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viernes, 16 de junio de 2017

El Imperio Asirio (IV): El Periodo Neo-asirio Tardío (722-609)

Introducción: Los reyes asirios más conocidos y de los que se posee mayor documentación son los que vivieron en este periodo Neo-asirio Tardío, que se corresponde con la época de mayor expansión del imperio. Estos reyes son conocidos habitualmente por sus formas bíblicas, o por sus equivalentes en las lenguas modernas, en lugar de por sus nombres originales acadios, por ejemplo: Senaquerib en lugar de Sîn-aḫḫē-erība, Asarhadon en lugar de Aššur-aḫa-iddina, y Asurbanipal en lugar de Aššur-bāni-apli. Ello es debido a que durante mucho tiempo la principal fuente de información sobre la historia asiria fueron los libros que componían la Biblia, los cuales están escritos en hebreo. En mi opinión creo más correcto escribir los nombres de los reyes en su lengua vernácula (como ya he mencionado en otras entradas, como la de los reinos galeses medievales), por lo que nombraré a todos los reyes asirios en su lengua original acadia.

* * *

I. El Reinado de Šarru-kīn II

Si Šarru-kīn tuvo o no una pretensión legítima al trono asirio, fue, ciertamente, un digno sucesor a Tukultī-apil-Ešarra III y emuló a este soberano a través de campañas intensivas, por las que no solo recuperó el territorio perdido sino que también añadió nuevas posesiones al imperio. No contento con ser recordado como un guerrero incondicional, Šarru-kīn creó una nueva ciudad asiria y la llamó Dur-Šarru-kīn (“Fuerte Šarru-kīn”) por él. El reinado está bien documentado, habiendo una abundancia de inscripciones reales, textos cronográficos, cartas, documentos administrativos y legales, informes astrológicos, y relieves escultóricos desenterrados por los modernos excavadores en Dur-Šarru-kīn. La cronología interna del periodo y en particular de las campañas militares es un problema difícil que ha sido tratado en un excelente estudio por Tadmor.

1. La Ascensión

Šarru-kīn II
La ascensión de Šarru-kīn II al trono está envuelta en misterio y hay buenas razones para preguntarse si era un usurpador. Nunca menciona a su padre en ninguna de las inscripciones reales conservadas, con la excepción de una placa vidriada que lleva una etiqueta en la que declara que es hijo de Tukultī-apil-Ešarra III. Una situación similar hace surgir la misma sospecha en relación con Tukultī-apil-Ešarra. Si Šarru-kīn era hijo de Tukultī-apil-Ešarra, ¿por qué era tan reticente a reconocer tal ilustre parentesco? Su nombre levanta dudas también, pues Šarru-kīn significa “rey legítimo”. De mayor relevancia es esta creación del rey de una nueva capital real, Dur-Šarru-kīn, donde jamás había habido una ciudad antes. ¿Por qué hace esto en lugar de preferir vivir en el viejo centro, Kalaj? Se podrían proporcionar respuestas a cada una de esas cuestiones, e incluso las analogías procedentes de otros reinados de monarcas asirios, pero hay espacio para la duda razonable y esta duda está intensificada por las circunstancias que rodean a su ascensión.

Las evidencias respecto a la entronización de Šarru-kīn y sus consecuencias inmediatas son muy pobres. La fuente principal es un documento llamado la Carta Aššur, en la que Šarru-kīn relata que Šulmānu-ašarēd V (el nombre, en realidad, se ha perdido en una laguna pero con claridad éste es el rey involucrado) injustamente impuso corveas sobre la ciudad de Aššur, con el resultado de que los dioses le depusieron y designaron a Šarru-kīn como rey legítimo. Hay dos hechos importantes implícitos en este punto de vista: Šulmānu-ašarēd fue depuesto por una revolución, y Šarru-kīn no era el heredero designado. Otra importante declaración en la Carta Aššur es: 
Debido a que ellos [los ciudadanos de Aššur]...vinieron en mi ayuda”. 

Aunque no lo afirma explícitamente, la ayuda de la ciudad de Aššur proporcionada fue, evidentemente, el apoyo para Šarru-kīn en su pugna por el trono. Como recompensa por esta asistencia Šarru-kīn abolió las obligaciones ilegales impuestas sobre Aššur por su predecesor, restaurando así la condición privilegiada de la ciudad. En su inscripciones reales, Šarru-kīn se vanagloria de que él restauró este estado de exención especial (kidinnūtu) tanto para Aššur como para Harran, lo que indica que esta última ciudad también se puso del lado de Šarru-kīn en la revolución. Por otra parte los que se opusieron a Šarru-kīn fueron castigados tras su ascensión, “6.300 criminales”, siendo transportados a Hamath. Para esta fecha se puede añadir la observación de que no se dirigió ninguna campaña extranjera hasta el segundo año de reinado de Šarru-kīn, y queda claro que estuvo enredado con luchas domésticas asegurando su derecho a gobernar durante la ascensión y primeros años de reinado.

Antes de extraer ninguna conclusión es relevante destacar el evidente enlace del nombre de Šarru-kīn con el de Sargón de Akkad, uno de los más grandes de todos los antiguos reyes de Mesopotamia. Durante el periodo sargónida en Asiria hay rastro de un regreso del interés en este antiguo monarca, que esta atestiguado en diversos textos literarios (crónicas, colecciones de profecías, leyendas, epopeyas y un tratado sobre la geografía del imperio), algunos por primera vez. Así, está justificado creer que no estaba en la línea real directa, y que obtuvo el trono a través de la violencia, como su predecesor, Tukultī-apil-Ešarra III. No obstante, al contrario que Tukultī-apil-Ešarra, se sintió muy inseguro, quizá porque no era de nacimiento real, y por tanto adoptó el inusual nombre por el que es conocido y alentó la investigación sobre los poderosos hechos de su tocayo. Temeroso de la vieja nobleza en Kalaj, fundó una nueva capital llamada a partir de su propio nombre.

2. El oeste: Siria, Palestina, Egipto, Arabia

La confusión que acompañó la ascensión de Šarru-kīn II fue la ocasión para una importante rebelión en Siria y Palestina. Damasco, Simirra, Arad, Samaria y quizás Khatarikka fueron incitadas a la rebelión por Yau-bi’di de Hamath. Tan pronto como Šarru-kīn hubo asegurado su posición doméstica, y después de un choque inicial con Babilonia y Elam, lanzó una campaña a Siria, donde se enfrentó a las fuerzas rebeldes aliadas en Qarqar (720), escenario de la famosa batalla luchada por Šulmānu-ašarēd III más de un siglo antes. Šarru-kīn obtuvo la victoria, y luego marchó al sur para reconquistar Gaza y para derrotar a un ejército egipcio en Rafia en la frontera de Egipto. Estas importantes victorias fueron seguidas por operaciones masivas en las que los estados rebeldes fueron reocupados y los culpables castigados; gran número de pueblos de otras regiones fueron deportados a Asiria y gentes capturadas en otras regiones se asentaron en su lugar. Aunque el reasentamiento de gente es específicamente mencionado para solo dos ciudades, Samaria y Hamath, la operación probablemente fue más amplia y sin duda requirió varios años para completarse.

El contacto inicial de Šarru-kīn con Egipto en Rafia en 720 fue seguido unos pocos años más tarde (716) por el emplazamiento de una guarnición egipcia en la frontera egipcia en Nakhal Musri, un punto alcanzado anteriormente por Tukultī-apil-Ešarra III. Se estableció la fortaleza con pueblos deportados, que fueron colocados bajo la autoridad del sheikh árabe local, leal a Asiria. Los egipcios, en vista de la fuerte posición de Asiria, optó por buscar relaciones amistosas; el faraón Osorkón IV envió regalos a Šarru-kīn, y los asirios y egipcios se mezclaron libremente al intercambiarse bienes de comercio. Fue probablemente en esta época cuando Šarru-kīn recibió tributo de varios árabes, incluyendo a Šamšī (Šamšī), reina de los Árabes, que también pagó tributo a Tukultī-apil-Ešarra; y trasladó algunos árabes a Samaria.

Otra parte de Palestina recibió atención especial de Šarru-kīn y esta fue Filistea. Ašdod había permanecido fuera de la órbita asiria hasta que su rey, Aziru, conspiró, de acuerdo con Šarru-kīn con reyes vecinos contra Asiria. Šarru-kīn, por tanto, le depuso y le reemplazó por su hermano, Akhimetu (c.713). Pero el designado asirio no era del gusto del pueblo de Ašdod, que lo sustituyó con Yamani. Cuando las novedades de esta segunda rebelión en Ašdod alcanzaron a Šarru-kīn, el asirio ordenó a sus tropas dirigirse a Filistea (712). Yamani huyó a Egipto, donde finalmente fue cargado de cadenas por el faraón y enviado a Asiria como gesto de buena voluntad. Ašdod, Gath y Asdudimmu fueron asediadas y conquistadas, sus poblaciones transportadas y los pueblos del este establecidos en su lugar. No hay otra referencia a problemas en Palestina durante el reinado, y puede suponerse que las vigorosas campañas y las extensas medidas de pacificación tuvieron éxito. Las ganancias principales en este frente fueron, entonces, la extensión del poder sirio en Filistea para abarcar tres ciudades estado más, Ašdod, Gath y Asdudimmu, y la intimidación de Egipto, al establecer una cabeza de puente en Nakhal Musri, dando como resultados amistosos y rentables intercambios.

En este punto es apropiado una palabra sobre las relaciones de Šarru-kīn con Chipre. En las inscripciones reales se documenta que siete reyes de Ya’, un distrito de Yadnana (Chipre), envió preciados regalos a Šarru-kīn. Él, a cambio, les envió una estela inscrita para que fuera erigida en su tierra, y este mismo objeto fue descubierto en Chipre a mediados del siglo XIX. Pudiera ser que la gente, así como los regalos, llegaran a Šarru-kīn desde Chipre, pues hombres llamados Papu estaban presentes en la corte de Šarru-kīn, y uno se inclina a identificarles con el nombre de la ciudad chipriota, Pafos. Los Papu del palacio de Šarru-kīn finalmente causaron algunos tumultos coaligados con pueblos al norte de Asiria.

3. El oeste: el Alto Éufrates y Anatolia

La actividad de Šarru-kīn en la frontera anatólica fue esencialmente la de consolidación y fortificación contra dos importantes poderes, los Muški (frigios) dirigidos por Mita (Midas) y los urarteos bajo Rusa I y más tarde Arghisti II. Las campañas de Tukultī-apil-Ešarra III habían establecido la frontera asiria en la cordillera del Taurus en peligrosa proximidad a los dominios de Midas, que se sintió amenazado. La guerra entre Midas y Šarru-kīn tuvo como resultado algunas ganancias territoriales para Asiria, perro el logro más significativo fue la paz con Midas después de una prolongada y amarga animosidad. Midas siempre evitó el conflicto abierto con Asiria, prefiriendo como Urartu formar alianzas con los diversos estados pequeños en la zona tapón de Anatolia oriental y animarles a rebelarse contra Šarru-kīn. Fueron estos estados los que soportaron la mayor parte de la hostilidad de Asiria, pues se convirtieron en el campo de batalla.

Antes de describir estos sucesos es necesaria una palabra sobre la geografía histórica; pues tanto la escena política como la geográfica en esta región son extremadamente confusas, no solo a causa de las intrigas y las alianzas cambiantes, sino también a causa de la incertidumbre sobre el territorio cubierto por un nombre de lugar dado. Al comenzar el reinado de Šarru-kīn la frontera de Asiria en anatolia se extendía hacia el oeste para incluir una serie de reinos anatólicos orientales: Que era gobernado tanto por el príncipe local como por un gobernador asirio; Melid, Atuna (Tuna) y Tabal (nombre que incluía varios reinos) eran gobernadas por reyes indígenas que se mantenía leales a Asiria. Sobre el mapa estos estados formaban una línea diagonal que corría al suroeste a través de las montañas del Tauro desde Melid sobre el alto Éufrates hasta Que sobre la costa Cilicia. Esta frontera era bastante flexible cuando Šarru-kīn comenzó a gobernar, pero paulatinamente él la consolidó, cuando Midas se esforzó en romperla.

El frigio intentó primero debilitar el centro al conspirar con uno de los reyes de Tabal, Kiakki de Šinukhtu. Šarru-kīn lanzó una campaña contra Kiakki en 718, le derrotó, saqueó su ciudad, y la añadió a las posesiones de Kurti de Atuna. Decidido por este fracaso, Midas inició una intriga incluso más lejos dentro de Asiria, incitando a Pisiri de Karkemiš a rebelarse. Esta fue una excelente excusa para Šarru-kīn para anexionar Karkemis, cuya lealtad siempre había vacilado, como provincia: los asirios volvieron a capturar la ciudad (717), se llevaron a Pisiri con su familia y otros pueblos a Asiria y le sustituyeron con un gobernador asirio. Así finalizó el gobierno indígena en Karkemiš; finalmente los asirios se establecieron en el área. Esta primera fase de la estrategia anti-asiria de Midas terminó en 715, cuando Asiria tomó la ofensiva y recapturó algunas ciudades fronterizas de Que que los frigios había tomado anteriormente.

En los años siguientes Urartu se alió con los frigios contra Asiria, y otro rey de Tabal, Ambaris de Bīt-Burutaš, fue persuadido para unírseles. Esta defección, en particular, enfadó a Šarru-kīn, pues cuando Khulli, padre de Ambaris, murió el asirio había sancionado la ascensión al trono de Ambaris, e incluso le había dado su propia hija en matrimonio, y la soberanía sobre Khilakku. En 713 Šarru-kīn envió un ejército para buscar venganza y Ambaris, con su familia y hombres principales, fue tomado prisionero. Es en este punto, habiendo sido silenciado Urartu de manera efectiva por la campaña de 714, cuando el rey asirio reconoció la necesidad de defender su frente anatolio más eficazmente. Construyó terraplenes y fortificaciones en Bit-Burutaš y Khilakku, asentó estos pueblos deportados de otras regiones, e instaló a su propio gobernador, haciendo así el área una provincia. Parecería que la lealtad de Kurti de Atuna, que fue en una ocasión estado vasallo de Tukultī-apil-Ešarra III, estaba en duda en esta época, pero Kurti inmediatamente puso punto y final a la sospecha al rendir homenaje a Šarru-kīn cuando tuvo conocimiento del destino de Ambaris.

La escena cambia ahora al extremo septentrional de la frontera, Melid sobre el alto Éufrates. En una fecha algo anterior, el asirio había instalado a un nuevo rey sobre el trono de Melid, Tarkhunazi de nombre, pero este gobernante junto con Tarkhulara de Gurgum, un estado que había pagado tributo a Tukultī-apil-Ešarra III, había sido atraído al campo frigio. El castigo de Šarru-kīn a los culpables parece haberse extendido durante dos años, Melid en 712 y Gurgum en 711. Melid fue capturada y cuando Tarkhunazi buscó refugio en otra ciudad, Til-Garimmu, sus ciudadanos abrieron sus puertas a los asirios; el desafortunado fugitivo fue trasladado con su familia y seguidores a Asiria. Gurgum también fue capturada, pero hay alguna confusión en las fuentes en cuanto a si Tarkhulara, su gobernante, fue asesinado por su hijo, Mutallu, o deportado por los asirios. Siguiendo la práctica recientemente adoptada en Tabal, Šarru-kīn organizó el área como provincia con un gobernador y la fortificó; las defensas fueron reforzadas en antiguas ciudades, se construyeron nuevas torres de guarnición, y se estacionaron dentro arqueros Suteos. Melid fue entregada a Mutallu de Kummukhu.

Un giro dramático de acontecimientos ocurrió en torno a 709, cuando Asiria una vez más pasó a la ofensiva contra los frigios. Por esta época pudo haber comenzado la invasión cimeria de Anatolia, forzando así a Midas a buscar un término a las hostilidades con Asiria. En cualquier caso, el gobernador Asirio de Que llevó a cabo incursiones fronterizas sobre las provincias bajo el control de Midas y tuvo tanto éxito que el rey frigio pidió la paz. Envió un mensaje a Šarru-kīn por medio del gobernador asirio en Que, y el mensaje fue trasmitido al rey, quien estaba en Babilonia en aquel entonces. Šarru-kīn estaba encantado y, en una carta recientemente descubierta, instruía a su gobernador para acordar la paz. También le mandó devolver los cautivos frigios a Midas como un gesto de buena voluntad, y mantener un enviado asirio en su corte. Después una delegación frigia formal viajó hasta Šarru-kīn a Babilonia, y se estableció la paz entre los dos poderes. Esto marca el cierre de hostilidades entre Asiria y los frigios pero no de rebeliones en Anatolia oriental.

Algunos de los reinos de Tabal estaban inquietos en este periodo, como se evidencia de las declaraciones en la carta de Šarru-kīn al gobernador de Que recién mencionado, y Mutallu de Kummukhu, en otro tiempo vasallo de confianza, cambió ahora su alianza a Argišti II, rey de Urartu. Mutallu huyó a la vista de una campaña punitiva asiria, pero la ciudad fue capturada en 708 y su familia y pueblo llevado a la fuerza. Ellos fueron finalmente asentados en Babilonia meridional, en el área ocupada por la tribu de Bīt-Yakīn, y el pueblo de Yakīn, que recientemente había sido sometido, fue reasentado en Kummukhu. Kummukhu fue ahora reorganizado en una provincia asiria con un gobernador y milicia. El último año de reinado de Šarru-kīn, 705 vio una expedición final contra la turbulenta Tabal. En esta campaña, Šarru-kīn fue muerto en combate, pero desafortunadamente no se han conservado ningún detalle del acontecimiento. Su muerte fue la señal para que a la rebelión de Tabal se uniera la de Que, Khilakku y Melid.

4. El norte y el noreste

El reino de Urartu aún estaba asentado encima de Asiria con extremos extendidos al oeste y este en Anatolia y Mannea. Los contactos asirio-urartianos tuvieron lugar en estas dos extremidades y estaban inevitablemente interrelacionados, cambiando la escena de acción principal del oeste al este, mientras que Šarru-kīn, con una red de informantes sobre la frontera urartiana, se mantuvo consciente de los acontecimientos en la capital enemiga, Tušpa. Las relaciones de Šarru-kīn con Urartu en Asia Menor ya han sido discutidos, y es tiempo ahora de describir los sucesos en la frontera oriental.

Cuando comenzó el reinado, Asiria reclamó el control sobre los Manneos occidentales desde el nacimiento del Bajo Zab (Uišdiš y Zikirtu) a través de Namri, Lullumu (anteriormente Zamua), Karalla y Allabria hasta el río Diyala. Desde allí estaba la esfera meda de influencia, aunque Asiria mantuvo el control sobre Ellipi, Parsua y Kharkhar en el curso alto del río Ulaya. Pero solo tres de estas provincias, Lullumu, Parsua y Namri siguieron siendo fieles durante los primeros y difíciles años de Šarru-kīn, siendo cortejados los manneos por el lado urartiano y negando los estados medos alianza y tributo a cualquier poder exterior. Además, los cimerios estaban ahora en escena; y mientras que su impacto primario fue sentido por los urarteos y manneos, los asirios estaban preocupados justificadamente. Por medio de campañas concentradas en los años 719 a 713, Šarru-kīn recuperó el territorio temporalmente perdido, añadió nuevos dominios al imperio, y dio un golpe demoledor a Urartu.

La desafección de los estados manneos se situaba al principio en la lista de prioridades de Šarru-kīn, pues tan pronto como hubo prestado atención a los problemas más acuciantes sobre los frentes occidental y meridional, comenzó en 719 a hacer campaña al noreste. Su primer objetivo iba a auxiliar a un fiel vasallo manneo desde los días de Tukultī-apil-Ešarra III, Iranzu, Que estaba siendo duramente presionado por dos gobernantes vecinos, Estos rebeldes estaban siendo apoyados con tropas y caballería por otro manneo, Mitatti de Zikirtu, que había renunciado a la alianza con Asiria en favor de Urartu. Los rebeldes fueron derrotados, sus ciudades capturadas, las fortificaciones demolidas, y el pueblo y las propiedades llevadas a la fuerza. Šarru-kīn continuó la campa para someter a los Sukkeos, Baleos, y Abitikneos, que se habían unido a Urartu contra Asiria. Estos pueblos fueron desarraigados y deportados a Asiria.

La ofensiva nororiental apenas había comenzado, no obstante, antes de que Šarru-kīn fuera obligado a regresar al oeste para enfrentarse a las intrigas de Midas en Anatolia, y no pudo reanudar la ofensiva hasta tres años más tarde, en 716. Por esta época la conspiración urartiana había crecido y desarrollado. El traidor Mitatti de Zikirtu se había unido a Bagdatti de Uišdiš para rechazar el vasallaje asirio, y las fuerzas aliadas habían luchado y ganado una batalla campal con los manneos leales a Asiria en el monte Uauš matando al líder derrotado Aza. Una incursión asiria, respecto a la cual no hay detalles, había conseguido capturar a uno de los insurgentes, Bagdatti, y su piel desollada había sido exhibida en el monte Uauš, escena de su anterior victoria. Aza había sido sucedido por su hermano, Ullusunu, que se unió a la alianza con Urartu y logró persuadir a otros dos gobernantes, Aššur-le’u de Karalla e Itti de Allabria, a unírsele. Este era el peligroso estado de cosas en 716 cuando Šarru-kīn regresó a este frente.

En 716 Ullusunu fue el prier objetivo de Sargon. Izirtu, su capital, fue tomada y quemada, y Ullusunu, de acuerdo con las fuentes asirias, suplicó misericordia. Šarru-kīn perdonó su vida y le restableció sobre el trono como vasallo asirio. A Aššur-le’u e Itti no le fue tan bien: ambos fueron enviados encadenados a Asiria y Karalla fue añadida a la provincia de Lullumu, mientras que Allabria fue colocada bajo la autoridad de Bel-apla-iddina de Pattira. Pero la campaña no había hecho más que comenzar. Ahora Šarru-kīn volvió su rostro al sureste y conquistó algunas ciudades que añadió a la provincia leal de Parsua. Otra ciudad, Kišerim, fue tomada, su gobernante abducido y sustituido por un gobernador asirio, la ciudad renombrada Kar-Nergal, y y varias regiones capturadas añadidas a ella para formar una provincia.

En esta etapa, Šarru-kīn se acercó a Kharkhar. Cuatro años antes el pueblo de Kharkhar había expulsado a su gobernante, un fiel vasallo asirio, y prometió alianza a Dalta de Ellipi, quien se había apartado, al parecer, del redil asirio desde los días de Tukultī-apil-Ešarra III. Šarru-kīn tomó Kharkhar, la renombró Kar-Šarru-kīn, designó a su propio gobernador, añadió territorio a la provincia, y finalmente reasentó población allí desde otra área. La campaña concluyó con un profundo empuje en territorio medo, y a su regreso, Šarru-kīn recibió formalmente en Kharkhar el tributo procedente de 28 gobernantes de la tierra de los medos.

