilgamesh.
b) Dinastía II
Siguiendo la misma estructura diacrónica, la Lista Real indica que la realeza, tras ser Khamazi destruida por la armas, pasó a Uruk, citada en este pasaje con el nombre de Unug y no con el de Eanna, con se la denominó al ocuparse de su primera dinastía.
Los nombres de los tres reyes que formaron la II Dinastía los conocemos por una variante, dado que el Prisma WB con la Lista Real, presenta un desperfecto. El primero fue En-shakush-ana, que gobernó probablemente 30 años. Tras él ocuparon el trono Lugal-kinishe-dudu (con quien Entemena de Lagash se había visto obligado a firmar un tratado de fraternidad) y su hijo Lugal-kisalsi, personajes que fueron capaces de gobernar también en Ur, demostrando así el poderío de esta dinastía.
Del primer rey, En-shakush-ana (c.2432-c.2403) nos han llegado diferentes textos. Uno de ellos, en el que se titula lugal kalam-ma, lo hace hijo de Elilin (a identificar con Elili o Elulu) de la I Dinastía de Ur. En otros textos se nos dice que destruyó Kish y que capturó a su rey Enbi-Ishtar, y también que obligó a un rey de Akshak (se silencia el nombre) a devolver los bienes robados a los dioses. En un texto más, este rey se vanagloria de dedicar a Enlil de Nippur todos los tesoros que había usurpado en Kish. Estas acciones las puedo llevar a cabo gracias a que había desaparecido el gran Eannatum de Lagash, cuya muerte en 2425 había sido aprovechada tanto por Uruk y Ur como por Adab y otras ciudades para expansionarse.
Los textos de Lugal-kinishe-dudu (c.2403-c.2374) nos permiten conocer alguno de sus hechos. En la inscripción de una vasija se dice qu ejerció el señorío en Uruk, y la realeza en Ur a un mismo tiempo. En otro vaso de piedra, en donde se titula también rey de Kish, se precisa que había sido Inanna quien le había facilitado el gobierno sobre ambas ciudades.
De su hijo Lugal-kisal-si (¿c.2374-c.2345?), poseemos unas pocas inscripciones. En una vuelve a recordar que tuvo también a un tiempo la realeza de Uruk y de Ur; en otra, grabada sobre una figurilla de piedra, se señala que construyó un templo a la diosa Nammu.
Gracias a un texto grabado sobe una vasija procedente de Nippur nos ha llegado el nombre de otro rey de Uuruk, no recogido por la Lista Real, llamado Urzage, quien tuvo bajo control a Kish y a Ur. Se ignora si pudo gobernar antes o después de En-shakush-ana.
Reyes de Uruk recogidos en la Lista Real Sumeria |
3. Ur (Dinastía I)
a) El Cementerio Real de Ur
La Lista Real Sumeria menciona como primer rey de la I Dinastía de Ur a Mesannepadda, sin embargo, en 1921 el arqueólogo Sir Leonard Woolley descubrió el célebre “Cementerio Real de Ur”, que puede datarse a finales del Dinástico Arcaico II (hacia el 2600), y por tanto anterior a Mesannepadda. Se compone de 17 sepulturas excavadas profundamente en un talud al pie del muro del recinto de la ciudad: se trata de una fosa con ataúd, pero que contiene un rico mobiliario funerario y de 16 tumbas abovedadas, construidas en piedra o ladrillo, a las que se accedía por un plano inclinado, seguido de un vestíbulo. Entre las piezas más notorias que se hallaron podemos citar, a modo de ejemplo, los vasos y copas de oro y plata, los puñales de oro con mango de plata o lapislázuli, las liras decoradas con una bellísima cabeza de toro hecha en metales preciosos, la notable escultura del “carnero atrapado en la zarza”, de madera forrada en oro y lapislázuli y el “estandarte de Ur”, de nacar, con fondo de esta misma piedra, así como la diadema de hojas de oro, los pendientes de oro macizo, y el collar de oro, lapis y cornalina que llevaban la reina “Shubad” (nombre que en la actualidad se lee Pûabi) y las mujeres de su corte, y por último la espléndida peluca de Meskalamdug, esculpida en una única lámina de oro de quince quilates y finamente cincelada.
Piezas del Cementerio Real de Ur |
Además del cuerpo del personaje principal, la mayor parte de estas tumbas contenían los cuerpos de otros individuos, a veces muy numerosos (63 en la tumba del rey, 74 en la “Gran fosa de la muerte”) y en su mayoría de sexo femenino, y muerto, evidentemente por envenenamiento en el momento de los funerales de sus amos, y enterrados con ellos. Las inscripciones de los vasos metálicos y los cilindro-sellos nos han dado los nombres de ocho hombres y cuatro mujeres. Entre los hombres, un tal Meskalamdug (sin duda, otro diferente al príncipe de este nombre que poseía la peluca de oro), lleva el título de lugal, y Akalamdug (quizá su hijo), el de lugal de Ur. Los restantes no poseen ningún título. Dos de las cuatro mujeres (Pûabi y Nin-banda, son llamadas nin, la tercera es expresamente designada como esposa (dama) de Akalamdug, y la cuarta, como sacerdotisa del dios Pabilsag. Ni Meskalamdug ni Akalamdug figuran en la Lista Real Sumeria, pero ello no quiere decir que no hallan podido reinar en Ur. Pûabi y Nin-banda pudieron haber sido reinas pero también grandes sacerdotisas, ya que el título nin se aplicaba a ambas funciones. Hay que destacar que solo siete tumbas contenían inscripciones, y que estas no tenían que estar en relación con el ocupante principal, y que los titulares de las diez tumbas restantes siguen siendo totalmente desconocidos. Se ha conjeturado que las tumbas 1236 y 779 corresponden a los que serían los reyes más antiguos de Ur, a saber A’Imdugud, identificado por un cilindro sello encontrado en su tumba, y su hijo Ur-Pabilsag, conocido a partir de un fragmento de vaso de piedra dedicado a una deidad, respectivamente, quedando este último como padre de Meskalamdug, quien a su vez sería el padre o abuelo de Mesannepadda.
