Introducción:
Los reyes asirios más
conocidos y de los que se posee mayor documentación son los que
vivieron en este periodo Neo-asirio Tardío, que se corresponde con
la época de mayor expansión del imperio. Estos
reyes son conocidos habitualmente
por sus formas bíblicas,
o por sus equivalentes en
las lenguas modernas, en
lugar de por sus
nombres
originales
acadios,
por ejemplo: Senaquerib
en lugar de Sîn-aḫḫē-erība, Asarhadon
en lugar de Aššur-aḫa-iddina,
y Asurbanipal en
lugar de Aššur-bāni-apli.
Ello es debido a que durante
mucho tiempo la principal fuente de información sobre la historia
asiria fueron los libros que componían la Biblia, los cuales están
escritos en hebreo. En mi opinión creo más correcto escribir los
nombres de los reyes en su lengua vernácula (como ya he mencionado
en otras entradas, como la de los reinos galeses medievales), por lo
que nombraré a todos los reyes asirios en su lengua original acadia.
*
* *
I.
El Reinado de Šarru-kīn II
Si
Šarru-kīn tuvo o no una pretensión legítima al trono asirio, fue,
ciertamente, un digno sucesor a Tukultī-apil-Ešarra
III y emuló a este soberano a través de campañas intensivas, por
las que no solo recuperó el territorio perdido sino que también
añadió nuevas posesiones al imperio. No contento con ser recordado
como un guerrero incondicional, Šarru-kīn creó una nueva ciudad
asiria y la llamó Dur-Šarru-kīn (“Fuerte Šarru-kīn”) por él.
El reinado está bien documentado, habiendo una abundancia de
inscripciones reales, textos cronográficos, cartas, documentos
administrativos y legales, informes astrológicos, y relieves
escultóricos desenterrados por los modernos excavadores en
Dur-Šarru-kīn. La cronología interna del periodo y en particular
de las campañas militares es un problema difícil que ha sido
tratado en un excelente estudio por Tadmor.
1.
La Ascensión
|
Šarru-kīn II |
La
ascensión de Šarru-kīn II al trono está envuelta en misterio y
hay buenas razones para preguntarse si era un usurpador. Nunca
menciona a su padre en ninguna de las inscripciones reales
conservadas, con la excepción de una placa vidriada que lleva una
etiqueta en la que declara que es hijo de Tukultī-apil-Ešarra
III. Una situación similar hace surgir la misma sospecha en relación
con Tukultī-apil-Ešarra.
Si Šarru-kīn era hijo de Tukultī-apil-Ešarra,
¿por qué era tan reticente a reconocer tal ilustre parentesco? Su
nombre levanta dudas también, pues Šarru-kīn significa “rey
legítimo”. De mayor relevancia es esta creación del rey de una
nueva capital real, Dur-Šarru-kīn, donde jamás había habido una
ciudad antes. ¿Por qué hace esto en lugar de preferir vivir en el
viejo centro, Kalaj? Se podrían proporcionar respuestas a cada una
de esas cuestiones, e incluso las analogías procedentes de otros
reinados de monarcas asirios, pero hay espacio para la duda razonable
y esta duda está intensificada por las circunstancias que rodean a
su ascensión.
Las
evidencias respecto a la entronización de Šarru-kīn y sus
consecuencias inmediatas son muy pobres. La fuente principal es un
documento llamado la Carta Aššur,
en la que Šarru-kīn relata que Šulmānu-ašarēd
V (el nombre, en realidad, se ha perdido en una laguna pero con
claridad éste es el rey involucrado) injustamente impuso corveas
sobre la ciudad de Aššur,
con el resultado de que los dioses le depusieron y designaron a
Šarru-kīn como rey legítimo. Hay dos hechos importantes implícitos
en este punto de vista: Šulmānu-ašarēd
fue depuesto por una revolución, y Šarru-kīn no era el heredero
designado. Otra importante declaración en la Carta Aššur
es:
“Debido a que ellos [los ciudadanos de Aššur]...vinieron
en mi ayuda”.
Aunque no lo afirma explícitamente, la ayuda de la
ciudad de Aššur
proporcionada fue, evidentemente, el apoyo para Šarru-kīn en su
pugna por el trono. Como recompensa por esta asistencia Šarru-kīn
abolió las obligaciones ilegales impuestas sobre Aššur
por su predecesor, restaurando así la condición privilegiada de la
ciudad. En su inscripciones reales, Šarru-kīn se vanagloria de que
él restauró este estado de exención especial (kidinnūtu)
tanto para Aššur
como para Harran, lo que indica que esta última ciudad también se
puso del lado de Šarru-kīn en la revolución. Por otra parte los que se
opusieron a Šarru-kīn
fueron castigados tras su ascensión, “6.300 criminales”, siendo
transportados a Hamath. Para esta fecha se puede añadir la
observación de que no se dirigió
ninguna campaña extranjera hasta el segundo año de reinado de
Šarru-kīn,
y queda claro que estuvo enredado con luchas domésticas asegurando
su derecho a gobernar durante la ascensión y primeros años de
reinado.
Antes
de extraer ninguna conclusión es relevante destacar el evidente
enlace del nombre de Šarru-kīn
con el de Sargón de Akkad, uno de los más grandes de todos los
antiguos reyes de Mesopotamia. Durante
el periodo sargónida en Asiria hay rastro de un regreso del interés
en este antiguo monarca, que esta atestiguado en diversos textos
literarios (crónicas, colecciones de profecías, leyendas, epopeyas
y un tratado sobre la geografía del imperio), algunos por primera
vez. Así, está justificado creer que no estaba
en la línea real directa, y que obtuvo el trono a través de la
violencia, como su predecesor, Tukultī-apil-Ešarra
III. No obstante, al contrario que Tukultī-apil-Ešarra,
se sintió muy inseguro, quizá porque no era de nacimiento real, y
por tanto adoptó el inusual nombre por el que es conocido y
alentó la investigación sobre los poderosos hechos de su tocayo.
Temeroso de la vieja nobleza en Kalaj, fundó una nueva capital
llamada a partir de su propio nombre.
2.
El oeste: Siria, Palestina, Egipto, Arabia
La
confusión que acompañó la ascensión de Šarru-kīn
II fue la ocasión para una importante rebelión en Siria y
Palestina. Damasco, Simirra, Arad, Samaria y quizás Khatarikka
fueron incitadas a la rebelión por Yau-bi’di
de Hamath. Tan pronto como Šarru-kīn
hubo asegurado su posición doméstica, y después de un choque
inicial con Babilonia y Elam, lanzó una campaña a Siria, donde se
enfrentó a las fuerzas rebeldes aliadas en Qarqar (720), escenario
de la famosa batalla luchada
por Šulmānu-ašarēd
III más de un siglo antes. Šarru-kīn
obtuvo la victoria, y luego marchó al sur para reconquistar Gaza y
para derrotar a un ejército egipcio en Rafia en la frontera de
Egipto. Estas importantes victorias fueron seguidas por operaciones
masivas en las que los estados rebeldes fueron reocupados y los
culpables castigados; gran número de pueblos de otras regiones
fueron deportados a Asiria y gentes capturadas en otras regiones se
asentaron en su lugar. Aunque el reasentamiento de gente es
específicamente mencionado para solo dos ciudades, Samaria y Hamath,
la operación probablemente fue más amplia y sin duda requirió
varios años para completarse.
El
contacto inicial de Šarru-kīn
con Egipto en Rafia en 720 fue seguido unos pocos años más tarde
(716) por el emplazamiento de una guarnición egipcia en la frontera
egipcia en Nakhal Musri, un punto alcanzado anteriormente por Tukultī-apil-Ešarra
III. Se estableció la fortaleza con pueblos deportados, que fueron
colocados bajo la autoridad del sheikh árabe local, leal a Asiria.
Los egipcios, en vista de la fuerte posición de Asiria, optó por
buscar relaciones amistosas; el faraón Osorkón IV envió regalos a
Šarru-kīn,
y los asirios y egipcios se mezclaron libremente al intercambiarse
bienes de comercio. Fue probablemente en esta época cuando Šarru-kīn
recibió tributo de varios árabes, incluyendo a Šamšī
(Šamšī),
reina de los Árabes, que también pagó tributo a
Tukultī-apil-Ešarra;
y trasladó algunos árabes a Samaria.
Otra
parte de Palestina recibió atención especial de Šarru-kīn
y esta fue Filistea. Ašdod
había permanecido
fuera de la órbita asiria hasta que su rey, Aziru, conspiró, de
acuerdo con Šarru-kīn
con reyes vecinos contra Asiria. Šarru-kīn,
por tanto, le depuso y le reemplazó por su hermano, Akhimetu
(c.713). Pero el designado asirio no era del gusto del pueblo de
Ašdod,
que lo sustituyó con Yamani. Cuando las novedades de esta segunda rebelión
en Ašdod
alcanzaron a Šarru-kīn, el asirio ordenó a sus tropas dirigirse a Filistea (712). Yamani
huyó a Egipto, donde finalmente fue cargado de cadenas por el faraón
y enviado a Asiria como gesto de buena voluntad. Ašdod,
Gath y Asdudimmu fueron asediadas y conquistadas, sus poblaciones
transportadas y los pueblos del este establecidos en su lugar. No hay
otra referencia a problemas en Palestina durante el reinado, y puede
suponerse que las vigorosas campañas y las extensas medidas de
pacificación tuvieron éxito. Las ganancias principales en este
frente fueron, entonces, la extensión del poder sirio en Filistea
para abarcar tres ciudades estado más, Ašdod,
Gath y Asdudimmu, y la intimidación de Egipto, al establecer una
cabeza de puente
en Nakhal Musri, dando como resultados amistosos y rentables
intercambios.
En
este punto es apropiado una palabra sobre las relaciones de Šarru-kīn
con Chipre. En las inscripciones reales se documenta que siete reyes
de Ya’, un distrito de
Yadnana (Chipre), envió preciados regalos a Šarru-kīn.
Él, a cambio, les envió una estela inscrita para que fuera erigida
en su tierra, y este mismo objeto fue descubierto en Chipre a
mediados del siglo XIX. Pudiera ser que la gente, así como los
regalos, llegaran a Šarru-kīn
desde Chipre, pues hombres llamados Papu estaban presentes en la
corte de Šarru-kīn,
y uno se inclina a identificarles con el nombre de la ciudad
chipriota, Pafos. Los Papu del palacio de Šarru-kīn
finalmente causaron algunos tumultos coaligados con pueblos al norte
de Asiria.
3.
El oeste: el Alto Éufrates y
Anatolia
La
actividad de Šarru-kīn
en la frontera anatólica fue esencialmente la de consolidación y
fortificación contra dos importantes poderes, los Muški
(frigios) dirigidos por Mita (Midas) y los urarteos bajo Rusa I y más
tarde Arghisti II. Las campañas de Tukultī-apil-Ešarra
III habían establecido la frontera asiria en la cordillera del
Taurus en peligrosa proximidad a los dominios de Midas, que se sintió
amenazado. La guerra entre Midas y Šarru-kīn
tuvo como resultado algunas ganancias territoriales para Asiria,
perro el logro más significativo fue la paz con Midas después de
una prolongada y amarga animosidad. Midas siempre evitó el conflicto
abierto con Asiria, prefiriendo como Urartu formar alianzas con los
diversos estados pequeños en la zona tapón de Anatolia oriental y
animarles a rebelarse contra Šarru-kīn.
Fueron estos estados los que soportaron la mayor parte de la
hostilidad de Asiria, pues se convirtieron en el campo de batalla.
Antes
de describir estos sucesos es necesaria una palabra sobre la
geografía histórica; pues tanto la escena política como la
geográfica en esta región son extremadamente confusas, no solo a
causa de las intrigas y las alianzas cambiantes, sino también a
causa de la incertidumbre sobre el territorio cubierto por un nombre
de lugar dado. Al comenzar el reinado de Šarru-kīn
la frontera de Asiria en anatolia se extendía hacia el oeste para
incluir una serie de reinos anatólicos orientales: Que era gobernado
tanto por el príncipe local como por un gobernador asirio; Melid,
Atuna (Tuna) y Tabal
(nombre que incluía varios reinos) eran gobernadas por reyes
indígenas que se mantenía leales a Asiria. Sobre
el mapa estos estados formaban una línea diagonal que corría al
suroeste a través de las montañas del Tauro desde Melid sobre el
alto Éufrates hasta Que sobre la costa Cilicia. Esta frontera era
bastante flexible cuando
Šarru-kīn
comenzó a gobernar, pero paulatinamente él la consolidó, cuando
Midas se esforzó en romperla.
El
frigio intentó primero debilitar el centro al conspirar con uno de
los reyes de Tabal, Kiakki de Šinukhtu.
Šarru-kīn
lanzó una campaña contra Kiakki en 718, le derrotó, saqueó su
ciudad, y la añadió a las posesiones de Kurti de Atuna.
Decidido por este fracaso,
Midas inició una intriga incluso más lejos dentro de Asiria,
incitando a Pisiri de Karkemiš
a
rebelarse. Esta fue una excelente excusa para Šarru-kīn
para anexionar Karkemis,
cuya lealtad siempre había vacilado, como provincia: los asirios
volvieron a capturar la ciudad (717), se llevaron a Pisiri con su
familia y otros pueblos a Asiria y le sustituyeron con un gobernador
asirio. Así finalizó el gobierno indígena en Karkemiš;
finalmente los asirios se establecieron en el área. Esta primera
fase de la estrategia anti-asiria de Midas terminó en 715, cuando
Asiria tomó la ofensiva y recapturó algunas ciudades fronterizas de
Que que los frigios había tomado anteriormente.
En
los años siguientes Urartu se alió con los frigios contra Asiria, y
otro rey de Tabal, Ambaris de Bīt-Burutaš,
fue persuadido para unírseles. Esta defección, en particular,
enfadó a Šarru-kīn,
pues cuando Khulli, padre de Ambaris, murió el asirio había
sancionado la ascensión al trono de Ambaris, e incluso le había
dado su propia hija en matrimonio, y la soberanía sobre Khilakku. En
713 Šarru-kīn
envió un ejército para buscar venganza y Ambaris, con su familia y
hombres principales, fue tomado prisionero. Es en este punto,
habiendo sido silenciado Urartu de manera efectiva por la campaña de
714, cuando el rey asirio reconoció la necesidad de defender su
frente anatolio más
eficazmente. Construyó terraplenes y fortificaciones en Bit-Burutaš
y Khilakku, asentó estos pueblos deportados de otras regiones, e
instaló a su propio gobernador, haciendo así el área una
provincia. Parecería que la lealtad de Kurti de Atuna, que fue en
una ocasión estado vasallo de Tukultī-apil-Ešarra
III, estaba en duda en esta época, pero Kurti inmediatamente puso
punto y final a la sospecha al rendir homenaje a Šarru-kīn
cuando tuvo conocimiento del destino de Ambaris.
La
escena cambia ahora al extremo septentrional de la frontera, Melid
sobre el alto Éufrates. En una fecha algo anterior, el asirio había
instalado a un nuevo rey sobre el trono de Melid, Tarkhunazi de
nombre, pero este gobernante junto con Tarkhulara de Gurgum, un estado
que había pagado tributo a Tukultī-apil-Ešarra
III, había sido atraído al campo frigio. El castigo de Šarru-kīn
a los culpables parece haberse extendido durante dos años, Melid en
712 y Gurgum en 711. Melid fue capturada y cuando Tarkhunazi buscó
refugio en otra ciudad, Til-Garimmu, sus ciudadanos abrieron sus
puertas a los asirios; el desafortunado fugitivo fue trasladado con
su familia y seguidores a Asiria. Gurgum también fue capturada, pero
hay alguna confusión en las fuentes en cuanto a si Tarkhulara, su
gobernante, fue asesinado por su hijo, Mutallu, o deportado por los
asirios. Siguiendo la práctica recientemente adoptada en Tabal,
Šarru-kīn
organizó
el área como provincia con un gobernador y la fortificó; las
defensas fueron reforzadas en antiguas ciudades, se construyeron
nuevas torres de guarnición, y se estacionaron dentro arqueros
Suteos. Melid fue entregada a Mutallu
de Kummukhu.
Un
giro dramático de acontecimientos ocurrió en torno a 709, cuando
Asiria una vez más pasó a la ofensiva contra los frigios. Por esta
época pudo haber comenzado la invasión cimeria de Anatolia,
forzando así a Midas a buscar un término a las hostilidades con
Asiria. En cualquier caso, el gobernador Asirio de Que llevó a cabo
incursiones fronterizas sobre las provincias bajo el control de Midas
y tuvo tanto éxito que el rey frigio pidió la paz. Envió un mensaje
a Šarru-kīn
por medio del gobernador asirio en Que, y el mensaje fue trasmitido
al rey, quien estaba en Babilonia en aquel entonces. Šarru-kīn
estaba encantado y, en una carta recientemente descubierta, instruía
a su gobernador para acordar la paz. También le mandó devolver los
cautivos frigios a Midas como un gesto de buena voluntad, y mantener
un enviado asirio en su corte. Después una delegación frigia formal
viajó hasta Šarru-kīn
a Babilonia, y se estableció la paz entre los dos poderes. Esto
marca el cierre de hostilidades entre Asiria y los frigios pero no de
rebeliones en Anatolia oriental.
Algunos
de los reinos de Tabal estaban inquietos en este periodo, como se
evidencia de las declaraciones en la carta de Šarru-kīn
al gobernador
de Que recién mencionado, y Mutallu de Kummukhu, en otro tiempo
vasallo de confianza, cambió
ahora su alianza a Argišti II, rey de Urartu. Mutallu huyó a la
vista de una campaña punitiva asiria, pero la ciudad fue capturada
en 708 y su familia y pueblo llevado a la fuerza. Ellos fueron
finalmente asentados en Babilonia meridional, en el área ocupada por la tribu de Bīt-Yakīn,
y el pueblo de Yakīn,
que recientemente había sido sometido, fue reasentado en Kummukhu.
Kummukhu fue ahora reorganizado en una provincia asiria con un
gobernador y milicia. El último año de reinado de Šarru-kīn,
705 vio una expedición final contra la turbulenta Tabal. En esta
campaña,
Šarru-kīn
fue muerto en
combate, pero desafortunadamente no se han conservado ningún detalle
del acontecimiento. Su muerte fue la señal para que a la rebelión
de Tabal se uniera la de Que, Khilakku y Melid.
4.
El norte y el noreste
El
reino de Urartu aún estaba asentado encima de Asiria con extremos
extendidos al oeste y este en Anatolia y Mannea. Los contactos
asirio-urartianos tuvieron lugar en estas dos extremidades y estaban
inevitablemente interrelacionados, cambiando la escena de acción
principal del oeste al este, mientras que Šarru-kīn,
con una red de informantes sobre la frontera urartiana, se mantuvo
consciente de los acontecimientos en la capital enemiga, Tušpa. Las
relaciones de Šarru-kīn
con Urartu en Asia Menor ya han sido discutidos, y es tiempo ahora de
describir los sucesos en la frontera oriental.
Cuando
comenzó el reinado, Asiria reclamó el control sobre los Manneos
occidentales desde el nacimiento del Bajo Zab (Uišdiš y Zikirtu)
a través de Namri, Lullumu (anteriormente Zamua), Karalla y Allabria
hasta el río Diyala. Desde
allí estaba la esfera meda de influencia, aunque Asiria mantuvo el
control sobre Ellipi, Parsua y Kharkhar en el curso alto del río
Ulaya. Pero solo tres de estas provincias, Lullumu, Parsua y Namri
siguieron siendo fieles durante los primeros y difíciles años de
Šarru-kīn,
siendo cortejados los manneos por el lado urartiano y negando los
estados medos alianza y tributo a cualquier poder exterior. Además,
los cimerios estaban ahora en escena; y mientras que su impacto
primario fue sentido por los urarteos y manneos, los asirios estaban
preocupados justificadamente. Por medio de campañas concentradas en
los años 719 a 713, Šarru-kīn
recuperó el territorio temporalmente perdido, añadió nuevos
dominios al imperio, y dio un golpe demoledor a Urartu.
La
desafección de los estados manneos se
situaba al principio en la
lista de prioridades de Šarru-kīn,
pues tan pronto como hubo
prestado atención a los problemas más acuciantes sobre los frentes
occidental y meridional, comenzó en 719 a hacer campaña al noreste.
Su primer objetivo iba a auxiliar a un fiel vasallo manneo desde los
días de Tukultī-apil-Ešarra
III, Iranzu, Que estaba siendo duramente presionado por dos
gobernantes vecinos, Estos rebeldes estaban siendo apoyados con
tropas y caballería por otro manneo, Mitatti de Zikirtu, que había
renunciado a la alianza con Asiria en favor de Urartu. Los rebeldes
fueron derrotados, sus ciudades capturadas, las fortificaciones
demolidas, y el pueblo y las propiedades llevadas a la fuerza.
Šarru-kīn
continuó la campa para someter a los Sukkeos, Baleos, y Abitikneos,
que se habían unido a Urartu contra Asiria. Estos pueblos fueron
desarraigados y deportados a Asiria.
La
ofensiva nororiental apenas había comenzado, no obstante, antes de
que Šarru-kīn
fuera obligado a regresar al oeste para enfrentarse a las intrigas de
Midas en Anatolia, y no pudo reanudar la ofensiva hasta tres años
más tarde, en 716. Por esta época la conspiración urartiana había
crecido y desarrollado. El traidor Mitatti de Zikirtu se había unido
a Bagdatti de Uišdiš
para rechazar el vasallaje
asirio, y las fuerzas aliadas habían luchado y ganado una batalla
campal con los manneos leales a Asiria en el monte Uauš matando al
líder derrotado Aza. Una incursión asiria, respecto a la cual no
hay detalles, había conseguido capturar a uno de los insurgentes,
Bagdatti, y su piel desollada había sido exhibida en el monte Uauš,
escena de su anterior victoria. Aza había sido sucedido por su
hermano, Ullusunu, que se
unió a la alianza con Urartu y logró persuadir a otros dos
gobernantes, Aššur-le’u
de Karalla e Itti de Allabria, a unírsele. Este era el peligroso
estado de cosas en 716 cuando Šarru-kīn
regresó a este frente.
En
716 Ullusunu fue el prier objetivo de Sargon. Izirtu, su capital, fue
tomada y quemada, y Ullusunu, de acuerdo con las fuentes asirias,
suplicó misericordia. Šarru-kīn perdonó su vida y le restableció sobre el trono como vasallo
asirio. A Aššur-le’u
e Itti no le fue tan bien:
ambos fueron enviados encadenados a Asiria y Karalla fue añadida a
la provincia de Lullumu, mientras que Allabria fue colocada bajo la
autoridad de Bel-apla-iddina de Pattira. Pero la campaña no había
hecho más que comenzar. Ahora Šarru-kīn
volvió su rostro al sureste y conquistó algunas ciudades que añadió
a la provincia leal de Parsua. Otra ciudad, Kišerim,
fue tomada, su gobernante abducido y sustituido por un gobernador
asirio, la ciudad renombrada Kar-Nergal, y y varias regiones
capturadas añadidas a ella para formar una provincia.
En
esta etapa, Šarru-kīn
se acercó a Kharkhar. Cuatro años antes el pueblo de Kharkhar había
expulsado a su gobernante, un fiel vasallo asirio, y prometió
alianza a Dalta de Ellipi, quien se había apartado, al parecer, del
redil asirio desde los días de Tukultī-apil-Ešarra
III. Šarru-kīn
tomó Kharkhar, la renombró
Kar-Šarru-kīn,
designó a su propio gobernador, añadió territorio a la
provincia, y finalmente reasentó población allí desde otra área.
La campaña concluyó con un profundo empuje en territorio medo, y a
su regreso, Šarru-kīn
recibió formalmente en Kharkhar el tributo procedente de 28
gobernantes de la tierra de los medos.