A pesar de la agresión asiria, Rusa I detuvo ahora su desarrollo en el este, tomó varias fortalezas pertenecientes a Usullunu y convenció a otro gobernador manneo, Daiukku, para ponerse de su parte. En 715, Šarru-kīn regresó al área, volvió a capturar la fortaleza, y se llevó a Daiukku con su familia. Entonces invadió territorio urartiano y capturó varias fortalezas incluyendo las de Andia. Yanzu, el rey de Nairi en Khubuškia, le envió tributo. En el sureste el ejército asirio pacificó las áreas que habían estado unidas el años anterior a la provincia de Kharkhar y continuó conquistando más territorio medo. Una vez Más Šarru-kīn terminó su penetración en Media con una recepción ceremonial de tributo en Kharkhar (Kar-Šarru-kīn). La campaña fue un gran éxito; pues, además de restablecer su control sobre Uišdiš y Kharkhar, Šarru-kīn había expandido sus posesiones en Media, tomado Andia sobre la frontera urartiana, e incluso capturado algunos puntos fronterizos urartianos.

El año 714 fue testigo de la más grande campaña sobre esta frontera y uno de los más significativos logros de la carrera de Šarru-kīn. Un único relato de esta expedición está conservado en forma de una carta al dios Aššur y, mientras que la secuencia cronológica y geográfica del texto no es totalmente digna de confianza, los abundantes detalles son muy bien recibidos. El ejército asirio marchó a la provincia de Lullumu, donde Šarru-kīn inspeccionó las tropas y las dirigió por el camino a Zikirtu y Andia. En algún momento durante la marcha fue recibido por varios gobernantes: Ullusunu de Uišdiš, Bel-apla-ddina de Allabria, Dalta de Ellipi, y los gobernantes de las áreas de Parsua, Namri y Media. Ullusunu salieron a encontrarse con Šarru-kīn, arrastrándose los cuatro como un perro, y suplicaron al asirio venganza contra Rusa I, el cual había tomado Uišdiš, obligando a Ullusunu a huir.

Después de un espléndido banquete para celebrar el encuentro, el ejército asirio avanzó. Gizilbundi, un área que se había perdido para Asiria desde el reinado de Ada-nērārī III, se sometió tranquilamente a Šarru-kīn. A la llegada a la frontera de Zikirtu y Andia los asirios reforzaron una fortaleza y luego invadieron Zikirtu. Se recordará que Mitatti de Zikirtu, un aliado urarteo, durante años había estado instigando las hostilidades anti-asirias en Mannea, y ante la invasión huyó.

Los asirios dejaron Zikirtu y avanzó hacia Uišdiš, donde ocurrió uno de los más dramáticos incidentes en la historia asiria. El ejército urarteo dirigido por Rusa I e incrementado con las tropas de Zikirtu se había reunido en Uisdis para vengar a Mitatti. Le llegaron a Šarru-kīn de que el enemigo estaba situado a la espera en las montañas y, en lugar de parar para permitir a sus tropas tiempo para descansar después de su ardua marcha, Šarru-kīn presionó hacia delante para coger al enemigo por sorpresa. La escena es dramáticamente descrita en la carta al dios. Los asirios, cansados, hambrientos, y sedientos después de una marcha de ruta estaban consternados momentáneamente al encontrar toda la fuerza de Urartu ante ellos, pero Šarru-kīn actuó con la rapidez del rayo. Sin esperar a que todo su ejército se presentara fuera de las montañas, dirigió inmediatamente un ataque en persona con su guardia real. Los urartianos fueron sorprendidos y la carga rompió sus filas. Šarru-kīn localizó a Rusa en su carro en medio de la mêlée y cabalgó directo a él. Los caballos de Rusa fueron muertos y el aterrorizado rey, saltando sobre una yegua, huyó de la batalla. Su aliado, Mitatti, fue capturado y muerto. El ejército urartiano entró en pánico y corrió tras su rey a la fuga. Los asirios los persiguieron en las montañas, donde, se vanagloria Šarru-kīn, los que no mataron, perecieron en la nieve.

Fue una derrota total del ejército urartiano, si se puede creer a las fuentes asirias, y los invasores saquearon las áreas fronterizas de Urartu hasta las costas del “mar ondulado” (lago Urmia). La carta al dios, la principal fuente para esta campaña, proporciona detalles inusuales sobre las áreas conquistadas. Describe el método de entrenar caballos en Ušqaia y los elaboradas plantas depuradoras en Ulkhu. Los asirios también penetraron en la región de Yanzu, rey de Nairi, quien salió al encuentro de Šarru-kīn con tributo. El éxito final de la campaña fue el saqueo de Musasir, la ciudad sagrada de Urartu que fue localizada cerca del nacimiento del alto Zab.

Urzana, rey de Musasir, había estado durante años indeciso entre la lealtad a Urartu y a Asiria. Esto está claro no solo a partir de las cartas del periodo sino también a partir de una incripción real urartiana en la que el rey de Urartu se vanagloria de la conquista de Musasir. La decisión de Šarru-kīn de atacar Musasir fue tomada, de acuerdo con la carta al dios, después de que los asirios hubieran comenzado la marcha de vuelta a casa. Signos ominosos aparecieron y los adivinos, que regularmente acompañaban al ejército asirio en campaña, los interpretaron en el sentido de que Šarru-kīn atacaría, capturaría y destruiría Musasir. Uno de los prodigios es de particular interés, pues fue un eclipse lunar que puede ser fechado en la mañana del 24 de octubre de 714 a.C., proporcionando así felizmente una fecha precisa para la campaña. También es significativo destacar que un eclipse lunar se consideraba generalmente como una profecía desfavorable, pero en esta ocasión se le dio la vuelta para que fuera desfavorable para Musasir. Aquí está una excelente ilustración de las complejidades de la adivinación asiria y la astucia de Šarru-kīn. Cuando ocurrió el eclipse esa mañana, un súbito temor debe haber sobrevenido en el campamento.

Šarru-kīn, enfrentado con tropas listas para entrar en pánico, seguramente influenció personalmente a los adivinadores para aliviar los temores de cada uno, al declarar que el portento significaba desastre para Musasir, no para Asiria, volviendo así rápidamente la causa para el temor en incitación para otra conquista y saqueo. Poco más de dos siglos más tarde se dijo que una hábil interpretación similar de un eclipse solar había inspirado al ejército de Jerjes a cruzar el Helesponto para conquistar Grecia. El ejército asirio irrumpió en Musasir, abrió las puertas sin intento de resistencia, y Šarru-kīn marchó para saquear a fondo la ciudad. La lista del botín es larga y pródiga e incluye la imagen del dios Khladi. Musasir se convirtió en posesión asiria con la obligación de pagar impuestos y realizar corveas. Rusa estuvo tan abrumado por el saqueo de Musasir que, de acuerdo con un relato asirio, se mató con su espada. Así, esta campaña no solo aumentó considerablemente la extensión territorial del imperio asirio, sino que también precipitó un cambio de monarca en Urartu. El nuevo rey, Argišti II se abstuvo de actos hostiles sobre la frontera norte y noreste, y así Šarru-kīn pudo volver su atención al daño hecho por la intrigas urartianas en Anatolia.

La ausencia de actividad urartiana en el frente nororiental no significó el fin inmediato de problemas después de 714. En 713 Asiria tuvo que lidiar con insurrecciones en dos estados, Karalla y Ellipi. Karalla había sido anexionado por la fuerza a la provincia de Lullumu en 716.

Ahora el pueblo se había rebelado, expulsó a los oficiales asirios y puso sobre ellos a Amitashi, hermano del desafortunado Aššur-le’u. En 713 los asirios derrotaron a las fuerzas rebeldes y organizaron Karalla como una provincia en su propio derecho. Como para Ellipi, su gobernante Dalta había permanecido ella pero alguno de sus distritos se rebelaron y o expulsaron. El ejército asirio irrumpió en la áreas insurgentes,matando y saqueando,y restauraron a Dalta como su gobernante. Šarru-kīn se vanagloria de que recibió tributo de 45 gobernantes medos en esta campaña, además del tributo de sus leales vasallos, Ullusunu y Bel-apla-iddina. Tanto Ellipi como Karalla permanecieron recalcitrantes, no obstante. Cuando Dalta de Ellipi murió, dos de sus hijos (de esposas diferentes) lucharon por el trono y esto dio lugar a una división del reino. Un pretendiente, Nibe, se alió con Elam, mientras que el otro, Ispabara, se volvió hacia Asiria por ayuda. Šarru-kīn envió un ejército en 708 que derrotó a Nibe, apoyado por un ejército elamita y confirmó el derecho de Ispabara a gobernar. Se sabe que habían tenido lugar disturbios de Karalla, ya que la Crónica Epónima, en una sección gravemente dañada, tiene esta lacónica entrada para el año 706: “los oficiales en Karalla”. Evidentemente, un ejército asirio había sido enviado para pacificar la provincia una vez más, pero están faltando otros detalles.

5. Babilonia y Elam

La cuestión del control sobre Babilonia era un problema más serio en el reinado de Šarru-kīn II que lo había sido en el de Tukultī-apil-Ešarra III, pues Asiria perdió Babilonia al ascender Šarru-kīn y no fue recapturada hasta casi el fin del reinado. Probablemente Šarru-kīn había tenido la intención de continuar el gobierno directo sobre su vecino meridional, pero se le adelantó en su intención el astuto líder de la tribu caldea Bīt-Yakīn, Marduk-apla-iddina II, que apareció primero en la época de Tukultī-apil-Ešarra III. Marduk-apla-iddina tomó Babilonia durante la confusión que rodeó el ascenso al trono de Šarru-kīn II, y mantuvo su control, usando sobornos para conseguir la asistencia elamita, durante doce años (722-710). En 720, el mismo año en el que ocurrió la rebelión siria, la guarnición asiria en Der fue atacada. El resultado de este conflicto es descrito de tres maneras diferentes en las tres fuentes principales: Šarru-kīn proclamó la victoria en sus inscripciones reales, Marduk-apla-iddina II hizo lo mismo por Babilonia en su inscripción cilíndrica, y la Crónica Babilónica registró que el ejército elamita, liderado por el rey Ḫumban-nikaš I (743-717) derrotó a los asirios incluso antes de que Marduk-apla-iddina llegara al campo de batalla. La última versión está, sin duda, más cercana a la verdad y Šarru-kīn, ocupado con otros asuntos militares, fue obligado a dejar gobernar a Marduk-apla-iddina sin oposición hasta 710.

Feu en 710 cuando ella sirio lanzó su importante ofensiva contra Marduk-apla-iddina y su aliado, Šutur-Naḫḫunte II de Elam (717-699). Aunque Asiria había perdido la batalla de Der en 720, había retenido el control sobre la ciudad misma, de modo que Šarru-kīn dirigió su ataque a la región del Tigris oriental en primer lugar donde aseguró la posesión sobre Gambulu. El papel de Gambulu como zona tapón entre Asiria, Babilonia y Elam comenzó así y continuó durante gran parte del periodo sargónida. En 710 la ciudad de Dur-Atkhara fue el foco de atención, ya que Marduk-apla-iddina había estacionado aquí un gran número de tropas y reforzó sus defensas al elevar los muros y cortar un canal desde el río Surappu, de modo que el agua inundara la llanura, convirtiendo la ciudad sobre su tell en una isla artificial. A pesar de estas precauciones Dur-Atkhara cayó en manos de los asirios. Šarru-kīn organizó la ciudad como centro administrativo de la provincia de Gambulu, la renombró Dur-Nabû, designó un gobernador, e impuso sobre los habitantes la obligación de pagar impuestos y realizar corveas. La región circundante fue conquistada y colocada bajo la autoridad del gobernador de Kar-Nabû.

Se encontró una enconada resistencia en las marismas del río Uqnu con el resultado de que el área fue inundada y los fugitivos obligados a salir de su escondite. Ellos fueron tomados prisioneros, mientras que los que resistieron en los pantanos fueron atacados y derrotados y la región se añadió a la provincia de Gambulu. En este punto los asirios estaban en el borde del territorio elamita, y para asegurar esta frontera capturaron una serie de fortalezas elamitas. Šarru-kīn procedió a rodear a Marduk-apla-iddina al cruzar el Tigris y el Éufrates e hizo su camino Éufrates arriba a través del territorio ocupado por la tribu caldea Bīt-Dakkuri. Cuando las noticias de la artimaña alcanzaron a Maduk-apla-iddina, huyó de Babilonia por la noche y escapó a Elam. Allí, de acuerdo con el relato asirio, el fugitivo ofreció todas sus preciadas posesiones en un vano intento de persuadir a Šutur-Naḫḫunte para atacar a Asiria. De vuelta en Babilonia, Šarru-kīn fue invitado por los sacerdotes y el pueblo de Babilonia a entrar a la ciudad, lo que él hizo, y allí tomó residencia durante los siguientes pocos años (hasta 707).

La política de Šarru-kīn hacia Babilonia fue conciliadora, ya que no hizo responsables a los babilonios por la actividad hostil de los Bīt-Yakīn bajo Marduk-apla-iddina. Hizo sacrificios a los dioses de Babilonia, mandó un ejército para eliminar algunos bandidos arameos que habían estado saqueando las caravanas babilonias, y excavó un nuevo canal para la procesión anual de Nabû desde Borsippa hasta Babilonia. Al comienzo del Año nuevo (709) asió la mano de la estatua de Marduk como rey babilonio en el ritual Akitu (Año Nuevo). Pero la guerra con Marduk-apla-iddina no se terminó.

El mes siguiente a las festividades en Babilonia (XI/709), Šarru-kīn estuvo de vuelta en el sur atacando a Marduk-apla-iddina, que había aparecido en Dur-Yakin (actual Tell al-Lahm) en las marismas. Como preparación para el asalto asirio los muros de Dur-Yakin habían sido reforzados y se limpió un canal desde el Éufrates para inundar la llanura circundante, una táctica usada el año anterior en Dur-Atkhara. Impávidos, los asirios colocaron bancos de tierra a través de las corrientes de agua y se precipitaron sobre la hueste enemiga, que incluía auxiliares arameos y suteos, armada en tierra alta fuera de los muros de la ciudad. Mientras los asirios luchaban victoriosamente y saqueaban, Marduk-apla-iddina fue herido en la mano por una flecha y se deslizó atrás dentro de la ciudad. Dur-Yakin fue puesto bajo asedio, pero algunos medios Marduk-apla-iddina una vez más eludió la captura y tenemos noticias de nuevo hasta el reinado de Sin-ahhe-eriba. Los asirios capturaron finalmente Dur-Yakin, la saquearon, y derribaron sus fortificaciones. El pueblo de Yakin fue llevado lejos, y un año o así más tarde, después de que se hubiera sofocado una rebelión en Kummukhu en 708, fueron asentados en Kummukhu y el pueblo de Kummukhu se instaló en la región de Yakin. El área fue dividida en dos, con una porción bajo jurisdicción babilonia y la otra bajo el gobernador de Gambulu.

Hasta 707, el año en que Šarru-kīn dejó su residencia en Babilonia, el rey supervisó personalmente los esfuerzos conciliatorios. Los prisioneros políticos que habían sido encarcelados por Marduk-apla-iddina fueron liberados y sus campos en Sippar, Nippur, Babilonia y Borsippa restaurados a ellos. Los Suteos que habían tomado estas tierras fueron masacrados, puesto que eran salteadores arameos y suteos que merodeaban en los yermos abandonados alrededor de Babilonia. Las estatuas de dioses,que habían sido llevadas desde Ur, Uruk, Eridu, Larsa, Kullab, Kissik y Nemed-Laguda fueron devueltas. Durante el resto de su vida Šarru-kīn gobernó Babilonia directamente y fue reconocido casi universalmente por los babilonios como su soberano legítimo. Su fama se difundió desde allí hasta Dilmun en el golfo Pérsico y dos de sus reyes, Uperi y Akhundra (posiblemente su sucesor) enviaron regalos.

Las ganancias netas de las campañas fueron impresionantes. En todos los frentes Šarru-kīn había consolidado y expandido su imperio; había establecido buenas relaciones con dos poderes principales, Egpto y Frigia; había intimidado seriamente a otros oponentes poderosos, Urartu y Marduk-apla-iddina; y había tomado firme posesión de Babilonia. Šarru-kīn prefirió dirigir campañas en persona y mientras, lejos de casa, dejó la administración del imperio en manos del príncipe coronado, Sîn-aḫḫē-erība (Senaquerib). De hecho, Šarru-kīn fue muerto en el campo de batalla, y esto llevó a interesantes resultados como veremos más adelante. Un hecho curioso es que, aunque Šarru-kīn disfrutaba con la caza como debería todo buen rey asirio, el único juego que se sabe que había buscado, de acuerdo con la evidencia presente, eran pequeñas criaturas, pájaros y conejos. Finalmente, un rasgo, de las inscripciones reales de Šarru-kīn es que contienen más detalle relativos a batallas y tácticas militares que las inscripciones reales de cualquier otro asirio. Algunas de las escenas más dramáticas son encontradas, por supuesto, en la carta al dios en torno a la octava campaña (714), pero incluso en las otras inscripciones reales no es inusual encontrar descripciones de incidentes que no sea en una fraseología estereotipada.

II. Reinados de Sîn-aḫḫē-erība y Aššur-aḫa-iddina

La historia de Asiria durante los reinados de Sîn-aḫḫē-erība (Senaquerib) y Aššur-aḫa-iddina (Asarhaddon) es ligeramente diferente en carácter al de los reinados de Tukultī-apil-Ešarra III y Šarru-kīn II en que los éxitos militares, aunque todavía de mayor importancia, no dominan la escena totalmente. De hecho, aparte de la invasión de Egipto bajo Aššur-aḫa-iddina, no hay otras conquistas extensas que sean recordadas. Más bien, el énfasis cambia a empresas culturales, especialmente los grandes proyectos constructivos, y este desarrollo está ilustrado por el hecho de que para Aššur-aḫa-iddina no se conservan virtualmente ningún registro analístico, aunque hay un vasto número de textos descubiertos en los que la construcción y la religión tenían el escenario principal. No obstante, esta transformación es gradual y sutil; ambos reyes, pero en particular Sîn-aḫḫē-erība, todavía mandaron sus vastos ejércitos para mantener y ocasionalmente expandir las fronteras del imperio.

1. Sîn-aḫḫē-erība (705-681)

De los dos monarcas, Sîn-aḫḫē-erība fue, de hecho, el más guerrero y por tanto el hijo del que Šarru-kīn se enorgullecía. Entre las hazañas de Sîn-aḫḫē-erība, la más creíble es su trabajo en Nínive, que él transformó en la gran metrópolis que sería conocida por la posteridad como la capital asiria. Paradójicamente, el otro acontecimiento de su época que sería recordado mucho tiempo en Mesopotamia era la destrucción de la capital hermana, Babilonia.

a) La cuestión babilónica

Un tema es predominante en la política administrativa y militar de Sîn-aḫḫē-erība y es la cuestión babilónica. A través de su reinado Sîn-aḫḫē-erība luchó con el problema, intentado varias soluciones, pero recurriendo definitivamente a la acción más drástica de todas, la captura y destrucción de Babilonia. La resistencia a Asiria se centró en la figura del caldeo Marduk-apla-iddina II, que fue finalmente sucedido en este papel por su hijo, pero gran parte de la auténtica lucha fue dirigida por tropas elamitas bajo la dirección de su rey, que fue convencido mediante sobornos para asistir. La primera batalla formal del reinado fue dirigida contra Babilonia, y afortunadamente poseemos un relato analístico detallado escrito poco después del suceso, además de versiones posteriores más concisas. La campaña comenzó a finales del año 703 y fue instigada por Marduk-apla-iddina, que había ocupado el trono babilonio y reunido un gran fuerza de caldeos, arameos y elamitas para apoyar su pretensión. La revuelta contra Asiria fue extensa; incluía Judá, si puede fecharse a este periodo la visita de embajadores de Marduk-apla-iddina a Ḥizqîyāhû (Ezequías) como se describe en la Biblia y en Josefo. Posiblemente los aliados estaban esperando cosechar una gran ventaja del hecho de que había habido demasiada confusión en torno a la ascensión de Sîn-aḫḫē-erība.

Cuando el ejército partió desde Aššur, Sîn-aḫḫē-erība envió por delante a Kiš un contingente que inmediatamente entabló combate con el enemigo estacionado allí. El rey en el intervalo marchó para atacara otra fuerza enemiga en Cutha; capturó la ciudad y luego se apresuró a ayudar a sus asediadas tropas en la llanura de Kiš. Marduk-apla-iddina huyó del escenario de la batalla y el ejército aliado fue derrotado. Sîn-aḫḫē-erība continuó hasta Babilonia, donde saqueó el palacio pero por el contrario no hizo daño a los habitantes. Continuó más al sur para cazar a Marduk-apla-iddina en los pantanos y dejó tras él un rastro humeante de ciudades quemadas. Sin embargo, la búsqueda fue en vano; Marduk-apla-iddina no fue encontrado. Sîn-aḫḫē-erība volvió su atención a exterminar las facciones rebeldes en las grandes ciudades: Uruk, Nippur, Kiš, Khursagkalama, Cutha y Sippar. En el trono babilonio colocó a Bēl-ibni, un hombre de ascendencia Babilónica pero elevado en la corte asiria, en otras palabras un rey títere (703-700). En el camino de vuelta de Sîn-aḫḫē-erība (por esta época había comenzado el año 702) capturó y saqueó a numerosos arameos; Extrajo tributos a la fuerza de Khirimmu; y recibió el tributo voluntario de Nabû-bel-sumati de Khararate.

Durante dos años Asiria, ocupada en otras partes, dejó a Babilonia tranquila y Marduk-apla-iddina tuvo la oportunidad, como sabemos a partir de una serie de informes a la corte asiria que posiblemente datan de este periodo, de hacer sentir su presencia en Babilonia. En 700 Sîn-aḫḫē-erība dirigió una campaña, su cuarta en el cálculo oficial, en las marismas babilónicas para aplastar a la tribu Bīt-Yakīn de Marduk-apla-iddina. Primero capturó a un nuevo líder de los rebeldes caldeos que es simplemente llamado Shubuzu (un hipocorismo) pero debe ser idéntico al rey posterior de nombre Mušēzib-Marduk (693-689). Shubuzu fue derrotado y huyó. Luego, el ejército victorioso marchó contra los Bīt-Yakīn. Marduk-apla-iddina huyó por barco a través del Golfo Pérsico, abandonando a sus hermanos y pueblo a los asirios, que devastaron sus asentamientos. Marduk-apla-iddina finalmente murió en el exilio en Elam. Entonces, los asirios castigaron a Bēl-ibni, que había sido falso con la causa asiria, tomándole cautivo hasta Asiria. Aššur-nādin-šumi, hijo de Sîn-aḫḫē-erība fue instalado sobre el trono babilónico, pero la cuestión babilónica estaba lejos de resolverse.