El Estandarte de Ur ("Panel de la Paz") |
b) La I Dinastía de Ur
La Lista Real comienza la lista de los reyes de Ur con Mesanepadda, de quien especifica un gobierno todavía de 80 años. Con este rey, que gobernó en realidad unos 40 años (c.2563-c.2524) y que supo aprovechar la situación estratégica de Ur, puede decirse que su ciudad-estado emergió a un primer plano. Los beneficios de comercio, facilitado por el gran puerto fluvial de Ur, los empleó en la construcción de templos, destacando el Burshushua, levantado en el complejo cultual de Nippur. Logró también apoderarse de Kish, aprovechando una incursión elamita sobre tal ciudad, lo que le hizo amo prácticamente de todo Sumer.
La influencia de Ur se prolongó durante su reinado más allá de sus fronteras, si tenemos en cuenta el tesoro de Ur encontrado en Mari, formado por diferentes objetos, que había regalado tal rey al mariota Gansud (el Ansud de la lista real) en prueba de amistad.
Mesannepadda fue sucedido por su hijo A’anepadda (c.2523-c.2484) -la Lista Real, al estar rota en este pasaje, no lo recoge- según sabemos por diferentes documentos históricos. Durante su reinado, ascendió al trono de la no lejana Lagash, como ensi Urnanshe, quien, al principio hubo de estar en vasallaje de A’anepadda, rey de quien conocemos la construcción de edificios religiosos.
Fue sucedido por Meshkiangnunna, hijo también de Mesannepadda, (c.2483-c.2448), que reinó 36 años. Un bol fragmentado de calcita y dedicado por su esposa Khesamanu probablemente al dios Nannar (la luna) por la vida del rey, tiene una especial importancia histórica, pues constituye, que sepamos, la más antigua inscripción escrita en acadio hasta ahora conocida.
Meshkiangnuna fue sucedido por Elulu
(¿a identificar con otro Elili de Ur, conocido por un texto dedicado a Enki? Y
luego Balulu (dos reyes con nombre semita
acadio) que mantuvieron el poder, según la Lista, 25 y 36 años respectivamente,
aunque en realidad hubieron de gobernar mucho menos.
Genealogía de la I Dinastía de Ur |
c) La II Dinastía de Ur
En la Lista Real aparece después de la II Dinastía de Uruk. La realidad es que ambas ciudades habían formado una alianza, sobre todo para oponerse a la política expansionista de Lagash, que practicaron alguno de sus monarcas.
De los cuatro reyes que se asignan a esta dinastía, con un total de 116 años de gobierno (aunque la cifra debe ser rebajada), los dos primeros, Lugal-kinishe-dudu y Lugal-kisal-si, son los mismos reyes que gobernaban en Uruk. Tras el último rey ocupó el trono de Ur otro, del cual solo conocemos la parte final de su nombre, debido a que la variante del Prisma WB se halla también en muy mal estado en este pasaje. A este rey desconocido le sucedió su hijo Kaku (o Kakug), de quien no sabemos nada. Ignoramos si este lugal es el mismo que se reveló contra Rimush (2278-2270), el hijo de Sargón de Akkad, tras encabezar una coalición de las ciudades-estado sumerias contra los semitas acadios.
Reyes de Ur según la Lista real Sumeria, y por los hallazgos arqueológicos |
4. Lagash (I Dinastía)
Esta ciudad no está incluida en la Lista Real Sumeria, sin embargo, sus gobernantes están muy bien documentados gracias a los archivos administrativos de Girsu y las abundantes inscripciones de sus reyes.
El gobernante más antiguo atestiguado es Lugalshaengur, atestiguado como el ensi sobre el que ejercía su soberanía Mesalim de Kish. Enhengal, mencionado en un tablilla de piedra, que ha sido incluido en tratamientos anteriores de la historia del Dinástico Arcaico III, no es un gobernante, ya que es calificado como “lugal” en un documento de venta, pero allí el término simplemente se refiere al propietario de un campo.