A
pesar de la agresión asiria, Rusa I detuvo ahora su desarrollo en el
este, tomó varias fortalezas pertenecientes a Usullunu y convenció
a otro gobernador manneo, Daiukku, para ponerse de su parte. En 715,
Šarru-kīn
regresó al área, volvió a capturar la fortaleza, y se llevó a
Daiukku con su familia. Entonces invadió territorio urartiano y
capturó varias fortalezas incluyendo las de Andia. Yanzu, el rey de
Nairi en Khubuškia,
le envió tributo. En el sureste el ejército asirio pacificó las
áreas que habían estado unidas el años anterior a la provincia de
Kharkhar y continuó conquistando más territorio medo. Una vez Más
Šarru-kīn
terminó su penetración en Media con una recepción ceremonial de
tributo en Kharkhar (Kar-Šarru-kīn).
La campaña fue un gran éxito; pues, además de restablecer su
control sobre Uišdiš
y Kharkhar, Šarru-kīn
había expandido sus posesiones en Media, tomado Andia sobre la
frontera urartiana, e incluso capturado algunos puntos fronterizos
urartianos.
El
año 714 fue testigo de la más grande campaña sobre esta frontera y
uno de los más significativos logros de la carrera de Šarru-kīn.
Un único relato de esta expedición está conservado en forma de una
carta al dios Aššur
y, mientras que la secuencia cronológica y geográfica del texto no
es totalmente digna de confianza, los abundantes detalles son muy
bien recibidos. El ejército asirio marchó a la provincia de
Lullumu, donde Šarru-kīn
inspeccionó las tropas y las dirigió por el camino a Zikirtu y
Andia. En algún momento durante la marcha fue recibido por varios
gobernantes: Ullusunu de Uišdiš,
Bel-apla-ddina de Allabria,
Dalta de Ellipi, y los gobernantes de las áreas de Parsua, Namri y
Media. Ullusunu salieron a encontrarse con Šarru-kīn,
arrastrándose los cuatro como un perro, y suplicaron al asirio
venganza contra Rusa I, el cual había tomado Uišdiš,
obligando a Ullusunu a huir.
Después
de un espléndido banquete para celebrar el encuentro, el ejército
asirio avanzó. Gizilbundi, un área que se había perdido para
Asiria desde el reinado de Ada-nērārī
III, se sometió
tranquilamente a Šarru-kīn.
A la llegada a la frontera de Zikirtu y Andia los asirios reforzaron
una fortaleza y luego invadieron Zikirtu. Se recordará que Mitatti
de Zikirtu, un aliado urarteo,
durante años había estado instigando las hostilidades anti-asirias
en Mannea, y ante la invasión huyó.
Los
asirios dejaron Zikirtu y avanzó hacia Uišdiš,
donde ocurrió uno de los más
dramáticos incidentes en la historia asiria. El ejército urarteo
dirigido por Rusa I e incrementado con las tropas de Zikirtu se había
reunido en Uisdis para vengar a Mitatti. Le llegaron a Šarru-kīn
de que el enemigo estaba situado a la espera en las montañas y, en
lugar de parar para permitir a sus tropas tiempo para descansar
después de su ardua marcha, Šarru-kīn
presionó hacia delante para coger al enemigo por sorpresa. La escena
es dramáticamente descrita en la carta al dios. Los asirios,
cansados, hambrientos, y sedientos después de una marcha de ruta
estaban consternados momentáneamente al encontrar toda la fuerza de
Urartu ante ellos, pero Šarru-kīn
actuó con la rapidez del rayo. Sin esperar a que todo su ejército
se presentara
fuera de las montañas, dirigió inmediatamente un ataque en persona
con su guardia real. Los
urartianos fueron sorprendidos y la carga rompió sus filas.
Šarru-kīn
localizó a Rusa en su carro en medio de la mêlée y cabalgó
directo a él. Los caballos de Rusa fueron muertos y el aterrorizado
rey, saltando sobre una yegua, huyó de la batalla. Su aliado,
Mitatti, fue capturado y muerto. El ejército urartiano entró en
pánico y corrió tras su rey a la fuga. Los asirios los persiguieron
en las montañas, donde, se vanagloria Šarru-kīn,
los que no mataron, perecieron en la nieve.
Fue
una derrota total del ejército urartiano, si se puede creer a las
fuentes asirias, y los invasores saquearon las áreas fronterizas de
Urartu hasta las costas del “mar ondulado” (lago Urmia). La carta
al dios, la principal
fuente para esta campaña, proporciona detalles inusuales sobre las
áreas conquistadas. Describe
el método de entrenar caballos en Ušqaia
y los elaboradas plantas
depuradoras en Ulkhu. Los asirios también penetraron en la región
de Yanzu, rey de Nairi, quien salió al encuentro de Šarru-kīn
con tributo. El éxito final de la campaña fue el saqueo de Musasir,
la ciudad sagrada de Urartu que fue localizada cerca del nacimiento
del alto Zab.
Urzana, rey de Musasir,
había estado durante años indeciso entre la lealtad a Urartu y a
Asiria. Esto está claro no solo a partir de las cartas del periodo
sino también a partir de una incripción real urartiana en la que el
rey de Urartu
se vanagloria de la conquista
de Musasir.
La decisión de Šarru-kīn
de atacar Musasir fue tomada, de acuerdo con la carta al dios,
después de que los asirios hubieran comenzado la marcha de
vuelta a casa. Signos ominosos aparecieron y los adivinos, que
regularmente acompañaban al ejército asirio en campaña, los
interpretaron en el sentido de que Šarru-kīn
atacaría, capturaría y destruiría Musasir. Uno de los prodigios es
de particular interés, pues fue un eclipse lunar que puede ser
fechado en la mañana del 24 de octubre de 714 a.C., proporcionando
así felizmente una fecha precisa para la campaña. También es
significativo destacar que un eclipse lunar se consideraba
generalmente como una profecía desfavorable, pero en esta ocasión
se le dio la vuelta para que fuera desfavorable para Musasir. Aquí está una
excelente ilustración de las complejidades de la adivinación asiria
y la astucia de Šarru-kīn.
Cuando ocurrió el eclipse esa mañana, un súbito temor debe haber
sobrevenido en el campamento.
Šarru-kīn,
enfrentado con tropas listas para entrar en pánico, seguramente
influenció personalmente a los adivinadores para aliviar los temores
de cada uno, al declarar que el portento significaba
desastre para Musasir, no para Asiria, volviendo así rápidamente la
causa para el temor en incitación para otra conquista y saqueo. Poco
más de dos siglos más tarde se dijo que una hábil interpretación
similar de un eclipse solar había inspirado al ejército de Jerjes a
cruzar el Helesponto para conquistar Grecia. El ejército asirio
irrumpió en Musasir, abrió las puertas sin intento de resistencia,
y Šarru-kīn
marchó para saquear a fondo la ciudad. La lista del botín es larga
y pródiga e incluye la imagen del dios Khladi. Musasir se convirtió
en posesión asiria con la obligación de pagar impuestos y realizar
corveas. Rusa estuvo tan abrumado por el saqueo de Musasir que, de
acuerdo con un relato asirio, se mató con su espada. Así, esta
campaña no solo aumentó considerablemente la extensión territorial
del imperio asirio, sino que también precipitó un cambio de monarca
en Urartu. El nuevo rey, Argišti II se abstuvo de actos hostiles
sobre la frontera norte y noreste, y así Šarru-kīn
pudo volver su atención al daño hecho por la intrigas urartianas en
Anatolia.
La
ausencia de actividad urartiana en el frente nororiental no significó
el fin inmediato de problemas después de 714. En 713 Asiria tuvo que
lidiar con insurrecciones en dos estados, Karalla y Ellipi. Karalla
había sido anexionado por la fuerza a la provincia de Lullumu en
716.
Ahora
el pueblo se había rebelado, expulsó a los oficiales asirios y puso
sobre ellos a Amitashi, hermano del desafortunado Aššur-le’u.
En 713 los asirios derrotaron a las fuerzas rebeldes y organizaron
Karalla como una provincia en su propio derecho. Como para Ellipi, su
gobernante Dalta había permanecido ella pero alguno de sus distritos
se rebelaron y o expulsaron. El ejército asirio irrumpió en la
áreas insurgentes,matando y saqueando,y restauraron a Dalta como su
gobernante. Šarru-kīn
se vanagloria de que recibió tributo de 45 gobernantes medos en esta
campaña, además del tributo de sus leales vasallos, Ullusunu y
Bel-apla-iddina. Tanto Ellipi como Karalla permanecieron
recalcitrantes, no obstante. Cuando Dalta de Ellipi murió, dos de
sus hijos (de esposas diferentes) lucharon por el trono y esto dio
lugar a una división del reino. Un pretendiente, Nibe, se alió con
Elam, mientras que el otro, Ispabara, se volvió hacia Asiria por
ayuda. Šarru-kīn
envió un ejército en 708 que derrotó a Nibe, apoyado por un
ejército elamita y confirmó el derecho de Ispabara a gobernar. Se
sabe que
habían tenido lugar disturbios de Karalla,
ya que la Crónica Epónima, en una sección gravemente dañada,
tiene esta lacónica entrada para el año 706: “los oficiales en
Karalla”. Evidentemente, un ejército asirio había sido enviado
para pacificar la provincia una vez más, pero están faltando otros
detalles.
5.
Babilonia y Elam
La
cuestión del control sobre Babilonia era un problema más serio en
el reinado de Šarru-kīn II que lo había sido en el de
Tukultī-apil-Ešarra
III, pues Asiria perdió Babilonia al ascender Šarru-kīn y no fue
recapturada hasta casi el fin del reinado. Probablemente Šarru-kīn
había tenido la intención de continuar el gobierno directo sobre su
vecino meridional, pero se le adelantó en su intención el astuto
líder de la tribu caldea Bīt-Yakīn,
Marduk-apla-iddina II, que apareció primero en la época de
Tukultī-apil-Ešarra
III. Marduk-apla-iddina tomó Babilonia durante la confusión que
rodeó el ascenso al trono de Šarru-kīn II, y mantuvo su control,
usando sobornos para conseguir la asistencia elamita, durante doce
años (722-710). En 720, el mismo año en el que ocurrió la rebelión
siria, la guarnición asiria en Der fue atacada. El resultado de este
conflicto es descrito de tres maneras diferentes en las tres fuentes
principales: Šarru-kīn proclamó la victoria en sus inscripciones
reales, Marduk-apla-iddina II hizo lo mismo por Babilonia en su
inscripción cilíndrica, y la Crónica Babilónica registró que el
ejército elamita, liderado por el rey Ḫumban-nikaš I (743-717)
derrotó a los asirios incluso antes de que Marduk-apla-iddina
llegara al campo de batalla. La última versión está, sin duda, más
cercana a la verdad y Šarru-kīn, ocupado con otros asuntos
militares, fue obligado a dejar gobernar a Marduk-apla-iddina sin
oposición hasta 710.
Feu
en 710 cuando ella sirio lanzó su importante ofensiva contra
Marduk-apla-iddina y su aliado, Šutur-Naḫḫunte II de Elam
(717-699). Aunque Asiria había perdido la batalla de Der en 720,
había retenido el control sobre la ciudad misma, de modo que
Šarru-kīn dirigió su ataque a la región del Tigris oriental en
primer lugar donde aseguró la posesión sobre Gambulu. El papel de
Gambulu como zona tapón entre Asiria, Babilonia y Elam comenzó así
y continuó durante gran parte del periodo sargónida. En 710 la
ciudad de Dur-Atkhara fue el foco de atención, ya que
Marduk-apla-iddina había estacionado aquí un gran número de tropas
y reforzó sus defensas al elevar los muros y cortar un canal desde
el río Surappu, de modo que el agua inundara la llanura,
convirtiendo la ciudad sobre su tell en una isla artificial. A
pesar de estas precauciones Dur-Atkhara cayó en manos de los
asirios. Šarru-kīn organizó la ciudad como centro administrativo
de la provincia de Gambulu, la renombró Dur-Nabû, designó un
gobernador, e impuso sobre los habitantes la obligación de pagar
impuestos y realizar corveas. La región circundante fue conquistada
y colocada bajo la autoridad del gobernador de Kar-Nabû.
Se
encontró una enconada resistencia en las marismas del río Uqnu con
el resultado de que el área fue inundada y los fugitivos obligados a
salir de su escondite. Ellos fueron tomados prisioneros, mientras que
los que resistieron en los pantanos fueron atacados y derrotados y la
región se añadió a la provincia de Gambulu. En este punto los
asirios estaban en el borde del territorio elamita, y para asegurar
esta frontera capturaron una serie de fortalezas elamitas. Šarru-kīn
procedió a rodear a Marduk-apla-iddina al cruzar el Tigris y el
Éufrates e hizo su camino Éufrates arriba a través del territorio
ocupado por la tribu caldea Bīt-Dakkuri.
Cuando las noticias de la artimaña alcanzaron a Maduk-apla-iddina,
huyó de Babilonia por la noche y escapó a Elam. Allí, de acuerdo
con el relato asirio, el fugitivo ofreció todas sus preciadas
posesiones en un vano intento de persuadir a Šutur-Naḫḫunte para
atacar a Asiria. De vuelta en Babilonia, Šarru-kīn fue invitado por
los sacerdotes y el pueblo de Babilonia a entrar a la ciudad, lo que
él hizo, y allí tomó residencia durante los siguientes pocos años
(hasta 707).
La
política de Šarru-kīn hacia Babilonia fue conciliadora, ya que no
hizo responsables a los babilonios por la actividad hostil de los
Bīt-Yakīn
bajo Marduk-apla-iddina. Hizo sacrificios a los dioses de Babilonia,
mandó un ejército para eliminar algunos bandidos arameos que habían
estado saqueando las caravanas babilonias, y excavó un nuevo canal
para la procesión anual de Nabû desde Borsippa hasta Babilonia. Al
comienzo del Año nuevo (709) asió la mano de la estatua de Marduk
como rey babilonio en el ritual Akitu (Año Nuevo). Pero la
guerra con Marduk-apla-iddina no se terminó.
El
mes siguiente a las festividades en Babilonia (XI/709), Šarru-kīn
estuvo de vuelta en el sur atacando a Marduk-apla-iddina, que había
aparecido en Dur-Yakin (actual Tell al-Lahm) en las marismas. Como
preparación para el asalto asirio los muros de Dur-Yakin habían
sido reforzados y se limpió un canal desde el Éufrates para inundar
la llanura circundante, una táctica usada el año anterior en
Dur-Atkhara. Impávidos, los asirios colocaron bancos de tierra a
través de las corrientes de agua y se precipitaron sobre la hueste
enemiga, que incluía auxiliares arameos y suteos, armada en tierra
alta fuera de los muros de la ciudad. Mientras los asirios luchaban
victoriosamente y saqueaban, Marduk-apla-iddina fue herido en la mano
por una flecha y se deslizó atrás dentro de la ciudad. Dur-Yakin
fue puesto bajo asedio, pero algunos medios Marduk-apla-iddina una
vez más eludió la captura y tenemos noticias de nuevo hasta el
reinado de Sin-ahhe-eriba. Los asirios capturaron finalmente
Dur-Yakin, la saquearon, y derribaron sus fortificaciones. El pueblo
de Yakin fue llevado lejos, y un año o así más tarde, después de
que se hubiera sofocado una rebelión en Kummukhu en 708, fueron
asentados en Kummukhu y el pueblo de Kummukhu se instaló en la
región de Yakin. El área fue dividida en dos, con una porción bajo
jurisdicción babilonia y la otra bajo el gobernador de Gambulu.
Hasta
707, el año en que Šarru-kīn dejó su residencia en Babilonia, el
rey supervisó personalmente los esfuerzos conciliatorios. Los
prisioneros políticos que habían sido encarcelados por
Marduk-apla-iddina fueron liberados y sus campos en Sippar, Nippur,
Babilonia y Borsippa restaurados a ellos. Los Suteos que habían
tomado estas tierras fueron masacrados, puesto que eran salteadores
arameos y suteos que merodeaban en los yermos abandonados alrededor
de Babilonia. Las estatuas de dioses,que habían sido llevadas desde
Ur, Uruk, Eridu, Larsa, Kullab, Kissik y Nemed-Laguda fueron
devueltas. Durante el resto de su vida Šarru-kīn gobernó Babilonia
directamente y fue reconocido casi universalmente por los babilonios
como su soberano legítimo. Su fama se difundió desde allí hasta
Dilmun en el golfo Pérsico y dos de sus reyes, Uperi y Akhundra
(posiblemente su sucesor) enviaron regalos.
Las
ganancias netas de las campañas fueron impresionantes. En todos los
frentes Šarru-kīn había consolidado y expandido su imperio; había
establecido buenas relaciones con dos poderes principales, Egpto y
Frigia; había intimidado seriamente a otros oponentes poderosos,
Urartu y Marduk-apla-iddina; y había tomado firme posesión de
Babilonia. Šarru-kīn prefirió dirigir campañas en persona y
mientras, lejos de casa, dejó la administración del imperio en
manos del príncipe coronado, Sîn-aḫḫē-erība (Senaquerib). De
hecho, Šarru-kīn fue muerto en el campo de batalla, y esto llevó a
interesantes resultados como veremos más adelante. Un hecho curioso
es que, aunque Šarru-kīn disfrutaba con la caza como debería todo
buen rey asirio, el único juego que se sabe que había buscado, de
acuerdo con la evidencia presente, eran pequeñas criaturas, pájaros
y conejos. Finalmente, un rasgo, de las inscripciones reales de
Šarru-kīn es que contienen más detalle relativos a batallas y
tácticas militares que las inscripciones reales de cualquier otro
asirio. Algunas de las escenas más dramáticas son encontradas, por
supuesto, en la carta al dios en torno a la octava campaña (714),
pero incluso en las otras inscripciones reales no es inusual
encontrar descripciones de incidentes que no sea en una fraseología
estereotipada.
II.
Reinados de Sîn-aḫḫē-erība y Aššur-aḫa-iddina
La
historia de Asiria durante los reinados de Sîn-aḫḫē-erība
(Senaquerib) y Aššur-aḫa-iddina (Asarhaddon) es
ligeramente diferente en carácter al de los reinados de
Tukultī-apil-Ešarra
III y Šarru-kīn II en que los éxitos militares, aunque todavía de
mayor importancia, no dominan la escena totalmente. De hecho, aparte
de la invasión de Egipto bajo Aššur-aḫa-iddina, no hay otras
conquistas extensas que sean recordadas. Más bien, el énfasis
cambia a empresas culturales, especialmente los grandes proyectos
constructivos, y este desarrollo está ilustrado por el hecho de que
para Aššur-aḫa-iddina no se conservan virtualmente ningún
registro analístico, aunque hay un vasto número de textos
descubiertos en los que la construcción y la religión tenían el
escenario principal. No obstante, esta transformación es gradual y
sutil; ambos reyes, pero en particular Sîn-aḫḫē-erība, todavía
mandaron sus vastos ejércitos para mantener y ocasionalmente
expandir las fronteras del imperio.
1.
Sîn-aḫḫē-erība (705-681)
De
los dos monarcas, Sîn-aḫḫē-erība fue, de hecho, el más
guerrero y por tanto el hijo del que Šarru-kīn se enorgullecía. Entre
las hazañas de Sîn-aḫḫē-erība, la más creíble es su trabajo
en Nínive, que él transformó en la gran metrópolis que sería
conocida por la posteridad como la capital asiria. Paradójicamente,
el otro acontecimiento de su época que sería recordado mucho tiempo
en Mesopotamia era la destrucción de la capital hermana, Babilonia.
a)
La cuestión babilónica
Un
tema es predominante en la política administrativa y militar de
Sîn-aḫḫē-erība y es la cuestión babilónica. A través de su
reinado Sîn-aḫḫē-erība luchó con el problema, intentado
varias soluciones, pero recurriendo definitivamente a la acción más
drástica de todas, la captura y destrucción de Babilonia. La
resistencia a Asiria se centró en la figura del caldeo
Marduk-apla-iddina II, que fue finalmente sucedido en este papel por
su hijo, pero gran parte de la auténtica lucha fue dirigida por
tropas elamitas bajo la dirección de su rey, que fue convencido
mediante sobornos para asistir. La primera batalla formal del reinado
fue dirigida contra Babilonia, y afortunadamente poseemos un relato
analístico detallado escrito poco después del suceso, además de
versiones posteriores más concisas. La campaña comenzó a finales
del año 703 y fue instigada por Marduk-apla-iddina, que había
ocupado el trono babilonio y reunido un gran fuerza de caldeos,
arameos y elamitas para apoyar su pretensión. La revuelta contra
Asiria fue extensa; incluía Judá, si puede fecharse a este periodo
la visita de embajadores de Marduk-apla-iddina a Ḥizqîyāhû
(Ezequías) como se describe en la Biblia y en Josefo. Posiblemente
los aliados estaban esperando cosechar una gran ventaja del hecho de
que había habido demasiada confusión en torno a la ascensión de
Sîn-aḫḫē-erība.
Cuando
el ejército partió desde Aššur, Sîn-aḫḫē-erība envió por
delante a Kiš un contingente que inmediatamente entabló combate con
el enemigo estacionado allí. El rey en el intervalo marchó para
atacara otra fuerza enemiga en Cutha; capturó la ciudad y luego se
apresuró a ayudar a sus asediadas tropas en la llanura de Kiš.
Marduk-apla-iddina huyó del escenario de la batalla y el ejército
aliado fue derrotado. Sîn-aḫḫē-erība continuó hasta
Babilonia, donde saqueó el palacio pero por el contrario no hizo
daño a los habitantes. Continuó más al sur para cazar a
Marduk-apla-iddina en los pantanos y dejó tras él un rastro
humeante de ciudades quemadas. Sin embargo, la búsqueda fue en vano;
Marduk-apla-iddina no fue encontrado. Sîn-aḫḫē-erība volvió
su atención a exterminar las facciones rebeldes en las grandes
ciudades: Uruk, Nippur, Kiš, Khursagkalama, Cutha y Sippar. En el
trono babilonio colocó a Bēl-ibni, un hombre de ascendencia
Babilónica pero elevado en la corte asiria, en otras palabras un rey
títere (703-700). En el camino de vuelta de Sîn-aḫḫē-erība
(por esta época había comenzado el año 702) capturó y saqueó a
numerosos arameos; Extrajo tributos a la fuerza de Khirimmu; y
recibió el tributo voluntario de Nabû-bel-sumati de
Khararate.
Durante
dos años Asiria, ocupada en otras partes, dejó a Babilonia
tranquila y Marduk-apla-iddina tuvo la oportunidad, como sabemos a
partir de una serie de informes a la corte asiria que posiblemente
datan de este periodo, de hacer sentir su presencia en Babilonia. En
700 Sîn-aḫḫē-erība dirigió una campaña, su cuarta en el
cálculo oficial, en las marismas babilónicas para aplastar a la
tribu Bīt-Yakīn
de Marduk-apla-iddina. Primero capturó a un nuevo líder de los
rebeldes caldeos que es simplemente llamado Shubuzu (un hipocorismo)
pero debe ser idéntico al rey posterior de nombre Mušēzib-Marduk
(693-689). Shubuzu fue derrotado y huyó. Luego, el ejército
victorioso marchó contra los Bīt-Yakīn.
Marduk-apla-iddina huyó por barco a través del Golfo Pérsico,
abandonando a sus hermanos y pueblo a los asirios, que devastaron sus
asentamientos. Marduk-apla-iddina finalmente murió en el exilio en
Elam. Entonces, los asirios castigaron a Bēl-ibni, que había sido
falso con la causa asiria, tomándole cautivo hasta Asiria.
Aššur-nādin-šumi, hijo de Sîn-aḫḫē-erība fue instalado
sobre el trono babilónico, pero la cuestión babilónica estaba
lejos de resolverse.