La principal confrontación con los rebeldes y sus aliados elamitas comenzó seis años más tarde, en 694, y continuó incesantemente hasta el saqueo de Babilonia en 689. En 694 Sîn-aḫḫē-erība lanzó una campaña, la sexta en la numeración oficial, para destruir a la base elamita del fugitivo Bīt-Yakin sobre la costa del Golfo Pérsico. Para cumplir esta tarea, tenía artesanos sirios construyendo naves de diseño fenicio, para ser tripulados por marineros procedentes de Tiro, Sidón y Chipre. Los barcos se trajeron Tigris abajo hasta Opis y se arrastraron por tierra hasta el canal de Arakhtu. Las tropas, caballos e impedimenta asirios fueron cargados en los barcos, y zarparon Éufrates abajo, Mientras que Sîn-aḫḫē-erība marchaba con otro cuerpo de hombre a lo largo de la orilla. Haciendo el campamento cerca de la costa del mar, ellos fueron abrumados por las olas para amontonarse en los barcos durante cinco días y noches. Parece que los marineros fenicios, acostumbrados al mediterráneo prácticamente sin mareas, fueron cogidos desprevenidos por la marea del golfo. Finalmente, fueron capaces de navegar a través del agua donde, después de un desembarco difícil, se enfrentaron a los caldeos en una batalla campal sobre el río Ulaya. Los asirios triunfaron, saquearon el área, y llevaron sus embarcaciones cargadas de vuelta al rey que les esperaba en la costa. Pero Sîn-aḫḫē-erība había sido engañado.

Mientras los asirios habían estado ocupados en el Golfo Pérsico, los elamitas habían invadido Babilonia en el norte, a través del valle del Diyala, y ocuparon Sippar. Fue un brillante golpe y cogieron a los asirios completamente desprevenidos. Los babilonios entregaron a Aššur-nādin-šumi, el príncipe asirio que Sîn-aḫḫē-erība le había impuesto como rey, a los elamitas y fue llevado a Elam. Su lugar sobre el trono babilónico fue ocupado por Nergal-ušēzib (694-693). Pocos detalle de los sucesos que siguieron se conservan pero queda claro que una lucha feroz comenzó cuando Sîn-aḫḫē-erība hizo su camino al norte, intentando desesperadamente recuperar sus pérdidas. El conflicto continuó en el siguiente año natural, 693. En el decimosexto de Du’uzu (IV) Nergal-ušēzib capturó Nippur y el primero de Tashritu (VII) los asirios tomaron Uruk. Seis días más tarde una importante batalla tuvo lugar cerca de Nippur, y Nergal-ušēzib fue tomado prisionero y transportado a Nínive.

Pero Sîn-aḫḫē-erība estaba lejos de terminar. En el mismo año, 693, lanzó una ofensiva (oficialmente la séptima campaña) contra Elam, donde su hijo había sido llevado al exilio. Volvió a capturar Bīt-Khairi y Rasa en la frontera y las convirtió en ciudades guarnición bajo el control del gobernador de Dēr. Entonces saqueó y destruyó numerosas ciudades, y cuando las noticias alcanzaron al nuevo rey de Elam, Kutir-Naḫḫunte III (693-692), abandonó su capital, Madaktu, y se ocultó en las montañas. Sîn-aḫḫē-erība ordenó una marcha a Madaktu, pero el invierno cayó súbitamente y los asirios regresaron a Nínive. Así, el conflicto final con Elam se pospuso.

La última gran batalla entre Sîn-aḫḫē-erība y la coalición babilonio-elamita tuvo lugar en Khalule sobre el Tigris, probablemente en 691, durante el curso de la octava campaña (de acuerdo con la numeración oficial). Mušēzib-Marduk, al que Sîn-aḫḫē-erība había obligado a huir a Elam en 700, regresó para reclamar el trono babilonio y ganó el apoyo elamita a través, de acuerdo con las afirmaciones asirias, del pago de sobornos procedentes del tesoro de Esagil. Los asirios marcharon al sur y se encontraron con una gran fuerza de elamitas y babilonios en Khalule. Hay dos relatos conflictivos sobre el resultado. La Crónica Babilónica registra, en su lacónica manera, que los asirios se retiraron, pero Sîn-aḫḫē-erība afirma, en una de las descripciones más largas de una escena de batalla en los anales asirios, que venció. Es un hecho que Mušēzib-Marduk permaneció sobre el trono babilonio durante dos años de reinado después de la batalla, y esto, tomado junto con la mayor fiabilidad de la fuente babilónica, indicaría que Sîn-aḫḫē-erība, lejos de obtener una gran victoria en Khalule, probablemente sufrió un revés o al menos un freno a su avance. Pero él no pararía aquí.

Los aliados habían ganado, en el mejor de los casos, un breve respiro; en muy poco tiempo los asirios fueron capaces de aplicar una presión considerable sobre Babilonia, y esto finalmente lelvó a la caída de la misma Babilonia en 689. Desafortunadamente n tenemos una narración coherente de los acontecimientos. En torno a mediados del año después de la batalla de Khalule, es decir el quinto mes de 690, queda claro a partir de una descripción contemporánea que la vida en Babilonia y especialmente en la ciudad de Babilonia era horrible; el asedio asirio había comenzado y el hambre, la necesidad y la muerte estaban por todas partes. Tenazmente los babilonios rechazaron someterse durante otros quince meses después de la fecha de esta escena; pero el primero de Kislimu (IX) de 689 Babilonia fue capturada. Sîn-aḫḫē-erība se vanagloria, en una descripción que apesta a odio por Babilonia y los babilonios, que él destruyó completamente la ciudad; desvió el agua de los canales para arrasar no solo las construcciones sino el mismo montículo sobre el que se sitúa Babilonia.

La seria catástrofe fue el traumático effecto que este ultraje tuvo sobre los babilonios mismos, pues marca un punto de inflexión en la historia babilónica y en las relaciones asirio-babilónicas. Lejos de resolver la cuestión babilonia mediante esta decisiva acción, Sîn-aḫḫē-erība había encendido una chispa en el sur que finalmente estalló en las llamas de una guerra de independencia. Durante el resto de su reinado los babilonios sufrieron en silencio aunque no reconocieron a Sîn-aḫḫē-erība ni a ningún otro como rey después de que Mušēzib-Marduk fuera llevado al exilio a Asiria; en sus crónicas oficiales hablaban de estos ocho años como un periodo “de ausencia de rey en Babilonia”.

b) Palestina

Al lado de Babilonia, el más importante área en la política exterior de Sîn-aḫḫē-erība estaba en el oeste, especialmente en Palestina y Egipto. El centro de interés era el reino de Judá bajo Ḥizqîyāhû (Ezequías). Ḥizqîyāhû había sido atraído hacia la intriga con Marduk-apla-iddina y con el apoyo egipcio y nubio habían renunciado a la alianza asiria. Pero Sîn-aḫḫē-erība, una vez que hubo expulsado a Marduk-apla-iddina de Babilonia, estaba preparado para afirmar su autoridad en Palestina, lo cual hizo comenzando con un campaña en 701. La historia de las acciones militares de Sîn-aḫḫē-erība en Palestina es un problema para los estudiosos modernos. Los dos relatos principales de los acontecimiento relevantes se encuentran en las inscripciones reales asirias y en la Biblia. Tanto en los textos asirios como en el Antiguo Testamento el relato se refiere a una invasión de Palestina llevada a cabo por Sîn-aḫḫē-erība y un asedio asirio de la ciudad de Jerusalén. Más allá de estas semejanzas básicas, no obstante, las descripciones no son idénticas, y, mientras que algo de esto puede atribuirse a la diferente perspectiva de los autores, no todas las dificultades pueden ser resueltas de este modo. Vamos a esbozar brevemente los acontecimientos en cada relato y luego a considerar los problemas.

Los anales de Sîn-aḫḫē-erība afirman que la tercera campaña (701) estuvo dirigida contra Siria. Sidón y Ascalón fueron tomadas por la fuerza pero otros estados, incluyendo Arvad, Biblos, Samsimurun, Ashdod, Ammon, Moab y Edom pagaron tributo sin resistencia. Los ciudadanos de Ekron (Amqarruna) se asustaron porque habían entregado a su rey, Padi, como prisionero a Ḥizqîyāhû, y llamaron a Egipto y Nubia en busca de ayuda. Los asirios se encontraron esta fuerza aliada en Eltekeh y reclamaron una victoria. Elketeh y Timna fueron saqueadas, los nobles rebeldes de Ekron fueron muertos y Padi fue devuelto de Jerusalén para sentarse de nuevo sobre su trono. Ahora Sîn-aḫḫē-erība puso asedio a Jerusalén. Durante el asedio las ciudades circundantes fueron saqueadas y colocadas bajo la autoridad de Ashdod, Ekron y Gaza. En este punto uno espera una exposición en los anales asirios considerando la manera en la que se terminó el asedio de Jerusalén, pero en su lugar hay una larga lista de botín que se nos cuenta que fue enviada desde Jerusalén a Nínive. Estos son los acontecimientos como se narran en los anales de Sîn-aḫḫē-erība y no hay duda de que todo esto había sucedido en trono a 700, ya que el relato más completo, el Cilindro Rassam, se data en ese año. Sin embargo, no puede haber certeza sobre las otras dos piezas de indicios asirios: los relieves sobre los que se representa el saqueo de Lachiš; y un texto fragmentario, que puede ser de Sîn-aḫḫē-erība, en el que se describe la conquista de dos ciudades palestinas, siendo una de ellas Azekah (el nombre de la otra está roto). Ni Lachiš ni Azekah son mencionadas en ningún relato analístico de la tercer campaña.

Volviendo al relato bíblico, en el Libro de los Reyes se expone que Sîn-aḫḫē-erība tomó todas las ciudades fortificadas y luego, mientras estaba en Lachiš, recibió de Ḥizqîyāhû una enorme cantidad de tributo. En el Libro de Crónicas, donde no aparece este pasaje, hay una detallada narración de las medidas tomadas por Ḥizqîyāhû para fortificar Jerusalén donde el rab-šāqēh arengó al pueblo, intentando persuadirles de su estupidez al confiar en la ayuda egipcia. Ḥizqîyāhû, sobre el consejo del profeta Isaías, siguió en su sitio. Cuando el rab-šāqēh informó de vuelta a Sîn-aḫḫē-erība, al cual encontró en Libnah, llegó un mensaje de que Taharqa de Nubia había partido para la batalla. Ahora, el asirio envió un ultimatum a Ḥizqîyāhû , pero Isaías aseguró a su rey que Sîn-aḫḫē-erība nunca se acercaría a Jerusalén. El relato bíblico prosigue: “Esa noche el ángel del Señor salió y mató a 185.000 en el campamento de los asirios. Sîn-aḫḫē-erība regresó a Nínive donde fue muerto por sus hijos.

A menos que nosotros descartemos una o ambas de estas fuentes como no fidedigna, estamos enfrentados con una interesante, y sin embargo intrincada tarea de búsqueda histórica. Parece obvio que ambas fuentes están describiendo esencialmente acontecimientos diferentes, y que debemos lidiar con, al menos, una campaña palestina más después de 701. Esta segunda campaña probablemente tuvo lugar a finales del reinado (688-701), periodo para el que no se conserva narraciones analísticas asirias. Asumiendo esto, vamos a esbozar una reconstrucción hipotética.

La primera invasión de Palestina por Sîn-aḫḫē-erība tuvo lugar mas o menos como él la describe en los anales. Probablemente venció en Elketeh, pues continuó saqueando esta y otras ciudades. Es extremadamente improbable que sufriera cualquier derrota o matanza severa en esta campaña, ya que fue capaz de llevar a cabo una gran ataque sobre Babilonia al año siguiente. El asedio de Jerusalén terminó en el pago por parte de Ḥizqîyāhû de un enorme soborno a Sîn-aḫḫē-erība (quizás a este mismo incidente se hace referencia en II Reyes 18:14-16), pero por otra parte la ciudad no fue dañada. Durante los años siguientes, mientras Asiria estaba ocupada con otros problemas, Ḥizqîyāhû decidió resistir cualquier futura invasión asiria al aliarse con Egipto y fortificar Jerusalén para hacer frente a un asedio. Hasta 689 Sîn-aḫḫē-erība estuvo ocupado con el problema babilonio, pero después de esta fecha quedó libre para lanzar una nueva campaña hacia el oeste. A esta campaña palestina tardía se puede asignar la conquista de Azekah y el asedio de Lachiš. Posiblemente, fue en esta ocasión cuando el rab-šāqēh hizo sus fracasados viajes a Jerusalén y cuando el informe del avance de Taharqa fue llevado a Sîn-aḫḫē-erība. Antes de que la lucha comenzara, no obstante, sucedió una catástrofe en el campamento asirio; el relato bíblico habla de una matanza por el ángel del Señor, y Josefo recuerda en esta conexión una historia de Herodoto sobre ratones royendo a través de las cuerdas de los arcos del ejército de Sîn-aḫḫē-erība. Sea lo que fuera lo que ocurrió, Sîn-aḫḫē-erība se retiró en confusión y deshonra. Cuán cerca está de la realidad esta interpretación de nuestras fuentes deberá esperar al examen de futuros descubrimientos.

c) Otros asuntos militares

Las restantes campañas de Sîn-aḫḫē-erība son ensombrecidas por sus ofensivas babilonio-elamitas y siro-egipcias y no se distinguen por ninguna ganancia territorial definitiva. Dos campañas, la segunda (702) y la quinta (en alguna parte del periodo 699-697) de acuerdo con la numeración oficial, se dirigieron a las montañas al este de Asiria. En la primera de estas, Sîn-aḫḫē-erība atacó a los problemáticos Kassitas y Yasubigallianos en los Zagros. Capturó Bīt-Kilamzakh, guarnicionándola, y trasladando pueblos conquistados a ella. Los Kassitas y Yasubigallianos estaban establecidos en Khardishpi y Bīt-Kubatti, las cuales fueron puestas bajo la autoridad del gobernador de Arrapkha. Sîn-aḫḫē-erība avanzó hacia Ellipi. Su rey, Ispabara, una vez vasallo de Šarru-kīn II, evidentemente cambió de corazón, pues huyó. Los asirios se precipitaron sobre el área, añadiendo Sisirtu, Kummakhu, y la provincia de Bīt-Barru a sus posesiones. Elenzaš fue hecha la capital, cambió el nombre a Kar-Kharkhar. A su vuelta Sîn-aḫḫē-erība recibió el tributo de los medos. En la quinta campaña el ejército atacó al pueblo sobre el Monte Nipur (Herakul Dag) y devastó sus ciudades. Entonces Sîn-aḫḫē-erība atacó a Maniyae, rey de la ciudad de Ukku de la tierra de Daiye. El rey huyó y su ciudad fue capturada y saqueada.

Volviendo a Anatolia, varios estados se habían rebelado a la muerte de Šarru-kīn II y Sîn-aḫḫē-erība estuvo demasiado ocupado con otras fronteras como para hacer mucho sobre esto. Envió nada menos que dos expediciones en Anatolia en años sucesivos, 696 y 695. La primera fue contra Cilicia y sus aliados, de los que se dice que habían bloqueado el camino a Que. Hawkins ha sugerido que de hecho Que fue una vez más amistosa y posiblemente un estado vasallo de Asiria y que el propósito de esta campaña fuera asistir a Que. Sea como fuere, las ciudades rebeldes de Ingira, Tarso e Illubru fueron tomadas y el líder, Kirua, capturado con mucho botín y llevado a Nínive. La campaña de 695 fue dirigida contra Tabal pero estuvo lejos de tener éxito, siendo recordado el saqueo de únicamente una ciudad fronteriza, Til-Garimmu.

Se conoce una campaña más a partir de un texto fragmentario de Sîn-aḫḫē-erība, así como de alusiones en inscripciones de Aššur-aḫa-iddina y Aššur-bāni-apli. Esta fue contra los árabes en el desierto arábigo septentrional e implicó la conquista del asentamiento en el oasis de Adummatu (la bíblica Dumah, moderno Dumat al-Jandal), donde la reina de los árabes había tomado refugio. No pude haber certeza sobre la fecha de este acontecimiento, aunque se ha sugerido 690 ya que la narración en el texto de Sîn-aḫḫē-erība sigue inmediatamente a una descripción de la octava campaña.

d) Asesinato de Sîn-aḫḫē-erība

En el 21 de Tebet (X) de 681, Sîn-aḫḫē-erība fue asesinado y su hijo Aššur-aḫa-iddina ascendió al trono. La identidad del asesino o asesinos no está clara, y las circunstancias del asesinato sigue siendo uno de los grandes misterios de la historia antigua. El relato más detallado de los relevantes acontecimientos se encuentra en una inscripción de Aššur-aḫa-iddina, escrita casi diez años más tarde; algunos hechos vitales también son encontrados en la Crónica Babilónica, un texto de Nabû-nā’id (Nabónido), Beroso (en acadio, Bêl-re'ušunu), la Biblia y Flavio Josefo. Asarhadon nos cuenta que fue elegido por su padre como heredero al trono, aunque tenía hermanos mayores, y la selección fue anunciada a una gran asamblea de todos los asirios, incluyendo los hermanos de Aššur-aḫa-iddina, que juraron respetar el derecho del sucesor designado al trono. Después de que los hermanos conspiraran contra Aššur-aḫa-iddina, le difamaron ante su padre, quien así se volvió contra el príncipe coronado, y Aššur-aḫa-iddina se retiró a una residencia sin nombre en busca de seguridad; en Nínive los hermanos tomaron las armas. Pero la rebelión no fue apoyada por el pueblo de Asiria y Aššur-aḫa-iddina regresó a Nínive, encontrando en el camino fuerzas rebeldes que se habían reunido en Khanigalbat. Los insurgentes fueron abrumados por el miedo y las tropas, lejos de resistir, unieron fuerzas con Aššur-aḫa-iddina, mientras que sus líderes huyeron de la escena para buscar refugio en una “tierra desconocida”. Aššur-aḫa-iddina entró en Nínive y ascendió al trono de su padre. Tal es la versión de Aššur-aḫa-iddina de este periodo trascendental.

Volviendo a las otras fuentes, bajo el año 681 se registra en la crónica Babilónica que Sîn-aḫḫē-erība fue muerto por su hijo en una rebelión, y que la rebelión continuó en Asiria desde el día del asesinato (el vigésimo de Tebetu (X), hasta el segundo de Addaru (XII), unos 42 días más tarde; poco después, Aššur-aḫa-iddina ascendió al torno de Asiria. En los tres pasajes relevantes de la Biblia el relato sigue inmediatamente a la descripción de la gran catástrofe que ocurrió al ejército asirio mientras estaba en campaña en el oeste. De acuerdo a la narración bíblica y a un relato similar en Josefo, Sîn-aḫḫē-erība fue adorado en la casa de su dios “Nisroch” cuando sus hijos, “Adramelech y Sharazer”, le mataron con la espada. Los asesinos escaparon a la tierra de Ararat y Aššur-aḫa-iddina reinó en lugar de su padre. Beroso dice que el culpable fue el hijo de Sîn-aḫḫē-erība, “Ardumuzan”, y Nabû-nā’id simplemente dice que fue “su hijo natural”.

La información en la Crónica Babilónica, Beroso, Nabû-nā’id y la Biblia es complementaria al relato de Aššur-aḫa-iddina y, de hecho, resuelve un misterio, el destino de Sîn-aḫḫē-erība, pues en ninguna parte Asarhadon expone que su padre fue asesinado. Pero más allá de esto hay una considerable controversia entre los estudiosos modernos sobre estos sucesos y en particular sobre la identidad del asesino o asesinos. Todos los indicios apuntan a uno o más hijos de Sîn-aḫḫē-erība y se han desarrollado dos teoría diferentes: que el principal asesino fue un hermano mayor de Aššur-aḫa-iddina llamado Arda-Mulissi, o que fue el mismo Aššur-aḫa-iddina. Antes de decidir cual teoría es más digna de crédito, vamos a considerar otros factores.

Como trasfondo general debe recordarse que el regicidio, que es endémico en una autocracia militar, no era desconocido en Asiria. Tukultī-Ninurta I cayó víctima de una conspiración y Šulmānu-ašarēd III pudo haber tenido un destino similar. Como causa inmediata está el hecho de que Aššur-aḫa-iddina no era el hijo primogénito (su nombre significa “Assur ha dado un hermano”) y sin embargo de alguna manera obtuvo el trono de su padre. Aššur-aḫa-iddina pretende que Sîn-aḫḫē-erība le designó sucesor, y esto, desde luego, es cierto. Está corroborado por el hecho de que, durante el reinado de su padre el nombre de Aššur-aḫa-iddina fue cambiado oficialmente, evidentemente en la época en que fue nombrado sucesor, a Aššur-etel-ilani-kain-apla, que significa “Aššur, el más noble de los dioses, confirma al heredero”. Aquí descansan razones suficientes para una revuelta por los decepcionados y celosos hermanos.

La causa de la rebelión, entonces, apunta a los hermanos mayores de Aššur-aḫa-iddina como los líderes más probables de la insurrección y asesinos de Sîn-aḫḫē-erība. Parpola ha argumentado sobre la base de una carta fragmentaria que, de hecho, el nombre del principal asesino era Arda-Mulissi, el hijo mayor superviviente antes de la designación de Aššur-aḫa-iddina como heredero, y que este es el nombre conservado en las formas mutiladas “Adrammelech” y “Ardumuzan” en otras fuentes. Hay mucho que decir en esta teoría, pero, dado el estado fragmentario de la carta, no puede ser probada definitivamente.

En cuanto a la posible complicidad de Aššur-aḫa-iddina en el crimen, si sus hermanos había npuesto a Sîn-aḫḫē-erība contra Aššur-aḫa-iddina por su calumnia, como Aššur-aḫa-iddina nos cuenta que ellos hicieron, de nuevo es suficiente motivo. Otros elementos posiblemente relacionados a las causas de la rebelión son el fuerte resentimiento hacia Sîn-aḫḫē-erība debido al saqueo de Babilonia ocho años antes, y el papel del harén en los asuntos políticos bajo el liderazgo de la madre de Aššur-aḫa-iddina, Naqia, que se discutirá pronto. Pero, la mayor parte de esto es conjetura y debe confesarse que el asesinato de Sîn-aḫḫē-erība, las circunstancias que lo rodean, y las causas que llevaron a él, son puzzles no resueltos.