El primer miembro de esta dinastía es Urnanshe, hijo de GUNI.DU (las palabras, cuya lectura es incierta suelen escribirse en mayúsculas), el cual es calificado como hijo de GUR.SAR, que puede interpretarse como el abuelo de Urnanshe o, lo que es más probable, se refiere a un topónimo como el lugar de origen de GUNI.DU. Como ningún texto administrativo o legal puede datarse con certeza al reinado al reinado de Urnanshe, la extensión de su reinado no puede determinarse con precisión. Dejó 40 inscripciones que documenta un programa de construcción a gran escala, y se sabe que tuvo 8 hijos (Lugalezen, Anikurra, Mukurmushta, Akurgal, Gula, Anita, Addatur, Menu y Anupa), lo que apunta a un reinado duradero.
Fue un homo novus y hubo de ver como su reinado transcurrió al principio en claro vasallaje hacia Ur. Sus recursos políticos le permitieron disfrutar de un gobierno estable, pudiéndose dedicar al comercio, la vigilancia de la red hidráulica de su ciudad-estado y , sobre todo a la construcción y reparación de templos y capillas. Un texto sobre un bloque de piedra recoge los enfrentamientos habidos contra Ur y Umma, en cuyo transcurso Urnanshe logró la captura de importantes oficiales e incluso reyes (entre ellos Pabilgagaltuk de Umma) a quienes dio muerte.
Placa votiva de Urnanshe |
Urnanshe fue sucedido por uno de sus numerosos hijos, Akurgal. Al igual que el anterior no se conocen textos administrativos o legales que lleven fecha de año de Akurgal. El pequeño número de inscripciones apunta a un reinado corto, lo que también estaría indicado por el hecho de que solo se conocen dos hijos de Akurgal, y que su contemporáneo de Umma, Ninta (o Ush) , también debe haber sido contemporáneo tanto de su predecesor Urnanshe como de su sucesor Eannatum. A destacar que Akurgal siempre lleva el título de gobernador (ensi) en sus propias inscripciones, mientras que es designado como lugal “rey” en la Estela de los Buitres de Eannatum.
Una única inscripción, grabada sobre la cabeza de un león en piedra, nos ha transmitido la noticia de que construyó el Antasura, un templo consagrado a Ningirsu, en las proximidades de Girsu. Durante su reinado se vio obligado a luchar contra Ninta (“Ush”), probablemente el sucesor de Pabilgagaltuk, dado que el ummaita no pagaba el tributo debido a Lagash. Se desconoce el resultado de este enfrentamiento, aún cuando es probable que hubiese ganado Umma, ciudad que ocupó parte de la Gu’edenna.
A Eannatum, hijo de Akurgal tampoco pueden atribuírsele textos administrativos o legales con certeza. El gran número de hechos, especialmente sus campañas militares de largo alcance, documentadas en 14 inscripciones, indican un largo reinado. El fragmento de una inscripción de Eannatum encontrada en Kish ha sido tomada como prueba de que Eannatum extendió su reino lejos hacia el norte.
La invasión de las tropas elamitas del rey de Khamazi, Khatanish, que logró apoderarse de Kish, provocó otros sucesos en cadena, pues hubo de movilizarse buen número de ciudades sumerias (Ur, Uruk, Akshak, Mari) para hacer frente a los invasores. Eannatum se vio involucrado en estos sucesos e incluso sacó partido de ellos. Fue capaz entre otras acciones, de expulsar a los elamitas y aún, como dicen sus textos, de destruir su capital, Susa, hasta donde los había perseguido. Luego derrotó a Mari, se apoderó de Umma, de Uruk, de Ur y de Ki-utu, aparte de añadir a kish a su ciudad-estado, tras expulsar de esta a Zuzu, un rey de Akshak, que se había apoderado de ella, aprovechando la revuelta situación.
Todas acciones, que se recogen en sus inscripciones, permiten suponer que Eannatum pudo muy bien haber gobernado sobre todo Sumer. Sin embargo, de lo que mejor estamos informados es del viejo contencioso que Lagash seguía manteniendo con Umma y que no había logrado zanjar el arbitraje de Mesalim. Ninta (“Ush”), el ensi de Umma, se resistía a aceptar la frontera marcada desde tiempos anteriores, por lo que no dudó en lanzarse sobre Lagash, según cuentan los textos de Eannatum, con vistas a resolver la situación. Sin embargo, lo más probable es que la reacción de Ninta contra Lagash fuese debida a una provocación de Eannatum, quien aprovechando su superioridad, expolió parte del territorio fronterizo que correspondía a Umma. Como respuesta a esta acción el rey de Umma rompió la estela de Mesalim e invadió el territorio de Lagash.
La victoria de Eannatum, sin embargo, no se hizo esperar: diezmó a los ummaitas y depositó los cadáveres de 3600 de sus enemigos bajo 20 enormes túmulos funerarios. Los habitantes de Umma, a la vista de este desastre, se rebelaron contra su rey y le mataron. Su sucesor Enakale, se vio obligado a firmar la paz con Lagash, fijándose una nueva frontera delimitada por un gran foso y por distintas construcciones religiosas. La estela de Mesalim volvió a reponerse en su lugar. En recuerdo a estos hechos Eannatum hizo erigir otra estela, conocida en la Historia como la Estela de los Buitres, donde en un largo texto, que completa la decoración de las escenas guerreras y religiosas, se centra en la victoria de Lagash.