La
principal confrontación con los rebeldes y sus aliados elamitas
comenzó seis años más tarde, en 694, y continuó incesantemente
hasta el saqueo de Babilonia en 689. En 694 Sîn-aḫḫē-erība
lanzó una campaña, la sexta en la numeración oficial, para
destruir a la base elamita del fugitivo Bīt-Yakin
sobre la costa del Golfo Pérsico. Para cumplir esta tarea, tenía
artesanos sirios construyendo naves de diseño fenicio, para ser
tripulados por marineros procedentes de Tiro, Sidón y Chipre. Los
barcos se trajeron Tigris abajo hasta Opis y se arrastraron por
tierra hasta el canal de Arakhtu. Las tropas, caballos e impedimenta
asirios fueron cargados en los barcos, y zarparon Éufrates abajo,
Mientras que Sîn-aḫḫē-erība marchaba con otro cuerpo de hombre
a lo largo de la orilla. Haciendo el campamento cerca de la costa del
mar, ellos fueron abrumados por las olas para amontonarse en los
barcos durante cinco días y noches. Parece que los marineros
fenicios, acostumbrados al mediterráneo prácticamente sin mareas,
fueron cogidos desprevenidos por la marea del golfo. Finalmente,
fueron capaces de navegar a través del agua donde, después de un
desembarco difícil, se enfrentaron a los caldeos en una batalla
campal sobre el río Ulaya. Los asirios triunfaron, saquearon el
área, y llevaron sus embarcaciones cargadas de vuelta al rey que les
esperaba en la costa. Pero Sîn-aḫḫē-erība había sido
engañado.
Mientras
los asirios habían estado ocupados en el Golfo Pérsico, los
elamitas habían invadido Babilonia en el norte, a través del valle
del Diyala, y ocuparon Sippar. Fue un brillante golpe y cogieron a
los asirios completamente desprevenidos. Los babilonios entregaron a
Aššur-nādin-šumi, el príncipe asirio que Sîn-aḫḫē-erība
le había impuesto como rey, a los elamitas y fue llevado a Elam. Su
lugar sobre el trono babilónico fue ocupado por Nergal-ušēzib
(694-693). Pocos detalle de los sucesos que siguieron se conservan
pero queda claro que una lucha feroz comenzó cuando Sîn-aḫḫē-erība
hizo su camino al norte, intentando desesperadamente recuperar sus
pérdidas. El conflicto continuó en el siguiente año natural, 693.
En el decimosexto de Du’uzu (IV) Nergal-ušēzib capturó Nippur y
el primero de Tashritu (VII) los asirios tomaron Uruk. Seis días más
tarde una importante batalla tuvo lugar cerca de Nippur, y
Nergal-ušēzib fue tomado prisionero y transportado a Nínive.
Pero
Sîn-aḫḫē-erība estaba lejos de terminar. En el mismo año,
693, lanzó una ofensiva (oficialmente la séptima campaña) contra
Elam, donde su hijo había sido llevado al exilio. Volvió a capturar
Bīt-Khairi
y Rasa en la frontera y las convirtió en ciudades guarnición bajo
el control del gobernador de Dēr. Entonces saqueó y destruyó
numerosas ciudades, y cuando las noticias alcanzaron al nuevo rey de
Elam, Kutir-Naḫḫunte III (693-692), abandonó su capital,
Madaktu, y se ocultó en las montañas. Sîn-aḫḫē-erība ordenó
una marcha a Madaktu, pero el invierno cayó súbitamente y los
asirios regresaron a Nínive. Así, el conflicto final con Elam se
pospuso.
La
última gran batalla entre Sîn-aḫḫē-erība y la coalición
babilonio-elamita tuvo lugar en Khalule sobre el Tigris,
probablemente en 691, durante el curso de la octava campaña (de
acuerdo con la numeración oficial). Mušēzib-Marduk, al que
Sîn-aḫḫē-erība había obligado a huir a Elam en 700, regresó para reclamar el trono babilonio y ganó el apoyo elamita a través,
de acuerdo con las afirmaciones asirias, del pago de sobornos
procedentes del tesoro de Esagil. Los asirios marcharon al sur y se
encontraron con una gran fuerza de elamitas y babilonios en Khalule.
Hay dos relatos conflictivos sobre el resultado. La Crónica
Babilónica registra, en su lacónica manera, que los asirios se
retiraron, pero Sîn-aḫḫē-erība afirma, en una de las
descripciones más largas de una escena de batalla en los anales
asirios, que venció. Es un hecho que Mušēzib-Marduk permaneció
sobre el trono babilonio durante dos años de reinado después de la
batalla, y esto, tomado junto con la mayor fiabilidad de la fuente
babilónica, indicaría que Sîn-aḫḫē-erība, lejos de obtener
una gran victoria en Khalule, probablemente sufrió un revés o al
menos un freno a su avance. Pero él no pararía aquí.
Los
aliados habían ganado, en el mejor de los casos, un breve respiro;
en muy poco tiempo los asirios fueron capaces de aplicar una presión
considerable sobre Babilonia, y esto finalmente lelvó a la caída de
la misma Babilonia en 689. Desafortunadamente n tenemos una narración
coherente de los acontecimientos. En torno a mediados del año
después de la batalla de Khalule, es decir el quinto mes de 690,
queda claro a partir de una descripción contemporánea que la vida
en Babilonia y especialmente en la ciudad de Babilonia era horrible;
el asedio asirio había comenzado y el hambre, la necesidad y la
muerte estaban por todas partes. Tenazmente los babilonios rechazaron
someterse durante otros quince meses después de la fecha de esta
escena; pero el primero de Kislimu (IX) de 689 Babilonia fue
capturada. Sîn-aḫḫē-erība se vanagloria, en una descripción
que apesta a odio por Babilonia y los babilonios, que él destruyó
completamente la ciudad; desvió el agua de los canales para arrasar
no solo las construcciones sino el mismo montículo sobre el que se
sitúa Babilonia.
La
seria catástrofe fue el traumático effecto que este ultraje tuvo
sobre los babilonios mismos, pues marca un punto de inflexión en la
historia babilónica y en las relaciones asirio-babilónicas. Lejos
de resolver la cuestión babilonia mediante esta decisiva acción,
Sîn-aḫḫē-erība había encendido una chispa en el sur que
finalmente estalló en las llamas de una guerra de independencia.
Durante el resto de su reinado los babilonios sufrieron en silencio
aunque no reconocieron a Sîn-aḫḫē-erība ni a ningún otro como
rey después de que Mušēzib-Marduk fuera llevado al exilio a
Asiria; en sus crónicas oficiales hablaban de estos ocho años como
un periodo “de ausencia de rey en Babilonia”.
b)
Palestina
Al
lado de Babilonia, el más importante área en la política exterior
de Sîn-aḫḫē-erība
estaba en el oeste, especialmente en Palestina y Egipto. El centro de
interés era el reino de Judá bajo Ḥizqîyāhû (Ezequías).
Ḥizqîyāhû había sido
atraído hacia la intriga con Marduk-apla-iddina y con el apoyo
egipcio y nubio habían renunciado a la alianza asiria. Pero
Sîn-aḫḫē-erība,
una vez que hubo expulsado a Marduk-apla-iddina de Babilonia, estaba
preparado para afirmar su autoridad en Palestina, lo
cual hizo comenzando
con un campaña en 701. La
historia de las acciones militares de Sîn-aḫḫē-erība
en Palestina es un problema para los estudiosos modernos. Los dos
relatos principales de los acontecimiento relevantes se encuentran en
las inscripciones reales asirias y en la Biblia. Tanto
en los textos asirios como en el Antiguo Testamento el relato se
refiere a una invasión de Palestina llevada a cabo por
Sîn-aḫḫē-erība
y un asedio asirio de la ciudad de Jerusalén. Más allá de estas
semejanzas básicas, no obstante, las descripciones no son idénticas,
y, mientras que algo de esto puede atribuirse a la diferente
perspectiva de los autores, no todas las dificultades pueden ser
resueltas de este modo. Vamos a esbozar brevemente los
acontecimientos en cada relato y luego a considerar los problemas.
Los
anales de Sîn-aḫḫē-erība
afirman que la tercera campaña (701) estuvo dirigida contra Siria.
Sidón y Ascalón fueron tomadas por la fuerza pero otros estados,
incluyendo Arvad, Biblos, Samsimurun, Ashdod, Ammon, Moab y Edom
pagaron tributo sin resistencia. Los ciudadanos de Ekron (Amqarruna)
se asustaron porque habían entregado a su rey, Padi, como prisionero
a Ḥizqîyāhû, y
llamaron a Egipto y Nubia en busca de ayuda. Los
asirios se encontraron esta fuerza aliada en Eltekeh y reclamaron una
victoria. Elketeh y Timna fueron saqueadas, los nobles rebeldes de
Ekron fueron muertos y Padi fue devuelto de Jerusalén para sentarse
de nuevo sobre su trono. Ahora Sîn-aḫḫē-erība
puso asedio a Jerusalén. Durante el asedio las ciudades circundantes
fueron saqueadas y colocadas bajo la autoridad de Ashdod, Ekron y
Gaza. En este punto uno espera una exposición en los anales asirios
considerando la manera en la que se terminó el asedio de Jerusalén,
pero en su lugar hay una larga lista de botín que se nos cuenta que
fue enviada desde Jerusalén a Nínive.
Estos son los
acontecimientos como se narran en los anales de Sîn-aḫḫē-erība
y no hay duda de que todo esto había sucedido en trono a 700, ya que
el relato más completo, el Cilindro Rassam, se data en ese año. Sin
embargo, no puede haber certeza sobre las otras dos piezas de
indicios asirios: los relieves sobre los que se representa el saqueo
de Lachiš; y un texto fragmentario, que puede ser de Sîn-aḫḫē-erība,
en el que se describe la conquista de dos ciudades palestinas, siendo
una de ellas Azekah (el nombre de la otra está roto). Ni Lachiš ni
Azekah son mencionadas en ningún
relato analístico de la tercer campaña.
Volviendo
al relato bíblico, en el Libro de los Reyes se expone que
Sîn-aḫḫē-erība
tomó todas las ciudades fortificadas y luego, mientras estaba en Lachiš,
recibió de Ḥizqîyāhû
una enorme cantidad de
tributo. En el Libro de Crónicas, donde no aparece este pasaje, hay
una detallada narración de las medidas tomadas por Ḥizqîyāhû
para fortificar Jerusalén
donde el rab-šāqēh
arengó al pueblo, intentando persuadirles de su estupidez al confiar
en la ayuda egipcia. Ḥizqîyāhû,
sobre el consejo del profeta
Isaías, siguió en su sitio. Cuando el rab-šāqēh
informó de vuelta a Sîn-aḫḫē-erība,
al cual encontró en Libnah, llegó un mensaje de que Taharqa de
Nubia había partido para la batalla. Ahora, el asirio envió un
ultimatum a Ḥizqîyāhû
, pero Isaías aseguró a su rey que Sîn-aḫḫē-erība
nunca se acercaría a Jerusalén. El
relato bíblico prosigue: “Esa noche el ángel del Señor salió y
mató a 185.000 en el campamento de los asirios. Sîn-aḫḫē-erība
regresó a Nínive donde fue muerto por sus hijos.
A
menos que nosotros descartemos una o ambas de estas fuentes como no
fidedigna, estamos enfrentados con una interesante, y sin embargo
intrincada tarea de búsqueda histórica. Parece obvio que ambas
fuentes están describiendo esencialmente acontecimientos diferentes,
y que debemos lidiar con, al menos, una campaña palestina más
después de 701. Esta segunda campaña probablemente tuvo lugar a
finales del reinado (688-701), periodo para el que no se conserva
narraciones analísticas asirias. Asumiendo esto, vamos a esbozar una
reconstrucción hipotética.
La
primera invasión de Palestina por Sîn-aḫḫē-erība
tuvo lugar mas o menos como él la describe en los anales.
Probablemente venció en Elketeh, pues continuó saqueando esta y
otras ciudades. Es extremadamente improbable que sufriera cualquier
derrota o matanza severa en esta campaña, ya que fue capaz de llevar
a cabo una gran ataque sobre Babilonia al año siguiente. El asedio
de Jerusalén terminó en el pago por parte de Ḥizqîyāhû
de un enorme soborno a
Sîn-aḫḫē-erība
(quizás a este mismo incidente se hace referencia en II Reyes
18:14-16), pero por otra parte la ciudad no fue dañada. Durante los
años siguientes, mientras Asiria estaba ocupada con otros problemas,
Ḥizqîyāhû decidió
resistir cualquier futura invasión asiria al aliarse con Egipto y
fortificar Jerusalén para hacer frente a un asedio. Hasta 689
Sîn-aḫḫē-erība
estuvo ocupado con el problema babilonio, pero después de esta fecha
quedó libre para lanzar una nueva campaña hacia el oeste. A esta
campaña palestina tardía se puede asignar la conquista de Azekah y
el asedio de Lachiš.
Posiblemente, fue en esta
ocasión cuando el rab-šāqēh
hizo sus fracasados
viajes a Jerusalén y cuando el informe del avance de Taharqa fue
llevado a Sîn-aḫḫē-erība.
Antes de que la lucha comenzara, no obstante, sucedió una catástrofe
en el campamento asirio; el
relato bíblico habla de una matanza por el ángel del Señor, y Josefo
recuerda en esta conexión una historia de Herodoto sobre ratones
royendo a través de las cuerdas de los arcos del ejército de
Sîn-aḫḫē-erība.
Sea lo que fuera lo que ocurrió, Sîn-aḫḫē-erība
se retiró en confusión y deshonra. Cuán cerca está de la realidad
esta interpretación de nuestras fuentes deberá esperar al examen de
futuros descubrimientos.
c)
Otros asuntos militares
Las
restantes campañas de Sîn-aḫḫē-erība
son ensombrecidas por sus ofensivas babilonio-elamitas y
siro-egipcias y no se distinguen por ninguna ganancia territorial
definitiva. Dos campañas, la segunda (702) y la quinta (en alguna
parte del periodo 699-697) de acuerdo con la numeración oficial, se
dirigieron a las montañas al este de Asiria. En la primera de estas,
Sîn-aḫḫē-erība
atacó a los problemáticos Kassitas y Yasubigallianos en los Zagros.
Capturó Bīt-Kilamzakh,
guarnicionándola, y trasladando pueblos conquistados a ella. Los
Kassitas y Yasubigallianos estaban establecidos en Khardishpi y
Bīt-Kubatti,
las cuales fueron puestas bajo la autoridad del gobernador de
Arrapkha. Sîn-aḫḫē-erība
avanzó hacia Ellipi. Su rey, Ispabara, una vez vasallo de Šarru-kīn
II, evidentemente cambió de corazón, pues huyó. Los asirios se
precipitaron sobre el área, añadiendo Sisirtu, Kummakhu, y la
provincia de Bīt-Barru
a sus posesiones. Elenzaš fue hecha la capital, cambió el nombre a
Kar-Kharkhar. A su vuelta Sîn-aḫḫē-erība
recibió el tributo de los
medos. En la quinta campaña el ejército atacó al pueblo sobre el
Monte Nipur (Herakul Dag) y devastó sus ciudades. Entonces
Sîn-aḫḫē-erība
atacó a Maniyae, rey de la ciudad de Ukku de la tierra de Daiye. El
rey huyó y su ciudad fue capturada y saqueada.
Volviendo
a Anatolia, varios estados se habían rebelado a la muerte de
Šarru-kīn
II y Sîn-aḫḫē-erība
estuvo demasiado ocupado con otras fronteras como para hacer mucho
sobre esto. Envió nada menos que dos expediciones en Anatolia en
años sucesivos, 696 y 695. La primera fue contra Cilicia y sus
aliados, de los que se dice que habían bloqueado el camino a Que.
Hawkins ha sugerido que de hecho Que fue una vez más amistosa y
posiblemente un estado vasallo de Asiria y que el propósito de esta
campaña fuera asistir a Que. Sea como fuere, las ciudades rebeldes
de Ingira, Tarso e Illubru fueron tomadas y el líder, Kirua,
capturado con mucho botín y llevado a Nínive. La campaña de 695
fue
dirigida contra Tabal pero estuvo lejos de tener éxito, siendo
recordado el saqueo de únicamente una ciudad fronteriza,
Til-Garimmu.
Se
conoce una campaña más a partir de un texto fragmentario de
Sîn-aḫḫē-erība,
así como de alusiones en inscripciones de Aššur-aḫa-iddina
y Aššur-bāni-apli.
Esta fue contra los árabes
en el desierto arábigo septentrional e implicó la conquista del
asentamiento en el oasis de Adummatu (la bíblica Dumah, moderno
Dumat al-Jandal), donde la reina de los árabes había tomado
refugio. No pude haber certeza sobre la fecha de este acontecimiento,
aunque se ha sugerido 690 ya que la narración en el texto de
Sîn-aḫḫē-erība
sigue inmediatamente a una descripción de la octava campaña.
d)
Asesinato de Sîn-aḫḫē-erība
En
el 21
de Tebet (X) de 681, Sîn-aḫḫē-erība
fue asesinado y su hijo Aššur-aḫa-iddina
ascendió al trono. La identidad del asesino o asesinos no está
clara, y las circunstancias del asesinato sigue siendo uno de los grandes misterios de la historia antigua. El relato más detallado de
los relevantes acontecimientos se encuentra en una inscripción de
Aššur-aḫa-iddina,
escrita casi diez años más tarde; algunos hechos vitales también
son encontrados en la Crónica Babilónica, un texto de Nabû-nā’id
(Nabónido), Beroso (en acadio, Bêl-re'ušunu), la Biblia y Flavio
Josefo. Asarhadon nos cuenta que fue elegido por su padre como
heredero al trono, aunque tenía hermanos mayores, y la selección
fue anunciada a una gran asamblea de todos los asirios, incluyendo
los hermanos de Aššur-aḫa-iddina,
que juraron respetar el derecho del sucesor designado al trono.
Después
de que los hermanos conspiraran contra Aššur-aḫa-iddina,
le
difamaron ante su padre, quien así se volvió contra el príncipe
coronado, y Aššur-aḫa-iddina
se retiró a una residencia sin nombre en busca de seguridad; en
Nínive los hermanos tomaron las armas. Pero la rebelión no fue
apoyada por el pueblo de Asiria y Aššur-aḫa-iddina
regresó a Nínive, encontrando en el camino fuerzas rebeldes que se
habían reunido en Khanigalbat. Los insurgentes fueron abrumados por
el miedo y las tropas, lejos de resistir, unieron fuerzas con
Aššur-aḫa-iddina,
mientras que sus líderes huyeron de la escena para buscar refugio en
una “tierra desconocida”. Aššur-aḫa-iddina
entró en Nínive y ascendió al trono de su padre. Tal es la versión
de Aššur-aḫa-iddina
de este periodo trascendental.
Volviendo
a las otras fuentes, bajo el año 681 se registra en la crónica
Babilónica que Sîn-aḫḫē-erība fue muerto por su hijo en una
rebelión, y que la rebelión continuó en Asiria desde el día del
asesinato (el vigésimo de Tebetu (X), hasta el segundo de Addaru
(XII), unos 42 días más tarde; poco después, Aššur-aḫa-iddina
ascendió al torno de Asiria. En los tres pasajes relevantes de la
Biblia el relato sigue inmediatamente a la descripción de la gran
catástrofe que ocurrió al ejército asirio mientras estaba en
campaña en el oeste. De acuerdo a la narración bíblica y a un
relato similar en Josefo, Sîn-aḫḫē-erība fue adorado en la
casa de su dios “Nisroch” cuando sus hijos, “Adramelech y
Sharazer”, le mataron con la espada. Los asesinos escaparon a la
tierra de Ararat y Aššur-aḫa-iddina reinó en lugar de su padre.
Beroso dice que el culpable fue el hijo de Sîn-aḫḫē-erība,
“Ardumuzan”, y Nabû-nā’id simplemente dice que fue “su hijo
natural”.
La
información en la Crónica Babilónica, Beroso, Nabû-nā’id y la
Biblia es complementaria al relato de Aššur-aḫa-iddina y, de
hecho, resuelve un misterio, el destino de Sîn-aḫḫē-erība, pues
en ninguna parte Asarhadon expone que su padre fue asesinado. Pero más
allá de esto hay una considerable controversia entre los estudiosos
modernos sobre estos sucesos y en particular sobre la identidad del
asesino o asesinos. Todos los indicios apuntan a uno o más hijos de
Sîn-aḫḫē-erība y se han desarrollado dos teoría diferentes:
que el principal asesino fue un hermano mayor de Aššur-aḫa-iddina
llamado Arda-Mulissi, o que fue el mismo Aššur-aḫa-iddina. Antes
de decidir cual teoría es más digna de crédito, vamos a considerar
otros factores.
Como
trasfondo general debe recordarse que el regicidio, que es endémico
en una autocracia militar, no era desconocido en Asiria.
Tukultī-Ninurta
I cayó víctima de una conspiración y Šulmānu-ašarēd
III pudo haber tenido un destino similar. Como causa inmediata está
el hecho de que Aššur-aḫa-iddina
no era el hijo primogénito (su nombre significa “Assur ha dado un
hermano”) y sin embargo de alguna manera obtuvo el trono de su
padre. Aššur-aḫa-iddina
pretende que Sîn-aḫḫē-erība
le designó sucesor, y esto, desde luego, es cierto. Está
corroborado por el hecho de que, durante el reinado de su padre el
nombre de Aššur-aḫa-iddina
fue cambiado oficialmente, evidentemente en la época en que fue
nombrado sucesor, a Aššur-etel-ilani-ka’in-apla,
que significa “Aššur,
el más noble de los dioses, confirma al heredero”. Aquí descansan
razones suficientes para una revuelta por los decepcionados y celosos
hermanos.
La
causa de la rebelión, entonces, apunta a los hermanos mayores de
Aššur-aḫa-iddina
como los líderes más probables de la insurrección y asesinos de
Sîn-aḫḫē-erība.
Parpola ha argumentado sobre la base de una carta fragmentaria que, de
hecho, el nombre del principal asesino era Arda-Mulissi, el hijo
mayor superviviente antes de la designación de Aššur-aḫa-iddina
como heredero, y que este es el nombre conservado en las formas
mutiladas “Adrammelech” y “Ardumuzan” en otras fuentes. Hay
mucho que decir en esta teoría, pero, dado el estado fragmentario de
la carta, no puede ser probada definitivamente.
En
cuanto a la posible complicidad de Aššur-aḫa-iddina
en el crimen, si sus hermanos había npuesto a Sîn-aḫḫē-erība
contra Aššur-aḫa-iddina
por su calumnia, como Aššur-aḫa-iddina
nos cuenta que ellos hicieron, de nuevo es suficiente motivo. Otros
elementos posiblemente relacionados a las causas de la rebelión son
el fuerte resentimiento hacia Sîn-aḫḫē-erība
debido al saqueo de Babilonia ocho años antes, y el papel del harén
en los asuntos políticos bajo el liderazgo de la madre de
Aššur-aḫa-iddina,
Naqia, que se discutirá pronto. Pero,
la mayor parte de esto es conjetura y debe confesarse que el
asesinato de Sîn-aḫḫē-erība,
las circunstancias que lo rodean, y las causas que llevaron a él,
son puzzles no resueltos.
2.