2. Aššur-aḫa-iddina (681-669)

a) Egipto, Fenicia y los Árabes

Las preocupaciones políticas de Aššur-aḫa-iddina eran realmente una continuación de las del reinado anterior, la ofensiva occidental y Babilonia. A esto se añade, no obstante, la amenaza de varios pueblos beligerantes en las fronteras norte y noreste y la actividad militar en Anatolia. Debemos ocuparnos primero de la invasión de Egipto. Las amistosas relaciones que se establecieron entre Egipto y Asiria cuando Tukultī-apil-Ešarra III y Šarru-kīn II alcanzaron sus fronteras se habían desvanecido por las actividades anti-asirias de Egipto en Palestina durante el reinado de Sîn-aḫḫē-erība, y es razonable suponer que Sîn-aḫḫē-erība había esperado invadir él mismo Egipto, para castigar al pueblo responsable, los Kushitas. Después de su asesinato, su hijo tardó poco tiempo en lanzar la ofensiva egipcia. En su segundo año de reinado, 679, un ejército asirio se abrió paso directo a las fronteras de Egipto, donde capturaron la ciudad de Arza y se llevó a su rey, Asukhili, a Nínive. Pasaron cinco años antes de que Aššur-aḫa-iddina pudiera continuar este intento inicial, años en que las ciudades fenicias llegaron a ser problemáticas, gracias a los agentes egipcios, y la siguiente fue un importante desastre. El ejército asirio, de acuerdo con la Cronica Babilónica, fue derrotado en Egipto el 5 de Addar (XII) de 274, No se conoce nada más de este acontecimiento, que es ignorad en las inscripciones reales; en las Crónica de Aššur-aḫa-iddina una campaña menor a Babilonia ha sido sustituida por ella.

Solo pasaron dos años antes del siguiente ataque sobre Egipto. No se registra ninguna campaña militar para el año anterior, 672, año en que Aššur-aḫa-iddina reunió a sus súbditos juntos para jurar alianza a sus herederos, pero este importante acontecimiento no ocupó el año entero y se puede suponer que la mayor parte del año se dedicó a la preparación para la siguiente invasión de Egipto. Tenemos una consulta oracular en la que Aššur-aḫa-iddina pregunta si esta campaña es aconsejable y si regresará de ella a salvo. A comienzos de 671 los asirios partieron hacia Egipto y en el camino sitiaron Tiro, un incidente que se discutirá más adelante. El ejército asirio estuvo asistido en su progreso a través del desierto del Sinaí por camellos incautados a los árabes para llevar los pellejos de agua. A su llegada a Egipto combatieron con éxito tres batallas campales con fuerzas egipcias, todas en el mes de Duuzu (IV). Cuatro días después de la tercera batalla, el 22 del mismo mes, Menfis fue tomada; Taharqa, el faraón, huyó pero su familia, incluyendo el príncipe coronado, fue capturada. Aššur-aḫa-iddina nombró reyes, gobernadores y otros oficiales para gobernar Egipto y recaudar el tributo para Asiria y el dios Aššur.

La penetración en Egipto marca el punto más alto en la expansión imperialista de Asiria. A pesar de ello fue un éxito efímero; pues Egipto, aunque forzado a salir temporalmente de los asuntos palestinos, estaba lejos de estar sometido, como el mismo Aššur-aḫa-iddina debe haberse dado cuenta. De hecho, tardó poco tiempo en regresar. Poco después de un año lanzó una nueva expedición egipcia en 669. No obstante, esta campaña fracasó, pues Aššur-aḫa-iddina murió en el camino a Egipto y su hijo y heredero, Aššur-bāni-apli (Aššurbanipal) fue dejado para hacer frente a la cuestión no resuelta de la conquista de Egipto.

Una invasión con éxito de Egipto dependía del control de Siria-Palestina; Sîn-aḫḫē-erība había preparado el camino mediante sus actividades en Palestina y había hecho esto de manera tan efectiva que, aparte de Fenicia, no se conoce ningún estado en esta región que hubiera dado a Aššur-aḫa-iddina algún problema. Así, ya en 676 Aššur-aḫa-iddina podía enumerar todos los estados costeros de Siria-Palestina que le suministran materiales exóticos de construcción en Nínive; esta incluía Tiro, Judá (es citado el rey Mənaššeh [Manasés]), Edom, Moab, Gaza, Ascalón, Ekron, Biblos, Arvad, Samsimurun, Ammon y Ašdod. Tiro y Ascalón iban a causar problemas después de este momento, pero la omisión de Sidón de la lista es significativo.

La primera fuente de problemas en Fenicia fue Sidón. Sidón había sido capturada por Sîn-aḫḫē-erība en 701, pero a principios del reinado de Aššur-aḫa-iddina, Abdi-milkutti, renunció al vasallaje asirio. En 677 Aššur-aḫa-iddina capturó al ciudad costera y, de acuerdo con su relato, derribó la muralla y la torre, pues Abdi-milkutti escapó en barco. La secuela a esta acción tuvo lugar al año siguiente, 676, de acuerdo con la Crónica Babilónica. Aššur-aḫa-iddina cogió a Abdi-milkutti en el mar “como un pez” y le decapitó en el mes de Tashritu (VII). Su familia y pueblo fueron trasladados a Asiria y una nueva ciudad, llamada Kar-Aššur-aḫa-iddina, fue erigida y colonizada con gente deportada desde el este. Un aliado de Abdi-milkutti, Sanduarri, que era rey de Kundu y Sissu (posiblemente en Cilicia), también fue capturado y decapitado (XII/676), y las cabezas de los dos fueron colgadas alrededor de los cuellos de sus nobles que desfilaron a través de las calles de Nínive. Dos ciudades de Sidón fueron entregadas a Baal, rey de Tiro.

Las relaciones entre Tiro y Asiria durante este periodo merecen una mayor atención. Baal, rey de Tiro, había firmado un tratado de vasallaje con Aššur-aḫa-iddina, una copia del cual se conserva. Las cláusulas consevadas en el texto dañado están relacionadas con los derechos de comercio de los tirios y los derechos de salvamento en el caso de naufragio. Los acontecimientos que llevaron; a la conclusión de este tratado son desconocidos; no aparece ninguna referencia a una conquista de Tiro en las fuentes del reinado de Sîn-aḫḫē-erība y es extremadamente improbable que tal victoria se hubiera conseguido. No obstante, Sîn-aḫḫē-erība se vanagloriaba de que había obligado a los tirios, entre otros, a manejar sus barcos en la expedición a través del Golfo Pérsico, y los tirios aparecen en la lista de pueblos trasladados a Nínive para sus grandes proyectos constructivos. Pero ambos actos deben haber sido por mutuo acuerdo más que por coherción unilateral. Sea como fuere, más tarde Baal eligió revocar el tratado con Aššur-aḫa-iddina y aliarse con Taharqa. Así, cuando Aššur-aḫa-iddina lanzó su campaña egipcia en 671, puso asedio a Tiro antes de marchar a Egipto. El resultado del asedio no es registrado, aparte de la grandiosa declaración de Aššur-aḫa-iddina de que él conquistó Egipto y privó a Baal de todas sus ciudades y posesiones. Probablemente Tiro no cayó realmente pero el asedio pudo haber sido continuado por un contingente asirio, mientras que el núcleo de las tropas avanzaron hacia Egipto. Hubo también problemas con Ascalón que implicaron a los egipcios, como sabemos a partir de dos solicitudes oraculares, y estas probablemente ocurrieron más o menos al mismo tiempo.

El ataque sobre Egipto dependía, como hemos visto, sobre una cooperación con los árabes en la Península del Sinaí. Esto no fue el único contacto con los árabes durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina, pues se preocupó de mantener el control sobre el oasis de Adummatu que Sîn-aḫḫē-erība había capturado. Hazael, su rey, rindió homenaje a Aššur-aḫa-iddina y llevó ricos presentes a Nínive. El asirio le restauró las estatuas de sus dioses, pero no antes de inscribir su propio nombre sobre ella. Una cierta Tabua, que había ascendido en la corte asiria, fue nombrada reina de los árabes y le permitió regresar con su pueblo. Cuando Hazael murió, Yauta, su hijo, le sucedió en el trono y su posición fue reconocida por Aššur-aḫa-iddina. El juramento de sumisión de los árabes a Asiria, lo que se suponía por estos sucesos, súbitamente se convirtió en importante cuando estalló una rebelión contra Yauta’. Aššur-aḫa-iddina envió una expedición que sometió a los rebeldes. Posteriormente Yauta’ se rebeló contra Aššur-aḫa-iddina y escapó, después de una derrota a manos de los asirios, para quedar libre del yugo asirio hasta el reinado de Aššur-bāni-apli, a partir de cuyo relato es conocido este acontecimiento.

En este contexto, debe ser mencionada también una campaña contra Bazza en 676, ya que ahora generalmente se supone, aunque todavía es muy incierto, que Bazza estaba en el este o noreste de la península arábiga. Aššur-aḫa-iddina describe Bazza como un área salada y un lugar de sed. En esta campaña afirma que ha matado 8 reyes y arramblado con su botín y su pueblo. Posteriormente instaló a un cierto Layale, rey de Yadi‛, como rey de Bazza, después de que este hombre hubiera llegado a Nínive en busca de ayuda.

b) Anatolia

Hay mucha incertidumbre sobre las actividades de Aššur-aḫa-iddina en Anatolia, debido en gran medida a la naturaleza de nuestras fuentes, y puede ser que ocurrieran más cosas en esta frontera de los que nuestro pedazos de información indican. El alarde expansivo de Aššur-aḫa-iddina de que todos los reyes en el mar desde Yadnana (Chipre) y Yaman (Jonia) hasta Tarsisi (Tarso) eran sumisos y pagaban tributo apoyaría esta sugerencia, aunque tales pretensiones nunca pueden ser aceptadas sin crítica. Otra fanfarronada de Aššur-aḫa-iddina también es de interés a este respecto; las listas enumeran los nombres de 10 reinos en Chipre, que el suministran exóticos materiales de construcción, y esta lista de nombres, en su mayor parte, griegos es significativo: Idalium (Edi’il), Chytri (Kitrusi), Salamis? (Sillua), Pafos (Pappa), Soli? (Silli), Curium (Kuri), Tammassus (Tamesi), Citium (Qartikhadasti), Ledra (Lidir) y Nuria (Nuriya).

Quizás la más seria amenaza para la influencia asiria en Anatolia era ahora los cimerios liderados por Teušpa, y Aššur-aḫa-iddina fue capaz de derrotarle en Khubušna (en la vecindad de la moderna Kara Hüyük?). Este suceso probablemente se haya de fechar en 679, ya que la Crónica de Aššur-aḫa-iddina registra una matanza de los cimerios por ese año. Entre 679 y 676 hubo al menos una y posiblemente dos campañas anatolias contra estados que habían sido una vez dependencias asirias. Khilakku y Tabal fueron atacados pero la expedición fue infructuosa, y quedaron para que Aššur-bāni-apli les ganara de nuevo. Otro acontecimiento de importancia tuvo que ver con Sanduarri, rey de Kundu y Sissu. La identidad de este rey ha sido un misterio durante mucho tiempo, pero ya que Kundu y Sissu parecen haber estado en la región de Cilicia, Winter y Hawkins han sugerido que Sanduarri es semejante a Azatiwatas, conocido a partir de las inscripciones jeroglíficas hititas, y que su área de control incluía Que. En cualquier caso, Sanduarri se unió a Sidón en una alianza naval contra Asiria, hecho mencionado antes. En 676 los asirios derrotaron a los aliados y Sanduarri fue capturado y decapitado.

Un ominoso enemigo fue un Mugallu quien, aunque en algún momento había buscado la amistad con Aššur-aḫa-iddina, hizo alarmantes incursiones, a veces confabulado con Iškallu de Tabal, y asedió y capturó Melid. En 675 los asirios lanzaron una expedición contra Mugallu en Melid, pero el resultado del ataque no se registra y el incidente entero está desaparecido de las inscripciones reales, una fuerte indicación de que la ofensiva había fallado.

c) El norte y el noreste

Asiria bajo Sîn-aḫḫē-erība tuvo un breve respiro de cualquier amenaza seria sobre la frontera norte y noroeste, pero por el reinado de Aššur-aḫa-iddina nuevos peligros habían aparecido que dirigieron la atención asiria una vez más a estas regiones. La escena es confusa porque, como es habitual con su reinado, no hay un relato coherente de los acontecimientos. Toda una variedad de pueblos, la mayor parte de los cuales hablaban lenguajes indoeuropeos, son citados en las fuentes: algunos (los Sapardeos, Medos, Manneos y Cimerios) habían sido encontrados por los asirios de periodos anteriores, mientras que los escitas eran recién llegados. En general, estos pueblos tenían una causa común en su ambición para arrebatar territorio y riqueza desde el imperio de Asiria, pero en la práctica raramente se unían para conseguir este fin, y en ocasiones un grupo, o sub-grupo, incluso podía alinearse con un monarca asirio. Los asirios, por su parte, se preocupaban tanto por la seguridad de sus fronteras y por el continuo suministro de caballos procedente de este área, una ruta de suministro que constantemente estaba hostigada por estos pueblos. De muchas maneras, los documentos mas informativos eran las solicitudes oraculares. Como se observó anteriormente, estos textos se refieren a varias materias, pero el núcleo de ellos tratan de cuestiones sobre los grupos hostiles objeto de discusión. Si este desequilibrio es o no una coincidencia debe quedar como una cuestión abierta.

Los Manneos y los Escitas a veces operaban como aliados, y Aššur-aḫa-iddina se vanagloria de una victoria sobre los Manneos y el ejército de Išpaka, su aliado escita, que posiblemente ocurrió en 676. Una consulta oracular, que probablemente data de después de este suceso, habla de escitas que vivían en Mannea; la consulta es si ellos emergerían desde el paso de Khubuškia, al sur del lago Urmia, y las ciudades saqueadas en la frontera asiria. Una de las consultas oraculares más interesantes registra que Bartatua (habitualmente identificado con el Protothyes de Herodoto), rey de los escitas, ha enviado mensajes a Aššur-aḫa-iddina pidiendo una princesa asiria en matrimonio; pregunta si, en el caso de que Aššur-aḫa-iddina acceda, el escita honrará el vínculo forjado. Este incidente probablemente debe datarse después de 676 también pero posiblemente antes de las otras consultas oraculares sobre los escitas. Se desconoce si Aššur-aḫa-iddina estuvo de acuerdo con la propuesta. La agresión mannea consiguió la captura de fortalezas asirias, algunas de las cuales fueron recuperadas por Aššur-bāni-apli.

Los Medos fueron un pueblo más bien especial durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina, pues muchos de ellos se convirtieron en vasallos juramentados de Asiria. Una expedición asiria contra la tierra de Patušarri (localización incierta), descrita sobre la frontera del desierto de sal en el centro de Media a través del monte Bikni, trajo de vuelta a los gobernantes Šidiparna y Eparna junto con su pueblo y botín. Debido a que estos diversos gobernantes llegaron a Nínive con regalos de caballos y lapislázuli, para obtener una alianza con Asiria (antes de 676) y Aššur-aḫa-iddina envió a sus eunucos como gobernadores de sus distritos. Unos pocos años más tarde, en 672, Aššur-aḫa-iddina reunió a los representantes de todos sus pueblos sometidos para jurar alianza a sus sucesores designados, y unas pocas copias del registro de este juramento que fueron recuperadas en tiempos modernos hacen referencia a príncipes medos. Pero las relaciones no siempre fueron pacíficas. Los medos siempre fueron considerados como una amenaza potencial y en muchas consultas a los oráculos eran listados regularmente como un posible enemigo.

El principal enemigo en estas consultas oraculares era un hombre llamado Kaštaritu, que es descrito como un el “gobernante de la ciudad” de Kar-Kašši. Generalmente se asume por los historiadores modernos que este gobernante es idéntico a Fraortes, rey de los medos, cuya historia es brevemente descrita por Herodoto; pero, como Labat ha observado, esta identificación de ningún modo es cierta. En cualquier caso, Kaštaritu era un peligroso enemigo y las consultas oraculares, que posiblemente datan del periodo 676-672, indican que él estaba atacando una fortaleza fronteriza tras otra. En estos textos Kaštaritu habitualmente aparece en una lista de varios atacantes potenciales, una lista que también incluía regularmente a Sapardeos, Cimerios, Manneos y Medos. Debe observarse que estos enemigos son considerados como posibilidades potenciales, y no existe ninguna indicación de que Kaštaritu estuviera a la cabeza de una alianza que abarcara a todos ellos.

Por casualidad tenemos una narración detallada de una acción militar en la región de la antigua Urartu, la conquista de Šubria en 673. Šubria y su capital Ubumu estaban en la costa del lago Van. Nuestra fuente principal para esta campaña es una carta a un dios, un genero de texto ya destacado en el apartado de Šarru-kīn. La carta de Aššur-aḫa-iddina es muy similar a la de Šarru-kīn, incluso en el punto de listar las mismas bajas al final. El comienzo del texto está desaparecido, y la primera porción conservada se refiere a los asirios que habían huido a Šubria, en busca de refugio. No se nos cuenta de qué crímenes eran culpables estas gentes, pero se ha sugerido que incluían a los conspiradores que mataron a Sîn-aḫḫē-erība. De acuerdo con este texto, Aššur-aḫa-iddina escribió al gobernante de Šubria pidiéndole que enviara heraldos a través de la tierra exhortando al pueblo a descubrir a los refugiados políticos. El documento está muy dañado en este punto pero evidentemente la contestación de Šubria fue satisfactoria. Una serie de mensajes fueron intercambiados entre los dos gobernantes pero no son aprovechables; aunque los Šubrios finalmente suplican a Aššur-aḫa-iddina que acepte su sumisión, se había demorado demasiado tiempo, de acuerdo con el relato asirio. Habiendo establecido un casus belli, Aššur-aḫa-iddina invadió Šubria para poner asedio a Ubumu. Los asirios construyeron un muro de asedio que los sitiados intentaron incendiar, pero el viento cambió y las llamas destruyeron las defensas de la ciudad Ubumu fue saqueada y los refugiados políticos fueron capturados y mutilados. Los fugitivos urartianos, que el rey de Šubria había rehusado entregar a Urartu, también fueron descubiertos y enviados de vuelta a su país. Evidentemente Aššur-aḫa-iddina estaba dispuesto a renovar la amistad con Urartu, un estado que, aunque debilitado, podía ser de algún apoyo contra la multitud de pueblos que se desplazaban en el interior de esta región. Aššur-aḫa-iddina reconstruyó la ciudad, la renombró, asentó pueblos deportados en ella, y designó a dos de sus eunucos como gobernadores.

d) Elam

Las relaciones con Asiria y Elam fluctuaron durante la soberanía de Aššur-aḫa-iddina. No hay registros de ninguna interferencia elamita durante los últimos años de Sîn-aḫḫē-erība, ni durante la confusión que rodeó la ascensión de Aššur-aḫa-iddina, a pesar del intento de un grupo de disidentes babilonios para persuadir a Elam de hacer la guerra con Aššur-aḫa-iddina a la muerte de Sîn-aḫḫē-erība. Sin embargo, los elamitas no estaban dispuestos favorablemente hacia Asiria después del tratamiento de Sîn-aḫḫē-erība hacia ellos. A principios del reinado de Aššur-aḫa-iddina, un cierto Bel-iqiša, un gambuleano, llevó regalos que incluían ganado y mulas a la corte asiria; sus presentes fueron aceptados, el hombre y su pueblo se convirtieron en vasallos asirios, y fueron utilizados para la guarnición de una fortaleza, Ša-pi-Bel, en la frontera elamita. Una expedición asiria contra los barnakkeos (quizás semejantes a los Bīt-Burnakki en Elam septentrional) pudo haber ocurrido en torno a esta época, siendo la intención reforzar las posesiones de Asiria en la frontera elamita. Fue probablemente después, y posiblemente como resultado de estas acciones, cuando los elamitas y los “Guti” (es decir, bárbaros de las montañas) enviaron embajadores para concluir un tratado de paz en Nínive. Este acuerdo fue celebrado en o antes de 676, y puede haber sido no más que una treta para calmar la vigilancia asiria en la frontera elamita.

En cualquier caso, en 675, de acuerdo con la Crónica Babilónica, los elamitas súbitamente invadieron Babilonia, probablemente descendiendo por el valle del Diyala, y capturaron Sippar. Ya que esto es el mismo año para el que las crónicas registran la campaña asiria contra Melid, el resultado de la cual no es registrada, es posible que hubiera una conexión entre los dos eventos. Los elamitas pueden haber estado motivados para atacar por la ausencia del principal ejército asirio en Anatolia, y la expedición contra Melid pudo haber sido abandonada súbitamente, de modo que el ejército pudiera volver corriendo para encargarse de la alarmante situación. Los elamitas habían utilizado una estrategia con efecto devastador en 694, cuando cayeron sobre Sippar mientras Sîn-aḫḫē-erība estaba ocupado en el golfo Pérsico. Pero no puede ser cierto que fuera así como se desarrollaron los acontecimientos en 675, ya que nuestras fuentes no dan datos precisos, y de hecho, en la Crónica Babilónica, la incursión elamita es narrado en primer lugar. A propósito, la captura de Sippar, siendo una desgracia para Aššur-aḫa-iddina, no es mencionado en la Crónica de Aššur-aḫa-iddina o las inscripciones reales.

No se disponen de otras informaciones para la incursión de 675, pero otros puntos registrados en las crónicas son relevantes casi definitivamente: en el mismo año el rey elamita Ḫumban-ḫaltaš II (681-675), murió y fue sucedido por su hermano Urtak (Surtaku); dos prominentes figuras en Babilonia fueron llevados como prisioneros a Asiria, y a finales del año siguiente, 674, las imágenes divinas de Akkad fueron devueltas a Babilonia desde Elam. Se pueden reconstruir los acontecimientos de 675 a partir de estos detalles circunstanciales, y demuestran que el golpe elamita había fallado su objetivo. La muerte inesperada del rey de Elam fue probablemente la ocasión para la retirada elamita de Sippar, pues si Aššur-aḫa-iddina les hubiera expulsado, él se habría vanagloriado del hecho en las inscripciones, y los dos prisioneros tomados a Asiria de Babilonia deben haber estado implicados en el ataque elamita sobre Sippar. Súbitamente, los elamitas, se encontraron ellos mismos en mala situación; deliberadamente habían provocado hostilidades con Asiria, pero sin ninguna ganancia tangible. Así que hicieron un gesto conciliatorio hacia Aššur-aḫa-iddina, que estaba restaurando activamente Babilonia, mediante el retorno de algunas estatuas divinas a Babilonia que ellos se habían llevado en una ocasión previa, quizá en 694. Asarhadon aceptó el gesto y se hizo un tratado, como sabemos por las cartas que no solo se refieren al tratado sino también al hecho de que los dos monarcas intercambiando niños, para ser educados unos en la corte de los otros.

e) Otros asuntos militares y hombres prominentes

Aparte de los asuntos de Babilonia no hay mucho más que decir sobre los acontecimientos militares durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina. Aššur-aḫa-iddina declara, en un texto no fechado, haber impuesto tributo sobre Dilmun y su rey Qana, pero no tenemos otra información sobre esto. Hay un fragmento de información tentador durante el año 670 en las crónicas: “En Asiria el rey pasó por la espada a sus numerosos oficiales”. Desafortunadamente no se conocen más detalles sobre este asunto, pero la causa de la masacre debe haber sido el descubrimiento de un traidor complot.