Estela de los Buitres (completa a la izquierda y fragmento a la derecha) |
Fue sucedido por su hermano menor Enannatum I. Un documento de venta de tierra, datado en el cuarto año de un gobernante sin nombre/desconocido, puede datarse en el reinado de Enannatum, debido a la aparición de su hijo Lummatur. También Enannatum I tuvo que enfrentarse a Umma, gobernada ahora por Urlumma, que se negaba a pagar el tributo de guerra a Lagash, saqueaba algunas zonas de Girsu y promovía disturbios, anegando el foso fronterizo, quemando las estelas y destruyendo las capillas de los dioses. Ignoramos con qué éxito hubo de combatir Enannatum I, pues la fuente que recoge el episodio está en muy estado de conservación eneste pasaje.
La actividad del nuevo ensi lagashita se centró sobre todo en la fabricación de estatuas a los dioses y en la construcción de diferentes templos, poniendo especial interés en los dedicados a la diosa Inanna, sin preocuparse de los acontecimientos que ocurrían en otras ciudades sumerias, sobre todo en Kish y Nippur, ocupadas sucesivamente por En-shakush-ana, en de Uruk, y Lugal-anne-dudu, lugal de Adab, que se hicieron reconocer soberanos de Sumer (lugal kalam-na).
A Enannatum I le sucedió su hijo Entemena (o Enmetena), quien ha dejado un considerable número de inscripciones que indican un largo reinado. Como fórmula de fecha también se refiere al cargo de Enentarzi como administrador del templo (saĝĝa), el texto puede ser asignado al reinado de Entemena. El año 19 de Entemena aparece en un documento de venta de un esclavo en donde igualmente se hace referencia al cargo de Enentarzi como administrador del templo de Ningirsu, y en una cuenta administrativa con una fórmula de fecha que se refiere al administrador (agrig) Enannatunsipazi. Otros dos textos administrativos datados en el año 20º y al 17º (o quizá más probablemente al 27º) de un gobernante desconocido, han sido atribuidos a Entemena. Por tanto su reinado puede datarse en un mínimo de 19 años, aunque a la vista de los largos reinados atestiguados para los gobernantes de Umma, las fechas para un vigésimo año y quizá para un vigesimoséptimo bien pueden pertenecer también a Entemena.
Rechazó un nuevo ataque de Urlumma, rey de Umma, quien fue derrotado y se vio obligado a regresar a su ciudad al tener noticias de una revuelta interna. Allí fue muerto al no poder controlar la situación. Para la historiografía de Lagash estos últimos hechos se desarrollaron de manera muy diferente: Urlumma huyó vergonzosamente, tras haber abandonado a sus soldados. Entemena, en persona le persiguió y le dio muerte. Este vacío de poder le permitió controlar los asuntos de Umma hasta el extremo de imponer como ensi a un sacerdote de Zabalam llamado Il, sobrino del asesinado Urlumma.
Entemena, a fin de mejorar la situación socioeconómica de su país, se dedicó a promulgar una serie de reformas (remisión de deudas públicas y privadas, liberación de esclavos por razón de deudas) que le permitieron consolidar su prestigio. Para evitar problemas con otras ciudades vecinas firmó una serie de tratados de fraternidad, de los que conocemos el pactado con Lugal-kinesh-dudu, ensi de Ur y Uruk, del que como se mencionó más arriba han llegado 46 copias y del que está considerado el más antiguo documento diplomático de la Humanidad.
Solo se conoce una inscripcion del hijo y sucesor de Entemena, Enanatum II, por el que se establece su filiación. Varios estudiosos atribuyen un reinado de cinco años, en base a la interpretación de la llamada carta de Enentarzi, fechada en el año 5 de un gobernante desconocido. El texto trata de la incursión de un ejército elamita contra Lagash y está dedicado a Enentarzi, administrador del templo de Ningirsu y así, un posible candidato a convertirse en el siguiente rey de la ciudad. Solo se le conocen la restauración de algunos edificios públicos de Girsu. Muy probablemente su oscuro reinado transcurriría entre constantes luchas contra Il de Umma, el protegido de Lagash. Algunos han supuesto que Il habría dado muerte al ensi lagashita, poniendo fin así a la dinastía de Urnanshe.
Del siguiente rey de Lagash, Enentarzi, no se han encontrado inscripciones, por lo tanto, la relación entre Enentarzi y sus predecesores es desconocida. Posiblemente aprovechó la coyuntura, tras la retirada de los de Umma para hacerse con el poder. En cambio si está disponible un considerable corpus de textos administrativos datados en su reinado. Los documentos de venta nos informan de que era el administrador del templo (saĝĝa) de Ningirsu durante el reinado de Entemena, pero esto no indica necesariamente que Enentarzi fuera hijo de Entemena. No obstante, demuestran que no puede ser asignado a una generación posterior a Enannatum II. Muchos textos administrativos son fechados en el año 5º de Enentarzi, mientras que solo uno al año 6º. Por tanto, su reinado puede ser calculado en un mínimo de cinco o quizás seis años. En vista del número comparativamente grande de textos administrativos de este último año, parece improbable un reinado mayor. Solo conocemos unos escarceos militares llevados a cabo contra una banda de ladrones elamitas que habían penetrado en el territorio de Lagash.