Aššur-aḫa-iddina
(681-669)
a)
Egipto, Fenicia y los Árabes
Las
preocupaciones políticas de Aššur-aḫa-iddina
eran realmente una continuación de las del reinado anterior, la
ofensiva occidental y Babilonia. A esto se añade, no obstante, la
amenaza de varios pueblos beligerantes en las fronteras norte y
noreste y la actividad militar en Anatolia. Debemos ocuparnos primero
de la invasión de Egipto. Las amistosas relaciones que se
establecieron entre Egipto y Asiria cuando Tukultī-apil-Ešarra
III y Šarru-kīn
II alcanzaron sus fronteras se habían desvanecido por las
actividades anti-asirias de Egipto en Palestina durante el reinado de
Sîn-aḫḫē-erība, y es
razonable suponer que Sîn-aḫḫē-erība
había esperado invadir él mismo Egipto, para castigar al pueblo
responsable, los Kushitas. Después de su asesinato, su hijo tardó
poco tiempo en lanzar la ofensiva egipcia. En su segundo año de
reinado, 679, un ejército asirio se abrió paso directo a las
fronteras de Egipto, donde capturaron la ciudad de Arza y se llevó a
su rey, Asukhili, a Nínive. Pasaron cinco años antes de que
Aššur-aḫa-iddina pudiera
continuar este intento inicial, años en que las ciudades fenicias
llegaron a ser problemáticas, gracias a los agentes egipcios, y la siguiente fue un importante desastre. El ejército asirio, de acuerdo
con la Cronica Babilónica, fue derrotado en Egipto el 5 de Addar
(XII) de 274, No se conoce nada más de este acontecimiento, que es
ignorad en las inscripciones reales; en las Crónica de
Aššur-aḫa-iddina una
campaña menor a Babilonia ha sido sustituida por ella.
Solo
pasaron dos años antes del siguiente ataque sobre Egipto. No se
registra ninguna campaña militar para el año anterior, 672, año en
que Aššur-aḫa-iddina
reunió a sus súbditos juntos para jurar alianza a sus herederos,
pero este importante acontecimiento no ocupó el año entero y se
puede suponer que la mayor parte del año se dedicó a la preparación
para la siguiente invasión de Egipto. Tenemos una consulta oracular
en la que Aššur-aḫa-iddina
pregunta si esta campaña es aconsejable y si regresará de ella a
salvo. A comienzos de 671 los asirios partieron hacia Egipto y en el
camino sitiaron Tiro, un incidente que se discutirá más adelante.
El ejército asirio estuvo asistido en su progreso a través del
desierto del Sinaí por camellos incautados a los árabes para llevar
los pellejos de agua. A su llegada a Egipto combatieron con éxito
tres batallas campales con fuerzas egipcias, todas en el mes de
Du’uzu (IV). Cuatro días
después de la tercera batalla, el 22 del mismo mes, Menfis fue
tomada; Taharqa, el faraón, huyó pero su familia, incluyendo el
príncipe coronado, fue capturada. Aššur-aḫa-iddina
nombró reyes, gobernadores y otros oficiales para gobernar Egipto y
recaudar el tributo para Asiria y el dios Aššur.
La
penetración en Egipto marca el punto más alto en la expansión
imperialista de Asiria. A pesar de ello fue un éxito efímero; pues Egipto, aunque forzado a salir
temporalmente de los asuntos palestinos, estaba lejos de estar
sometido, como el mismo Aššur-aḫa-iddina
debe haberse dado cuenta. De hecho, tardó poco tiempo en regresar.
Poco después de un año lanzó una nueva expedición egipcia en 669.
No obstante, esta campaña fracasó, pues Aššur-aḫa-iddina
murió en el camino a Egipto y su hijo y heredero, Aššur-bāni-apli
(Aššurbanipal)
fue dejado para hacer frente a la cuestión no resuelta de la
conquista de Egipto.
Una
invasión con éxito de Egipto dependía del control de
Siria-Palestina; Sîn-aḫḫē-erība
había preparado el camino mediante sus actividades en Palestina y
había hecho esto de manera tan efectiva que, aparte de Fenicia, no
se conoce ningún estado en esta región que hubiera dado a
Aššur-aḫa-iddina algún
problema. Así, ya en 676 Aššur-aḫa-iddina
podía enumerar todos los estados costeros de Siria-Palestina
que le suministran materiales exóticos de construcción en Nínive;
esta incluía Tiro, Judá (es citado el rey Mənaššeh [Manasés]),
Edom, Moab, Gaza, Ascalón, Ekron, Biblos, Arvad, Samsimurun, Ammon y
Ašdod. Tiro y Ascalón iban
a causar problemas después de este momento, pero la omisión de
Sidón de la lista es significativo.
La
primera fuente de problemas en Fenicia fue Sidón. Sidón había sido
capturada por Sîn-aḫḫē-erība
en 701, pero a principios del reinado de Aššur-aḫa-iddina,
Abdi-milkutti, renunció al vasallaje asirio. En 677 Aššur-aḫa-iddina
capturó al ciudad costera y, de acuerdo con su relato, derribó la
muralla y la torre, pues Abdi-milkutti escapó en barco. La secuela a
esta acción tuvo lugar al año siguiente, 676, de acuerdo con la
Crónica Babilónica. Aššur-aḫa-iddina
cogió a Abdi-milkutti en el mar “como un pez” y le decapitó en
el mes de Tashritu (VII). Su familia y pueblo fueron trasladados a
Asiria y una nueva ciudad, llamada Kar-Aššur-aḫa-iddina,
fue erigida y colonizada con
gente deportada desde el este. Un aliado de Abdi-milkutti, Sanduarri,
que era rey de Kundu y Sissu (posiblemente en Cilicia), también fue
capturado y decapitado (XII/676), y las cabezas de los dos fueron
colgadas alrededor de los cuellos de sus nobles que desfilaron a
través de las calles de Nínive. Dos ciudades de Sidón fueron
entregadas a Baal, rey de Tiro.
Las
relaciones entre Tiro y Asiria durante este periodo merecen una mayor
atención. Baal, rey de Tiro, había firmado un tratado de vasallaje
con Aššur-aḫa-iddina,
una copia del cual se conserva. Las cláusulas consevadas en el texto
dañado están relacionadas con los derechos de comercio de los
tirios y los derechos de
salvamento en el caso de naufragio. Los acontecimientos que llevaron;
a la conclusión de este tratado son desconocidos; no aparece ninguna
referencia a una conquista de Tiro en las fuentes del reinado de
Sîn-aḫḫē-erība
y es extremadamente improbable que tal victoria se hubiera
conseguido. No obstante, Sîn-aḫḫē-erība
se vanagloriaba de que había obligado a los tirios, entre otros, a
manejar sus barcos en la expedición a través del Golfo Pérsico, y
los tirios aparecen en la lista de pueblos trasladados a Nínive para
sus grandes proyectos constructivos. Pero ambos actos deben haber
sido por mutuo acuerdo más que por coherción
unilateral. Sea como fuere, más tarde Baal eligió revocar el
tratado con Aššur-aḫa-iddina
y aliarse con Taharqa. Así, cuando Aššur-aḫa-iddina
lanzó su campaña egipcia en 671, puso asedio a Tiro antes de marchar
a Egipto. El resultado del asedio no es registrado, aparte de la
grandiosa declaración de Aššur-aḫa-iddina
de que él conquistó Egipto y privó a Baal de todas sus ciudades y
posesiones. Probablemente
Tiro no cayó realmente
pero el asedio pudo haber sido
continuado
por un contingente asirio, mientras que el núcleo de las tropas
avanzaron hacia Egipto. Hubo también problemas con Ascalón que
implicaron
a los egipcios, como sabemos a partir de dos solicitudes
oraculares, y estas probablemente ocurrieron más o menos al mismo
tiempo.
El
ataque sobre Egipto dependía, como hemos visto, sobre una
cooperación con los árabes en la Península del Sinaí. Esto no fue
el único contacto con los árabes durante el reinado de
Aššur-aḫa-iddina,
pues se preocupó de mantener el control sobre el oasis de Adummatu
que Sîn-aḫḫē-erība
había capturado. Hazael, su rey, rindió homenaje a Aššur-aḫa-iddina
y llevó ricos presentes a Nínive. El asirio le restauró las
estatuas de sus dioses, pero no antes de inscribir su propio nombre
sobre ella. Una cierta Tabua, que había ascendido en la corte
asiria, fue nombrada reina de los árabes y le permitió regresar con
su pueblo. Cuando Hazael murió, Yauta’,
su hijo, le sucedió en el trono y su posición fue reconocida por
Aššur-aḫa-iddina.
El juramento de sumisión de los árabes a Asiria, lo que se suponía
por estos sucesos, súbitamente se convirtió en importante cuando
estalló una rebelión contra Yauta’.
Aššur-aḫa-iddina
envió una expedición que sometió a los rebeldes. Posteriormente
Yauta’
se rebeló contra Aššur-aḫa-iddina
y escapó, después de una derrota a manos de los asirios, para
quedar libre del yugo asirio hasta el reinado de Aššur-bāni-apli,
a partir de cuyo relato es conocido este acontecimiento.
En
este contexto, debe ser mencionada también una campaña contra Bazza
en 676, ya que ahora generalmente se supone, aunque todavía es muy
incierto, que Bazza estaba en el este o noreste de la península
arábiga. Aššur-aḫa-iddina
describe Bazza como un área salada y un lugar de sed. En esta
campaña afirma que ha matado 8 reyes y arramblado con su botín y su
pueblo. Posteriormente instaló a un cierto Layale, rey de Yadi‛,
como rey de Bazza, después de que este hombre hubiera llegado a
Nínive en busca de ayuda.
b)
Anatolia
Hay
mucha incertidumbre sobre las actividades de Aššur-aḫa-iddina
en Anatolia, debido en gran medida a la naturaleza de nuestras
fuentes, y puede ser que ocurrieran más cosas en esta frontera de
los que nuestro pedazos de información indican. El
alarde expansivo de Aššur-aḫa-iddina
de que todos los reyes en el mar desde Yadnana (Chipre) y Yaman
(Jonia) hasta Tarsisi (Tarso) eran sumisos y pagaban tributo apoyaría
esta sugerencia, aunque tales pretensiones nunca pueden ser aceptadas
sin crítica. Otra fanfarronada de Aššur-aḫa-iddina
también es de interés a este respecto; las listas enumeran los
nombres de 10 reinos en Chipre, que el suministran exóticos
materiales de construcción, y esta lista de nombres, en su mayor
parte, griegos es significativo: Idalium (Edi’il), Chytri
(Kitrusi), Salamis? (Sillua), Pafos (Pappa), Soli? (Silli), Curium
(Kuri), Tammassus (Tamesi), Citium (Qartikhadasti), Ledra (Lidir) y
Nuria (Nuriya).
Quizás
la más seria amenaza para la influencia asiria en Anatolia era ahora
los cimerios liderados por Teušpa, y Aššur-aḫa-iddina
fue capaz de derrotarle en Khubušna (en la vecindad de la moderna
Kara Hüyük?). Este suceso probablemente se haya de fechar en 679,
ya que la Crónica de Aššur-aḫa-iddina
registra una matanza de los cimerios por ese año. Entre 679 y 676
hubo al menos una y posiblemente dos campañas anatolias contra
estados que habían sido una vez dependencias asirias. Khilakku y
Tabal fueron atacados pero la expedición fue infructuosa, y quedaron
para que Aššur-bāni-apli
les ganara de nuevo. Otro acontecimiento de importancia tuvo que ver
con Sanduarri, rey de Kundu y Sissu. La identidad de este rey ha sido
un misterio durante mucho tiempo, pero ya que Kundu y Sissu parecen
haber estado en la región de Cilicia, Winter y Hawkins han sugerido
que Sanduarri es semejante a Azatiwatas, conocido a partir de las
inscripciones jeroglíficas hititas, y que su área de control
incluía Que. En cualquier caso, Sanduarri se unió a Sidón en una
alianza naval contra Asiria, hecho mencionado antes. En 676 los
asirios derrotaron a los aliados y Sanduarri fue capturado y
decapitado.
Un
ominoso enemigo fue un Mugallu quien, aunque en algún momento había
buscado la amistad con Aššur-aḫa-iddina,
hizo alarmantes incursiones, a veces confabulado con Iškallu
de Tabal, y asedió y capturó Melid. En 675 los asirios lanzaron una
expedición contra Mugallu en Melid, pero el resultado del ataque no
se registra y el incidente entero está desaparecido de las
inscripciones reales, una fuerte indicación de que la ofensiva había
fallado.
c)
El norte y el noreste
Asiria
bajo Sîn-aḫḫē-erība
tuvo un breve respiro de cualquier amenaza seria sobre la frontera
norte y noroeste, pero por el reinado de Aššur-aḫa-iddina
nuevos peligros habían aparecido que dirigieron la atención asiria
una vez más a estas regiones. La escena es confusa porque, como es
habitual con su reinado, no hay un relato coherente de los
acontecimientos. Toda una variedad de pueblos, la mayor parte de los
cuales hablaban lenguajes indoeuropeos, son citados en las fuentes:
algunos (los Sapardeos, Medos, Manneos y Cimerios) habían sido
encontrados por los asirios de periodos anteriores, mientras que los
escitas eran recién llegados. En general, estos pueblos tenían una
causa común en su ambición para arrebatar territorio y riqueza
desde el imperio de Asiria, pero en la práctica raramente se unían
para conseguir este fin, y en ocasiones un grupo, o sub-grupo,
incluso podía alinearse con un monarca asirio. Los asirios, por su
parte, se preocupaban tanto por la seguridad de sus fronteras y por
el continuo suministro de caballos procedente de este área, una ruta
de suministro que constantemente estaba hostigada por estos pueblos.
De muchas maneras, los documentos mas informativos eran las
solicitudes oraculares. Como se observó anteriormente, estos
textos se refieren a varias materias, pero el núcleo de ellos tratan
de cuestiones sobre los grupos hostiles objeto de discusión. Si este
desequilibrio es o no una coincidencia debe quedar como una cuestión
abierta.
Los
Manneos y los Escitas a veces operaban como aliados, y
Aššur-aḫa-iddina
se vanagloria de una victoria sobre los Manneos y el ejército de
Išpaka,
su aliado escita, que posiblemente ocurrió en 676. Una consulta oracular, que probablemente data de después de este suceso, habla de
escitas que vivían en Mannea; la consulta es si ellos emergerían
desde el paso de Khubuškia,
al sur del lago Urmia, y las ciudades saqueadas en la frontera
asiria. Una de las consultas oraculares más interesantes registra
que Bartatua (habitualmente identificado con el Protothyes de
Herodoto), rey de los escitas, ha enviado mensajes a Aššur-aḫa-iddina
pidiendo una princesa asiria en matrimonio; pregunta si, en el caso
de que Aššur-aḫa-iddina
acceda, el escita honrará el vínculo forjado. Este incidente
probablemente debe datarse después de 676 también pero posiblemente
antes de las otras consultas oraculares sobre los escitas. Se
desconoce si Aššur-aḫa-iddina
estuvo de acuerdo con la propuesta. La agresión mannea consiguió la
captura de fortalezas asirias, algunas de las cuales fueron
recuperadas por Aššur-bāni-apli.
Los
Medos fueron un pueblo más bien especial durante el reinado de
Aššur-aḫa-iddina,
pues muchos
de ellos se convirtieron en vasallos juramentados de Asiria. Una
expedición asiria contra la tierra de Patušarri
(localización incierta), descrita sobre la frontera
del desierto de sal en el centro de Media a
través del monte Bikni, trajo de vuelta a los gobernantes Šidiparna
y Eparna junto con su pueblo y botín. Debido a que estos diversos
gobernantes llegaron a Nínive con regalos de caballos y lapislázuli,
para obtener una alianza con Asiria (antes de 676) y Aššur-aḫa-iddina
envió a sus eunucos como gobernadores de sus distritos. Unos pocos
años más tarde, en 672, Aššur-aḫa-iddina
reunió a los representantes de todos sus pueblos sometidos para
jurar alianza a sus sucesores designados, y unas pocas copias del
registro de este juramento que fueron recuperadas en tiempos modernos
hacen referencia a príncipes medos. Pero las relaciones no siempre
fueron pacíficas. Los medos siempre fueron considerados como una
amenaza potencial y en muchas consultas a los oráculos eran listados
regularmente como un posible enemigo.
El
principal enemigo en estas consultas oraculares era un hombre llamado
Kaštaritu,
que es descrito como un el “gobernante de la ciudad” de
Kar-Kašši.
Generalmente se asume por los historiadores modernos que este
gobernante es idéntico a Fraortes, rey de los medos, cuya historia
es brevemente descrita por Herodoto; pero, como Labat ha observado,
esta identificación de ningún modo es cierta. En cualquier caso,
Kaštaritu
era un peligroso enemigo y las consultas oraculares, que posiblemente
datan del periodo 676-672, indican que él estaba atacando una
fortaleza fronteriza tras otra. En estos textos Kaštaritu
habitualmente aparece en una lista de varios atacantes potenciales,
una lista que también incluía regularmente a Sapardeos, Cimerios,
Manneos y Medos. Debe observarse que estos enemigos son considerados
como posibilidades potenciales, y no existe ninguna indicación de
que Kaštaritu
estuviera a la cabeza de una alianza que abarcara a todos ellos.
Por
casualidad tenemos una narración detallada de una acción militar en
la región de la antigua Urartu, la conquista de Šubria en 673.
Šubria y su capital Ubumu estaban en la costa del lago Van. Nuestra fuente principal para esta campaña es una carta a un dios, un genero
de texto ya destacado en el apartado de Šarru-kīn.
La carta de Aššur-aḫa-iddina
es muy similar a la de Šarru-kīn,
incluso en el punto de listar las mismas bajas al final. El comienzo
del texto está desaparecido, y la primera porción conservada se
refiere a los asirios que habían huido a Šubria, en busca de
refugio. No
se nos cuenta de qué crímenes eran culpables estas gentes, pero se
ha sugerido que incluían a los conspiradores que mataron a
Sîn-aḫḫē-erība.
De acuerdo con este texto, Aššur-aḫa-iddina
escribió al gobernante de Šubria pidiéndole que enviara heraldos a través de la tierra exhortando al pueblo a
descubrir a los refugiados políticos. El documento está muy dañado
en este punto pero evidentemente la contestación de Šubria
fue
satisfactoria. Una serie de mensajes fueron intercambiados entre los
dos gobernantes pero no son aprovechables; aunque los Šubrios
finalmente suplican a Aššur-aḫa-iddina
que acepte su sumisión, se había demorado demasiado tiempo, de
acuerdo con el relato asirio. Habiendo establecido un casus
belli,
Aššur-aḫa-iddina
invadió Šubria
para poner asedio a Ubumu. Los asirios construyeron un muro de asedio que
los sitiados intentaron incendiar, pero el viento cambió y las
llamas destruyeron las defensas de la ciudad Ubumu fue saqueada y los
refugiados políticos fueron capturados y mutilados. Los fugitivos
urartianos, que el rey de Šubria
había
rehusado entregar a Urartu, también fueron descubiertos y enviados
de vuelta a su país. Evidentemente Aššur-aḫa-iddina
estaba dispuesto a renovar la
amistad con Urartu, un estado que, aunque debilitado, podía ser de
algún apoyo contra la multitud de pueblos que se desplazaban en el
interior de esta región. Aššur-aḫa-iddina
reconstruyó la ciudad, la renombró, asentó pueblos deportados en
ella, y designó a dos de sus eunucos como gobernadores.
d)
Elam
Las
relaciones con Asiria y Elam fluctuaron durante la soberanía de
Aššur-aḫa-iddina.
No hay registros de ninguna interferencia elamita durante los últimos
años de Sîn-aḫḫē-erība,
ni durante la confusión que rodeó la ascensión de
Aššur-aḫa-iddina,
a pesar del intento de un grupo de disidentes babilonios para
persuadir a Elam de hacer la guerra con Aššur-aḫa-iddina
a la muerte de Sîn-aḫḫē-erība.
Sin embargo, los elamitas no estaban dispuestos favorablemente hacia
Asiria después del tratamiento de Sîn-aḫḫē-erība
hacia ellos. A principios del reinado de Aššur-aḫa-iddina,
un cierto Bel-iqiša,
un gambuleano, llevó regalos que incluían ganado y mulas a la corte
asiria; sus presentes fueron aceptados, el hombre y su pueblo se
convirtieron en vasallos asirios, y fueron utilizados para la
guarnición de una fortaleza, Ša-pi-Bel, en la frontera elamita. Una
expedición asiria contra los barnakkeos (quizás semejantes a los
Bīt-Burnakki
en Elam septentrional) pudo haber ocurrido en torno a esta época,
siendo la intención reforzar las posesiones de Asiria en la frontera
elamita. Fue probablemente después, y posiblemente como resultado de
estas acciones, cuando los elamitas y los “Guti” (es decir,
bárbaros de las montañas) enviaron embajadores para concluir un
tratado de paz en Nínive. Este acuerdo fue celebrado en o antes de
676, y puede haber sido no más que una treta para calmar la
vigilancia asiria en la frontera elamita.
En
cualquier caso, en 675, de acuerdo con la Crónica Babilónica, los
elamitas súbitamente
invadieron Babilonia, probablemente descendiendo por el valle del
Diyala, y capturaron
Sippar. Ya que esto es el mismo año para el que las crónicas
registran la campaña asiria contra Melid, el resultado de la cual no
es registrada, es posible que hubiera una conexión entre los dos
eventos. Los elamitas pueden haber estado motivados para atacar por
la ausencia del principal ejército asirio en Anatolia, y la
expedición contra Melid pudo haber sido abandonada súbitamente, de
modo que el ejército pudiera volver corriendo para encargarse de la
alarmante situación. Los elamitas habían utilizado una estrategia
con efecto devastador en 694, cuando cayeron sobre Sippar mientras
Sîn-aḫḫē-erība
estaba ocupado en el golfo Pérsico. Pero no puede ser cierto que
fuera
así como
se desarrollaron
los acontecimientos en 675, ya
que nuestras fuentes no dan datos precisos, y de hecho, en la Crónica
Babilónica, la incursión elamita es narrado en primer lugar. A
propósito, la captura de Sippar, siendo una desgracia para
Aššur-aḫa-iddina,
no es mencionado en la Crónica de Aššur-aḫa-iddina
o las inscripciones reales.
No
se disponen de otras informaciones para la incursión de 675, pero
otros puntos registrados en las crónicas son relevantes casi
definitivamente: en el mismo año el rey elamita Ḫumban-ḫaltaš
II (681-675), murió y fue sucedido por su hermano Urtak (Surtaku);
dos prominentes figuras en Babilonia fueron llevados como prisioneros
a Asiria, y a finales del año siguiente, 674, las imágenes divinas
de Akkad fueron devueltas a Babilonia desde Elam. Se pueden
reconstruir los acontecimientos de 675 a partir de estos detalles
circunstanciales, y demuestran que el golpe elamita había fallado su
objetivo. La muerte inesperada del rey de Elam fue probablemente la
ocasión para la retirada elamita de Sippar, pues si
Aššur-aḫa-iddina
les hubiera expulsado, él se habría vanagloriado del hecho en las
inscripciones, y los dos prisioneros tomados a Asiria de Babilonia
deben haber estado implicados en el ataque elamita sobre Sippar.
Súbitamente, los elamitas, se encontraron ellos mismos en mala
situación; deliberadamente habían provocado hostilidades con
Asiria, pero sin ninguna ganancia tangible. Así que hicieron un
gesto conciliatorio hacia Aššur-aḫa-iddina,
que estaba restaurando activamente Babilonia, mediante el retorno de
algunas estatuas divinas a Babilonia que ellos
se habían llevado en una ocasión previa, quizá en 694. Asarhadon
aceptó el gesto y se hizo un tratado, como sabemos por las cartas que
no solo se refieren al tratado sino también al hecho de que los dos
monarcas intercambiando niños, para ser educados unos en la corte de
los otros.
e)
Otros asuntos militares y hombres prominentes
Aparte
de los asuntos de Babilonia no hay mucho más que decir sobre los
acontecimientos militares durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina.
Aššur-aḫa-iddina declara,
en un texto no fechado, haber impuesto tributo sobre Dilmun y su rey
Qana, pero no tenemos otra información sobre esto. Hay un fragmento
de información tentador durante el año 670 en las crónicas: “En
Asiria el rey pasó por la espada a sus numerosos oficiales”.
Desafortunadamente no se conocen más detalles sobre este asunto,
pero la causa de la masacre debe haber sido el descubrimiento de un
traidor complot.