Muy poco se sabe sobre oficiales del ejército asirio como individuos, ya que raramente son mencionado en las inscripciones reales, y los textos de este reinado no son una excepción; pero afortunadamente se dispone de más información a este respecto en las consultas oraculares. Alguno de estos documentos se refieren a expediciones que eran dirigidas por Ša-Nabû-šu, jefe eunuco, y las expediciones cubren un amplio espectro geográfico que incluía Ellipi, Melid y Tabal, así como la tercera expedición a Egipto. Este general puede ser el mismo que el epónimo delmismo nombre en el reinado de Aššur-bāni-apli (658). Al hablar de hombres notables es bueno recordar a Aba-Enlil-dari, el ummânu o visir de Sîn-aḫḫē-erība y Aššur-aḫa-iddina, que se llamaba Ahiqar en arameo y al que se atribuía un texto de sabiduría en arameo, el cual disfrutó de popularidad mucho tiempo, mucho tiempo después de esta era.

f) Babilonia

La política de Aššur-aḫa-iddina hacia Babilonia era diametralmente opuesta al tratamiento hostil y vengativo impuesto por Sîn-aḫḫē-erība en sus últimos años; donde el padre había invadido y asolado, el hijo intentó el apaciguamiento a través del programa de reconstrucción y buen gobierno. En vista de la dramática diferencia entre las políticas babilónicas de Sîn-aḫḫē-erība y Aššur-aḫa-iddina, los historiadores han sugerido que hubo dos grupos o partidos en Asiria, uno pro-babilonio y el otro anti-babilonio, y, aunque esto es probablemente una simplificación excesiva, hay mucho que decir sobre la idea. Los puntos de vista opuestos estaban motivados indudablemente por motivos diversos: políticos, económicos, sociológicos, religiosos y culturales; y sería un error sobre la base de nuestros indicios actuales señalar uno de estos como el propósito principal. En cuanto a la actitud personal de Aššur-aḫa-iddina somos completamente ignorantes.

Por supuesto, la política de apaciguamiento de Aššur-aḫa-iddina puede ser explicada, sin recurrir a la teoría de los dos partidos, como una reacción natural al duro y desastroso curso que había seguido Sîn-aḫḫē-erība. Tal reacción pudo haber estado tras el asesinato de Sîn-aḫḫē-erība, como sugerimos antes, y esto pudo haber ocurrido con o sin un partido pro-babilonio de los asirios. De paso debe destacarse que a la teoría de que Aššur-aḫa-iddina fue gobernador de Babilonia durante el reinado de Sîn-aḫḫē-erība le falta indicios de apoyo.

Aššur-aḫa-iddina, según parece, estaba más preocupado que cualquiera de sus predecesores que gobernaron en Babilonia con la situación real de esa tierra, y las cartas del periodo a la corte asiria están llenas de informes y quejas respecto a sus oficiales en Babilonia. Estos documentos dejan una firme impresión de que Aššur-aḫa-iddina mantuvo una estrecha atención personal sobre los detalles de la administración babilónica. En años posteriores fue ayudado en esto por su hijo, Šamaš-šuma-ukin, que fue nombrado príncipe coronado de Babilonia. El rey cosechó su recompensa en que, mientras siempre es evidente algún resentimiento anti-asirio, hubo pocos disturbios políticos serios en esta parte de su reino durante su soberanía, e incluso esos pocos no fueron de ningún modo comparables a los problemas que habían asolado a su padre.

El primer ejemplo de auténtico desafío a la autoridad de Aššur-aḫa-iddina en Babilonia ocurrió durante la confusión que rodeó la ascensión. Nabû-zer-kitti-lišir, hijo del célebre Marduk-apla-iddina II y gobernador del País del Mar, revocó su juramento de lealtad a Asiria y remontando el Éufrates puso sitió Ur y a su gobernador Ningal-iddin. El asedio fue socorrido y Nabû-zer-kitti-lišir huyó a Elam, donde fue asesinado. Aššur-aḫa-iddina finalmente nombró al hermano del fugitivo, Naid-Marduk, en su lugar como gobernador del País del Mar.

Dos años más tarde, en 678 un caldeo llamado Šamaš-ibni, de los Bīt-Dakkuri, tomó por la fuerza tierra agrícola perteneciente a Babilonia y Borsippa. Una expedición asiria capturó a Bel-ibni y él junto con el oficial šandabakku de Nippur, que debe haber estado envuelto en este crimen, fueron transportados a Asiria y ejecutados. Nada más de significancia militar importante ocurrió hasta la incursión elamita sobre Sippar en 675, suceso discutido antes. La deportación y ejecución de dos oficiales, un dakkuriano y el oficial šandabakku de Nippur, que siguió a este acontecimiento sugiere que alguna gente importante en Babilonia no eran inocente con respecto al ataque elamita. Para el año siguiente se registra en la Crónica de Aššur-aḫa-iddina, en lugar de la derrota asiria en Egipto destacada en la Crónica Babilónica, que los asirios marcharon contra Ša-amile, una ciudad en Babilonia meridional; las circunstancias que rodean esta incursión no se registraron. Estos son los enfrentamientos militares más importantes que se conocen que tuvieron lugar en Babilonia durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina.

g) Naqia y el haren

La madre de Aššur-aḫa-iddina, Naqia, fue mencionada en la discusión del asesinato de Sîn-aḫḫē-erība, pero ahora es tiempo de decir más sobre ella. La mujer llevaba tanto un nombre arameo, Naqia, como uno asirio, Zakutu, y evidentemente era de linaje arameo. Ella se casó con Sîn-aḫḫē-erība mientras era príncipe coronado y se ascendió durante su posterior reinado para convertirse en dama principal en el harén real, cuando su hijo, Aššur-aḫa-iddina fue nombrado príncipe coronado. El ascenso fortuito en posición, ocasionado por el trágico destino del hijo primogénito de Sîn-aḫḫē-erība, Aššur-nadin-šumi, fue una oportunidad que Naqia utilizó para obtener una autoridad sin precedentes. Su nueva posición llevó riqueza, pues las tierras de la reina madre, ahora o bien depuesta como dama principal o muerta, fueron transferidas a Nínive, y tenía un texto exactamente igual que una inscripción real, inscrita para commemorar este hecho. Ella se comportaba como un rey de otras maneras: dedicó objetos de culto; se le dedicaron informes y oráculos sobre asuntos militares; un escultor fue encargo para hacer una estatua; y ella fue retratada en un relieve que se situaba tras el rey. Cuando ella enfermó, Aššur-aḫa-iddina recurrió a la adivinación mediante el sacrificio de animales para descubrir si ella se recobraría, y las copias de sus ansiosas preguntas han sobrevivido. Estos dispersos trozos de indicios no proporcionan un retrato completo del carácter y acciones de Naqia, pero hay suficiente para indicar que su posición fue, al menos, tan influyente como la de Semíramis, si acaso no más, y puede ser que las leyendas tardías de Semíramis incorporaran relatos de Naqia.

Hay referencias a otras mujeres en el harén de Aššur-aḫa-iddina. Una de sus más importantes esposas, Ešarra-khamat, tuvo un mausoleo erigido en Aššur, en el que fue enterrada en 673. Fue una babilonia y sin duda la madre de Šamas-šuma-ukin, lo cual explica su alto estatus. La madre de Aššur-bāni-apli, por otra parte, vivió para ver el reinado de su hijo.

h) La sucesión

Aššur-aḫa-iddina estaba muy preocupado sobre la sucesión, lo que no es sorprendente cuando consideramos las circunstancias de su propia ascensión al trono, y dispuso cuidadosos planes. En el mes de Ayyaru (II) de 672 el rey reunió a representantes de todas partes del imperio y les juró por los dioses que llevaría a cabo sus deseos con respecto a la sucesión. Los numerosos juramentos toados en esta ocasión fueron registrados en extensas tabletas de arcilla, una tablilla para cada grupo de gente. Algunos de estos textos han sobrevivido, todos relacionados con los medos como mencionamos antes. El modo de sucesión era totalmente nuevo: Aššur-bāni-apli fue nombrado su heredero al trono en Asiria y Šamas-šuma-ukin heredero al trono en Babilonia. Así, la cuestión babilónica se había vuelto tan importante que era un factor principal en la sucesión al trono. Si esta decisión de dividir la corona era sabia o no es cuestionable. En ese momento Aššur-aḫa-iddina fue felicitado por al menos un eminente asirio por su sabiduría, pero las raíces de la guerra civil que se iba a librar entre Aššur-bāni-apli y Šamas-šuma-ukin se pusieron aquí.

Ambos sucesores eran hijos de Aššur-aḫa-iddina, aunque de diferente madre, y Šamas-šuma-ukin parece haber sido el mayor de los dos. La madre de Šamas-šuma-ukin era una babilonia, lo que contaba para su designación al trono babilonio. Aššur-bāni-apli, como heredero de Asiria, entró en la “Casa de Sucesión” (Bīt-redûti) en Tarbisu. El palacio en Tarbisu era la residencia tradicional del presunto heredero asirio: Sîn-aḫḫē-erība había vivido allí antes de su sucesión y fue durante este periodo cuando Aššur-aḫa-iddina nació allí. Como se señaló anteriormente, Aššur-aḫa-iddina engrandeció el palacio para Aššur-bāni-apli. A ambos príncipes le fueron asignados importantes deberes administrativos, directamente bajo el rey, una costumbre de la época sargónida. Uno de las estipulaciones de los juramentos de lealtad a los príncipes coronados era que todos los asuntos de sedición debe ser informados a ellos, una provisión a la cual hay frecuentes referencias en la correspondencia- Parece que la responsabilidad de Šamas-šuma-ukin era Babilonia, mientras que Aššur-bāni-apli tenía autoridad sobre el resto del imperio.

Aššur-aḫa-iddina tuvo otros hijos y al menos una hija. Sin-nādin-apli era el hijo mayor, pero el silencio total de las fuentes, aparte de una consulta oracular, con respecto a este príncipe sugiere que murió joven. Fue afortunado que Aššur-aḫa-iddina hiciera una preparación tan elaborada y diera a sus herederos entrenamiento en la administración del imperio, pues de otro modo su súbita muerte pudo haber acabado en un caos. La sucesión siguió con suavidad aunque se tomó la precaución, después de su muerte, de haber reafirmado los juramentos de lealtad tanto por los otros hermanos como por el pueblo en general. Fue Naqia quien tuvo un registro redactado de estos renovados votos, evidencia de que su influencia se incrementó incluso más con la ascensión de su nieto.

i) Conclusión

A pesar de su breve gobierno y prematura muerte, Aššur-aḫa-iddina fue el rey que añadió la joya más decorativa a la tiara asiria, Egipto. Por supuesto, el camino había sido preparado por su padre pero esto no disminuye el éxito de su hijo. En el otro extremo del imperio, en Babilonia, Aššur-aḫa-iddina heredó un estado de los asuntos bastante diferente, y tuvo el buen sentido de hacer su mayor esfuerzo por reparar la horrible herida infligida por Sîn-aḫḫē-erība. En Anatolia perdió tierras para los nuevos invasores, los cimerios, y los medos y escitas en las fronteras norte y noreste se habían convertido en un serio problema, un anticipo del golpe final que vendría.

III. El Reinado de Aššur-bāni-apli (669-627)

1. Egipto y el oeste

Las relaciones de Aššur-bāni-apli con Egipto están resaltadas por dos brillantes campañas: la primera, contra Taharqa, culminó con la recuperación de Menfis (667); la segunda, contra Tantamani, fue coronada por la captura de Tebas (c.663). La muerte de Aššur-aḫa-iddina en route a Egipto en 669 significó que la ambición asiria en Egipto fue suspendida mientras el nuevo rey, Aššur-bāni-apli, consolidaba su posición doméstica. Taharqa tomó ventaja de la situación al ocupar Menfis y lanzar un ataque contra la guarnición asiria estacionada allí por Aššur-aḫa-iddina. Cuando las noticias de esta acción alcanzaron Nínive, Aššur-bāni-apli envió inmediatamente una fuerza asiria a Egipto, la cual encontró y derrotó en Kar-baniti a un ejército mandado por Taharqa. Tan pronto como la palabra del desastre alcanzó Menfis, Taharqa abandonó la ciudad y remontó el Nilo par tomar refugio en Tebas. Los asirios, cuyo número fue aumentado por auxiliares aportados por una serie de reinos en la región mediterránea y por vasallos egipcios, incautó barcos para perseguir al enemigo por el Nilo. Taharqa abandonó Tebas y se preparó para defender la orilla opuesta del río.


La narración de la persecución propuesta, conservada solo en tempranas ediciones de los anales, se detiene abruptamente en este punto y es seguida por una descripción de traición por parte de los vasallos asirios en Egipto. Así, como Saplinger has sugerido, se sospecha que la marcha asiria a Tebas fue evitada o interrumpida por el descubrimiento de la traición. Nekaw (= Necao, <672-664), Sharru-lu-dari y Pakrur, príncipes egipcios a los que Aššur-aḫa-iddina había reconocido anteriormente, se comunicaron secretamente con Taharqa, buscando una alianza. Los mensajeros fueron capturados y el complot revelado a los asirios. Posiblemente, fue en esta emergencia cuando el ejército abandonó su expedición a Tebas, aunque esto no se afirma en nuestras fuentes, y de inmediato sofocó la rebelión. Los asirios castigaron en su inimitable estilo a todos los que estaban implicados en la conspiración con la excepción de Nekaw, que fue reinstalado con muchos honores como príncipe vasallo en Kar-bēl-matati (Sais), y su hijo, quien finalmente llegaría a ser conocido como Psamētik I (= Psamético I, 664-610). Menfis fue vuelta a ocupar por los asirios, que restauraron el orden en sus posesiones en Egipto, reforzando sus defensas y trayendo de vuelta prisioneros a Asiria.

Finalmente, Taharqa fue reemplazado por su sobrino Bakarē Tanuatamūn (664-656), quien continuó el intento de su tío de ganar Egipto. Tanuatamūn aseguró Tebas y luego avanzó bajando el Nilo hasta Menfis, donde entró en combate con los príncipes egipcios del Delta, incluyendo a Nekaw. Tanuatamūn consiguió la victoria, pero a continuación, una victoria del Delta mismo fracasó. Por esta época las noticias habían alcanzado Nínive y una vez más un ejército asirio invadió Egipto. En vista de este ataque Tanuatamūn abandonó Menfis, pero su ejército fue superado por los asirios y derrotado. Tanuatamūn escapó a Tebas, desde donde tuvo que huir cuando los asirios capturaron la ciudad y la saquearon. La caída de Tebas (c.663) marca el pináculo del éxito asirio en Egipto y, en términos más prácticos, puso fin a la interferencia kushita contra las posesiones asirias en Siria-Palestina. Bajo Psamētik I, que fue instalado como rey en Sais y Menfis, Egipto no dio a Asiria ningún problema más, y Aššur-bāni-apli fue libre para concentrar sus esfuerzos en otro lugar.

Desde los días de Sîn-aḫḫē-erība Asiria había difrutado una fuerte posición en Siria-Palestina y, con la excepción de Tiro, Aššur-bāni-apli no tuvo dificultades con esta región. De hecho, el estado de Arvad fue aceptado de manera más efectiva dentro de la esfera egipcia durante su reinado. La firme posesión de Aššur-bāni-apli está ilustrada por una larga lista de sus vasallos occidentales, aunque la confianza de la lista es sospechosa, ya que está copiada palabra por palabra de una lista en las inscripciones reales de Aššur-aḫa-iddina. Pero Tiro siguió siendo el centro de la resistencia que había sido en el reinado anterior, y Aššur-bāni-apli puso asedio a la fortaleza insular (c.662) después de que los asuntos egipcios hubieran sido resueltos. El asedio de Asurbanipal tuvo más éxito que el de Aššur-aḫa-iddina, pues, aunque Tiro realmente no cayó, se pretendía que su gobernante, Baal, se sometió y Aššur-bāni-apli aceptó a su hija y sobrinas junto con un gran tesoro en señal de su vasallaje. Pero Tiro no permaneció sometido, y más adelante en el reinado (c.644), a su regreso de una campaña contra los árabes, Aššur-bāni-apli atacó el suburbio en tierra firme de Tiro, llamado Ušu, y lo saqueó. Parece que fue en esta misma ocasión cuando capturó Akku (Acre) por la fuerza y añadió a su ejército a una serie de hombres que se había llevado.

2. Anatolia

La supresión de Tiro trajo en su estela las ofertas de amistad de los principales estados anatolios, Tabal, Khilakku y Lidia, pues Asia Menor, en esta época estaba muy presionada por los ciemrios. Aunque Aššur-aḫa-iddina había pretendido una victoria sobre una banda cimeria, hacia el reinado de Aššur-bāni-apli los cimerios habían puesto fin efectivamente al control asirio en esta área y estaban amenazando estados tan al oeste como Lidia. Las victorias de Aššur-bāni-apli en Egipto y contra Tiro provocaron que el asediado gobernante de Khilakku buscara el apoyo asirio al enviar a su hija con una dote a Nínive. En cuanto a Tabal, Mugallu el viejo enemigo de Aššur-aḫa-iddina, era ahora su gobernante y posiblemente gobernante de Melid también, aunque Melid no es mencionada por Aššur-bāni-apli. Se dice que Mugallu había llevado a su hija con una dote a Nínive, pero, fiel a su astuta naturaleza, luego comenzó a intrigar con Dugdamme (el Lygdamis de los autores clásicos) de los Ummanmanda (un término literario acadio aplicado a diversos enemigos, incluyendo a los cimerios y los escitas) contra Asiria. Dugdamme intentó dos invasiones de Asiria (c.640) pero le sucedió una calamidad ambas veces antes de que pudieran atacar realmente; en la primera ocasión se desencadenó un incendio en el campamento y en la segunda fue golpeado por la enfermedad y murió. Dugdamme fue sucedido por su hijo Sandakšatru, respecto al cual no se ha conservado ningún relato más.

El tercer gobernante que se registra buscando relaciones amistosas con Asiria en vista de la amenaza cimeria fue Gyges (Gugu) de Lidia (c.680-c.644). Impulsado por un sueño, dice Aššur-bāni-apli, Gyges envió un mensajero con presentes a Nínive y desde ese día comenzó a tener éxito en su guerra con los cimerios. Los cimerios no fueron repelidos tan fácilmente, no obstante, y en 657 un astrólogo predijo, en un informe a Aššur-bāni-apli, que los cimerios invadirían el oeste, aunque Asiria sería perdonada. Varios años después de esta información Lidia fue invadida y Gyges resultó muerto (c.644). Fue sucedido por su hijo Ardys (c.644-c.625) quien, dice Aššur-bāni-apli, reanudó las buenas relaciones con Asiria. A partir de estos incidentes queda claro que Asiria aún estaba a la defensiva en la frontera anatólica, preocupado por las hordas cimerias y ansioso por aliarse con cualquier estado anatólico que resistiera y estorbara el avance cimerio.

Invasiones de escitas y cimerios

3. El norte y el noreste

La escena de esta frontera es en gran medida lo mismo que durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina, con los manneos, medos y urartianos como antagonistas principales, y no hay necesidad de repetir la descripción de las intrincadas relaciones y objetivos primarios de los participantes. El punto culminante de la acción, desde el punto de vista asirio, fue una brillante campaña de éxito contra los manneos. Antes de la época de Aššur-bāni-apli los manneos hacían incursiones en el territorio reclamado por los asirios, capturando una ciudad tras otra. A principios de su reinado (c.660), Aššur-bāni-apli lanzó un ataque contra los manneos, cayó estrepitosamente a través de sus dominios hasta Izirtu, y por medio de vigorosas excursiones recuperó numerosos distritos para Asiria. Esta operación precipitó una revolución; Akhšeri, rey de los manneos, fue asesinado y su hijo Ualli tomó el trono. Ualli envió a su hijo e hija a la corte de Aššur-bāni-apli y acordó abastecer de caballos a los asirios.

Los medos, muchos de los cuales habían sido vasallos de Aššur-aḫa-iddina, por ahora se habían vuelto agresivos, pero Aššur-bāni-apli se vanagloria de una única expedición contra ellos, durante la cual capturó vivo a algunos gobernantes medos que previamente habían estado sometidos a Asiria. El rey de Urartu, Rusa, envió un pacífico mensajero a Aššur-bāni-apli a principios de su reinado, el cual estaba de acuerdo con la larga abstinencia de confrontación con Asiria. Sin embargo, en torno a 657 un gobernador urartiano atacó Ubumu, la capital de Šubria, que Asarhaddon había añadido a su imperio. Las tropas de Aššur-bāni-apli lograron capturar al líder urartiano de esta expedición, Andaria, y su cabeza fue llevada de vuelta a Nínive. Muchos años más tarde (c.643), cuando la rebelión de Šamas-šuma-ukin fue aplastada y Aššur-bāni-apli hubo obtenido una importante victoria sobre Elam, Sarduri, rey de Urartu, buscó amistosamente relaciones con Asiria. La escasez de hechos dignos de alabanza en los registros asirios es indicativo de la vulnerabilidad de la frontera septentrional y nororiental de Aššur-bāni-apli, pues durante esta época los enemigos de Asiria se arrastraban más y más cerca hacia el centro del imperio.

4. Elam y Babilonia

Babilonia y Elam eran aliados naturales durante el largo periodo de predominio asirio, y este hecho tuvo interesantes resultados durante el reinado de Aššur-bāni-apli. Las buenas relaciones entre Elam y Asiria establecidas por el tratado durante el reinado de Aššur-aḫa-iddina continuaron en la parte inicial de la soberanía de Aššur-bāni-apli; cuando hubo hambre en Elam, Asurbanipal no solo permitió que algunos hambrientos elamitas tomaran refugio en Asiria sino que también envió grano a Elam. Dada la larga y amarga lucha con Elam que precedió a la época de Asurbanipal, no obstante, no es sorprendente que a su debido tiempo estallaran las hostilidades. De acuerdo con Aššur-bāni-apli, tres figuras destacadas instigaron a Urtak, rey de Elam (675-664), a invadir Babilonia; estos hombres fueron Bel-iqiša, el gambuleano y anterior vasallo de Aššur-aḫa-iddina, Nabû-šuma-ereš, el guenna de Nippur, y Marduk-šuma-ibni, un general babilonio al servicio de Urtak. La ocasión para la invasión fue la implicación de Asiria con Egipto en 667; los elamitas invadieron Babilonia muy rápidamente y pusieron asedio a la capital. A pesar de su preocupación, Aššur-bāni-apli finalmente envió tropas al sur y los invasores huyeron de vuelta a través de la frontera.