Fue sucedido por Lugalanda. En un texto de la época en que Enentarzi era aún administrador del templo, se menciona al hijo del administrador, Lugalanda, como testigo. Solo se conserva una única inscripción real. Su reinado puede ser calculado de forma precisa en 6 años y 1 mes. En Lagash, a las fuerzas de trabajo de bajo rango, empleados del templo, se les emitía remuneraciones de cebada una vez al mes, cuyo gasto fue era contabilizado de 1 a 12 de acuerdo al mes durante el cual se emitían las raciones. El último documento de esta serie del reinado de Lugalanda está datado al primer mes del año 7º. Por tanto, su reinado fue transferido a Uru’inimgina entre el primer y segundo mes del año séptimo del reinado de Lugalanda. Poco se sabe de su reinado, con la excepción de las referencias a sus tierras (su esposa Baranamtara fue también una gran terrateniente) y a algunas construcciones que ordenó hacer.
Tras la muerte de Lugalanda no fue un de sus hijo, sino Uru’inimgina, quien le sucedió como gobernante de Lagash, Fue considerado durante mucho tiempo como un usurpador, pero hoy día se asume que la sucesión fue legitimada a través de una relación familiar con la dinastía de Urnanshe o de Enentarzi, o por su matrimonio con Sasa. Antes su nombre se leía como Urukagina, pero el signo KA (boca) puede leerse INIM (palabra), con lo que este nombre significaría “la ciudad de una llamada firme”. Además, Uru’inimgina está atestiguado como un comandante de alto rango (gal-uĝ3) desde los primeros años de Lugalanda. Uru’inimgina tuvo cuatro o cinco hijos, así que, al menos tenía 25 o 30 años de edad cuando llegó al poder. Por lo tanto se le asigna a una generación anterior a Lugalanda.
Como las inscripciones de Uru’inimgina no contienen información genealógica, su origen es disputado:
- Varios estudiosos identifican a Uru’inimgina con el hijo de Engisa, que aparece en la lista de testigos del Obelisco de Manishtushu:
La filiación dada en el Obelisco de Mansihtushu indica Engisa lleva el título de ensi, no Uru’inimgina.
- Otra opción es que quizá hubiera sido hijo de un cierto Urutu, que aparece en la lista de ofrendas para los ancestros fallecidos que datan del tiempo del reinado de Uru’inimgina.
Mientras que la cuestión de los orígenes de Uru’inimgina es objeto de debate, la cronología de los primeros años está bien establecida. Después del primer mes del 7º año de reinado de Lugalanda, éste murió, y ya en el mes 2 de ese año aparece Uru’inimgina en la donaciones de cebada a los trabajadores. Durante su primer año de su reinado, que corresponde al año de la ascensión del gobernante, Uru’inimgina ostentó el título de “gobernador de Lagash", cambiando a rey de Lagash en el primer mes del año siguiente. La mayoría de textos administrativos datan del año 1 al 6 de su reinado. El primer año como rey es el primer año de gobierno completo de Uru’inimgina y de acuerdo con la costumbre estándar contamos solo estos como su primer año de gobierno. Durante los años 4º al 6º como rey de Lagash, la ciudad fue puesta bajo asedio por Uruk tres veces. Solo dos textos administrativos están fechados en su 7º año. Durante los años 7º y 8ª, Uru’inimgina fue derrotado por Lugalzagesi. El título “rey de Lagash” deja de estar atestiguado en textos fechados después de su 7º año de reinado; en su lugar, de ahora en adelante, lleva el título de rey de Girsu en las inscripciones reales. Solo unos pocos textos están fechados después de a derrota de Lugalzagesi, a saber, los años 8º y 9º. El último texto administrativo, un documento en forma de aceituna, está fechado en su 10º año como rey.
A principios de su reinado proclamó una reorganización del estado, quitándose ostensiblemente a sí mismo y a su familia el control de la tierra agrícola y otorgándoselo al dios de la ciudad Ningirsu y a su familia. Además, abolió varios derechos e impuestos y canceló ciertas obligaciones de las familias endeudadas. Al mismo tiempo, vemos un cambio fundamental en la administración de la institución mejor documentada del estado de Lagash. Lo que se había llamado el é-mí, el hogar de la esposa (del gobernante de la ciudad), fue rebautizado como é-Bau, el hogar de la diosa Bau, la esposa de Ningirsu. Pero, primero Uru’inimgina mismo y luego su esposa, aparecían como administradores principales, aunque los bienes del terreno supuestamente pertenecían a Bau. El cambio de nombre de la institución coincidió con un aumento sustancial de sus actividades, duplicando el número de sus dependientes y las zonas agrícolas mediante una transferencia de recursos de otros templos. Estos movimientos parecen indicar un intento de fusionar las diversas casas de la ciudad bajo la familia del gobernante. Como rey y líder de la guerra, Uru’inimgina ostensiblemente transfirió la propiedad de la tierra y los bienes al dios de la ciudad y a su familia, mientras que en la práctica él y los miembros de su familia tomaron el control de los bienes de los dioses. El rey gobernaba por el favor divino, pero tenía el control total sobre las posesiones terrenales de los dioses, así que cualquier distinción previa entre la autoridad secular y la divina había desaparecido.