Muy
poco se sabe sobre oficiales del ejército asirio como individuos, ya
que raramente son mencionado en las inscripciones reales, y los
textos de este reinado no son una excepción; pero afortunadamente se
dispone de más información a este respecto en las consultas
oraculares. Alguno de estos documentos se refieren a expediciones que
eran dirigidas por Ša-Nabû-šu,
jefe eunuco, y las expediciones cubren un amplio espectro geográfico
que incluía Ellipi, Melid y Tabal, así como la tercera expedición
a Egipto. Este general puede ser el mismo que el epónimo delmismo
nombre en el reinado de Aššur-bāni-apli
(658). Al hablar de hombres notables es bueno recordar a
Aba-Enlil-dari, el ummânu o
visir de Sîn-aḫḫē-erība
y Aššur-aḫa-iddina,
que se llamaba Ahiqar en arameo y al que se atribuía un texto de
sabiduría en arameo, el cual disfrutó de popularidad mucho tiempo,
mucho tiempo después de esta era.
f)
Babilonia
La
política de Aššur-aḫa-iddina
hacia Babilonia era diametralmente opuesta al tratamiento hostil y
vengativo impuesto por Sîn-aḫḫē-erība
en sus últimos años; donde el padre había invadido y asolado, el
hijo intentó el apaciguamiento a través del programa de
reconstrucción y buen gobierno. En vista de la dramática diferencia
entre las políticas babilónicas de Sîn-aḫḫē-erība
y Aššur-aḫa-iddina, los
historiadores han sugerido que hubo dos grupos o partidos en Asiria,
uno pro-babilonio y el otro anti-babilonio, y, aunque esto es
probablemente una simplificación excesiva, hay mucho que decir sobre
la idea. Los puntos de vista opuestos estaban motivados
indudablemente por motivos diversos: políticos, económicos,
sociológicos, religiosos y culturales; y sería un error sobre la
base de nuestros indicios actuales señalar uno de estos como el
propósito principal. En cuanto a la actitud personal de
Aššur-aḫa-iddina somos
completamente ignorantes.
Por
supuesto, la política de apaciguamiento de Aššur-aḫa-iddina
puede ser explicada, sin recurrir a la teoría de los dos partidos,
como una reacción natural al duro y desastroso curso que había
seguido Sîn-aḫḫē-erība.
Tal reacción pudo haber estado tras el asesinato de Sîn-aḫḫē-erība,
como sugerimos antes, y esto pudo haber ocurrido con o sin un partido
pro-babilonio de los asirios. De paso debe destacarse que a la teoría
de que Aššur-aḫa-iddina
fue gobernador de Babilonia durante el reinado de Sîn-aḫḫē-erība
le falta indicios de apoyo.
Aššur-aḫa-iddina,
según parece, estaba más preocupado que cualquiera de sus
predecesores que gobernaron en Babilonia con la situación real de
esa tierra, y las cartas del periodo a la corte asiria están llenas
de informes y quejas respecto a sus oficiales en Babilonia. Estos
documentos dejan una firme impresión de que Aššur-aḫa-iddina
mantuvo una estrecha atención personal sobre los detalles de la
administración babilónica. En años posteriores fue ayudado en esto
por su hijo, Šamaš-šuma-ukin, que fue nombrado príncipe coronado
de Babilonia. El rey cosechó su recompensa en que, mientras siempre
es evidente algún resentimiento anti-asirio, hubo pocos disturbios
políticos serios en esta parte de su reino durante su soberanía, e
incluso esos pocos no fueron de ningún modo comparables a los
problemas que habían asolado a su padre.
El
primer ejemplo de auténtico desafío a la autoridad de
Aššur-aḫa-iddina en
Babilonia ocurrió durante la confusión que rodeó la ascensión.
Nabû-zer-kitti-lišir, hijo
del célebre Marduk-apla-iddina II y gobernador del País del Mar,
revocó su juramento de lealtad a Asiria y remontando el Éufrates
puso sitió Ur y a su gobernador Ningal-iddin. El asedio fue
socorrido y Nabû-zer-kitti-lišir
huyó a Elam, donde fue asesinado. Aššur-aḫa-iddina
finalmente nombró al hermano del fugitivo, Na’id-Marduk,
en su lugar como gobernador del País del Mar.
Dos
años más tarde, en 678 un caldeo llamado Šamaš-ibni, de los
Bīt-Dakkuri,
tomó por la fuerza tierra agrícola perteneciente a Babilonia y
Borsippa. Una expedición asiria capturó a Bel-ibni y él junto con
el oficial šandabakku de
Nippur, que debe haber estado envuelto en este crimen, fueron
transportados a Asiria y ejecutados. Nada más de significancia
militar importante ocurrió hasta la incursión elamita sobre Sippar
en 675, suceso discutido antes. La deportación y ejecución de dos
oficiales, un dakkuriano y el oficial šandabakku
de Nippur, que siguió a este
acontecimiento sugiere
que alguna gente importante en Babilonia no eran inocente con
respecto al ataque elamita. Para el año siguiente se registra en la
Crónica de Aššur-aḫa-iddina,
en lugar de la derrota asiria
en Egipto destacada en la Crónica Babilónica, que los asirios
marcharon contra Ša-amile,
una ciudad en Babilonia meridional; las circunstancias que rodean
esta incursión no se registraron. Estos son los enfrentamientos
militares más importantes que se conocen que tuvieron lugar en
Babilonia durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina.
g)
Naqia y el haren
La
madre de Aššur-aḫa-iddina,
Naqia, fue mencionada en la discusión del asesinato de
Sîn-aḫḫē-erība, pero
ahora es tiempo de decir más sobre ella. La mujer llevaba tanto un
nombre arameo, Naqia, como uno asirio, Zakutu, y evidentemente era de
linaje arameo. Ella se casó con Sîn-aḫḫē-erība
mientras era príncipe coronado y se ascendió durante su posterior
reinado para convertirse en dama principal en el harén real, cuando
su hijo, Aššur-aḫa-iddina
fue nombrado príncipe coronado. El ascenso fortuito en posición,
ocasionado por el trágico destino del hijo primogénito de
Sîn-aḫḫē-erība,
Aššur-nadin-šumi,
fue una oportunidad que Naqia utilizó para obtener una autoridad sin
precedentes. Su nueva posición llevó riqueza, pues las tierras de
la reina madre, ahora o bien depuesta como dama principal o muerta,
fueron transferidas a Nínive, y tenía un texto exactamente igual
que una inscripción real, inscrita para commemorar este hecho. Ella
se comportaba como un rey de otras maneras: dedicó objetos de culto;
se le dedicaron informes y oráculos sobre asuntos militares; un
escultor fue encargo para hacer una estatua; y ella fue retratada en
un relieve que se situaba tras el rey. Cuando ella enfermó,
Aššur-aḫa-iddina recurrió
a la adivinación mediante el sacrificio de animales para descubrir
si ella se recobraría, y las copias de sus ansiosas preguntas han
sobrevivido. Estos dispersos trozos de indicios no proporcionan un
retrato completo del carácter y acciones de Naqia, pero hay
suficiente para indicar que su posición fue, al menos, tan
influyente como la de Semíramis, si acaso no más, y puede ser que las
leyendas tardías de Semíramis incorporaran relatos de Naqia.
Hay
referencias a otras mujeres en el harén de Aššur-aḫa-iddina.
Una de sus más importantes esposas, Ešarra-khamat,
tuvo un mausoleo erigido en Aššur,
en el que fue enterrada en 673. Fue una babilonia y sin duda la madre
de Šamas-šuma-ukin,
lo cual explica su alto estatus. La madre de Aššur-bāni-apli,
por otra parte, vivió para ver el reinado de su hijo.
h)
La sucesión
Aššur-aḫa-iddina
estaba muy preocupado sobre la sucesión, lo que no es sorprendente
cuando consideramos las circunstancias de su propia ascensión al
trono, y dispuso cuidadosos planes. En el mes de Ayyaru (II) de 672
el rey reunió a representantes de todas partes del imperio y les
juró por los dioses que llevaría a cabo sus deseos con respecto a
la sucesión. Los numerosos juramentos toados en esta ocasión fueron
registrados en extensas tabletas de arcilla, una tablilla para cada
grupo de gente. Algunos de estos textos han sobrevivido, todos
relacionados con los medos como mencionamos antes. El modo de
sucesión era totalmente nuevo: Aššur-bāni-apli
fue nombrado su heredero al trono en Asiria y Šamas-šuma-ukin
heredero al trono en Babilonia. Así, la cuestión babilónica se
había vuelto tan importante que era un factor principal en la
sucesión al trono. Si esta decisión de dividir la corona era sabia
o no es cuestionable. En ese momento Aššur-aḫa-iddina
fue felicitado por al menos un eminente asirio por su sabiduría,
pero las raíces de la guerra civil que se iba a librar entre
Aššur-bāni-apli y
Šamas-šuma-ukin
se pusieron aquí.
Ambos
sucesores eran hijos de Aššur-aḫa-iddina,
aunque de diferente madre, y Šamas-šuma-ukin
parece haber sido el mayor de los dos. La madre de Šamas-šuma-ukin
era una babilonia, lo que contaba para su designación al trono
babilonio. Aššur-bāni-apli,
como heredero de Asiria, entró en la “Casa de Sucesión”
(Bīt-redûti)
en Tarbisu. El palacio en
Tarbisu era la residencia tradicional del presunto heredero asirio:
Sîn-aḫḫē-erība
había vivido allí antes de su sucesión y fue durante este periodo
cuando Aššur-aḫa-iddina
nació allí. Como se señaló anteriormente, Aššur-aḫa-iddina
engrandeció el palacio para Aššur-bāni-apli.
A ambos príncipes le fueron
asignados importantes deberes
administrativos, directamente bajo el rey, una costumbre de la época
sargónida. Uno de las estipulaciones de los juramentos de lealtad a
los príncipes coronados era que todos los asuntos de sedición debe
ser informados a ellos, una provisión a la cual hay frecuentes
referencias en la correspondencia- Parece que la responsabilidad de
Šamas-šuma-ukin
era Babilonia, mientras que
Aššur-bāni-apli tenía autoridad sobre el resto del imperio.
Aššur-aḫa-iddina
tuvo otros hijos y al menos una hija. Sin-nādin-apli era el hijo
mayor, pero el silencio total de las fuentes,
aparte de una consulta oracular, con respecto a este príncipe
sugiere que murió joven. Fue afortunado que Aššur-aḫa-iddina
hiciera una preparación tan elaborada y diera a sus herederos
entrenamiento en la administración del imperio, pues de otro modo su
súbita muerte pudo haber acabado en un caos. La sucesión siguió
con suavidad aunque se tomó la precaución, después de su muerte,
de haber reafirmado los
juramentos de lealtad tanto por los otros hermanos como por el pueblo
en general. Fue Naqia quien tuvo un registro redactado de estos
renovados votos, evidencia de que su influencia se incrementó
incluso más con la ascensión de su nieto.
i)
Conclusión
A
pesar de su breve gobierno y prematura muerte, Aššur-aḫa-iddina
fue el rey que añadió la joya más decorativa a la tiara asiria,
Egipto. Por supuesto, el camino había sido preparado por su padre
pero esto no disminuye el éxito de su hijo. En el otro extremo del
imperio, en Babilonia, Aššur-aḫa-iddina
heredó un estado de los asuntos bastante diferente, y tuvo el buen
sentido de hacer su mayor esfuerzo por reparar la horrible herida
infligida por Sîn-aḫḫē-erība.
En Anatolia perdió tierras para los nuevos invasores, los cimerios,
y los medos y escitas en las fronteras norte y noreste se habían
convertido en un serio problema, un anticipo del golpe final que
vendría.
III.
El Reinado de Aššur-bāni-apli (669-627)
1.
Egipto y el oeste
Las
relaciones de Aššur-bāni-apli con Egipto están resaltadas por dos
brillantes campañas: la primera, contra Taharqa, culminó con la
recuperación de Menfis (667); la segunda, contra Tantamani, fue
coronada por la captura de Tebas (c.663).
La muerte de Aššur-aḫa-iddina
en route a Egipto en
669 significó que la ambición
asiria en Egipto fue suspendida mientras el nuevo rey,
Aššur-bāni-apli, consolidaba su posición doméstica. Taharqa tomó
ventaja de la situación al ocupar Menfis
y lanzar un ataque contra la guarnición asiria estacionada allí por
Aššur-aḫa-iddina.
Cuando las noticias de esta acción alcanzaron Nínive,
Aššur-bāni-apli envió inmediatamente una fuerza asiria a Egipto,
la cual encontró y derrotó en Kar-baniti a un ejército mandado por
Taharqa. Tan pronto como la palabra del desastre alcanzó Menfis,
Taharqa abandonó la ciudad y remontó el Nilo par tomar refugio en
Tebas. Los asirios, cuyo número fue aumentado por auxiliares
aportados por una serie de reinos en la región mediterránea y por
vasallos egipcios, incautó barcos para perseguir al enemigo por el
Nilo. Taharqa abandonó Tebas y se preparó para defender la orilla
opuesta del río.
La
narración de la persecución propuesta, conservada solo en tempranas
ediciones de los anales, se detiene abruptamente en este punto y es
seguida por una descripción de traición por parte de los vasallos
asirios en Egipto. Así, como Saplinger has sugerido, se sospecha que
la marcha asiria a Tebas fue evitada o interrumpida por el
descubrimiento de la traición. Nekaw (=
Necao, <672-664),
Sharru-lu-dari y Pakrur, príncipes egipcios a los que
Aššur-aḫa-iddina
había reconocido anteriormente, se comunicaron secretamente con
Taharqa, buscando una alianza. Los mensajeros fueron
capturados y el complot revelado a los asirios. Posiblemente,
fue en esta emergencia cuando el ejército abandonó su expedición a
Tebas, aunque esto no se afirma en nuestras
fuentes, y de inmediato sofocó la rebelión. Los asirios castigaron
en su inimitable estilo a
todos los que estaban implicados en la conspiración con la excepción
de Nekaw, que fue reinstalado con muchos
honores como príncipe vasallo en Kar-bēl-matati
(Sais), y su hijo, quien finalmente llegaría
a ser conocido como Psamētik
I (= Psamético I, 664-610). Menfis
fue vuelta a ocupar por los asirios, que restauraron el orden en sus
posesiones en Egipto, reforzando sus defensas y trayendo de vuelta
prisioneros a Asiria.
Finalmente,
Taharqa fue reemplazado por su sobrino Bakarē‛
Tanuatamūn (664-656), quien
continuó el intento de su tío de ganar Egipto. Tanuatamūn aseguró
Tebas y luego avanzó bajando el Nilo hasta Menfis, donde entró en
combate con los príncipes egipcios del Delta, incluyendo a Nekaw.
Tanuatamūn consiguió la victoria, pero a continuación, una
victoria del Delta mismo fracasó. Por esta época las noticias
habían alcanzado Nínive y una vez más un ejército asirio invadió
Egipto. En vista de este ataque Tanuatamūn abandonó Menfis, pero su
ejército fue superado por los asirios y derrotado. Tanuatamūn
escapó a Tebas, desde donde tuvo que huir cuando los asirios
capturaron la ciudad y la saquearon. La caída de Tebas (c.663) marca
el pináculo del éxito asirio en Egipto y, en términos más
prácticos, puso fin a la interferencia kushita contra las posesiones
asirias en Siria-Palestina. Bajo Psamētik
I, que fue instalado como rey en Sais y Menfis, Egipto no dio a
Asiria ningún problema más, y Aššur-bāni-apli fue libre para
concentrar sus esfuerzos en otro lugar.
Desde
los días de Sîn-aḫḫē-erība
Asiria había difrutado una fuerte posición en Siria-Palestina y,
con la excepción de Tiro, Aššur-bāni-apli no tuvo dificultades
con esta región. De hecho, el estado de Arvad fue aceptado de manera
más efectiva dentro de la esfera egipcia durante su reinado. La
firme posesión de Aššur-bāni-apli está ilustrada por una larga
lista de sus vasallos occidentales, aunque la confianza de la lista
es sospechosa, ya que está copiada palabra por palabra de una lista
en las inscripciones reales de Aššur-aḫa-iddina.
Pero Tiro siguió siendo el centro de la resistencia que había sido
en el reinado anterior, y Aššur-bāni-apli puso asedio a la
fortaleza insular (c.662) después de que los asuntos egipcios
hubieran sido resueltos. El asedio de Asurbanipal tuvo más éxito
que el de Aššur-aḫa-iddina,
pues, aunque Tiro realmente no cayó, se pretendía que su
gobernante, Baal, se sometió y Aššur-bāni-apli aceptó a su hija
y sobrinas junto con un gran tesoro en señal de su vasallaje. Pero
Tiro no permaneció sometido, y más adelante en el reinado (c.644),
a su regreso de una campaña contra los árabes, Aššur-bāni-apli
atacó el suburbio en tierra firme de Tiro, llamado Ušu,
y lo saqueó. Parece que fue en esta misma ocasión cuando capturó
Akku (Acre) por la fuerza y añadió a su ejército a una serie de
hombres que se había llevado.
2.
Anatolia
La
supresión de Tiro trajo en su estela las ofertas de amistad de los
principales estados anatolios, Tabal, Khilakku y Lidia, pues Asia
Menor, en esta época estaba muy presionada por los ciemrios. Aunque
Aššur-aḫa-iddina había
pretendido una victoria sobre una banda cimeria, hacia el reinado de
Aššur-bāni-apli los cimerios habían puesto fin efectivamente al
control asirio en esta área y estaban amenazando estados tan al
oeste como Lidia. Las victorias de Aššur-bāni-apli en Egipto y
contra Tiro provocaron que el asediado gobernante de Khilakku buscara
el apoyo asirio al enviar a su hija con una dote a Nínive. En cuanto
a Tabal, Mugallu el viejo enemigo de Aššur-aḫa-iddina,
era ahora su gobernante y posiblemente gobernante de Melid también,
aunque Melid no es mencionada por Aššur-bāni-apli. Se dice que
Mugallu había llevado a su hija con una dote a Nínive, pero, fiel a
su astuta naturaleza, luego comenzó a intrigar con Dugdamme (el
Lygdamis de los autores clásicos) de los Ummanmanda (un término
literario acadio aplicado a diversos enemigos, incluyendo a los
cimerios y los escitas) contra Asiria. Dugdamme intentó dos
invasiones de Asiria (c.640) pero le sucedió una calamidad ambas
veces antes de que pudieran atacar realmente; en la primera ocasión
se desencadenó un incendio en el campamento y en la segunda fue
golpeado por la enfermedad y murió. Dugdamme fue sucedido por su
hijo Sandakšatru, respecto al
cual no se ha conservado ningún relato más.
El
tercer gobernante que se registra buscando relaciones amistosas con
Asiria en vista de la amenaza cimeria fue Gyges (Gugu) de
Lidia (c.680-c.644). Impulsado por un sueño, dice Aššur-bāni-apli,
Gyges envió un mensajero con presentes a Nínive y desde ese día
comenzó a tener éxito en su guerra con los cimerios. Los cimerios
no fueron repelidos tan fácilmente, no obstante, y en 657 un
astrólogo predijo, en un informe a Aššur-bāni-apli, que los
cimerios invadirían el oeste, aunque Asiria sería perdonada. Varios
años después de esta información Lidia fue invadida y Gyges
resultó muerto (c.644). Fue sucedido por su hijo Ardys
(c.644-c.625) quien, dice Aššur-bāni-apli, reanudó las buenas
relaciones con Asiria. A partir de estos incidentes queda claro que
Asiria aún estaba a la defensiva en la frontera anatólica,
preocupado por las hordas cimerias y ansioso por aliarse con
cualquier estado anatólico que resistiera y estorbara el avance
cimerio.
|
Invasiones de escitas y cimerios |
3.
El norte y el noreste
La
escena de esta frontera es en gran medida lo mismo que durante el
reinado de Aššur-aḫa-iddina,
con los manneos, medos y urartianos como antagonistas principales, y
no hay necesidad de repetir la descripción de las intrincadas
relaciones y objetivos primarios de los participantes. El punto
culminante de la acción, desde el punto de vista asirio, fue una
brillante campaña de éxito contra los manneos. Antes de la época
de Aššur-bāni-apli los manneos hacían incursiones en el territorio
reclamado por los asirios, capturando una ciudad tras otra. A
principios de su reinado (c.660), Aššur-bāni-apli lanzó un ataque
contra los manneos, cayó estrepitosamente a través de sus dominios
hasta Izirtu, y por medio de vigorosas excursiones recuperó
numerosos distritos para Asiria. Esta operación precipitó una
revolución; Akhšeri, rey de
los manneos, fue asesinado y su hijo Ualli tomó el trono. Ualli
envió a su hijo e hija a la corte de Aššur-bāni-apli y acordó
abastecer de caballos a los asirios.
Los
medos, muchos de los cuales habían sido vasallos de
Aššur-aḫa-iddina, por
ahora se habían vuelto agresivos, pero Aššur-bāni-apli se
vanagloria de una única expedición contra ellos, durante la cual
capturó vivo a algunos gobernantes medos que previamente habían
estado sometidos a Asiria. El rey de Urartu, Rusa, envió un pacífico
mensajero a Aššur-bāni-apli a principios de su reinado, el cual
estaba de acuerdo con la larga abstinencia de confrontación con
Asiria. Sin embargo, en torno a 657 un gobernador urartiano atacó
Ubumu, la capital de Šubria, que
Asarhaddon había añadido a su imperio. Las tropas de
Aššur-bāni-apli lograron capturar al líder urartiano de esta
expedición, Andaria, y su cabeza fue llevada de vuelta a Nínive.
Muchos años más tarde (c.643), cuando la rebelión de
Šamas-šuma-ukin
fue aplastada y Aššur-bāni-apli hubo obtenido una importante
victoria sobre Elam, Sarduri, rey de Urartu, buscó amistosamente
relaciones con Asiria. La escasez
de hechos dignos de alabanza en los registros asirios es indicativo
de la vulnerabilidad de la frontera septentrional y nororiental de
Aššur-bāni-apli, pues durante esta época los enemigos de Asiria
se arrastraban más y más cerca hacia el centro del imperio.
4.
Elam y Babilonia
Babilonia
y Elam eran aliados naturales durante el largo periodo de predominio
asirio, y este hecho tuvo interesantes resultados
durante el reinado de Aššur-bāni-apli. Las buenas relaciones
entre Elam y Asiria establecidas
por el tratado durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina
continuaron en la parte inicial de la soberanía de Aššur-bāni-apli;
cuando hubo hambre en Elam, Asurbanipal no solo permitió que algunos
hambrientos elamitas tomaran refugio en Asiria sino que también
envió grano a Elam. Dada la larga y amarga lucha con Elam que
precedió a la época de Asurbanipal, no obstante, no es sorprendente
que a su debido tiempo estallaran las hostilidades. De
acuerdo con Aššur-bāni-apli, tres figuras destacadas instigaron a
Urtak, rey de Elam (675-664), a invadir Babilonia; estos hombres
fueron Bel-iqiša,
el gambuleano y anterior vasallo de Aššur-aḫa-iddina,
Nabû-šuma-ereš,
el guenna
de Nippur, y Marduk-šuma-ibni,
un general babilonio al servicio de Urtak. La ocasión para la
invasión fue la implicación de Asiria con Egipto en 667; los
elamitas invadieron Babilonia muy rápidamente y pusieron asedio a la
capital. A pesar de su preocupación, Aššur-bāni-apli finalmente
envió tropas al sur y los invasores huyeron de vuelta a través de
la frontera.