Unos pocos años más tarde, en 664, hubo un golpe dinástico en Elam y Teumman tomó el trono (664-653). Los hijos de Urtak, junto con muchos de la familia real y partidarios, huyeron a Elam para buscar refugio con Aššur-bāni-apli. La presencia en Nínive de un pretendiente rival al trono elamita significó que las buenas relaciones entre Aššur-bāni-apli y Teumman estaban fuera de lugar, sobre todo cuando el asirio rechazó la petición de Teumman para la extradición de los fugitivos. La atmósfera hostil se convirtió en absolutamente tempestuosa cuando Šamaš-šuma-ukin comenzó, quizás ya en 653, a formar una alianza antiasiria a la que Elam fue atraída. Teumman invadió la oriental región del Tigris en este año y el movimiento bien puede haberse intentado para apoyar a Šamaš-šuma-ukin en la lucha por el poder, una pugna que realmente no se materializó hasta el año siguiente. Sea como fuere, el ataque fue infructuoso, pues el ejército de Aššur-bāni-apli inmediatamente ocupó Dēr y los elamitas huyeron de vuelta a Susa sin enfrentamiento. Los asirios persiguieron a sus enemigos y se combatió en una batalla campal en Tell Tuba, a orillas del río Ulaya. El conflicto es vívidamente representado en una serie de relieves con títulos cuneiformes procedentes de Nínive, en los que las tropas asirias son mostradas matando a los elamitas. De este modo, Asiria derrotó al ejército elamita en casa. Teumman fue decapitado, y Aššur-bāni-apli nombró a uno de los príncipes elamitas que habían estado viviendo en su corte, umban-nikaš II (653-652) como rey en Susa y otro tal príncipe, Tammaritu I, como rey en Ḫidalu.

El éxito de esta campaña elamita proporcionó una excelente oportunidad para recuperar el predominio sobre el estado tapón de Gambulu. Aššur-bāni-apli no había olvidado que Bel-iqiša había estado implicado en la invasión de Babilonia por Urtak y, aunque Bēl-iqiša había sido ahora reemplazado por su hijo Dunanu como líder de los Gambuleanos, los asirios querían venganza. Irrumpió a través de las tierras de Dunanu y capturó, saqueó y destruyó la capital Ša-pi-Bēl. Dunanu fue llevado cautivo a Nínive, donde fue expuesto al pueblo con la cabeza de Teumman colgando de su cuello. Los huesos de Nabû-šuma-ereš, el guenna de Nippur, quien, como Bel-iqiša, había incitado a invadir Babilonia, fueron llevado de vuelta desde Gambulu y aplastados en una puerta de Nínive.

Estos primeros choques con Elam fueron un mero prólogo a la seria situación que se desarrolló con el estallido de la rebelión de Šamaš-šuma-ukin, y es necesario regresar un momento y esbozar los comienzos de la guerra con Babilonia. Aunque Aššur-aḫa-iddina había estipulado que a su muerte Šamaš-šuma-ukin se convertiría en rey de Babilonia, esto no ocurrió automáticamente, como pasó con Aššur-bāni-apli en Asiria, y este declara que él realmente nombró a su hermano monarca meridional. Además afirma que durante el periodo de la monarquía dual fue amistoso y generoso hacia Babilonia y Šamaš-šuma-ukin (668-648). Pero el mismísimo hecho de que dos hermanos llevaran las coronas de dos países que eran antiguos rivales fue suficiente razón para que los celos y la hostilidad estallaran y, a pesar de los alardes de Aššur-bāni-apli de actos amistosos, el registro habla contra él.

Al comienzo del reinado de Aššur-bāni-apli las estatuas de Marduk y otras deidades babilónicas fueron devueltas a Babilonia desde Aššur (668), continuando así, la política de Aššur-aḫa-iddina de restaurar Babilonia después de la destrucción de Sîn-aḫḫē-erība, pero la costumbre se detuvo abruptamente con este acontecimiento y no fue reanudado durante 13 años, hasta 655-653, cuando fueron devueltos otros objetos de culto. Esto puede indicar posiblemente un lapso en el programa de restauración entendido como un todo. Si el lapso de la restauración fue premeditado o una simple negligencia casual, no pudo sino haber causado desafección en Babilonia; y la reanudación de la política en 655, tres años antes de que la revuelta estallara, fue un intentó de última hora hecho por Asiria para reducir el distanciamiento. Es a este periodo al que se debe datar probablemente un incidente relatado por Aššur-bāni-apli: mensajeros babilonios llegaron a la corte en Nínive. El propósito de esta misión no se declara, y esto no es sorprendente, ya que ellos probablemente habían sido enviado para quejarse de negligencia por parte de la corte siria. Aššur-bāni-apli registra que él se comportó con la delegación generosamente, y esta fue su política a través del subsiguiente tumulto para considerar a los babilonios como inocentes víctimas de la astucia de Šamaš-šuma-ukin.

Šamaš-šuma-ukin levantó gradualmente apoyos para sus ambiciosos objetivos en un amplio círculo que abarcaba una serie de naciones extranjeras, incluyendo elamitas y árabes, y se puede considerar el ataque de Teumman en 653 como el primer movimiento por parte de esta alianza, aunque no está establecido por ninguna de las fuentes. Como las nubes de guerra se reunían en el horizonte, Aššur-bāni-apli intentó minar la posición de Šamaš-šuma-ukin al buscar ganarse a los babilonios para su causa. Esta fue la estrategia asiria favorita, intentando enemistar a un gobernante enemigo de su pueblo. El rab-sāqē de Sîn-aḫḫē-erība había intentado esto bajo los muros de Jerusalén y los oficiales Tukultī-apil-Ešarra III hicieron lo mismo bajo las puertas de Babilonia durante la rebelión de Mukin-zeri.

En el ejemplo presente hay realmente una carta conservada de Aššur-bāni-apli a los ciudadanos de Babilonia, fechada en Ayyaru (II) de 652, en el que el rey enfatiza los privilegios que disfrutaba Babilonia y continuaría disfrutando bajo la pax Assyriaca en tanto en cuanto fueran leales a Aššur-bāni-apli. Se puede suponer que la respuesta babilonia a esta estratagema fue el silencio, pues en el mismo mes en que la carta fue enviada el mayordomo comenzó a reclutar tropas en Babilonia. Los sucesos se movieron rápidamente. Dos meses más tarde (17/IV/652), Aššur-bāni-apli consideró, pero luego rechazó, el plan para forzar una entrada en Babilonia con la esperanza de que Šamaš-šuma-ukin fuera capturado y la revuelta cortada de raíz. El reclutamiento de tropas continuó en Babilonia hasta que estalló la guerra abierta hacia el fin del reinado (19/X/652), siendo probablemente la causa inmediata la llamada a filas.

La guerra se extendió durante cuatro años (652-648), y mientras el tema colgaba en la balanza durante la primera mitad de este periodo, después de mediados de 651 se convirtió en una cuestión de tiempo antes de que Šamaš-šuma-ukin sucumbiera. A finales de 652 hubo dos batallas, una el 12/XII y la segunda el 27/XII, cuando los asirios derrotaron a una fuerza babilonia en Khirit. Elam, por supuesto, era otro de los aliados de Šamaš-šuma-ukin y en los antiguos días de la guerra umban-nikaš II de Elam envió un contingente para ayudar a Šamaš-šuma-ukin, pero las tropas elamitas fueron derrotadas por los asirios. El ataque abortado probablemente precipitó la revolución en Elam, en la cual umban-nikaš II fue reemplazado por Tammaritu II. El usurpador continuó la política elamita de apoyo a Šamaš-šuma-ukin y avanzó una vez más para participar en la guerra. Súbitamente, estalló un motín en las filas; Indabidi tomó la soberanía y Tammaritu II huyó con su familia en busca de asilo, pero no como podría esperarse con Šamaš-šuma-ukin; ¡antes huyó con Aššur-bāni-apli! Esto es indicativo de un cambio en las fortunas relativas de Aššur-bāni-apli y Šamaš-šuma-ukin, pues esta narración se ha adelantado a otros sucesos que deben ser considerados ahora.

Durante la primera mitad de 651 fue considerable el caos tanto en Babilonia como en Asiria, caos compuesto por el hecho de que Nabû-bēl-šumati, hijo del célebre Marduk-apla-iddina II y gobernante del País del Mar había entrado en el bando de Šamaš-šuma-ukin. Las dudas sobre la lealtad de Nabû-bēl-šumati se expresaron en la corte asiria a comienzos de 651 (4/I), cuando llegó un informe a Nínive de que estaba reuniendo tropas en Elam. Pero Aššur-bāni-apli, creyendo que Nabû-bēl-šumati aún era leal, le envió tropas para ayudarle en la frontera meridional, y Nabû-bēl-šumati, en un astuto movimiento digno de su padre, atrapó a estos auxiliares asirios durante la noche y les hizo prisioneros. Unos pocos meses más tarde (9/VI) Asiria perdió Cutha en favor de Šamaš-šuma-ukin. Esta fue la última victoria de Šamaš-šuma-ukin, no obstante, pues inmediatamente después el equilibrio osciló en favor de Asurbanipal. Aunque no hay registro de lo que provocó esta alteración, puede haber sido el motín en la fuerza de ataque de Tammaritu II. Con el ejército elamita fuera de juego, los asirios habrían tenido las manos libres para concentrarse sobre Šamaš-šuma-ukin y, si esto es así, nos preguntamos si Aššur-bāni-apli tuvo una mano clandestina en el motín.

En cualquier caso, un mes de la victoria babilónica en Cutha, la suerte de Šamaš-šuma-ukin había cambiado tanto que hubo una posibilidad real, como se sabe a partir de una consulta oracular, de que el rey babilonio pudiera huir del país para buscar refugio en Elam (15/VII/651). Aššur-bāni-apli, por otra parte, estaba creciendo en confianza y éxito, como se manifiesta a partir de las consultas oraculares, incluyendo una sobre un ataque propuesto sobre el ejército de Šamaš-šuma-ukin en Bab-same (cerca de Babilonia). A principios de 650 (5/II) el País del Mar estaba de vuelta en el campo asirio y Aššur-bāni-apli envió a Bel-ibni con un ejército para hacerse cargo del viejo dominio de Nabû-bēl-šumati. Los asirios pudieron aplicar ahora presión sobre babilonia desde todas partes, y el 11 de Duuzu (IV) presionaron hasta llegar a las puertas de Babilonia y pusieron asedio a la ciudad. Los babilonios padecieron el asedio durante dos años, sufriendo terribles privaciones y hambre, hasta que la ciudad cayó en 648.

El mantenimiento del asedio habría ocupado solamente una porción de las fuerzas combatientes de Aššur-bāni-apli, y así la mayoría del ejército estaba libre para llevar a cabo campañas contra los árabes y los elamitas como pago por su apoyo a Šamaš-šuma-ukin. Las campañas árabes serán tratadas más tarde. Ahora es tiempo de volver a las relaciones de Asiria con Elam. La posición de Elam se había alterado considerablemente con el cambio en las fortunas de la guerra, y cuando Tammaritu II huyó a la corte de Aššur-bāni-apli, más que usar esto como pretexto para otras hostilidades, Indabibi buscó y ganó buenas relaciones con el rey asirio. Aššur-bāni-apli, en una carta a Indabibi se dirige a él como “mi hermano”, que es una indicación de un tratado entre los dos. Aunque el tratado no se ha recuperado, una de sus cláusulas o etapas preliminares incluían la liberación voluntaria por parte de Indabibi hacia Aššur-bāni-apli de las tropas asirias que Nabû-bēl-šumati había capturado traicioneramente. El acuerdo asirio-elamita continuó hasta 649, año en que la citada carta está fechada, y fue probablemente en este mismo año cuando Indabibi fue expulsado por Ḫumban-ḫaltaš III.

De paso, se debería destacar una versión tardía y falseada de estos sucesos en los anales de Aššur-bāni-apli, en los que se cuenta que Aššur-bāni-apli demandó de Indabibi la entrega de las tropas asirias capturadas por Nabû-bēl-šumati y el mismo Nabû-bēl-šumati; pero antes de que los mensajeros de Aššur-bāni-apli pudieran alcanzar a Indabibi, fue depuesto por Ḫumban-ḫaltaš. Evidentemente esta historia es la racionalización asiria de la expulsión de Indabibi y mezcla dos incidentes separados, el retorno de los asirios por Indabibi y la petición de Aššur-bāni-apli a Ḫumban-ḫaltaš de la extradición de Nabû-bēl-šumati (646). La continuación al segundo incidente fue dramática: cuando la petición fue entregada en la corte elamita, Nabû-bēl-šumati se suicidó (él y su portaescudo cayeron uno sobre la espada del otro) y Ḫumban-ḫaltaš solo pudo enviar de vuelta con el mensajero de Aššur-bāni-apli su cadáver. La amistad hacia Elam fue un recurso temporal durante los últimos días de la rebelión de Šamaš-šuma-ukin, pero con la rebelión aplastada, Asiria pudo prescindir del recurso y lanzó una campaña contra Elam.

El propósito de la campaña (648) era recuperar los estados tapón entre Elam y Asiria, para buscar venganza por el papel anterior de Elam como aliado de Šamaš-šuma-ukin, y reemplazar a Ḫumban-ḫaltaš con Tammaritu II, que había estado viviendo en el exilio en la corte de Aššur-bāni-apli. La gente de los estados fronterizos de Khilimmu y Pillatu huyeron a Asiria en vista del conflicto, pero Bīt-Imbi resistió y fue tomada por la fuerza. Cuando las noticias de la invsión alcanzaron a Ḫumban-ḫaltaš, abandonó Madaktu y huyó a las montañas. Una vez más Aššur-bāni-apli colocó a su propio preferido, esta vez a Tammaritu II, en el trono de Susa. La posesión del cargo por Tammaritu II fue efímera, no obstante, pues fue obligado a huir una segunda vez con Aššur-bāni-apli en busca de refugio cuando Ḫumban-ḫaltaš hizo un intento con éxito por reclamar la corona, Aššur-bāni-apli intentó otro ataque en el mismo año para restablecer a Tammaritu, pero su ejército solo logró capturar y saquear una serie de ciudades, incluyendo Khamanu (representada en relieves), y Ḫumban-ḫaltaš siguió manteniendo el control del trono elamita.

Elam había consumido una cantidad de tiempo y esfuerzo asirio considerable sin ningún beneficio para Asiria, e incluso los intentos para controlar Elam a través de un rey títere se habían frustrado; no es sorprendente que Aššur-bāni-apli se sintiera ahora obligado a dar pasos drásticos. El monarca asirio convocó un esfuerzo masivo, esfuerzo que virtualmente aplastaría a Elam de una vez por todas. En 647 las fuerzas asirias rugieron a través de las regiones fronterizas volviendo a capturar Bīt-Imbi, Raši, y Khamanu, y Ḫumban-ḫaltaš huyó una vez más, esta vez para ocupar una posición defensiva en el río Idid. Aššur-bāni-apli le persiguió allí, y como el ejército invasor cruzó el río los elamitas abandonaron su posición y huyeron a las montañas.

Los asirios pulularon a través de Elam tomando una ciudad tras otra (una de esas ciudades, Din-sharri, está representada en los relieves) matando, saqueando, e incluso rompiendo imágenes de culto. Pero la capital, Susa se llevó la peor parte de esta violencia. Mientras Aššur-bāni-apli tomaba posesión del estado en el palacio elamita, sus soldados destruían templos, profanaban las tumbas sagradas, tomaban estatuas de culto y estatuas reales, vaciaban el tesoro real y arramblaron con gran número de gente y valioso botín y animales hacia Asiria. La devastación incluso abarcaba la extensión de sal sobre los campos, y Aššur-bāni-apli se vanagloriaba de que desde entonces ningún llanto humano se escucharía a trvés de Elam pues la tierra había revertido al salvajismo. De regreso a Asiria, lo mejor del saqueo fue dedicado a los dioses, los soldados expertos fueron añadidos a la guardia real, y el pueblo restante y los dioses fueron distribuidos entre los nobles y ciudades. La estatua de la diosa Nanaya, que había sido robada por los elamitas en la antigüedad, fue restaurada con gran celebración a su propia morada en Ururk. El poder de Elam fue destruido, pues a pesar de cuán escéptico pueda uno ser de los detalles de la violencia asiria, en la historia posterior Elam aparece rara y modestamente hasta que la llanura de Khuzistán es ocupada finalmente por los persas.

5. Los Árabes

Ya se ha observado que la presentación de los sucesos militares y políticos encontrados en las diversas ediciones de los anales de Aššur-bāni-apli es muy confusa, y esto está quizá mejor ilustrado en las diversas narraciones en relación con las relaciones con los árabes. Afortunadamente, dos recientes estudios, por Ephaal y Weippert respectivamente, han tratado con este problema en detalle, aunque hay alguna discrepancia entre ellos, y la siguiente sinopsis depende en gran medida de los resultados de sus investigaciones. El juramento de subordinación que había sido impuesto sobre Uaite de Qedar por Aššur-aḫa-iddina fue renovado bajo Aššur-bāni-apli, pero en algún momento antes de 652 este gobernante, junto con Ammuladdin, llevó a cabo incursiones fronterizas en Palestina y Siria, áreas sometidas a Asiria. Aššur-bāni-apli envió tropas que mantuvieron escaramuzas con los árabes y quemaron y saquearon sus tiendas. No obstante, Uaite escapó y buscó refugio con Natnu de los Nabayatu. Aššur-bāni-apli instaló a Abiyate en lugar de Uaite como rey de Qedar y le impuso un juramento de sumisión. Finalmente Natnu se sometió a un juramento similar. Ammuladdin, por otra parte, fue capturado por los moabitas y enviado prisionero a Nínive.

Las dificultades con las fuentes para las relaciones con los árabes se vuelven incluso más pronunciadas al tratar su papel en la rebelión de Šamaš-šuma-ukin, y el siguiente resumen es más bien incierto. Cuando Šamaš-šuma-ukin creó su alianza, sus aliados árabes incluían a los Qedaritas, liderados por Abiyate y Ayamu, y un pueblo llamado los Shumuilu (no deben ser confundidos con Ishmael). Estos pueblos invadieron Babilonia, y cuando la marea de la guerra se volvió contra Šamaš-šuma-ukin a mediados de 651, Aššur-bāni-apli envió un ejército contra el contingente árabe, probablemente a finales de 651 o en 650. Los árabes sufrieron dos derrotas. Unos pocos años después de la represión de la rebelión de Šamaš-šuma-ukin, comenzando c.644, el ejército asirio hizo campaña de nuevo contra los árabes, a saber, Abiyate de Qedar, Uaite’ de Sumu’ ilu, y Natnu de los Nabayatu, en represalia por las incursiones que habían dirigido contra Palestina y Siria. Los asirios usaron Damasco como base y tuvieron una serie de encuentros con los nómadas, destruyendo y saqueando sus campamentos. Abiyate’ fue capturado, pero Natnu parece haber escapado posiblemente fue en una campaña posterior cuando fue capturado. Nukhkhuru, su hijo, escapó en esta ocasión pero posteriormente llegó con un tributo a Aššur-bāni-apli, quien le coronó como rey en el lugar de su padre.

6. Otros acontecimientos políticos

El pueblo de la ciudad de Kirbitu había realizado incursiones fronterizas en la región del Tigris oriental, saqueado y hostigando a los habitantes de Dēr, que acudieron a los asirios en busca de ayuda. En 668 el rey ordenó a sus gobernadores locales que enviaran una tropa para castigar a los creadores de problemas; Kirbitu, junto con otras ciudades, fue asediada y capturada. Fue probablemente al año siguiente, después de la primera campaña de Egipto, cuando el pueblo fue llevado a la fuerza desde Kirbitu y otro pueblo fue asentado en Kirbitu.

Aparte de los sucesos citados hasta ahora no se registra ninguna otra campaña, aunque Aššur-bāni-apli se vanagloria de algunos pueblos exóticos y lugares que enviaban mensajeros y regalos y enviados a él , al tener conocimiento de sus grandes hazañas. Se dice que Khundaru, rey de Dilmun, vino en persona con tributo; Shikhum, rey de una isla cerca de Dilmun. Los reyes tanto de Kuppi como de Qade enviaron mensajeros que viajaron seis meses hasta Aššur-bāni-apli, y dos reyes en Irán, uno de los cuales no era a otro que Ciro I, enviaron “tributo” después de la gran victoria de Aššur-bāni-apli sobre Elam.


Escena de caza de Aššur-bāni-apli


IV. La Caída de Asiria

Este periodo incluye los años finales del reinado de Aššur-bāni-apli, y los de sus tres sucesores en Asiria, sus hijos Aššur-etel-ilāni y Sîn-šarra-iškun, y Aššur-uballiṭ II, para cuya filiación no tenemos evidencia. Aššur-bāni-apli es quizás el mejor conocido de los reyes asirios tardíos, y su reinado es, en algunos aspectos, el mejor documentado. A pesar de sus años finales sabemos poco más allá del hecho de que continuó siendo reconocido en Nippur hasta su trigésimo octavo año (631). Incluso la extensión de su reinado permanece en disputa, aunque una inscripción posterior le atribuye un total de 42 años, es decir, hasta 627. Sus hijos son unas figuras incluso más sombrías, de cuyos reinados en Asirias no estamos seguros ni de su duración ni de sus fechas, mientras que el último rey del, en otro tiempo, gran imperio está atestiguado solamente en la Crónica Babilónica registrando su derrota (609). De hecho, los indicios conservados para la cronología de los años finales del imperio asirio son tan escasos y problemáticos que los intentos para resolver las dificultades han incluido la sugerencia de la abdicación de Aššur-bāni-apli (quizás forzada) o el retiro a Harran algún tiempo antes de 627, para lo que no hay una evidencia directa, y la hipótesis, ahora claramente inaceptable, de que Aššur-etel-ilāni y Sîn-šarra-iškun eran la misma persona.

La otra figura histórica importante dentro de este espacio de tiempo es Nabû-apla-uṣur (Nabopolasar), un caldeo que por primera vez llegó a nuestro conocimiento como un oficial de nombramiento asirio en el País del Mar. Está claro que se rebeló contra sus antiguos patrocinadores, ya que fue reconocido como rey del País del Mar antes de su ascensión al trono de babilonia en 626. Aunque en sus primeros años -y probablemente hasta 616- los asirios continuaron disputando el control de Babilonia, Nabû-apla-uṣur tuvo éxito al establecerse como el primero de la distinguida línea que gobernó en Babilonia, y de hecho hasta Egipto, desde 626 hasta 539, cuando este efímero imperio cayó en manos de Ciro. Otro importante personalidad nos concierne, el asirio Sîn-šumu-līšir, el “jefe eunuco” (rab ša rēši), cuyo protegido Aššur-etel-ilāni fue rey de Asiria tras la muerte (o abdicación) de Aššur-bāni-apli, y quien reclamó el trono asirio y fue reconocido brevemente en Babilonia en el mismo año que Sîn-šarra-iškun, hermano de Aššur-etel-ilāni y penúltimo rey asirio.