Genealogía de la I Dinastía de Lagash (cronología según Federico Lara Peinado) |
5. Umma
Los textos de la Umma presargónida incluyen inscripciones reales, y gracias a recientes publicaciones, casi 200 tablillas, la mayor parte administrativas, que incluían algunos documentos legales. Estos textos datan desde los reinados de Enakale (n.º 3) a Lugalzagesi (nº12), siendo adscritos los grupos más grandes a los reinados de Lugalzagesi (12), Il (5), Meanedu (8) y Ushurdu (9). Estos textos incluyen información genealógica y fechas de años y meses, que complementaban los sincronismos encontrados en inscripciones presargónidas procedentes de Lagash e información genealógica contenidas en inscripciones reales de los gobernantes de Umma. Ya que más de 400 tablillas legales y administrativas han salido a la luz, de excavaciones ilegales, pero aún están parcialmente sin publicar, la cronología ofrecida a continuación puede ser desarrollada en estudios futuros.
El rey más antiguo es Pabilgagaltuku, gobernador de Umma, conocido a partir de una inscripción de Urnanshe. Urnanshe derrotó a Umma y capturó a Pabilgagaltuku.
El relato de Entemena del conflicto fronterizo Lagash-Umma informa que Ninta (“Ush”) invadió el territorio de Lagash. Su invasión fue repelida por un gobernante desconocido de Lagash:
“Ninta (“Ush”), el gobernador de Umma, convirtió la cuestión en algo que excedió (cualquier) palabra. Rompió esa estela y avanzó sobre la llanura de Lagash. Ningirsu, el guerrero de Enlil, a su justa orden, batalló con Umma. A la orden de Enlil, extendió la gran red sobre él, y colocó túmulos en las llanuras”.
Cooper y Bauer sugieren identificar a Ninta (“Ush”) con el gobernante de Umma, sin nombre quien, de acuerdo con la Estela de los Buitres, fue derrotado primero por Eannatum, y luego muerto por el pueblo de su propia ciudad. Ya que Ninta (“Ush”) fue contemporáneo de Eannatum, es asignado a una generación siguiente a Pabilgagaltuku.
Siguiendo el relato de Entemena, indica que Ninta (“Ush”) fue sucedido por Enakale, e informa que Eannatum delimitó la frontera con éste. Según Cooper y Seltz, la designación de Eannatum como ensi, “gobernador”, en lugarl de lugal “rey” fecha este acontecimiento al inicio de su reinado. No puede atribuirse ningún texto al reinado de Enakale, y por tanto, la duración de su reinado sigue siendo desconocida. Ya que Ninta (“Ush”) probablemente tuvo un largo reinado, a Enakale se le asigna a una generación posterior a aquel. Según un documento legal, Enakale reinó durante ocho años, al menos.
Enakale fue sucedido por Urlumma, que dejó dos inscripciones votivas. Urlumma no pagó los préstamos de cebada impuestos sobre Umma e invadió el territorio de Lagash. Enannatum I informa que expulsó a “Urlumma, gobernador de Umma” de vuelta a la frontera. El mismo suceso es descrito con mayor detalle en el relato de Entemena del conflicto fronterizo entre Lagash y Umma. De acuerdo con este texto, no fue Enannatum sino Entemena, quien derrotó finalmente a Urlumma, quien entonces fue muerto en Umma. Ya que el nombre de Entemena no es seguido por el título del soberano, se ha sugerido que derrotó a Urlumma, mientras su padre aún estaba en el cargo.
El reinado de Urlumma puede ser estimado, al menos, a partir de textos administrativos que mencionan al gobernante de la ciudad, en, al menos, 12 años, pero 15 puede ser igualmente posible. Un gasto de armas fechado en el año 4 de un gobernante desconocido hace referencia a un tal MesULnu como administrador del templo (saĝĝa). Se sabe que MesULnu ocupó este puesto en Zabalam durante el reinado de Il; este documento pertenece a un grupo que data de los años 1-15, pues incluye también dos gastos de harina del festival de (Nin-)NAGAR.BU, que están datados en los años 15 y 1 respectivamente, que, al parecer corresponden a los reinados de dos gobernantes consecutivos. Ya que la fecha más baja puede ser atribuida al tiempo de MesULnu, que era administrador del templo, durante el reinado de Il, es posible adscribir los textos fechados en el 15º año al reinado de Urlumma. El reinado de Il duró 12 años, como mínimo; no obstante no puede excluirse que los números de año 12, 13 y 14 se refieran al reinado del sucesor de Urlumma.
Il, rey de Umma es conocido a partir de una inscripción suya y de otra de Geššakidu, como hijo de un cierto Eandanu, y nieto de Enakale. Fue administrador del templo de Zabalam en la época de Urlumma, y adquirió el gobierno de Umma después de que éste fuera derrotado. Invadió Lagash, en tiempos de Entemena, probablemente a principios del reinado de este último.