Unos
pocos años más tarde, en 664, hubo un golpe dinástico en Elam y
Te’umman
tomó el trono (664-653). Los hijos de Urtak, junto con muchos de la
familia real y partidarios, huyeron a Elam para buscar refugio con
Aššur-bāni-apli. La presencia en Nínive de un pretendiente rival
al trono elamita significó que las buenas relaciones entre
Aššur-bāni-apli y Te’umman
estaban fuera de lugar, sobre
todo cuando el asirio rechazó la petición de Te’umman
para
la extradición de los fugitivos. La atmósfera hostil se convirtió
en absolutamente
tempestuosa
cuando Šamaš-šuma-ukin
comenzó, quizás ya en 653, a formar una alianza antiasiria a la que
Elam fue atraída. Te’umman
invadió
la oriental región del Tigris en este año y el movimiento bien
puede haberse intentado para apoyar a Šamaš-šuma-ukin
en la lucha por el poder, una pugna que realmente no se materializó
hasta el año siguiente. Sea como fuere, el ataque fue infructuoso,
pues el ejército de Aššur-bāni-apli inmediatamente ocupó Dēr y
los elamitas huyeron de vuelta a Susa sin enfrentamiento. Los asirios
persiguieron a sus enemigos y se combatió en una batalla campal en
Tell Tuba, a orillas del río Ulaya. El conflicto es vívidamente
representado en una serie de relieves con títulos cuneiformes
procedentes de Nínive, en los que las tropas asirias son mostradas
matando a los elamitas. De este modo, Asiria derrotó al ejército
elamita en casa. Te’umman
fue
decapitado, y Aššur-bāni-apli nombró a uno de los príncipes
elamitas que habían estado viviendo en su corte, Ḫumban-nikaš
II (653-652) como rey en Susa y otro tal príncipe, Tammaritu I, como
rey en Ḫidalu.
El
éxito de esta campaña elamita
proporcionó una excelente oportunidad para recuperar el predominio
sobre el estado tapón de Gambulu. Aššur-bāni-apli no había
olvidado que Bel-iqiša había estado implicado en la invasión de
Babilonia por Urtak y, aunque Bēl-iqiša había sido ahora
reemplazado por su hijo Dunanu como líder de los Gambuleanos, los
asirios querían venganza. Irrumpió a través de las tierras de
Dunanu y capturó, saqueó y destruyó la capital Ša-pi-Bēl. Dunanu
fue llevado cautivo a Nínive, donde fue expuesto al pueblo con la
cabeza de Te’umman
colgando
de su cuello. Los huesos de Nabû-šuma-ereš,
el
guenna
de Nippur, quien, como Bel-iqiša,
había
incitado a invadir Babilonia, fueron llevado de vuelta desde Gambulu
y aplastados en una puerta de Nínive.
Estos
primeros choques con Elam fueron un mero prólogo a la seria
situación que se desarrolló con el estallido de la rebelión de
Šamaš-šuma-ukin,
y
es necesario regresar un momento y esbozar los comienzos de la guerra
con Babilonia. Aunque Aššur-aḫa-iddina
había estipulado que a su muerte Šamaš-šuma-ukin
se
convertiría en rey de Babilonia, esto no ocurrió automáticamente,
como pasó con Aššur-bāni-apli en Asiria, y este declara que él
realmente nombró a su hermano monarca
meridional. Además afirma que durante el periodo de la monarquía
dual
fue
amistoso y generoso hacia Babilonia y Šamaš-šuma-ukin
(668-648).
Pero
el mismísimo hecho de que dos hermanos llevaran las coronas de dos
países que eran antiguos rivales fue suficiente razón para que los
celos y la hostilidad estallaran y, a pesar de los alardes de
Aššur-bāni-apli de actos amistosos, el registro habla contra él.
Al
comienzo del reinado de Aššur-bāni-apli las estatuas de Marduk y
otras deidades babilónicas fueron devueltas a Babilonia desde Aššur
(668), continuando así, la política de Aššur-aḫa-iddina
de restaurar Babilonia después de la destrucción de Sîn-aḫḫē-erība,
pero la costumbre se detuvo abruptamente con este acontecimiento y no
fue reanudado durante 13 años, hasta 655-653, cuando fueron
devueltos otros objetos de culto. Esto puede indicar posiblemente un
lapso en el programa de restauración entendido como un todo. Si el
lapso de la restauración fue premeditado o una simple negligencia
casual, no pudo sino haber causado desafección en Babilonia; y la
reanudación de la política en 655, tres años antes de que la
revuelta estallara, fue un intentó de última hora hecho por Asiria
para reducir el distanciamiento. Es a este periodo al que se debe
datar probablemente un incidente relatado por Aššur-bāni-apli:
mensajeros babilonios llegaron a la corte en Nínive. El
propósito de esta misión no se declara, y esto no es sorprendente,
ya que ellos probablemente habían sido enviado para quejarse de
negligencia por parte de la corte siria. Aššur-bāni-apli registra
que él se comportó con la delegación generosamente, y esta fue su
política a
través del subsiguiente tumulto para considerar a los babilonios
como inocentes víctimas de la astucia de Šamaš-šuma-ukin.
Šamaš-šuma-ukin
levantó
gradualmente apoyos para sus ambiciosos objetivos en un amplio
círculo que abarcaba una serie de naciones extranjeras, incluyendo
elamitas y árabes, y se puede considerar el ataque de Te’umman
en
653 como el primer movimiento por parte de esta alianza, aunque no
está establecido por ninguna de las fuentes.
Como las nubes de guerra se reunían en el horizonte, Aššur-bāni-apli
intentó minar la posición de Šamaš-šuma-ukin
al buscar ganarse a los babilonios para su causa. Esta fue la
estrategia asiria favorita, intentando enemistar a un gobernante
enemigo de su pueblo. El rab-sāqē
de Sîn-aḫḫē-erība
había intentado esto bajo los muros de Jerusalén y los oficiales
Tukultī-apil-Ešarra
III hicieron
lo mismo bajo las puertas de Babilonia durante la rebelión de
Mukin-zeri.
En
el ejemplo presente hay realmente una carta conservada de
Aššur-bāni-apli a los ciudadanos de Babilonia, fechada en Ayyaru
(II) de 652, en el que el rey enfatiza los privilegios que disfrutaba
Babilonia y continuaría disfrutando bajo la pax
Assyriaca en
tanto en cuanto fueran leales a Aššur-bāni-apli. Se puede suponer
que la respuesta babilonia a esta estratagema fue el silencio, pues
en el mismo mes en que la carta fue enviada el mayordomo comenzó a
reclutar tropas en Babilonia. Los sucesos se movieron rápidamente.
Dos meses más tarde (17/IV/652), Aššur-bāni-apli consideró, pero
luego rechazó, el plan para forzar una entrada en Babilonia con la
esperanza de que Šamaš-šuma-ukin
fuera
capturado y la revuelta cortada de raíz. El reclutamiento de tropas
continuó en Babilonia hasta que estalló la guerra abierta hacia el
fin del reinado (19/X/652),
siendo probablemente la causa inmediata la llamada a filas.
La
guerra se extendió durante cuatro años (652-648), y mientras el
tema colgaba en la balanza durante la primera mitad de este periodo,
después de mediados de 651 se convirtió en una cuestión de tiempo
antes de que Šamaš-šuma-ukin
sucumbiera.
A finales de 652 hubo dos batallas, una el 12/XII y la segunda el
27/XII, cuando los asirios derrotaron a una fuerza babilonia en
Khirit.
Elam, por supuesto, era otro de los aliados de Šamaš-šuma-ukin
y
en los antiguos días de la guerra Ḫumban-nikaš
II de
Elam envió un contingente para ayudar a Šamaš-šuma-ukin,
pero
las tropas elamitas fueron derrotadas por los asirios. El ataque
abortado probablemente precipitó la revolución en Elam, en la cual
Ḫumban-nikaš
II fue
reemplazado por Tammaritu II. El usurpador continuó la política
elamita de apoyo a Šamaš-šuma-ukin
y
avanzó una vez más para participar en la guerra. Súbitamente,
estalló un motín en las filas; Indabidi tomó la soberanía y
Tammaritu II huyó con su familia en busca de asilo, pero no como
podría esperarse con Šamaš-šuma-ukin;
¡antes
huyó con Aššur-bāni-apli! Esto es indicativo de un cambio en las
fortunas relativas de Aššur-bāni-apli y Šamaš-šuma-ukin,
pues
esta narración se ha adelantado a otros sucesos que deben ser
considerados ahora.
Durante
la primera mitad de 651 fue considerable el caos tanto en Babilonia
como en Asiria, caos compuesto por el hecho de que Nabû-bēl-šumati,
hijo del célebre Marduk-apla-iddina II y gobernante del País del
Mar había entrado en el bando de Šamaš-šuma-ukin.
Las
dudas sobre la lealtad de Nabû-bēl-šumati se expresaron en la
corte asiria a comienzos de 651 (4/I), cuando llegó un informe a
Nínive de que estaba reuniendo tropas en Elam. Pero Aššur-bāni-apli,
creyendo que Nabû-bēl-šumati aún era leal, le envió tropas para ayudarle en la frontera meridional, y Nabû-bēl-šumati, en un
astuto movimiento digno de su padre, atrapó a estos auxiliares
asirios durante la noche y les hizo prisioneros. Unos pocos meses más
tarde (9/VI) Asiria perdió Cutha en favor de Šamaš-šuma-ukin.
Esta
fue la última victoria de Šamaš-šuma-ukin,
no
obstante, pues inmediatamente después el equilibrio osciló en favor
de Asurbanipal. Aunque no hay registro de lo que provocó esta
alteración, puede haber sido el motín en la fuerza de ataque de
Tammaritu II. Con el ejército elamita fuera de juego,
los asirios habrían tenido las manos libres para concentrarse sobre
Šamaš-šuma-ukin
y,
si esto es así, nos preguntamos si Aššur-bāni-apli tuvo una mano
clandestina en el motín.
En
cualquier caso, un mes de la victoria babilónica en Cutha, la suerte
de Šamaš-šuma-ukin
había
cambiado tanto que hubo una posibilidad real, como se sabe a partir
de una consulta oracular, de que el rey babilonio pudiera huir del
país para buscar refugio en Elam (15/VII/651). Aššur-bāni-apli,
por otra parte, estaba
creciendo en confianza
y éxito, como se manifiesta a
partir de las consultas oraculares, incluyendo una sobre un ataque
propuesto sobre el ejército de Šamaš-šuma-ukin
en
Bab-same (cerca de Babilonia). A principios de 650 (5/II) el País
del Mar estaba de vuelta en el campo asirio y Aššur-bāni-apli
envió a Bel-ibni con un ejército para hacerse cargo del viejo
dominio de Nabû-bēl-šumati. Los asirios pudieron aplicar ahora
presión sobre babilonia desde todas partes, y el 11 de Du’uzu
(IV) presionaron
hasta llegar a las puertas de Babilonia y pusieron asedio a la
ciudad. Los babilonios padecieron el asedio durante dos años,
sufriendo terribles privaciones y hambre, hasta que la ciudad cayó
en 648.
El
mantenimiento del asedio habría ocupado solamente una porción de
las fuerzas combatientes de Aššur-bāni-apli, y así la mayoría
del ejército estaba libre para llevar a cabo campañas contra los
árabes y los elamitas como pago por su apoyo a Šamaš-šuma-ukin.
Las
campañas árabes serán tratadas más tarde. Ahora es tiempo de
volver a las relaciones de Asiria con Elam. La posición de Elam se
había alterado considerablemente con el cambio en las fortunas de la
guerra, y cuando Tammaritu II huyó a la corte de Aššur-bāni-apli,
más que usar esto como pretexto para otras hostilidades, Indabibi
buscó y ganó buenas relaciones con el rey asirio. Aššur-bāni-apli,
en una carta a Indabibi se dirige a él como “mi hermano”, que es
una indicación de un tratado entre los dos. Aunque el tratado no se
ha recuperado, una de sus cláusulas o etapas preliminares incluían
la liberación voluntaria por parte de Indabibi hacia Aššur-bāni-apli
de las tropas asirias que Nabû-bēl-šumati
había
capturado traicioneramente. El acuerdo asirio-elamita continuó hasta
649, año en que la citada carta está fechada, y fue probablemente
en este mismo año cuando Indabibi fue expulsado por Ḫumban-ḫaltaš
III.
De
paso, se debería destacar una versión tardía y falseada de estos
sucesos en los anales de Aššur-bāni-apli, en los que se cuenta que
Aššur-bāni-apli demandó de Indabibi la entrega de las tropas
asirias capturadas por Nabû-bēl-šumati
y
el mismo Nabû-bēl-šumati;
pero
antes de que los mensajeros de Aššur-bāni-apli pudieran alcanzar a
Indabibi, fue depuesto por Ḫumban-ḫaltaš.
Evidentemente
esta historia es la racionalización asiria de la expulsión de
Indabibi y mezcla dos incidentes separados, el retorno de los asirios
por Indabibi y la petición de Aššur-bāni-apli a Ḫumban-ḫaltaš
de
la extradición de Nabû-bēl-šumati
(646).
La continuación al segundo incidente fue dramática: cuando la
petición fue entregada en la corte elamita, Nabû-bēl-šumati
se
suicidó (él y su portaescudo cayeron uno sobre la espada del otro) y
Ḫumban-ḫaltaš
solo
pudo enviar de vuelta con el mensajero de Aššur-bāni-apli su
cadáver. La amistad hacia Elam fue un recurso temporal durante los
últimos días de la rebelión de Šamaš-šuma-ukin,
pero
con la rebelión aplastada, Asiria pudo prescindir del recurso y
lanzó una campaña contra Elam.
El
propósito de la campaña (648) era recuperar los estados tapón
entre Elam y Asiria, para buscar venganza por el papel anterior de
Elam como aliado de Šamaš-šuma-ukin,
y
reemplazar a Ḫumban-ḫaltaš
con
Tammaritu II, que había estado viviendo en el exilio en la corte de
Aššur-bāni-apli. La gente de los estados fronterizos de Khilimmu y
Pillatu huyeron a Asiria en vista del conflicto, pero Bīt-Imbi
resistió y fue tomada por la fuerza. Cuando las noticias de la
invsión alcanzaron a Ḫumban-ḫaltaš,
abandonó
Madaktu y huyó a las montañas. Una vez más Aššur-bāni-apli
colocó a su propio
preferido,
esta vez a Tammaritu II, en el trono de Susa. La
posesión del cargo por Tammaritu II fue efímera, no obstante, pues
fue obligado a huir una segunda vez con Aššur-bāni-apli en busca
de refugio cuando Ḫumban-ḫaltaš
hizo
un intento con éxito por reclamar la corona, Aššur-bāni-apli
intentó otro ataque en el mismo año para restablecer a Tammaritu,
pero su ejército solo logró capturar y saquear una serie de
ciudades, incluyendo Khamanu (representada en relieves), y
Ḫumban-ḫaltaš
siguió
manteniendo el control del trono elamita.
Elam
había consumido una cantidad de tiempo y esfuerzo asirio
considerable sin ningún beneficio para Asiria, e incluso los
intentos para controlar Elam a través de un rey títere se habían
frustrado; no es sorprendente que Aššur-bāni-apli se sintiera
ahora obligado a dar pasos drásticos. El monarca asirio convocó un
esfuerzo masivo, esfuerzo que virtualmente aplastaría a Elam de una
vez por todas. En 647 las fuerzas asirias rugieron a través de
las regiones fronterizas volviendo a capturar Bīt-Imbi,
Raši, y Khamanu, y Ḫumban-ḫaltaš huyó una vez más, esta vez
para ocupar una posición defensiva en el río Idid. Aššur-bāni-apli
le persiguió allí, y como el ejército invasor cruzó el río los
elamitas abandonaron su posición y huyeron a las montañas.
Los
asirios pulularon a través de Elam tomando una ciudad tras otra (una
de esas ciudades, Din-sharri, está representada en los relieves)
matando, saqueando, e incluso rompiendo imágenes de culto. Pero la
capital, Susa se llevó la peor parte de esta violencia. Mientras
Aššur-bāni-apli tomaba posesión del estado en el palacio elamita,
sus soldados destruían templos, profanaban las tumbas sagradas,
tomaban estatuas de culto y estatuas reales, vaciaban el tesoro real
y arramblaron con gran número de gente y valioso botín y animales
hacia Asiria. La devastación incluso abarcaba la extensión de sal
sobre los campos, y Aššur-bāni-apli se vanagloriaba de que desde
entonces ningún llanto humano se escucharía a trvés de Elam pues
la tierra había revertido al salvajismo. De regreso a Asiria, lo
mejor del saqueo fue dedicado a los dioses, los soldados expertos
fueron añadidos a la guardia real, y el pueblo restante y los
dioses fueron distribuidos entre los nobles y ciudades. La estatua de
la diosa Nanaya, que había sido robada por los elamitas en la
antigüedad, fue restaurada con gran celebración a su propia morada
en Ururk. El poder de Elam fue destruido, pues a pesar de cuán
escéptico pueda uno ser de los detalles de la violencia asiria, en
la historia posterior Elam aparece rara y modestamente hasta que la
llanura de Khuzistán es ocupada finalmente por los persas.
5.
Los Árabes
Ya
se ha observado que la presentación de los sucesos militares y
políticos encontrados en las diversas ediciones de los anales de
Aššur-bāni-apli es muy confusa, y esto está quizá mejor
ilustrado en las diversas narraciones en relación con las relaciones
con los árabes. Afortunadamente, dos recientes estudios, por Epha‛al
y Weippert respectivamente, han tratado con este problema en detalle,
aunque hay alguna discrepancia entre ellos, y la siguiente sinopsis
depende en gran medida de los resultados de sus investigaciones. El
juramento de subordinación que había sido impuesto sobre Uaite’
de Qedar por Aššur-aḫa-iddina
fue renovado bajo Aššur-bāni-apli, pero en algún momento antes de
652 este gobernante, junto con Ammuladdin, llevó a cabo incursiones
fronterizas en Palestina y Siria, áreas sometidas a Asiria.
Aššur-bāni-apli envió tropas que mantuvieron escaramuzas con los
árabes y quemaron y saquearon sus tiendas. No obstante, Uaite’
escapó y buscó refugio con Natnu de los Nabayatu. Aššur-bāni-apli
instaló a Abiyate’ en lugar de
Uaite’ como rey de Qedar y le
impuso un juramento de sumisión. Finalmente Natnu se sometió a un
juramento similar. Ammuladdin, por otra parte, fue capturado por los
moabitas y enviado prisionero a Nínive.
Las
dificultades con las fuentes para las relaciones con los árabes se
vuelven incluso más pronunciadas al tratar su papel en la rebelión
de Šamaš-šuma-ukin,
y
el siguiente resumen es más bien incierto. Cuando Šamaš-šuma-ukin
creó
su alianza, sus aliados árabes incluían a los Qedaritas, liderados
por Abiyate’
y Ayamu, y un pueblo llamado los Shumu’ilu
(no deben ser confundidos con Ishmael). Estos pueblos invadieron Babilonia, y
cuando la marea de la guerra se volvió contra Šamaš-šuma-ukin
a
mediados de 651, Aššur-bāni-apli envió un ejército contra el
contingente árabe, probablemente a finales de 651 o en 650. Los
árabes sufrieron dos derrotas. Unos pocos años después de la
represión de la rebelión de Šamaš-šuma-ukin,
comenzando
c.644,
el ejército asirio hizo campaña de nuevo contra los árabes, a
saber, Abiyate de Qedar, Uaite’ de Sumu’ ilu, y Natnu de los
Nabayatu, en represalia por las incursiones que habían dirigido
contra Palestina y Siria. Los asirios usaron Damasco como base y
tuvieron una serie de encuentros con los nómadas, destruyendo y
saqueando sus campamentos. Abiyate’ fue capturado, pero Natnu
parece haber escapado posiblemente fue en una campaña posterior
cuando fue capturado. Nukhkhuru, su hijo, escapó en esta ocasión
pero posteriormente llegó con un tributo a Aššur-bāni-apli, quien
le coronó como rey en el lugar de su padre.
6.
Otros acontecimientos políticos
El
pueblo de la ciudad de Kirbitu había realizado incursiones
fronterizas en la región del Tigris oriental, saqueado y hostigando
a los habitantes de Dēr, que acudieron a los asirios en busca de
ayuda. En 668 el rey ordenó a sus gobernadores locales que enviaran
una tropa para castigar a los creadores de problemas; Kirbitu, junto
con otras ciudades, fue asediada y capturada. Fue probablemente al
año siguiente, después de la primera campaña de Egipto, cuando el
pueblo fue llevado a la fuerza desde Kirbitu y otro pueblo fue
asentado en Kirbitu.
Aparte
de los sucesos citados hasta ahora no se registra ninguna otra
campaña, aunque Aššur-bāni-apli se vanagloria de algunos pueblos
exóticos y lugares que enviaban mensajeros y regalos y enviados a él
, al tener
conocimiento de sus grandes hazañas. Se dice que Khundaru, rey de
Dilmun, vino en persona con tributo; Shikhum, rey de una isla cerca de
Dilmun. Los reyes tanto de Kuppi como de Qade enviaron mensajeros que
viajaron seis meses hasta Aššur-bāni-apli, y dos reyes en Irán, uno de
los cuales no era a otro que Ciro I, enviaron “tributo” después
de la gran victoria de Aššur-bāni-apli sobre Elam.
|
Escena de caza de Aššur-bāni-apli |
IV.
La Caída de Asiria
Este
periodo incluye los años finales del reinado de Aššur-bāni-apli,
y los de sus tres sucesores en Asiria, sus hijos Aššur-etel-ilāni
y Sîn-šarra-iškun, y Aššur-uballiṭ II, para cuya filiación no
tenemos evidencia. Aššur-bāni-apli es quizás el mejor conocido de
los reyes asirios tardíos, y su reinado es, en algunos aspectos, el
mejor documentado. A pesar de sus años finales sabemos poco más
allá del hecho de que continuó siendo reconocido en Nippur hasta su
trigésimo octavo año (631). Incluso la extensión de su reinado
permanece en disputa, aunque una inscripción posterior le atribuye
un total de 42 años, es decir, hasta 627. Sus hijos son unas figuras
incluso más sombrías, de cuyos reinados en Asirias no estamos
seguros ni de su duración ni de sus fechas, mientras que el último
rey del, en otro tiempo, gran imperio está atestiguado solamente en
la Crónica Babilónica registrando su derrota (609). De hecho, los
indicios conservados para la cronología de los años finales del
imperio asirio son tan escasos y problemáticos que los intentos para
resolver las dificultades han incluido la sugerencia de la abdicación
de Aššur-bāni-apli (quizás forzada) o el retiro a Harran algún
tiempo antes de 627, para lo que no hay una evidencia directa, y la
hipótesis, ahora claramente inaceptable, de que Aššur-etel-ilāni
y Sîn-šarra-iškun eran la misma persona.
La
otra figura histórica importante dentro de este espacio de tiempo es
Nabû-apla-uṣur (Nabopolasar), un caldeo que por primera vez llegó
a nuestro conocimiento como un oficial de nombramiento asirio en el
País del Mar. Está claro que se rebeló contra sus antiguos
patrocinadores, ya que fue reconocido como rey del País del Mar
antes de su ascensión al trono de babilonia en 626. Aunque en sus
primeros años -y probablemente hasta 616- los asirios continuaron
disputando el control de Babilonia, Nabû-apla-uṣur tuvo éxito al
establecerse como el primero de la distinguida línea que gobernó en
Babilonia, y de hecho hasta Egipto, desde 626 hasta 539, cuando este
efímero imperio cayó en manos de Ciro. Otro importante personalidad
nos concierne, el asirio Sîn-šumu-līšir, el “jefe eunuco”
(rab ša rēši),
cuyo protegido Aššur-etel-ilāni fue rey de Asiria tras la muerte
(o abdicación) de Aššur-bāni-apli, y quien reclamó el trono asirio y
fue reconocido brevemente en Babilonia en el mismo año que
Sîn-šarra-iškun, hermano de Aššur-etel-ilāni y penúltimo rey
asirio.
1.