1. Aššur-bāni-apli y Kandalanu (635-627)

Estos años constituyen una edad oscura menor en la historia de Asiria. Las fuentes oficiales guardan silencio, mientras que nuestro inadecuado entendimiento del sistema o sistemas de limmū post-canónico/s hacen difícil cualquier cálculo coherente de la rica mina de información contenida en los textos económicos supervivientes. Tenemos más de una docena de funcionarios limmū, demasiados para el número de años disponibles después de 648, pero las razones precisas para esto siguen siendo materia de especulación. El otro defecto de nuestro conocimiento desafortunadamente se aplica no solo a los últimos años sino al Imperio Asirio Tardío como conjunto, pues no disponemos de conocimiento prosopográficos de sus altos funcionarios, aunque a veces sabemos mucho sobre su vida privada y asuntos públicos. La costumbre de identificar a un hombre por su patronímico desapareció en el periodo asirio medio y quizás puede estar asociado a la insistencia sobre el papel del rey como única fuente de poder y el autor de todos los éxitos, lo que es particularmente notorio desde mediados del siglo VIII en adelante, siguiendo principalmente a un periodo en que ciertos gobernadores provinciales se habían arrogado prerrogativas reales. Sin embargo, sabemos que el rey dependía de la nobleza para el servicio tanto civil como militar. Lo que no podemos reconstruir son las facciones que deben haber existido dentro de una sociedad que era, en todo excepto en el sentido técnico, feudal. Parece posible que la trasferencia de la sede de gobierno de Aššur a Nimrud, Dur-Šarru-kīn, y finalmente a Nínive puede reflejar el deseo del rey de estar con sus amigos, o al menos escapar de sus enemigos. También cabe recordar, en conexión con esto, que el consulado en Roma, cargo anual cuyos titulares daban su nombre al año, era ocupado habitualmente bajo el imperio en el mismo año por más de dos personas cuya tenencia del alto cargo era esencial para la administración, y cuya lealtad al emperador deseaba asegurar. Puede ser que los últimos reyes asirios emplearan el mismo mecanismo político. Esto es pura especulación pero permite una posible explicación para el número de epónimos asirios cuyos nombres han sobrevivido, especialmente en Kalaj (Nimrud). Ciertamente la distribución geografica de los limmu conocidos de acuerdo a la procedencia de los textos, no revela inmediatamente la existencia de ninguna facción consistente o bien definida.

Se asume ampliamente que al menos en Asiria los años finales de Aššur-bāni-apli fueron de inquietud y disensión. La abundancia de limmu y la ausencia de documentación oficial contribuye a este punto de vista, como lo hace nuestro conocimiento a posteriori del inminente colapso del imperio. Además, las dificultades inherentes en la cronología de sus inmediatos sucesores, de cuyos reinados no están atestiguadas directamente ni las duraciones ni las fechas, han llevado a una variedad de reconstrucciones históricas, ninguna de las cuales ha encontrado una aceptación inmediata. Un punto de vista ampliamente mantenido es que Aššur-bāni-apli abdicó en o algún tiempo después de 631, su última fecha de año babilónico atestiguada, y que se retiró a Harran, donde había consagrado a su hermano menor como sacerdote urigallu del famoso templo del dios lunar, y donde una inscripción del siglo siguiente atestigua su reinado de 42 años. Esto se ha visto como la respuesta de un anciano a una escalada de los problemas en casa y el desmoronamiento del imperio en el extranjero. Esta hipotética abdicación, para la que no existe una evidencia directa, es un recurso superficial, como la solución más simple a las aparentes contradicciones en la cronología. No obstante, es posible, de hecho probable, otra interpretación de las pruebas. La cronología propuesta aquí asume que Asurbanipal gobernó Asiria hasta su muerte en 627. Debido a que la literatura general y especializada no está de acuerdo en sus conclusiones, es necesario revisar brevemente las siguientes fuentes básicas:

a) Fuente 1: durante el reinado de Kandalanu en Babilonia, la ciudad de Nippur, en solitario entre las ciudades de Babilonia, mantuvo una alianza directa con el monarca en Asiria y continuó fechando por los años de reinado de Aššur-bāni-apli. Si esta costumbre era un reflejo de la importancia estratégica de Nippur o un privilegio especial del preeminente centro religioso en Babilonia no está claro, pero en ausencia de evidencia en la crónica y la lista de reyes, estas fechas son nuestra más importante fuente singular para la cronología de los reyes asirios durante este periodo. La última de las tablillas de Aššur-bāni-apli esta fechada el 20 de marzo de 631. Las fechas de año procedentes de Nippur también nos informan de que el sucesor de Aššur-bāni-apli, Aššur-etel-ilāni reinó en Asiria durante al menos 4 años y 8 meses sin incluir el año de su ascensión que es registrado así.

b) Fuente 2: Ninguna fuente oficial nos proporciona la duración del reinado de Aššur-bāni-apli, pero una inscripción sobre una estela procedente de Harran, conmemorando a la madre de Nabû-nāid (Nabonido), la señora Adda-Guppi, la cual vivió ella misma hasta la impresionante edad de 102 (o quizás 104) años, atribuye a Aššur-bāni-apli un reinado de 42 años, es decir, hasta 627. Adda-Guppi nació en el vigésimo año de Aššur-bāni-apli (649) y vivió
hasta el 42º de Aššur-bāni-apli, el 3º de Aššur-etel-ilani, su hijo, el 21o año de Nabû-apla-uṣur, el 43º año de Nabû-kudurrī-uṣur, el 2º año de Amēl-Marduk, el 4º año de Nergal-šarra-uṣur, y murió en el 9º año de Nabû-nāid [547]

La aritmética de la inscripción requiere que Aššur-etel-ilāni hubiera gobernado en Asiria durante al menos un año después de 627; de este modo, es el el rey asirio en 626.

c) Fuente 3: dos textos que registran concesiones de tierra por Aššur-etel-ilāni proporcionan información sobre su ascensión:

Después de que mi padre y progenitor hubiera “partido” [muerto], ningún padre me educó o me tocó para extender mis alas, ninguna madre cuidó de mí o miró por mi educación. Sîn-šumu-līšir, el jefe eunuco [GAL.SAG], que me había llevado constantemente como un padre, me instaló sano y salvo en el trono de mi padre y progenitor, e hizo que el pueblo de Asiria, grande y pequeño, vigilara mi reino durante mi minoría...Después, Nabû-rehtu-usur...que había hecho una revuelta y una rebelión...reunió al pueblo de la ciudad y la tierra de Aššur…

La incertidumbre sobre el significado de la palabra traducida aquí como “partido”, aunque de acuerdo con el Chicago Assyrian Dictionary es un eufemismo para “muerto”, ha alentado la teoría de la abdicación.

d) Fuente 4: Aššur-bāni-apli ascendió al trono asirio en 669 y cualquiera que fuera su edad en su ascensión debe de haber estado lejos de la juventud en la década de 620. Otro argumento para su retiro o exilio a Harran descansa no solo en su indudable edad, sino de forma más específica en la decepción y mala salud supuesta a partir de otro texto frecuentemente citado:

¿Por qué me ha ocurrido la enfermedad, la mala salud, la desgracia y la mala fortuna? El odio en la tierra y las disensiones en mi familia permanecen conmigo. Perturbadores escándalos me oprimen continuamente. La miseria de la mente y de la carne me inclinan. Paso mis días en lamentaciones [literalmente, en oh's y ah's]

Este pasaje es de un texto religioso, una introducción a un encantamiento en el que la redacción pudo haber seguido alguna convención establecida. Además, el nombramiento de Šamaš-šuma-ukin, es mencionado en este mismo texto sin comentario, lo que sugiere fuertemente que este documento particular -y los problemas que pretende describir- preceden a la insurrección de este último (652).

e) Fuente 5: La evidencia de la Lista real de Warka es crucial para la cronología de este periodo, pero su interpretación también está lejos de ser clara:


El texto proporciona la importante información de que Sîn-šumu-līšir y Sîn-šarra-iškun fueron reconocidos en Babilonia solo brevemente, y en el mismo año. Tomado literalmente colocaría la ascensión de Sîn-šarra-iškun, sucesor de Aššur-etel-ilāni en el trono asirio, entre la muerte de Kandalanu, que sabemos que ocurrió en 627, y la ascensión de Nabû-apla-uṣur, de acuerdo con la crónica el 26/VIII/626. No obstante, no puede suponerse que este único año se sitúe necesariamente en 627/626. La inscripción de Adda-Guppi implica que en 626 el rey asirio era Aššur-etel-ilāni, y otros indicios sugieren que él aún controlaba Nínive hasta 623. Además, la Crónica 2 afirma explícitamente que antes de la ascensión de Nabû-apla-uṣur, “durante un año no hubo rey en el país”, mientras que las fechas póstumas de Kandalanu (arki, literalmente “después de” Kandalanu) son encontradas hasta el mes de la ascensión de Nabû-apla-uṣur.

f) Fuente 6: Debe mencionarse un último texto, una tablilla probablemente procedente de Nippur y ahora en la colección Hilprecht en Jena, que enumera una serie de contratos datados en los años de Sîn-šarra-iškun o Aššur-etel-ilāni, uno de los cuales proporciona un importante sincronismo entre el tercer año de un rey cuyo nombre está desafortunadamente roto y el año de ascensión de Sîn-šarra-iškun:

año 3 de [ ], es decir, el año de ascensión de Sîn-šarra-iškun

El rey desconocido solamente pude ser Aššur-etel-ilāni o Nabû-apla-uṣur. No hay una resolución obvia inmediatamente de las contradicciones inherentes en una lectura literal de estos textos. Es cierto que tanto Aššur-bāni-apli como Kandalanu murieron en 627, y que sus muertes precipitaron disturbios por la sucesión en ambos países, aunque sobre este indicio solo sigue siendo incierto si en 627 Aššur-bāni-apli aún era reconocido rey en todas partes. La suposición, basada en la lista de Warka, de que el reconocimiento en Babilonia, tanto de Sîn-šumu-līšir como de Sîn-šarra-iškun debería datarse en 627 requiere la restauración del nombre Aššur-etel-ilāni en el texto 6 de arriba, y su ascensión en 630. En sí mismo tal reconocimiento en el mismo documento de pretendientes asirios rivales es inherentemente improbable por parte de cualquier escriba asirio, y lo poco que sobrevive del nombre descarta virtualmente tal lectura. Otra dificultad y casi insuperable en tal reconstrucción es que no solamente presupone tres pretendientes al trono de Asiria en 627/626, todos los cuales fueron reconocidos en Nippur y dos de los ellos están atestiguados en Babilonia además de Nabû-apla-uṣur, sino que en el mismo año (o años) tenemos en Babilonia las fechas póstumas “arki Kandalanu” y la referencia de la crónica al año en que ningún rey fue reconocido. Que Aššur-etel-ilāni disputara el trono (o que Sîn-šumu-līšir lo hiciera así por él) con sus hermanos es cierto, pero en cualquier caso, la evidencia del texto 3 hace altamente improbable que Sîn-šumu-līšir se rebelara contra su joven protegido y reclamara el trono a mediados del reinado de Aššur-etel-ilāni. Esto quizás es un argumento para colocar la muerte de Aššur-etel-ilāni en 627 (ascensión en 631), pero tal reconstrucción no es compatible con los indicios de Adda-Guppi ni con el Texto 6. Así, no hay argumento inequívoco o persuasivo para la abdicación o retiro de Aššur-bāni-apli antes de su muerte en 627. De hecho, las cartas de tierras apoyan el punto de vista de que Aššur-etel-ilāni subió al trono (en su minoría) a continuación de la muerte de su padre en 627 y en medio de las insurrecciones, tanto en Babilonia como en Asiria, atestiguadas por la crónica.

Que Babilonia era pacífica y próspera bajo Kandalanu, esto es, durante los años finales de Aššur-bāni-apli, parece más allá de toda duda. Kandalanu es descrito como el “monarca” babilonio, pero solamente es conocido a partir de las fechas de año babilónicas, listas de reyes y una única referencia de la crónica. No hay ninguna inscripción asiria que mencione su nombre, ni aparece como una personalidad en ninguna carta ni ningún documento económico o legal. Ni hay fechas desde un”año de ascensión”. Dado el extenso número de textos económicos procedentes de Babilonia en esta época, esto es realmente extraño. Además, sabemos que durante el reinado de Kandalanu fue Aššur-bāni-apli quien nombró funcionarios en Babilonia, incluso en la misma ciudad de Babilonia y otras ciudades meridionales.

La tradición identifica a Kandalanu como un hermano de Aššur-bāni-apli (y posiblemente el mismo Aššur-bāni-apli). Que Aššur-bāni-apli nombró a sus hermanos para una serie de puestos en Babilonia y Asiria está bien atestiguado pero en ningún lugar es mencionado Kandalanu; ni Kandalanu figura entre los nueve hijos de Aššur-aḫa-iddina. El nombre mismo es desconcertante -deriva de una forma de un utensilio de cocina- quizá más apropiado para un niño que para un monarca gobernante. El punto de vista, largo tiempo mantenido, de que Kandalanu no era sino un nombre de trono para Aššur-bāni-apli es rechazado ahora por muchos eruditos. No obstante, si fue un individuo real, y sobre los indicios actuales esto no puede demostrarse, él es curiosamente esquivo, pareciendo, como mucho, un funcionario epónimo, por el que eran nombrados los años babilonios. Ninguno de los dos casos puede ser probado, pero sobre los indicios actuales la teoría del nombre de trono no puede rechazarse sin más trámite y hay muchos datos entre la evidencia circunstancial para darle credibilidad.

La experiencia histórica sugeriría que después de sus dificultades con Samas-suma-ukin, Aššur-bāni-apli pudo haber nombrado en Babilonia a un jeque caldeo leal para apaciguar la oposición tribal, pero también que tal personalidad no habría resistido la tentación -ni, de hecho, un hermano ambicioso- de rebelarse en los años finales de un rey débil y envejecido. El único hecho que parece cierto es que durante los años de Kandalanu Babilonia permaneció no solamente próspera sino pacífica. La consecuencia, que Asiria bajo Aššur-bāni-apli era también pacífica, se sugiere a sí misma, y no hay una evidencia inequívoca hacia lo contrario. Las referencias bíblicas hablan de la recuperación por parte de Yōšîyāhû (Josías, 640-609) de las políticas anti-asirias de Ḥizqîyāhû (Ezequías, 726-797), algún tiempo después de 630, pero fue la muerte de Aššur-bāni-apli lo que aseguró su éxito. A menudo, Asurbanipal es descrito como un tirano vano y cruel, mejor representado en la idílica escena del jardín en los relieves de Nínive, con la cabeza de Teumman colgando en un árbol cerca de la mesa del banquete. Pero este también es el monarca al que debemos la preservación de la mayoría de la herencia literaria de Mesopotamia. Su reinado fue un de los más largos en la historia asiria y en sus últimos años, sus políticas salvajes lograron una paz, tal vez incómoda, en las ciudades de Asiria y Babilonia. Desde un punto de vista asirio, su crimen no fue su éxito implacable, sino su aparentemente arrogante indiferencia por el futuro, tanto al fracasar en asegurar la sucesión como al agotar los recursos no ilimitados del imperio. El precio fue pagado por sus sucesores.

2. Los Años de conflicto (627-623)

No tenemos conocimiento del heredero designado de Aššur-bāni-apli, aunque los textos económicos fechados en su reinado, implican la existencia de un príncipe coronado. Uno de tales documentos está testificado por un turtān ša mār šarri, el “comandante en jefe del príncipe coronado”. Sabemos por periodos más antiguos que el príncipe coronado tenía responsabilidades militares, y la Crónica 2 coloca a Sîn-šarra-iškun, posiblemente un general, con el ejército asirio en Babilonia en 627. Sîn-šarra-iškun iba a suceder finalmente a Aššur-etel-ilāni, pero sobre la evidencia de la cronología presentada y el relato de la crónica no hasta 623. La mención de su nombre al principio de la crónica (627) no es, de hecho, prueba de que él fuera entonces el rey, como algunas autoridades han supuesto, ya que en la práctica la crónica, la mayoría de las veces, iba a referirse al rey, sin importar si era de Akkad o de Asiria, por su título y no por su nombre. A partir de la prueba del texto 3 sabemos que la insurrección siguió, al menos en Aššur, a la muerte del monarca y que el trono fue asegurado para Aššur-etel-ilāni por Sîn-šumu-līšir, su eunuco principal y posiblemente el cabeza de la casa del joven príncipe.

Las fuentes asirias revelan poco de los acontecimientos del reinado de Aššur-etel-ilāni. Las inscripciones de los ladrillos atestiguan su reconstrucción de Ezida, el gran templo de Nabû en Kalaj, trabajo que sabemos que fue continuado por Sîn-šarra-iškun. Sobreviven un gran número de textos económicos, pero su datación precisa a Aššur-etel-ilāni o a Sîn-šarra-iškun es, en la mayoría de los casos, dudosa. Contienen mucha información social y económica inestimable, pero todavía tienen que ser estudiados sistemáticamente. De particular interés son los textos relacionados con Sîn-šumu-līšir, que aseguró la ascensión del joven rey con su ejército privado (“las tropas de batalla de su propio estado”), en sí mismos sugerente de la descomposición de la autoridad real en su época. La recompensa de Sîn-šumu-līšir no fue simplemente una posición de influencia como mentor del rey, sino el regalo de la propiedad, y su exención de impuestos, para los miembros de su propia casa y posiblemente otros que se habían alineado con él en apoyo del nuevo rey. Es desafortunado que no sepamos nada de los antecedentes o familia de Sîn-šumu-līšir, el único eunuco en haber reclamado el trono de Asiria, aunque brevemente. El papel de los eunucos -servidores locales que no tenían ellos mismo ambiciones dinásticas y cuya responsabilidad principal era el bienestar del rey y su familia- parece haber llegado a ser cada vez más importante en los últimos años en Asiria. Pero la extraordinaria posición de Sîn-šumu-līšir como el orquestador de la sucesión de Aššur-etel-ilāni debe reflejar el grado en que había muerto el viejo orden con Aššur-bāni-apli y, en el periodo consiguiente de debilidad y disensión atestiguado en la crónica, la prerrogativa real fue asumida por ambiciosos funcionarios. La posición de Sîn-šumu-līšir es enfatizada particularmente en un texto que una vez se pensó que había sido un edicto de Sîn-šarra-iškun, pero que ahora se ha interpretado como un tratado que garantizaba la soberanía de Aššur-etel-ilāni, impuesto por Sîn-šumu-līšir en tres individuos, por otra parte desconocidos. Un “juramento de tratado” también es mencionado en el Texto 3, en este caso, al parecer, administrado por otro de los funcionarios eunucos de Aššur-etel-ilāni.

El marco histórico para los años restantes del imperio asirio se derivan casi por completo de la Crónica Babilónica. Sabemos que en 627/626 hubo batallas tanto en Asiria como en Babilonia, de las cuales la rebelión de Aššur era, de hecho, parte, y que desde la muerte de Kandalanu hasta la ascensión de Nabû-apla-uṣur “ningún rey fue reconocido” en Babilonia. Ciertamente, se atestiguan allí dos batallas, la primera luchada “todo el día dentro de la ciudad” (627). Por tanto, Nabû-apla-uṣur debe haber disfrutado de un cierto éxito contra los ejércitos asirios. Esto puede verse en su reconocimiento ya el 22/VI/626, probablemente en Sippar. El año 626 le encuentra también en Nippur, en todo este periodo la más importante fortaleza de Asiria en el sur, pero la cercanía del ejército asirio obligó a la retirada del rey babilonio a Uruk, donde se informa que obtuvo una victoria. Nippur iba a quedar en manos asirias hasta 616, y es desde Uruk, una ciudad en la que había habido mucho tiempo una fuerte facción pro-asiria, de donde tenemos la prueba sustancial más antigua para el reconocimiento del nuevo rey caldeo.

El control de Babilonia estuvo disputado entre Nabû-apla-uṣur y Aššur-etel-ilāni hasta 623, con el primero reconocido en Babilonia y Uruk durante la mayor parte de esta época. En 623, sin embargo, los sucesos dieron un nuevo giro. En ese año la crónica registra la revuelta de Dēr, una avanzada estratégicamente importante en la ruta de las montañas orientales de Asiria a Babilonia y Elam. Esto provocó una respuesta por parte del mismo Aššur-etel-ilāni, que partió con su ejército a Babilonia. Si el instigador de la revuelta de Dēr fue Sîn-šarra-iškun o Sîn-šumu-līšir no puede afirmarse con certeza, aunque el último es el candidato más probable. Que finalmente debió haberse rebelado contra su rey y antiguo protegido, posiblemente provocado por la amenaza de las actividades de Sîn-šarra-iškun en el sur, es seguro tanto por su propia pretensión a la realeza de Asiria, como por su reconocimiento en la Nippur asiria en los primeros meses de 623. Después de 15/V de ese año (y posiblemente hasta 14/VI), en cuyo tiempo fue reconocido brevemente en Babilonia, no sabemos más de este distinguido eunuco, aunque muy posiblemente él es el “rey rebelde” de esta misma crónica, a quien se hace referencia en el contexto de los “100 días”. Desafortunadamente el fin de esta crónica está muy dañado. Hay una mención de un Itti-ili,por lo demás desconocido, que devastó alguna ciudad de la cual el nombre está roto y estacionó una guarnición en Nippur, posiblemente eliminando a Sîn-šumu-līšir, ya que sabemos que Aššur-etel-ilāni fue reconocido allí de nuevo en 1/VIII/623, su última fecha conservada. Posiblemente es Aššur-etel-ilāni quien “marchó contra Siria” en esta época, pero quizá es más probable que hubiese sido el finalmente exitoso Sîn-šarra-iškun. Las líneas finales rotas de la crónica son especialmente frustrantes, ya que se hace mención de alguno que partió hacia Nínive, donde “los que habían llegado a hacer la guerra contra él [¿es decir, los seguidores de Aššur-etel-ilāni?]...cuando le vieron se postraron ante él”. Que este sea el recién aclamado Sîn-šarra-iškun es probable, sugiriendo de nuevo a Sîn-šumu-līšir como la identificación más probable para la referencia final a un “rey rebelde”. De hecho el suyo es el único otro nombre que aparece en cualquier lista real. Sîn-šarra-iškun pretendió la realeza tanto de Asiria como de Babilonia en este, su año de ascensión, pero fue reconocido en Babilonia -y entonces brevemente- solamente al final del año, a continuación del efímero éxito de Sîn-šumu-līšir.