En la fórmula de datación de un documento de venta y un texto administrativo correspondiente a su 5º año de reinado se le titula como ensi, al mismo tiempo que nos informa de que un cierto MesULnu ocupaba el cargo de saĝĝa (administrador) del templo, durante el reinado de Il. Por tanto, los textos siguientes, datados en los primeros años de un gobernador desconocido y el “sanĝĝato” de MesULnu, también deben ser atribuidos a su reinado. Otro texto administrativo, fechado en el 12º año de un gobernante desconocido, menciona a Geššakidu como hijo del gobernador, de modo que puede atribuirse a Il un reinado de 12 años al menos.
Se conoce del sucesor de Il, Geššakidu, una inscripción votiva de su esposa:
“Parairnum, la esposa de Geššakidu, el rey de Umma, hija de Urlumma, el rey de Umma, nieta de Enakale, rey de Umma, nuera de Il, rey de Umma”
Una inscripción que hasta ahora era atribuida a Lugalzagesi puede adscribírsele a Geššakidu. La duración de su reinado puede estimarse en al menos 4 años. Probablemente fuera contemporáneo de Entemena en el final de su reinado.
Un único texto parece mencionar a u gobernante de Umma, llamado Edin. Debido a la pobre conservación del texto, la lectura del nombre personal como Edin sigue siendo incierta, aunque es difícil reconocer cualquier otro nombre conocido en los trazos conservados.
Otra tablilla posiblemente ser refiera a Edin, anotando este nombre directamente antes de la fecha, pero separado por una línea y no llamándole “gobernador”; pero tampoco puede excluirse una interpretación como edin “estera”.
Dentro de la secuencia de los gobernantes de Umma son posible dos posiciones para Edin, a saber, bien después de la secuencia Enakale-Urlumma-Il-Geššakidu, o después de Meanedu-Ushurdu y antes de Uu-Lugalzagesi.
Meanedu es conocido como gobernador (ensi) a partir de dos documentos datados en su 5º y 27º años de reinado. A su gobernante también se hace referencia en varios textos administrativos no publicados que datan de los años 26º o 28º de Meanedu. Estos también informan de que un cierto Diutu ocupaba el “sanĝĝato” de Zabalam. Estos nuevos textos permiten datar algunas tablillas procedentes de Zabalam, adscritas tentativamente con anterioridad a uno de los predecesores de Lugalzagesi, en el intervalo que va desde el 28º al 32º año del reinado de Meanedu, lo cual es corroborado, por una parte, por rasgos paleográficos no publicados, y por otro por la prosopografía. Finalmente, un texto recientemente publicado procedente de Umma/Zabalam, que data del año 24 de un gobernante desconocido puede pertenecer aquí o a Lugalzagesi. Como Meanedu reinó unos 30 años debe ser asignado a una generación siguiente a la de Geššakidu y Edin.
Ushurdu aparece como gobernador de Umma en varios textos administrativos no publicados. Su reinado puede estimarse en al menos 9 años. Su año 7º está atestiguado en dos documentos, un recuento de cereales, fechado en el año 7º de un gobernador desconocido que puede atribuírsele a su reinado, sobre la base de la prosopografía. Un documento de venta recientemente publicado da muestra de que Ushurdu gobernó, 9 años por lo menos. Por otro documento tenemos constancia que el fue el sucesor inmediato de Meneadu.
Gracias a la inscripción del famoso vaso de Lugalzagesi, conocemos el nombre de su padre y predecesor, U2.u2 (U’u):
“Lugalzagesi, rey de Uruk, rey de la tierra, sacerdote isib de An, sacerdote lumah de Nisaba, hijo de U2.u2, gobernador de Umma, sacerdote lumah de Nisaba”
Aparentemente Lugalzagesi fue el sucesor inmediato de su padre. Se hace referencia a él como ensi “gobernador” de Umma en el lamento de Uru’inimgina sobre la destrucción de Lagash. La lista real sumeria le atribuye un reinado de 25 años. Un archivo de unos 110 textos administrativos pueden datarse alrededor de los años 6º al 8º de su reinado. Un texto administrativo fechado en el 16º año de un gobernante desconocido puede atribuírsele a Lugalzagesi sobre la base de la prosopografía, ya que el guardián de la puerta Urdindulim(a), también aparece en textos datados en el 7º año del reinado de Lugalzagesi. Por lo tanto, la cifra de 25 años da por la Lista Real para el reinado de este rey sigue siendo posible.
Que otro texto administrativo, fechado en el 24º año de un gobernante desconocido, pueda atribuirse a Lugalzagesi, y así un año antes de su derrota a manos de Sargón de Akkad, sigue estando incierto. Lugalzagesi derrotó a Uru’inimgina de Lagash, como se argumentó más arriba, probablemente en su año 7º u 8º; 18 años más tarde, si aceptamos los 25 años de la Lista Real Sumeria fue derrotado por Sargón de Akkad.