Aššur-bāni-apli y Kandalanu (635-627)
Estos
años constituyen una edad oscura menor en la historia de Asiria. Las
fuentes oficiales guardan silencio, mientras que nuestro inadecuado
entendimiento del sistema o sistemas de limmū
post-canónico/s hacen difícil cualquier cálculo coherente de la
rica mina de información contenida en los textos económicos
supervivientes. Tenemos más de una docena de funcionarios limmū,
demasiados para el número de años disponibles después de 648, pero
las razones precisas para esto siguen siendo materia de especulación.
El otro defecto de nuestro conocimiento desafortunadamente se aplica
no solo a los últimos
años sino al Imperio Asirio Tardío como conjunto, pues no
disponemos de conocimiento prosopográficos de sus altos
funcionarios,
aunque a veces sabemos mucho sobre su vida privada y asuntos
públicos. La costumbre de identificar a un hombre por su patronímico
desapareció en el periodo asirio medio y quizás puede estar
asociado a la insistencia sobre el papel del rey como única fuente
de poder y el autor de todos los éxitos, lo que es particularmente
notorio desde mediados del siglo VIII en adelante, siguiendo
principalmente a un periodo
en que ciertos gobernadores
provinciales se habían
arrogado prerrogativas reales. Sin embargo, sabemos que el rey
dependía de la nobleza para el servicio tanto civil como militar. Lo
que no podemos reconstruir son las facciones que deben haber existido
dentro de una sociedad que era, en todo excepto en el sentido
técnico, feudal. Parece posible que la trasferencia de la sede de
gobierno de Aššur
a Nimrud, Dur-Šarru-kīn,
y finalmente a Nínive puede reflejar el deseo del rey de estar con
sus amigos, o al menos escapar de sus enemigos. También cabe
recordar, en conexión con esto, que el consulado en Roma, cargo
anual cuyos titulares daban su nombre al año, era ocupado
habitualmente bajo el imperio en el mismo año por más de dos
personas cuya tenencia del alto cargo
era esencial para la administración, y cuya lealtad al emperador
deseaba asegurar. Puede ser que los últimos reyes asirios emplearan
el mismo mecanismo político. Esto
es pura especulación pero permite una posible explicación para el
número de epónimos asirios cuyos nombres han sobrevivido,
especialmente en Kalaj (Nimrud). Ciertamente la distribución
geografica de los limmu
conocidos de acuerdo a la procedencia de los textos, no revela
inmediatamente la existencia de ninguna facción consistente o bien
definida.
Se
asume ampliamente que al menos en Asiria los años finales de
Aššur-bāni-apli fueron de inquietud y disensión. La abundancia de
limmu y la ausencia de
documentación oficial contribuye a este punto de vista, como lo hace
nuestro conocimiento a posteriori del inminente colapso del imperio.
Además, las dificultades inherentes en la cronología de sus
inmediatos sucesores, de cuyos reinados no están atestiguadas
directamente ni las duraciones ni las fechas, han llevado a una
variedad de reconstrucciones históricas, ninguna de las cuales ha
encontrado una aceptación inmediata. Un punto de vista ampliamente
mantenido es que Aššur-bāni-apli abdicó en o algún tiempo
después de 631, su última fecha de año babilónico atestiguada, y
que se retiró a Harran, donde había consagrado a su hermano menor
como sacerdote urigallu
del famoso templo del dios lunar, y donde una inscripción del siglo
siguiente atestigua su reinado de 42 años. Esto se ha visto como la
respuesta de un anciano a una escalada de los problemas en casa y el
desmoronamiento del imperio en el extranjero. Esta hipotética
abdicación, para la que no existe una evidencia directa, es
un recurso superficial, como la solución más simple a las aparentes
contradicciones en la cronología. No obstante, es posible, de hecho
probable, otra interpretación de las pruebas. La cronología
propuesta aquí asume que Asurbanipal
gobernó Asiria hasta su muerte en 627.
Debido a que la literatura
general y especializada no
está de acuerdo en sus conclusiones, es necesario revisar brevemente
las siguientes fuentes básicas:
a)
Fuente 1: durante el reinado de Kandalanu en Babilonia, la ciudad de
Nippur, en solitario entre las ciudades de Babilonia, mantuvo una
alianza directa con el monarca en Asiria
y continuó fechando por los años de reinado de Aššur-bāni-apli.
Si esta costumbre era un reflejo de la importancia estratégica
de Nippur o un privilegio
especial del preeminente centro
religioso en Babilonia no está claro, pero en ausencia de evidencia
en la crónica y la lista de reyes, estas fechas son nuestra más
importante fuente singular para la cronología de los reyes asirios
durante este periodo. La última de las tablillas de Aššur-bāni-apli
esta fechada el 20 de marzo de 631. Las fechas de año procedentes de
Nippur también nos informan de que el sucesor de Aššur-bāni-apli,
Aššur-etel-ilāni reinó
en Asiria durante al menos 4 años y 8 meses sin
incluir el año de su ascensión que es registrado así.
b)
Fuente 2: Ninguna fuente oficial nos proporciona la duración
del reinado de Aššur-bāni-apli, pero una inscripción sobre una
estela procedente de Harran, conmemorando a la madre de Nabû-nā’id
(Nabonido),
la señora Adda-Guppi’,
la cual vivió ella misma hasta la impresionante edad de 102 (o
quizás 104) años, atribuye a Aššur-bāni-apli un reinado de 42
años, es decir, hasta 627. Adda-Guppi’
nació en el vigésimo año de Aššur-bāni-apli (649) y vivió
hasta
el 42º de Aššur-bāni-apli, el 3º de Aššur-etel-ilani,
su hijo, el 21o
año de Nabû-apla-uṣur, el 43º año de Nabû-kudurrī-uṣur, el
2º año de Amēl-Marduk, el 4º año de Nergal-šarra-uṣur, y
murió en el 9º año de Nabû-nā’id
[547]
La
aritmética de la inscripción requiere que Aššur-etel-ilāni
hubiera gobernado en Asiria
durante al menos un año después de 627; de este modo, es el el rey
asirio en 626.
c)
Fuente 3: dos textos que registran concesiones de tierra por
Aššur-etel-ilāni
proporcionan información
sobre su ascensión:
Después
de que mi padre y progenitor hubiera “partido” [muerto], ningún
padre me educó o me tocó para extender mis alas, ninguna madre
cuidó de mí o miró por mi educación. Sîn-šumu-līšir, el jefe
eunuco [GAL.SAG], que
me había llevado constantemente como un padre, me instaló sano y
salvo en el trono de mi padre y progenitor, e hizo que el pueblo de
Asiria, grande y pequeño, vigilara mi reino durante mi
minoría...Después, Nabû-rehtu-usur...que había hecho una revuelta
y una rebelión...reunió al pueblo de la ciudad y la tierra de
Aššur…
La
incertidumbre sobre el significado de la palabra traducida aquí como
“partido”, aunque de acuerdo con el Chicago Assyrian
Dictionary es un eufemismo para
“muerto”, ha alentado la teoría de la abdicación.
d)
Fuente 4: Aššur-bāni-apli ascendió al trono asirio en 669 y
cualquiera que fuera su edad en su ascensión debe de haber estado
lejos de la juventud en la década de 620. Otro argumento para su
retiro o exilio a Harran descansa no solo en su indudable edad, sino
de forma más específica en la decepción y mala salud supuesta a
partir de otro texto frecuentemente citado:
¿Por
qué me ha ocurrido la enfermedad, la mala salud, la desgracia y la
mala fortuna? El odio en la tierra y las disensiones en mi familia
permanecen conmigo. Perturbadores escándalos me oprimen
continuamente. La miseria de la mente y de la carne me inclinan. Paso
mis días en lamentaciones [literalmente,
en oh's y ah's]
Este
pasaje es de un texto religioso, una introducción a un encantamiento
en el que la redacción pudo haber seguido alguna convención
establecida. Además, el nombramiento de Šamaš-šuma-ukin,
es
mencionado en este mismo texto sin comentario, lo que sugiere
fuertemente que este documento particular -y los problemas que
pretende describir- preceden a la insurrección de este último
(652).
e)
Fuente 5: La evidencia de la Lista real de Warka es crucial para la
cronología de este periodo, pero su interpretación también está
lejos de ser clara:
El
texto proporciona la importante información de que Sîn-šumu-līšir
y Sîn-šarra-iškun fueron reconocidos en Babilonia solo brevemente,
y en el mismo año. Tomado literalmente colocaría la ascensión de
Sîn-šarra-iškun, sucesor de Aššur-etel-ilāni en el trono
asirio, entre la muerte de Kandalanu, que sabemos que ocurrió en
627, y la ascensión de Nabû-apla-uṣur, de acuerdo con la crónica
el 26/VIII/626. No obstante, no puede suponerse que este único año
se sitúe necesariamente en 627/626. La inscripción de Adda-Guppi’
implica que en 626 el rey asirio era Aššur-etel-ilāni, y otros
indicios sugieren que él aún controlaba Nínive hasta 623. Además,
la Crónica 2 afirma explícitamente que antes de la ascensión de
Nabû-apla-uṣur, “durante un año no hubo rey en el país”,
mientras que las fechas póstumas de Kandalanu (arki,
literalmente
“después de” Kandalanu) son encontradas hasta el mes de la
ascensión de Nabû-apla-uṣur.
f)
Fuente 6: Debe mencionarse un último texto, una tablilla
probablemente procedente de Nippur y ahora en la colección Hilprecht
en Jena, que enumera una serie de contratos datados en los años de
Sîn-šarra-iškun o Aššur-etel-ilāni, uno de los cuales
proporciona un importante sincronismo entre el tercer año de un rey
cuyo nombre está desafortunadamente roto y el año de ascensión de
Sîn-šarra-iškun:
año
3 de [ ], es decir,
el año de ascensión de Sîn-šarra-iškun
El
rey desconocido solamente pude ser Aššur-etel-ilāni o
Nabû-apla-uṣur. No
hay una resolución obvia inmediatamente de las contradicciones
inherentes en una lectura literal de estos textos. Es cierto que
tanto Aššur-bāni-apli como Kandalanu murieron en 627, y que sus
muertes precipitaron disturbios por
la sucesión en ambos países, aunque sobre este indicio solo
sigue siendo incierto si en 627 Aššur-bāni-apli aún era
reconocido rey en todas partes.
La suposición, basada en la lista de
Warka, de que el reconocimiento en Babilonia, tanto de Sîn-šumu-līšir
como de Sîn-šarra-iškun
debería datarse en 627 requiere la restauración del nombre
Aššur-etel-ilāni en
el texto 6 de arriba, y su ascensión
en 630. En sí mismo tal reconocimiento en el mismo documento de
pretendientes asirios rivales es inherentemente improbable por parte
de cualquier escriba asirio, y lo poco que sobrevive del nombre
descarta virtualmente tal lectura. Otra dificultad y casi insuperable
en tal reconstrucción es que no solamente presupone tres
pretendientes al trono de Asiria en 627/626, todos los cuales fueron
reconocidos en Nippur y dos de los ellos están atestiguados en
Babilonia además de Nabû-apla-uṣur,
sino que en el mismo año (o años) tenemos en Babilonia las fechas
póstumas “arki Kandalanu”
y la referencia de la crónica al año en que ningún rey fue
reconocido. Que Aššur-etel-ilāni
disputara el trono (o que Sîn-šumu-līšir
lo hiciera así por él) con sus
hermanos es cierto, pero en cualquier
caso, la evidencia
del texto 3 hace altamente improbable que Sîn-šumu-līšir
se rebelara contra su joven protegido y
reclamara el trono a mediados del reinado de Aššur-etel-ilāni.
Esto quizás es un argumento para
colocar la muerte de Aššur-etel-ilāni
en 627 (ascensión en 631), pero tal
reconstrucción no es compatible con los indicios de Adda-Guppi’
ni con el Texto 6. Así, no hay argumento inequívoco o persuasivo
para la abdicación o retiro de Aššur-bāni-apli antes de su muerte
en 627. De hecho, las cartas de tierras
apoyan el punto de vista de que Aššur-etel-ilāni
subió al
trono (en su minoría) a continuación de la muerte de su padre en
627 y en medio de las insurrecciones, tanto en Babilonia como en
Asiria, atestiguadas por la crónica.
Que
Babilonia era pacífica y próspera bajo Kandalanu, esto es, durante
los años finales de Aššur-bāni-apli, parece más allá de toda
duda. Kandalanu es descrito como el “monarca” babilonio, pero
solamente es conocido a partir de las fechas de año babilónicas,
listas de reyes y una única referencia de la crónica. No hay
ninguna inscripción asiria que mencione su nombre, ni aparece como
una personalidad en ninguna carta ni ningún documento económico o
legal. Ni hay fechas desde un”año de ascensión”. Dado el
extenso número de textos económicos procedentes de Babilonia en
esta época, esto es realmente extraño. Además, sabemos que durante
el reinado de Kandalanu fue Aššur-bāni-apli quien nombró
funcionarios en Babilonia, incluso en la misma ciudad de Babilonia y
otras ciudades meridionales.
La
tradición identifica a Kandalanu como un hermano de Aššur-bāni-apli
(y posiblemente el mismo Aššur-bāni-apli). Que Aššur-bāni-apli
nombró a sus hermanos
para una
serie de
puestos en Babilonia y Asiria está bien atestiguado pero en ningún
lugar es mencionado Kandalanu;
ni Kandalanu figura entre los nueve hijos de Aššur-aḫa-iddina.
El nombre mismo es desconcertante -deriva de una forma de un
utensilio de cocina- quizá más
apropiado para un niño que para un monarca gobernante. El punto de
vista, largo tiempo mantenido, de que Kandalanu no era sino un nombre
de trono para Aššur-bāni-apli es rechazado ahora por muchos
eruditos. No obstante, si fue un individuo real, y sobre los indicios
actuales esto no puede demostrarse,
él es curiosamente esquivo, pareciendo, como mucho, un funcionario
epónimo, por el que eran nombrados los años babilonios. Ninguno
de los dos casos puede ser probado, pero sobre los indicios actuales
la teoría del nombre de trono no
puede rechazarse sin más trámite y hay muchos
datos entre la evidencia circunstancial
para darle credibilidad.
La
experiencia histórica sugeriría que después de sus dificultades
con Samas-suma-ukin, Aššur-bāni-apli pudo haber nombrado en
Babilonia a un jeque caldeo leal para apaciguar la oposición tribal,
pero también que tal personalidad no
habría resistido la tentación -ni, de hecho, un hermano ambicioso-
de rebelarse en los años finales de un rey débil y envejecido. El
único hecho que parece cierto es que durante los años de Kandalanu
Babilonia permaneció no solamente próspera sino pacífica. La
consecuencia, que Asiria bajo Aššur-bāni-apli era también
pacífica, se sugiere a sí misma, y no hay una evidencia inequívoca
hacia lo contrario. Las referencias bíblicas hablan de la
recuperación por parte de Yō’šîyāhû
(Josías, 640-609) de las políticas anti-asirias de Ḥizqîyāhû
(Ezequías, 726-797), algún tiempo después de 630, pero
fue la muerte de Aššur-bāni-apli lo que aseguró su éxito. A
menudo, Asurbanipal es descrito como un tirano vano y cruel, mejor
representado en la idílica escena del jardín en los relieves de
Nínive, con la cabeza de Teumman colgando en un árbol cerca de la
mesa del banquete. Pero este también es el monarca al que debemos la
preservación de la mayoría de la herencia literaria de Mesopotamia.
Su reinado fue un de los más largos en la historia asiria y
en sus últimos años, sus políticas salvajes lograron una paz, tal
vez incómoda, en las ciudades de Asiria y Babilonia. Desde un punto
de vista asirio, su crimen no fue su éxito implacable, sino su
aparentemente arrogante indiferencia por el futuro, tanto al fracasar
en asegurar la sucesión como al agotar los recursos no ilimitados
del imperio. El precio fue pagado por sus sucesores.
2.
Los Años de conflicto (627-623)
No
tenemos conocimiento del heredero designado de Aššur-bāni-apli,
aunque los textos económicos fechados en su reinado, implican la
existencia de un príncipe coronado. Uno de tales documentos está
testificado por un turtān
ša mār šarri,
el “comandante en jefe del príncipe coronado”. Sabemos por
periodos más antiguos que el príncipe coronado tenía
responsabilidades militares, y la Crónica 2 coloca a
Sîn-šarra-iškun,
posiblemente un general, con
el ejército asirio en Babilonia en 627. Sîn-šarra-iškun
iba a suceder finalmente a
Aššur-etel-ilāni,
pero
sobre la evidencia de la cronología presentada y el relato de la
crónica no hasta 623. La
mención
de su nombre
al principio
de la crónica (627) no es, de
hecho,
prueba
de que él fuera
entonces el rey, como algunas autoridades han supuesto, ya que en
la
práctica la crónica, la
mayoría de las veces, iba a referirse al rey, sin importar si era de
Akkad o de Asiria, por su título y no por su nombre. A
partir de la prueba del texto 3 sabemos que la insurrección siguió,
al menos en Aššur,
a la muerte del monarca y que el trono fue asegurado para
Aššur-etel-ilāni
por
Sîn-šumu-līšir,
su eunuco principal y posiblemente el cabeza de la casa del joven
príncipe.
Las
fuentes asirias revelan poco de los acontecimientos del reinado de
Aššur-etel-ilāni.
Las inscripciones de los ladrillos atestiguan su reconstrucción de
Ezida, el gran templo de Nabû en Kalaj, trabajo que sabemos que fue
continuado por Sîn-šarra-iškun.
Sobreviven un gran número de
textos económicos, pero su datación precisa a
Aššur-etel-ilāni
o a Sîn-šarra-iškun es,
en la mayoría de los casos, dudosa. Contienen mucha información
social y económica inestimable, pero todavía tienen que ser
estudiados sistemáticamente. De particular interés son los textos
relacionados con Sîn-šumu-līšir,
que aseguró la ascensión del joven rey con su ejército privado
(“las tropas de batalla de su propio estado”), en sí mismos
sugerente de la descomposición
de la autoridad real en su época. La recompensa de Sîn-šumu-līšir
no fue simplemente una
posición de influencia como mentor del rey, sino el regalo de la
propiedad, y su exención de impuestos, para los miembros de su
propia casa y posiblemente otros que se habían alineado con él en
apoyo del nuevo rey. Es desafortunado que no sepamos nada de los
antecedentes o familia de Sîn-šumu-līšir,
el único eunuco en haber reclamado el trono de Asiria, aunque
brevemente. El papel de los eunucos -servidores locales que no tenían
ellos mismo ambiciones dinásticas y cuya responsabilidad principal
era el bienestar del rey y su familia- parece haber llegado a ser
cada vez más importante en los últimos años en Asiria. Pero la
extraordinaria posición de Sîn-šumu-līšir
como el orquestador de la
sucesión de Aššur-etel-ilāni
debe reflejar el grado en que
había muerto el viejo orden con Aššur-bāni-apli y, en el periodo
consiguiente de debilidad y disensión atestiguado en la crónica, la
prerrogativa real fue asumida por ambiciosos funcionarios. La
posición de Sîn-šumu-līšir
es enfatizada particularmente en un texto que una vez se pensó que
había sido un edicto de Sîn-šarra-iškun,
pero que ahora se ha
interpretado como un tratado que garantizaba la soberanía de
Aššur-etel-ilāni,
impuesto por Sîn-šumu-līšir
en tres individuos, por otra parte desconocidos. Un “juramento de
tratado” también es mencionado en el Texto 3, en este caso, al
parecer, administrado por otro de los funcionarios eunucos de
Aššur-etel-ilāni.
El
marco histórico para los años restantes del imperio asirio se
derivan casi por completo de la Crónica Babilónica. Sabemos que en
627/626 hubo batallas tanto en Asiria como en Babilonia, de las
cuales la rebelión de Aššur
era, de hecho, parte, y que desde la muerte de Kandalanu hasta la
ascensión de Nabû-apla-uṣur
“ningún rey fue reconocido” en Babilonia. Ciertamente, se
atestiguan allí
dos batallas, la primera
luchada “todo el día dentro de la ciudad” (627). Por tanto,
Nabû-apla-uṣur
debe haber disfrutado de un cierto éxito contra los ejércitos
asirios. Esto puede verse en su reconocimiento ya el 22/VI/626,
probablemente en Sippar. El año 626 le encuentra también en Nippur,
en todo este periodo la más importante fortaleza de Asiria en el
sur, pero la cercanía del ejército asirio obligó a la retirada del
rey babilonio a Uruk, donde se informa que obtuvo una victoria.
Nippur iba a quedar en manos asirias hasta 616, y es desde Uruk, una
ciudad en la que había habido mucho tiempo una fuerte facción
pro-asiria, de donde tenemos la prueba sustancial más antigua para
el reconocimiento del nuevo rey caldeo.
El
control de Babilonia estuvo disputado entre Nabû-apla-uṣur
y Aššur-etel-ilāni
hasta 623, con el primero reconocido en Babilonia y Uruk durante la
mayor parte de esta época. En 623, sin embargo, los sucesos dieron
un nuevo giro. En ese año la crónica registra la revuelta de Dēr,
una avanzada estratégicamente importante en la ruta de las montañas
orientales de Asiria a Babilonia y Elam. Esto provocó una respuesta
por parte del mismo Aššur-etel-ilāni,
que partió con su ejército a Babilonia. Si el instigador
de la revuelta de Dēr
fue Sîn-šarra-iškun
o Sîn-šumu-līšir
no puede afirmarse con certeza, aunque
el último es el candidato más probable. Que finalmente debió
haberse rebelado contra su rey y antiguo protegido, posiblemente
provocado por la amenaza de las actividades de Sîn-šarra-iškun
en el sur, es seguro tanto
por su propia pretensión a la realeza de Asiria, como por su
reconocimiento en la Nippur asiria en los primeros meses de 623.
Después de 15/V de ese año (y posiblemente hasta 14/VI), en cuyo
tiempo fue reconocido brevemente en Babilonia, no sabemos más de
este distinguido eunuco, aunque muy
posiblemente él es el “rey
rebelde” de esta misma crónica, a quien se hace referencia en el
contexto de los “100 días”. Desafortunadamente
el fin de esta crónica está muy dañado. Hay una mención de un
Itti-ili,por lo demás desconocido, que devastó alguna ciudad de la
cual el nombre está roto y estacionó una guarnición en Nippur,
posiblemente eliminando a Sîn-šumu-līšir,
ya que sabemos que Aššur-etel-ilāni
fue reconocido allí de nuevo
en 1/VIII/623, su última fecha conservada. Posiblemente es
Aššur-etel-ilāni
quien “marchó contra
Siria” en esta época, pero quizá es más probable que hubiese
sido el finalmente exitoso Sîn-šarra-iškun.
Las líneas finales rotas de
la crónica son especialmente frustrantes, ya que se hace mención de
alguno que partió hacia Nínive, donde “los que habían llegado a
hacer la guerra contra él [¿es decir, los seguidores de
Aššur-etel-ilāni?]...cuando
le vieron se postraron ante él”. Que este sea el recién aclamado
Sîn-šarra-iškun es
probable, sugiriendo de nuevo a Sîn-šumu-līšir
como la identificación más probable para la referencia final a un
“rey rebelde”. De hecho el suyo es el único otro nombre que
aparece en cualquier
lista real. Sîn-šarra-iškun
pretendió la realeza tanto
de Asiria como de Babilonia en este, su año de ascensión, pero fue
reconocido en Babilonia -y entonces brevemente-
solamente al final del año,
a continuación del efímero éxito de Sîn-šumu-līšir.
La
ascensión de Sîn-šarra-iškun
en 623, argumentada aquí, no
es aceptada ampliamente. Pero es la única interpretación que
concuerda con todas las fuentes, incluyendo las fechas de año y
crónicas. Además, en el Texto 6, citado más arriba, el sincronismo
posiblemente se convierte en “Año 3 de Napopolasar, es decir el
año de ascensión de Sîn-šarra-iškun.