La ascensión de Sîn-šarra-iškun en 623, argumentada aquí, no es aceptada ampliamente. Pero es la única interpretación que concuerda con todas las fuentes, incluyendo las fechas de año y crónicas. Además, en el Texto 6, citado más arriba, el sincronismo posiblemente se convierte en “Año 3 de Napopolasar, es decir el año de ascensión de Sîn-šarra-iškun. Esta lectura, de hecho, es la única interpretación lógica de tal traducción del escriba, que es de una fecha de año babilónica a una asiria. Solamente la Lista Real de Warka parece apoyar una fecha de ascensión en 627 para Sîn-šarra-iškun, pero la tradición de escriba no podía acomodar la inserción de un reinado dentro de los años atribuidos a otro. Así el breve reconocimiento de los dos reyes en 623 inevitablemente habría sido registrado como se encuentra en el texto, entre Kandalanu y Nabû-apla-uṣur, y tenemos aquí un ejemplo tardío de una tradición mucho tiempo patente en la lista de reyes sumeria. Que el año de ascensión 623 de sentido a los indicios procedentes tanto de la crónica como del sincronismo debe ser más que una coincidencia.

3. Sîn-šarra-iškun (623-612)

El reinado del penúltimo rey de Asiria está mejor atestiguado que el de su hermano. Sobreviven varias inscripciones conmemorativas, registrando la restauración de “la edificación de alabastro” en Nínive, probablemente el ala oeste del Palacio del Suroeste, el templo de Nabû en Aššur y el santuario de Tashmetum en Exida en Kalaj; sabemos también que tenía un palacio en Kalaj, posiblemente el Palacio del Noroeste donde una serie de textos económicos se refieren a “los enemigos de Asiria que no aceptarían mi soberanía -posiblemente una referencia a la disputada sucesión en 627, así como en 623- y nos informa de que el nuevo rey fue elegido por los dioses para la soberanía “en lugar de su hermano gemelo” o quizás “de entre sus hermanos (reales)”, una frase usada a menudo por aquellos cuyos derechos al trono eran dudosos. Que Sîn-šarra-iškun era el legítimo príncipe coronado debe seguir siendo una posibilidad, no obstante, y no podemos estar seguros de la identidad del “gemelo” o “hermano real” al que se refiere. De hecho, si los dos reyes eran gemelos es difícil entender la referencia de Aššur-etel-ilāni a su minoría en 627, cuando Sîn-šarra-iškun era un general en Babilonia. Sabemos que Aššur-bāni-apli se casó mientras él mismo era príncipe coronado, esto es, antes de 669, haciendo improbable, aunque no imposible, que su esposa Aššur-šarrat fuera la madre de Aššur-etel-ilāni, estando todavía “en su minoría” en el año 627, siendo quizá esto mismo una razón para la disputada sucesión y la intervención del ambicioso Sîn-šumu-līšir. Esto es enteramente especulativo, pero en el periodo asirio tardío se nos niega la información sobre los parientes de la esposa (o esposas) del rey, o, de hecho, de los otros miembros de la familia real, y puede caber poca duda de que tal información ayudaría a explicar bastante un problemático camino al trono. Otra indicacion de la edad relativa de Sîn-šarra-iškun puede encontrarse en los textos económicos fechados por limmū que pueden ser atribuidos a su reinado porque fechan sus inscripciones conmemorativas. Estos textos, algunos de los cuales deben ser datados de antes de 620, contienen numerosas referencias a oficiales del ejército de un hijo del rey, en este caso indudablemente un hijo de Sîn-šarra-iškun.

La tablilla de la crónica para los años 622-617 aún tiene que ser encontrada, y estamos obligados, para la historia de los primeros años de Sîn-šarra-iškun a depender una vez más de las fechas de año babilonios. Ciertamente, la fecha supuesta para su ascensión, en este caso 623, afecta a su interpretación, pero cualquiera que sea el sistema que se siga, esta prueba babilónica revela una prolongada lucha por Uruk y Nippur. De vez en cuando, ambas ciudades estuvieron bajo asedio, sus habitantes en apuros desesperados. Durante unos pocos años iniciales, Sîn-šarra-iškun continuó poseyendo Sippar, importante centro religioso y puerta septentrional a Babilonia, estratégicamente importante para controlar, tanto el Éufrates río arriba desde Babilonia como las rutas terrestres desde Asiria. Después de 11/I/620 hay huellas para su reconocimiento en Uruk y Nippur solamente, ambas ciudades con una larga historia pro-asiria.

Después de 623 la ocupación por parte de Nabû-apla-uṣur de la Babilonia central y septentrional parece más segura y está atestiguada por fechas de año desde Babilonia, Borsippa, Dilbat y Cutha. No obstante, no hay rastro de que controlara el sur. De hecho, la prolongada lucha por Uruk en 621-616 refleja indudablemente una importante preocupación de la política asiria en el siglo VII, el control -para el que Uruk era la llave-, del País del Mar con su acceso al rico comercio del Golfo. Las únicas tablillas de esta fecha recuperadas desde Ur, transacciones de préstamo para los años 624-617, comprenden un archivo familiar escrito en Babilonia septentrional, para la mayor parte de la misma ciudad de Babilonia. Estos documentos posiblemente fueron trasladados a Ur, después del cese de hostilidades en Babilonia, estos es, algún tiempo después de 616.

La variedad de contratos datados que han sobrevivido de este periodo revela que en 621 Uruk, en ese momento bajo el control de una facción pro-babilónica, estaba bajo asedio. Hacia 620 la marea se estaba volviendo a favor de los babilonios, y a principios de año la misma Nippur asiria fue asediada. Una severa hambruna, el legado de siete años de conflicto, está atestiguada vívidamente en un grupo de contratos procedentes de Nippur datados en esta época. Estos registran no solamente exorbitantes precios de mercado, sino la venta de hijos jóvenes por sus famélicos padres, para obtener comida. Los asirios ocuparon Nippur hasta finales de 617 (el texto más antiguo de Nabû-apla-uṣur esta datado en 9/X/617), pero la lucha por Uruk fue más compleja. En 618 los asirios de nuevo poseyeron la ciudad, pero desde entonces hasta el asedio final en 616 Uruk osciló entre el control babilonio y el asirio.

A través del todo el siglo VII las ciudades de Babilonia habían preferido la prosperidad del sometimiento asirio -y la posición de privilegio que se les concedió- a la falta de fiabilidad del control tribal. Pero hacia 616 la devastación de la contienda de diez años debe haber hecho que la perspectiva de un gobierno caldeo pareciera una bendición positiva. Una serie de cartas de un periodo anterior revela la insegura situación de aquellos babilonios que profesaban lealtad a Asiria, por ejemplo la siguiente carta de un funcionario en Nippur a Aššur-aḫa-iddina:

El rey bien sabe que el pueblo nos odia en todas partes a cuenta de nuestra alianza con Asiria. No estamos seguros en ningún lugar; a donde quiera que pudiéramos ir seríamos asesinados. El pueblo dice, “¿Porque os sometéis a Asiria?” Ahora hemos cerrado con llave nuestras puertas [frase usada para indicar asedio] y no salimos de la ciudad…

De hecho, Uruk pago duramente por sus divididas lealtades, sufriendo asedios en varias ocasiones entre 620 y el último golpe atestiguado pro-asirio.

En 616 regresamos a los indicios de la serie de crónicas babilónicas con la Crónica 3, el texto llamado La caída de Nínive. Fue ahora, coincidiendo con el colapso final de las pretensiones asirias en Babilonia, cuando Nabû-apla-uṣur tomó la ofensiva contra los asirios en su propia tierra de origen, aunque su estrategia inicial puede haber sido poco más que un intento por ajustar las fronteras, un tema recurrente de disputa entre las dos naciones. De hecho, la idea de un Asiria territorialmente debilitada no está apoyada por la evidencia de los textos económicos; los limmū que pueden ser atribuidos inequívocamente al reinado de Sîn-šarra-iškun se encuentran en textos tan al oeste como Harran y Tell halaf, y el alto Tigris al norte del Tur-Abdin, mientras que uno de esos funcionarios es un “comandante en jefe de la izquierda” y casi con seguridad el gobernador de Kumutkhu (Commagene). Esta identificación ha sido cuestionada, pero es difícil prever la retirada exitosa a Harran en 612 si los asirios no hubieran retenido el control de esta provincia noroccidental.

De acuerdo con la Crónica Babilónica, en 616 Nabû-apla-uṣur hizo campaña Éufrates arriba, derrotando a un ejército asirio con sus aliados manneos (de Irán noroccidental) en Gablini, y continuando corriente arriba hasta el río Balikh. Tal era la nueva amenaza babilonica que, aunque habían pasado menos de 50 años desde el saqueo de Aššur-bāni-apli de Tebas, los egipcios se unieron ahora a su anterior enemigo en una alianza de la que el efecto inmediato fue la retirada de Nabû-apla-uṣur. Mientras el destino de Uruk -y el poder asirio en el sur- seguía estando en equilibrio, los asirios y egipcios unieron sus ejércitos en persecución de Nabû-apla-uṣur, no pudiendo coger en Gablini a las fuerza babilonias en su camino a casa. Más avanzado el año tuvo lugar otra batalla cerca de Arrapkha (Kirkuk) -quizá instigada por los medos que habían sucedido al poder elamita en Irán, con los babilonios de nuevo victoriosos. En 615, con Babilonia al fin segura, Nabû-apla-uṣur reunió un ejército y marchó hacia Aššur, no pudo capturar la ciudad y fue obligado por un ejército asirio a retirarse de nuevo, esta vez Tigris abajo hasta Tikrit. En una batalla de diez días Sîn-šarra-iškun no pudo arrebatar la ciudad fortaleza a Nabû-apla-uṣur, y la crónica registra otra victoria babilónica. Sin embargo, al año siguiente (614) fueron los medos y no los babilonios quienes atacaron Nínive y Kalaj, capturó Tarbisu (moderno Sherif Khan, justo al norte de Nínive donde Aššur-bāni-apli había residido como príncipe coronado), y destruyó Aššur. Nabû-apla-uṣur estuvo rápido en tomar ventaja de la victoria meda -quizás convenientemente sus tropas habían llegado demasiado tarde para tomar parte- y en el campo de batalla hizo una alianza formal con el rey medo Huvaxšara (el Kyaxarēs de Herodoto) (c.625-c.585). Ambos ejércitos regresaron a casa y en 613 Sîn-šarra-iškun tomó de nuevo la ofensiva, con sus aliados escitas, si hay que creer los registros griegos, que protegían su flanco oriental al enfrentarse a los medos. Partió hacia el sur, obligando a Nabû-apla-uṣur a abandonar Anat, que este último había asediado después de una revuelta, casi con seguridad fomentada por los asirios, de los Suhu en el Éufrates medio. No hay indicación en esta época de que el rey asirio viera ninguna amenaza seria a su posición. No solamente dirigió su ejército lejos desde Asiria para atacar a Nabû-apla-uṣur, sino que las autoridades locales estaban tan satisfecha consigo mismas, a pesar de las destrucción de Aššur el año anterior, que desmantelaron las defensas de una de sus más potentes fortalezas para llevar a cabo extensas reparaciones.

Se destaca a menudo que retrospectivamente la campaña asiria de 613 es desconcertante. Aunque Aššur ya había caído, y al año siguiente el imperio mismo iba a desaparecer, los asirios en 613 estaban lo suficientemente confiados como para tomar la ofensiva contra los babilonios. La cronología defendida aquí, no obstante, hace esta operación más comprensible en vista de la falta de éxito de Nabû-apla-uṣur contra los asirios en Babilonia durante los primeros diez años de su reinado, esto es, hasta 616. De hecho, debe haber habido una guarnición en Nippur durante estos años, que pudo difícilmente haber sobrevivido sin el apoyo de campañas regulares asirias, aunque estas deben finalmente haber tenido que pasar por alto las ciudades septentrionales en las que el control de Nabû-apla-uṣur fue establecido eficazmente. La campaña de 613 cae así en perspectiva como una de las que eran probablemente incursiones asirias anuales hacia el sur.

El fin llegó en 612, y sin duda inesperadamente. Los ejércitos combinados de Nabû-apla-uṣur y Huvaxšara (Kyaxares), junto con los Ummanmanda (un término que denota simplemente “hordas tribales”, de las que los escitas eran ahora parte casi con certeza), atacaron Nínive. Después de un asedio de 3 meses las murallas fueron traspasadas y la ciudad saqueada: en palabras de la crónica, “convertida en un montón de ruinas”. El destino de Sîn-šarra-iškun es menos cierto. La crónica está rota en este punto, y no está claro si murió (en las llamas de su palacio en la tradición acerca de Sardanapalo, Diodoro II.27), o si es el rey asirio que “escapó del enemigo y cogió el pie del rey de Akkad para implorar por su vida. Lo cierto es que nunca se oyó hablar de él de nuevo.

El asirio quizá fue desafortunado en su destino. Convencionalmente era un rey piadoso y sin duda un general más capaz que muchos de sus predecesores. Las raíces del colapso de Asiria no descansan en sus propias políticas sino en los limitados recursos de la patria asiria y la presión sobre estos recursos impuesta por sus más ilustres y ambiciosos predecesores. Nínive debe haber parecido inexpugnable, y sabemos que Sîn-šarra-iškun mismo había reparado las enormes murallas. La tradición posterior sugiere que los muros fueron rotos por inundación, posiblemente por la destrucción de la presa de Sîn-aḫḫē-erība en el Khosr, cuyo río debe, en el siglo VII, haber sido desviado alrededor de los muros. Aunque no queda ninguna prueba de tal rotura, es difícil imaginar de que otra manera esta gran ciudad fortaleza pudo haber sido destruida.

Este no fue el fin de Asiria. La crónica nos informa que un Aššur-uballit II, por otra parte desconocido (posiblemente príncipe coronado de Sîn-šarra-iškun) huyó ignominiosamente hacia el oeste a Harran, donde se estableció un gobierno asirio en el exilio. Este antiguo centro comercial y religioso, cuyos habitantes disfrutaban de favores reales y exención de impuestos que aseguraban su lealtad, fue el lugar de uno de los más famosos templos del dios-luna, donde Aššur-bāni-apli había nombrado a su hermano menor, y donde la longeva madre de Nabû-nāid, quizá ella misma miembro de la familia real asiria, era una devota. Si la atención de Aššur-bāni-apli era únicamente una reflexión de su preocupación por los antiguos dioses o un movimiento político para reforzar su apoyo en el oeste no puede comprobarse, pero esto último es probable. De hecho, la ciudad siguió siendo leal a la causa asiria en 612.

Aunque lo que sobrevivió del gobierno se había desplazado a Harran y las grandes ciudades metropolitanas nunca fueron recuperadas, la población local de la patria asiria no desapareció simplemente. Las excavaciones en Kalaj muestran que al menos algunos de los habitantes regresaron después del saqueo de 612, buscando seguridad en las ruinas. El carácter de este asentamiento temporal es, no obstante, significativo. Fue limitado a las áreas fortificadas, y en el caso del ekal māšarti (el gran arsenal en la ciudad exterior), se hizo un intento por colocar la construcción en una posición de defensa al reconstruir la puerta norte, que había sido desmantelada para reparar en 614 y no había sido vuelta a erigir en la época de la embestida final en 612. No tenemos medios para saber qué autoridad fue responsable de este trabajo, pero no fue el gobierno asirio, que se quedó en Harran hasta 608, pero nunca ejerció de nuevo el control sobre la tierra natal. No obstante, la inseguridad de la campiña está claramente demostrada por el destino de estos refugiados. Se identifican tres niveles de ocupación post-asiria. Todos, a su vez, llegaron a un violento fin. Parece probable que las tribus montañesas que habían sufrido tanto en las manos asirias se estaban tomando ahora su venganza, y la insinuación se confirma por el hecho de que los babilonios encontraron necesario hacer una campaña en las montañas del noroeste de Asiria en 608 y 607.

4. Aššur-uballit II y Karkemiš: los años finales (612-605)

La confrontación era ahora entre Babilonia y Egipto. Nabû-apla-uṣur controlaba firmemente Babilonia y en la Asiria metropolitana al oeste hasta Nisibis, que él había saqueado en 612. Aššur-uballit estaba en Harran, perseguido por Nabû-apla-uṣur hasta Nisibis y Rasappa. En 611-610 Nabû-apla-uṣur “marchó victoriosamente en Asiria” y guerreó todavía más al este. En 610 se le unió los Ummanmanda y los dos ejércitos marcharon contra Harran, que fue ignominiosamente abandonada por Assur-uballit y sus aliados egipcios y saqueada por los babilonios. En 609 el ejército egipcio principal llegó en apoyo de los asirios habiéndose demorado en el camino por problemas en Palestina y los terribles esfuerzos de Yōˀšîyāhû (Josías) en Meggido. La guarnición babilonia en Harran fue derrotada, pero parece que los egipcios y asirios no habían reocupado la ciudad. El nuevo faraón Nekaw II, estableció ahora su cuartel general en Karkemiš, sin duda más para proteger sus propios intereses a largo plazo en Siria que para proporcionar apoyo para los atribulados asirios. No se tiene noticias de Aššur-uballit de nuevo, al menos la crónica no le considera digno de mención, y somos ignorantes de su destino. Los problemas para los babilonios estallaron ahora en el frente nororiental, una área a la que Asiria había dedicado mucho esfuerzo en contener, y en 609-607 Nabû-apla-uṣur fue obligado a dirigir su atención hacia Urartu.

En 607 una de la figuras más justamente célebres en la historia antigua aparece en escena, el hijo de Nabû-apla-uṣur, el príncipe coronado Nabû-kudurrī-uṣur II (Nabuconodosor II, 605-562). En ese año, ambos, rey y príncipe coronado, unieron sus ejércitos para la campaña urartea, marchando el rey en solitario por tanto al Éufrates donde saqueó Kimuhu, cerca de Karkemiš, y situó allí una guarnición babilonia. En 606 los egipcios contraatacaron y tuvieron lugar batallas en Kimuhu y otras varias ciudades sirias, con los egipcios forzando finalmente la retirada de Nabû-apla-uṣur. En 605 Nabopolasar se quedó en Babilonia, quizás entonces ya enfermo, y el príncipe coronado reunió su ejército y se dirigió a Karkemiš. Aquí se dio una de las grandes batallas de la antigüedad, de la cual leemos en Jeremías (42:12), “pues el hombre poderoso se ha topado con el poderoso, ellos están caídos juntos”.

Evidentemente ambas partes sufrieron fuertes pérdidas, pero fue Nabû-kudurrī-uṣur II quien salió victorioso, persiguiendo a los egipcios en retirada hacia Hamath, donde tuvo lugar un segundo encuentro del que, de acuerdo con el no del todo imparcial relato babilónico, “ni un solo egipcio volvió a casa”. Afortunadamente para los egipcios las noticias de la muerte de Nabû-apla-uṣur alcanzaron entonces a Nabû-kudurrī-uṣur, que aceleró el regreso a Babilonia para reclamar el trono que iba a ocupar con tal distinción durante los siguientes 42 años. Babilonia fue entonces la sucesora indiscutible de Nínive y la nueva capital del mundo.

Las razones del súbito colapso de Asiria han sido muy debatidas. Aššur-bāni-apli controlaba el imperio más grande que el mundo había conocido, a pesar de que al cabo de dos décadas de su muerte el país fue invadido, sus ciudades destruidas, y Asiria como entidad política importante había desaparecido para siempre. Las razones para este colapso son ciertamente complejas, pero el germen fundamental del fracaso descansa simplemente en el muy pequeño tamaño de la Asiria metropolitana. Un estudio de la población y los recursos de la tierra natal sugiere que su inadecuación dictó las políticas que crearon el imperio e impulsaron a su mantenimiento, mientras que su agotamiento contribuyó a su colapso. La majestuosidad real, de la que las grandes ciudades eran una expresión, de hecho la prosperidad del país, solamente pudieron ser soportadas por los tributos de los territorios lejos más allá de las fronteras naturales de Asiria, y el tributo solo pudo ser recaudado por la amenaza, y al menos intermitentemente por la presencia, de una abrumadora fuerza militar. Las poblaciones sometidas se mostraban leales tanto tiempo como el éxito militar de siria asegurara su prosperidad, pero no tenían razones para arriesgar sus vidas en su defensa en tiempos de disturbios. Las políticas asirias demandaban enormes recursos en mano de obra, y la práctica de la deportación aportó no solamente un método de controlar poblaciones potencialmente rebeldes sino de asegurar trabajo para los vastos programas de edificación y empresas militares de los reyes neoasirios. Pero también dejaron un creciente legado de pueblos sometidos, tanto en la Asiria metropolitana como en sus guarniciones en el extranjero, cuya lealtad en tiempos de debilidad no podía asegurar el estado.

Este implacable imperialismo se demostró al final demasiado costoso. En las invasiones de Egipto del siglo VII, aunque prestigiosas, no habían nacido del sentido común, mientras que la destrucción de Elam y la repetición de campañas contra Urartu y las coaliciones tribales al noreste habían supuesto un severo drenaje de mano de obra y recursos. Lo más perjudicial de todo, no obstante, fue el tiempo y la energía gastadas en intentar mantener controlada a Babilonia, donde el campo era un entorno ideal para la guerra de guerrillas y donde los privilegios concedidos a sus antiguas ciudades alentaron el crecimiento de la prosperidad urbana que al final iba a evidenciar más de una ventaja para Babilonia más que para Asiria. Hasta la década de 620 los asirios habían sido vencedores, pero era una victoria pírrica. Asiria fue destruida no tanto por la poderosa coalición militar que saqueó Nínive -había encontrado tal oposición antes- como por la vasta riqueza de las tribus meridionales aliadas con el fructífero comercio de las ciudades babilónicas, que las políticas asirias habían fomentado. En el siglo VII las ambiciones políticas de los Sargónidas habían impuesto un intolerable esfuerzo sobre los recursos asirios, y el fracaso del envejecido Aššur-bāni-apli para asegurar la sucesión fue un golpe mortal para la autoridad real, sobre la que dependía el sistema asirio. Las intromisiones sobre esta autoridad en tiempos de Aššur-etel-ilāni son signos claros de una severa debilidad interna. Se ha sugerido que la caída de Asiria no fue tanto el colapso de un imperio como un cambio de poder hacia el sur, pero ciertamente no le habría parecido así a los habitantes de las grandes capitales asirias, devastadas en 612 y ahora abandonadas en su mayor parte. Sîn-šarra-iškun no fue un monarca incompetente, pero Asiria pronto iba a ser relevada por los Aqueménidas, cuya administración imperial era un desarrollo más eficaz de la suya, y cuyo éxito aseguró que el centro de poder nunca más regresara al norte.



BIBLIOGRAFÍA:

El texto para esta entrada ha sido extraído y traducido de los siguientes capítulos de A.K. GRAYSON sobre la historia de Asiria, contenidos en el Volumen III, Parte 2 de la Cambridge Ancient History: The Assyrian and Babylonian Empires and Other States of the Near East, from the Eighth to Sixth Centuries B.C.

Capítulo 22 – Assyria:Tiglath-pileser III  to Sargon II (744-705 B.C.)
Capítulo 23 – Assyria: Sennacherib anda Esarhaddon (704-669 B.C.)
Capítulo 24 – Assyria 668-635 B.C.: the reign of Ashurbanipal
Capítulo 25 – The fall of Assyria (365-609 B.C.)

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