Lugalzagesi puedo, por fin, vengar todas las derrotas que Umma, su ciudad, había recibido de Lagash durante casi 200 años consecutivos. Con toda la violencia de la que fue capaz, incendió al frontera y los templos de Lagash, cometió crímenes, pillajes y desmanes de todo tipo en templos, capillas y palacios. Finalmente destruyó Lagash, poniendo término al gobierno de Uru’inimgina., quien condenó vehementemente estos crímenes en una inscripción: con las palabras “los crímenes cometidos por Lugalzagesi , ensi de Umma, recaigan sobe la diosa Nisaba”, Uru’inimgina dirigía su acusación contra la diosa protectora de Umma. La victoria sobre Lagash creó la base del poder de Lugalzagesi. Partiendo de Umma, el rey se apoderó de Uruk y adoptó el título de “rey de Uruk y del País de Sumer”. Hasta tal punto llegó su prestigio que la Lista Real Sumeria le otorga a él solo la III Dinastía de aquella ciudad.
La gran inscripción del monarca, única fuente de información sobre su carrera, refleja un nuevo espíritu. Con sus títulos, Lugalzagesi hace referencia a los dioses principales de las ciudades más importantes de Sumer que él dominaba y transciende así el horizonte de la ciudad-estado más ambiciosamente que los reyes anteriores con el título de “rey de Kish”. Entre sus títulos están los de “Sacerdote de An” (Uruk); “antiguo ensi de Enlil” (Nippur); “gran visir de Su’en” (dios lunar de Ur, nombre acadio de Nanna); “gobernador de Utu” (dios solar de Larsa). Adab y Eridu también cayeron en su poder. “Desde el Mar Inferior (Golfo Pérsico), a lo largo del Éufrates y el Tigris hasta el Mar Superior (Mediterráneo), Enlil dejó ir directamente a él todos los países”. Aquí se define por primera vez en palabras la extensión del mundo conocido a los sumerios. Sin embargo, no hay que interpretar el pasaje de la inscripción en el sentido de que su influencia política alcanzara hasta el Mediterráneo. Una inscripción del ensi Meskigala de Adab, contemporáneo de Lugalzagesi, nos da el testimonio más antiguo sobre la importación, del “país montañoso de cedros”, es decir el Tauro Oriental Exterior, de madera para la construcción. En ella se dice expresamente lo que en la de Lugalzagesi se formula de modo general.
Genealogía de la I Dinastía de Umma |
6. Otras ciudades-estado
a) Adab
En la lista Real Sumeria, la ciudad de Adab aparece después de la II Dinastía de Ur. Lamentablemente , la existencia de una laguna textual en este punto impide saber cuantos reyes gobernaron esta ciudad y durante cuanto tiempo. Una de sus variantes ha conservado solo el nombre de un único rey: Lugal-ane-mundu, de quien se dice que gobernó 90 años. Por algunos textos sabemos que dicho lugal ordenó la construcción del Enamzu, el templo de la diosa Nintu en Adab, y el establecimiento de ofrendas y ritos en el mismo.
Afortunadamente, por otros textos conocemos la existencia de otros reyes de Adab, pero no su cronología, y que muy bien pudieron haber sido registrados en el Prisma WB. Se trata de Ninkisalsi (c.2550), quien estuvo sometido a Mesalim de Kish, debiendo tolerar que este rey cumpliera el rito religioso (burgu) en el Esara de de Adab; Medurba (c.2500) y Lumma, que dedicaron sendos vasos de piedra en el templo Esara; Barakhenidu y Lugaldalu (c.2500), que ofrecieron también vasijas al antedicho templo; E’iginimpa’e (c.2450), de quien sabemos que construyó el Emakh; y de Meskigala (c.2310), que estuvo sometido a Lugalzagesi de Uruk y más tarde a Rimush de Akkad.
b) Nippur
Nippur presenta un caso único en la Historia de Sumer. Prácticamente, esta ciudad no intervino en las disputas que por la supremacía del país entablaron las más importantes ciudades-estado, por ser muy pronto considerada capital religiosa de Sumer, la única capaz de dispensar a los ensi locales la legitimidad dinástica concedida por la divinidad (en-lil-la-tu), gracias a la investidura que facilitaban los sacerdotes de Enlil, la gran divinidad de Nippur y en cierto modo el dios más significativo del país.
Esta ciudad nunca reclamó el control sobre el resto de las ciudades, aunque tampoco lo precisaba, dada su condición de ciudad sagrada, cabez posiblemente de una anfictionía o de una liga política (Liga Kengir), elegida no solo por radicar allí el culto a Enlil, sino también por su excelente posición geográfica, central entre Lagash y Umma, Ur y Uruk y Eshnunna y Sippar.
En su inmensa mayoría, los reyes sumerios se proclamaron elegidos por Enlil y sabemos que incluso rivalizaban en cuanto a los presentes (mu-du) ofrecidos en su magnífico templo Ekur o en las construcciones religiosas que cada vez iban agrandando el área sagrada del mismo.
Unas cuantas inscripciones, muy pocas, nos han
transmitido nombres de algunos gobernadores o reyes de Nippur, cuya cronología
es muy difícil de fijar. Entre ello citamos a Nammakh, conocido por la dedicatoria que su esposa Pakalam hizo a Ilar-kalama; a Ur-enlil,
para quien se solicita larga vida a Ninlil, y a Abzukidu, cuya esposa Akalam
pide por su vida a Inanna. Un tal Nammakhabzu,
conocido por una inscripción sobre una copa de piedra, quizá haya que ubicarlo
en la época sargónida y no en esta etapa Dinástica Arcaica.
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