Esta lectura, de hecho, es la
única interpretación lógica de tal traducción del escriba, que es
de una fecha de año babilónica a una asiria. Solamente la Lista
Real de Warka parece apoyar una fecha de ascensión en 627 para
Sîn-šarra-iškun, pero
la tradición de escriba no podía acomodar la inserción de un
reinado dentro de los años atribuidos a otro. Así el breve
reconocimiento de los dos reyes en 623 inevitablemente habría sido
registrado como se encuentra en el texto, entre Kandalanu y
Nabû-apla-uṣur,
y tenemos aquí un ejemplo tardío de una tradición mucho tiempo
patente en la lista de reyes sumeria. Que el año de ascensión 623
de sentido a los indicios procedentes tanto de la crónica como del
sincronismo debe ser más que una coincidencia.
3.
Sîn-šarra-iškun (623-612)
El
reinado del penúltimo rey de Asiria está mejor atestiguado que el
de su hermano. Sobreviven varias inscripciones conmemorativas,
registrando la restauración de “la edificación de alabastro” en
Nínive, probablemente el ala oeste del Palacio del Suroeste, el
templo de Nabû en Aššur
y el santuario de Tashmetum en Exida en Kalaj; sabemos también que
tenía un palacio en Kalaj, posiblemente el Palacio del Noroeste
donde una serie de textos económicos se refieren a “los enemigos
de Asiria que no aceptarían mi soberanía -posiblemente una
referencia a la disputada sucesión en 627, así como en 623- y nos
informa de que el nuevo rey fue elegido por los dioses para la
soberanía “en lugar de su hermano gemelo” o quizás “de entre
sus hermanos (reales)”, una frase usada a menudo por aquellos cuyos
derechos al trono eran dudosos. Que Sîn-šarra-iškun
era el legítimo príncipe
coronado debe seguir siendo una posibilidad, no obstante, y no
podemos estar seguros de la identidad del “gemelo” o “hermano
real” al que se refiere. De hecho, si los dos reyes eran gemelos es
difícil entender la referencia de Aššur-etel-ilāni
a su minoría en 627, cuando
Sîn-šarra-iškun era
un general en Babilonia. Sabemos que Aššur-bāni-apli se casó
mientras él mismo era príncipe coronado, esto
es, antes de 669, haciendo improbable, aunque no imposible, que su
esposa Aššur-šarrat
fuera la madre de Aššur-etel-ilāni,
estando todavía “en su
minoría” en el año 627, siendo quizá esto mismo una razón para
la disputada sucesión y la intervención del ambicioso
Sîn-šumu-līšir.
Esto es enteramente especulativo, pero en el periodo asirio tardío
se nos niega la información sobre los parientes de la esposa (o
esposas) del rey, o, de hecho, de los otros miembros de la familia
real, y puede caber poca duda de que tal información ayudaría a
explicar bastante un problemático camino al trono. Otra
indicacion de la edad relativa de Sîn-šarra-iškun
puede encontrarse en los
textos económicos fechados por limmū
que pueden ser atribuidos a su reinado porque fechan sus
inscripciones conmemorativas. Estos textos, algunos de los cuales
deben ser datados de antes de 620, contienen numerosas referencias a
oficiales del ejército de un hijo del rey, en este caso
indudablemente un hijo de Sîn-šarra-iškun.
La
tablilla de la crónica para los años 622-617 aún tiene que ser
encontrada, y estamos obligados, para la historia de los primeros
años de Sîn-šarra-iškun a
depender una vez más de las fechas de año babilonios. Ciertamente,
la fecha supuesta para su ascensión, en este caso 623, afecta a su
interpretación, pero cualquiera que sea el sistema que se siga, esta
prueba babilónica revela una prolongada lucha por Uruk y Nippur. De
vez en cuando, ambas ciudades estuvieron bajo asedio, sus habitantes
en apuros desesperados. Durante
unos pocos años iniciales, Sîn-šarra-iškun
continuó poseyendo Sippar,
importante centro religioso y puerta septentrional a Babilonia,
estratégicamente importante para controlar, tanto el Éufrates río
arriba desde Babilonia como las rutas terrestres desde Asiria.
Después de 11/I/620 hay huellas para su reconocimiento en Uruk y
Nippur solamente, ambas ciudades con una larga historia pro-asiria.
Después
de 623 la ocupación por parte de Nabû-apla-uṣur
de la Babilonia central y septentrional parece más segura y está
atestiguada por fechas de año desde Babilonia, Borsippa, Dilbat y
Cutha. No obstante, no hay rastro de que controlara el sur. De hecho,
la prolongada lucha por Uruk en 621-616 refleja indudablemente una
importante preocupación de la política asiria en el siglo VII, el
control -para el que Uruk era la llave-, del País del Mar con su
acceso al rico comercio del Golfo. Las únicas tablillas de esta fecha
recuperadas desde Ur, transacciones de préstamo para los años
624-617, comprenden un archivo familiar escrito en Babilonia
septentrional, para la mayor parte de la misma
ciudad de Babilonia. Estos documentos posiblemente fueron trasladados
a Ur, después del cese de hostilidades en Babilonia, estos es, algún
tiempo después de 616.
La
variedad de contratos datados que han sobrevivido de este periodo
revela que en 621 Uruk, en ese momento bajo el control de una facción pro-babilónica, estaba bajo asedio. Hacia 620 la marea se estaba volviendo a favor de los
babilonios, y a principios de año la misma Nippur asiria fue
asediada. Una severa
hambruna, el legado de siete años de conflicto, está atestiguada
vívidamente en un grupo de contratos procedentes de Nippur datados
en esta época. Estos registran no solamente exorbitantes precios de
mercado, sino la venta de hijos jóvenes por sus famélicos padres,
para obtener comida. Los asirios ocuparon Nippur hasta finales de 617
(el texto más antiguo de Nabû-apla-uṣur
esta datado en 9/X/617), pero la lucha por Uruk fue más compleja. En
618 los asirios de nuevo poseyeron la ciudad, pero desde entonces
hasta el asedio final en 616 Uruk osciló entre el control babilonio
y el asirio.
A
través del todo el siglo VII las ciudades de Babilonia habían
preferido la prosperidad del sometimiento asirio -y la posición de
privilegio que se les concedió- a la falta de fiabilidad del control
tribal. Pero hacia 616 la devastación de la contienda de diez años
debe haber hecho que la perspectiva de un gobierno caldeo pareciera
una bendición positiva. Una serie de cartas de un periodo anterior
revela la insegura situación de aquellos babilonios que profesaban
lealtad a Asiria, por ejemplo la siguiente carta de un funcionario en
Nippur a Aššur-aḫa-iddina:
El
rey bien sabe que el pueblo nos odia en todas partes a cuenta de
nuestra alianza con Asiria. No estamos seguros en ningún lugar; a
donde quiera que pudiéramos ir seríamos asesinados. El pueblo dice,
“¿Porque os sometéis
a Asiria?” Ahora hemos cerrado con llave nuestras puertas [frase
usada para indicar asedio] y no
salimos de la ciudad…
De
hecho, Uruk pago duramente por sus divididas lealtades, sufriendo
asedios en varias ocasiones entre 620 y el último golpe atestiguado
pro-asirio.
En
616 regresamos a los indicios de la serie de crónicas babilónicas
con la Crónica 3, el texto llamado La caída de Nínive. Fue ahora,
coincidiendo con el colapso final de las pretensiones asirias en
Babilonia, cuando Nabû-apla-uṣur
tomó la ofensiva contra los asirios en su propia tierra de origen,
aunque su estrategia inicial puede haber sido poco más que un
intento por ajustar las fronteras, un tema recurrente de disputa
entre las dos naciones. De hecho, la idea de un Asiria
territorialmente debilitada no está apoyada por la evidencia de los
textos económicos; los limmū
que
pueden ser atribuidos inequívocamente al reinado de Sîn-šarra-iškun
se encuentran en textos tan al oeste como Harran y Tell halaf, y el
alto Tigris al norte del Tur-Abdin, mientras que uno de esos
funcionarios es un “comandante en jefe de la izquierda” y casi
con seguridad el gobernador de Kumutkhu (Commagene). Esta
identificación ha sido cuestionada, pero es difícil prever la
retirada exitosa a Harran en 612 si los asirios no hubieran retenido
el control de esta provincia noroccidental.
De
acuerdo con la Crónica Babilónica, en
616 Nabû-apla-uṣur
hizo campaña Éufrates arriba, derrotando a un ejército asirio con
sus aliados manneos (de Irán noroccidental) en Gablini, y
continuando corriente arriba hasta el río Balikh. Tal era la nueva
amenaza babilonica que, aunque habían pasado menos de 50 años desde
el saqueo de Aššur-bāni-apli de Tebas, los egipcios se unieron
ahora a su anterior enemigo en una alianza de la que el efecto
inmediato fue la retirada de Nabû-apla-uṣur.
Mientras el destino de Uruk -y el poder asirio en el sur- seguía estando
en equilibrio, los asirios y egipcios unieron sus ejércitos en
persecución de Nabû-apla-uṣur,
no pudiendo coger en Gablini a las fuerza babilonias en su camino a casa.
Más avanzado el año tuvo lugar otra batalla cerca de Arrapkha
(Kirkuk) -quizá instigada por los medos que habían sucedido al
poder elamita en Irán, con los babilonios de nuevo victoriosos. En
615, con Babilonia al fin segura, Nabû-apla-uṣur
reunió un ejército y marchó hacia Aššur,
no pudo capturar la ciudad y fue obligado por un ejército asirio a
retirarse de nuevo, esta vez Tigris abajo hasta Tikrit. En una
batalla de diez días Sîn-šarra-iškun
no pudo arrebatar la ciudad
fortaleza a Nabû-apla-uṣur,
y la crónica registra otra victoria babilónica. Sin embargo, al año
siguiente (614) fueron los medos y no los babilonios quienes atacaron
Nínive y Kalaj, capturó Tarbisu (moderno Sherif Khan, justo al norte
de Nínive donde Aššur-bāni-apli había residido como príncipe
coronado), y destruyó Aššur.
Nabû-apla-uṣur
estuvo rápido en tomar ventaja de la victoria meda -quizás
convenientemente sus tropas habían llegado demasiado tarde para
tomar parte- y en el campo de batalla hizo una alianza formal con el
rey medo Huvaxšara (el Kyaxarēs de Herodoto) (c.625-c.585).
Ambos ejércitos regresaron a casa y en 613 Sîn-šarra-iškun
tomó de nuevo la ofensiva,
con sus aliados escitas, si
hay que creer los registros griegos, que protegían su flanco
oriental al enfrentarse a los medos. Partió hacia el sur, obligando
a Nabû-apla-uṣur
a abandonar Anat, que este último había asediado después de una
revuelta, casi con seguridad fomentada por los asirios, de los Suhu
en el Éufrates medio. No hay indicación en esta época de que el
rey asirio viera ninguna amenaza seria a su posición. No solamente
dirigió su ejército lejos desde Asiria para atacar a
Nabû-apla-uṣur,
sino que las autoridades locales estaban tan satisfecha consigo
mismas, a pesar de las destrucción de Aššur
el año anterior, que desmantelaron las defensas de una de sus más
potentes fortalezas para llevar a cabo extensas reparaciones.
Se
destaca a menudo que retrospectivamente la campaña asiria de 613 es
desconcertante. Aunque Aššur
ya había caído, y al año siguiente el imperio mismo iba a
desaparecer, los asirios en 613 estaban lo suficientemente confiados
como para tomar la ofensiva contra los babilonios. La cronología
defendida aquí, no obstante, hace esta operación más comprensible
en vista de la falta de éxito de Nabû-apla-uṣur
contra los asirios en Babilonia durante los primeros diez años de su
reinado, esto es, hasta 616. De hecho,
debe haber habido una guarnición en Nippur
durante
estos años, que pudo difícilmente haber sobrevivido
sin el apoyo de campañas regulares asirias, aunque estas deben
finalmente haber tenido que
pasar por alto las ciudades septentrionales en las que el control de
Nabû-apla-uṣur
fue establecido eficazmente. La
campaña de 613 cae así en
perspectiva como una de las que eran probablemente incursiones
asirias anuales hacia el sur.
El
fin llegó en 612, y sin duda inesperadamente. Los ejércitos
combinados de Nabû-apla-uṣur
y Huvaxšara (Kyaxares),
junto con los Ummanmanda (un término que denota simplemente “hordas
tribales”, de las que los escitas eran ahora parte casi con
certeza), atacaron Nínive. Después de un asedio de 3 meses las
murallas fueron traspasadas y la ciudad saqueada: en palabras de la
crónica, “convertida en un montón de ruinas”. El destino de
Sîn-šarra-iškun es
menos cierto. La crónica está rota en este punto, y no está claro
si murió (en las llamas de su palacio en la tradición acerca de
Sardanapalo, Diodoro II.27),
o si es el rey asirio que “escapó del enemigo y cogió el pie del
rey de Akkad para implorar por su vida. Lo
cierto es que nunca se oyó hablar de él de nuevo.
El
asirio quizá fue desafortunado en su destino. Convencionalmente era
un rey piadoso y sin duda un general más capaz que muchos de sus
predecesores. Las raíces del colapso de Asiria no descansan en sus
propias políticas sino en los limitados recursos de la patria asiria
y la presión sobre estos recursos impuesta por sus más ilustres y
ambiciosos predecesores. Nínive debe haber parecido inexpugnable, y
sabemos que Sîn-šarra-iškun
mismo había reparado las
enormes murallas. La tradición posterior sugiere que los muros
fueron rotos por inundación, posiblemente por la destrucción de la
presa de Sîn-aḫḫē-erība
en el Khosr, cuyo río debe, en el siglo VII, haber sido desviado
alrededor de los muros. Aunque no queda ninguna prueba de tal rotura,
es difícil imaginar de que otra manera esta gran ciudad fortaleza
pudo haber sido destruida.
Este
no fue el fin de Asiria. La crónica nos informa que un
Aššur-uballit
II, por otra parte desconocido (posiblemente príncipe coronado de
Sîn-šarra-iškun)
huyó ignominiosamente hacia el oeste a Harran, donde se estableció un
gobierno asirio en el exilio. Este antiguo centro comercial y
religioso, cuyos habitantes disfrutaban de favores reales y exención
de impuestos que aseguraban su lealtad, fue el lugar de uno de los
más famosos templos del dios-luna, donde Aššur-bāni-apli había
nombrado a su hermano menor, y donde la longeva madre de Nabû-nā’id,
quizá ella misma miembro de la familia real asiria, era una devota. Si
la atención de Aššur-bāni-apli era únicamente una reflexión de
su preocupación por los antiguos dioses o un movimiento político
para reforzar su apoyo en el oeste no puede comprobarse, pero esto
último es probable. De hecho, la ciudad siguió siendo leal a la
causa asiria en 612.
Aunque
lo que sobrevivió del gobierno se había desplazado a Harran y las
grandes ciudades metropolitanas nunca fueron recuperadas, la
población local de la patria asiria no desapareció simplemente. Las
excavaciones en Kalaj muestran que al menos algunos de los habitantes
regresaron después del saqueo de 612, buscando seguridad en las
ruinas. El carácter de este asentamiento temporal es, no obstante,
significativo. Fue limitado a las áreas fortificadas, y en el caso
del ekal māšarti
(el gran arsenal en la ciudad exterior), se hizo un intento por
colocar la construcción en una posición de defensa al reconstruir
la puerta norte, que había sido desmantelada para reparar en 614 y
no había sido vuelta a erigir en la época de la embestida final en
612. No tenemos medios para saber qué autoridad fue responsable de
este trabajo, pero no fue el gobierno asirio, que se quedó en Harran
hasta 608, pero nunca ejerció de nuevo el control sobre la tierra
natal. No obstante, la inseguridad de la campiña está claramente
demostrada por el destino de estos refugiados. Se identifican tres
niveles de ocupación post-asiria. Todos, a su vez, llegaron a un
violento fin. Parece probable que las tribus
montañesas
que habían sufrido tanto en las manos asirias se estaban tomando
ahora su venganza, y la insinuación
se confirma por el hecho de
que los babilonios encontraron necesario hacer una campaña en las
montañas del noroeste de Asiria en 608 y 607.
4.
Aššur-uballit II y Karkemiš: los años
finales (612-605)
La
confrontación era ahora entre Babilonia y Egipto. Nabû-apla-uṣur
controlaba firmemente Babilonia y en la Asiria metropolitana al oeste
hasta Nisibis, que él había saqueado en 612. Aššur-uballit
estaba en Harran, perseguido por Nabû-apla-uṣur hasta Nisibis y
Rasappa. En 611-610 Nabû-apla-uṣur “marchó victoriosamente en
Asiria” y guerreó todavía más al este. En 610 se le unió los
Ummanmanda y los dos ejércitos marcharon contra Harran, que fue
ignominiosamente abandonada por Assur-uballit y sus aliados egipcios
y saqueada por los babilonios. En 609 el ejército egipcio principal
llegó en apoyo de los asirios habiéndose demorado en el camino por
problemas en Palestina y los terribles esfuerzos de Yōˀšîyāhû
(Josías) en Meggido. La guarnición babilonia en Harran fue
derrotada, pero parece que los egipcios y asirios no habían
reocupado la ciudad. El nuevo faraón Nekaw II, estableció ahora su
cuartel general en Karkemiš,
sin duda más para proteger sus propios intereses a largo plazo en
Siria que para proporcionar apoyo para los atribulados asirios. No se
tiene noticias de Aššur-uballit
de nuevo, al menos la crónica no le considera digno de mención, y
somos ignorantes de su destino. Los problemas para los babilonios
estallaron ahora en el frente nororiental, una área a la que Asiria
había dedicado mucho esfuerzo en contener, y en 609-607
Nabû-apla-uṣur fue obligado a dirigir su atención hacia Urartu.
En
607 una de la figuras más justamente célebres en la historia
antigua aparece en escena, el hijo de Nabû-apla-uṣur, el príncipe
coronado Nabû-kudurrī-uṣur II (Nabuconodosor II, 605-562). En ese
año, ambos, rey y príncipe coronado, unieron sus ejércitos para la
campaña urartea, marchando el rey en solitario por tanto al Éufrates
donde saqueó Kimuhu, cerca de Karkemiš,
y situó allí una guarnición babilonia. En 606 los egipcios
contraatacaron y tuvieron lugar batallas en Kimuhu y otras varias
ciudades sirias, con los egipcios forzando finalmente la retirada de
Nabû-apla-uṣur. En 605 Nabopolasar se quedó en Babilonia, quizás
entonces ya enfermo, y el príncipe coronado reunió su ejército y
se dirigió a Karkemiš.
Aquí se dio una de las grandes batallas de la antigüedad, de la
cual leemos en Jeremías (42:12), “pues el hombre poderoso se ha
topado con el poderoso, ellos están caídos juntos”.
Evidentemente
ambas partes sufrieron fuertes pérdidas, pero fue Nabû-kudurrī-uṣur
II quien salió victorioso, persiguiendo a los egipcios en retirada
hacia Hamath, donde tuvo lugar un segundo encuentro del que, de
acuerdo con el no del todo imparcial relato babilónico, “ni un
solo egipcio volvió a casa”. Afortunadamente para los egipcios las
noticias de la muerte de Nabû-apla-uṣur alcanzaron entonces a
Nabû-kudurrī-uṣur, que aceleró el regreso a Babilonia para
reclamar el trono que iba a ocupar con tal distinción durante los
siguientes 42 años. Babilonia fue entonces la sucesora indiscutible
de Nínive y la nueva capital del mundo.
Las
razones del súbito colapso de Asiria han sido muy debatidas.
Aššur-bāni-apli controlaba el imperio más grande que el mundo
había conocido, a pesar de que al cabo de dos décadas de su muerte
el país fue invadido, sus ciudades destruidas, y Asiria como entidad
política importante había desaparecido para siempre. Las razones
para este colapso son ciertamente complejas, pero el germen
fundamental del fracaso descansa simplemente en el muy pequeño
tamaño de la Asiria metropolitana. Un estudio de la población y los
recursos de la tierra natal sugiere que su inadecuación dictó las
políticas que crearon el imperio e impulsaron a su mantenimiento,
mientras que su agotamiento contribuyó a su colapso. La
majestuosidad real, de la que las grandes ciudades eran una
expresión, de hecho la prosperidad del país, solamente pudieron
ser soportadas por los tributos de los territorios lejos más allá
de las fronteras naturales de Asiria, y el tributo solo pudo ser
recaudado por la amenaza, y al menos intermitentemente por la
presencia, de una abrumadora fuerza militar. Las poblaciones
sometidas se mostraban leales tanto tiempo como el éxito militar de
siria asegurara su prosperidad, pero no tenían razones para
arriesgar sus vidas en su defensa en tiempos de disturbios. Las
políticas asirias demandaban enormes recursos en mano de obra, y la
práctica de la deportación aportó no solamente un método de
controlar poblaciones potencialmente rebeldes sino de asegurar
trabajo para los vastos programas de edificación y empresas
militares de los reyes neoasirios. Pero también dejaron un creciente
legado de pueblos sometidos, tanto en la Asiria metropolitana como en
sus guarniciones en el extranjero, cuya lealtad en tiempos de
debilidad no podía asegurar el estado.
Este
implacable imperialismo se demostró al final demasiado costoso. En
las invasiones de Egipto del siglo VII, aunque prestigiosas, no
habían nacido del sentido común, mientras que la destrucción de
Elam y la repetición de campañas contra Urartu y las coaliciones
tribales al noreste habían supuesto un severo drenaje de mano de
obra y recursos. Lo más perjudicial de todo, no obstante, fue el
tiempo y la energía gastadas en intentar mantener controlada a
Babilonia, donde el campo era un entorno ideal para la guerra de
guerrillas y donde los privilegios concedidos a sus antiguas ciudades
alentaron el crecimiento de la prosperidad urbana que al final iba a
evidenciar más de una ventaja para Babilonia más que para Asiria.
Hasta la década de 620 los asirios habían sido vencedores, pero era
una victoria pírrica. Asiria fue destruida no tanto por la poderosa
coalición militar que saqueó Nínive -había encontrado tal
oposición antes- como por la vasta riqueza de las tribus
meridionales aliadas con el fructífero comercio de las ciudades
babilónicas, que las políticas asirias habían fomentado. En el
siglo VII las ambiciones políticas de los Sargónidas habían
impuesto un intolerable esfuerzo sobre los recursos asirios, y el
fracaso del envejecido Aššur-bāni-apli para asegurar la sucesión
fue un golpe mortal para la autoridad real, sobre la que dependía el
sistema asirio. Las intromisiones sobre esta autoridad en tiempos de
Aššur-etel-ilāni
son signos claros de una severa debilidad interna. Se ha sugerido que
la caída de Asiria no fue tanto el colapso de un imperio como un
cambio de poder hacia el sur, pero ciertamente no le habría parecido
así a los habitantes de las grandes capitales asirias, devastadas en
612 y ahora abandonadas en su mayor parte. Sîn-šarra-iškun
no fue un monarca incompetente, pero Asiria pronto iba a ser relevada
por los Aqueménidas, cuya administración imperial era un desarrollo
más eficaz de la suya, y cuyo éxito aseguró que el centro de poder
nunca más regresara al norte.
BIBLIOGRAFÍA:
El
texto para esta entrada ha sido extraído y traducido de los
siguientes capítulos de A.K. GRAYSON sobre la historia de Asiria,
contenidos en el Volumen III, Parte 2 de la Cambridge Ancient
History: The Assyrian and Babylonian Empires and Other States of the
Near East, from the Eighth to Sixth Centuries B.C.
Capítulo
22 – Assyria:Tiglath-pileser III to Sargon II (744-705 B.C.)
Capítulo
23 – Assyria: Sennacherib anda Esarhaddon (704-669 B.C.)
Capítulo
24 – Assyria 668-635 B.C.: the reign of Ashurbanipal
Capítulo
25 – The fall of Assyria (365-609 B.C.)